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Sexualidad matrimonial y Enseñanza de la Iglesia

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Sexualidad matrimonial según el Magisterio de la Iglesia




Consulta

Queridos hermanos en Cristo:
Me llamo ... He visitado su página web,y he encontrado muchas cosas interesantes. Pero, como siempre, una se queda francamente mal cuando lee afirmaciones como esta:
"La genitalidad, orientada a la procreación, es la expresión máxima, en el plano físico, de la comunión de amor de los cónyuges. Arrancada de este contexto de don recíproco -realidad que el cristiano vive sostenido y enriquecido de una manera muy especial, por la gracia de Dios- la genitalidad pierde su significado, cede al egoísmo individual y pasa a ser un desorden moral".

De sobra tengo conocimiento de los documentos magisteriales en cuestión de sexualidad, ya que a parte de ser cristiana, soy estudiante de Ciencias Religiosas. Yo verdaderamente quería preguntarles: ¿Ustedes realmente se han parado a pensar en lo que están afirmando ahí?.

¿Dónde ha dicho Jesús algo parecido, o dónde puede basarse el entendimiento humano para afirmar algo así? Desde luego no a la luz del Espíritu. Desórdenes morales son: el haber permitido desde toda la historia del cristianismo que sólo las mujeres debieran ser vírgenes, y esto en sentido físico, invento de hombres; que no haya importado la pureza del hombre, que las niñas hayan sido casadas en nombre de Dios con verdaderos "monstruos" que las violaban de por vida; que, tácita y no tan tácitamente el adulterio haya sido visto con condescendencia en los varones, que la mujer haya sido vejada en sus múltiples facetas; vejación es que la Iglesia, cerrando los oidos al Mensaje, le diga a la mujer: "tú, por ser mujer, no eres digna de partir el pan en las Eucaristías ni puedes ser medio entre Dios y los hombres, impartiendo sacramentos".

Desorden moral es violar a menores, reprimir la sexualidad en las mujeres haciendo que los matrimonios fracasen, que los maridos se encuentren con una mujer "que se siente violada" (¡cómo no!), que se vean avocados al adulterio, que los niños inocentes sufran las consecuencias, bien de la separación o de un ambiente familiar terrible, enraizado muchas veces en los problemas sexuales, que provienen de frases como la que les he remarcado en rojo más arriba. Desorden moral es que, en el mejor de los casos, en 50 años de matrimonio el varón haya disfrutado de su sexualidad con su mujer, siendo fiel, pero que ella simplemente haya sido un objeto usado, que de nada se ha enterado.

Queridos hermanos: escuchen el Mensaje de Cristo, no el de patrañas humanas. Podría seguir y seguir poniendo consecuencias negativas de ese dualismo -cuerpo/espíritu- sectario que caracteriza a muchos cristianos y que los acerca a los primeros gnósticos y demás "herejías" del comienzo del cristianismo.

Yo tengo 33 años, y soy madre. Pero les puedo asegurar que cuando yo disfruto mi "genitalidad" con mi marido, cuando ambos llegamos al orgasmo mútuamente, Dios sonríe entre nosotros. Y nosotros captamos más nuestro amor, ahí se trasciende: sí, también a través de nuestro cuerpo sagrado. Quedamos incluso más capacitados para la entrega en otras facetas igual de importantes que la vida nos trae. Y nuestra hija es muy feliz, y las mañanas comienzan con alegría, y somos una familia, una Sagrada Familia, porque somos amados y nos amamos, divina y humanamente, y porque estamos muy por encima de creer que ser cristiano es comprar a Dios, y más lejos aún de creer que Dios no nos ama enteros. Dios es más que un puñado de normas absurdas, y está muy por encima del rechazo que el hombre parece tener hacia su propio cuerpo.

Que Dios les bendiga y les ilumine.

Gracias. Me gustaría escuchar su respuesta, quisiera "entender" su opinión para poder, al menos, respetarla.


Respuesta
(como verá más adelante habrá consultas y respuestas adicionales)

Estimada hermana en Cristo.
Que la paz del Señor esté en su corazón.
Le agradecemos su mensaje porque consideramos la preocupación de las hermanas y de los hermanos como un indicio de parte del Señor que invita a entrar juntos en una especie de búsqueda de lo que quiere el Señor de todos nosotros para nuestra felicidad. Nos encanta también lo apasionado de la argumentación porque es indicio no de una fría disquisición sino de la verdad que se quiere concretizar y vivir.

Sin embargo para que el diálogo en esta búsqueda común de la voluntad de Dios sea fructífero, necesitamos de su ayuda. Usted ha tocado varios puntos que – aunque relacionados con el tema "sexualidad" – tocan vastas realidades que merecen ser tratadas por separado. Una lectura rápida de su mensaje nos indica los siguientes temas: Sexualidad y Matrimonio, Discriminación de la Mujer de parte de la Iglesia, la Mujer y el Sacerdocio, Abuso de Menores de parte de Sacerdotes, la posibilidad de que la Iglesia católica esté enseñando doctrina humana y no la de Jesucristo, Matrimonio forzado con "monstruos" durante los 2000 años de la historia de la Iglesia católica involucrando condescendencia frente al adulterio, etc.

Usted seguramente no quisiera que respondamos con estilo telegrama a las diferentes problemáticas.

Por eso le proponemos un diálogo ordenado. En primer lugar tenemos que establecer claramente los presupuestos del diálogo si no queremos condenar el intercambio a un fracaso seguro.
Sugerimos concentrarnos en dos temas básicos. Cuando habremos aclarado los fundamentos podemos encarar los detalles.
Proponemos dos temas básicos:

¿Cuál es la Iglesia verdadera y con qué autoridad enseña?
(y para no aplazar mucho su primera inquietud) ¿Qué es el matrimonio a los ojos de Dios?

Le agradeceríamos que nos recuerde de cuál de los documentos eclesiales ha sacado la cita "La genitalidad, orientada a la procreación…" porque habrá encontrado muchos archivos que hacen referencia al matrimonio. Nosotros lamentablemente no nos ayuda la memoria para poder traer la referencia.

Esperamos su respuesta y mientras tanto rezan por ustedes
Los MSC en el Perú



Consulta

Estimado señor:
Le agradezco haberse molestado en responder, y recibo con agrado su oportunidad de entrar en un diálogo.

Me propone tratar los siguientes temas: La Iglesia verdadera y la autoridad con que enseña, y qué es el matrimonio a los ojos de Dios. Pues bien, estoy segura que usted podría aportarme muchos datos y orientaciones realmente enriquecedoras al respecto, pero permítame que le proponga otro tema, ya que esos me han sido ya explicados en profundidad en algunas asignaturas como "Sacramentos" y "Pastoral Familiar" entre otras. No obstante, si pese a esto desea expresarme algo, no dude en hacerlo.

¿De qué me gustaría hablar a mí? Pues verá: sería algo así como: "Bases para afirmar que la sexualidad es pecado a los ojos de Dios". Indudablemente no todo tiene que estar escrito explícitamente, ya que el propio Jesús nos indicó que el Espíritu nos iría dando luz sobre temas diversos a través de la historia. Pero siempre esa luz proviene de algo, se argumenta de alguna forma...etc.

He cometido muchas faltas en mi vida, y he llegado a sentirme muy mal por acciones mías. Es decir: parece actuar el Espíritu rápidamente a darnos luz sobre si algo es pecado o no: la persona se siente muy mal con ella misma. Cuando yo tengo intimidad con mi marido, yo no me siento mal después: todo lo contrario; y ni qué decir tiene que no estoy tratando el tema con frivolidad, refiriéndome a una consecuencia física. No, no solo no me siento mal sino que veo en los efectos de la sexualidad algo que va muy unido a lo espiritual. Es un gozo espiritual porque es corporal, y viceversa, porque yo soy una unidad. Es un acto que da paz al alma, así puedo afirmarlo tajantemente. Claro, vivido como yo tengo la suerte de vivirlo, con un amor, que se une al de mi marido, y forma otra unidad complementaria: hombre-mujer. Gran misterio este, misterio por demás placentero: ¿Será por eso por lo que el hombre ha sentenciado que es pecado? ¿Seguimos en el Dios que nos aparta del placer?. ¿Por qué esa función presente en el cuerpo puede ser mala, si "todos los miembros son buenos y cumplen una función"?.

¿Querría usted hablar sobre esto, con libertad, sin tapujos, maduramente...? ¿Podrá usted basarse, tal vez, en propias experiencias pasadas donde lo más profundo de su ser le indicó que ningún pecado había en algo así, y donde quedó claro que los documentos magisteriales están desligados de la Vida en no pocas ocasiones? No me conteste a esta pregunta; sólo se la expreso para que la tenga en cuenta.

Yo estaré encantada de lo que usted pueda aportarme. ¿Podría decirme su nombre para poder dirigirme a usted más cercanamente?
Saludos.


Respuesta
Estimada hermana en Cristo.
Que la paz del Señor esté en su corazón.
Gracias por su respuesta.

Comenzamos por lo que pone al final. Este sitio Web de los MSC es una obra mancomunada. Queremos ofrecer un servicio a la Iglesia y a los hermanos. Por tanto creemos que no es oportuno que haya protagonismos de nuestra parte. Lo importante es simplemente ayudar.

