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La versión Biblia de Jerusalén 

Al final de cada capítulo encontrará el mismo pasaje
en la versión de la Biblia de Jerusalén

 

Capítulo 1
1:1
Y ACONTECIÓ después de la muerte de Josué, que los hijos de Israel consultaron á el Altísimo, diciendo: ¿Quién subirá por nosotros el primero á pelear contra los Cananeos?
1:2
Y el Altísimo respondió: Judá subirá; he aquí que yo he entregado la tierra en sus manos.
1:3
Y Judá dijo á Simeón su hermano: Sube conmigo á mi suerte, y peleemos contra el Cananeo, y yo también iré contigo á tu suerte. Y Simeón fué con él.
1:4
Y subió Judá, y el Altísimo entregó en sus manos al Cananeo y al Pherezeo; y de ellos hirieron en Bezec diez mil hombres.
1:5
Y hallaron á Adoni-bezec en Bezec, y pelearon contra él: é hirieron al Cananeo y al Pherezeo.
1:6
Mas Adoni-bezec huyó; y siguiéronle, y prendiéronle, y cortáronle los pulgares de las manos y de los pies.
1:7
Entonces dijo Adoni-bezec: Setenta reyes, cortados los pulgares de sus manos y de sus pies, cogían las migajas debajo de mi mesa: como yo hice, así me ha pagado Dios. Y metiéronle en Jerusalem, donde murió.
1:8
Y habían combatido los hijos de Judá á Jerusalem, y la habían tomado, y metido á cuchillo, y puesto á fuego la ciudad.
1:9
Después los hijos de Judá descendieron para pelear contra el Cananeo que habitaba en las montañas, y al mediodía, y en los llanos.
1:10
Y partió Judá contra el Cananeo que habitaba en Hebrón, la cual se llamaba antes Chîriath-arba; é hirieron á Sesai, y á Ahiman, y á Talmai.
1:11
Y de allí fué á los que habitaban en Debir, que antes se llamaba Chîriath-sepher.
1:12
Y dijo Caleb: El que hiriere á Chîriath-sepher, y la tomare, yo le daré á Axa mi hija por mujer.
1:13
Y tomóla Othoniel hijo de Cenez, hermano menor de Caleb: y él le dió á Axa su hija por mujer.
1:14
Y cuando la llevaban, persuadióle que pidiese á su padre un campo. Y ella se apeó del asno, y Caleb le dijo: ¿Qué tienes?
1:15
Ella entonces le respondió: Dame una bendición: que pues me has dado tierra de secadal, me des también fuentes de aguas. Entonces Caleb le dió las fuentes de arriba y las fuentes de abajo.
1:16
Y los hijos de Cineo, suegro de Moisés, subieron de la ciudad de las palmas con los hijos de Judá al desierto de Judá, que está al mediodía de Arad: y fueron y habitaron con el pueblo.
1:17
Y fué Judá á su hermano Simeón, é hirieron al Cananeo que habitaba en Sephath, y asoláronla: y pusieron por nombre á la ciudad, Horma.
1:18
Tomó también Judá á Gaza con su término, y á Ascalón con su término, y á Ecrón con su término.
1:19
Y fué el Altísimo con Judá, y echó á los de las montañas; mas no pudo echar á los que habitaban en los llanos, los cuales tenían carros herrados.
1:20
Y dieron Hebrón á Caleb, como Moisés había dicho: y él echó de allí tres hijos de Anac.
1:21
Mas al Jebuseo que habitaba en Jerusalem, no echaron los hijos de Benjamín, y así el Jebuseo habitó con los hijos de Benjamín en Jerusalem hasta hoy.
1:22
También los de la casa de José subieron á Beth-el; y fué el Altísimo con ellos.
1:23
Y los de la casa de José pusieron espías en Beth-el, la cual ciudad antes se llamaba Luz.
1:24
Y los que espiaban vieron un hombre que salía de la ciudad, y dijéronle: Muéstranos ahora la entrada de la ciudad, y haremos contigo misericordia.
1:25
Y él les mostró la entrada á la ciudad, é hiriéronla á filo de espada; mas dejaron á aquel hombre con toda su familia.
1:26
Y fuese el hombre á la tierra de los Hetheos, y edificó una ciudad, á la cual llamó Luz: y este es su nombre hasta hoy.
1:27
Tampoco Manasés echó á los de Beth-sean, ni á los de sus aldeas, ni á los de Taanach y sus aldeas, ni á los de Dor y sus aldeas, ni á los habitantes de Ibleam y sus aldeas, ni á los que habitaban en Megiddo y en sus aldeas: mas el Cananeo quiso habitar en esta tierra.
1:28
Empero cuando Israel tomó fuerzas hizo al Cananeo tributario, mas no lo echó.
1:29
Tampoco Ephraim echó al Cananeo que habitaba en Gezer; antes habitó el Cananeo en medio de ellos en Gezer.
1:30
Tampoco Zabulón echó á los que habitaban en Chîtron y á los que habitaban en Naalol; mas el Cananeo habitó en medio de él, y le fueron tributarios.
1:31
Tampoco Aser echó á los que habitaban en Achô, y á los que habitaban en Sidón, y en Ahlab, y en Achzib, y en Helba, y en Aphec, y en Rehod:
1:32
Antes moró Aser entre los Cananeos que habitaban en la tierra; pues no los echó.
1:33
Tampoco Nephtalí echó á los que habitaban en Beth-semes, y á los que habitaban en Beth-anath, sino que moró entre los Cananeos que habitaban en la tierra; mas fuéronle tributarios los moradores de Beth-semes, y los moradores de Beth-anath.
1:34
Los Amorrheos apretaron á los hijos de Dan hasta el monte; que no los dejaron descender á la campiña.
1:35
Y quiso el Amorrheo habitar en el monte de Heres, en Ajalón y en Saalbín; mas como la mano de la casa de José tomó fuerzas, hiciéronlos tributarios.
1:36
Y el término del Amorrheo fué desde la subida de Acrabim, desde la piedra, y arriba.
Jdg 1:1 Después de la muerte de Josué, los israelitas hicieron esta consulta a Yahveh: «¿Quién de nosotros subirá el primero a combatir a los cananeos?»
Jdg 1:2 Yahveh respondió: «Subirá Judá, he puesto el país en sus manos.»
Jdg 1:3 Judá dijo a su hermano Simeón: «Sube conmigo al territorio que me ha tocado; atacaremos al cananeo; y luego yo también iré contigo a tu territorio.» Y Simeón marchó con él.
Jdg 1:4 Subió Judá; Yahveh puso en sus manos a los cananeos y a los perizitas, y derrotaron en Bezeq a 10.000 hombres.
Jdg 1:5 Habiendo encontrado en Bezeq a Adoni Bézeq, le atacaron y derrotaron a los cananeos y a los perizitas.
Jdg 1:6 Huyó Adoni Bézeq, pero le persiguieron, le capturaron y le cortaron los pulgares de manos y pies.
Jdg 1:7 Y Adoni Bézeq dijo: «Setenta reyes, con los pulgares de manos y pies cortados, andaban recogiendo migajas bajo mi mesa. Según lo que yo hice, así me ha pagado Dios.» Le llevaron a Jerusalén, y allí murió.
Jdg 1:8 (Los hijos de Judá atacaron a Jerusalén, la tomaron, la pasaron a cuchillo y prendieron fuego a la ciudad).
Jdg 1:9 Después, los hijos de Judá bajaron a atacar a los cananeos, que ocupaban la Montaña, el Négueb y la Tierra Baja.
Jdg 1:10 Luego Judá marchó contra los cananeos que habitaban en Hebrón - el nombre de Hebrón era antes Quiryat Arbá - y derrotó a Sesay, Ajimán y Talmay.
Jdg 1:11 De allí marchó contra los habitantes de Debir - el nombre de Debir era antes Quiryat Séfer. -
Jdg 1:12 Y Caleb dijo: «Al que derrote a Quiryat Séfer y la tome, le daré mi hija Aksá por mujer.»
Jdg 1:13 La tomó Otniel, hijo de Quenaz, el hermano menor de Caleb. Y éste le dio su hija Aksá por mujer.
Jdg 1:14 Cuando ella vino donde el marido, le incitó a que pidiera a su padre un campo. Ella se apeó del asno, y Caleb le preguntó: «¿Qué quieres?»
Jdg 1:15 Ella respondió: «Hazme un regalo. Ya que me has dado la tierra del Négueb, dame fuentes de agua.» Y Caleb le dio las fuentes de arriba y las fuentes de abajo.
Jdg 1:16 Los hijos de Jobab el quenita, suegro de Moisés, subieron con los hijos de Judá de la ciudad de las Palmeras al desierto de Judá, que está en el Négueb de Arad, y fueron a habitar con el pueblo.
Jdg 1:17 Judá se fue con su hermano Simeón, derrotaron a los cananeos que habitaban en Sefat y consagraron la ciudad al anatema. Por eso la ciudad se llamó Jormá.
Jdg 1:18 Judá se apoderó de Gaza y su comarca, de Ascalón y su comarca, de Ecrón y su comarca;
Jdg 1:19 Yahveh estuvo con Judá, que conquistó la Montaña; pero no pudo expulsar a los habitantes del llano, porque tenían carros de hierro.
Jdg 1:20 Dieron Hebrón a Caleb, según el mandato de Moisés: y él arrojó de allí a los tres hijos de Anaq.
Jdg 1:21 Los hijos de Benjamín no expulsaron a los jebuseos que habitaban en Jerusalén; por eso los jebuseos siguen habitando en Jerusalén con los hijos de Benjamín, hasta el día de hoy.
Jdg 1:22 También la casa de José subió a Betel; Yahveh estuvo con ella.
Jdg 1:23 La casa de José hizo una exploración por Betel. (Antes la ciudad se llamaba Luz.)
Jdg 1:24 Los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron: «Indícanos la entrada de la ciudad y te lo agradeceremos.»
Jdg 1:25 El les enseñó la entrada de la ciudad: la pasaron a cuchillo, y dejaron libre a aquel hombre con toda su familia.
Jdg 1:26 El hombre se fue al país de los hititas y construyó una ciudad, a la que llamó Luz. Es el nombre que tiene hasta la fecha.
Jdg 1:27 Manasés no se apoderó de Bet Seán y sus filiales, ni de Tanak y sus filiales. No expulsó a los habitantes de Dor y sus filiales, ni a los de Yibleam y sus filiales, ni a los de Meguiddó y sus filiales: los cananeos siguieron ocupando el territorio.
Jdg 1:28 Sin embargo, cuando Israel cobró más fuerza, sometió a los cananeos a tributo, aunque no llegó a expulsarlos.
Jdg 1:29 Tampoco Efraím expulsó a los cananeos que habitaban en Guézer, de manera que los cananeos siguieron viviendo en Guézer, en medio de Israel.
Jdg 1:30 Zabulón no expulsó a los habitantes de Quitrón, ni a los de Nahalol. Los cananeos se quedaron en medio de Zabulón, pero fueron sometidos a tributo.
Jdg 1:31 Aser no expulsó a los habitantes de Akko, ni a los de Sidón, de Majaleb, de Akzib, de Jelbá, de Afiq, ni de Rejob.
Jdg 1:32 Los aseritas se establecieron, pues, entre los cananeos que habitaban en el país, porque no los expulsaron.
Jdg 1:33 Neftalí no expulsó a los habitantes de Bet Semes, ni a los de Bet Anat, y se estableció entre los cananeos que habitaban en el país; pero los habitantes de Bet Semes y de Bet Anat fueron sus tributarios.
Jdg 1:34 Los amorreos rechazaron hacia la montaña a los hijos de Dan sin dejarles bajar a la llanura.
Jdg 1:35 Los amorreos se mantuvieron en Har Jéres, en Ayyalón y en Saalbim, pero luego pesó sobre ellos la mano de la casa de José y fueron reducidos a tributo.
Jdg 1:36 (La frontera de los edomitas va desde la cuesta de los Escorpiones, desde la Peña, y hacia arriba.)


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Capítulo 2

2:1
Y El ángel de el Altísimo subió de Gilgal á Bochîm, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado á vuestros padres; y dije: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros;
2:2
Con tal que vosotros no hagáis alianza con los moradores de aquesta tierra, cuyos altares habéis de derribar: mas vosotros no habéis atendido á mi voz: ¿por qué habéis hecho esto?
2:3
Por tanto yo también dije: No los echaré de delante de vosotros, sino que os serán por azote para vuestros costados, y sus dioses por tropiezo.
2:4
Y como el ángel de el Altísimo habló estas palabras á todos los hijos de Israel, el pueblo lloró en alta voz.
2:5
Y llamaron por nombre aquel lugar Bochîm: y sacrificaron allí á el Altísimo.
2:6
Porque ya Josué había despedido al pueblo, y los hijos de Israel se habían ido cada uno á su heredad para poseerla.
2:7
Y el pueblo había servido á el Altísimo todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que vivieron largos días después de Josué, los cuales habían visto todas las grandes obras de el Altísimo, que el había hecho por Israel.
2:8
Y murió Josué hijo de Nun, siervo de el Altísimo, siendo de ciento y diez años.
2:9
Y enterráronlo en el término de su heredad en Timnath-sera, en el monte de Ephraim, el norte del monte de Gaas.
2:10
Y toda aquella generación fué también recogida con sus padres. Y levantóse después de ellos otra generación, que no conocían á el Altísimo, ni la obra que él había hecho por Israel.
2:11
Y los hijos de Israel hicieron lo malo en ojos de el Altísimo, y sirvieron á los Baales:
2:12
Y dejaron á el Altísimo el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y fuéronse tras otros dioses, los dioses de los pueblos que estaban en sus alrededores, á los cuales adoraron; y provocaron á ira á el Altísimo.
2:13
Y dejaron á el Altísimo, y adoraron á Baal y á Astaroth.
2:14
Y el furor de el Altísimo se encendió contra Israel, el cual los entregó en manos de robadores que los despojaron, y los vendió en manos de sus enemigos de alrededor: y no pudieron parar más delante de sus enemigos.
2:15
Por donde quiera que salían, la mano de el Altísimo era contra ellos para mal, como el Altísimo había dicho, y como el Altísimo se lo había jurado; así los afligió en gran manera.
2:16
Mas el Altísimo suscitó jueces que los librasen de mano de los que los despojaban.
2:17
Y tampoco oyeron á sus jueces, sino que fornicaron tras dioses ajenos, á los cuales adoraron: apartáronse bien presto del camino en que anduvieron sus padres obedeciendo á los mandamientos de el Altísimo; mas ellos no hicieron así.
2:18
Y cuando el Altísimo les suscitaba jueces, el Altísimo era con el juez, y librábalos de mano de los enemigos todo el tiempo de aquel juez: porque el Altísimo se arrepentía por sus gemidos á causa de los que los oprimían y afligían.
2:19
Mas en muriendo el juez, ellos se tornaban, y se corrompían más que sus padres, siguiendo dioses ajenos para servirles, é inclinándose delante de ellos; y nada disminuían de sus obras, ni de su duro camino.
2:20
Y la ira de el Altísimo se encendió contra Israel, y dijo: Pues que esta gente traspasa mi pacto que ordené á sus padres, y no obedecen mi voz,
2:21
Tampoco yo echaré más de delante de ellos á ninguna de aquestas gentes que dejó Josué cuando murió;
2:22
Para que por ellas probara yo á Israel, si guardarían ellos el camino de el Altísimo andando por él, como sus padres lo guardaron, ó no.
2:23
Por esto dejó el Altísimo aquellas gentes, y no las desarraigó luego, ni las entregó en mano de Josué.

Jdg 2:1 El Ángel de Yahveh subió de Guilgal a Betel y dijo: «Yo os hice subir de Egipto y os introduje en la tierra que había prometido con juramento a vuestros padres. Yo dije: "No romperé jamás mi alianza con vosotros.
Jdg 2:2 Pero vosotros no pactaréis con los habitantes de este país; sino que destruiréis sus altares." Pero no habéis escuchado mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto?
Jdg 2:3 Por eso os digo: No los arrojaré delante de vosotros; serán vuestros opresores y sus dioses una trampa para vosotros.»
Jdg 2:4 Así que el Ángel de Yahveh dijo estas palabras a todos los israelitas, el pueblo se puso a llorar a gritos.
Jdg 2:5 Llamaron a aquel lugar Bokim, y ofrecieron allí sacrificios a Yahveh.
Jdg 2:6 Josué despidió al pueblo, y los israelitas se volvieron cada uno a su heredad para ocupar la tierra.
Jdg 2:7 El pueblo sirvió a Yahveh en vida de Josué y de los ancianos que le sobrevivieron y que habían sido testigos de todas las grandes hazañas que Yahveh había hecho a favor de Israel.
Jdg 2:8 Josué, hijo de Nun, siervo de Yahveh, murió a la edad de 110 años.
Jdg 2:9 Le enterraron en el término de su heredad, en Timnat Jeres, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gaás.
Jdg 2:10 También aquella generación fue a reunirse con sus padres y les sucedió otra generación que no conocía a Yahveh ni lo que había hecho por Israel.
Jdg 2:11 Entonces los hijos de Israel hicieron lo que desagradaba a Yahveh y sirvieron a los Baales.
Jdg 2:12 Abandonaron a Yahveh, el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor; se postraron ante ellos, irritaron a Yahveh;
Jdg 2:13 dejaron a Yahveh y sirvieron a Baal y a las Astartés.
Jdg 2:14 Entonces se encendió la ira de Yahveh contra Israel. Los puso en manos de salteadores que los despojaron, los dejó vendidos en manos de los enemigos de alrededor y no pudieron ya sostenerse ante sus enemigos.
Jdg 2:15 En todas sus campañas la mano de Yahveh intervenía contra ellos para hacerles daño, como Yahveh se lo tenía dicho y jurado. Los puso así en gran aprieto.
Jdg 2:16 Entonces Yahveh suscitó jueces que los salvaron de la mano de los que los saqueaban.
Jdg 2:17 Pero tampoco a sus jueces los escuchaban. Se prostituyeron siguiendo a otros dioses, y se postraron ante ellos. Se desviaron muy pronto del camino que habían seguido sus padres, que atendían a los mandamientos de Yahveh; no los imitaron.
Jdg 2:18 Cuando Yahveh les suscitaba jueces, Yahveh estaba con el juez y los salvaba de la mano de sus enemigos mientras vivía el juez, porque Yahveh se conmovía de los gemidos que proferían ante los que los maltrataban y oprimían.
Jdg 2:19 Pero cuando moría el juez, volvían a corromperse más todavía que sus padres, yéndose tras de otros dioses, sirviéndoles y postrándose ante ellos, sin renunciar en nada a las prácticas y a la conducta obstinada de sus padres.
Jdg 2:20 Se encendió la ira de Yahveh contra el pueblo de Israel y dijo: «Ya que este pueblo ha quebrantado la alianza que prescribí a sus padres y no ha escuchado mi voz,
Jdg 2:21 tampoco yo arrojaré en adelante de su presencia a ninguno de los pueblos que dejó Josué cuando murió.»
Jdg 2:22 Era para probar con ellos a Israel, a ver si seguían o no los caminos de Yahveh, como los habían seguido sus padres.
Jdg 2:23 Yahveh dejó en paz a estos pueblos, en vez de expulsarlos enseguida, y no los puso en manos de Josué.

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Capítulo 3

3:1
ESTAS, pues, son las gentes que dejó el Altísimo para probar con ellas á Israel, á todos aquellos que no habían conocido todas las guerras de Canaán;
3:2
Para que al menos el linaje de los hijos de Israel conociese, para enseñarlos en la guerra, siquiera fuese á los que antes no la habían conocido:
3:3
Cinco príncipes de los Philisteos, y todos los Cananeos, y los Sidonios, y los Heveos que habitaban en el monte Líbano: desde el monte de Baal-hermón hasta llegar á Hamath.
3:4
Estos pues fueron para probar por ellos á Israel, para saber si obedecerían á los mandamientos de el Altísimo, que él había prescrito á sus padres por mano de Moisés.
3:5
Así los hijos de Israel habitaban entre los Cananeos, Hetheos, Amorrheos, Pherezeos, Heveos, y Jebuseos:
3:6
Y tomaron de sus hijas por mujeres, y dieron sus hijas á los hijos de ellos, y sirvieron á sus dioses.
3:7
Hicieron, pues, los hijos de Israel lo malo en ojos de el Altísimo: y olvidados de el Altísimo su Dios, sirvieron á los Baales, y á los ídolos de los bosques.
3:8
Y la saña de el Altísimo se encendió contra Israel, y vendiólos en manos de Chusan-risathaim rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel á Chusan-risathaim ocho años.
3:9
Y clamaron los hijos de Israel á el Altísimo; y el Altísimo suscitó salvador á los hijos de Israel y librólos; es á saber, á Othoniel hijo de Cenez, hermano menor de Caleb.
3:10
Y el espíritu de el Altísimo fué sobre él, y juzgó á Israel, y salió á batalla, y el Altísimo entregó en su mano á Chusan-risathaim, rey de Siria, y prevaleció su mano contra Chusan-risathaim.
3:11
Y reposó la tierra cuarenta años; y murió Othoniel, hijo de Cenez.
3:12
Y tornaron los hijos de Israel á hacer lo malo ante los ojos de el Altísimo; y el Altísimo esforzó á Eglón rey de Moab contra Israel, por cuanto habían hecho lo malo ante los ojos de el Altísimo.
3:13
Y Juntó consigo á los hijos de Ammón y de Amalec, y fué, é hirió á Israel, y tomó la ciudad de las palmas.
3:14
Y sirvieron los hijos de Israel á Eglón rey de los Moabitas diez y ocho años.
3:15
Y clamaron los hijos de Israel á el Altísimo; y el Altísimo les suscitó salvador, á Aod, hijo de Gera, Benjamita, el cual tenía cerrada la mano derecha. Y los hijos de Israel enviaron con él un presente á Eglón rey de Moab.
3:16
Y Aod se había hecho un puñal de dos filos, de un codo de largo; y ciñósele debajo de sus vestidos á su lado derecho.
3:17
Y presentó el presente á Eglón rey de Moab; y era Eglón hombre muy grueso.
3:18
Y luego que hubo presentado el don, despidió á la gente que lo había traído.
3:19
Mas él se volvió desde los ídolos que están en Gilgal, y dijo: Rey, una palabra secreta tengo que decirte. El entonces dijo: Calla. Y saliéronse de con él todos los que delante de él estaban.
3:20
Y llegóse Aod á él, el cual estaba sentado solo en una sala de verano. Y Aod dijo: Tengo palabra de Dios para ti. El entonces se levantó de la silla.
3:21
Mas Aod metió su mano izquierda, y tomó el puñal de su lado derecho, y metióselo por el vientre;
3:22
De tal manera que la empuñadura entró también tras la hoja, y la grosura encerró la hoja, que él no sacó el puñal de su vientre: y salió el estiércol.
3:23
Y saliendo Aod al patio, cerró tras sí las puertas de la sala.
3:24
Y salido él, vinieron sus siervos, los cuales viendo las puertas de la sala cerradas, dijeron: Sin duda él cubre sus pies en la sala de verano.
3:25
Y habiendo esperado hasta estar confusos, pues que él no abría las puertas de la sala, tomaron la llave y abrieron: y he aquí su señor caído en tierra muerto.
3:26
Mas entre tanto que ellos se detuvieron, Aod se escapó, y pasando los ídolos, salvóse en Seirath.
3:27
Y como hubo entrado, tocó el cuerno en el monte de Ephraim, y los hijos de Israel descendieron con él del monte, y él iba delante de ellos.
3:28
Entonces él les dijo: Seguidme, porque el Altísimo ha entregado vuestros enemigos los Moabitas en vuestras manos. Y descendieron en pos de él, y tomaron los vados del Jordán á Moab, y no dejaron pasar á ninguno.
3:29
Y en aquel tiempo hirieron de los Moabitas como diez mil hombres, todos valientes y todos hombres de guerra; no escapó hombre.
3:30
Así quedó Moab sojuzgado aquel día bajo la mano de Israel: y reposó la tierra ochenta años.
3:31
Después de éste fué Samgar hijo de Anat, el cual hirió seiscientos hombres de los Filisteos con una aguijada de bueyes; y él también salvó á Israel.
Jdg 3:1 Estos son los pueblos que Yahveh dejó subsistir para probar con ellos a Israel, a cuantos no habían conocido ninguna de las guerras de Canaán.
Jdg 3:2 (Era sólo para que aprendieran las generaciones de los hijos de Israel, para enseñarles el arte de la guerra; por lo menos los que antes no lo habían conocido):
Jdg 3:3 los cinco príncipes de los filisteos y todos los cananeos, los sidonios y los hititas que vivían en el monte Líbano, desde la montaña de Baal Hermón hasta la entrada de Jamat.
Jdg 3:4 Sirvieron para probar con ellos a Israel, a ver si guardaban los mandamientos que Yahveh había prescrito a sus padres por medio de Moisés.
Jdg 3:5 Y los israelitas habitaron en medio de los cananeos, hititas, amorreos, perizitas, jivitas y jebuseos;
Jdg 3:6 se casaron con sus hijas, dieron sus propias hijas a los hijos de aquellos y sirvieron a sus dioses.
Jdg 3:7 Los israelitas hicieron lo que desagradaba a Yahveh. Se olvidaron de Yahveh su Dios y sirvieron a los Baales y a las Aserás.
Jdg 3:8 Se encendió la ira de Yahveh contra Israel y los dejó a merced de Kusán Riseatáyim, rey de Edom, y los israelitas sirvieron a Kusán Riseatáyim durante ocho años.
Jdg 3:9 Los israelitas clamaron a Yahveh y Yahveh suscitó a los israelitas un libertador que los salvó: Otniel, hijo de Quenaz y hermano menor de Caleb.
Jdg 3:10 El espíritu de Yahveh vino sobre él, fue juez de Israel y salió a la guerra. Yahveh puso en sus manos a Kusán Riseatáyim, rey de Edom y triunfó sobre Kusán Riseatáyim.
Jdg 3:11 El país quedó tranquilo cuarenta años. Y murió Otniel, hijo de Quenaz.
Jdg 3:12 Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh; y Yahveh fortaleció a Eglón, rey de Moab, por encima de Israel, porque hacían lo que desagradaba a Yahveh.
Jdg 3:13 A Eglón se le juntaron los hijos de Ammón y de Amalec; salió y derrotó a Israel, y tomó la ciudad de las Palmeras.
Jdg 3:14 Los israelitas estuvieron sometidos a Eglón, rey de Moab, dieciocho años.
Jdg 3:15 Entonces los israelitas clamaron a Yahveh y Yahveh les suscitó un libertador: Ehúd, hijo de Guerá, benjaminita, que era zurdo. Los israelitas le encargaron de llevar el tributo a Eglón, rey de Moab.
Jdg 3:16 Ehúd se hizo un puñal de dos filos, de un codo de largo, se lo ciño debajo de la ropa sobre el muslo derecho,
Jdg 3:17 y presentó el tributo a Eglón, rey de Moab. Eglón era un hombre muy obeso.
Jdg 3:18 En cuanto terminó de presentar el tributo, Ehúd mandó marchar a la gente que había llevado el tributo;
Jdg 3:19 pero él, al llegar a los Ídolos que hay en la región de Guilgal, volvió otra vez y dijo: «Tengo un mensaje secreto para ti ¡oh rey!» El rey respondió: ¡Silencio!» y salieron de su presencia todos los que estaban con él.
Jdg 3:20 Ehúd se le acercó . El rey estaba sentado en su galería fresca particular. Ehúd le dijo: «Tengo una palabra de Dios para ti.» El rey se levantó de su silla.
Jdg 3:21 Ehúd alargó su mano izquierda, cogió el puñal de su cadera derecha y se lo hundió en el vientre.
Jdg 3:22 Detrás de la hoja entró incluso el mango, y la grasa se cerró sobre la hoja, pues Ehúd no le sacó el puñal del vientre. Luego escapó por la ventana.
Jdg 3:23 Ehúd salió por el pórtico; había cerrado tras de sí las puertas de la galería y echado el cerrojo.
Jdg 3:24 Después que se fue, llegaron los criados y vieron que las puertas de la galería tenían echado el cerrojo. Y se dijeron para sí: «Sin duda se está cubriendo los pies en el aposento de la galería fresca.»
Jdg 3:25 Estuvieron esperando hasta quedar desconcertados, porque no acababan de abrirse las puertas de la galería. Cogieron la llave y abrieron. Su amo yacía en tierra, muerto.
Jdg 3:26 Mientras esperaban, Ehúd había huido: había pasado los Ídolos y se había puesto a salvo en Hasseirá.
Jdg 3:27 En cuanto llegó tocó el cuerno en la montaña de Efraím y los israelitas bajaron con él de la montaña. El se puso al frente de ellos,
Jdg 3:28 y les dijo: «Seguidme, porque Yahveh ha entregado a Moab, vuestro enemigo, en vuestras manos.» Bajaron tras él, cortaron a Moab los vados del Jordán y no dejaron pasar a nadie.
Jdg 3:29 Derrotaron en aquella ocasión a los de Moab; eran unos 10.000 hombres, todos fuertes y valientes, y no escapó ni uno.
Jdg 3:30 Aquél día fue humillado Moab bajo la mano de Israel, y el país quedó tranquilo ochenta años.
Jdg 3:31 Después de él vino Samgar, hijo de Anat. Derrotó a los filisteos, que eran seiscientos hombres, con una aguijada de bueyes; él también salvó a Israel.


