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El SIDA: a más preservativos, más VIH - y a más católicos, menos contagio

El Observador de la Actualidad 856
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A más preservativos, más VIH - Y a más católicos, menos contagio - Los métodos oficiales no han sanado a nadie - Arma biológica, virus de mono o... - Buenas campañas contra el SIDA - Una aclaración a las palabras de Benedicto XVI sobre el preservativo: el Papa no lo «bendijo» - La Iglesia no tiene la culpa

A más preservativos, más VIH
Pero las campañas pro-condón de la ONU y gobiernos continúan

Acaba de tener lugar el pasado 1 de diciembre, como viene sucediendo desde 1988, el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA. Mucha gente habrá participado ya sea portando el distintivo propio (listón rojo, característico desde 1991), desfilando a favor del uso del condón, o bien expresando públicamente sus críticas a la Iglesia por sus posturas en contra del preservativo.

La ONUSIDA, fracción de las Naciones Unidas dedicada a este problema, estima que en los 30 años de la historia del SIDA se han presentado más de 60 millones de casos y 22 millones de muertes. En este momento los contagiados con VIH (virus de inmunodeficiencia humana, supuesto causante del SIDA) serían como 40 millones.

EL CASO HOMOSEXUAL

Ahora se habla de que el mayor número de contagios ocurre ya no entre homosexuales sino entre heterosexuales —no cuadraban las políticas mundiales de promoción de la homosexualidad con los datos científicos que desprestigiaban este estilo de vida por razón del SIDA—; pero hay organismos que hacen sus propias evaluaciones y no concuerdan con lo anterior; el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades, por ejemplo, afirma que el 35% de los casos reportados en aquel continente se da en varones que mantienen relaciones homosexuales, mientras que el 24% ocurre en mujeres o varones heterosexuales.

EL CONDÓN, ¿EFECTIVO?

Las políticas gubernamentales a nivel mundial dedican sus esfuerzos a difundir el uso del preservativo bajo el falso argumento de que ello frenará el SIDA.

El preservativo fue creado en el siglo XIX por el inglés Condom —de ahí que también se le diga «condón»— no como un método para evitar enfermedades sino para preservar de embarazos. Como anticonceptivo tiene una efectividad aproximada —más bien inflada—del 90%, y esto gracias a que una mujer es fértil sólo un promedio de siete días en un ciclo de 28 días. Si se quiere trasladar su uso como protector contra infecciones, lógicamente su posible efectividad disminuye drásticamente ya que las enfermedades de transmisión sexual (ETS) pueden contagiarse durante el encuentro íntimo cualquiera de los 28 días del ciclo.

Es difícil calcular la efectividad anti-SIDA del condón; los cálculos científicos más pesimistas lo ponen en un 40%; los más optimistas, como los de la doctora Susan C. Weller, realizados en Galveston, Texas, y publicados en la revista Social Science Medicine, lo ubican en un 70%. Aun así, en las campañas anti-SIDA todavía se vende la información falsa de que usar preservativo es sinónimo de mantenerse completamente a salvo; y la gente se lo cree.

MÁS CONTAGIOS

Habrá quien opine hasta aquí que de cualquier manera es mejor tener una protección de aunque sea un 70% o incluso un 40% que no tener ninguna, y que por eso debe seguirse promoviendo el condón. Pero la verdad es que, a mayor número de condones usados, hay en el mundo mayor número de personas contagiadas por VIH. ¿Por qué?

Al ofrecer a las personas una seguridad falsa, la moral se relaja y se practica un número mucho mayor de relaciones sexuales ocasionales; involucrarse con un desconocido —aunque tenga SIDA— ya parece algo de lo más inocuo. Si los individuos antes se la pensaban dos veces antes de tener «aventuras», ahora que se les aseguró que «con preservativo no pasa nada» ya no hay qué los detenga; y así de cada cien individuos que antes, por temor, se iban a abstener de relaciones sexuales riesgosas, hoy se contagian de VIH entre 30 y 60 de ellos por culpa del condón.