Luego escribe usted una cosa asombrosa. Con todos los estudios que indica haber hecho usted implica que "lo más profundo del ser humano" es juez absoluto sobre lo que está bien o está mal. Adán y Eva quisieron implantar algo similar. Ellos querían decidir lo que era el bien y lo que era el mal. ¿Sus criterios? El fruto prohibido era apetecible a la vista, adecuado para dar conocimiento y agradable al gusto. Todo pecado entraña estos criterios. ¿Cómo terminaron? Terminaron huyendo y escondiéndose de Dios de cara a su desnudez que es nada más estar indefensos ante la muerte.

¿Acaso no teníamos razón cuando le propusimos primero ponernos de acuerdo sobre el lugar que ocupa la Iglesia en la vida del creyente? La expresión "quedó claro que los documentos magisteriales están desligados de la Vida en no pocas ocasiones" implica que la Iglesia se equivoca y enseña algo que aleja del Autor de la Vida. Corríjanos, por favor, si la hemos entendido mal.

Además, ¿qué desea usted decir con lo de "hablar sobre esto, con libertad, sin tapujos, maduramente...? ¿Podrá usted basarse, tal vez, en propias experiencias pasadas donde lo más profundo de su ser le indicó que ningún pecado había en algo así?". ¿Usted está hablando sobre la sexualidad en el matrimonio? Supone ¿qué? Hemos contestado con respeto y mesura a las implicancias y acusaciones de su primer mensaje pero esto se pasa de la raya, ¿no le parece? ¿Desea un intercambio escabroso bajo la bandera de madurez? ¿Se mueve esto a nivel del eufemismos como cuando tildan la pornografía como "material adulto", por ejemplo, cuando se trata nada más de actos desprovistos de sentido moral e inclusive amor? Sus expresiones son equívocas, para decir lo menos. Sinceramente queremos suponer que usted no ha medido el alcance de sus palabras. Podría ser simplemente una manera campechana que es ajena a los que nos movemos en otra cultura. ¿Así hablaban en los cursos que ha tomado?

Por amor a Dios, a la Iglesia y a los hermanos hemos renunciado al matrimonio. Somos religiosos con el voto perpetuo de castidad consagrada. El mundo de hoy ya no cree en eso porque piensan que es imposible. Así justifican su propia incontinencia. Los escándalos contados y sobredimensionados por los medios de comunicación parecen justificar la opinión que ni el hombre ni la mujer pueden ser castos. Precisamente por eso somos un continuo escándalo para el mundo porque les demostramos que se puede vivir puramente. No les queda otra cosa a los incrédulos que suponer, sugerir que en realidad no hay tal castidad. No es posible probarle lo contrario. Además, ¿quién necesita probar nada?

Para demostrar que suponemos lo mejor hasta que se pruebe lo contrario queremos hacer, con todo, un comentario respecto al tema que ha propuesto "Bases para afirmar que la sexualidad es pecado a los ojos de Dios".

Debería ser usted más precisa. Para entendernos, su pregunta es imposible contestar sin establecer correcciones. Mire nada más la siguiente pregunta: ¿Ha usted dejado de pegar a su esposo? Si usted nunca ha pegado a su esposo no puede contestar con sí o no. Ambas respuestas serían falsas porque suponen que ha pegado a su esposo. Se supone que no se esté hablando de SM que pervierte el dolor físico en placer sexual.

Dios los creó hombre y mujer y dijo: "Crezcan y multiplíquense". Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán uno. El gran misterio consiste precisamente en que la unión del hombre y de la mujer representa la unión de Cristo con su Iglesia. Si la sexualidad es ejercida según el designio de Dios entonces no hay bases para afirmar que la sexualidad es pecado a los ojos de Dios. Como ve, su pregunta no permite respuesta adecuada. La unión sexual entre los esposos unidos en sacramento es un acto sacramental que hace presente el amor de Cristo para con su esposa la Iglesia. ¿Pecado a los ojos de Dios? ¡Por favor!

La pregunta debería ser más bien: "¿Cuándo el uso de la sexualidad es pecado a los ojos de Dios?" Si desea dialogar alturadamente sobre esto estamos a su disposición.

Que Dios la bendiga
Por ello rezan los
MSC del Perú


PD. Para avanzar le presentamos lo que dice la Iglesia sobre la sexualidad matrimonial. ¿Desligada de la Vida?
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EL AMOR DE LOS ESPOSOS
2360 La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el sacramento.

2361 "La sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte" (FC 11):

Tobías se levantó del lecho y dijo a Sara: "Levántate, hermana, y oremos y pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve". Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenzó él diciendo: "¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres...tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: `no es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él'. Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad". Y dijeron a coro: "Amén, amén". Y se acostaron para pasar la noche (Tb 8, 4-9).

2362 "Los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos, y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca donación, con la que se enriquecen mutuamente con alegría y gratitud" (GS 49,2). La sexualidad es fuente de alegría y de placer:

El Creador...estableció que en esta función (de generación) los esposos experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del espíritu. Por tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este placer y gozando de él. Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Sin embargo, los esposos deben saber mantenerse en los límites de una justa moderación (Pío XII, discurso 29 Octubre 1951).

2363 Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de la pareja ni comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia.

Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad.

La fidelidad conyugal
2364 El matrimonio constituye una "íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista de leyes propias". Esta comunidad "se establece con la alianza del matrimonio, es decir, con un consentimiento personal e irrevocable" (GS 48,1). Los dos se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no son dos, ahora forman una sola carne. La alianza contraída libremente por los esposos les impone la obligación de mantenerla una e indisoluble (cf CIC, can. 1056). "Lo que Dios unió, no lo separe el hombre" (Mc 10,9; cf Mt 19,1-12; 1 Co 7,10-11).

2365 La fidelidad expresa la constancia en el mantenimiento de la palabra dada. Dios es fiel. El sacramento del matrimonio hace entrar al hombre y la mujer en la fidelidad de Cristo para con su Iglesia. Por la castidad conyugal dan testimonio de este misterio ante el mundo.

S. Juan Crisóstomo sugiere a los jóvenes esposos hacer este razonamiento a sus esposas: "te he tomado en mis brazos, te amo y te prefiero a mi vida. Porque la vida presente no es nada, mi deseo más ardiente es pasarla contigo de tal manera que estemos seguros de no estar separados en la vida que nos está reservada... pongo tu amor por encima de todo, y nada me será más penoso que no tener los mismos pensamientos que tú tienes" (hom. in Eph. 20,8).

La fecundidad del matrimonio
2366 La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el amor conyugal tiende naturalmente a ser fecundo. El niño no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos; brota del corazón mismo de ese don mutuo, del que es fruto y cumplimiento. Por eso la Iglesia, que "está en favor de la vida" (FC 30), enseña que todo "acto matrimonial, en sí mismo, debe quedar abierto a la transmisión de la vida" (HV 11). "Esta doctrina, muchas veces expuesta por el magisterio, está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador" (HV 12; cf Pío XI, enc. "Casti connubii").

2367 Llamados a dar la vida, los esposos participan del poder creador y de la paternidad de Dios (cf Ef 3,14; Mt 23,9). "En el deber de transmitir la vida humana y educarla, que han de considerar como su misión propia, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y en cierta manera sus intérpretes. Por ello, cumplirán su tarea con responsabilidad humana y cristiana" (GS 50,2).

2368 Un aspecto particular de esta responsabilidad concierne a la "regulación de la procreación". Por razones justificadas, los esposos pueden querer espaciar los nacimientos de sus hijos. En este caso, deben cerciorarse de que su deseo no nace del egoísmo, sino que es conforme a la justa generosidad de una paternidad responsable. Por otra parte, ordenarán su comportamiento según los criterios objetivos de la moralidad:

El carácter moral de la conducta, cuando se trata de conciliar el amor conyugal con la transmisión responsable de la vida, no depende sólo de la sincera intención y la apreciación de los motivos, sino que debe determinarse a partir de criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos; criterios que conserven íntegro el sentido de la donación mutua y de la procreación humana en el contexto del amor verdadero; esto es imposible si no se cultiva con sinceridad la virtud de la castidad conyugal (GS 51,3).

2369 "Salvaguardando ambos aspectos esenciales, unitivo y procreador, el acto conyugal conserva íntegro el sentido de amor mutuo y verdadero y su ordenación a la altísima vocación del hombre a la paternidad" (HV 12).

2370 La continencia periódica, los métodos de regulación de nacimientos fundados en la autoobservación y el recurso a los períodos infecundos (cf HV 16) son conformes a los criterios objetivos de la moralidad. Estos métodos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de una libertad auténtica. Por el contrario, es intrínsecamente mala "toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación" (HV 14):

"Al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud personal". Esta diferencia antropológica y moral entre la anticoncepción y el recurso a los ritmos periódicos "implica... dos concepciones de la persona y de la sexualidad humana irreconciliables entre sí" (FC 32).

2371 Por otra parte, "sea claro a todos que la vida de los hombres y la tarea de transmitirla no se limita a este mundo sólo y no se puede medir ni entender sólo por él, sino que mira siempre al destino eterno de los hombres" (GS 51,4).

2372 El Estado es responsable del bienestar de los ciudadanos. Por eso es legítimo que intervenga para orientar el incremento de la población. Puede hacerlo mediante una información objetiva y respetuosa, pero no mediante una decisión autoritaria y coaccionante. No puede legítimamente suplantar la iniciativa de los esposos, primeros responsables de la procreación y educación de sus hijos (cf HV 23; PP 37). E Estado no está autorizado a favorecer medios de regulación demográfica contrarios a la moral.