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Capítulo 4

4:1
MAS los hijos de Israel tornaron á hacer lo malo en ojos de el Altísimo, después de la muerte de Aod.
4:2
Y el Altísimo los vendió en mano de Jabín rey de Canaán, el cual reinó en Asor: y el capitán de su ejército se llamaba Sísara, y él habitaba en Haroseth de las Gentes.
4:3
Y los hijos de Israel clamaron á el Altísimo, porque aquél tenía nuevecientos carros herrados: y había afligido en gran manera á los hijos de Israel por veinte años.
4:4
Y gobernaba en aquel tiempo á Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidoth:
4:5
La cual Débora habitaba debajo de una palma entre Rama y Beth-el, en el monte de Ephraim: y los hijos de Israel subían á ella á juicio.
4:6
Y ella envió á llamar á Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Nephtalí, y díjole: ¿No te ha mandado el Altísimo Dios de Israel, diciendo: Ve, y haz gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de los hijos de Nephtalí, y de los hijos de Zabulón:
4:7
Y yo atraeré á ti al arroyo de Cisón á Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y entregarélo en tus manos?
4:8
Y Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré: pero si no fueres conmigo, no iré.
4:9
Y ella dijo: Iré contigo; mas no será tu honra en el camino que vas; porque en mano de mujer venderá el Altísimo á Sísara. Y levantándose Débora fué con Barac á Cedes.
4:10
Y juntó Barac á Zabulón y á Nephtalí en Cedes, y subió con diez mil hombres á su mando, y Débora subió con él.
4:11
Y Heber Cineo, de los hijos de Hobab suegro de Moisés, se había apartado de los Cineos, y puesto su tienda hasta el valle de Zaananim, que está junto á Cedes.
4:12
Vinieron pues las nuevas á Sísara como Barac hijo de Abinoam había subido al monte de Tabor.
4:13
Y reunió Sísara todos sus carros, nuevecientos carros herrados, con todo el pueblo que con él estaba, desde Haroseth de las Gentes hasta el arroyo de Cisón.
4:14
Entonces Débora dijo á Barac: Levántate; porque este es el día en que el Altísimo ha entregado á Sísara en tus manos: ¿No ha salido el Altísimo delante de ti? Y Barac descendió del monte de Tabor, y diez mil hombres en pos de él.
4:15
Y el Altísimo desbarató á Sísara, y á todos sus carros y á todo su ejército, á filo de espada delante de Barac: y Sísara descendió del carro, y huyó á pie.
4:16
Mas Barac siguió los carros y el ejército hasta Haroseth de las Gentes, y todo el ejército de Sísara cayó á filo de espada hasta no quedar ni uno.
4:17
Y Sísara se acogió á pie á la tienda de Jael mujer de Heber Cineo; porque había paz entre Jabín rey de Asor y la casa de Heber Cineo.
4:18
Y saliendo Jael á recibir á Sísara, díjole: Ven, señor mío, ven á mi, no tengas temor. Y él vino á ella á la tienda, y ella le cubrió con una manta.
4:19
Y él le dijo: Ruégote me des á beber una poca de agua, que tengo sed. Y ella abrió un odre de leche y dióle de beber, y tornóle á cubrir.
4:20
Y él le dijo: Estáte á la puerta de la tienda, y si alguien viniere, y te preguntare, diciendo: ¿Hay aquí alguno? Tú responderás que no.
4:21
Y Jael, mujer de Heber, tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, vino á él calladamente, y metióle la estaca por las sienes, y enclavólo en la tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado; y así murió.
4:22
Y siguiendo Barac á Sísara, Jael salió á recibirlo, y díjole: Ven, y te mostraré al varón que tú buscas. Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca por la sien.
4:23
Así abatió Dios aquel día á Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel.
4:24
Y la mano de los hijos de Israel comenzó á crecer y á fortificarse contra Jabín rey de Canaán, hasta que lo destruyeron.
Jdg 4:1 Cuando murió Ehúd los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh,
Jdg 4:2 y Yahveh los dejó a merced de Yabín, rey de Canaán, que reinaba en Jasor. El jefe de su ejército era Sísara, que habitaba en Jaróset Haggoyim.
Jdg 4:3 Entonces los israelitas clamaron a Yahveh. Porque Yabín tenía novecientos carros de hierro y había oprimido duramente a los israelitas durante veinte años.
Jdg 4:4 En aquel tiempo, Débora, una profetisa, mujer de Lappidot, era juez en Israel.
Jdg 4:5 Se sentaba bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la montaña de Efraím; y los israelitas subían donde ella en busca de justicia.
Jdg 4:6 Esta mandó llamar a Baraq, hijo de Abinoam, de Quédes de Neftalí, y le dijo: «¿Acaso no te ordena esto Yahveh, Dios de Israel: "Vete, y en el monte Tabor recluta y toma contigo 10.000 hombres de los hijos de Neftalí y de los hijos de Zabulón.
Jdg 4:7 Yo atraeré hacia ti al torrente Quison a Sísara, jefe del ejército de Yabín, con sus carros y sus tropas, y los pondré en tus manos"?»
Jdg 4:8 Baraq le respondió: «Si vienes tú conmigo, voy. Pero si no vienes conmigo, no voy, porque no sé en qué día me dará la victoria el Ángel de Yahveh.»
Jdg 4:9 «Iré contigo - dijo ella - sólo que entonces no será tuya la gloria del camino que emprendes, porque Yahveh entregará a Sísara en manos de una mujer.» Débora se levantó y marchó con Baraq a Quédes.
Jdg 4:10 Y Baraq convocó en Quédes a Zabulón y Neftalí. Subieron tras él 10.000 hombres y Débora subió con el.
Jdg 4:11 Jéber el quenita, se había separado de la tribu de Caín y del clan de los hijos de Jobab, el suegro de Moisés; había plantado su tienda cerca de la Encina de Saanannim, cerca de Quédes.
Jdg 4:12 Le comunicaron a Sísara que Baraq, hijo de Abinoam, había subido al monte Tabor.
Jdg 4:13 Reunió Sísara todos sus carros, y todas las tropas que tenía y las llevó de Jaróset Haggoyim al Torrente de Quisón.
Jdg 4:14 Débora dijo a Baraq: «Levántate, porque este es el día en que Yahveh ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No es cierto que Yahveh marcha delante de ti?» Baraq bajó del monte Tabor seguido de los 10.000 hombres.
Jdg 4:15 Yahveh sembró el pánico en Sísara, en todos sus carros y en todo su ejército ante Baraq. Sísara bajó de su carro y huyó a pie.
Jdg 4:16 Baraq persiguió a los carros y al ejército hasta Jaróset Haggoyim. Todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada: no quedó ni uno.
Jdg 4:17 Pero Sísara huyó a pie hacia la tienda de Yael, mujer de Jéber el quenita, porque reinaba la paz entre Yabín, rey de Jasor, y la casa de Jéber el quenita.
Jdg 4:18 Yael salió al encuentro de Sísara y le dijo: «Entra, señor mío, entra en mi casa. No temas.» Y entró en su tienda y ella lo tapó con un cobertor.
Jdg 4:19 El le dijo: «Por favor, dame de beber un poco de agua, porque tengo sed.» Ella abrió el odre de la leche, le dio de beber y lo volvió a tapar.
Jdg 4:20 El le dijo; «Estáte a la entrada de la tienda y si alguno viene, te pregunta y te dice: "¿Hay alguien aquí?, respóndele que no.»
Jdg 4:21 Pero Yael, mujer de Jéber, cogió una clavija de la tienda, tomó el martillo en su mano, se le acercó callando y le hincó la clavija en la sien hasta clavarla en tierra. El estaba profundamente dormido, agotado de cansancio; y murió.
Jdg 4:22 Cuando llegó Baraq persiguiendo a Sísara, Yael salió a su encuentro y le dijo: «Ven, que te voy a mostrar al hombre que buscas.» Entró donde ella, y Sísara yacía muerto con la clavija en la sien.
Jdg 4:23 Así humilló Dios aquel día a Yabín, rey de Canaán, ante los israelitas.
Jdg 4:24 La mano de los israelitas fue haciéndose cada vez más pesada sobre Yabín, rey de Canaán, hasta que acabaron con Yabín, rey de Canaán.


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Capítulo 5

5:1
Y AQUEL día cantó Débora, con Barac, hijo de Abinoam, diciendo:
5:2
Porque ha vengado las injurias de Israel, Porque el pueblo se ha ofrecido de su voluntad, Load á el Altísimo.
5:3
Oid, reyes; estad, oh príncipes, atentos: Yo cantaré á el Altísimo, Cantaré salmos á el Altísimo Dios de Israel.
5:4
Cuando saliste de Seir, oh el Altísimo, Cuando te apartaste del campo de Edom, La tierra tembló, y los cielos destilaron, Y las nubes gotearon aguas.
5:5
Los montes se derritieron delante de el Altísimo, Aqueste Sinaí, delante de el Altísimo Dios de Israel.
5:6
En los días de Samgar hijo de Anath, En los días de Jael, cesaron los caminos, Y los que andaban por las sendas apartábanse por torcidos senderos.
5:7
Las aldeas habían cesado en Israel, habían decaído; Hasta que yo Débora me levanté, Me levanté madre en Israel.
5:8
En escogiendo nuevos dioses, La guerra estaba á las puertas: ¿Se veía escudo ó lanza Entre cuarenta mil en Israel?
5:9
Mi corazón está por los príncipes de Israel, Los que con buena voluntad se ofrecieron entre el pueblo: Load á el Altísimo.
5:10
Vosotros los que cabalgáis en asnas blancas, Los que presidís en juicio, Y vosotros los que viajáis, hablad.
5:11
Lejos del ruido de los archeros, en los abrevaderos, Allí repetirán las justicias de el Altísimo, Las justicias de sus villas en Israel; Entonces bajará el pueblo de el Altísimo á las puertas.
5:12
Despierta, despierta, Débora; Despierta, despierta, profiere un cántico. Levántate, Barac, y lleva tus cautivos, hijo de Abinoam.
5:13
Entonces ha hecho que el que quedó del pueblo, señoree á los magníficos: el Altísimo me hizo enseñorear sobre los fuertes.
5:14
De Ephraim salió su raíz contra Amalec, Tras ti, Benjamín, contra tus pueblos; De Machîr descendieron príncipes, Y de Zabulón los que solían manejar punzón de escribiente.
5:15
Príncipes también de Issachâr fueron con Débora; Y como Issachâr, también Barac Se puso á pie en el valle. De las divisiones de Rubén Hubo grandes impresiones del corazón.
5:16
¿Por qué te quedaste entre las majadas, Para oir los balidos de los rebaños? De las divisiones de Rubén Grandes fueron las disquisiciones del corazón.
5:17
Galaad se quedó de la otra parte del Jordán: Y Dan ¿por qué se estuvo junto á los navíos? Mantúvose Aser á la ribera de la mar, Y quedóse en sus puertos.
5:18
El pueblo de Zabulón expuso su vida á la muerte, Y Nephtalí en las alturas del campo.
5:19
Vinieron reyes y pelearon: Entonces pelearon los reyes de Canaán En Taanac, junto á las aguas de Megiddo, Mas no llevaron ganancia alguna de dinero.
5:20
De los cielos pelearon: Las estrellas desde sus órbitas pelearon contra Sísara.
5:21
Barriólos el torrente de Cisón, El antiguo torrente, el torrente de Cisón. Hollaste, oh alma mía, con fortaleza.
5:22
Despalmáronse entonces las uñas de los caballos Por las arremetidas, por los brincos de sus valientes.
5:23
Maldecid á Meroz, dijo el ángel de el Altísimo: Maldecid severamente á sus moradores, Porque no vinieron en socorro a el Altísimo, En socorro á el Altísimo contra los fuertes.
5:24
Bendita sea entre las mujeres Jael, Mujer de Heber Cineo; Sobre las mujeres bendita sea en la tienda.
5:25
El pidió agua, y dióle ella leche; En tazón de nobles le presentó manteca.
5:26
Su mano tendió á la estaca, Y su diestra al mazo de trabajadores; Y majó á Sísara, hirió su cabeza, Llagó y atravesó sus sienes.
5:27
Cayó encorvado entre sus pies, quedó tendido: Entre sus pies cayó encorvado; Donde se encorvó, allí cayó muerto.
5:28
La madre de Sísara se asoma á la ventana, Y por entre las celosías á voces dice: ¿Por qué se detiene su carro, que no viene? ¿Por qué las ruedas de sus carros se tardan?
5:29
Las más avisadas de sus damas le respondían; Y aun ella se respondía á sí misma.
5:30
¿No han hallado despojos, y los están repartiendo? A cada uno una moza, ó dos: Los despojos de colores para Sísara, Los despojos bordados de colores: La ropa de color bordada de ambos lados, para los cuellos de los que han tomado los despojos.
5:31
Así perezcan todos tus enemigos, oh el Altísimo: Mas los que le aman, sean como el sol cuando nace en su fuerza. Y la tierra reposó cuarenta años.

Jdg 5:1 Aquel día, Débora y Baraq, hijo de Abinoam, entonaron este cántico:
Jdg 5:2 Al soltarse en Israel la cabellera, cuando el pueblo se ofrece voluntario, ¡bendecid a Yahveh!
Jdg 5:3 ¡Escuchad, reyes! ¡Prestad oídos, príncipes! yo a Yahveh, yo voy a cantar. tocaré el salterio para Yahveh, Dios de Israel.
Jdg 5:4 Cuando saliste de Seír, Yahveh, cuando avanzaste por los campos de Edom, tembló la tierra, gotearon los cielos, las nubes en agua se fundieron.
Jdg 5:5 Los montes se licuaron delante de Yahveh, el del Sinaí, delante de Yahveh, el Dios de Israel.
Jdg 5:6 En los días de Samgar, hijo de Anat, en los días de Yael, no había caravanas; los que hollaban calzadas marchaban por senderos desviados,
Jdg 5:7 Vacíos en Israel quedaron los poblados, vacíos hasta tu despertar, oh Débora, hasta tu despertar, oh madre de Israel.
Jdg 5:8 Se elegían dioses nuevos; por entonces la guerra en las puertas; ni un escudo se ve ni una lanza para 40.000 en Israel!
Jdg 5:9 Mi corazón con los jefes de Israel, con los voluntarios del pueblo. ¡Bendecid a Yahveh!
Jdg 5:10 Los que cabalgáis en blancas asnas, los que os sentáis sobre tapices, los que vais por el camino, cantad,
Jdg 5:11 al clamor de los repartidores junto a los abrevaderos. Allí se cantan los favores de Yahveh, los favores a sus poblados de Israel. (Entonces el pueblo de Yahveh bajó a las puertas).
Jdg 5:12 Despierta, Débora, despierta! ¡Despierta, despierta, entona un cantar! ¡Animo! ¡Arriba, Baraq! ¡Apresa a los que te apresaron, hijo de Abinoam!
Jdg 5:13 Entonces Israel bajó a las puertas, el pueblo de Yahveh bajó por él, como un héroe.
Jdg 5:14 Los principales de Efraím en el valle. Detrás de ti Benjamín entre tu gente. De Makir han bajado capitanes, de Zabulón los que manejan cetro.
Jdg 5:15 Los jefes de Isacar están con Débora, y Neftalí, con Baraq, en la llanura, lanzado tras sus huellas. En los arroyos de Rubén, magnánimas decisiones.
Jdg 5:16 ¿Por qué te has quedado en los corrales, escuchando silbidos entre los rebaños? (En los arroyos de Rubén, magnánimas decisiones.)
Jdg 5:17 Allende el Jordán, Galaad se queda, y Dan, ¿por qué vive en naves extranjeras? Aser se ha quedado a orillas del mar, tranquilo en sus puertos mora.
Jdg 5:18 Zabulón es un pueblo que reta a la muerte, y Neftalí, en las alturas del país.
Jdg 5:19 Vinieron los reyes, combatieron, entonces combatieron los reyes de Canaán, en Tanak, en las aguas de Meguiddó, mas sin lograr botín de plata.
Jdg 5:20 Desde los cielos lucharon las estrellas, desde sus órbitas lucharon contra Sísara.
Jdg 5:21 El torrente Quisón barriólos, ¡el viejo torrente, el torrente Quisón! ¡Avanza, alma mía, con denuedo!
Jdg 5:22 Cascos de caballos sacuden el suelo: ¡galopan, galopan sus corceles!
Jdg 5:23 Maldecid a Meroz, dice el Ángel de Yahveh, maldecid, maldecid a sus moradores: pues no vinieron en ayuda de Yahveh, en ayuda de Yahveh como los héroes.
Jdg 5:24 ¡Bendita entre las mujeres Yael (la mujer de Jéber el quenita), entre las mujeres que habitan en tiendas, bendita sea!
Jdg 5:25 Pedía agua, le dio leche, en la copa de los nobles le sirvió nata.
Jdg 5:26 Tendió su mano a la clavija, la diestra al martillo de los carpinteros. Hirió a Sísara, le partió la cabeza, le golpeó y le partió la sien;
Jdg 5:27 a sus pies se desplomó, cayó, durmió, a sus pies se desplomó, cayó; donde se desplomó, allí cayó, deshecho.
Jdg 5:28 A la ventana se asoma y atisba la madre de Sísara, por las celosías: «¿Por qué tarda en llegar su carro? ¿por qué se retrasa el galopar de su carroza?
Jdg 5:29 La más discreta de sus princesas le responde; ella se lo repite a sí misma:
Jdg 5:30 ¡«Será que han cogido botín y lo reparten: una doncella, dos doncellas para cada guerrero; botín de paños de colores para Sísara, botín de paños de colores; un manto, dos mantos bordados para mi cuello!»
Jdg 5:31 ¡Así perezcan todos tus enemigos, oh Yahveh! ¡Y sean los que te aman como el salir del sol con todo su fulgor! Y el país quedó tranquilo cuarenta años.

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Capítulo 6

6:1
MAS los hijos de Israel hicieron lo malo en los ojos de el Altísimo; y el Altísimo los entregó en las manos de Madián por siete años.
6:2
Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los Madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fuertes.
6:3
Pues como los de Israel habían sembrado, subían los Madianitas, y Amalecitas, y los orientales: subían contra ellos;
6:4
Y asentando campo contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar á Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos.
6:5
Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langosta, que no había número en ellos ni en sus camellos: así venían á la tierra para devastarla.
6:6
Era pues Israel en gran manera empobrecido por los Madianitas; y los hijos de Israel clamaron á el Altísimo.
6:7
Y cuando los hijos de Israel hubieron clamado á el Altísimo, á causa de los Madianitas,
6:8
el Altísimo envió un varón profeta á los hijos de Israel, el cual les dijo: Así ha dicho el Altísimo Dios de Israel: Yo os hice salir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre:
6:9
Yo os libré de mano de los Egipcios, y de mano de todos los que os afligieron, á los cuales eché de delante de vosotros, y os dí su tierra;
6:10
Y díjeos: Yo soy el Altísimo vuestro Dios; no temáis á los dioses de los Amorrheos, en cuya tierra habitáis: mas no habéis obedecido á mi voz.
6:11
Y vino el ángel de el Altísimo, y sentóse debajo del alcornoque que está en Ophra, el cual era de Joas Abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para hacerlo esconder de los Madianitas.
6:12
Y el ángel de el Altísimo se le apareció, y díjole: el Altísimo es contigo, varón esforzado.
6:13
Y Gedeón le respondió: Ah, Señor mío, si el Altísimo es con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó el Altísimo de Egipto? Y ahora el Altísimo nos ha desamparado, y nos ha entregado en manos de los Madianitas.
6:14
Y mirándole el Altísimo, díjole: Ve con esta tu fortaleza, y salvarás á Israel de la mano de los Madianitas. ¿No te envío yo?
6:15
Entonces le respondió: Ah, Señor mío, ¿con qué tengo de salvar á Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.
6:16
Y el Altísimo le dijo: Porque yo seré contigo, y herirás á los Madianitas como á un solo hombre.
6:17
Y él respondió: Yo te ruego, que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo.
6:18
Ruégote que no te vayas de aquí, hasta que á ti vuelva, y saque mi presente, y lo ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas.
6:19
Y entrándose Gedeón aderezó un cabrito, y panes sin levadura de un epha de harina; y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sacándolo presentóselo debajo de aquel alcornoque.
6:20
Y el ángel de Dios le dijo: Toma la carne, y los panes sin levadura, y ponlo sobre esta peña, y vierte el caldo. Y él lo hizo así.
6:21
Y extendiendo el ángel de el Altísimo el bordón que tenía en su mano, tocó con la punta en la carne y en los panes sin levadura; y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Y el ángel de el Altísimo desapareció de delante de él.
6:22
Y viendo Gedeón que era el ángel de el Altísimo, dijo: Ah, Señor el Altísimo, que he visto el ángel de el Altísimo cara á cara.
6:23
Y el Altísimo le dijo: Paz á ti; no tengas temor, no morirás.
6:24
Y edificó allí Gedeón altar á el Altísimo, al que llamó el Altísimo-salom: está hasta hoy en Ophra de los Abiezeritas.
6:25
Y aconteció que la misma noche le dijo el Altísimo: Toma un toro del hato de tu padre, y otro toro de siete años, y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta también el bosque que está junto á él:
6:26
Y edifica altar á el Altísimo tu Dios en la cumbre de este peñasco en lugar conveniente; y tomando el segundo toro, sacrifícalo en holocausto sobre la leña del bosque que habrás cortado.
6:27
Entonces Gedeón tomó diez hombres de sus siervos, é hizo como el Altísimo le dijo. Mas temiendo hacerlo de día, por la familia de su padre y por los hombres de la ciudad, hízolo de noche.
6:28
Y á la mañana, cuando los de la ciudad se levantaron, he aquí que el altar de Baal estaba derribado, y cortado el bosque que junto á él estaba, y sacrificado aquel segundo toro en holocausto sobre el altar edificado.
6:29
Y decíanse unos á otros: ¿Quién ha hecho esto? Y buscando é inquiriendo, dijéronles: Gedeón hijo de Joas lo ha hecho. Entonces los hombres de la ciudad dijeron á Joas:
6:30
Saca fuera tu hijo para que muera, por cuanto ha derribado el altar de Baal y ha cortado el bosque que junto á él estaba.
6:31
Y Joas respondió á todos los que estaban junto á él: ¿Tomaréis vosotros la demanda por Baal? ¿le salvaréis vosotros? Cualquiera que tomare la demanda por él, que muera mañana. Si es Dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar.
6:32
Y aquel día llamó él á Gedeón Jerobaal; porque dijo: Pleitee Baal contra el que derribó su altar.
6:33
Y todos los Madianitas, y Amalecitas, y orientales, se juntaron á una, y pasando asentaron campo en el valle de Jezreel.
6:34
Y el espíritu de el Altísimo se envistió en Gedeón, y como éste hubo tocado el cuerno, Abiezer se juntó con él.
6:35
Y envió mensajeros por todo Manasés, el cual también se juntó con él: asimismo envió mensajeros á Aser, y á Zabulón, y á Nephtalí, los cuales salieron á encontrarles.
6:36
Y Gedeón dijo á Dios: Si has de salvar á Israel por mi mano, como has dicho,
6:37
He aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que has de salvar á Israel por mi mano, como lo has dicho.
6:38
Y aconteció así: porque como se levantó de mañana, exprimiendo el vellón sacó de él el rocío, un vaso lleno de agua.
6:39
Mas Gedeón dijo á Dios: No se encienda tu ira contra mí, si aun hablare esta vez: solamente probaré ahora otra vez con el vellón. Ruégote que la sequedad sea sólo en el vellón, y el rocío sobre la tierra.
6:40
Y aquella noche lo hizo Dios así: porque la sequedad fué sólo en el vellón, y en toda la tierra estuvo el rocío.