MÁS VIOLENCIA SEXUAL

Existe una creciente ola de abusos sexuales por todo el mundo. En el Reino Unido cada año 295 mil mujeres son violadas o sufren algún tipo de ataque sexual; en España, entre 118 mil y 295 mil por año. Los abusos no son necesariamente por parte de desconocidos; cada vez son más los que provienen de novios, amigos y familiares de las víctimas.

Al proporcionar condones y al animar a usarlos se está modificando el comportamiento de las personas, llevándolas hacia una determinada dirección; se están construyendo toda clase de facilidades para las relaciones sexuales. Y como la mujer es considerada objeto de consumo, si no consiente en tener sexo, se la toma por la fuerza, pues en el pensamiento del agresor ella no tiene razón para oponerse puesto que con el condón ya se han superado todos los riesgos.

LOS FAMOSOS POROS

Como ya se ha advertido en el pasado, el material de que están fabricados los condones es un material poroso, por tanto, inseguro para lo que se pretende. Las pruebas de Carey et al. observaron 29 fugas del tamaño del VIH en 89 preservativos examinados.

Otro estudio, publicado en 1994 por un experto holandés, el doctor Johanes Lelkens, profesor emérito de anestesiología en la Universidad de Maastricht, también corroboró que los poros de los condones suelen ser orificios de cien a 200 veces más grandes que el tamaño de los virus.

USO DEFECTUOSO

Por otra parte, para que un condón funcione dentro de su rango limitado de efectividad, es necesario que se use correctamente; sin embargo, numerosos estudios han demostrado que con demasiada frecuencia los usuarios lo emplean de forma equivocada. Algunos informes apuntan a que en las relaciones sexuales precoces los adolescentes emplean el preservativo de manera incorrecta hasta en un 50% de los casos.

A lo anterior hay que agregar otros riesgos; por ejemplo, que los condones se rompan o que se deslicen; según un estudio realizado por Trussel et al. en 1992, el 7.9% se rompió durante su uso. Volviendo a los adolescentes, según un comunicado del Centro Dator, de Madrid, «la mitad de las jóvenes que abortan declaran rotura del preservativo».

Trussel et al. reportaron un 14.6% de deslizamientos, pero otros estudios apuntan a que el 17% se llega a resbalar y hasta caer. En el caso de las relaciones contra natura, como las homosexuales, la tasa de fallos y, por tanto, de contagios, es más alta porque por cuestiones anatómicas los preservativos están sometidos a un roce mayor.

ABSURDA CAMPAÑA

Ya decía en 1989 el científico J. Lejeune, descubridor del origen del Síndrome de Down: «Con el preservativo quedan embarazadas aproximadamente un 10% de las mujeres al cabo de un año de uso. Si no es una barrera infranqueable para los espermatozoides, menos aún lo será para el virus del SIDA, que es 500 veces más pequeño. Como puede suponerse, decir que el preservativo es eficaz para prevenir el SIDA es un absurdo».

Y, por cierto, no es el único científico de renombre que piensa de esa manera.

D.R.G.B.

Y a más católicos, menos contagio

En África es clamoroso ver cómo en países donde hay un alto porcentaje de católicos el porcentaje de VIH es muchísimo ms bajo que en países vecinos, donde los católicos son minoría.

En Swazilandia, donde sólo el 5 % son católicos, la prevalencia del VIH es de 27.1%.

En Bostwana hay apenas un 4 % de católicos y 37 % de infectados.

Sudáfrica tiene 6 % de católicos y 20.9 % de infectados.

Uganda, con 36 % de católicos, sólo el 5.4 % de la población está infectada.

Ruanda tiene 47% de católicos y 2.8% de contagiados.

Éstos no son datos proporcionados por la Santa Sede, sino por la ONUSIDA/OMS. Así, aunque estos organismos internacionales siguen promoviendo el preservativo como presunta solución contra el VIH, la realidad demuestra que son la abstinencia y la fidelidad, prácticas muy propias de los cristianos católicos, las que verdaderamente evitan la propagación de este virus.
«El Papa tiene razón»

Lo dice un científico de la Universidad de Harvard, Edward Green, el máximo experto en SIDA de aquella institución: «El Papa tiene razón. Nuestros mejores estudios muestran una relación consistente entre una mayor disponibilidad de preservativos y una mayor (no menor) tasa de contagios de SIDA. Las evidencias que tenemos apoyan sus comentarios».