Consulta

Querido hermano en Cristo:
De verdad siento haberle ofendido tanto con mi anterior e-mail. Es más, pido disculpas por haberle remitido a posibles experiencias pasadas, aunque he de decir a mi favor que mi intención profunda no era mala. Dios lo sabe.Podría explicarle cual era dicha intención, pero después de leer su respuesta, pienso que es mejor no incidir ahí.

Por supuesto que no podemos dejar las normas morales al libre criterio de cada uno. Pero estoy segura que Dios sí me entiende cuando yo digo que al unirme en la intimidad con mi esposo, aunque en ese momento no estemos dando paso a un posible embarazo, yo siento que no he hecho mal, y que Dios va mucho más allá de culpas tan detalladas y minuciosas.Dios es Dios del Amor. Así lo he experimentado yo.

En relación al magisterio de la Iglesia, sé que es profundo y sabio, y que si el mundo hiciera un poco de caso, iría mejor. Pero tenga en cuenta que hay documentos infalibles y otros que no lo son. Y que hay que discernir entre lo dogmático y lo que no lo es, máxime cuando muchas cosas van cambiando y se va viendo que dependían del cristal con que se miraron por las personas que lo escribieron según cada tiempo. Por eso, no podría yo negar como cristiana por ejemplo, algo esencial a la fe: la Resurrección de Jesucristo. Pero lo que está claro es que no podemos poner lo anterior al mismo nivel de un documento que habla sobre sexualidad y no "ex-cátedra". Pienso que Dios permite respirar un poco a cada hijo, actuando además en conciencia, y por amor, y nunca por frivolidad (ya que si yo aplicara esos documentos al pie de la letra me ocasionaría grandes conflictos con mi marido ¿Quiere Dios eso? , mire: no.). Dios es más, mucho más...

Por otra parte, querido hermano, no compare mi defensa de la sexualidad con amor en un matrimonio por la Iglesia, como es el mío, con la completa falta de conciencia y degeneraciones que hay en este mundo.

Resulta que por opinar lo que opino ¿soy igual a ellos? ¿Equipara una mujer casada, con una hija, trabajadora, que lo único que hace es trabajar cada día fuera y dentro de casa y ser fiel a su marido, con aquellos que hoy están en la cama de uno y mañana en la de otro?. Ni a un esos me atrevería yo a juzgar, pues solo Dios sabe lo que hay en los corazones de la gente. Y más de una degeración es fruto de las diferencias sociales, de la injusticia de que unos tengan tantas riquezas, y otros tanta miseria.

Usted envió el otro día una frase: "un mar en calma no forja buenos marineros",o algo así. Pues verá: yo estoy viva, viva en Cristo, y Él no me asfixia. No espera de mí que "repita" documentos y los aplique por miedo a Él, a mi vida, y menos cuando afectan a otras personas. Dios, o está muy por encima de eso, o no sería Dios.

Con todo, he de decirle, que respeto mucho su vocación, pero intuyo que amar de verdad es realmente difícil,y que hay muchas formas de entrega.

Me he quedado bastante triste al percibir su gran enfado, me he sentido muy juzgada. Pero, como siempre:muy amada por Jesús.
Gracias por todo.


Respuesta

Estimada hermana en Cristo.
Que la paz del Señor esté en su corazón.

Por fin, usted está tocando la raíz de lo que le hace sufrir y buscar una solución. ¿Por qué no lo dijo desde el comienzo? ¿Por qué atacar la doctrina de la Iglesia, denigrar a los sacerdotes y constituir su juicio como instancia suprema de la fe? ¿Por qué justificar su propio pensamiento con el argumento que otro(as) son en mucho peores pecadores, que existen sacerdotes que han traicionado su celibato? Nosotros no hemos hecho comparación en su caso. Solamente le estábamos previniendo que el mundo piensa de manera distinta y el apóstol dice expresamente que no nos conformemos con este siglo. Si nos puede indicar donde hemos fallado, corregiremos la expresión y le pediremos perdón. Y piense un poco en esto: ¿Es amar al otro aceptando la tergiversación de la enseñanza de la Iglesia? Creemos que por responder estamos tratando de ayudar. ¿Que deberíamos hacerlo con más sutileza y misericordia? Quizás tenga razón.

Y perdone que, para eliminar todo tipo de malentendido volvamos a sus insinuaciones. Nosotros somos pecadores. Nos confesamos regularmente. Pero usted pone en peligro el diálogo socavando el fundamento de la verdad. Porque pre-supone implicancias. Y ¡dale otra vez con "las posibles experiencias anteriores"! ¿No se da cuenta que usted presupone alegremente que (todos) los sacerdotes hemos tenido "posibles experiencias anteriores"? ¿No se da cuenta que le quita al interlocutor todo tipo de derecho de argumentar a partir de lo contrario? Los varones decimos a veces cosas sin darnos cuenta de las implicancias. Pero una mujer sabe muy bien cuando insinúa algo. ¿Sabe lo que está insinuando? Vamos a decirlo expresamente.

"Ustedes los sacerdotes han tenido sus experiencias y, por tanto, no tienen autoridad alguna para corregirnos a los casados. Porque han sentido lo mismo que yo siento. Son unos hipócritas al enseñar otra cosa porque han tenido las mismas experiencias y se han sentido bien. ¿Cómo se atreven a decir algo diferente? Yo me siento muy bien y por eso Jesús no me asfixia, ni me juzga, ¿Por qué? Porque lo siento desde lo profundo de mi ser. Dios es Amor porque lo he experimentado así".

¿Se da cuenta de lo que usted afirma? Su sentir es más certero que el magisterio de la Iglesia. No debe haber prestado mucha atención cuando, al recibir las clases, le han hablado sobre el magisterio "ordinario" y el magisterio "extraordinario" de la Iglesia. Fuera del Concilio Vaticano II que no ha emanado definición de dogma alguna porque quería ser pastoral, en los dos últimos siglos la Iglesia ha ejercitado el magisterio "extraordinario" sólo dos veces, una vez en 1950 cuando Pío XII definió solemnemente que al término de su vida la Virgen María fue asumida al cielo con cuerpo y alma, la otra vez en 1854 cuando Pío IX definió el dogma de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios. Este es el magisterio "extraordinario" infalible. Usted alegremente supone que en todo lo demás la Iglesia puede "errar" o, por lo menos, uno puede tomar las opciones que más le convengan a uno y afirmar que Dios tiene que estar de acuerdo con su criterio porque Él es amor.

Teníamos razón al sugerir que primero y ante todo tenemos que ponernos de acuerdo acerca de la autoridad con la cual enseña la Iglesia. Vea lo que dice al catecismo de la Iglesia católica.

""890 La misión del Magisterio está ligada al carácter definitivo de la Alianza instaurada por Dios en Cristo con su Pueblo; debe protegerlo de las desviaciones y de los fallos, y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe auténtica. El oficio pastoral del Magisterio está dirigido, así, a velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la verdad que libera. Para cumplir este servicio, Cristo ha dotado a los pastores con el carisma de infalibilidad en materia de fe y de costumbres. El ejercicio de este carisma puede revestir varias modalidades:

891 "El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral... La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en el Cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo con el sucesor de Pedro", sobre todo en un Concilio ecuménico (LG 25; cf. Vaticano I: DS 3074). Cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar "como revelado por Dios para ser creído" (DV 10) y como enseñanza de Cristo, "hay que aceptar sus definiciones con la obediencia de la fe" (LG 25). Esta infalibilidad abarca todo el depósito de la Revelación divina (cf. LG 25).

892 La asistencia divina es también concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando enseñan en comunión con el sucesor de Pedro (y, de una manera particular, al obispo de Roma, Pastor de toda la Iglesia), aunque, sin llegar a una definición infalible y sin pronunciarse de una "manera definitiva", proponen, en el ejercicio del magisterio ordinario, una enseñanza que conduce a una mejor inteligencia de la Revelación en materia de fe y de costumbres. A esta enseñanza ordinaria, los fieles deben "adherirse...con espíritu de obediencia religiosa" (LG 25) que, aunque distinto del asentimiento de la fe, es una prolongación de él."

Usted tendrá que decidirse. No hay razón porque continuar hablando si no acepta lo anterior. A lo que vamos no es un juicio moral sobre sus actos. Vamos a lo que enseña la Iglesia. Nosotros creemos firmemente que Dios le ha encargado a la Iglesia la misión de dar a conocer su voluntad y su verdad para felicidad del hombre.

Usted ha entendido muy bien que el acto matrimonial para ser llevado adelante según el designio de Dios tiene que reunir los dos aspectos, el unitivo y el procreativo. Tome el tiempo y léase la impresionante cantidad de documentos de la Iglesia sobre el matrimonio que hemos reunido en la siguiente página.

Le citamos nada más un pasaje del discurso del Papa Juan Pablo II:
"Doctrina no sujeta a discusión
3. No se trata, efectivamente, de una doctrina inventada por el hombre: ha sido inscrita por la mano creadora de Dios en la misma naturaleza de la persona humana y ha sido confirmada por Él en la Revelación. Ponerla en discusión, por tanto, equivale a refutar a Dios mismo la obediencia de nuestra inteligencia. Equivale a preferir el resplandor de nuestra razón a la luz de la Sabiduría Divina, cayendo, así, en la oscuridad del error y acabando por hacer mella en otros puntos fundamentales de la doctrina cristiana.