Jdg 6:1 Los israelitas hicieron lo que desagradaba a Yahveh y Yahveh los entregó durante siete años en manos de Madián,
Jdg 6:2 y la mano de Madián pesó sobre Israel. Para escapar de Madián, los israelitas se valieron de las hendiduras de las montañas, de las cuevas y las cumbres escarpadas.
Jdg 6:3 Cuando sembraba Israel, venía Madián, con Amalec y los hijos de Oriente: subían contra Israel,
Jdg 6:4 acampaban en sus tierras y devastaban los productos de la tierra hasta la entrada de Gaza. No dejaban víveres en Israel: ni ovejas, ni bueyes, ni asnos,
Jdg 6:5 porque subían numerosos como langostas, con sus ganados y sus tiendas. Ellos y sus camellos eran innumerables e invadían el país para saquearlo.
Jdg 6:6 Así Madián redujo a Israel a una gran miseria y los israelitas clamaron a Yahveh.
Jdg 6:7 Cuando los israelitas clamaron a Yahveh por causa de Madián,
Jdg 6:8 Yahveh envió a los israelitas un profeta que les dijo: «Así habla Yahveh, Dios de Israel: Yo os hice subir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre.
Jdg 6:9 Os libré de la mano de los egipcios y de todos los que os oprimían. Los arrojé de delante de vosotros, os di su tierra,
Jdg 6:10 y os dije: "Yo soy Yahveh, vuestro Dios. No veneréis a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis." Pero no habéis escuchado mi voz.»
Jdg 6:11 Vino el Ángel de Yahveh y se sentó bajo el terebinto de Ofrá, que pertenecía a Joás de Abiézer. Su hijo Gedeón majaba trigo en el lagar para ocultárselo a Madián,
Jdg 6:12 cuando el Ángel de Yahveh se le apareció y le dijo: «Yahveh contigo, valiente guerrero.»
Jdg 6:13 Contestó Gedeón: «Perdón, señor mío. Si Yahveh está con nosotros ¿por qué nos ocurre todo esto? ¿Dónde están todos esos prodigios que nos cuentan nuestros padres cuando dicen: "¿No nos hizo subir Yahveh de Egipto?" Pero ahora Yahveh nos ha abandonado, nos ha entregado en manos de Madián...»
Jdg 6:14 Entonces Yahveh se volvió hacia él y dijo: «Vete con esa fuerza que tienes y salvarás a Israel de la mano de Madián. ¿No soy yo el que te envía?»
Jdg 6:15 Le respondió Gedeón: «Perdón, señor mío, ¿cómo voy a salvar yo a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés y yo el último en la casa de mi padre.»
Jdg 6:16 Yahveh le respondió: «Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como si fuera un hombre solo.»
Jdg 6:17 Gedeón le dijo: «Si he hallado gracia a tus ojos dame una señal de que eres tú el que me hablas.
Jdg 6:18 No te marches de aquí, por favor, hasta que vuelva donde ti. Te traeré mi ofrenda y la pondré delante de ti». El respondió: «Me quedaré hasta que vuelvas.»
Jdg 6:19 Gedeón se fue, preparó un cabrito y con una medida de harina hizo unas tortas ázimas; puso la carne en un canastillo y el caldo en una olla, y lo llevó bajo el terebinto. Cuando se acercaba,
Jdg 6:20 le dijo el Ángel de Yahveh: «Toma la carne y las tortas ázimas, ponlas sobre esa roca y vierte el caldo.» Gedeón lo hizo así.
Jdg 6:21 Entonces el Ángel de Yahveh extendió la punta del bastón que tenía en la mano y tocó la carne y las tortas ázimas. Salió fuego de la roca, consumió la carne y las tortas ázimas, y el Ángel de Yahveh desapareció de su vista.
Jdg 6:22 Entonces Gedeón se dio cuenta de que era el Ángel de Yahveh y dijo: «¡Ay, mi señor Yahveh! ¡Pues he visto al Ángel de Yahveh cara a cara!»
Jdg 6:23 Yahveh le respondió: «La paz sea contigo. No temas, no morirás.»
Jdg 6:24 Gedeón levantó en aquel lugar un altar a Yahveh y lo llamó Yahveh-Paz. Todavía hoy está en Ofrá de Abiezer.
Jdg 6:25 Sucedió que aquella misma noche Yahveh dijo a Gedeón: «Toma el toro de tu padre, el toro de siete años; vas a derribar el altar de Baal propiedad de tu padre y cortar el cipo que está junto a él.
Jdg 6:26 Luego construirás a Yahveh tu Dios, en la cima de esa altura escarpada, un altar bien preparado. Tomarás el toro y lo quemarás en holocausto, con la leña del cipo que habrás cortado.»
Jdg 6:27 Gedeón tomó entonces diez hombres de entre sus criados e hizo como Yahveh le había ordenado. Pero, como temía a su familia y a la gente de la ciudad, en lugar de hacerlo de día, lo hizo de noche.
Jdg 6:28 A la mañana siguiente se levantó la gente de la ciudad; el altar de Baal estaba derruido, el cipo que se alzaba junto a él, cortado; y el toro había sido ofrecido en holocausto sobre el altar recién construido.
Jdg 6:29 Entonces se dijeron unos a otros: «¿Quién habrá hecho esto?» Tras indagar y buscar dijeron: «Es Gedeón, hijo de Joás, el que lo ha hecho.»
Jdg 6:30 La gente de la ciudad dijo entonces a Joás: «Haz salir a tu hijo, y que muera, pues ha derruido el altar de Baal y cortado el cipo que se alzaba a su lado.»
Jdg 6:31 Joás respondió a todos los que tenía delante: «¿Es que vosotros vais a salir en defensa de Baal? ¿Vosotros le vais a salvar? (El que defiende a Baal, tiene que morir antes del amanecer.) Si es dios, que pleitee con él, ya que le destruyó su altar.»
Jdg 6:32 Aquel día se llamó a Gedeón Yerubbaal, porque decían: «¡Que Baal pleitee con él, pues le destruyó su altar!».
Jdg 6:33 Todo Madián, Amalec y los hijos de Oriente se juntaron, pasaron el Jordán, y acamparon en la llanura de Yizreel.
Jdg 6:34 El espíritu de Yahveh revistió a Gedeón; él tocó el cuerno y Abiezer se reunió a él.
Jdg 6:35 Envió mensajeros por todo Manasés, que se reunió también con él; y envió mensajeros por Aser, Zabulón y Neftalí, que le salieron al encuentro.
Jdg 6:36 Gedeón dijo a Dios: «Si verdaderamente vas a salvar por mi mano a Israel, como has dicho,
Jdg 6:37 yo voy a tender un vellón sobre la era; si hay rocío solamente sobre el vellón y todo el suelo queda seco, sabré que tú salvarás a Israel por mi mano, como has prometido.»
Jdg 6:38 Así sucedió. Gedeón se levantó de madrugada, estrujó el vellón y exprimió su rocío, una copa llena de agua.
Jdg 6:39 Gedeón dijo a Dios: «No te irrites contra mí si me atrevo a hablar de nuevo. Por favor, quisiera hacer por última vez la prueba con el vellón: que quede seco sólo el vellón y que haya rocío por todo el suelo.»
Jdg 6:40 Y Dios lo hizo así aquella noche. Quedó seco solamente el vellón y por todo el suelo había rocío.

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Capítulo 7

7:1
LEVANTÁNDOSE pues de mañana Jerobaal, el cual es Gedeón, y todo el pueblo que estaba con él, asentaron el campo junto á la fuente de Harod: y tenía el campo de los Madianitas al norte, de la otra parte del collado de More, en el valle.
7:2
Y el Altísimo dijo á Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo dé á los Madianitas en su mano: porque no se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado.
7:3
Haz pues ahora pregonar, que lo oiga el pueblo, diciendo: El que teme y se estremece, madrugue y vuélvase desde el monte de Galaad. Y volviéronse de los del pueblo veintidós mil: y quedaron diez mil.
7:4
Y el Altísimo dijo á Gedeón: Aun es mucho el pueblo; llévalos á las aguas, y allí yo te los probaré; y del que yo te dijere: Vaya este contigo, vaya contigo: mas de cualquiera que yo te dijere: Este no vaya contigo, el tal no vaya.
7:5
Entonces llevó el pueblo á las aguas: y el Altísimo dijo á Gedeón: Cualquiera que lamiere las aguas con su lengua como lame el perro, aquél pondrás aparte; asimismo cualquiera que se doblare sobre sus rodillas para beber.
7:6
Y fué el número de los que lamieron las aguas, llegándola con la mano á la boca, trescientos hombres: y todo el resto del pueblo se dobló sobre sus rodillas para beber las aguas.
7:7
Entonces el Altísimo dijo á Gedeón: Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré, y entregaré á los Madianitas en tus manos: y váyase toda la gente cada uno á su lugar.
7:8
Y tomada provisión para el pueblo en sus manos, y sus bocinas, envió á todos los Israelitas cada uno á su tienda, y retuvo á aquellos trescientos hombres: y tenía el campo de Madián abajo en el valle.
7:9
Y aconteció que aquella noche el Altísimo le dijo: Levántate, y desciende al campo; porque yo lo he entregado en tus manos.
7:10
Y si tienes temor de descender, baja tú con Phara tu criado al campo,
7:11
Y oirás lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán, y descenderás al campo. Y él descendió con Phara su criado al principio de la gente de armas que estaba en el campo.
7:12
Y Madián, y Amalec, y todos los orientales, estaban tendidos en el valle como langostas en muchedumbre, y sus camellos eran innumerables, como la arena que está á la ribera de la mar en multitud.
7:13
Y luego que llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando á su compañero un sueño, diciendo: He aquí yo soñé un sueño: que veía un pan de cebada que rodaba hasta el campo de Madián, y llegaba á las tiendas, y las hería de tal manera que caían, y las trastornaba de arriba abajo, y las tiendas caían.
7:14
Y su compañero respondió, y dijo: Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joas, varón de Israel: Dios ha entregado en sus manos á los Madianitas con todo el campo.
7:15
Y como Gedeón oyó la historia del sueño y su interpretación, adoró; y vuelto al campo de Israel, dijo: Levantaos, que el Altísimo ha entregado el campo de Madián en vuestras manos.
7:16
Y repartiendo los trescientos hombres en tres escuadrones, dió á cada uno de ellos bocinas en sus manos, y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de los cántaros.
7:17
Y díjoles: Miradme á mí, y haced como yo hiciere; he aquí que cuando yo llegare al principio del campo, como yo hiciere, así haréis vosotros.
7:18
Yo tocaré la bocina y todos los que estarán conmigo; y vosotros tocaréis entonces las bocinas alrededor de todo el campo, y diréis: ¡Por el Altísimo y Gedeón!
7:19
Llegó pues Gedeón, y los cien hombres que llevaba consigo, al principio del campo, á la entrada de la vela del medio, cuando acababan de renovar las centinelas; y tocaron las bocinas, y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos:
7:20
Y los tres escuadrones tocaron las bocinas, y quebrando los cántaros tomaron en las manos izquierdas las teas, y en las derechas los cuernos con que tañian, y dieron grita: ¡La espada de el Altísimo y de Gedeón!
7:21
Y estuviéronse en sus lugares en derredor del campo: y todo el campo fué alborotado, y huyeron gritando.
7:22
Mas los trescientos tocaban las bocinas: y el Altísimo puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campo. Y el ejército huyó hasta Beth-sitta, hacia Cerera, y hasta el término de Abel-mehola en Tabbat.
7:23
Y juntándose los de Israel, de Nephtalí, y de Aser, y de todo Manasés, siguieron á los Madianitas.
7:24
Gedeón también envió mensajeros á todo el monte de Ephraim, diciendo: Descended al encuentro de los Madianitas, y tomadles las aguas hasta Beth-bara y el Jordán. Y juntos todos los hombres de Ephraim, tomaron las aguas de Beth-bara y el Jordán.
7:25
Y tomaron dos príncipes de los Madianitas, Oreb y Zeeb: y mataron á Oreb en la peña de Oreb, y á Zeeb lo mataron en el lagar de Zeeb: y después que siguieron á los Madianitas, trajeron las cabezas de Oreb y de Zeeb á Gedeón de la otra parte del Jordán.
Jdg 7:1 Madrugó Yerubbaal (o sea Gedeón), así como todo el pueblo que estaba con él, y acampó junto a En Jarod; el campamento de Madián quedaba al norte del suyo, al pie de la colina de Moré, en el valle.
Jdg 7:2 Yahveh dijo a Gedeón: «Demasiado numeroso es el pueblo que te acompaña para que ponga yo a Madián en sus manos; no se vaya a enorgullecer Israel de ello a mi costa diciendo: "¡Mi propia mano me ha salvado!"
Jdg 7:3 Ahora pues, pregona esto a oídos del pueblo: "El que tenga miedo y tiemble, que se vuelva y mire desde el monte Gelboé". 22.000 hombres de la tropa se volvieron y quedaron 10.000.
Jdg 7:4 Yahveh dijo a Gedeón: «Hay todavía demasiada gente; hazles bajar al agua y allí te los pondré a prueba. Aquel de quien te diga: "Que vaya contigo", ése irá contigo. Y aquel de quien te diga: "Que no vaya contigo", no ha de ir.»
Jdg 7:5 Gedeón hizo bajar la gente al agua y Yahveh le dijo: «A todos los que lamieren el agua con la lengua como lame un perro, los pondrás a un lado y a todos los que se arrodillen para beber, los pondrás al otro.»
Jdg 7:6 El número de los que lamieron el agua con las manos a la boca resultó ser de trescientos. Todo el resto del pueblo se había arrodillado para beber.
Jdg 7:7 Entonces Yahveh dijo a Gedeón: «Con los trescientos hombres que han lamido el agua os salvaré, y entregaré a Madián en tus manos. Que todos los demás vuelvan cada uno a su casa.»
Jdg 7:8 Tomaron en sus manos las provisiones del pueblo y sus cuernos, y mandó a todos los israelitas cada uno a su tienda, quedándose sólo con los trescientos hombres. El campamento de Madián estaba debajo del suyo en el valle.
Jdg 7:9 Aquella noche le dijo Yahveh: «Levántate y baja al campamento, porque lo he puesto en tus manos.
Jdg 7:10 No obstante, si temes bajar, baja al campamento con tu criado Purá,
Jdg 7:11 y escucha lo que dicen. Se fortalecerá tu mano con ello y luego bajarás a atacar al campamento. Bajó, pues, con su criado Purá hasta la extremidad de las avanzadillas del campamento.
Jdg 7:12 Madián, Amalec y todos los hijos de Oriente habían caído sobre el valle, numerosos como langostas, y sus camellos eran innumerables como la arena de la orilla del mar.
Jdg 7:13 Se acercó Gedeón y he aquí que un hombre contaba un sueño a su vecino; decía: «He tenido un sueño: una hogaza de pan de cebada rodaba por el campamento de Madián, llegó hasta la tienda, chocó contra ella y la volcó lo de arriba abajo.»
Jdg 7:14 Su vecino le respondió: «Esto no puede significar más que la espada de Gedeón, hijo de Joás, el israelita. Dios ha entregado en sus manos a Madián y a todo el campamento.»
Jdg 7:15 Cuando Gedeón oyó la narración del sueño y su explicación, se postró, volvió al campamento de Israel y dijo: « ¡Levantaos! porque Yahveh ha puesto en vuestras manos el campamento de Madián.»
Jdg 7:16 Gedeón dividió a los trescientos hombres en tres cuerpos. Les dio a todos cuernos y cántaros vacíos, con antorchas dentro de los cántaros.
Jdg 7:17 Les dijo: «Miradme a mí y haced lo mismo. Cuando llegue yo al extremo del campamento, lo que yo haga lo haréis vosotros.
Jdg 7:18 Yo y todos mis compañeros tocaremos los cuernos; vosotros también tocaréis los cuernos alrededor del campamento y gritaréis: ¡Por Yahveh y por Gedeón!»
Jdg 7:19 Gedeón y los cien hombres que le acompañaban llegaron al extremo del campamento al comienzo de la guardia de la medianoche, cuando acababan de hacer el relevo de los centinelas; tocaron los cuernos y rompieron los cántaros que llevaban en la mano.
Jdg 7:20 Entonces los tres cuerpos del ejército tocaron los cuernos, y rompieron los cántaros; en la izquierda tenían las antorchas y en la derecha los cuernos para tocarlos; gritaban: «Espada por Yahveh y por Gedeón!»
Jdg 7:21 Y se quedaron quietos cada uno en su lugar alrededor del campamento. Todo el campamento se despertó y, lanzando alaridos, se dieron a la fuga.
Jdg 7:22 Mientras los trescientos tocaban los cuernos, Yahveh volvió la espada de cada uno contra su compañero por todo el campamento. La tropa huyó hasta Bet Hassittá, hacia Sartán, hasta la orilla de Abel Mejolá frente a Tabbat.
Jdg 7:23 Los hombres de Israel se reunieron, de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, y persiguieron a Madián.
Jdg 7:24 Gedeón envió mensajeros por toda la montaña de Efraím diciendo: «Bajad al encuentro de Madián y cortadles los vados hasta Bet Bará y el Jordán.» Se reunieron todos los hombres de Efraím y ocuparon los vados hasta Bet Bará y el Jordán.
Jdg 7:25 Hicieron prisioneros a los dos jefes de Madián, Oreb y Zeeb; mataron a Oreb en la Peña de Oreb y a Zeeb en el Lagar de Zeeb. Persiguieron a Madián y llevaron a Gedeón, al otro lado del Jordán, las cabezas de Oreb y Zeeb.


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Capítulo 8

8:1
Y LOS de Ephraim le dijeron: ¿Qué es esto que has hecho con nosotros, no llamándonos cuando ibas á la guerra contra Madián? Y reconviniéronlo fuertemente.
8:2
A los cuales él respondió: ¿Qué he hecho yo ahora como vosotros? ¿No es el rebusco de Ephraim mejor que la vendimia de Abiezer?
8:3
Dios ha entregado en vuestras manos á Oreb y á Zeeb, príncipes de Madián: ¿y qué pude yo hacer como vosotros? Entonces el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra.
8:4
Y vino Gedeón al Jordán para pasar, él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados del alcance.
8:5
Y dijo á los de Succoth: Yo os ruego que deis á la gente que me sigue algunos bocados de pan; porque están cansados, y yo persigo á Zeba y á Zalmunna, reyes de Madián.
8:6
Y los principales de Succoth respondieron: ¿Está ya la mano de Zeba y Zalmunna en tu mano, para que hayamos nosotros de dar pan á tu ejército?
8:7
Y Gedeón dijo: Pues cuando el Altísimo hubiere entregado en mi mano á Zeba y á Zalmunna, yo trillaré vuestra carne con espinas y abrojos del desierto.
8:8
Y de allí subió á Penuel, y hablóles las mismas palabras. Y los de Penuel le respondieron como habían respondido los de Succoth.
8:9
Y él habló también á los de Penuel, diciendo: Cuando yo tornare en paz, derribaré esta torre.
8:10
Y Zeba y Zalmunna estaban en Carcor, y con ellos su ejército de como quince mil hombres, todos los que habían quedado de todo el campo de los orientales: y los muertos habían sido ciento veinte mil hombres que sacaban espada.
8:11
Y subiendo Gedeón hacia los que habitaban en tiendas, á la parte oriental de Noba y de Jogbea, hirió el campo, porque estaba el ejército sin recelo.
8:12
Y huyendo Zeba y Zalmunna, él los siguió; y tomados los dos reyes de Madián, Zeba y Zalmunna, espantó á todo el ejército.
8:13
Y Gedeón hijo de Joas volvió de la batalla antes que el sol subiese;
8:14
Y tomó un mozo de los de Succoth, y preguntándole, él le dió por escrito los principales de Succoth y sus ancianos, setenta y siete varones.
8:15
Y entrando á los de Succoth, dijo: He aquí á Zeba y á Zalmunna, sobre los cuales me zaheristeis, diciendo: ¿Está ya la mano de Zeba y de Zalmunna en tu mano, para que demos nosotros pan á tus hombres cansados?
8:16
Y tomó á los ancianos de la ciudad, y espinas y abrojos del desierto, y castigó con ellos á los de Succoth.
8:17
Asimismo derribó la torre de Penuel, y mató á los de la ciudad.
8:18
Luego dijo á Zeba y á Zalmunna: ¿Qué manera de hombres tenían aquellos que matasteis en Tabor? Y ellos respondieron: Como tú, tales eran aquellos ni más ni menos, que parecían hijos de rey.
8:19
Y él dijo: Mis hermanos eran, hijos de mi madre: ¡Vive el Altísimo, que si los hubierais guardado en vida, yo no os mataría!
8:20
Y dijo á Jether su primogénito: Levántate, y mátalos. Mas el joven no desenvainó su espada, porque tenía temor; que aun era muchacho.
8:21
Entonces dijo Zeba y Zalmunna: Levántate tú, y mátanos; porque como es el varón, tal es su valentía. Y Gedeón se levantó, y mató á Zeba y á Zalmunna; y tomó los adornos de lunetas que sus camellos traían al cuello.
8:22
Y los Israelitas dijeron á Gedeón: Sé nuestro señor, tú, y tu hijo, y tu nieto; pues que nos has librado de mano de Madián.
8:23
Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros, ni mi hijo os señoreará: el Altísimo será vuestro Señor.
8:24
Y díjoles Gedeón: Deseo haceros una petición, que cada uno me dé los zarcillos de su despojo. (Porque traían zarcillos de oro, que eran Ismaelitas.)
8:25
Y ellos respondieron: De buena gana los daremos. Y tendiendo una ropa de vestir, echó allí cada uno los zarcillos de su despojo.
8:26
Y fué el peso de los zarcillos de oro que él pidió, mil y setecientos siclos de oro; sin las planchas, y joyeles, y vestidos de púrpura, que traían los reyes de Madián, y sin los collares que traían sus camellos al cuello.
8:27
Y Gedeón hizo de ellos un ephod, el cual hizo guardar en su ciudad de Ophra: y todo Israel fornicó tras de ese ephod en aquel lugar; y fué por tropiezo á Gedeón y á su casa.
8:28
Así fué humillado Madián delante de los hijos de Israel, y nunca más levantaron su cabeza. Y reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón.
8:29
Y Jerobaal hijo de Joas fué, y habitó en su casa.
8:30
Y tuvo Gedeón setenta hijos que salieron de su muslo, porque tuvo muchas mujeres.
8:31
Y su concubina que estaba en Sichêm, también le parió un hijo; y púsole por nombre Abimelech.
8:32
Y murió Gedeón hijo de Joas en buena vejez, y fué sepultado en el sepulcro de su padre Joas, en Ophra de los Abiezeritas.
8:33
Y aconteció que como murió Gedeón, los hijos de Israel tornaron, y fornicaron en pos de los Baales, y se pusieron por Dios á Baal-berith.
8:34
Y no se acordaron los hijos de Israel de el Altísimo su Dios, que los había librado de todos sus enemigos alrededor:
8:35
Ni hicieron misericordia con la casa de Jerobaal Gedeón conforme á todo el bien que él había hecho á Israel.
Jdg 8:1 La gente de Efraím dijo a Gedeón: «¿Por qué has hecho esto con nosotros, no convocándonos cuando has ido a combatir a Madián?» Y discutieron con él violentamente.
Jdg 8:2 El les respondió: «¿Qué he hecho yo en comparación de lo que habéis hecho vosotros? ¿No vale más el rebusco de Efraím que la vendimia de Abiézer?
Jdg 8:3 Dios ha entregado a los jefes de Madián en vuestras manos, a Oreb y a Zeeb. ¿Qué he podido hacer yo en comparación con vosotros?» Con estas palabras que les dijo, se calmó su animosidad contra él.
Jdg 8:4 Gedeón llegó al Jordán y lo pasó; pero él y los trescientos hombres que tenía consigo estaban agotados por la persecución.
Jdg 8:5 Dijo, pues, a la gente de Sukkot: «Dad, por favor, tortas de pan a la tropa que me sigue, porque está agotada, y voy persiguiendo a Zébaj y a Salmunná, reyes de Madián.
Jdg 8:6 Pero los jefes de Sukkot respondieron: «¿Acaso has sujetado ya las manos de Zébaj y Salmunná para que demos pan a tu ejército?»
Jdg 8:7 Gedeón les respondió: «Bien; cuando Yahveh haya entregado en mis manos a Zébaj y a Salmunná, os desgarraré las carnes con espinas del desierto y con cardos.»
Jdg 8:8 De allí subió a Penuel y les habló de igual manera. Pero la gente de Penuel le respondió como lo había hecho la gente de Sukkot.
Jdg 8:9 El respondió a los de Penuel: «Cuando vuelva vencedor, derribaré esa torre.»
Jdg 8:10 Zébaj y Salmunná estaban en Carcor con su ejército, unos 15.000 hombres, todos los que habían quedado del ejército de los hijos de Oriente. Los que habían caído eran 120.000 guerreros.
Jdg 8:11 Gedeón subió por el camino de los que habitan en tiendas, al este de Nóbaj y de Yogbohá, y derrotó al ejército, cuando se creían ya seguros.
Jdg 8:12 Zébaj y Salmunná huyeron. El los persiguió e hizo prisioneros a los dos reyes de Madián, Zébaj y Salmunná. Y destruyó todo el ejército.
Jdg 8:13 Después de la batalla, Gedeón, hijo de Joás, volvió por la pendiente de Jares.
Jdg 8:14 Habiendo detenido a un joven de la gente de Sukkot, le interrogó, y él le dio por escrito los jefes de Sukkot y los ancianos: 77 hombres.
Jdg 8:15 Gedeón se dirigió entonces a la gente de Sukkot y dijo: «Aquí tenéis a Zébaj y Salmunná, a propósito de los cuales me injuriasteis diciendo: ¿Acaso has sujetado ya las manos de Zébaj y Salmunná para que demos pan a tus tropas agotadas?»
Jdg 8:16 Tomó entonces a los ancianos de la ciudad y cogiendo espinas del desierto y cardos, desgarró a los hombres de Sukkot.
Jdg 8:17 Derribó la torre de Penuel y mató a los habitantes de la ciudad.
Jdg 8:18 Luego dijo a Zébaj y Salmunná: «¿Cómo eran los hombres que matasteis en el Tabor?» Ellos respondieron: «Se parecían a ti; cualquiera de ellos tenía la apariencia de un hijo de rey.»
Jdg 8:19 Respondió Gedeón: «Eran mis hermanos, hijos de mi madre. ¡Vive Yahveh que, si los hubieseis dejado vivos, no os mataría!»
Jdg 8:20 Y dijo a Yéter, su hijo mayor: «¡Levántate! ¡Mátalos!» Pero el muchacho no desenvainó la espada; no se atrevía, porque era todavía muy joven.
Jdg 8:21 Zébaj y Salmunná dijeron entonces: «Levántate tú, hiérenos, porque según es el hombre es su valentía.» Gedeón se levantó, mató a Zébaj y a Salmunná y tomó las lunetas que sus camellos llevaban al cuello.
Jdg 8:22 Los hombres de Israel dijeron a Gedeón: «Reina sobre nosotros tú, tu hijo y tu nieto, pues nos has salvado de la mano de Madián.»
Jdg 8:23 Pero Gedeón les respondió: «No seré yo el que reine sobre vosotros ni mi hijo; Yahveh será vuestro rey.»
Jdg 8:24 Y añadió Gedeón: «Os voy a pedir una cosa: que cada uno me dé un anillo de su botín.» Porque los vencidos tenían anillos de oro, pues eran ismaelitas.
Jdg 8:25 Respondieron ellos: «Te los damos con mucho gusto.» Extendió él su manto y ellos echaron en él cada uno un anillo de su botín.
Jdg 8:26 El peso de los anillos de oro que les había pedido, se elevó a 1.700 siclos de oro, sin contar las lunetas, los pendientes y los vestidos de púrpura que llevaban los reyes de Madián, ni tampoco los collares que pendían del cuello de sus camellos.
Jdg 8:27 Gedeón hizo con todo ello un efod, que colocó en su ciudad, en Ofrá. Y todo Israel se prostituyó allí tras él y vino a ser una trampa para Gedeón y su familia.
Jdg 8:28 Allí fue humillado Madián ante los israelitas, y no volvió a levantar cabeza. El país estuvo tranquilo cuarenta años, mientras vivió Gedeón.
Jdg 8:29 Se fue, pues, Yerubbaal, hijo de Joás, y se quedó en su casa.
Jdg 8:30 Gedeón tuvo setenta hijos, nacidos de él, pues tenía muchas mujeres.
Jdg 8:31 Y la concubina que tenía en Siquem, le dio a luz también un hijo, a quien puso por nombre Abimélek.
Jdg 8:32 Murió Gedeón, hijo de Joás, después de una dichosa vejez y fue enterrado en la tumba de su padre Joás, en Ofrá de Abiézer.
Jdg 8:33 Después de la muerte de Gedeón, los israelitas volvieron a prostituirse ante los Baales y tomaron por dios a Baal Berit.
Jdg 8:34 Los israelitas olvidaron a Yahveh su Dios, que los había librado de la mano de todos los enemigos de alrededor.
Jdg 8:35 No fueron agradecidos con la casa de Yerubbaal-Gedeón, por todo el bien que había hecho a Israel.