LOS QUE SE CURAN DE SIDA
Los métodos oficiales no han sanado a nadie

Cuando a una persona se le diagnostica que tiene VIH (ojo, las compañías farmacéuticas reconocen que las pruebas para buscar anticuerpos anti-VIH no son específicas para diagnosticar la existencia del virus en el paciente), aunque no tenga síntomas enseguida se le da un tratamiento con antirretrovirales para «retrasar» la aparición del SIDA.

El tratamiento oficial anti-SIDA es en realidad una quimioterapia. En el cáncer la quimioterapia es una medida racional pero desesperada para atajar el mal: por varias semanas se mata a todas las células en crecimiento, sanas o cancerosas; la esperanza es que el cáncer resulte totalmente aniquilado y que el paciente, aunque medio muerto, logre recuperarse. Durante el tratamiento se le crea un SIDA (tiene todos los síntomas) debido a la severa intoxicación celular que causa la quimioterapia. Pero darle un tratamiento igual a un VIH seropositivo —opina un número creciente de científicos— es condenarlo a que a la fuerza se enferme: durante años ininterrumpidos se le intoxicará hasta que, finalmente, adquiera los síntomas del SIDA y muera

Los antirretrovirales que se dan a los pacientes diagnosticados con VIH no han curado hasta ahora a nadie. En cambio otros tratamientos médicos que hacen hincapié en la desintoxicación y en el cuidado nutricional —la desnutrición es la causa más frecuente de inmunodeficiencia adquirida— han logrado revertir casos declarados de SIDA. Puede que un paciente ahora sano y antes enfermo de SIDA siga dando positivo en las pruebas de VIH; pero tales pruebas sólo indican la presencia de anticuerpos, no necesariamente del virus, el cual pudo haber sido eliminado desde hace mucho tiempo precisamente por la existencia de tales anticuerpos.

Arma biológica, virus de mono o...
El VIH sería un retrovirus, pero los retrovirus son los virus menos peligrosos del universo.

La primera vez que el llamado síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) se diagnosticó con ese nombre en un ser humano fue el 1 de diciembre de 1981.

La comunidad internacional ha aceptado que el VIH (virus de inmunodeficiencia humana) es el causante del SIDA. Y ello porque en 1984 un virólogo estadounidense de nombre Robert Gallo así lo afirmó. Dijo que había descubierto y aislado un nuevo virus asociado a la enfermedad; pero en los siguientes años quedó evidenciado que no tenía pruebas de ninguna de las dos cosas. Aun así, la teoría del virus se había convertido en un credo para la ONU y sus programas de salud, y los países no tuvieron otra opción que someterse a tal doctrina a fin de no ser marginados por parte de este organismo.

¡CLARO QUE EL SIDA EXISTE!

SIDA y VIH no son sinónimos. La existencia de uno no implica necesariamente la existencia del otro.

Como su nombre lo indica, el SIDA es un síndrome. En medicina una enfermedad se caracteriza por sus causas, mientras que un síndrome se caracteriza por sus síntomas. Síndrome es entonces un conjunto de síntomas característicos, ligados a una cierta enfermedad; pero no son exclusivos de dicha enfermedad.

Hay muchos factores que llegan a producir síndrome de inmunodeficiencia adquirida sin necesidad de que exista un VIH de por medio: desnutrición, cáncer, tratamiento para hemofílicos, uso de corticoesteroides, enfermedad de Duncan, lepra lepromatosa, drogadicción, etc.

Pero cada año se diagnostica a buen número de gente con SIDA por VIH sin habérsele hecho siquiera una prueba para detectar la presunta presencia del virus; sólo por sus síntomas se da por hecho que lo tienen.