Es necesario recordar, al respecto, que el conjunto de las verdades, confiadas al ministerio de la predicación de la Iglesia, constituye un todo unitario, casi una especie de sinfonía, en la que cada verdad se integra armoniosamente con las demás. Los veinte años transcurridos han demostrado, al contrario, esta íntima consonancia: la vacilación o la duda respecto la norma moral, enseñada en la Humanae vitae, ha afectado también a otras verdades fundamentales de razón y de fe. Sé que este hecho ha sido objeto de atenta consideración durante vuestro Congreso, y sobre él quisiera ahora atraer vuestra atención.

Moral y Magisterio de la Iglesia
4. Como enseña el Concilio Vaticano II, "in imo conscientiae legem homo detegit, quam ipse sibi non dat, sed cui oboedire debet... Nam homo legem in corde suo a Deo inscriptam habet, cui parere ipsa dignitas eius est et secundum quam ipse iudicabitur" ("En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer... Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente") (Gaudium et spes, 16).

Durante estos años, como consecuencia de la contestación a la Humanae vitae, se ha puesto en discusión la misma doctrina cristiana de la conciencia moral, aceptando la idea de conciencia creadora de la norma moral. De esta forma se ha roto radicalmente el vínculo de obediencia a la santa voluntad del Creador, en la que se funda la misma dignidad del hombre. La conciencia es, efectivamente, el "lugar" en el que el hombre es iluminado por una luz que no deriva de su razón creada y siempre falible, sino de la Sabiduría misma del Verbo, en la que todo ha sido creado. "Conscientia" -escribe también admirablemente el Vaticano II- "est nucleus secretissimus atque sacrarium hominis, in quo solus est cum Deo, cuius vox resonat in intimo eius" ("La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella.")(Gaudium et Spes, 16)

De aquí se derivan algunas consecuencias, que conviene subrayar.

Ya que el Magisterio de la Iglesia ha sido instituido por Cristo el Señor para iluminar la conciencia, apelar a esta conciencia precisamente para contestar la verdad de cuanto enseña el Magisterio, comporta el rechazo de la concepción católica del Magisterio y de la conciencia moral. Hablar de la inviolable dignidad de la conciencia sin ulteriores especificaciones, conlleva el riesgo de graves errores. De hecho, es muy diversa la situación de la persona que, después de haber puesto en acto todos los medios a su disposición en la búsqueda de la verdad, incurre en un error, de aquella que, en cambio, o por mera aquiescencia a la opinión pública mayoritaria, a menudo creada intencionadamente por los poderes del mundo o por negligencia, se preocupa poco por descubrir la verdad.

El Vaticano II nos lo recuerda con su clara enseñanza, "Non raro tamen evebit ex ignorantia invincibili conscientiam errare, quin inde suam dignitatem amittat. Quod autem dici nequit cum homo de vero et bono inquirendo parum curat, et conscientia ex peccati consuetudine paulatim fere obcaecatur. ("No rara vez, sin embargo, ocurre que yerre la conciencia por ignorancia invencible, sin que ello suponga la pérdida de su dignidad. Cosa que no puede afirmarse cuando el hombre se despreocupa de buscar la verdad y el bien, y la conciencia se va progresivamente entenebreciendo por el hábito del pecado".) (Gaudium et Spes, 16).

Entre los medios que el amor redentor de Cristo ha dispuesto para evitar este peligro de error, se encuentra el Magisterio de la Iglesia: en su nombre, posee una verdadera y propia autoridad de enseñanza. Por tanto, no se puede decir que un fiel ha realizado una diligente búsqueda de la verdad, si no tiene en cuenta lo que el Magisterio enseña: si, equiparándolo a cualquier otra fuente de conocimiento, él se constituye en su juez: si, en la duda, sigue más bien su propia opinión o la de los teólogos, prefiriéndola a la enseñanza cierta del Magisterio.

Así, pues, al hablar en esta situación, de dignidad de la conciencia sin añadir nada más, no responde a cuanto enseña el Vaticano II y toda la Tradición de la Iglesia". (La Encíclica Humanae vitae y los problemas doctrinales o pastorales relacionados - 12/11/1988 - A los participantes en el II Congreso Internacional de teología moral Juan Pablo II)

Debería tomarse el tiempo para leer las maravillosas catequesis del Papa sobre el matrimonio y descubrirá la dignidad y la santidad del matrimonio. ¿Es consciente que el acto matrimonial es una expresión sacramental, es decir, que Dios se ha comprometido en él? No se puede impunemente cambiar ni las intenciones ni los elementos que Dios ha insertado en el matrimonio.

Teníamos que poner lo anterior para que no quede duda al respecto. Vamos ahora hablar sobre lo que a lo mejor es su problema verdadero.

Estamos conscientes que se da un problema muy serio cuando uno de los dos esposos no está de acuerdo en aceptar las enseñanzas de la Iglesia respecto al acto matrimonial. Pero la solución para la parte creyente no consiste en rechazar o querer modificar la doctrina de la Iglesia. Si hubiera dicho desde el comienzo cuál es el problema verdadero, ya la primera vez le habríamos escrito lo que ponemos a continuación:

"13. Presentan una dificultad especial los casos de cooperación en el pecado del cónyuge que voluntariamente hace infecundo el acto unitivo. En primer lugar, es necesario distinguir la cooperación propiamente dicha de la violencia o de la injusta imposición por parte de uno de los cónyuges, a la cual el otro no se puede oponer. Tal cooperación puede ser lícita cuando se dan conjuntamente estas tres condiciones

1º La acción del cónyuge cooperante no debe ser en sí misma ilícita.

2º Deben existir motivos proporcionalmente graves para cooperar en el pecado del cónyuge.

3º Se debe procurar ayudar al cónyuge (pacientemente, con la oración, con la caridad, con el diálogo: no necesariamente en ese momento, ni en cada ocasión) a desistir de tal conducta.

14. Además, se deberá evaluar cuidadosamente la cooperación en el mal cuando se recurre al uso de medios que pueden tener efectos abortivos.

15. Los esposos cristianos son testigos del amor de Dios en el mundo. Deben, por tanto, estar convencidos, con la ayuda de la fe e incluso contra la debilidad humana ya experimentada, de que es posible con la gracia divina cumplir la voluntad del Señor en la vida conyugal. Resulta indispensable el frecuente y perseverante recurso a la oración, a la Eucaristía y al sacramento de la reconciliación, para lograr el dominio de sí mismo "(VADEMÉCUM PARA LOS CONFESORES SOBRE ALGUNOS TEMAS DE MORAL CONYUGAL. Ciudad del Vaticano, 12 de febrero de 1997 Card. Alfonso LÓPEZ TRUJILLO Presidente del Consejo pontificio para la familia Mons. Francisco GIL HELLÍN Secretario. L’Osservatore Romano, 7 de marzo de 1996).

Como usted puede ver, la Iglesia se preocupa por sus hijos y trata de ayudarles en sus problemas. Queremos hacer notar que la violencia del esposo no necesita ser física. Hay muchas maneras de "presionar". Una de las más terribles consiste en la amenaza tácita o expresa de condicionar su amor y su cariño. Los tres puntos arriba mencionados le indican cómo puede usted proceder. En consecuencia usted puede seguir recibiendo los sacramentos. Puede disfrutar del gozo del acto matrimonial. Le sugerimos que ore insistentemente y Dios encontrará una manera de ayudarle en su matrimonio.

Nosotros estamos rezando por ustedes dos

Los MSC del Perú



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Estimado señor:
Visitaré la página web que me recomienda.

Siempre que le contesto al último e-mail pienso: "ya no me contesta más". Pero luego, siempre lo hace. Y estoy contenta de continuar lo que considero, por encima de opiniones, un diálogo. Créame que alabo y valoro su paciencia y le estoy muy agradecida, al margen de lo que le pueda decir sobre el tema que tratamos, por todo el material que me ha enviado para razonarlo a la luz de la Iglesia Católica. Seguro le ha supuesto un trabajo extraordinario, que, insisto, valoro mucho.

También quería decirle que, efectivamente, usted no me comparó a las degeneraciones y ausencia de moral que hay en el mundo. Reconozco que a modo de rabieta me desahogué cogiendo esas palabras que no iban dirigidas a mí.Así que, discúlpeme.

Mucho interés tengo en decirle, así mismo, que, aunque expresé pecados de los sacerdotes...etc., no lo hice para "denigrarlos", ni a la Iglesia, ni al Magisterio, tirándolo todo como demasiado por tierra y cruelmente. No, esa no es en absoluto mi intención. Simplemente puse casos extremos, y ciertamente excepcionales en comparación con los miles de buenos sacerdotes y religiosos que hay, para plantear que esas cosas sí deben ofender realmente a Dios.

Usted ha dicho en este último e-mail:
"Pero una mujer sabe muy bien cuando insinúa algo". "¿Sabe lo que está insinuando? Vamos a decirlo expresamente...etc." (en relación a experiencias pasadas, tema que yo no quise volver a tocar). Bueno, permítame que bromee un poco: y un "hombre" también sabe cuando insinúa algo , no? No sé, parece como una matiz... "una mujer"... Bueno, quedaré ahí eso, que, como le digo, más bien lo digo con sorna. Pues aquí también le digo que jamás en absoluto mi intención era la que, desgraciadamente, he dado a entender. No soy tan simple ni tan mal pensada. Me refiero a eso de que los considero hipócritas porque hayan podido tener (algunos) experiencias de pareja, y ahora se atrevieran a aconsejar...etc. etc. No, no, nada de eso. Qué poco valor tendría mi juicio en ese momento, qué superficial sería y qué poco conocimiento de nada. Ustedes tienen derecho a expresar la fe de la Iglesia. Por tanto, por favor, olvide eso. Yo iba por otro lado, más sencillo, que también voy a dejar a un lado por innecesario.