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Capítulo 9

9:1
Y FUÉSE Abimelech hijo de Jerobaal á Sichêm, á los hermanos de su madre, y habló con ellos, y con toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo:
9:2
Yo os ruego que habléis á oídos de todos los de Sichêm: ¿Qué tenéis por mejor, que os señoreen setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal; ó que os señoree un varón? Acordaos que yo soy hueso vuestro, y carne vuestra.
9:3
Y hablaron por él los hermanos de su madre á oídos de todos los de Sichêm todas estas palabras: y el corazón de ellos se inclinó en favor de Abimelech, porque decían: Nuestro hermano es.
9:4
Y diéronle setenta siclos de plata del templo de Baal-berith, con los cuales Abimelech alquiló hombres ociosos y vagabundos, que le siguieron.
9:5
Y viniendo á la casa de su padre en Ophra, mató á sus hermanos los hijos de Jerobaal, setenta varones, sobre una piedra: mas quedó Jotham, el más pequeño hijo de Jerobaal, que se escondió.
9:6
Y reunidos todos los de Sichêm con toda la casa de Millo, fueron y eligieron á Abimelech por rey, cerca de la llanura del pilar que estaba en Sichêm.
9:7
Y como se lo dijesen á Jotham, fué y púsose en la cumbre del monte de Gerizim, y alzando su voz clamó, y díjoles: Oidme, varones de Sichêm; que Dios os oiga.
9:8
Fueron los árboles á elegir rey sobre sí, y dijeron á la oliva: Reina sobre nosotros.
9:9
Mas la oliva respondió: ¿Tengo de dejar mi pingüe jugo, con el que por mi causa Dios y los hombres son honrados, por ir á ser grande sobre los árboles?
9:10
Y dijeron los árboles á la higuera: Anda tú, reina sobre nosotros.
9:11
Y respondió la higuera: ¿Tengo de dejar mi dulzura y mi buen fruto, por ir á ser grande sobre los árboles?
9:12
Dijeron luego los árboles á la vid: Pues ven tú, reina sobre nosotros.
9:13
Y la vid les respondió: ¿Tengo de dejar mi mosto, que alegra á Dios y á los hombres, por ir á ser grande sobre los árboles?
9:14
Dijeron entonces todos los árboles al escaramujo: Anda tú, reina sobre nosotros.
9:15
Y el escaramujo respondió á los árboles: Si en verdad me elegís por rey sobre vosotros, venid, y aseguraos debajo de mi sombra: y si no, fuego salga del escaramujo que devore los cedros del Líbano.
9:16
Ahora pues, si con verdad y con integridad habéis procedido en hacer rey á Abimelech, y si lo habéis hecho bien con Jerobaal y con su casa, y si le habéis pagado conforme á la obra de sus manos;
9:17
(Pues que mi padre peleó por vosotros, y echó lejos su vida por libraros de mano de Madián;
9:18
Y vosotros os levantasteis hoy contra la casa de mi padre, y matasteis sus hijos, setenta varones, sobre una piedra; y habéis puesto por rey sobre los de Sichêm á Abimelech, hijo de su criada, por cuanto es vuestro hermano:)
9:19
Si con verdad y con integridad habéis obrado hoy con Jerobaal y con su casa, que gocéis de Abimelech, y él goce de vosotros.
9:20
Y si no, fuego salga de Abimelech, que consuma á los de Sichêm y á la casa de Millo; y fuego salga de los de Sichêm y de la casa de Millo, que consuma á Abimelech.
9:21
Y huyó Jotham, y se fugó, y fuése á Beer, y allí se estuvo por causa de Abimelech su hermano.
9:22
Y después que Abimelech hubo dominado sobre Israel tres años,
9:23
Envió Dios un espíritu malo entre Abimelech y los hombres de Sichêm: que los de Sichêm se levantaron contra Abimelech:
9:24
Para que el agravio de los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, viniera á ponerse sobre Abimelech su hermano que los mató, y sobre los hombres de Sichêm que corroboraron las manos de él para matar á sus hermanos.
9:25
Y pusiéronle los de Sichêm asechadores en las cumbres de los montes, los cuales salteaban á todos los que pasaban junto á ellos por el camino; de lo que fué dado aviso á Abimelech.
9:26
Y Gaal hijo de Ebed vino con sus hermanos, y pasáronse á Sichêm: y los de Sichêm se confiaron en él.
9:27
Y saliendo al campo, vendimiaron sus viñas, y pisaron la uva, é hicieron alegrías; y entrando en el templo de sus dioses, comieron y bebieron, y maldijeron á Abimelech.
9:28
Y Gaal hijo de Ebed dijo: ¿Quién es Abimelech y qué es Sichêm, para que nosotros á él sirvamos? ¿no es hijo de Jerobaal? ¿y no es Zebul su asistente? Servid á los varones de Hemor padre de Sichêm: mas ¿por qué habíamos de servir á él?
9:29
Fuérame dado este pueblo bajo de mi mano, yo echaría luego á Abimelech. Y decía á Abimelech: Aumenta tus escuadrones, y sal.
9:30
Y Zebul asistente de la ciudad, oyendo las palabras de Gaal hijo de Ebed, encendióse su ira;
9:31
Y envió sagazmente mensajeros á Abimelech, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido á Sichêm, y he aquí, que han cercado la ciudad contra ti.
9:32
Levántate pues ahora de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon emboscada en el campo:
9:33
Y por la mañana al salir del sol te levantarás y acometerás la ciudad: y él y el pueblo que está con él saldrán contra ti, y tu harás con él según que se te ofrecerá.
9:34
Levantándose pues de noche Abimelech y todo el pueblo que con él estaba, pusieron emboscada contra Sichêm con cuatro compañías.
9:35
Y Gaal hijo de Ebed salió, y púsose á la entrada de la puerta de la ciudad: y Abimelech y todo el pueblo que con él estaba, se levantaron de la emboscada.
9:36
Y viendo Gaal el pueblo, dijo á Zebul: He allí pueblo que desciende de las cumbres de los montes. Y Zebul le respondió: La sombra de los montes te parece hombres.
9:37
Mas Gaal tornó á hablar, y dijo: He allí pueblo que desciende por medio de la tierra, y un escuadrón viene camino de la campiña de Meonenim.
9:38
Y Zebul le respondió: ¿Dónde está ahora aquel tu hablar, diciendo; Quién es Abimelech para que le sirvamos? ¿No es este el pueblo que tenías en poco? Sal pues ahora, y pelea con él.
9:39
Y Gaal salió delante de los de Sichêm, y peleó contra Abimelech.
9:40
Mas persiguiólo Abimelech, delante del cual él huyó; y cayeron heridos muchos hasta la entrada de la puerta.
9:41
Y Abimilech se quedó en Aruma; y Zebul echó fuera á Gaal y á sus hermanos, para que no morasen en Sichêm.
9:42
Y aconteció al siguiente día, que el pueblo salió al campo: y fué dado aviso á Abimelech.
9:43
El cual, tomando gente, repartióla en tres compañías, y puso emboscadas en el campo: y como miró, he aquí el pueblo que salía de la ciudad; y levantóse contra ellos, é hiriólos:
9:44
Pues Abimelech y el escuadrón que estaba con él, acometieron con ímpetu, y pararon á la entrada de la puerta de la ciudad; y las dos compañías acometieron á todos los que estaban en el campo, y los hirieron.
9:45
Y después de combatir Abimelech la ciudad todo aquel día, tomóla, y mató el pueblo que en ella estaba, y asoló la ciudad, y sembróla de sal.
9:46
Como oyeron esto todos los que estaban en la torre de Sichêm, entráronse en la fortaleza del templo del dios Berith.
9:47
Y fué dicho á Abimelech como todos los de la torre de Sichêm estaban reunidos.
9:48
Entonces subió Abimelech al monte de Salmón, él y toda la gente que con él estaba; y tomó Abimelech un hacha en su mano, y cortó una rama de los árboles, y levantándola púsosela sobre sus hombros, diciendo al pueblo que estaba con él: Lo que me veis á mí que hago, haced vosotros prestamente como yo.
9:49
Y así todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron á Abimelech, y pusiéronlas junto á la fortaleza, y prendieron fuego con ellas á la fortaleza: por manera que todos los de la torre de Sichêm murieron, como unos mil hombres y mujeres.
9:50
Después Abimelech se fué á Thebes; y puso cerco á Thebes, y tomóla.
9:51
En medio de aquella ciudad había una torre fuerte, á la cual se retiraron todos los hombres y mujeres, y todos los señores de la ciudad; y cerrando tras sí las puertas, subiéronse al piso alto de la torre.
9:52
Y vino Abimelech á la torre, y combatiéndola, llegóse á la puerta de la torre para pegarle fuego.
9:53
Mas una mujer dejó caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelech, y quebróle los cascos.
9:54
Y luego llamó él á su escudero, y díjole: Saca tu espada y mátame, porque no se diga de mí: Una mujer lo mató. Y su escudero le atravesó, y murió.
9:55
Y como los Israelitas vieron muerto á Abimelech, fuéronse cada uno á su casa.
9:56
Así pues pagó Dios á Abimelech el mal que hizo contra su padre matando á sus setenta hermanos.
9:57
Y aun todo el mal de los hombres de Sichêm tornó Dios sobre sus cabezas: y la maldición de Jotham, hijo de Jerobaal, vino sobre ellos.
Jdg 9:1 Abimélek, hijo de Yerubbaal, marchó a Siquem, donde los hermanos de su madre, y les dijo a ellos y a todo el clan de la familia de su madre:
Jdg 9:2 «Decid esto, por favor, a oídos de todos los señores de Siquem: ¿Qué es mejor para vosotros, que os estén mandando setenta hombres, todos los hijos de Yerubbaal, o que os mande uno solo? Recordad además que yo soy de vuestros huesos y de vuestra carne.»
Jdg 9:3 Los hermanos de su madre hablaron de él en los mismos términos a todos los señores de Siquem, y su corazón se inclinó hacia Abimélek, porque se decían: «Es nuestro hermano.»
Jdg 9:4 Le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los que Abimélek contrató a hombres miserables, y vagabundos, que se fueron con él.
Jdg 9:5 Fue entonces a casa de su padre, en Ofrá, y mató a sus hermanos, los hijos de Yerubbaal, setenta hombres, sobre una misma piedra. Sólo escapó Jotam, el hijo menor de Yerubbaal, porque se escondió.
Jdg 9:6 Luego se reunieron todos los señores de Siquem y todo Bet Milló, y fueron y proclamaron rey a Abimélek junto al Terebinto de la estela que hay en Siquem.
Jdg 9:7 Se lo anunciaron a Jotam, quien se colocó en la cumbre del monte Garizim, alzó la voz y clamó: «Escuchadme, señores de Siquem, y que Dios os escuche.
Jdg 9:8 Los árboles se pusieron en camino para ungir a uno como su rey. Dijeron al olivo: "Sé tú nuestro rey."
Jdg 9:9 Les respondió el olivo: "¿Voy a renunciar a mi aceite con el que gracias a mí son honrados los dioses y los hombres, para ir a vagar por encima de los árboles?"
Jdg 9:10 Los árboles dijeron a la higuera: "Ven tú, reina sobre nosotros."
Jdg 9:11 Les respondió la higuera: "¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a vagar por encima de los árboles?
Jdg 9:12 Los árboles dijeron a la vid: "Ven tú, reina sobre nosotros."
Jdg 9:13 Les respondió la vid: "¿Voy a renunciar a mi mosto, el que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a vagar por encima de los árboles?"
Jdg 9:14 Todos los árboles dijeron a la zarza: "Ven tú, reina sobre nosotros."
Jdg 9:15 La zarza respondió a los árboles: "Si con sinceridad venís a ungirme a mí para reinar sobre vosotros, llegad y cobijaos a mi sombra. Y si no es así, brote fuego de la zarza y devore los cedros del Líbano."»
Jdg 9:16 «Ahora pues, ¿habéis obrado con sinceridad y lealtad al elegir rey a Abimélek? ¿Os habéis portado bien con Yerubbaal y su casa y le habéis tratado según el mérito de sus manos?
Jdg 9:17 Mi padre combatió por vosotros, arriesgó su vida, os libró de la mano de Madián;
Jdg 9:18 y vosotros os habéis alzado hoy contra la casa de mi padre, habéis matado a sus hijos, setenta hombres sobre una misma piedra, y habéis puesto por rey a Abimélek, el hijo de su esclava, sobre los señores de Siquem, por ser él vuestro hermano.
Jdg 9:19 Si, pues, habéis obrado con sinceridad y lealtad con Yerubbaal y con su casa en el día de hoy, que Abimélek sea vuestra alegría y vosotros la suya.
Jdg 9:20 De lo contrario, que salga fuego de Abimélek y devore a los señores de Siquem y de Bet Milló; y que salga fuego de los señores de Siquem y Bet Milló y devore a Abimélek.»
Jdg 9:21 Y Jotam huyó, se puso a salvo y fue a Beer, donde se estableció, lejos del alcance de su hermano Abimélek.
Jdg 9:22 Abimélek gobernó tres años en Israel.
Jdg 9:23 Pero Dios envió un espíritu de discordia entre Abimélek y los señores de Siquem; y los señores de Siquem traicionaron a Abimélek,
Jdg 9:24 para que el crimen cometido contra los setenta hijos de Yerubbaal fuera vengado y su sangre cayera sobre su hermano Abimélek, que los había asesinado, y sobre los señores de Siquem, que le habían ayudado a asesinar a sus hermanos.
Jdg 9:25 Los señores de Siquem prepararon contra él emboscadas en las cimas de los montes y saqueaban a todo el que pasaba cerca por el camino. Y se dio aviso a Abimélek.
Jdg 9:26 Gaal, hijo de Obed, acompañando a sus hermanos, vino a pasar por Siquem y se ganó la confianza de los señores de Siquem.
Jdg 9:27 Salieron éstos al campo a vendimiar sus viñas, pisaron las uvas, hicieron fiesta y entraron en el templo de su dios. Comieron y bebieron y maldijeron a Abimélek.
Jdg 9:28 Entonces Gaal, hijo de Obed, exclamó: «¿Quién es Abimélek y qué es Siquem para que le sirvamos? ¿por qué el hijo de Yerubbaal y Zebul, su lugarteniente, no han de servir a la gente de Jamor, padre de Siquem? ¿Por qué hemos de servirles nosotros?
Jdg 9:29 ¡Quién pusiera este pueblo en mis manos! Yo echaría a Abimélek y le diría: Refuerza tu ejército y sal a la lucha.»
Jdg 9:30 Zebul, gobernador de la ciudad, se enteró de la propuesta de Gaal, hijo de Obed, y montó en cólera.
Jdg 9:31 Envió secretamente mensajeros donde Abimélek, para decirle: «Mira que Gaal, hijo de Obed, con sus hermanos, ha llegado a Siquem y están soliviantando a la ciudad contra ti.
Jdg 9:32 Por tanto, levántate de noche, tú y la gente que tienes contigo, y tiende una emboscada en el campo;
Jdg 9:33 por la mañana temprano, en cuanto salga el sol, te levantas y te lanzas contra la ciudad. Cuando Gaal salga a tu encuentro con su gente, harás con él lo que te venga a mano.»
Jdg 9:34 Abimélek se levantó de noche con todas las tropas de que disponía y tendieron una emboscada frente a Siquem, repartidos en cuatro grupos.
Jdg 9:35 Cuando Gaal, hijo de Obed, salió y se detuvo a la entrada de la puerta de la ciudad, Abimélek y la tropa que le acompañaba salieron de su emboscada.
Jdg 9:36 Gaal vio la tropa y dijo a Zebul: «Mira la gente que baja de las cumbres de los montes.» Zebul respondió: «Es la sombra de los montes lo que ves y te parecen hombres.»
Jdg 9:37 Gaal volvió a decir: «Mirad la gente que baja del lado del Ombligo de la Tierra, y otra partida llega por el camino de la Encina de los Adivinos.»
Jdg 9:38 Zebul le dijo entonces: «¿Qué has hecho de tu boca tú que decías: "¿Quién es Abimélek para que le sirvamos?" ¿ No es esa la gente que despreciaste? Sal, pues, ahora y pelea contra ellos.»
Jdg 9:39 Gaal salió al frente de los señores de Siquem y presentó batalla a Abimélek.
Jdg 9:40 Abimélek persiguió a Gaal, pero se le escapó; y muchos cayeron muertos antes de llegar a la puerta.
Jdg 9:41 Abimélek habitó en Arumá; y Zebul expulsó a Gaal y a sus hermanos y no les dejó habitar en Siquem.
Jdg 9:42 Al día siguiente el pueblo salió al campo. Se dio aviso de ello a Abimélek,
Jdg 9:43 que tomó su tropa, la repartió en tres grupos y tendió una emboscada en el campo. Cuando vio que la gente salía de la ciudad, cayó sobre ellos y los derrotó.
Jdg 9:44 Abimélek y el grupo que estaba con él, atacó y tomó posiciones a la entrada de la puerta de la ciudad; los otros dos grupos se lanzaron contra todos los que estaban en el campo y los derrotaron.
Jdg 9:45 Todo aquel día estuvo Abimélek atacando a la ciudad. Cuando la tomó, mató a la población, arrasó la ciudad y la sembró de sal.
Jdg 9:46 Al saberlo los vecinos de Migdal Siquem se metieron en la cripta del templo de El Berit.
Jdg 9:47 Se comunicó a Abimélek que todos los señores de Migdal Siquem estaban juntos;
Jdg 9:48 entonces Abimélek subió al monte Salmón, con toda su tropa, y tomando un hacha en sus manos, cortó una rama de árbol, la alzó y echándosela al hombro dijo a la tropa que le acompañaba: «Lo que me habéis visto hacer, deprisa, hacedlo también vosotros.»
Jdg 9:49 Y todos sus hombres cortaron cada uno su rama; luego siguieron a Abimélek, pusieron las ramas sobre la cripta y prendieron fuego a la cripta con ellos debajo. Así murieron también todos los habitantes de Migdal Siquem, unos mil hombres y mujeres.
Jdg 9:50 Marchó Abimélek contra Tebés, la asedió y tomó.
Jdg 9:51 Había en medio de la ciudad una torre fuerte, y en ella se refugiaron todos los hombres y mujeres, y todos los señores de la ciudad. Cerraron por dentro y subieron a la terraza de la torre.
Jdg 9:52 Abimélek llegó hasta la torre, la atacó y alcanzó la puerta de la torre con ánimo de prenderle fuego.
Jdg 9:53 Entonces una mujer le arrojó una muela de molino a la cabeza y le partió el cráneo.
Jdg 9:54 El llamó enseguida a su escudero y le dijo: «Desenvaina tu espada y mátame, para que no digan de mí: Lo ha matado una mujer.» Su escudero lo atravesó y murió.
Jdg 9:55 Cuando la gente de Israel vio que Abimélek había muerto, se volvió cada uno a su lugar.
Jdg 9:56 Así devolvió Dios a Abimélek el mal que había hecho a su padre al matar a sus setenta hermanos.
Jdg 9:57 Y también sobre la cabeza de la gente de Siquem hizo Dios caer toda su maldad. De este modo se cumplió en ellos la maldición de Jotam, hijo de Yerubbaal.


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Capítulo 10

10:1
Y DESPUÉS de Abimelech levantóse para librar á Israel, Tola hijo de Púa, hijo de Dodo, varón de Issachâr, el cual habitaba en Samir, en el monte de Ephraim.
10:2
Y juzgó á Israel veintitrés años, y murió, y fué sepultado en Samir.
10:3
Tras él se levantó Jair, Galaadita, el cual juzgó á Israel veintidós años.
10:4
Este tuvo treinta hijos que cabalgaban sobre treinta asnos, y tenían treinta villas, que se llamaron las villas de Jair hasta hoy, las cuales están en la tierra de Galaad.
10:5
Y murió Jair, y fué sepultado en Camón.
10:6
Mas los hijos de Israel tornaron á hacer lo malo en los ojos de el Altísimo, y sirvieron á los Baales y á Astaroth, y á los dioses de Siria, y á los dioses de Sidón, y á los dioses de Moab, y á los dioses de los hijos de Ammón, y á los dioses de los Filisteos: y dejaron á el Altísimo, y no le sirvieron.
10:7
Y el Altísimo se airó contra Israel, y vendiólos en mano de los Filisteos, y en mano de los hijos de Ammón:
10:8
Los cuales molieron y quebrantaron á los hijos de Israel en aquel tiempo dieciocho años, á todos los hijos de Israel que estaban de la otra parte del Jordán en la tierra del Amorrheo, que es en Galaad.
10:9
Y los hijos de Ammón pasaron el Jordán para hacer también guerra contra Judá, y contra Benjamín, y la casa de Ephraim: y fué Israel en gran manera afligido.
10:10
Y los hijos de Israel clamaron á el Altísimo, diciendo: Nosotros hemos pecado contra ti; porque hemos dejado á nuestro Dios, y servido á los Baales.
10:11
Y el Altísimo respondió á los hijos de Israel: ¿No habéis sido oprimidos de Egipto, de los Amorrheos, de Losammonitas, de los Filisteos,
10:12
De los de Sidón, de Amalec, y de Maón, y clamando á mí os he librado de sus manos?
10:13
Mas vosotros me habéis dejado, y habéis servido á dioses ajenos: por tanto, yo no os libraré más.
10:14
Andad, y clamad á los dioses que os habéis elegido, que os libren en el tiempo de vuestra aflicción.
10:15
Y los hijos de Israel respondieron á el Altísimo: Hemos pecado; haz tú con nosotros como bien te pareciere: solamente que ahora nos libres en este día.
10:16
Y quitaron de entre sí los dioses ajenos, y sirvieron á el Altísimo: y su alma fué angustiada á causa del trabajo de Israel.
10:17
Y juntándose los hijos de Ammón, asentaron campo en Galaad: juntáronse asimismo los hijos de Israel, y asentaron su campo en Mizpa.
10:18
Y los príncipes y el pueblo de Galaad dijeron el uno al otro: ¿Quién será el que comenzará la batalla contra los hijos de Ammón? él será cabeza sobre todos los que habitan en Galaad.
Jdg 10:1 Después de Abimélek surgió para salvar a Israel Tolá, hijo de Puá, hijo de Dodó. Era de Isacar y habitaba en Samir, en la montaña de Efraím.
Jdg 10:2 Fue juez de Israel veintitrés años; murió y fue sepultado en Samir.
Jdg 10:3 Tras él surgió Yaír, de Galaad, que fue juez de Israel veintidós años.
Jdg 10:4 Tenía treinta hijos que montaban treinta pollinos y tenían treinta ciudades, que se llaman todavía hoy los Aduares de Yaír, en el país de Galaad.
Jdg 10:5 Murió Yaír, y fue sepultado en Camón.
Jdg 10:6 Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh. Sirvieron a los Baales y a las Astartés, a los dioses de Aram y Sidón, a los dioses de Moab, a los de los ammonitas y de los filisteos. Abandonaron a Yahveh y ya no le servían.
Jdg 10:7 Entonces se encendió la cólera de Yahveh contra Israel y los entregó en manos de los filisteos y en manos de los ammonitas.
Jdg 10:8 Estos molestaron y oprimieron a los israelitas desde aquel año durante dieciocho años, a todos los israelitas que vivían en Transjordania, en el país amorreo de Galaad.
Jdg 10:9 Los ammonitas pasaron el Jordán para atacar también a Judá, a Benjamín y a la casa de Efraím, e Israel pasó por grave aprieto.
Jdg 10:10 Los israelitas clamaron a Yahveh diciendo: «Hemos pecado contra ti, porque hemos abandonado a Yahveh nuestro Dios para servir a los Baales.»
Jdg 10:11 Y Yahveh dijo a los israelitas: «Cuando los egipcios, los amorreos, los ammonitas, los filisteos,
Jdg 10:12 los sidonios, Amalec y Madián os oprimían y clamasteis a mí ¿no os salvé de sus manos?
Jdg 10:13 Pero vosotros me habéis abandonado y habéis servido a otros dioses. Por eso no he de salvaros otra vez.
Jdg 10:14 Id y gritad a los dioses que habéis elegido: que os salven ellos en el tiempo de vuestra angustia».
Jdg 10:15 Los israelitas respondieron a Yahveh: «Hemos pecado, haz con nosotros todo lo que te plazca; pero, por favor, sálvanos hoy.»
Jdg 10:16 Y retiraron de en medio de ellos a los dioses extranjeros y sirvieron a Yahveh. Y Yahveh no pudo soportar el sufrimiento de Israel.
Jdg 10:17 Los ammonitas se concentraron y vinieron a acampar en Galaad. Los israelitas se reunieron y acamparon en Mispá.
Jdg 10:18 Entonces el pueblo, los jefes de Galaad, se dijeron unos a otros: «¿Quién será el hombre que emprenda el ataque contra los hijos de Ammón? El estará al frente de todos los habitantes de Galaad.»