EL ORIGEN DEL MODERNO SIDA

Siempre ha habido, pues, SIDA; pero respecto a la ola de casos que aterra hoy a la humanidad, hay tres teorías principales: 1) que se debe a un virus desarrollado por Estados Unidos como arma biológica, 2) que la culpa la tiene un virus propio de los simios que mutó y contagió a los humanos, y 3) que el mal tiene que ver más con un estado de intoxicación generalmente combinado con una nutrición inadecuada.

TEORÍA DEL ARMA BIOLÓGICA

Gran escándalo suscitó Wangari Maa-thai, Premio Nobel de la Paz 2004, cuando dijo: «¿Por qué ha habido tantos secretos en torno al SIDA? Esto hace que me plantee interrogantes»; el virus «en realidad fue creado por un científico para la guerra biológica». Según alusiones de Maathai, la fabricación del virus habría tenido como razón exterminar a la raza negra: «Nosotros, los negros, morimos más [de SIDA] que los demás pueblos de este planeta».

Ciertamente Wangari Maathai no es bióloga, viróloga o algo por el estilo, por lo que su creencia parte de otros, como por ejemplo, del científico Jacob Segal, antiguo director del Instituto Biológico de Berlín, quien opina que el VIH se logró cruzando el virus VISNA, que ataca el cerebro de las ovejas pero que no contagia a humanos, con el virus T- linfotrópico humano tipo I (conocido como HTLV-I por sus siglas en inglés), que es un retrovirus causante de la leucemia de células T del adulto. Según eso, el VIH comparte el 97% de su genoma con el VISNA y 3% con el HTLV-I. Por otro lado, tal grado de semejanza resultaría imposible como fruto de un proceso natural de evolución y mutación, por lo que la única explicación posible a este fenómeno sería que alguien hubiera producido un híbrido de estos dos virus mediante ingeniería genética.

LA TEORÍA DE LOS MONOS

La hipótesis más popular asegura que el VIH se originó a partir del VIS (Virus de Inmunodeficiencia Símica), y que fue transmitido del chimpancé al hombre. Según un grupo de científicos del Laboratorio Nacional de Los Álamos, Nuevo México (EU), el VIH nació en 1930.

¿Pero cómo habría pasado de monos a hombres? Existen tres teorías principales:

1) Que ocurrió a partir de los estudios de las vacunas contra la poliomielitis realizados en África durante los años 50, ya que se utilizaron riñones de chimpancés para preparar las vacunas.

2) Que el VIH fue desatado por vacunas contra la Hepatitis B, desarrolladas parcialmente en chimpancés.

3) Que la transmisión del virus de simios a humanos ocurrió en realidad a principios del siglo XX o finales del siglo XIX a través del caza de chimpancés y consumo de su carne como alimento.

De nuevo Wangari Maathai emite su opinión: «Algunos dicen que el SIDA vino de los monos, pero lo dudo porque llevamos viviendo con ellos desde tiempos inmemoriales».

¿EL VIRUS NO EXISTE?

Hay un grupo que reúne a cerca de cinco mil científicos de 75 países, en el que todos sus miembros niegan ya la existencia del VIH. Dice, por ejemplo, el colombiano Roberto Giraldo, especialista en medicina interna que lleva 40 años investigando y tratando inmunodeficiencias: «El SIDA sí existe, lo que no existe es el VIH. El SIDA es una enfermedad tóxica causada por exposiciones de las personas a agentes tóxicos que destruyen el sistema inmunológico. El SIDA para nosotros no es una enfermedad infecciosa, no es causada por algún virus que se trasmite por sexo o por sangre o de la madre al hijo. Nada de eso tiene validez científica».

Pero hay otros científicos que sí creen en la existencia del VIH, aun cuando no estén necesariamente seguros de que alguien lo haya podido aislar alguna vez. Afirman que hay tan poco VIH en una persona infectada (aunque se esté muriendo de SIDA) que encontrar el virus es casi imposible, y que por eso mejor se hacen pruebas para detectar anticuerpos contra el VIH.