Y en cuanto a todos los textos que me envía de documentos magisteriales... etc., yo sé que son muy valiosos, yo los tengo en cuenta a la hora de decidir las cosas (por eso los conozco) y no creo que mi conciencia sola sea válida. No estoy situada en ese extremo, créame. Pero sí creo que me puedo permitir alguna opinión ante Dios-Padre, porque quizá hay veces que olvidamos que no se puede coger un texto al pie de la letra y para siempre, como sería en este caso el del Génesis. ¿Expresa mentiras el texto? no! Pero algunos matices tal vez sean el fruto de experiencias e interpretaciones del autor/es.

También he visto, por lo que me ha enviado, que la Iglesia ciertamente piensa en todas las situaciones de sus hijos, siempre saca una "excepción" para poder perdonar la falta en ciertas circunstancias...etc. etc. Yo amo a la Iglesia. ¿Vale?. ¿Dónde está "mi" disentimiento? (permítame, por favor, que disienta, sin que usted se enfade. Estamos dialogando). Pues está en que "me tienen que perdonar la falta". ¿Pero qué falta?. No entiendo (lo siento, soy humana, falible...etc.) que tener relaciones con tu marido sea pecado, o algo que hay que perdonar, orar para que Dios tenga en cuenta la situación...

Lo siento, hermano, pero ese punto creo que tiene mucha "miga" detrás. ¿Opinará lo mismo Dios, que nos creó así? No digo que yo no me equivoque, sólo expreso libremente lo que siento. Quizá es más fácil mentir, callarse. Pero no estaría siendo auténtica.¡No puedo engañar a Dios!. Si alguien como usted pudiera darme algún motivo, un solo motivo, un porqué concreto,para afirmar que es pecaminoso ese acto sexual SI NO VA UNIDO A INTENCIÓN PROCREADORA, tal vez lo entendería mejor. Ya sé que la Iglesia dice que esa es la intención del creador. Pero ¿está esto tan claro?

¿Iba Dios a gastarnos una broma semejante a los esposos?. ¿Crearnos con atracción sexual y tener que reprimirla tan dificultosamente? No sé, y perdone mi "pesadez" al respecto, pero en lo más profundo de mí, no lo entiendo.

Bueno, no quiero entretenerle más. Le reitero mi agradecimiento por todo, y recibiré con agrado cualquier otro aporte que quiera enviarme.
Que Dios les bendiga.


Respuesta

Estimada hermana en Cristo.
Que la paz del Señor esté en su corazón.

Parece que el diálogo ha llegado a un punto donde sólo se repiten afirmaciones anteriores. Esta es la única razón para ya no continuar el diálogo. Porque no tiene sentido repetir las mismas cosas.

Usted no acepta la enseñanza de la Iglesia. Esta es su decisión. Lo que está en la base de todo su "disentimiento" es simplemente que usted no acepta que la Iglesia tiene de parte de Dios la autoridad para enseñar lo que es que pecado y lo que no es. ¿Por qué? Usted sabrá lo que habrá de trasfondo. ¿Será el miedo ante su esposo? Y no ha entendido bien lo que se dijo. Usted no está en pecado mientras que se verifiquen las tres condiciones:

1º La acción del cónyuge cooperante no debe ser en sí misma ilícita.

2º Deben existir motivos proporcionalmente graves para cooperar en el pecado del cónyuge.

3º Se debe procurar ayudar al cónyuge (pacientemente, con la oración, con la caridad, con el diálogo: no necesariamente en ese momento, ni en cada ocasión) a desistir de tal conducta.

Si usted no acepta como voluntad de Dios que el acto de donación mutua en el matrimonio sea unitivo y procreativo a la vez, porque es difícil, porque no entiende o porque no le da la gana, ¿qué le impide pensar de la misma manera cuando está esparando a un bebe minusvalido reclamando que tiene el derecho de acabar con su miseria procurando aborto? ¿Qué le impide enamorarse de otro – Dios no lo permita – y justificar el adulterio? Estamos llevando su manera de argumentar a sus últimas consecuencias.

Aquí no valen argumentos. Usted ha decidido lo que ha decidido y Iglesia tiene que estar de acuerdo. Si no lo está simplemente eso no es de Dios. Esta es su argumentación. Pero la autoridad de la Iglesia no viene de un brillante reciocinio. Su autoridad viene de arriba.

"Lo que aten en la tierra estará atado también en el cielo".
Adios y que Dios la bendiga.
Seguiremos rezando por usted
Los MSC del Perú


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Querido hermano:
Es posible -quizá seguro- que mi corta visión actual y humana, no lleguen a entender que la sexualidad no tenga vida propia, es decir, que siempre tenga que ir unida al acto procreador, y que por tanto yo tuviera que estar embarazada prácticamente toda mi vida (al menos esto es posible. Porque, aunque sé lo que dice la Iglesia en cuanto a la paternidad responsable, también esto queda como un poco ambiguo y al final parece también pecado no tener hijos sin razones suficientemente graves). Es casi seguro que algún día, en la otra vida, muchas de las enseñanzas de la Iglesia que a mí ahora se me hacen muy difíciles, se "transformen", es decir, entienda con una luz nueva el porqué de las mismas.

Y por supuesto, desde ya sé que Dios y el Espíritu van dando luz a la Iglesia, y ésta tiene su autoridad. Sólo puedo decir, como última parte de mi diálogo, que es ahí donde yo estoy situada: estoy casada, mi marido me quiere y yo a él (no le tengo miedo, su sexualidad conmigo es muy amorosa y respetuosa) y ocasionaría un gran problema matrimonial el hecho de cambiar esto. Y sí, yo creo que estoy en uno de esos supuestos que usted tan amablemente me ha indicado, por lo cual no creo estar en pecado siquiera.

Efectivamente, no es comparable: si yo me vuelvo a quedar embarazada y viene un niño minusválido, yo lo tendría, y, además, es un tema hablado con mi marido , el cual también está de acuerdo, pero AUNQUE NO LO ESTUVIERA, yo lo tendría, porque es una causa mayor y esencial a mi propio sentido común y a mi fe.

Sin más, gracias por sus oraciones y por todo; por haber empleado su tiempo conmigo.
Que Dios los bendiga.


Respuesta

Estimada hermana en Cristo:
La paz del Señor esté en su corazón.

Al presentar un nuevo aspecto de su argumentación, hacemos el esfuerzo de aclarar también este punto. Nos referimos a la afirmación de "estar embarazada prácticamente toda mi vida".

La lógica es una cosa muy buena porque permite llegar a conclusiones acertadas. Por eso ya los antiguos enseñaron que si una premisa del silogismo es errónea entonces la conclusión lo es también.

Nos parece haber detectado una alternativa errónea en su razonamiento. Usted parece partir del adagio: Si tengo relaciones con mi esposo y obedezco a la Iglesia - o a Dios y a que es lo mismo - necesariamente tendré que estar embarazada por toda mi vida. Formulándolo de otra manera: Si no quiero salir embarazada he de renunciar a tener relaciones con mi esposo.

Aclaremos los presupuestos. En primer lugar, queremos presentarle un pronunciamiento infalible, el pronunciamiento solemne de un Concilio Ecuménico (Gaudium et Spes)

"Por lo tanto, cuando se trata de armonizar el amor conyugal con la responsable transmisión de la vida, la índole moral de la conducta no depende tan sólo de la sinceridad de la intención y de la ponderación de los motivos, sino que se debe determinar por criterios objetivos, deducidos de la naturaleza de la persona y de sus actos, que guardan el sentido integral de la mutua donación y de la humana procreación, entretejidos por un auténtico amor; mas todo ello no puede ser si no se cultiva con plena sinceridad la virtud de la castidad conyugal. En la regulación, pues, de la procreación, no les está permitido a los hijos de la Iglesia, fundados en estos principios, seguir caminos que el Magisterio condena, cuando explica la ley divina"

El Papa Pío XII hace más de 50 años ha aclarado que no existe la disyuntiva absoluta eso de no tener relaciones para obedecer a la voluntad de Dios o tener relaciones y estar embarazada toda la vida.

Por consiguiente si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar.

Cfr. XII, Alloc. iis quae interfuerunt Conventui Societatis Catholicae Italicae inter Obstetrices : A. A.S. XLII I (1951) p. 846.
Para comprender esto es bueno que usted lea toda la encíclica del Papa Paulo VI "Humanae vitae"

Si desea mayor información le sugerimos una página que trae muchos enlaces
http://www.esglesia.org/metodos.htm

Que Dios les de su bendición.
Se lo desean yu por ellos rezan
Los MSC del Perú


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Querido hermano:
Bienvenido de nuevo.
He tomado nota de las páginas web que me ha enviado para ir conociéndolas poco a poco. Entré en la primera que me indicó, e hice lo de las fotografías, para ver "cuántos hijos tiene tal pareja". Uf !!!!!! Entiendo que es una bendición de Dios, y una alegría a todos los niveles. Pero no sé, imagino que hay mujeres que han visto eso como meta en la vida, lo cual es maravilloso por donde quiera que se mire. Lo que pasa es que yo, aunque también soy mujer y me gusta ser madre (quiero que venga un hermanito para mi hija,pero no viene) tengo otras inquietudes en la vida: estoy acabando mi licenciatura en Ciencias Religiosas, trabajo fuera y dentro de casa (a parte de estudiar), me gustaría dar clases de alguna asignatura dentro de unos años... y cuando haga los 35 años (tengo 33) me parece que he facilitado la posibilidad de la vida durante 11 años (desde que me casé).