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Capítulo 11

11:1
EXISTÍA entonces Jephté, Galaadita, hombre valiente, hijo de una ramera, al cual había engendrado Galaad.
11:2
Y la mujer de Galaad también le había parido hijos; los cuales cuando fueron grandes, echaron fuera á Jephté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres bastardo.
11:3
Huyendo pues Jephté á causa de sus hermanos, habitó en tierra de Tob; y juntáronse con él hombres ociosos, los cuales con él salían.
11:4
Y aconteció que después de días los hijos de Ammón hicieron guerra contra Israel:
11:5
Y como los hijos de Ammón tenían guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron para volver á Jephté de tierra de Tob;
11:6
Y dijeron á Jephté: Ven, y serás nuestro capitán, para que peleemos con los hijos de Ammón.
11:7
Y Jephté respondió á los ancianos de Galaad: ¿No me habéis vosotros aborrecido, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿por qué pues venís ahora á mí cuando estáis en aflicción?
11:8
Y los ancianos de Galaad respondieron á Jephté: Por esta misma causa tornamos ahora á ti, para que vengas con nosotros, y pelees contra los hijos de Ammón, y nos seas cabeza á todos los que moramos en Galaad.
11:9
Jephté entonces dijo á los ancianos de Galaad: Si me volvéis para que pelee contra los hijos de Ammón, y el Altísimo los entregare delante de mí, ¿seré yo vuestra cabeza?
11:10
Y los ancianos de Galaad respondieron á Jephté: el Altísimo oiga entre nosotros, si no hiciéremos como tú dices.
11:11
Entonces Jephté vino con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo eligió por su cabeza y príncipe; y Jephté habló todas sus palabras delante de el Altísimo en Mizpa.
11:12
Y envió Jephté embajadores al rey de los Ammonitas, diciendo: ¿Qué tienes tú conmigo que has venido á mí para hacer guerra en mi tierra?
11:13
Y el rey de los Ammonitas respondió á los embajadores de Jephté: Por cuanto Israel tomó mi tierra, cuando subió de Egipto, desde Arnón hasta Jaboc y el Jordán; por tanto, devuélvelas ahora en paz.
11:14
Y Jephté tornó á enviar otros embajadores al rey de los Ammonitas,
11:15
Para decirle: Jephté ha dicho así: Israel no tomó tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Ammón:
11:16
Mas subiendo Israel de Egipto, anduvo por el desierto hasta el mar Bermejo, y llegó á Cades.
11:17
Entonces Israel envió embajadores al rey de Edom, diciendo: Yo te ruego que me dejes pasar por tu tierra. Mas el rey de Edom no los escuchó. Envió también al rey de Moab; el cual tampoco quiso: quedóse por tanto Israel en Cades.
11:18
Después, yendo por el desierto, rodeó la tierra de Edom y la tierra de Moab, y viniendo por el lado oriental de la tierra de Moab, asentó su campo de estotra parte de Arnón, y no entraron por el término de Moab: porque Arnón término es de Moab.
11:19
Y envió Israel embajadores á Sehón rey de los Amorrheos, rey de Hesbón, diciéndole: Ruégote que me dejes pasar por tu tierra hasta mi lugar.
11:20
Mas Sehón no se fió de Israel para darle paso por su término; antes juntando Sehón toda su gente, puso campo en Jaas, y peleó contra Israel.
11:21
Empero el Altísimo el Dios de Israel entregó á Sehón y á todo su pueblo en mano de Israel, y venciólos: y poseyó Israel toda la tierra del Amorrheo que habitaba en aquel país.
11:22
Poseyeron también todo el término del Amorrheo desde Arnón hasta Jaboc, y desde el desierto hasta el Jordán.
11:23
Así que el Altísimo el Dios de Israel echó los Amorrheos delante de su pueblo Israel: ¿y lo has de poseer tú?
11:24
Si Chêmos tu Dios te echase alguno, ¿no lo poseerías tú? Así poseeremos nosotros á todo aquel que echó el Altísimo nuestro Dios de delante de nosotros.
11:25
¿Eres tú ahora en algo mejor que Balac hijo de Sephor, rey de Moab? ¿tuvo él cuestión contra Israel, ó hizo guerra contra ellos?
11:26
Cuando Israel ha estado habitando por trescientos años á Hesbón y sus aldeas, á Aroer y sus aldeas, y todas las ciudades que están á los términos de Arnón, ¿por qué no las habéis reclamado en ese tiempo?
11:27
Así que, yo nada he pecado contra ti, mas tú haces mal conmigo haciéndome guerra: el Altísimo, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Ammón.
11:28
Mas el rey de los hijos de Ammón no atendió las razones de Jephté que le envió.
11:29
Y el espíritu de el Altísimo fué sobre Jephté: y pasó por Galaad y Manasés; y de allí pasó á Mizpa de Galaad; y de Mizpa de Galaad pasó á los hijos de Ammón.
11:30
Y Jephté hizo voto á el Altísimo, diciendo: Si entregares á los Ammonitas en mis manos,
11:31
Cualquiera que me saliere á recibir de las puertas de mi casa, cuando volviere de los Ammonitas en paz, será de el Altísimo, y le ofreceré en holocausto.
11:32
Pasó pues Jephté á los hijos de Ammón para pelear contra ellos; y el Altísimo los entregó en su mano.
11:33
Y los hirió de grandísimo estrago desde Aroer hasta llegar á Minnith, veinte ciudades; y hasta la vega de las viñas. Así fueron domeñados los Ammonitas delante de los hijos de Israel.
11:34
Y volviendo Jephté á Mizpa á su casa, he aquí que su hija le salió á recibir con adufes y danzas, y era la sola, la única suya; no tenía fuera de ella otro hijo ni hija.
11:35
Y como él la vió, rompió sus vestidos diciendo: ¡Ay, hija mía! de verdad me has abatido, y tú eres de los que me afligen: porque yo he abierto mi boca á el Altísimo, y no podré retractarme.
11:36
Ella entonces le respondió: Padre mío, si has abierto tu boca á el Altísimo, haz de mí como salió de tu boca, pues que el Altísimo ha hecho venganza en tus enemigos los hijos de Ammón.
11:37
Y tornó á decir á su padre: Hágasme esto: déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras.
11:38
El entonces dijo: Ve. Y dejóla por dos meses. Y ella fué con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes.
11:39
Pasados los dos meses volvió á su padre, é hizo de ella conforme á su voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón.
11:40
De aquí fué la costumbre en Israel que de año en año iban las doncellas de Israel á endechar á la hija de Jephté Galaadita, cuatro días en el año.
Jdg 11:1 Jefté el galaadita, era un valiente guerrero. Era hijo de una prostituta. Y era Galaad el que había engendrado a Jefté.
Jdg 11:2 Pero la mujer de Galaad le había dado hijos, y crecieron los hijos de la mujer y echaron a Jefté diciéndole: « Tú no tendrás herencia en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.»
Jdg 11:3 Jefté huyó lejos de sus hermanos y se quedó en el país de Tob. Se le juntó una banda de gente miserable, que hacía correrías con él.
Jdg 11:4 Andando el tiempo, los ammonitas vinieron a combatir contra Israel.
Jdg 11:5 Y cuando los ammonitas estaban atacando a Israel, los ancianos de Galaad fueron a buscar a Jefté al país de Tob.
Jdg 11:6 Dijeron a Jefté: «Ven, tú serás nuestro caudillo en la guerra con los ammonitas.»
Jdg 11:7 Pero Jefté respondió a los ancianos de Galaad: «¿No sois vosotros los que me odiasteis y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué acudís a mí ahora que estáis en aprieto?»
Jdg 11:8 Los ancianos de Galaad replicaron a Jefté: «Por eso ahora volvemos donde ti: ven con nosotros; tú atacarás a los ammonitas y serás nuestro jefe y el de todos los habitantes de Galaad.»
Jdg 11:9 Jefté respondió a los ancianos de Galaad: «Si me hacéis volver para combatir a los ammonitas y Yahveh me los entrega, yo seré vuestro jefe.»
Jdg 11:10 Respondieron a Jefté los ancianos de Galaad: «Yahveh sea testigo entre nosotros si no hacemos como tú has dicho.»
Jdg 11:11 Jefté partió con los ancianos de Galaad y el pueblo le hizo su jefe y caudillo; y Jefté repitió todas sus condiciones delante de Yahveh en Mispá.
Jdg 11:12 Jefté envió al rey de los ammonitas mensajeros que le dijeran: «¿Qué tenemos que ver tú y yo para que vengas a atacarme en mi propio país?»
Jdg 11:13 El rey de los ammonitas respondió a los mensajeros de Jefté: «Porque Israel, cuando subía de Egipto, se apoderó de mi país desde el Arnón hasta el Yabboq y el Jordán. Así que ahora devuélvemelo por las buenas.»
Jdg 11:14 Jefté envió de nuevo mensajeros al rey de los ammonitas
Jdg 11:15 y le dijo: «Así habla Jefté: Israel no se ha apoderado ni del país de Moab ni del de los ammonitas.
Jdg 11:16 Cuando subió de Egipto, Israel caminó por el desierto hasta el mar de Suf y llegó a Cadés.
Jdg 11:17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom para decirle: "Déjame, por favor, pasar por tu país", pero el rey de Edom no les atendió. Los envió también al rey de Moab, el cual tampoco accedió, e Israel se quedó en Cadés;
Jdg 11:18 luego, avanzando por el desierto, rodeó el país de Edom y el de Moab y llegó al oriente del país de Moab. Acamparon a la otra parte del Arnón, sin cruzar la frontera de Moab, pues el Arnón es el límite de Moab.
Jdg 11:19 Israel envió mensajeros a Sijón, rey de los amorreos, que reinaba en Jesbón, y le dijo: "Déjame, por favor, pasar por tu país hasta llegar a mi destino."
Jdg 11:20 Pero Sijón le negó a Israel el paso por su territorio, reunió toda su gente, que acampó en Yahsá, y atacó a Israel.
Jdg 11:21 Yahveh, Dios de Israel, puso a Sijón y a todo su pueblo en manos de Israel, que los derrotó, y conquistó Israel todo el país de los amorreos que habitaban allí.
Jdg 11:22 Así conquistaron todo el territorio de los amorreos, desde el Arnón hasta el Yabboq y desde el desierto hasta el Jordán.
Jdg 11:23 Con que Yahveh, Dios de Israel, quitó su heredad a los amorreos en favor de su pueblo Israel, ¿y tú se la vas a quitar?
Jdg 11:24 ¿No posees ya todo lo que tu dios Kemós ha quitado para ti a sus poseedores? Igualmente nosotros poseemos todo lo que Yahveh nuestro Dios ha quitado para nosotros a sus poseedores.
Jdg 11:25 ¿Vas a ser tú más que Balaq, hijo de Sippor, rey de Moab? ¿Pudo acaso él hacerse fuerte contra Israel y luchar contra él?
Jdg 11:26 Cuando se estableció Israel en Jesbón y en sus filiales, en Aroer y en sus filiales y en todas las ciudades que están a ambos lados del Arnón, (trescientos años) ¿por qué no las habéis recuperado desde entonces?
Jdg 11:27 Yo no te he ofendido; eres tú el que te portas mal conmigo si me atacas. Yahveh, el Juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Ammón.»
Jdg 11:28 Pero el rey de los ammonitas no hizo caso de las palabras que Jefté le mandó decir.
Jdg 11:29 El espíritu de Yahveh vino sobre Jefté, que recorrió Galaad y Manasés, pasó por Mispá de Galaad y de Mispá de Galaad pasó donde los ammonitas.
Jdg 11:30 Y Jefté hizo un voto a Yahveh: «Si entregas en mis manos a los ammonitas,
Jdg 11:31 el primero que salga de las puertas de mi casa a mi encuentro cuando vuelva victorioso de los ammonitas, será para Yahveh y lo ofreceré en holocausto.»
Jdg 11:32 Jefté pasó donde los ammonitas para atacarlos, y Yahveh los puso en sus manos.
Jdg 11:33 Los derrotó desde Aroer hasta cerca de Minnit (veinte ciudades) y hasta Abel Keramim. Fue grandísima derrota y los ammonitas fueron humillados delante de los israelitas.
Jdg 11:34 Cuando Jefté volvió a Mispá, a su casa, he aquí que su hija salía a su encuentro bailando al son de las panderetas. Era su única hija; fuera de ella no tenía ni hijo ni hija.
Jdg 11:35 Al verla, rasgó sus vestiduras y gritó: «¡Ay, hija mía! ¡Me has destrozado! ¿Habías de ser tú la causa de mi desgracia? Abrí la boca ante Yahveh y no puedo volverme atrás.»
Jdg 11:36 Ella le respondió: «Padre mío, has abierto tu boca ante Yahveh, haz conmigo lo que salió de tu boca, ya que Yahveh te ha concedido vengarte de tus enemigos los ammonitas.»
Jdg 11:37 Después dijo a su padre: «Que se me conceda esta gracia: déjame dos meses para ir a vagar por las montañas y llorar con mis compañeras mi virginidad.»
Jdg 11:38 El le dijo: «Vete.» Y la dejó marchar dos meses. Ella se fue con sus compañeras y estuvo llorando su virginidad por los montes.
Jdg 11:39 Al cabo de los dos meses, volvió donde su padre y él cumplió en ella el voto que había hecho. La joven no había conocido varón. Y se hizo costumbre en Israel:
Jdg 11:40 de año en año las hijas de Israel van a lamentarse cuatro días al año por la hija de Jefté el galaadita.


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Capítulo 12

12:1
Y JUNTÁNDOSE los varones de Ephraim, pasaron hacia el aquilón, y dijeron á Jephté: ¿Por qué fuiste á hacer guerra contra los hijos de Ammón, y no nos llamaste para que fuéramos contigo? Nosotros quemaremos á fuego tu casa contigo.
12:2
Y Jephté les respondió: Yo tuve, y mi pueblo, una gran contienda con los hijos de Ammón, y os llamé, y no me defendisteis de sus manos.
12:3
Viendo pues que no me defendíais, puse mi alma en mi palma, y pasé contra los hijos de Ammón, y el Altísimo los entregó en mi mano: ¿por qué pues habéis subido hoy contra mí para pelear conmigo?
12:4
Y juntando Jephté á todos los varones de Galaad, peleó contra Ephraim; y los de Galaad hirieron á Ephraim, porque habían dicho: Vosotros sois fugitivos de Ephraim, vosotros sois Galaaditas entre Ephraim y Manasés.
12:5
Y los Galaaditas tomaron los vados del Jordán á Ephraim; y era que, cuando alguno de los de Ephraim que había huído, decía, ¿pasaré? los de Galaad le preguntaban: ¿Eres tú Ephrateo? Si él respondía, No;
12:6
Entonces le decían: Ahora pues, di, Shiboleth. Y él decía, Siboleth; porque no podía pronunciar de aquella suerte. Entonces le echaban mano, y le degollaban junto á los vados del Jordán. Y murieron entonces de los de Ephraim cuarenta y dos mil.
12:7
Y Jephté juzgó á Israel seis años: luego murió Jephté Galaadita, y fué sepultado en una de las ciudades de Galaad.
12:8
Después de él juzgó á Israel Ibzan de Beth-lehem;
12:9
El cual tuvo treinta hijos y treinta hijas, las cuales casó fuera, y tomó de fuera treinta hijas para sus hijos: y juzgó á Israel siete años.
12:10
Y murió Ibzan, y fué sepultado en Beth-lehem.
12:11
Después de él juzgó á Israel Elón, Zabulonita, el cual juzgó á Israel diez años.
12:12
Y murió Elón, Zabulonita, y fué sepultado en Ajalón en la tierra de Zabulón.
12:13
Después de él juzgó á Israel Abdón hijo de Hillel, Piratonita.
12:14
Este tuvo cuarenta hijos y treinta nietos, que cabalgaban sobre setenta asnos: y juzgó á Israel ocho años.
12:15
Y murió Abdón hijo de Hillel, Piratonita, y fué sepultado en Piratón, en la tierra de Ephraim, en el monte de Amalec.
Jdg 12:1 Los hombres de Efraím se juntaron, pasaron el Jordán en dirección a Safón y dijeron a Jefté: «Por qué has ido a atacar a los ammonitas y no nos has invitado a marchar contigo? Vamos a prender fuego a tu casa contigo dentro.»
Jdg 12:2 Jefté les respondió: «Teníamos un gran conflicto mi pueblo y yo con los ammonitas; os pedí ayuda y no me librasteis de sus manos.
Jdg 12:3 Cuando vi que nadie venía a ayudarme, arriesgué la vida, marché contra los ammonitas y Yahveh los entregó en mis manos. ¿Por qué, pues, habéis subido hoy contra mí para hacerme la guerra?»
Jdg 12:4 Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad y atacó a Efraím, los de Galaad derrotaron a los de Efraím, porque éstos decían: «vosotros los galaaditas sois fugitivos de Efraím, en medio de Efraím, en medio de Manasés.»
Jdg 12:5 Galaad cortó a Efraím los vados del Jordán y cuando los fugitivos de Efraím decían: «Dejadme pasar», los hombres de Galaad preguntaban: «¿Eres efraimita?» Y si respondía: «No»,
Jdg 12:6 le añadían: «Pues di Sibbólet». Pero él decía: «Sibbólet» porque no podía pronunciarlo así. Entonces le echaban mano y lo degollaban junto a los vados del Jordán. Perecieron en aquella ocasión 42.000 hombres de Efraím.
Jdg 12:7 Jefté juzgó a Israel seis años; luego Jefté el galaadita murió y fue sepultado en su ciudad, Mispá de Galaad.
Jdg 12:8 Después de él fue juez en Israel Ibsán de Belén.
Jdg 12:9 Tenía treinta hijos y treinta hijas. A éstas las casó fuera y de fuera trajo treinta mujeres para sus hijos. Fue juez en Israel siete años.
Jdg 12:10 Y murió Ibsán y fue sepultado en Belén.
Jdg 12:11 Después de él fue juez en Israel Elón de Zabulón. Juzgó a Israel diez años.
Jdg 12:12 Y murió Elón de Zabulón y fue sepultado en Ayyalón, en tierra de Zabulón.
Jdg 12:13 Después de él fue juez en Israel Abdón, hijo de Hillel, de Piratón.
Jdg 12:14 Tenía cuarenta hijos y treinta nietos, que montaban setenta pollinos. Juzgó a Israel ocho años.
Jdg 12:15 Y murió Abdón, hijo de Hillel de Piratón, y fue sepultado en Piratón, en tierra de Efraím, en la montaña de los amalecitas.


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Capítulo 13

13:1
Y LOS hijos de Israel tornaron á hacer lo malo en los ojos de el Altísimo; y el Altísimo los entregó en mano de los Filisteos, por cuarenta años.
13:2
Y había un hombre de Sora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, que nunca había parido.
13:3
A esta mujer apareció el ángel de el Altísimo, y díjole: He aquí que tú eres estéril, y no has parido: mas concebirás y parirás un hijo.
13:4
Ahora, pues, mira que ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda.
13:5
Porque tú te harás embarazada, y parirás un hijo: y no subirá navaja sobre su cabeza, porque aquel niño será Nazareo á Dios desde el vientre, y él comenzará á salvar á Israel de mano de los Filisteos.
13:6
Y la mujer vino y contólo á su marido, diciendo: Un varón de Dios vino á mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, terrible en gran manera; y no le pregunté de dónde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre.
13:7
Y díjome: He aquí que tú concebirás, y parirás un hijo: por tanto, ahora no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda; porque este niño desde el vientre será Nazareo á Dios hasta el día de su muerte.
13:8
Entonces oró Manoa á el Altísimo, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios que enviaste, torne ahora á venir á nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer.
13:9
Y Dios oyó la voz de Manoa: y el ángel de Dios volvió otra vez á la mujer, estando ella en el campo; mas su marido Manoa no estaba con ella.
13:10
Y la mujer corrió prontamente, y noticiólo á su marido, diciéndole: Mira que se me ha aparecido aquel varón que vino á mí el otro día.
13:11
Y levantóse Manoa, y siguió á su mujer; y así que llegó al varón, díjole: ¿Eres tú aquel varón que hablaste á la mujer? Y él dijo: Yo soy.
13:12
Entonces Manoa dijo: Cúmplase pues tu palabra. ¿Qué orden se tendrá con el niño, y qué ha de hacer?
13:13
Y el ángel de el Altísimo respondió á Manoa: La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije:
13:14
Ella no comerá cosa que proceda de vid que da vino; no beberá vino ni sidra, y no comerá cosa inmunda: ha de guardar todo lo que le mandé.
13:15
Entonces Manoa dijo al ángel de el Altísimo: Ruégote permitas que te detengamos, y aderezaremos un cabrito que poner delante de ti.
13:16
Y el ángel de el Altísimo respondió á Manoa: Aunque me detengas no comeré de tu pan: mas si quisieres hacer holocausto, sacrifícalo á el Altísimo. Y no sabía Manoa que aquél fuese ángel de el Altísimo.
13:17
Entonces dijo Manoa al ángel de el Altísimo: ¿Cómo es tu nombre, para que cuando se cumpliere tu palabra te honremos?
13:18
Y el ángel de el Altísimo respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es oculto?
13:19
Y Manoa tomó un cabrito de las cabras y un presente, y sacrificólo sobre una peña á el Altísimo: y el ángel hizo milagro á vista de Manoa y de su mujer.
13:20
Porque aconteció que como la llama subía del altar hacia el cielo, el ángel de el Altísimo subió en la llama del altar á vista de Manoa y de su mujer, los cuales se postraron en tierra sobre sus rostros.
13:21
Y el ángel de el Altísimo no tornó á aparecer á Manoa ni á su mujer. Entonces conoció Manoa que era el ángel de el Altísimo.
13:22
Y dijo Manoa á su mujer: Ciertamente moriremos, porque á Dios hemos visto.
13:23
Y su mujer le respondió: Si el Altísimo nos quisiera matar, no tomara de nuestras manos el holocausto y el presente, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni en tal tiempo nos habría anunciado esto.
13:24
Y la mujer parió un hijo, y llamóle por nombre Samsón. Y el niño creció, y el Altísimo lo bendijo.
13:25
Y el espíritu de el Altísimo comenzó á manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Sora y Esthaol.
Jdg 13:1 Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh y Yahveh los entregó a merced de los filisteos durante cuarenta años.
Jdg 13:2 Había un hombre en Sorá, de la tribu de Dan, llamado Manóaj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos.
Jdg 13:3 El ángel de Yahveh se apareció a esta mujer y le dijo: «Bien sabes que eres estéril y que no has tenido hijos,
Jdg 13:4 pero concebirás y darás a luz un hijo. En adelante guárdate de beber vino ni bebida fermentada y no comas nada impuro.
Jdg 13:5 Porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño será nazir de Dios desde el seno de su madre. El comenzará a salvar a Israel de la mano de los filisteos.»
Jdg 13:6 La mujer fue a decírselo a su marido: «Un hombre de Dios ha venido donde mí; su aspecto era como el del Ángel de Dios, muy terrible. No le he preguntado de dónde venía ni él me ha manifestado su nombre.
Jdg 13:7 Pero me ha dicho: "Vas a concebir y a dar a luz un hijo. En adelante no bebas vino ni bebida fermentada y no comas nada impuro, porque el niño será nazir de Dios desde el seno de su madre hasta el día de su muerte.»
Jdg 13:8 Manóaj invocó a Yahveh y dijo: «Te ruego, Señor, que el hombre de Dios que has enviado venga otra vez donde nosotros y nos enseñe lo que hemos de hacer con el niño cuando nazca.»
Jdg 13:9 Dios escuchó a Manóaj y el Ángel de Dios vino otra vez donde la mujer cuando estaba sentada en el campo. Manóaj, su marido, no estaba con ella.
Jdg 13:10 La mujer corrió enseguida a informar a su marido y le dijo: «Mira, se me ha aparecido el hombre que vino donde mí el otro día.»
Jdg 13:11 Manóaj se levantó y, siguiendo a su mujer, llegó donde el hombre y le dijo: «¿Eres tú el que has hablado con esta mujer?» El respondió: «Yo soy.»
Jdg 13:12 Le dijo Manóaj: «Cuando tu palabra se cumpla ¿cuál deberá ser la norma del niño y su conducta?»
Jdg 13:13 El Ángel de Yahveh respondió a Manóaj: «Deberá abstenerse él de todo lo que indiqué a esta mujer.
Jdg 13:14 No probará nada de lo que procede de la viña, no beberá vino ni bebida fermentada, no comerá nada impuro y observará todo lo que yo le he mandado.»
Jdg 13:15 Manóaj dijo entonces al Ángel de Yahveh: «Permítenos retenerte y prepararte un cabrito.»
Jdg 13:16 Pero el Ángel de Yahveh dijo a Manóaj: «Aunque me obligues a quedarme no probaré tu comida. Pero si quieres preparar un holocausto, ofréceselo a Yahveh.» Porque Manóaj no sabía que era el Ángel de Yahveh.
Jdg 13:17 Manóaj dijo entonces al Ángel de Yahveh: «¿Cuál es tu nombre para que, cuando se cumpla tu palabra, te podamos honrar?»
Jdg 13:18 El Ángel de Yahveh le respondió: «¿Por qué me preguntas el nombre, si es maravilloso?.»
Jdg 13:19 Manóaj tomó el cabrito y la oblación y lo ofreció en holocausto, sobre la roca, a Yahveh, que obra maravillas. Manóaj y su mujer estaban mirando.
Jdg 13:20 Cuando la llama subía del altar hacia el cielo, el Ángel de Yahveh subía en la llama. Manóaj y su mujer lo estaban viendo y cayeron rostro en tierra.
Jdg 13:21 Al desaparecer el Ángel de Yahveh de la vista de Manóaj y su mujer, Manóaj se dio cuenta de que era el Ángel de Yahveh.
Jdg 13:22 Y dijo Manóaj a su mujer: «Seguro que vamos a morir, porque hemos visto a Dios.»
Jdg 13:23 Su mujer le respondió: «Si Yahveh hubiera querido matarnos no habría aceptado de nuestra mano el holocausto ni la oblación, no nos habría mostrado todas estas cosas ni precisamente ahora nos habría hecho oír esto.»
Jdg 13:24 La mujer dio a luz un hijo y le llamó Sansón. El niño creció y Yahveh le bendijo.
Jdg 13:25 Y el espíritu de Yahveh comenzó a excitarle en el Campamento de Dan, entre Sorá y Estaol.