EL VIRUS MÁS INOCUO

Dice el estadounidense Peter Duesberg, uno de los expertos en virología más importantes del planeta, que el VIH es un retrovirus, por lo que no puede ser la causa del SIDA porque los retrovirus no tienen mecanismos para matar células. Y agrega: «El VIH es uno de los virus más inofensivos que puedes tener. Los retrovirus han sido de hecho los últimos en ser descubiertos, al menos en humanos, y eso efectivamente dice algo sobre ellos. Los virus y los microbios fueron históricamente descubiertos en función de las enfermedades que causaban. No era que la gente buscara para ver lo que podía encontrar en el microscopio. Estaban buscando algo que pudiera ser la causa de tuberculosis o sífilis, y ahora SIDA. Los últimos en ser encontrados fueron los retrovirus, porque ellos nunca hacen nada».

Al entrar un virus al cuerpo se comienza a reproducir; cuando ya hay muchos virus, el cuerpo lo resiente (se enferma) pero comienza a producir anticuerpos específicos (defensas) para destruir a a todos esos virus, y entonces sana. Pero en el SIDA se ha hecho creer, contra todas las evidencias científicas, que entra el virus y se comienza a reproducir, luego el cuerpo crea anticuerpos contra el virus para matarlo, pero que hasta diez años después la persona se enferma por culpa del virus.

D.R.G.B.

Buenas campañas contra el SIDA

Dice Luc Montagnier, el verdadero descubridor del VIH y no Robert Gallo —si es que tal virus realmente existe—, que frente al SIDA «son necesarias campañas contra prácticas sexuales contrarias a la naturaleza biológica del hombre. Y sobre todo hay que educar a la juventud contra el riesgo de la promiscuidad sexual y del vagabundeo sexual.».

En la Declaración de Londres de la Cumbre Mundial de Ministros de Salud de 1988 se dijo: «Es necesario que las campañas de prevención contra el SIDA arranquen de más atrás, y no dejen de lado los diferentes modos de vida y los valores humanos y espirituales y protejan los derechos humanos y la dignidad de las personas».

Pero eso es algo que, en la inmensa mayoría de las veces, sólo queda en el papel. Sí, hay muchas campañas contra el SIDA, pero lejos de basarse en los valores humanos y espirituales, están encaminadas a promover justo lo contario y, por tanto, acaban por expandir los contagios por VIH.

Aun así, de vez en cuando aparecen iniciativas valiosas, ésas sí dignas de ser llamadas «campañas de salud». En 1991, en Bélgica, el Ministerio de Salud realizó una campaña sobre el SIDA dirigida especialmente a los jóvenes, sin recomendar el condón. La campaña insistía en el amor vivido con responsabilidad. El principal instrumento de la campaña era un video para escuelas y televisión en el que conversan dos jóvenes y uno denuncia: «Se nos habla del amor como si fuera una cuestión de fontanería».

Suiza emprendió una campaña similar bajo el lema: «La continuada fidelidad recíproca protege del SIDA».

El presidente de Uganda, Yoweri Museveni no tuvo miedo de decir abiertamente en 1992, durante el Congreso Mundial sobre el SIDA, que «la mejor respuesta a la amenaza del SIDA es reafirmar pública y claramente el respeto que cada persona debe a su prójimo. Debemos educar a los jóvenes en la virtud de la abstinencia, del autocontrol y del sacrificio, que exige, en primer lugar, el respeto hacia los demás». Y aunque nadie puede negar el gigantesco éxito alcanzado por Uganda con sus campañas pro-abstinencia y pro-fidelidad, no ha sido del agrado de la ONU y los poderosos, quizá porque así no se beneficia el mercado multimillonario de los preservativos; y así hacen hasta lo imposible por imponer la promiscuidad sexual en Uganda junto con el uso del condón.

En Kenia, Zambia, Zaire, Nigeria y Burkina Faso, dado el éxito ugandés, sus gobernantes ya están educando a la población para convencerla de cambiar sus malos hábitos sexuales y adoptar la fidelidad y la abstinencia. En Burkina Faso, por ejemplo, sus ciudades están llenas de letreros que hablan del VIH y de la fidelidad conyugal como verdadera prevención.

En Guatemala, en julio del 2001, el Programa Nacional del SIDA advirtió que el único medio de prevención auténticamente eficaz es la fidelidad matrimonial.