A partir de los 35 años el riesgo de malformaciones es mayor, tampoco el cuerpo tiene ya igual fortaleza... y creo que entonces sí optaré por evitar embarazos. ¿Qué le parece este planteamiento aplicando la G.S.? ¿Es motivación justa? ¿No es un atenuante que, habiendo propiciado la vida yo activamente, no me hayan venido hijos?. Por otra parte: utilizar los ritmos naturales no es fiable, y te puede traer un hijo con 45 o 50 años: me daría mucha pena no poder ser una madre joven con ese hijo, y que cuando tuviera uso de razón, tuviera más una abuela que una madre. Aunque, si eso me pasa, ni qué decir tiene que lo daría a luz.

Y, suponiendo que yo no hubiera tenido dificultad en quedarme embarazada, y hubiera tenido dos o tres hijos en 4 años, por ejemplo, ¿es lícito tener otras metas, que no puedes desarrolar si estás siempre embarazada?.

En fin, que creo que la mujer a parte de la capacidad de ser madre, tiene otras capacidades como persona: puede querer desarrolar una carrera profesional, como es mi caso, y encima para cumplir una función en la Iglesia, y para ello necesitas tener cierta libertad, máxime si ya has tenido unos hijos.

Muchas gracias de nuevo por su atención. Me gustaría que me dijera qué piensa de mi situación ya concreta y de todo lo que le he dicho, porque no sé si puede ser uno de los casos de la G. Spes.
Que Dios le bendiga.


Respuesta

Estimada hermana en Cristo.
Que la paz del Señor esté en su corazón.
Ofrecemos unas observaciones al vuelo referente a lo que usted ha manifestado. Resulta un poco largo. Pero hemos aprendido a través de los años que el Señor tiene sus designios y que todo encuentro directo o virtual entraña un proyecto especial de su providencia.

En primer lugar le contamos que tenemos el privilegio de participar en la misma comunidad cristiana de la cual son miembros las parejas que ha visitado (virtualmente). Ya desde hace más de un año les estoy pidiendo a los matrimonios que escriban un testimonio personal al respecto para poder publicarlo junto con la foto. Pero están tan ocupadas que no tienen el tiempo para hacerlo.

Quisiéramos aclarar algunas cosas respecto al por qué la actitud de estas parejas. En primer lugar, nadie ha dicho a las parejas que tengan hijos. Nada más se les invita a que se pongan de cara a Dios y traten de averiguar cuál es su voluntad sobre su vida. Pero ellos han visto que Dios quiere esto para ellas. No se puede imaginar la persecución que han tenido de parte de enfermeras y médicos para que las esposas se liguen las trompas o hagan aborto. Una de las esposas hasta prefirió dar a luz en su propia casa para evitar cualquier intervención contra su voluntad ya que su tía, que es enfermera en la clínica a la cual solía acudir para dar a luz, amenazaba hacerle ligar las trompas.

Después de algunos años las parejas observan más bien como el desconcierto general se ha apoderado de los médicos y de las enfermeras que los atienden. Quizás lo ha expresado bien un pariente de una de las parejas: "O están locos o tienen algo que yo no tengo". ¿Le cuento algo? Cuando una vez al año invitamos a las charlas para formar una nueva comunidad, se acercan más de doscientas personas. Desde hace varios años donde antes había venían unos cuantos interesados, ahora cada año se forman tres comunidades de 50 y más miembros. ¿Les ha mirado el rostro a estas parejas? Tienen un brillo especial. Y parece verdad que tener hijos es bueno para el cutis. En los tiempos pasados era el celibato de los religiosos que escandalizaba y llamaba la atención. Ahora ya no creen en eso. Pero al ver las familias con sus hijos y dándose cuenta de que, en medio de sus crisis y problemas que tienen, hay una paz y una alegría que los matrimonios con la "parejita" buscan en vano, se sienten cuestionados, "iluminados" y quieren saber de dónde les viene la felicidad. No es el hecho de tener muchos hijos que llama la atención, sino la actitud que tienen ante la vida.

Perdone usted, pero el mundo, los feministas o quien sea, le han hecho un lavado de cerebro. Díganos, ¿qué hay de más grande y sublime que educar a un hijo para que llegue a ser cristiano y ciudadano del cielo? Créanos, cuando estaremos en la presencia de Dios para gozar eternamente de su gloria, lo primero que agradeceremos a nuestros padres será que nos hayan dado la vida. Los que nunca han nacido no podrán gozar de Dios. Dar la vida y darla en abundancia, eso es verdadera felicidad. Poder colaborar con Dios es lo más sublime que hay. La sociedad de consumo ve la felicidad en estar cómodos, en no sufrir, en tener dinero. Pero en el fondo lo que se propicia es una egoísmo gigantesco. Mientras que el hombre es llamado a vivir lo que es. ¿Cuál es la vocación del hombre?

Está hecho a imagen y semejanza de Dios. Y Dios es amor. ¿Es posible amar de verdad sin sufrimiento? ¿Es posible amar sin poner al otro primero? Basta mirar a Jesucristo para darnos cuenta dónde está la verdadera felicidad. Hasta el criminal, el asesino, el ladrón, etc. puede tener esperanza porque Dios ama con misericordia también a los que abortan. Y los hijos abortados están intercediendo ante Dios por los padres que los han asesinado. Se salvarán porque la oración de esos inocentes tiene que ser escuchado. ¿Es posible amar como Jesucristo? No, esto no está en nuestras fuerzas. Pero él quiere darnos su Espíritu para que éste ame desde dentro de nosotros. Este tipo de amor no es un sentimiento meloso sino es el amor que sabe dar la vida por los amigos.

Luego nos queda una incógnita. Usted dice que ha facilitado la posibilidad de la vida durante 11 años. Esto supone que no ha habido anticoncepción durante todos estos años. ¿O nos equivocamos? ¿Por qué entonces su dificultad de aceptar o, más bien, en no aceptar lo que la Iglesia enseña, a saber, que los dos aspectos, el unitivo y el procreativo, tienen que estar juntos? Hemos visto relativamente muchos casos donde se hizo algún tipo de anticoncepción y luego al querer otro hijo no funciona. Y, por desgracia, sienten que tienen que recurrir a la concepción "in Vitro" lo que significa que tienen que provocar la fertilización de 8 – 10 óvulos y luego tienen que matar a todos menos uno. Y todo bajo el manto de la ciencia y de la fertilidad.

Por si acaso, una de las parejas que ha visitado, tiene una niñita con síndrome de Down. Al comienzo los ha chocado terriblemente, pero ahora ven en esta niña alegre la bendición de la familia. Hasta los hijos adolescentes, los de la edad difícil, reacios a integrarse en la familia, están al servicio de esta niña que los ha cautivado y los ha unido a todos de manera insospechada. Cuando la vimos la última vez le regalamos unos dulces y la niña recorrió la casa en busca de todos los hermanos para compartir. El que recibe mucho amor sabe dar mucho amor.

Lo que le sugerimos ahora a lo mejor le resultará chocante. ¿Por qué no adopta a un niño aunque sea sólo para bien de su hija? Nos explicamos. La situación de su hija es terrible. Sus padres de la niña están continuamente "encima" de ella y es inevitable que se convierta en tirano mimado porque todo está a su servicio y no hay con quien tenga que compartir obligatoria y constantemente. Puede imaginarse lo que va pasar con el pueblo chino que cultiva e impone el hijo único. Siembran viento y cosecharán tempestad. Ustedes quieren a su hija. Pero la pobre no puede respirar a causa de tanto cariño y atención que recibe. Necesita hermanitos para distraer a los padres, para que pueda ser ella misma y para que ella tenga permanentemente ponerse al servicio de ellos. Los hijos únicos al comienzo son terriblemente celosos. Pero luego el Señor les regala una especie de sentido de responsabilidad y una madurez impresionantes.

Las reflexiones que usted se hace respecto a la edad de la madre cuando nace un hijo a los cuarenta y pico años son típicas del mundo de consumo que nos rodea. En la TV sólo vale la juventud. Y esto marca a la sociedad ¿Y no le parece que una madre de cuarenta y pico años puede educar mucho mejor que a los veinte? ¿Qué hay de malo en una abuela? Tiene una sabiduría que el mundo de hoy desperdicia.

Usted puede haber estudiado pero ciertamente no se mueve en un ambiente de parejas con fe. Todas sus observaciones son típicas de personas que adquieren su "cosmovisión" en los medios de comunicación. Usted (su esposo y su hija) necesitan urgentemente que usted se integre a un grupo de cristianos de verdad. Se habrá dado cuenta que no estamos haciendo juicios morales. A lo mejor usted no tiene la culpa sino sólo refleja su medio-ambiente espiritual contaminado por el individualismo, consumismo y el relativismo. A lo mejor nunca ha visto plasmado en una persona concreta una fe profunda sino se ha contagiado con la religiosidad que, gracias a Dios, aún sobrevive en América Latina. Significa que hay huellas de fe. De nuevo, nuestra preocupación por usted no es que obre bien o mal.