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Capítulo 14

14:1
Y DESCENDIENDO Samsón á Timnah, vió en Timnah una mujer de las hijas de los Filisteos.
14:2
Y subió, y declarólo á su padre y á su madre, diciendo: Yo he visto en Timnah una mujer de las hijas de los Filisteos: ruégoos que me la toméis por mujer.
14:3
Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo mi pueblo, para que vayas tú á tomar mujer de los Filisteos incircuncisos? Y Samsón respondió á su padre: Tómamela por mujer, porque ésta agradó á mis ojos.
14:4
Mas su padre y su madre no sabían que esto venía de el Altísimo, y que él buscaba ocasión contra los Filisteos: porque en aquel tiempo los Filisteos dominaban sobre Israel.
14:5
Y Samsón descendió con su padre y con su madre á Timnah: y como llegaron á las viñas de Timnah, he aquí un cachorro de león que venía bramando hacia él.
14:6
Y el espíritu de el Altísimo cayó sobre él, y despedazólo como quien despedaza un cabrito, sin tener nada en su mano: y no dió á entender á su padre ni á su madre lo que había hecho.
14:7
Vino pues, y habló á la mujer que había agradado á Samsón.
14:8
Y volviendo después de algunos días para tomarla, apartóse para ver el cuerpo muerto del león, y he aquí en el cuerpo del león un enjambre de abejas, y un panal de miel.
14:9
Y tomándolo en sus manos, fuése comiéndolo por el camino: y llegado que hubo á su padre y á su madre, dióles también á ellos que comiesen; mas no les descubrió que había tomado aquella miel del cuerpo del león.
14:10
Vino pues su padre á la mujer, y Samsón hizo allí banquete; porque así solían hacer los mancebos.
14:11
Y como ellos le vieron, tomaron treinta compañeros que estuviesen con él;
14:12
A los cuales Samsón dijo: Yo os propondré ahora un enigma, el cual si en los siete días del banquete vosotros me declarareis y descubriereis, yo os daré treinta sábanas y treinta mudas de vestidos.
14:13
Mas si no me lo supiereis declarar, vosotros me daréis las treinta sábanas y las treinta mudas de vestidos. Y ellos respondieron: Propónnos tu enigma, y lo oiremos.
14:14
Entonces les dijo: Del comedor salió comida, Y del fuerte salió dulzura. Y ellos no pudieron declararle el enigma en tres días.
14:15
Y al séptimo día dijeron á la mujer de Samsón: Induce á tu marido á que nos declare este enigma, porque no te quememos á ti y á la casa de tu padre. ¿Habéisnos llamado aquí para poseernos?
14:16
Y lloró la mujer de Samsón delante de él, y dijo: Solamente me aborreces y no me amas, pues que no me declaras el enigma que propusiste á los hijos de mi pueblo. Y él respondió: He aquí que ni á mi padre ni á mi madre lo he declarado; y ¿habíalo de declarar á ti?
14:17
Y ella lloró delante de él los siete días que ellos tuvieron banquete: mas al séptimo día él se lo declaró, porque le constriñó; y ella lo declaró á los hijos de su pueblo.
14:18
Y al séptimo día, antes que el sol se pusiese, los de la ciudad le dijeron: ¿Qué cosa más dulce que la miel? ¿Y qué cosa más fuerte que el león? Si no araseis con mi novilla, Nunca hubierais descubierto mi enigma.
14:19
(14-20) Y el espíritu de el Altísimo cayó sobre él, y descendió á Ascalón, é hirió treinta hombres de ellos; y tomando sus despojos, dió las mudas de vestidos á los que habían explicado el enigma: y encendido en enojo fuése á casa de su padre.
14:20
(14-21) Y la mujer de Samsón fué dada á su compañero, con el cual él antes se acompañaba.
Jdg 14:1 Sansón bajó a Timná y se fijó en Timná en una mujer entre las hijas de los filisteos.
Jdg 14:2 Subió y se lo dijo a su padre y a su madre: «He visto en Timná una mujer de entre las hijas de los filisteos: tomádmela para esposa.»
Jdg 14:3 Su padre y su madre le dijeron: «¿No hay ninguna mujer entre las hijas de tus hermanos y en todo mi pueblo, para que vayas a tomar mujer entre esos filisteos incircuncisos?» Pero Sansón respondió a su padre: «Toma a ésa para mí, porque esa es la que me gusta.»
Jdg 14:4 Su padre y su madre no sabían que esto venía de Yahveh, que buscaba un pretexto contra los filisteos, pues por aquel tiempo los filisteos dominaban a Israel.
Jdg 14:5 Sansón bajó a Timná y al llegar a las viñas de Timná, vio un leoncillo que venía rugiendo a su encuentro.
Jdg 14:6 El espíritu de Yahveh le invadió, y sin tener nada en la mano, Sansón despedazó al león como se despedaza un cabrito; pero no contó ni a su padre ni a su madre lo que había hecho.
Jdg 14:7 Bajó y habló con la mujer, la cual le agradó.
Jdg 14:8 Algún tiempo después, volvió Sansón para casarse con ella. Dio un rodeo para ver el cadáver del león y he aquí que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas con miel.
Jdg 14:9 La recogió en su mano y según caminaba la iba comiendo. Cuando llegó donde su padre y su madre les dio miel y comieron, pero no les dijo que la había cogido del cadáver del león.
Jdg 14:10 Su padre bajó donde la mujer y Sansón hizo allí un banquete, pues así suelen hacer los jóvenes.
Jdg 14:11 Pero, al verle, eligieron treinta compañeros para que estuvieran con él.
Jdg 14:12 Sansón les dijo: «Os voy a proponer una adivinanza. Si me dais la solución dentro de los siete días de la fiesta y acertáis, os daré treinta túnicas y treinta mudas.
Jdg 14:13 Pero si no podéis darme la solución, entonces me daréis vosotros treinta túnicas y treinta mudas.» Ellos le dijeron: «Propón tu adivinanza, que te escuchamos.»
Jdg 14:14 El les dijo: «Del que come salió comida, y del fuerte salió dulzura.» A los tres días aún no habían acertado la adivinanza.
Jdg 14:15 Al cuarto día dijeron a la mujer de Sansón: «Convence a tu marido para que nos explique la adivinanza. Si no, te quemaremos a ti y a la casa de tu padre. ¿O es que nos habéis invitado para robarnos?»
Jdg 14:16 La mujer de Sansón se puso a llorar sobre él, y dijo: «Tú me odias y no me amas. Has propuesto una adivinanza a los hijos de mi pueblo y a mí no me la has explicado.» El le respondió: «Ni a mi padre ni a mi madre se la he explicado ¿y te la voy a explicar a ti?»
Jdg 14:17 Ella estuvo llorando encima de él los siete días que duró la fiesta. Por fin el séptimo día se la explicó, porque lo tenía asediado y ella explicó la adivinanza a los hijos de su pueblo.
Jdg 14:18 El séptimo día, antes que entrara en la alcoba, la gente de la ciudad dijo a Sansón: «¿Qué hay más dulce que la miel, y qué más fuerte que el león?» El les respondió: «Si no hubierais arado con mi novilla, no habríais acertado mi adivinanza.»
Jdg 14:19 Luego el espíritu de Yahveh le invadió, bajó a Ascalón y mató allí a treinta hombres, tomó sus despojos y entregó las mudas a los acertantes de la adivinanza; luego, encendido en cólera, subió a la casa de su padre.
Jdg 14:20 La mujer de Sansón pasó a ser de un compañero suyo, el que había sido su amigo de confianza.


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Capítulo 15

15:1
Y ACONTECIÓ después de días, que en el tiempo de la siega del trigo, Samsón visitó á su mujer con un cabrito, diciendo: Entraré á mi mujer á la cámara. Mas el padre de ella no lo dejó entrar.
15:2
Y dijo el padre de ella: Persuadíme que la aborrecías, y díla á tu compañero. Mas su hermana menor, ¿no es más hermosa que ella? tómala, pues, en su lugar.
15:3
Y Samsón les repondió: Yo seré sin culpa esta vez para con los Filisteos, si mal les hiciere.
15:4
Y fué Samsón y cogió trescientas zorras, y tomando teas, y trabando aquéllas por las colas, puso entre cada dos colas una tea.
15:5
Después, encendiendo las teas, echó las zorras en los sembrados de los Filisteos, y quemó hacinas y mieses, y viñas y olivares.
15:6
Y dijeron los Filisteos: ¿Quién hizo esto? Y fuéles dicho: Samsón, el yerno del Timnateo, porque le quitó su mujer y la dió á su compañero. Y vinieron los Filisteos, y quemaron á fuego á ella y á su padre.
15:7
Entonces Samsón les dijo: ¿Así lo habíais de hacer? mas yo me vengaré de vosotros, y después cesaré.
15:8
E hiriólos pierna y muslo con gran mortandad; y descendió, y fijóse en la cueva de la peña de Etam.
15:9
Y los Filisteos subieron y pusieron campo en Judá, y tendiéronse por Lehi.
15:10
Y los varones de Judá les dijeron: ¿Por qué habéis subido contra nosotros? Y ellos respondieron: A prender á Samsón hemos subido, para hacerle como él nos ha hecho.
15:11
Y vinieron tres mil hombres de Judá á la cueva de la peña de Etam, y dijeron á Samsón: ¿No sabes tú que los Filisteos dominan sobre nosotros? ¿por qué nos has hecho esto? Y él les respondió: Yo les he hecho como ellos me hicieron.
15:12
Ellos entonces le dijeron: Nosotros hemos venido para prenderte, y entregarte en mano de los Filisteos. Y Samsón les respondió: Juradme que vosotros no me mataréis.
15:13
Y ellos le respondieron, diciendo: No, solamente te prenderemos, y te entregaremos en sus manos; mas no te mataremos. Entonces le ataron con dos cuerdas nuevas, é hiciéronle venir de la peña.
15:14
Y así que vino hasta Lehi, los Filisteos le salieron á recibir con algazara: y el espíritu de el Altísimo cayó sobre él, y las cuerdas que estaban en sus brazos se tornaron como lino quemado con fuego, y las ataduras se cayeron de sus manos.
15:15
Y hallando una quijada de asno fresca, extendió la mano y tomóla, é hirió con ella á mil hombres.
15:16
Entonces Samsón dijo: Con la quijada de un asno, un montón, dos montones; Con la quijada de un asno herí mil hombres.
15:17
Y acabando de hablar, echó de su mano la quijada, y llamó á aquel lugar Ramath-lehi.
15:18
Y teniendo gran sed, clamó luego á el Altísimo, y dijo: Tú has dado esta gran salud por mano de tu siervo: ¿y moriré yo ahora de sed, y caeré en mano de los incircuncisos?
15:19
Entonces quebró Dios una muela que estaba en la quijada, y salieron de allí aguas, y bebió, y recobró su espíritu, y reanimóse. Por tanto llamó su nombre de aquel lugar, En-haccore, el cual es en Lehi, hasta hoy.
15:20
Y juzgó á Israel en días de los Filisteos veinte años.
Jdg 15:1 Algún tiempo después, por los días de la siega del trigo, fue Sansón a visitar a su mujer llevando un cabrito y dijo: «Quiero llegarme a mi mujer, en la alcoba.» Pero el padre de ella no le dejó entrar.
Jdg 15:2 y le dijo: «Yo pensé que ya no la querías y se la di a tu compañero. ¿No vale más su hermana menor? Sea tuya en lugar de la otra.»
Jdg 15:3 Sansón les replicó: «Esta vez no tengo culpa con los con los filisteos si les hago daño.»
Jdg 15:4 Se fue Sansón, y cazó trescientas zorras; cogió unas teas y, juntando a los animales cola con cola, puso una tea en medio entre las dos colas.
Jdg 15:5 Prendió fuego a las teas y luego, soltando las zorras por las mieses de los filisteos, incendió las gavillas y el trigo todavía en pie y hasta las viñas y olivares.
Jdg 15:6 Los filisteos preguntaron: «¿Quién ha hecho esto?» Y les respondieron: «Sansón, el yerno del timnita, porque éste tomó a su mujer y se la dio a su compañero.» Entonces los filisteos subieron y quemaron a aquella mujer y la casa de su padre.
Jdg 15:7 Sansón les dijo: «Ya que os portáis así no he de parar hasta vengarme de vosotros.»
Jdg 15:8 Y les midió las costillas causándoles un gran estrago. Después bajó a la gruta de la roca de Etam y se quedó allí.
Jdg 15:9 Los filisteos subieron a acampar en Judá e hicieron una incursión por Lejí.
Jdg 15:10 Y les dijeron los hombres de Judá: «¿Por qué habéis subido contra nosotros?» Respondieron: «Hemos subido para amarrar a Sansón, para hacer con él lo que él ha hecho con nosotros.»
Jdg 15:11 3.000 hombres de Judá bajaron a la gruta de la roca de Etam y dijeron a Sansón: «¿No sabes que los filisteos nos están dominando? ¿Qué nos has hecho?» El les respondió: «Como me trataron a mí, les he tratado yo a ellos.»
Jdg 15:12 Ellos le dijeron: «Hemos bajado para amarrarte y entregarte en manos de los filisteos.» Sansón les dijo: «Juradme que no me vais a matar vosotros mismos.»
Jdg 15:13 Le respondieron: «No; sólo queremos amarrarte y entregarte, no te mataremos.» Lo amarraron, pues, con dos cordeles nuevos y lo sacaron de entre las rocas.
Jdg 15:14 Cuando llegaba a Lejí y los filisteos corrían a su encuentro, con gritos de triunfo, el espíritu de Yahveh vino sobre él: los cordeles que sujetaban sus brazos fueron como hilos de lino que se queman al fuego y las ligaduras se deshicieron entre sus manos.
Jdg 15:15 Encontró una quijada de asno todavía fresca, alargó la mano, la cogió y mató con ella a mil hombres.
Jdg 15:16 Sansón dijo entonces: «Con quijada de asno los amontoné. Con quijada de asno, a mil hombres sacudí.»
Jdg 15:17 Cuando terminó de hablar, tiró la quijada: por eso se llamó aquel lugar Ramat Lejí.
Jdg 15:18 Entonces sintió una sed terrible e invocó a Yahveh diciendo: «Tú has logrado esta gran victoria por mano de tu siervo y ahora ¿voy a morir de sed y a caer en manos de los incircuncisos?»
Jdg 15:19 Entonces Dios hendió la cavidad que hay en Lejí y brotó agua de ella. Sansón bebió, recobró su espíritu y se reanimó. Por eso se dio el nombre de En Haccoré a la fuente que existe todavía hoy en Lejí.
Jdg 15:20 Sansón fue juez en Israel en la época de los filisteos por espacio de veinte años.


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Capítulo 16

16:1
Y FUÉ Samsón á Gaza, y vió allí una mujer ramera, y entró á ella.
16:2
Y fué dicho á los de Gaza: Samsón es venido acá. Y cercáronlo, y pusiéronle espías toda aquella noche á la puerta de la ciudad: y estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la mañana; entonces lo mataremos.
16:3
Mas Samsón durmió hasta la media noche; y á la media noche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, echóselas al hombro, y fuése, y subióse con ellas á la cumbre del monte que está delante de Hebrón.
16:4
Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila.
16:5
Y vinieron á ella los príncipes de los Filisteos, y dijéronle: Engáñale y sabe en qué consiste su grande fuerza, y cómo lo podríamos vencer, para que lo atemos y lo atormentemos; y cada uno de nosotros te dará mil y cien siclos de plata.
16:6
Y Dalila dijo á Samsón: Yo te ruego que me declares en qué consiste tu grande fuerza, y cómo podrás ser atado para ser atormentado.
16:7
Y respondióle Samsón: Si me ataren con siete mimbres verdes que aun no estén enjutos, entonces me debilitaré, y seré como cualquiera de los hombres.
16:8
Y los príncipes de los Filisteos le trajeron siete mimbres verdes que aun no se habían enjugado, y atóle con ellos.
16:9
Y estaban espías en casa de ella en una cámara. Entonces ella le dijo: ¡Samsón, los Filisteos sobre ti! Y él rompió los mimbres, como se rompe una cuerda de estopa cuando siente el fuego: y no se supo su fuerza.
16:10
Entonces Dalila dijo á Samsón: He aquí tú me has engañado, y me has dicho mentiras: descúbreme pues ahora, yo te ruego, cómo podrás ser atado.
16:11
Y él le dijo: Si me ataren fuertemente con cuerdas nuevas, con las cuales ninguna cosa se haya hecho, yo me debilitaré, y seré como cualquiera de los hombres.
16:12
Y Dalila tomó cuerdas nuevas, y atóle con ellas, y díjole: ¡Samsón, los Filisteos sobre ti! Y los espías estaban en una cámara. Mas él las rompió de sus brazos como un hilo.
16:13
Y Dalila dijo á Samsón: Hasta ahora me engañas, y tratas conmigo con mentiras. Descúbreme pues ahora cómo podrás ser atado. El entonces le dijo: Si tejieres siete guedejas de mi cabeza con la tela.
16:14
Y ella hincó la estaca, y díjole: ¡Samsón, los Filisteos sobre ti! Mas despertando él de su sueño, arrancó la estaca del telar con la tela.
16:15
Y ella le dijo: ¿Cómo dices, Yo te amo, pues que tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has aún descubierto en qué está tu gran fuerza.
16:16
Y aconteció que, apretándole ella cada día con sus palabras é importunándole, su alma fué reducida á mortal angustia.
16:17
Descubrióle pues todo su corazón, y díjole: Nunca á mi cabeza llegó navaja; porque soy Nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y seré debilitado, y como todos los hombres.
16:18
Y viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió á llamar á los príncipes de los Filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los príncipes de los Filisteos vinieron á ella, trayendo en su mano el dinero.
16:19
Y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas; y llamado un hombre, rapóle siete guedejas de su cabeza, y comenzó á afligirlo, pues su fuerza se apartó de él.
16:20
Y díjole: ¡Samsón, los Filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras, y me escaparé: no sabiendo que el Altísimo ya se había de él apartado.
16:21
Mas los Filisteos echaron mano de él, y sacáronle los ojos, y le llevaron á Gaza; y le ataron con cadenas, para que moliese en la cárcel.
16:22
Y el cabello de su cabeza comenzó á crecer, después que fué rapado.
16:23
Entonces los príncipes de los Filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio á Dagón su dios, y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos á Samsón nuestro enemigo.
16:24
Y viéndolo el pueblo, loaron á su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos á nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual había muerto á muchos de nosotros.
16:25
Y aconteció que, yéndose alegrando el corazón de ellos, dijeron: Llamad á Samsón, para que divierta delante de nosotros. Y llamaron á Samsón de la cárcel, y hacía de juguete delante de ellos; y pusiéronlo entre las columnas.
16:26
Y Samsón dijo al mozo que le guiaba de la mano: Acércame, y hazme tentar las columnas sobre que se sustenta la casa, para que me apoye sobre ellas.
16:27
Y la casa estaba llena de hombres y mujeres: y todos los príncipes de los Filisteos estaban allí; y en el alto piso había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Samsón.
16:28
Entonces clamó Samsón á el Altísimo, y dijo: Señor el Altísimo, acuérdate ahora de mí, y esfuérzame, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los Filisteos, por mis dos ojos.
16:29
Asió luego Samsón las dos columnas del medio sobre las cuales se sustentaba la casa, y estribó en ellas, la una con la mano derecha, y la otra con la izquierda;
16:30
Y dijo Samsón: Muera yo con los Filisteos. Y estribando con esfuerzo, cayó la casa sobre los príncipes, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y fueron muchos más los que de ellos mató muriendo, que los que había muerto en su vida.
16:31
Y descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y tomáronle, y lleváronle, y le sepultaron entre Sora y Esthaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Y él juzgó á Israel veinte años.
Jdg 16:1 De allí Sansón se dirigió a Gaza, vio allí una meretriz y entró donde ella.
Jdg 16:2 Se dio aviso a los hombres de Gaza: «Ha venido Sansón.» Ellos le rodearon y le estuvieron acechando a la puerta de la ciudad. Estuvieron quietos toda la noche pensando: «Esperemos hasta que despunte el día y lo mataremos.»
Jdg 16:3 Sansón estuvo durmiendo hasta media noche; y a media noche se levantó, cogió las hojas de la puerta de la ciudad con sus dos jambas, las arrancó junto con la barra, se las cargó a la espalda, y las subió hasta la cumbre del monte que está frente a Hebrón.
Jdg 16:4 Después de esto, se enamoró de una mujer de la vaguada de Soreq, que se llamaba Dalila.
Jdg 16:5 Los tiranos de los filisteos subieron donde ella y le dijeron: «Sonsácale y entérate de dónde le viene esa fuerza tan enorme, y cómo podríamos dominarlo para amarrarlo y tenerlo sujeto. Nosotros te daremos cada uno 1.100 siclos de plata.»
Jdg 16:6 Dalila dijo a Sansón: «Dime, por favor, ¿de dónde te viene esa fuerza tan grande y con qué habría que atarte para tenerte sujeto?»
Jdg 16:7 Sansón le respondió: «Si me amarraran con siete cuerdas de arco todavía frescas, sin dejarlas secar, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera.»
Jdg 16:8 Los tiranos de los filisteos llevaron a Dalila siete cuerdas de arco frescas, sin secar aún, y lo amarró con ellas.
Jdg 16:9 Tenía ella hombres apostados en la alcoba y le gritó: «Los filisteos contra ti, Sansón». El rompió las cuerdas de arco como se rompe el hilo de estopa en cuanto siente el fuego. Así no se descubrió el secreto de la fuerza.
Jdg 16:10 Entonces Dalila dijo a Sansón: «Te has reído de mí y me has dicho mentiras; dime pues, por favor, con qué habría que atarte.»
Jdg 16:11 El le respondió: «Si me amarraran bien con cordeles nuevos sin usar, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera.»
Jdg 16:12 Dalila cogió unos cordeles nuevos, lo amarró con ellos y le gritó: «Los filisteos contra ti, Sansón.» Tenía ella hombres apostados en la alcoba, pero él rompió los cordeles de sus brazos como un hilo.
Jdg 16:13 Entonces Dalila dijo a Sansón: «Hasta ahora te has estado burlando de mi y no me has dicho más que mentiras. Dime con qué habría de amarrarte.» El le respondió: «Si tejieras las siete trenzas de mi cabellera con la trama y las clavaras con la clavija del tejedor, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera.»
Jdg 16:14 Ella le hizo dormir, tejió luego las siete trenzas de su cabellera con la trama, las clavó con la clavija y le gritó: «Los filisteos contra ti, Sansón.» El se despertó de su sueño y arrancó la trama y la clavija. Así no se descubrió el secreto de su fuerza.
Jdg 16:15 Dalila le dijo: «¿Cómo puedes decir: "Te amo ", si tu corazón no está conmigo? Tres veces te has reído ya de mí y no me has dicho en qué consiste esa fuerza tan grande.»
Jdg 16:16 Como todos los días le asediaba con sus palabras y le importunaba, aburrido de la vida,
Jdg 16:17 le abrió todo su corazón y le dijo: «La navaja no ha pasado jamás por mi cabeza, porque soy nazir de Dios desde el vientre de mi madre. Si me rasuraran, mi fuerza se retiraría de mí, me debilitaría y sería como un hombre cualquiera.»
Jdg 16:18 Dalila comprendió entonces que le había abierto todo su corazón, mandó llamar a los tiranos de los filisteos y les dijo: «Venid esta vez, pues me ha abierto todo su corazón.» Y los tiranos de los filisteos vinieron donde ella con el dinero en la mano.
Jdg 16:19 Ella hizo dormir a Sansón sobre sus rodillas y llamó a un hombre que le cortó las siete trenzas de su cabeza. Entonces ella comenzó a humillarlo, y se retiró de él su vigor.
Jdg 16:20 Ella gritó: «Los filisteos contra ti, Sansón.» El se despertó de su sueño y se dijo: «Saldré como las otras veces y me desembarazaré.» No sabía que Yahveh se había apartado de él.
Jdg 16:21 Los filisteos le echaron mano, le sacaron los ojos, y lo bajaron a Gaza. Allí lo ataron con una doble cadena de bronce y daba vueltas a la muela en la cárcel.
Jdg 16:22 Pero el pelo de su cabeza, nada más rapado, empezó a crecer.
Jdg 16:23 Los tiranos de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a su dios Dagón y hacer gran fiesta. Decían: «Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo.»
Jdg 16:24 En cuanto lo vio la gente, alababa a su dios diciendo: «Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo, al que devastaba nuestro país y multiplicaba nuestras víctimas.»
Jdg 16:25 Y como su corazón estaba alegre, dijeron: «Llamad a Sansón para que nos divierta.» Trajeron, pues, a Sansón de la cárcel, y él les estuvo divirtiendo; luego lo pusieron de pie entre las columnas.
Jdg 16:26 Sansón dijo entonces al muchacho que lo llevaba de la mano: «Ponme donde pueda tocar las columnas en las que descansa la casa para que me apoye en ellas.»
Jdg 16:27 La casa estaba llena de hombres y mujeres. Estaban dentro todos los tiranos de los filisteos y, en el terrado, unos 3.000 hombres y mujeres contemplando los juegos de Sansón.
Jdg 16:28 Sansón invocó a Yahveh y exclamó: «Señor Yahveh, dígnate acordarte de mí, hazme fuerte nada más que esta vez, oh Dios, para que de un golpe me vengue de los filisteos por mis dos ojos.»
Jdg 16:29 Y Sansón palpó las dos columnas centrales sobre las que descansaba la casa, se apoyó contra ellas, en una con su brazo derecho, en la otra con el izquierdo,
Jdg 16:30 y gritó: «¡Muera yo con los filisteos!» Apretó con todas sus fuerzas y la casa se derrumbó sobre los tiranos y sobre toda la gente allí reunida. Los muertos que mató al morir fueron más que los que había matado en vida.
Jdg 16:31 Sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron y se lo llevaron. Lo subieron y sepultaron entre Sorá y Estaol, en el sepulcro de su padre Manóaj. Había juzgado a Israel por espacio de veinte años.