Y en Estados Unidos, en 1993, se aprobó para Nueva Jersey un proyecto de ley para exigir a los profesores que hagan hincapié en que la abstinencia es el único método totalmente fiable para evitar el VIH, las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos. El senador Gerald Cardinale, copatrocinador de dicho proyecto de ley, denunció: «Estamos cometiendo un error, posiblemente un error fatal, haciendo creer a los estudiantes que están libres de contraer el virus VIH usando condones. Los condones ofrecen algo de protección, pero el único método a prueba de todo para mantener a distancia el virus del SIDA es la abstinencia».

Con información de www.sinsida.com

Una aclaración a las palabras de Benedicto XVI sobre el preservativo: el Papa no lo «bendijo»

En su primer viaje a África, Benedicto XVI dijo que el preservativo no era la solución contra el SIDA, declaración que le valió infinidad de descalificaciones.

Pero luego, en un libro-entrevista escrito por el periodista alemán Peter Seewald y titulado La luz del mundo, el Papa habló del uso del preservativo «en ciertos casos» con el fin de «reducir los riesgos de contaminación» por VIH. Enseguida los medios de comunicación seculares lanzaron su versión de la noticia con titulares tan mentirosos como éstos: «El Papa bendice el condón», «El Papa llama a usar el condón».

A pesar del comentario de Benedicto XVI debe quedar claro que no ha cambiado la doctrina sobre las relaciones sexuales.

El padre Eduardo Volpacchio, igual que otros miembros de la Iglesia, hizo una aclaración respecto de las palabras papales y de los «ciertos casos» a los que se refirió el Pontífice: «Podrá haber casos fundados de carácter aislado, por ejemplo, cuando un prostituido utiliza un preservativo, pudiendo ser esto un primer acto de moralización, un primer tramo de responsabilidad a fin de desarrollar de nuevo una consciencia de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere. Pero ésta no es la auténtica modalidad para abordar el mal de la infección por el VIH».

Y agrega: «La Iglesia no tiene ningún interés ni nada que decir acerca un pedazo de goma. Pero en tanto ese pedazo de goma sea un instrumento que afecte la vida sexual, sí tendrá algo que decir, en cuanto que afecte la moralidad de los actos.

«La Iglesia se opone a la distribución masiva de preservativos porque con ella se fomentan la promiscuidad y los comportamientos inmorales. Ahora bien, hay que distinguir entre la entrega y propaganda masiva, y campañas de salud pública dirigidas a públicos restringidos, de riesgo real: recomendarle a una prostituta que use preservativos no afecta en nada su conducta moral [ya del todo deteriorada]; y es un tema de salud pública procurar que no difunda enfermedades. Pero la Iglesia nunca fomentará la prostitución, ni siquiera con la intención de hacerla más saludable.

«Entre homosexuales, ¿tiene alguna relevancia moral el uso de preservativos? Absolutamente ninguna, ya que el acto homosexual es ilícito moralmente de por sí. Pero esto no significa que la Iglesia se dedique a fomentar que los homosexuales activos usen preservativos en su vida sexual. Sólo les enseña que el comportamiento homosexual es contrario a su dignidad».

La Iglesia no tiene la culpa

Cuando se declaró la «epidemia» de SIDA, allá por los años 80, nadie quería atender a los enfermos por temor al contagio. Pero la Iglesia de Jesucristo, fiel al mandato de la caridad, abrió centros para acoger a los sidosos. Hoy tiene más de 117 mil de estos centros en todo el mundo.

A pesar de ello, se acusa a la Iglesia de ser la culpable de la propagación del SIDA por oponerse a la promoción del condón (según eso, la promiscuidad sexual es inocente). El periodista australiano Michael Cook ha señalado el absurdo de quienes piensan que si los africanos no usan el preservativo es porque el Papa no lo permite. Según esta idea, «los católicos africanos son tan piadosos que aunque tengan relaciones sexuales fuera del matrimonio o acudan a prostitutas se abstendrán devotamente de usar el condón sólo porque el Papa lo dijo».



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