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A.M.D.G. Los jesuitas piden perdón

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Juanjo Romero
conoZe.com

El 24 de mayo de 1814, Pío VII restauraba la Compañía de Jesús con la Santa Misa en la Iglesia del Gesù. Terminada la ceremonia, en presencia de una inmensa multitud, incluyendo cardenales, realeza y cerca de 150 miembros de la antigua Compañía, Su Santidad hizo leer solemnemente la Bula Sollicitudo Omnium Ecclesiarum, y la entregó al P. Luigi Panizzoni. Después el Papa, con gran cariño y uno a uno, saludó a los ancianos jesuitas que lloraban de consuelo y a los jóvenes que miraban sonrientes.

Algunos no anhelábamos tanto, pero casi, bien de la 35ª Congregación General, bien de la elección del nuevo Prepósito General. Pero los tiempos del Señor son los que son, y siempre sorprenden. Hace una hora he terminado de leer los Decretos de la Congregación —disponibles desde hace una semana—: esperanzadores, con todos los peros que se quiera, esperanzadores; basta recordar que son la guía (de obligado cumplimiento) hasta la siguiente Congregación General, cuasi-inamovibles.

La 35ª CG se desarrolla en seis decretos:

Con renovado impulso y fervor (en respuesta a la invitación de Benedicto XVI)
Un fuego que enciende otros fuegos.
Desafíos para nuestra misión hoy
La obediencia
Gobierno
Colaboración


Me quedo con algunas ideas muy positivas:

Dec 4, n 34. [...]En nombre de toda la Compañía la Congregación General 35ª pide perdón al Señor por aquellas veces en que a alguno de sus miembros le ha faltado amor, discreción o fidelidad en el servicio de la Iglesia, al tiempo que afirma su compromiso de acrecentar cada día su amor a la Iglesia y su disponibilidad para con el Santo Padre.

Perdón de verdad, al Señor, que es a quien se ofende.
En nombre propio, no echándole las culpas a nadie.
Dec 2, n 17. Es sobre todo en la obediencia donde la Compañía de Jesús debería ser distinta de otras familias religiosas.[...] Es en la obediencia del Suscipe donde San Ignacio se fijó a la hora de subrayar lo que daba a la Compañía su distintivo diferente.

Reafirmación —¿vuelta?— al carisma fundacional.
La obediencia, junto a la castidad y la pobreza, como fundamento indispensable para poder desarrollar la misión encomendada por el Señor.
Dec 4, n 20. Un exagerado deseo de autonomía ha llevado a algunos a diversas expresiones de autosuficiencia y falta de compromiso: falta de disponibilidad para con nuestros superiores, falta de prudencia en la expresión de nuestras opiniones, falta de espíritu de colaboración en nuestra relación con la iglesia local e incluso desafección de la Iglesia y de la Compañía. Algunos han usado el lenguaje del discernimiento para justificar el deseo de elegir su propio destino, olvidando que en la Compañía el discernimiento es discernimiento del cuerpo que tiene en cuenta una multiplicidad de voces pero que sólo llega a su final cuando el superior confía la misión.

Alguno lo llamará autocrítica. Autocrítica es un término marxista, es puro examen de conciencia ignaciano. Causas, efectos.
Dolor de los pecados: autosuficiencia, falta de disponibilidad, de prudencia, de espíritu...
Decir los pecados al confesor: desafección de la Iglesia y de la Compañía, a quien no le impresione es que no tiene corazón.
Dec 1, n 8. [...]La Congregación General 35 expresa su adhesión total a la fe y a la enseñanza de la Iglesia tal como llegan hasta nosotros, en esa estrecha unidad entre Escritura, Tradición y Magisterio.

Propósito de la enmienda (también y fundamentalmente en Dec 4, n 34).
Me gustaría recalcar lo de tal como llegan hasta nosotros y lo de Escritura, Tradición y Magisterio.
De la penitencia..., ahora no es el momento. Y para terminar, dos reflexiones más.

La primera, valentía, profecía. Lo fácil, lo que generaría aplauso mundano hubiese sido lo contrario, ¡qué tipos tan majos estos jesuitas que reniegan serlo!, ¡qué estupendos que no se pliegan a la Iglesia, a su carisma, al Señor!

La segunda, un mejor entendimiento del papel de los laicos. Se acabaron los experimentos que desdibujan los fundamentos de la orden. Es cierto que se siguen buscando fórmulas que consigan paliar la reducción de efectivos para mantener las todavía múltiples iniciativas, pero no tan raras como las propuestas en Congregaciones anteriores.

En qué quedará todo. Pues no sé. Pero la esperanza no me la quita nadie, tanto que de lo que no me ha gustado, hoy no voy a hablar.

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