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Capítulo 17

17:1
HUBO un hombre del monte de Ephraim, que se llamaba Michâs.
17:2
El cual dijo á su madre: Los mil y cien siclos de plata que te fueron hurtados, por lo que tú maldecías oyéndolo yo, he aquí que yo tengo este dinero: yo lo había tomado. Entonces la madre dijo: Bendito seas de el Altísimo, hijo mío.
17:3
Y luego que él hubo vuelto á su madre los mil y cien siclos de plata, su madre dijo: Yo he dedicado este dinero á el Altísimo de mi mano para ti, hijo mío, para que hagas una imagen de talla y de fundición: ahora pues, yo te lo devuelvo.
17:4
Mas volviendo él á su madre los dineros, tomó su madre doscientos siclos de plata, y diólos al fundidor: y él le hizo de ellos una imagen de talla y de fundición, la cual fué puesta en casa de Michâs.
17:5
Y tuvo este hombre Michâs casa de dioses, é hízose hacer ephod y teraphim, y consagró uno de sus hijos; y fuéle por sacerdote.
17:6
En estos días no había rey en Israel: cada uno hacía como mejor le parecía.
17:7
Y había un joven de Beth-lehem de Judá, de la tribu de Judá, el cual era Levita; y peregrinaba allí.
17:8
Este hombre se había partido de la ciudad de Beth-lehem de Judá, para ir á vivir donde hallase; y llegando al monte de Ephraim, vino á casa de Michâs, para de allí hacer su camino.
17:9
Y Michâs le dijo: ¿De dónde vienes? Y el Levita le respondió: Soy de Beth-lehem de Judá, y voy á vivir donde hallare.
17:10
Entonces Michâs le dijo: Quédate en mi casa, y me serás en lugar de padre y sacerdote; y yo te daré diez siclos de plata por año, y el ordinario de vestidos, y tu comida. Y el Levita se quedó.
17:11
Acordó pues el Levita en morar con aquel hombre, y él lo tenía como á uno de sus hijos.
17:12
Y Michâs consagró al Levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y estaba en casa de Michâs.
17:13
Y Michâs dijo: Ahora sé que el Altísimo me hará bien, pues que el Levita es hecho mi sacerdote.
Jdg 17:1 Había en la montaña de Efraím un hombre llamado Miqueas.
Jdg 17:2 Dijo a su madre: «Los 1.100 siclos de plata que te quitaron y por los que lanzaste una maldición, incluso oí que dijiste... esa plata la tengo yo; yo la robé.» Su madre respondió: «Que mi hijo sea bendito de Yahveh».
Jdg 17:3 Y él le devolvió los 1.100 siclos de plata. Y su madre dijo: «Yo consagré solemne y espontáneamente, por mi hijo, esta plata a Yahveh, para hacer con ella una imagen y un ídolo de fundición, pero ahora te la devuelvo.» Y él devolvió la plata a su madre.
Jdg 17:4 Su madre tomó doscientos siclos de plata y los entregó al fundidor. Este le hizo una imagen (y un ídolo de metal fundido) que quedó en casa de Miqueas.
Jdg 17:5 Este hombre, Miká, tenía una Casa de Dios; hizo un efod y unos terafim e invistió a uno de sus hijos que vino a ser su sacerdote.
Jdg 17:6 En aquel tiempo no había rey en Israel y hacía cada uno lo que le parecía bien.
Jdg 17:7 Había un joven de Belén de Judá, de la familia de Judá, que era levita y residía allí como forastero.
Jdg 17:8 Este hombre dejó la ciudad de Belén de Judá para ir a residir donde pudiera. Haciendo su camino llegó a la montaña de Efraím, a la casa de Miká.
Jdg 17:9 Miká le preguntó: «¿De dónde vienes?» Le respondió: «Soy un levita de Belén de Judá. Vengo de paso para residir donde pueda.»
Jdg 17:10 Miká le dijo: «Quédate en mi casa, y serás para mí un padre y un sacerdote; yo te daré diez siclos de plata al año, el vestido y la comida.»
Jdg 17:11 El levita accedió a quedarse en casa de aquel hombre y el joven fue para él como uno de sus hijos.
Jdg 17:12 Miká invistió al levita; el joven fue su sacerdote y se quedó en casa de Miká.
Jdg 17:13 Y dijo Miká: «Ahora sé que Yahveh me favorecerá, porque tengo a este levita como sacerdote.»


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Capítulo 18

18:1
EN aquellos días no había rey en Israel. Y en aquellos días la tribu de Dan buscaba posesión para sí donde morase, porque hasta entonces no le había caído suerte entre las tribus de Israel por heredad.
18:2
Y los hijos de Dan enviaron de su tribu cinco hombres de sus términos, hombres valientes, de Sora y Esthaol, para que reconociesen y explorasen bien la tierra; y dijéronles: Id y reconoced la tierra. Estos vinieron al monte de Ephraim, hasta la casa de Michâs, y allí posaron.
18:3
Y como estaban cerca de la casa de Michâs, reconocieron la voz del joven Levita; y llegándose allá, dijéronle: ¿Quién te ha traído por acá? ¿y qué haces aquí? ¿y qué tienes tú por aquí?
18:4
Y él les respondió: De esta y de esta manera ha hecho conmigo Michâs, y me ha tomado para que sea su sacerdote.
18:5
Y ellos le dijeron: Pregunta pues ahora á Dios, para que sepamos si ha de prosperar nuestro viaje que hacemos.
18:6
Y el sacerdote les respondió: Id en paz, que vuestro viaje que hacéis es delante de el Altísimo.
18:7
Entonces aquellos cinco hombres se partieron, y vinieron á Lais: y vieron que el pueblo que habitaba en ella estaba seguro, ocioso y confiado, conforme á la costumbre de los de Sidón; no había nadie en aquella región que los perturbase en cosa alguna para poseer aquel estado; demás de esto, estaban lejos de los Sidonios, y no tenían negocios con nadie.
18:8
Volviendo pues ellos á sus hermanos en Sora y Esthaol, sus hermanos les dijeron: ¿Qué hay? y ellos respondieron:
18:9
Levantaos, subamos contra ellos; porque nosotros hemos explorado la región, y hemos visto que es muy buena: ¿y vosotros os estáis quedos? no seáis perezosos en poneros en marcha para ir á poseer la tierra.
18:10
Cuando allá llegareis, vendréis á una gente segura, y á una tierra de ancho asiento; pues que Dios la ha entregado en vuestras manos; lugar donde no hay falta de cosa que sea en la tierra.
18:11
Y partiendo los de Dan de allí, de Sora y de Esthaol, seiscientos hombres armados de armas de guerra,
18:12
Fueron y asentaron campo en Chîriath-jearim, en Judá; de donde aquel lugar fué llamado el campo de Dan, hasta hoy: está detrás de Chîriath-jearim.
18:13
Y pasando de allí al monte de Ephraim, vinieron hasta la casa de Michâs.
18:14
Entonces aquellos cinco hombres que habían ido á reconocer la tierra de Lais, dijeron á sus hermanos: ¿No sabéis como en estas casas hay ephod y teraphim, é imagen de talla y de fundición? Mirad pues lo que habéis de hacer.
18:15
Y llegándose allá, vinieron á la casa del joven Levita en casa de Michâs, y preguntáronle cómo estaba.
18:16
Y los seiscientos hombres, que eran de los hijos de Dan, estaban armados de sus armas de guerra á la entrada de la puerta.
18:17
Y subiendo los cinco hombres que habían ido á reconocer la tierra, entraron allá, y tomaron la imagen de talla, y el ephod, y el teraphim, y la imagen de fundición, mientras estaba el sacerdote á la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados de armas de guerra.
18:18
Entrando pues aquellos en la casa de Michâs, tomaron la imagen de talla, el ephod, y el teraphim, y la imagen de fundición. Y el sacerdote les dijo: ¿Qué hacéis vosotros?
18:19
Y ellos le respondieron: Calla, pon la mano sobre tu boca, y vente con nosotros, para que seas nuestro padre y sacerdote. ¿Es mejor que seas tú sacerdote en casa de un hombre solo, que de una tribu y familia de Israel?
18:20
Y alegróse el corazón del sacerdote; el cual tomando el ephod y el teraphim, y la imagen, vínose entre la gente.
18:21
Y ellos tornaron y fuéronse; y pusieron los niños, y el ganado y el bagaje, delante de sí.
18:22
Y cuando ya se habían alejado de la casa de Michâs, los hombres que habitaban en las casas cercanas á la casa de Michâs, se juntaron, y siguieron á los hijos de Dan.
18:23
Y dando voces á los de Dan, éstos volvieron sus rostros, y dijeron á Michâs: ¿Qué tienes que has juntado gente?
18:24
Y él respondió: Mis dioses que yo hice, que lleváis juntamente con el sacerdote, y os vais: ¿qué más me queda? ¿y á qué propósito me decís: Qué tienes?
18:25
Y los hijos de Dan le dijeron: No des voces tras nosotros, no sea que los de ánimo colérico os acometan, y pierdas también tu vida, y la vida de los tuyos.
18:26
Y yéndose los hijos de Dan su camino, y viendo Michâs que eran más fuertes que él, volvióse y regresó á su casa.
18:27
Y ellos llevando las cosas que había hecho Michâs, juntamente con el sacerdote que tenía, llegaron á Lais, al pueblo reposado y seguro; y metiéronlos á cuchillo, y abrasaron la ciudad con fuego.
18:28
Y no hubo quien los defendiese, porque estaban lejos de Sidón, y no tenían comercio con nadie. Y la ciudad estaba en el valle que hay en Beth-rehob. Luego reedificaron la ciudad, y habitaron en ella.
18:29
Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, conforme al nombre de Dan su padre, hijo de Israel, bien que antes se llamaba la ciudad Lais.
18:30
Y los hijos de Dan se levantaron imagen de talla; y Jonathán, hijo de Gersón, hijo de Manasés, él y sus hijos fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día de la transmigración de la tierra.
18:31
Y levantáronse la imagen de Michâs, la cual él había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.
Jdg 18:1 Por aquel tiempo no había rey en Israel. Por entonces la tribu de Dan buscaba un territorio donde habitar, pues hasta aquel día no le había tocado heredad entre las tribus de Israel.
Jdg 18:2 Los danitas enviaron a cinco hombres de su familia, hombres valientes de Sorá y Estaol, para recorrer el país y explorarlo. Y les dijeron: «Id a explorar esa tierra.» Llegaron a la montaña de Efraím cerca de la casa de Miká, y pasaron allí la noche.
Jdg 18:3 Como estaban cerca de la casa de Miká, reconocieron la voz del joven levita, y llegándose allá le dijeron: «¿Quién te ha traído por acá?, ¿qué haces en este lugar? ¿qué se te ha perdido aquí?»
Jdg 18:4 El les respondió: «Esto y esto ha hecho por mí Miká. Me ha tomado a sueldo y soy su sacerdote.»
Jdg 18:5 Le dijeron: «Consulta, pues, a Dios, para que sepamos si el viaje que estamos haciendo tendrá feliz término.»
Jdg 18:6 Les respondió el sacerdote: «Id en paz; el viaje que hacéis está bajo la mirada de Yahveh.»
Jdg 18:7 Los cinco hombres partieron y llegaron a Lais. Vieron que las gentes que habitaban allí vivían seguras, según las costumbres de los sidonios, tranquilas y confiadas; que nada faltaba allí de cuanto produce la tierra, que estaban lejos de los sidonios y no tenían relaciones con los arameos.
Jdg 18:8 Volvieron entonces donde sus hermanos, a Sorá y Estaol, y éstos les preguntaron: «¿Qué noticias traéis?»
Jdg 18:9 Ellos respondieron: «¿Arriba!, vayamos contra ellos, porque hemos visto el país y es excelente. Pero ¿por qué estáis parados sin decir nada? No dudéis en partir para ir a conquistar aquella tierra.
Jdg 18:10 Cuando lleguéis, os encontraréis con un pueblo tranquilo. El país es espacioso: Dios lo ha puesto en nuestras manos; es un lugar en el que no falta nada de lo que puede haber sobre la tierra.»
Jdg 18:11 Partieron, pues, de allí, del clan de los danitas, de Sorá y Estaol, seiscientos hombres bien armados.
Jdg 18:12 Subieron y acamparon en Quiryat Yearim, en Judá. Por eso, todavía hoy, se llama aquel lugar el Campamento de Dan. Está detrás de Quiryat Yearim.
Jdg 18:13 De allí pasaron a la montaña de Efraím y llegaron a la casa de Miká.
Jdg 18:14 Los cinco hombres que habían ido a recorrer la tierra, tomaron la palabra y dijeron a sus hermanos: «¿No sabéis que hay aquí en estas casas un efod, unos terafim, una imagen y un ídolo de metal fundido? Considerad, pues, lo que habéis de hacer.»
Jdg 18:15 Llegándose allá entraron en la casa del joven levita, la casa de Miká, y le dieron el saludo de paz.
Jdg 18:16 Los seiscientos hombres danitas con sus armas de guerra estaban en el umbral de la puerta.
Jdg 18:17 Los cinco hombres que habían ido a recorrer la tierra subieron, entraron dentro y cogieron la imagen, el efod, los terafim y el ídolo de fundición; entre tanto el sacerdote estaba en el umbral de la puerta con los seiscientos hombres armados.
Jdg 18:18 Aquéllos, pues, entrando en la casa de Miká, cogieron la imagen, el efod, los terafim y el ídolo de fundición. El sacerdote les dijo: «¿Qué estáis haciendo?»
Jdg 18:19 «Calla - le contestaron - pon la mano en la boca y ven con nosotros. Serás para nosotros padre y sacerdote. ¿Prefieres ser sacerdote de la casa de un particular a ser sacerdote de una tribu y de un clan de Israel?»
Jdg 18:20 Se alegró con ello el corazón del sacerdote, tomó el efod, los terafim y la imagen y se fue en medio de la tropa.
Jdg 18:21 Reemprendieron el camino colocando en la cabeza a las mujeres, los niños, los rebaños y los objetos preciosos.
Jdg 18:22 Estaban ya lejos de la casa de Miká, cuando los hombres de las casas vecinas a la casa de Miká dieron la alarma y salieron en persecución de los danitas,
Jdg 18:23 y les gritaron. Se volvieron éstos y dijeron a Miká: «¿Qué te pasa para gritar así?»
Jdg 18:24 Respondió: «Me habéis quitado a mi dios, el que yo me había hecho, y a mi sacerdote. Vosotros os marcháis, y a mí ¿qué me queda? y encima me decís: ¿Qué te pasa?»
Jdg 18:25 Los danitas le contestaron: «Calla de una vez, no sea que algunos irritados caigan sobre vosotros y pierdas tu vida y la de tu casa.»
Jdg 18:26 Los danitas siguieron su camino; y Miká, viendo que eran más fuertes, se volvió a su casa.
Jdg 18:27 Ellos tomaron el dios que Miká había fabricado y el sacerdote que tenía, y marcharon contra Lais, pueblo tranquilo y confiado. Pasaron a cuchillo a la población e incendiaron la ciudad.
Jdg 18:28 Nadie vino en su ayuda, porque estaba lejos de Sidón y no tenía relaciones con los arameos. Estaba situada en el valle que se extiende hacia Bet Rejob. Reconstruyeron la ciudad, se establecieron en ella,
Jdg 18:29 y le pusieron el nombre de Dan, en recuerdo de su padre Dan, hijo de Israel. Aunque antiguamente la ciudad se llamaba Lais.
Jdg 18:30 Los danitas erigieron para sí la imagen. Jonatán, hijo de Guersón, hijo de Moisés, y después sus hijos, fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el día de la deportación del país.
Jdg 18:31 Se erigieron la imagen que había hecho Miká y allí permaneció mientras estuvo en Silo la casa de Dios.


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Capítulo 19

19:1
EN aquellos días, cuando no había rey en Israel, hubo un Levita que moraba como peregrino en los lados del monte de Ephraim, el cual se había tomado mujer concubina de Beth-lehem de Judá.
19:2
Y su concubina adulteró contra él, y fuese de él á casa de su padre, á Beth-lehem de Judá, y estuvo allá por tiempo de cuatro meses.
19:3
Y levantóse su marido, y siguióla, para hablarle amorosamente y volverla, llevando consigo un criado suyo y un par de asnos; y ella le metió en la casa de su padre.
19:4
Y viéndole el padre de la moza, salióle á recibir gozoso; y detúvole su suegro, padre de la moza, y quedó en su casa tres días, comiendo y bebiendo, y reposando allí.
19:5
Y al cuarto día, como se levantaron de mañana, levantóse también el Levita para irse, y el padre de la moza dijo á su yerno: Conforta tu corazón con un bocado de pan, y después os iréis.
19:6
Y sentáronse ellos dos juntos, y comieron y bebieron. Y el padre de la moza dijo al varón: Yo te ruego que te quieras quedar aquí esta noche, y alegraráse tu corazón.
19:7
Y levantándose el varón para irse, el suegro le constriñó á que tornase y tuviese allí la noche.
19:8
Y al quinto día levantándose de mañana para irse, díjole el padre de la moza: Conforta ahora tu corazón. Y habiendo comido ambos á dos, detuviéronse hasta que ya declinaba el día.
19:9
Levantóse luego el varón para irse, él, y su concubina, y su criado. Entonces su suegro, el padre de la moza, le dijo: He aquí el día declina para ponerse el sol, ruégote que os estéis aquí la noche; he aquí que el día se acaba, ten aquí la noche, para que se alegre tu corazón; y mañana os levantaréis temprano á vuestro camino, y llegarás á tus tiendas.
19:10
Mas el hombre no quiso quedar allí la noche, sino que se levantó y partió, y llegó hasta enfrente de Jebus, que es Jerusalem, con su par de asnos aparejados, y con su concubina.
19:11
Y estando ya junto á Jebus, el día había declinado mucho: y dijo el criado á su señor: Ven ahora, y vámonos á esta ciudad de los Jebuseos, para que tengamos en ella la noche.
19:12
Y su señor le respondió: No iremos á ninguna ciudad de extranjeros, que no sea de los hijos de Israel: antes pasaremos hasta Gabaa. Y dijo á su criado:
19:13
Ven, lleguemos á uno de esos lugares, para tener la noche en Gabaa, ó en Rama.
19:14
Pasando pues, caminaron, y púsoseles el sol junto á Gabaa, que era de Benjamín.
19:15
Y apartáronse del camino para entrar á tener allí la noche en Gabaa; y entrando, sentáronse en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los acogiese en casa para pasar la noche.
19:16
Y he aquí un hombre viejo, que á la tarde venía del campo de trabajar; el cual era del monte de Ephraim, y moraba como peregrino en Gabaa, pero los moradores de aquel lugar eran hijos de Benjamín.
19:17
Y alzando el viejo los ojos, vió á aquel viajante en la plaza de la ciudad, y díjole: ¿A dónde vas, y de dónde vienes?
19:18
Y él respondió: Pasamos de Beth-lehem de Judá á los lados del monte de Ephraim, de donde yo soy; y partí hasta Beth-lehem de Judá; y voy á la casa de el Altísimo, y no hay quien me reciba en casa,
19:19
Aunque nosotros tenemos paja y de comer para nuestros asnos, y también tenemos pan y vino para mí y para tu sierva, y para el criado que está con tu siervo; de nada tenemos falta.
19:20
Y el hombre viejo dijo: Paz sea contigo; tu necesidad toda sea solamente á mi cargo, con tal que no tengas la noche en la plaza.
19:21
Y metiéndolos en su casa, dió de comer á sus asnos; y ellos se lavaron los pies, y comieron y bebieron.
19:22
Y cuando estaban gozosos, he aquí, que los hombres de aquella ciudad, hombres hijos de Belial, cercan la casa, y batían las puertas, diciendo al hombre viejo dueño de la casa: Saca fuera el hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos.
19:23
Y saliendo á ellos aquel varón, amo de la casa, díjoles: No, hermanos míos, ruégoos que no cometáis este mal, pues que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta maldad.
19:24
He aquí mi hija virgen, y la concubina de él: yo os las sacaré ahora; humilladlas, y haced con ellas como os pareciere, y no hagáis á este hombre cosa tan infame.
19:25
Mas aquellos hombres no le quisieron oir; por lo que tomando aquel hombre su concubina, sacósela fuera: y ellos la conocieron, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y dejáronla cuando apuntaba el alba.
19:26
Y ya que amanecía, la mujer vino, y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta que fué de día.
19:27
Y levantándose de mañana su señor, abrió las puertas de la casa, y salió para ir su camino, y he aquí, la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral.
19:28
Y él le dijo: Levántate, y vámonos. Mas ella no respondió. Entonces la levantó el varón, y echándola sobre su asno, levantóse y fuése á su lugar.
19:29
Y en llegando á su casa, toma un cuchillo, y echa mano de su concubina, y despedázala con sus huesos en doce partes, y enviólas por todos los términos de Israel.
19:30
Y todo el que lo veía, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Considerad esto, dad consejo, y hablad.

Jdg 19:1 En aquel tiempo, cuando aún no había rey en Israel, hubo un hombre, levita, que residía como forastero en los confines de la montaña de Efraím. Tomó por concubina a una mujer de Belén de Judá.
Jdg 19:2 Se enfadó con él su concubina y lo dejó para volver a la casa de su padre en Belén de Judá, donde permaneció bastante tiempo, unos cuatro meses.
Jdg 19:3 Su marido se puso en camino y fue donde ella, para hablarle al corazón y hacerla volver; llevaba consigo a su criado y un par de asnos. Cuando llegó a casa del padre de ella, le vio el padre de la joven y salió contento a su encuentro.
Jdg 19:4 Su suegro, el padre de la joven, lo retuvo y él se quedó con él tres días; comieron y bebieron y pasaron allí la noche.
Jdg 19:5 Al cuarto día se levantaron de madrugada y el levita se dispuso a partir; el padre de la joven dijo a su yerno: «Toma un bocado de pan para cobrar ánimo, y luego marcharás.»
Jdg 19:6 Se sentaron, y se pusieron a comer y beber los dos juntos. Luego el padre de la joven dijo al hombre: «Decídete, pasa aquí la noche y que se alegre tu corazón.»
Jdg 19:7 Se levantó el hombre para marchar, pero el suegro le porfió y se quedó aquella noche.
Jdg 19:8 Al quinto día madrugó para marchar, pero el padre de la joven le dijo: «Cobra ánimo primero, por favor.» Y pasaron el tiempo hasta declinar el día y comieron juntos.
Jdg 19:9 Se levantaron para marchar el marido con su concubina y su siervo, pero su suegro, el padre de la joven, le dijo: «Mira que la tarde está al caer. Pasa aquí la noche y que se alegre tu corazón. Mañana de madrugada marcharéis y volverás a tu tienda.»
Jdg 19:10 Pero el hombre no quiso pasar la noche allí; se levantó, partió y llegó frente a Jebús, o sea, Jerusalén. Llevaba consigo los dos asnos cargados, su concubina y su criado.
Jdg 19:11 Cuando llegaban cerca de Jebús, era ya hora muy avanzada. El criado dijo a su amo: «Vamos, dejemos el camino y entremos en esa ciudad de los jebuseos para pasar allí la noche.»
Jdg 19:12 Su amo le respondió: «No vamos a entrar en una ciudad de extranjeros, que no son israelitas; pasaremos de largo hasta Guibeá.»
Jdg 19:13 Y añadió a su criado: «Vamos a acercarnos a uno de esos poblados; pasaremos la noche en Guibeá o Ramá.»
Jdg 19:14 Pasaron, pues, de largo y continuaron su marcha. Y a la puesta del sol, llegaron frente a Guibeá de Benjamín.
Jdg 19:15 Se desviaron hacia allí y fueron a pasar la noche en Guibeá. El levita entró y se sentó en la plaza de la ciudad, pero no hubo nadie que les ofreciera casa donde pasar la noche.
Jdg 19:16 Llegó un viejo que volvía por la tarde de sus faenas del campo. Era un hombre de la montaña de Efraím que residía como forastero en Guibeá; mientras que la gente del lugar era benjaminita.
Jdg 19:17 Alzando los ojos, se fijó en el viajero que estaba en la plaza de la ciudad, y el anciano le dijo: «¿A dónde vas y de dónde vienes?»
Jdg 19:18 Y el otro le respondió: «Estamos de paso, venimos de Belén de Judá y vamos hasta los confines de la montaña de Efraím, de donde soy. Fui a Belén de Judá y ahora vuelvo a mi casa, pero nadie me ha ofrecido su casa.
Jdg 19:19 Y eso que tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y pan y vino para mí, para tu sierva y para el joven que acompaña a tu siervo. No nos falta de nada.»
Jdg 19:20 El viejo le dijo: «La paz sea contigo; yo proveeré a todas tus necesidades; pero no pases la noche en la plaza.»
Jdg 19:21 Le llevó, pues, a su casa y echó pienso a los asnos. Y ellos se lavaron los pies, comieron y bebieron.
Jdg 19:22 Mientras alegraban su corazón, los hombres de la ciudad, gente malvada, cercaron la casa y golpeando la puerta le dijeron al viejo, dueño de la casa: «Haz salir al hombre que ha entrado en tu casa para que lo conozcamos.»
Jdg 19:23 El dueño de la casa salió donde ellos y les dijo: «No, hermanos míos; no os portéis mal. Puesto que este hombre ha entrado en mi casa no cometáis esa infamia.
Jdg 19:24 Aquí está mi hija, que es doncella. Os la entregaré. Abusad de ella y haced con ella lo que os parezca; pero no cometáis con este hombre semejante infamia.»
Jdg 19:25 Pero aquellos hombres no quisieron escucharle. Entonces el hombre tomó a su concubina y se la sacó fuera. Ellos la conocieron, la maltrataron toda la noche hasta la mañana y la dejaron al amanecer.
Jdg 19:26 Llegó la mujer de madrugada y cayó a la entrada de la casa del hombre donde estaba su marido; allí quedó hasta que fue de día.
Jdg 19:27 Por la mañana se levantó su marido, abrió las puertas de la casa y salió para continuar su camino; y vio que la mujer, su concubina, estaba tendida a la entrada de la casa, con las manos en el umbral,
Jdg 19:28 y le dijo: «Levántate, vámonos.» Pero no le respondió. Entonces el hombre la cargó sobre su asno y se puso camino de su pueblo.
Jdg 19:29 Llegado a su casa, cogió un cuchillo y tomando a su concubina la partió miembro por miembro en doce trozos y los envió por todo el territorio de Israel.
Jdg 19:30 Y dio esta orden a su emisarios: «Esto habéis de decir a todos los israelitas: ¿Se ha visto alguna vez cosa semejante desde que los israelitas subieron del país de Egipto hasta hoy? Pensad en ello, pedid consejo y tomad una decisión.» Y todos los que lo veían, decían: «Nunca ha ocurrido ni se ha visto cosa igual desde que los israelitas subieron del país de Egipto hasta hoy.»