Nuestra preocupación consiste en decirle como ser verdaderamente feliz. ¿Por qué no intenta respirar un tiempo el aire puro de un grupo de católicos considerados "radicales, locos, exagerados"? Mire alrededor suyo y escoja uno de esos grupos que le parece están exagerando y pídales participar un tiempo. Se va a llevar más de una sorpresa.

También sus observaciones respecto a los métodos naturales traicionan una falta de información. El método del ritmo es combinado con el de la temperatura, etc., de manera que hay una seguridad del 98%, casi la misma de la píldora y del condón que tienen terribles efectos secundarios. ¿Sabía que hay mayor incidencia de cáncer entre los que utilizan esos medios químicos o mecánicos? Enriéndanos bien. No queremos exhortarla de tener un hijo o utilizar este o aquel método. Lo único que queremos sugerirle que lo natural es mucho mejor en todo sentido física, anímica y espiritualmente para que el medio ambiente no le "lave el cerebro". Lo que busca generalmente el hombre de hoy es lo más fácil, lo que menos esfuerzo cuesta aunque se tiren por la borda valores enormes. Y se la va la felicidad.

Respecto a tener otras metas, nadie se lo impide. La alternativa entre carrera o hijo no se presenta. Usted se mueve en el campo de la teoría. Hay hermanas de las comunidades, madres de familia, que estudian teología. Además, luego de la menopausia, tendrá usted años y años para dedicarse a estas cosas.

Estas consideraciones se las ofrecemos como quienes hemos tenido mucho roce con muchas parejas y hemos visto qué es lo que hace verdaderamente feliz: Poder hacer la voluntad de Dios. ¿Cuál es la voluntad de Dios para usted? Nosotros no lo sabemos. Esto lo sabe solamente usted y Dios, por supuesto. Lo que hace la Iglesia es definir el marco dentro del cual uno puede estar seguro que se está moviendo dentro de la voluntad de Dios. Cuando uno se sale de este marco, está en la muerte. Como ve, nosotros no podemos decirle si usted es o no es uno de los casos de GS. Pensamos que usted necesita leer más: Familiaris Consortio, La carta de Juan Pablo II a las familias, la novo millenio ineunte. Y en lugar de preguntarse acerca de lo que está permitido, ¿por qué no se pregunta acerca de lo que la llevaría a la santidad?

Siempre con el ánimo de querer ayudar, ahora nos arriesgamos. Es interesante que cuando se habla a una persona directamente, está dispuesta a escuchar con calma y se dispone a razonar. Pero cuando se toca una relación entonces las cosas cambian. Le decimos el por qué. Usted nos escribe como si su esposo no existiera en todo este asunto. Su manera de escribir nos causa la impresión como que usted "decide" en el matrimonio o, por lo menos, él la deja hacer lo que le dé la gana a usted. El designio del matrimonio es ser uno y usted no alude ni una vez a la opinión de su esposo.

Queremos manifestarle otra impresión que puede parecerle pura suspicacia. Sin embargo, se ha verificado en muchos casos a través de los años que hemos estado al servicio de los hermanos en Cristo, que las dificultades no son de fe sino de moral. Muchísimas veces las dificultades "teóricas" y "teológicas" no son nada más el reflejo de un pecado por el cual uno siente que tiene que justificarse. El razonamiento, muchas veces inconsciente, es el siguiente. ¡Si la Iglesia se equivoca, entonces yo no peco! ¡Mi Dios es amor, el no me va a condenar! Le ponemos un ejemplo.

 Al visitar, luego de la primera charla pre-bautismal, a las familias en su casa para conversar con mayor libertad, nos encontramos con un futuro padrino que, al ver que estábamos abiertos al diálogo, francamente puso en duda la existencia de Jesucristo. El diálogo fue muy sincero y en algún momento le preguntamos: "¿Qué hay en su vida que le sugiere que es mejor que Jesucristo no existiese?". Nos dijo que tenía una amante. Le hicimos recordar a su mujer, sus votos matrimoniales, la felicidad de sus hijos y le sugerimos que si amaba verdaderamente a esa mujer que la deje para que ella pueda tener su matrimonio y sus hijos. El hecho es que tres días más tarde apareció temprano en la parroquia, se confesó y aseguró que había terminado la relación adultera. Cuando se dispuso a salir le preguntamos: "¿Todavía sigue con la idea que Jesucristo no ha existido?" Enfáticamente nos contestó: "¡Claro que no!".

¿Dónde le aprieta a usted el zapato por querer cuestionar una enseñanza clara del magisterio de la Iglesia? Suponer que el zapato no es demasiado estrecho no quita el dolor.

Quizás no le hemos respondido sus preguntas como para aliviarle su conciencia. Lo que nos toca es establecer el marco dentro del cual usted puede estar segura que está dentro de la voluntad de Dios y dentro del cual encontrará la verdadera felicidad.

Que Dios los bendiga a los tres...
Se lo desean y por ello rezan
Los MSC del Perú



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Querido hermano:
Es posible -quizá seguro- que mi corta visión actual y humana, no lleguen a entender que la sexualidad no tenga vida propia, es decir, que siempre tenga que ir unida al acto procreador, y que por tanto yo tuviera que estar embarazada prácticamente toda mi vida (al menos esto es posible. Porque, aunque sé lo que dice la Iglesia en cuanto a la paternidad responsable, también esto queda como un poco ambiguo y al final parece también pecado no tener hijos sin razones suficientemente graves). Es casi seguro que algún día, en la otra vida, muchas de las enseñanzas de la Iglesia que a mí ahora se me hacen muy difíciles, se "transformen", es decir, entienda con una luz nueva el porqué de las mismas.

Y por supuesto, desde ya sé que Dios y el Espíritu van dando luz a la Iglesia, y ésta tiene su autoridad. Sólo puedo decir, como última parte de mi diálogo, que es ahí donde yo estoy situada: estoy casada, mi marido me quiere y yo a él (no le tengo miedo, su sexualidad conmigo es muy amorosa y respetuosa) y ocasionaría un gran problema matrimonial el hecho de cambiar esto. Y sí, yo creo que estoy en uno de esos supuestos que usted tan amablemente me ha indicado, por lo cual no creo estar en pecado siquiera. Efectivamente, no es comparable: si yo me vuelvo a quedar embarazada y viene un niño minusválido, yo lo tendría, y, además, es un tema hablado con mi marido , el cual también está de acuerdo, pero AUNQUE NO LO ESTUVIERA, yo lo tendría, porque es una causa mayor y esencial a mi propio sentido común y a mi fe.

Sin más, gracias por sus oraciones y por todo; por haber empleado su tiempo conmigo.
Que Dios los bendiga.



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Estimada hermana en Cristo:
La paz del Señor esté en su corazón.

Al presentar un nuevo aspecto de su argumentación, hacemos el esfuerzo de aclarar también este punto. Nos referimos a la afirmación de "estar embarazada prácticamente toda mi vida".

La lógica es una cosa muy buena porque permite llegar a conclusiones acertadas. Por eso ya los antiguos enseñaron que si una premisa del silogismo es errónea entonces la conclusión lo es también.

Nos parece haber detectado una alternativa errónea en su razonamiento. Usted parece partir del adagio. Si tengo relaciones con mi esposo y obedezco a la Iglesia - o a Dios ya que es lo mismo - necesariamente tendré que estar embarazada por toda mi vida. Formulándolo de otra manera: Si no quiero salir embarazada he de renunciar a tener relaciones con mi esposo.

Aclaremos los presupuestos. En primer lugar, queremos presentarle un pronunciamiento infalible, el pronunciamiento solemne de un Concilio Ecuménico (Gaudium et Spes)

"Por lo tanto, cuando se trata de armonizar el amor conyugal con la responsable transmisión de la vida, la índole moral de la conducta no depende tan sólo de la sinceridad de la intención y de la ponderación de los motivos, sino que se debe determinar por criterios objetivos, deducidos de la naturaleza de la persona y de sus actos, que guardan el sentido integral de la mutua donación y de la humana procreación, entretejidos por un auténtico amor; mas todo ello no puede ser si no se cultiva con plena sinceridad la virtud de la castidad conyugal. En la regulación, pues, de la procreación, no les está permitido a los hijos de la Iglesia, fundados en estos principios, seguir caminos que el Magisterio condena, cuando explica la ley divina"

El Papa Pío XII hace más de 50 años ha aclarado que no existe la disyuntiva absoluta eso de no tener relaciones para obedecer a la voluntad de Dios o tener relaciones y estar embarazada toda la vida.

Por consiguiente si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar.

Cfr. XII, Alloc. iis quae interfuerunt Conventui Societatis Catholicae Italicae inter Obstetrices : A. A.S. XLII I (1951) p. 846.

Para comprender esto es bueno que usted lea toda la encíclica del Papa Paulo VI "Humanae vitae"


Que Dios les de su bendición.
Se lo desean yu por ellos rezan
Los MSC del Perú



Estimada hermana en Cristo.
La alegría del Niño que está por nacer, esté en su corazón.

Por casualidad - ¿existe la casualidad? - hemos encontrado unas observaciones de Mons. Tarcisio Bertone, Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, durante la presentación de la Declaración «Dominus Iesus». Cuando leímos el texto espontáneamente hemos pensado en usted y en sus inquietudes.