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Capítulo 20

20:1
ENTONCES salieron todos los hijos de Israel, y reunióse la congregación como un solo hombre, desde Dan hasta Beer-seba y la tierra de Galaad, á el Altísimo en Mizpa.
20:2
Y los principales de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel, se hallaron presentes en la reunión del pueblo de Dios, cuatrocientos mil hombres de á pie que sacaban espada.
20:3
Y los hijos de Benjamín oyeron que los hijos de Israel habían subido á Mizpa. Y dijeron los hijos de Israel: Decid cómo fué esta maldad.
20:4
Entonces el varón Levita, marido de la mujer muerta, respondió y dijo: Yo llegué á Gabaa de Benjamín con mi concubina, para tener allí la noche.
20:5
Y levantándose contra mí los de Gabaa, cercaron sobre mí la casa de noche, con idea de matarme, y oprimieron mi concubina de tal manera, que ella fué muerta.
20:6
Entonces tomando yo mi concubina, cortéla en piezas, y enviélas por todo el término de la posesión de Israel: por cuanto han hecho maldad y crimen en Israel.
20:7
He aquí que todos vosotros los hijos de Israel estáis presentes; daos aquí parecer y consejo.
20:8
Entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se levantó, y dijeron: Ninguno de nosotros irá á su tienda, ni nos apartaremos cada uno á su casa,
20:9
Hasta que hagamos esto sobre Gabaa: que echemos suertes contra ella;
20:10
Y tomaremos diez hombres de cada ciento por todas las tribus de Israel, y de cada mil ciento, y mil de cada diez mil, que lleven bastimento para el pueblo que ha de hacer, yendo contra Gabaa de Benjamín, conforme á toda la abominación que ha cometido en Israel.
20:11
Y juntáronse todos los hombres de Israel contra la ciudad, ligados como un solo hombre.
20:12
Y las tribus de Israel enviaron varones por toda la tribu de Benjamín, diciendo: ¿Qué maldad es ésta que ha sido hecha entre vosotros?
20:13
Entregad pues ahora aquellos hombres, hijos de Belial, que están en Gabaa, para que los matemos, y barramos el mal de Israel. Mas los de Benjamín no quisieron oir la voz de sus hermanos los hijos de Israel;
20:14
Antes los de Benjamín se juntaron de las ciudades de Gabaa, para salir á pelear contra los hijos de Israel.
20:15
Y fueron contados en aquel tiempo los hijos de Benjamín de las ciudades, veintiséis mil hombres que sacaban espada, sin los que moraban en Gabaa, que fueron por cuenta setecientos hombres escogidos.
20:16
De toda aquella gente había setecientos hombres escogidos, que eran ambidextros, todos los cuales tiraban una piedra con la honda á un cabello, y no erraban.
20:17
Y fueron contados los varones de Israel, fuera de Benjamín, cuatrocientos mil hombres que sacaban espada, todos estos hombres de guerra.
20:18
Levantáronse luego los hijos de Israel, y subieron á la casa de Dios, y consultaron á Dios, diciendo: ¿Quién subirá de nosotros el primero en la guerra contra los hijos de Benjamín? Y el Altísimo respondió: Judá el primero.
20:19
Levantándose pues de mañana los hijos de Israel, pusieron campo contra Gabaa.
20:20
Y salieron los hijos de Israel á combatir contra Benjamín; y los varones de Israel ordenaron la batalla contra ellos junto á Gabaa.
20:21
Saliendo entonces de Gabaa los hijos de Benjamín, derribaron en tierra aquel día veintidós mil hombres de los hijos de Israel.
20:22
Mas reanimándose el pueblo, los varones de Israel tornaron á ordenar la batalla en el mismo lugar donde la habían ordenado el primer día.
20:23
Porque los hijos de Israel subieron, y lloraron delante de el Altísimo hasta la tarde, y consultaron con el Altísimo, diciendo: ¿Tornaré á pelear con los hijos de Benjamín mi hermano? Y el Altísimo les respondió: Subid contra él.
20:24
Los hijos pues de Israel se acercaron el siguiente día á los hijos de Benjamín.
20:25
Y aquel segundo día, saliendo Benjamín de Gabaa contra ellos, derribaron por tierra otros diez y ocho mil hombres de los hijos de Israel, todos los cuales sacaban espada.
20:26
Entonces subieron todos los hijos de Israel, y todo el pueblo, y vinieron á la casa de Dios; y lloraron, y sentáronse allí delante de el Altísimo, y ayunaron aquel día hasta la tarde; y sacrificaron holocaustos y pacíficos delante de el Altísimo.
20:27
Y los hijos de Israel preguntaron á el Altísimo, (porque el arca del pacto de Dios estaba allí en aquellos días,
20:28
Y Phinees, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, se presentaba delante de ella en aquellos días,) y dijeron: ¿Tornaré á salir en batalla contra los hijos de Benjamín mi hermano, ó estaréme quedo? Y el Altísimo dijo: Subid, que mañana yo lo entregaré en tu mano.
20:29
Y puso Israel emboscadas alrededor de Gabaa.
20:30
Subiendo entonces los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín el tercer día, ordenaron la batalla delante de Gabaa, como las otras veces.
20:31
Y saliendo los hijos de Benjamín contra el pueblo, alejados que fueron de la ciudad, comenzaron á herir algunos del pueblo, matando como las otras veces por los caminos, uno de los cuales sube á Beth-el, y el otro á Gabaa en el campo: y mataron unos treinta hombres de Israel.
20:32
Y los hijos de Benjamín decían: Vencidos son delante de nosotros, como antes. Mas los hijos de Israel decían: Huiremos, y los alejaremos de la ciudad hasta los caminos.
20:33
Entonces, levantándose todos los de Israel de su lugar, pusiéronse en orden en Baal-tamar: y también las emboscadas de Israel salieron de su lugar, del prado de Gabaa.
20:34
Y vinieron contra Gabaa diez mil hombres escogidos de todo Israel, y la batalla comenzó á agravarse: mas ellos no sabían que el mal se acercaba sobre ellos.
20:35
E hirió el Altísimo á Benjamín delante de Israel; y mataron los hijos de Israel aquel día veinticinco mil y cien hombres de Benjamín, todos los cuales sacaban espada.
20:36
Y vieron los hijos de Benjamín que eran muertos; pues los hijos de Israel habían dado lugar á Benjamín, porque estaban confiados en las emboscadas que habían puesto detrás de Gabaa.
20:37
Entonces las emboscadas acometieron prestamente Gabaa, y se extendieron, y pasaron á cuchillo toda la ciudad.
20:38
Ya los Israelitas estaban concertados con las emboscadas, que hiciesen mucho fuego, para que subiese gran humo de la ciudad.
20:39
Luego, pues, que los de Israel se volvieron en la batalla, los de Benjamín comenzaron á derribar heridos de Israel unos treinta hombres, y ya decían: Ciertamente ellos han caído delante de nosotros, como en la primera batalla.
20:40
Mas cuando la llama comenzó á subir de la ciudad, una columna de humo, Benjamín tornó á mirar atrás; y he aquí que el fuego de la ciudad subía al cielo.
20:41
Entonces revolvieron los hombres de Israel, y los de Benjamín se llenaron de temor: porque vieron que el mal había venido sobre ellos.
20:42
Volvieron, por tanto, espaldas delante de Israel hacia el camino del desierto; mas el escuadrón los alcanzó, y los salidos de la ciudad los mataban, habiéndolos encerrado en medio de ellos.
20:43
Así envolvieron á los de Benjamín, y los acosaron y hollaron, desde Menuchâ hasta enfrente de Gabaa hacia donde nace el sol.
20:44
Y cayeron de Benjamín diez y ocho mil hombres, todos ellos hombres de guerra.
20:45
Volviéndose luego, huyeron hacia el desierto, á la peña de Rimmón, y de ellos rebuscaron cinco mil hombres en los caminos: fueron aún acosándolos hasta Gidom, y mataron de ellos dos mil hombres.
20:46
Así todos los que de Benjamín murieron aquel día, fueron veinticinco mil hombres que sacaban espada, todos ellos hombres de guerra.
20:47
Pero se volvieron y huyeron al desierto á la peña de Rimmón seiscientos hombres, los cuales estuvieron en la peña de Rimmón cuatro meses:
20:48
Y los hombres de Israel tornaron á los hijos de Benjamín, y pasáronlos á cuchillo, á hombres y bestias en la ciudad, y todo lo que fué hallado: asimismo pusieron fuego á todas ls ciudades que hallaban.
Jdg 20:1 Salieron, pues, todos los israelitas y se reunió toda la comunidad como un solo hombre, desde Dan hasta Berseba y el país de Galaad, delante de Yahveh, en Mispá.
Jdg 20:2 Los principales de todo el pueblo y todas las tribus de Israel acudieron a la asamblea del pueblo de Dios: 400.000 hombres de a pie, armados de espada.
Jdg 20:3 Oyeron los benjaminitas que los hijos de Israel habían subido a Mispá... Los israelitas dijeron: «Decidnos cómo ha sido el crimen.»
Jdg 20:4 El levita, marido de la mujer asesinada, tomó la palabra y dijo: «Había llegado yo con mi concubina a Guibeá de Benjamín para pasar la noche.
Jdg 20:5 Los señores de Guibeá se levantaron contra mí y rodearon por la noche la casa; intentaron matarme a mí, y abusaron tanto de mi concubina que murió.
Jdg 20:6 Tomé entonces a mi concubina, la descuarticé y la envié por todo el territorio de la heredad de Israel, porque habían cometido una vergüenza y una infamia en Israel.
Jdg 20:7 Aquí estáis todos, israelitas: tratadlo y tomad aquí mismo una resolución.»
Jdg 20:8 Todo el pueblo se levantó como un solo hombre diciendo: «Ninguno de nosotros marchará a su tienda, nadie volverá a su casa.
Jdg 20:9 Esto es lo que hemos de hacer con Guibeá. Echaremos a suertes
Jdg 20:10 y tomaremos de todas las tribus de Israel diez hombres por cada cien, cien por cada mil, y mil por cada 10.000; ellos recogerán víveres para la tropa, para hacer, en cuanto lleguen, con Guibeá de Benjamín según la infamia que han cometido en Israel.»
Jdg 20:11 Así se juntó contra la ciudad toda la gente de Israel como un solo hombre.
Jdg 20:12 Las tribus de Israel enviaron emisarios a toda la tribu de Benjamín diciendo: «¿Qué crimen es ése que se ha cometido entre vosotros?
Jdg 20:13 Ahora, pues, entregadnos a esos hombres malvados de Guibeá, para que los matemos y desaparezca el mal de Israel.» Pero los benjaminitas no quisieron hacer caso a sus hermanos los israelitas.
Jdg 20:14 Los benjaminitas, dejando sus ciudades, se reunieron en Guibeá para salir al combate contra los israelitas.
Jdg 20:15 Aquel día los benjaminitas llegados de las diversas ciudades hicieron el censo, que dio en total 25.000 hombres armados de espada, sin contar los habitantes de Guibeá.
Jdg 20:16 En toda esta tropa había setecientos hombres elegidos, zurdos, capaces todos ellos de lanzar una piedra con la honda contra un cabello sin errar el tiro.
Jdg 20:17 La gente de Israel hizo también el censo. Sin contar a Benjamín, eran 400.000 armados de espada; todos hombres de guerra.
Jdg 20:18 Partieron, pues, y subieron a Betel. Consultaron a Dios y le preguntaron los israelitas: «¿Quién de nosotros subirá el primero a combatir contra los benjaminitas?» Y Yahveh respondió: «Judá subirá primero.»
Jdg 20:19 Los israelitas se levantaron temprano y acamparon frente a Guibeá.
Jdg 20:20 Salieron los hombres de Israel para combatir contra Benjamín y se pusieron en orden de batalla frente a Guibeá.
Jdg 20:21 Pero los benjaminitas salieron de Guibeá y dejaron muertos en tierra aquel día a 22.000 hombres de Israel.
Jdg 20:22 Los israelitas subieron a llorar delante de Yahveh hasta la tarde y luego consultaron a Yahveh diciendo: «¿He de entablar combate otra vez contra los hijos de mi hermano Benjamín?» Yahveh respondió: «Subid contra él.»
Jdg 20:23 Entonces la tropa de Israel recobró su valor y volvió a ponerse en orden de batalla en el mismo lugar que el primer día.
Jdg 20:24 El segundo día los israelitas se acercaron a los benjaminitas;
Jdg 20:25 pero también aquel segundo día Benjamín salió de Guibeá a su encuentro y volvió a dejar tendidos en tierra a 18.000 israelitas; todos ellos armados de espada.
Jdg 20:26 Entonces todos los israelitas y todo el pueblo subieron hasta Betel, lloraron, se quedaron allí delante de Yahveh, ayunaron todo el día hasta la tarde y ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión delante de Yahveh.
Jdg 20:27 Consultaron luego los israelitas a Yahveh, pues el arca de la alianza de Dios se encontraba allí,
Jdg 20:28 y Pinjás, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, estaba entonces a su servicio. Dijeron: «¿He de salir otra vez a combatir a los hijos de mi hermano Benjamín o debo dejarlo?» Yahveh respondió: «Subid, porque mañana lo entregaré en vuestras manos.»
Jdg 20:29 Israel puso gente emboscada alrededor de Guibeá.
Jdg 20:30 Al tercer día los israelitas marcharon contra los benjaminitas y se pusieron en orden de batalla como las otras veces frente a Guibeá.
Jdg 20:31 Los benjaminitas salieron a su encuentro y se dejaron atraer lejos de la ciudad. Comenzaron como las otras veces a matar gente del pueblo por los caminos que suben, uno a Betel y otro a Guibeá, a campo raso: unos treinta hombres de Israel.
Jdg 20:32 Los benjaminitas se dijeron: «Han sido derrotados ante nosotros como la primera vez.» Pero los israelitas se habían dicho: «Vamos a huir para atraerlos lejos de la ciudad hacia los caminos.»
Jdg 20:33 Entonces todos los hombres de Israel se levantaron de sus puestos, tomaron posiciones en Baal Tamar, y los emboscados de Israel atacaron desde su puesto al oeste de Gueba.
Jdg 20:34 10.000 hombres elegidos de todo Israel llegaron frente a Guibeá. El combate se endureció; los benjaminitas no se daban cuenta de la calamidad que se les venía encima.
Jdg 20:35 Yahveh derrotó a Benjamín ante Israel y aquel día los israelitas mataron en Benjamín a 25.100 hombres, todos ellos armados de espada.
Jdg 20:36 Los benjaminitas se vieron derrotados. Los hombres de Israel habían cedido terreno a Benjamín porque contaban con la emboscada que habían puesto contra Guibeá.
Jdg 20:37 Los emboscados marcharon a toda prisa contra Guibeá, se desplegaron y pasaron a cuchillo a toda la ciudad.
Jdg 20:38 La gente de Israel y los emboscados habían convenido en levantar una humareda, como señal, desde la ciudad;
Jdg 20:39 entonces harían frente a los combatientes de Israel. Benjamín comenzó matando a algunos israelitas, unos treinta hombres. Y se decían: «Están completamente derrotados ante nosotros, como en la primera batalla.»
Jdg 20:40 Pero entonces, la señal, la columna de humo, comenzó a levantarse de la ciudad, y Benjamín, mirando atrás, vio que toda la ciudad subía en llamas al cielo.
Jdg 20:41 Entonces los hombres de Israel hicieron frente y los benjaminitas temblaron al ver la calamidad que se les venía encima.
Jdg 20:42 Volvieron la espalda ante la gente de Israel camino del desierto, pero los combatientes los acosaban, y los que venían de la ciudad los destrozaban cogiéndolos en medio.
Jdg 20:43 Así envolvieron a Benjamín, lo persiguieron sin descanso y lo aplastaron hasta llegar frente a Gueba por el oriente.
Jdg 20:44 Cayeron de Benjamín 18.000 hombres, todos ellos hombres valerosos.
Jdg 20:45 Volvieron la espalda y huyeron al desierto, hacia la Peña de Rimmón. Los israelitas fueron atrapando por los caminos a 5.000 hombres. Luego persiguieron a Benjamín hasta Guidom y le mataron 2.000 hombres.
Jdg 20:46 El total de los benjaminitas que cayeron aquel día fue de 25.000 hombres, armados de espada, todos ellos hombres valerosos.
Jdg 20:47 Seiscientos hombres habían podido volverse y escapar al desierto, hacia la Peña de Rimmón. Se quedaron en la Peña de Rimmón cuatro meses.
Jdg 20:48 Las tropas de Israel se volvieron contra los benjaminitas, y pasaron a cuchillo a los varones de la ciudad, al ganado, y a todo lo que encontraron. Incendiaron también todas las ciudades que encontraron.


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Capítulo 21

21:1
Y LOS varones de Israel habían jurado en Mizpa, diciendo: Ninguno de nosotros dará su hija á los de Benjamín por mujer.
21:2
Y vino el pueblo á la casa de Dios, y estuviéronse allí hasta la tarde delante de Dios; y alzando su voz hicieron gran llanto, y dijeron:
21:3
Oh el Altísimo Dios de Israel, ¿por qué ha sucedido esto en Israel, que falte hoy de Israel una tribu?
21:4
Y al día siguiente el pueblo se levantó de mañana, y edificaron allí altar, y ofrecieron holocaustos y pacíficos.
21:5
Y dijeron los hijos de Israel: ¿Quién de todas las tribus de Israel no subió á la reunión cerca de el Altísimo? Porque se había hecho gran juramento contra el que no subiese á el Altísimo en Mizpa, diciendo: Sufrirá muerte.
21:6
Y los hijos de Israel se arrepintieron á causa de Benjamín su hermano, y dijeron: Una tribu es hoy cortada de Israel.
21:7
¿Qué haremos en cuanto á mujeres para los que han quedado? Nosotros hemos jurado por el Altísimo que no les hemos de dar nuestras hijas por mujeres.
21:8
Y dijeron: ¿Hay alguno de las tribus de Israel que no haya subido á el Altísimo en Mizpa? Y hallaron que ninguno de Jabes-galaad había venido al campo á la reunión:
21:9
Porque el pueblo fué contado, y no hubo allí varón de los moradores de Jabes-galaad.
21:10
Entonces la congregación envió allá doce mil hombres de los más valientes, y mandáronles, diciendo: Id y poned á cuchillo á los moradores de Jabes-galaad, y las mujeres y niños.
21:11
Mas haréis de esta manera: mataréis á todo varón, y á toda mujer que hubiere conocido ayuntamiento de varón.
21:12
Y hallaron de los moradores de Jabes-galaad cuatrocientas doncellas que no habían conocido hombre en ayuntamiento de varón, y trajéronlas al campo en Silo, que es en la tierra de Canaán.
21:13
Toda la congregación envió luego á hablar á los hijos de Benjamín que estaban en la peña de Rimmón, y llamáronlos en paz.
21:14
Y volvieron entonces los de Benjamín; y diéronles por mujeres las que habían guardado vivas de las mujeres de Jabes-galaad: mas no les bastaron éstas.
21:15
Y el pueblo tuvo dolor á causa de Benjamín, de que el Altísimo hubiese hecho mella en las tribus de Israel.
21:16
Entonces los ancianos de la congregación dijeron: ¿Qué haremos acerca de mujeres para los que han quedado? Porque el sexo de las mujeres había sido raído de Benjamín.
21:17
Y dijeron: La heredad de los que han escapado ha de ser lo que era de Benjamín, porque no sea una tribu raída de Israel.
21:18
Nosotros empero, no les podemos dar mujeres de nuestras hijas, porque los hijos de Israel han jurado, diciendo: Maldito el que diere mujer á Benjamín.
21:19
Ahora bien, dijeron, he aquí cada un año hay solemnidad de el Altísimo en Silo, que está al aquilón de Beth-el, y al lado oriental del camino que sube de Beth-el á Sichêm, y al mediodía de Lebona.
21:20
Y mandaron á los hijos de Benjamín, diciendo: Id, y poned emboscada en las viñas:
21:21
Y estad atentos: y cuando viereis salir las hijas de Silo á bailar en corros, vosotros saldréis de las viñas, y arrebataréis cada uno mujer para sí de las hijas de Silo, y os iréis á tierra de Benjamín:
21:22
Y cuando vinieren los padres de ellas ó sus hermanos á demandárnoslo, nosotros les diremos: Tened piedad de nosotros en lugar de ellos: pues que nosotros en la guerra no tomamos mujeres para todos: que vosotros no se las habéis dado, para que ahora seáis culpables.
21:23
Y los hijos de Benjamín lo hicieron así; pues tomaron mujeres conforme á su número, pillando de las que danzaban; y yéndose luego, tornáronse á su heredad, y reedificaron las ciudades, y habitaron en ellas.
21:24
Entonces los hijos de Israel se fueron también de allí, cada uno á su tribu y á su familia, saliendo de allí cada uno á su heredad.
21:25
En estos días no había rey en Israel: cada uno hacía lo recto delante de sus ojos.

Jdg 21:1 Los hombres de Israel habían jurado en Mispá: «Ninguno de nosotros dará su hija en matrimonio a Benjamín.»
Jdg 21:2 El pueblo fue a Betel y allí permaneció delante de Dios hasta la tarde clamando y llorando con grandes gemidos.
Jdg 21:3 Decían: «Yahveh, Dios de Israel, ¿por qué ha de suceder esto en Israel, que desaparezca hoy de Israel una de sus tribus?»
Jdg 21:4 Al día siguiente el pueblo se levantó de madrugada, construyó allí un altar, y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión.
Jdg 21:5 Dijeron los israelitas: «¿Quién de entre todas las tribus de Israel no acudió a la asamblea ante Yahveh?» Porque se había jurado solemnemente que el que no subiera a Mispá ante Yahveh tenía que morir.
Jdg 21:6 Los israelitas estaban apenados por su hermano Benjamín y decían: «Hoy ha sido arrancada una tribu de Israel.
Jdg 21:7 ¿Qué haremos para proporcionar mujeres a los que quedan? Pues nosotros hemos jurado por Yahveh no darles nuestras hijas en matrimonio.»
Jdg 21:8 Entonces se dijeron: «¿Cuál es la única tribu de Israel que no subió ante Yahveh a Mispá?» Y vieron que nadie de Yabés de Galaad había ido al campamento, a la asamblea.
Jdg 21:9 Hicieron el censo del pueblo y no había ninguno de los habitantes de Yabés de Galaad.
Jdg 21:10 Entonces la comunidad mandó allá 12.000 hombres de los valientes y les dio esta orden: «Id y pasad a cuchillo a los habitantes de Yabés de Galaad, incluidos las mujeres y los niños.
Jdg 21:11 Esto es lo que habéis de hacer: Consagraréis al anatema a todo varón y a toda mujer que haya conocido varón, pero dejaréis con vida a las doncellas.» Así lo hicieron.
Jdg 21:12 Entre los habitantes de Yabés de Galaad encontraron cuatrocientas muchachas vírgenes que no habían conocido varón y las llevaron al campamento (de Silo, que está en el país de Canaán).
Jdg 21:13 Toda la comunidad mandó emisarios a los benjaminitas que estaban en la Peña de Rimmón para hacer las paces.
Jdg 21:14 Volvió entonces Benjamín. Les dieron las mujeres de Yabés de Galaad que habían quedado con vida, pero no hubo suficientes para todos.
Jdg 21:15 El pueblo se compadeció de Benjamín, pues Yahveh había abierto una brecha entre las tribus de Israel.
Jdg 21:16 Decían los ancianos de la comunidad: «¿Qué podemos hacer para proporcionar mujeres a los que quedan, pues las mujeres de Benjamín han sido exterminadas?»
Jdg 21:17 Y añadían: «¿Cómo conservar un resto a Benjamín para que no sea borrada una tribu de Israel?
Jdg 21:18 Porque nosotros no podemos darles nuestras hijas en matrimonio.» Es que los israelitas habían pronunciado este juramento: «Maldito sea el que dé mujer a Benjamín.»
Jdg 21:19 Pero se dijeron: «Es ahora la fiesta de Yahveh, la que se celebra todos los años en Silo.» (La ciudad está al norte de Betel, al oriente de la calzada que sube de Betel a Siquem y al sur de Leboná.)
Jdg 21:20 Dieron esta orden a los benjaminitas: «Id a poner una emboscada entre las viñas.
Jdg 21:21 Estaréis alerta, y cuando las muchachas de Silo salgan para danzar en corro, saldréis de las viñas y raptaréis cada uno una mujer de entre las muchachas de Silo y os iréis a la tierra de Benjamín.
Jdg 21:22 Si sus padres o sus hermanos vienen a querellarse contra vosotros, les diremos: "Hacednos el favor de perdonarles, pues no hemos podido tomar cada uno una mujer en el combate; porque no sois vosotros los que se las habéis dado, porque entonces seríais culpables.»
Jdg 21:23 Así lo hicieron los benjaminitas y se llevaron tantas mujeres cuantos eran ellos de entre las danzarinas que raptaron; luego se fueron, volvieron a su heredad, reedificaron las ciudades y se establecieron en ellas.
Jdg 21:24 Los israelitas se marcharon entonces de allí cada uno a su tribu y a su clan y partieron de allí cada uno a su heredad.
Jdg 21:25 Por aquel tiempo no había rey en Israel y cada uno hacía lo que le parecía bien.

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