Recordamos sus primer mensajes - ¿es reflejo de las enseñanzas de alguno de sus profesores? - que que ponía en tela de juicio una enseñanza clara y precisa de la Iglesia católica. Tuvimos la impresión que este texto contribuiría a despejar dudas. No estamos calificando su juicio o el grado de su adhesión a la doctrina de la Iglesia. Estamos poniendo en claro el valor y la autoridad que tienen las declaraciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Con mayor razón, entonces, gozan de autoridad doctrinal las expresiones del Concilio Vaticano II y del Catecismo Católico.

En fin, pensamos que encontrará usted en las citadas observaciones unas precisiones muy ad hoc. Se las mandamos a guisa de regalo de Navidad. Hemos comprimido el mensaje. Suponemos que tendrá usted un programa que lo pueda des-comprimir.

Feliz Navidad.
Que Dios los bendiga.
Se lo desean y por ello rezan
Los MSC del Perú


Las observaciones
Género literario y grado de autoridad de la Declaración «Dominus Iesus»

Intervención de Mons. Tarcisio Bertone, Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, durante la presentación de la Declaración «Dominus Iesus», sobre la unicidad y la universalidad salvifica de Jesucristo y de su Iglesia.

El objetivo de esta intervención es comentar brevemente el género literario de la Declaración Dominus Iesus y, en ese contexto, proponer algunas precisiones sobre su valor y su grado de autoridad.

1. El género literario
Se trata de una Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El término Declaración significa que el Documento no enseña doctrinas nuevas, resultado del desarrollo y de la explicitación de la fe, sino que reafirma y reasume la doctrina de la fe católica definida o enseñada en Documentos del Magisterio de la Iglesia precedentes, indicando su recta interpretación, de cara a errores o ambigüedades doctrinales difundidas en el ambiente teológico y eclesial hodiernos. Como se recuerda explícitamente en la Introducción, el Documento no pretende tratar de modo orgánico y sistemático toda la problemática relacionada a los temas cristológicos y eclesiológicos expuestos; no sustituye, por lo tanto, la tarea de la teología ni tiene la intención de reprimir el esfuerzo de los teólogos de dar respuesta a cuestiones hasta ahora en buena parte inexploradas. La Declaración, por el contrario, pide esas exploraciones, indicando al mismo tiempo, la dirección y los límites que no pueden ser traspasados sin caer en el error o en el extravío. Esta dirección y estos límites han sido puestos originariamente por la revelación de la verdad de Dios realizada en Jesucristo, y transmitida por la Sagrada Escritura y por la Tradición viva de la Iglesia, interpretadas auténticamente por el Magisterio.

Tratándose de un Documento doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, aprobado expresamente por el Sumo Pontífice, tiene naturaleza magisterial universal. Esta peculiaridad se deriva del hecho de que la Congregación para la Doctrina de la Fe es el organismo auxiliar próximo del Romano Pontífice que ha recibido de éste el mandato específico y único de promover y tutelar en todo el orbe católico la doctrina sobre la fe y las costumbres . Por lo tanto, los Documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, aprobados expresamente por el Papa, participan del magisterio ordinario del Sumo Pontífice . Es bueno recordar que tales Documentos, de naturaleza doctrinal, no se pueden equiparar a actos de naturaleza administrativa o puramente jurisdiccional, sino que son actos de enseñanza magisterial, dada la relación estrecha y esencial que los Miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe tienen con el Supremo Titular del Ministerio Petrino, que tiene una responsabilidad única y particularísima por la Iglesia universal en el ámbito de la potestad de magisterio.

Si se negase que las decisiones doctrinales de la Congregación, aprobadas expresamente por el Papa, son de naturaleza magisterial universal, se seguiría que tales decisiones tendrían un valor meramente orientador y disciplinar o incluso equivalente al valor de una opinión teológica, por más respetable que ésta sea. Esto, sin embargo, contradice la Tradición eclesial y la voluntad y el mandato del mismo Sumo Pontífice.

Por esta razón, el presente Documento, aun no siendo un acto propio del Magisterio del Sumo Pontífice, refleja, sin embargo, su pensamiento, pues ha sido explícitamente aprobado y confirmado por el Papa, e indica también su voluntad de que cuanto en él se contiene sea sostenido por toda la Iglesia, porque es él quien ha ordenado su publicación.

La fórmula de aprobación, que se encuentra al final del Documento, tiene una especial y elevada autoridad: certa scientia et apostólica Sua auctoritate . Esto corresponde a la importancia y al carácter esencial de los contenidos doctrinales enseñados en la Declaración: se trata de verdades de fe divina y católica (que pertenecen al primer apartado de la Fórmula de la Profesión de Fe) o de verdades de la doctrina católica a ser creídas firmemente (que pertenecen al segundo apartado de la misma Fórmula). El asentimiento pedido por lo tanto a los fieles es de tipo definitivo e irrevocable.

Para evitar cualquier eventual equívoco, es necesario precisar que dicha fórmula de apropiación por parte del Sumo Pontífice, que ciertamente expresa el más alto nivel en la aprobación del Documento, y que retoma literalmente expresiones bien conocidas utilizadas por Romanos Pontífices en el pasado, no debilita ni atenúa en modo alguno el valor de los otros Documentos hasta ahora publicados por la Congregación para la Doctrina de la Fe, y aprobados expresamente por el Papa. Si, de hecho, por un lado todos los Documentos doctrinales de la Congregación, para tener autoridad magisterial, deben ser aprobados expresamente por el Papa, por otro lado, esa expresa aprobación puede indicarse con fórmulas diversas, más o menos acentuadas, teniendo en cuenta sobre todo el objeto y el diverso orden o tipo de las categorías de verdad contenidas en los Documentos mismos.


2. El grado de autoridad
Una sencilla, pero necesaria puntualización sobre el grado de autoridad de la Declaración «Dominus Iesus» se impone, especialmente considerando la insistencia con la cual -también recientemente- intervenciones y publicaciones de ciertos teólogos han levantado críticas al motu proprio del Santo Padre «Ad tuendam fidem» y a la Nota doctrinal ilustrativa de la Fórmula de la Profesión de fe, publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1998.

La objeción se refiere a la presunta distinción entre la infalibilidad de la enseñanza y la definitividad de la doctrina. Según algunos, la Nota doctrinal de la CDF sostiene que el Magisterio puede proponer como definitivas doctrinas que no se enseñan infaliblemente.

A partir de ello se concluye que, dado que no son infalibles, dichas doctrinas podrían ser consideradas provisorias o revisables y por lo tanto discutibles por parte de los teólogos.

Esta objeción y su correspondiente conclusión son totalmente infundadas e injustificadas. Si una doctrina es enseñada como definitiva, y por lo tanto irreformable, esto presupone que es enseñada por el Magisterio con un acto infalible, aunque tenga una diversa tipología. El problema verdadero, por lo tanto, es otro: una doctrina puede ser enseñada por el Magisterio como definitiva ya sea con un acto definitivo y solemne (por el Papa «ex cátedra» o por un Concilio ecuménico) ya sea con un acto ordinario no solemne (por el Magisterio ordinario y universal del Papa y de los Obispos en comunión con él). No obstante, ambos actos son infalibles. Es además posible que el Magisterio ordinario del Papa confirme o reafirme doctrinas que, por lo demás, pertenecen a la fe de la Iglesia: en este caso, el pronunciamiento del Papa, incluso sin tener el carácter de una definición solemne, propone nuevamente a la Iglesia doctrinas infaliblemente enseñadas como que deben ser creídas o aceptadas definitivamente, y exige por lo tanto por parte de los fieles un asentimiento de fe o definitivo.

En el caso de la Declaración «Dominus Iesus» debe decirse que, dado que se trata de un Documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, no goza de la prerrogativa de la infalibilidad, en cuanto emanado de un organismo inferior al Papa y al Colegio de los Obispos en comunión con el Papa. Sin embargo, las enseñanzas de las verdades de fe y de doctrina católica contenidas en ella, exigen por parte de todos los fieles un asentimiento definitivo e irrevocable, no debido a la publicación de la Declaración y a partir de ella, sino en cuanto que éstas pertenecen al patrimonio de fe de la Iglesia y han sido propuestas infaliblemente por el Magisterio en actos y documentos anteriores.

La Declaración se presenta, por lo tanto, por su propia naturaleza, como un servicio a la fe, ya para salvaguardarla de errores y ambigüedades que oscurecen o incluso alteran puntos esenciales de su genuino patrimonio, como el misterio de la unicidad y universalidad salvíficas de Cristo y el misterio de la unidad y unicidad de la Iglesia sacramento universal de salvación, ya para promover una comprensión más profunda, en la fidelidad y en la continuidad con la Tradición eclesial. Tal servicio, que es exactamente lo opuesto de una limitación y de una sofocación de la investigación teológica, abre la inteligencia de los creyentes, librándola del riesgo de la desviación y de la parcialidad, para reconducirla por la dirección correcta hacia la comprensión de la plenitud de la revelación divina. En ese sentido el Documento es también un servicio a la caridad, aquella que Antonio Rosmini llamaba la «caridad intelectual», ya que la salus animarum, que para la Iglesia vale más que cualquier otra cosa, exige como condición esencial el anuncio y la defensa de la verdad de fe.
Monseñor Tarcisio Bertone
Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe



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