Disfruten de  la Palabra Divina de los Domingos

tomados de la mano de los Padres de la Iglesia, de los Santos y Sabios de todos los tiempos y del Catecismo de la Iglesia Católica

(Nota Bene: Los números consignados entre paréntesis ( ) hacen referencia a los números del Catecismo).También puede saltar a:

 


 

DOMINGO II ORDINARIO Ciclo A

 

Llamados a ser testigos de Cristo Salvador”

 

 

 

CONTENIDO

I. LA PALABRA DE DIOS

Comentarios de Sabios y Santos

Por versículo

Por temas

Por suplementos

II. APUNTE BÍBLICO-LITÚRGICO

III. SITUACIÓN HUMANA

IV. LA FE DE LA IGLESIA

* La fe

* La respuesta

* El testimonio cristiano

 

 

 

 

 

I. LA PALABRA DE DIOS

 

* Is 49,5-6: “Te hago luz de las naciones para que seas mi salvación”

 

* Sal 39,2.4ab.7-8a.8b-9.10: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”

 

* 1Co 1,1-3: “Gracias y paz os dé Dios nuestro Padre, y Jesucristo, nuestro Señor”

 

* Jn 1,29-34: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”

 

Comentarios de Sabios y Santos

 

 

Por versículo 

29 El día siguiente

“Ya no es el momento de decir "Preparad …”(Mt 3,3)… Es necesario dar a conocer a Aquel que está presente” (Cir Al, Com. Juan 3, Prol. PG 73, 192-193).

El evangelio de Juan comienza con una alusión patente a Gen 1, 1. De manera similar se imita en los siguientes versículos la esctructura de los siete días de la creación. Todo culmina en la primera manifestación  de la 'gloria' de Jesús en las bodas de Caná (cfr. 2, 11). Se puede observar la sequencia de los días  en 1, 29 (el día siguiente al testimonio inicial del Bautista) y en 1, 35; 1, 39-42; 1, 43 [= 4 días] y finalmente 2, 1 [siete en total].  De esta manera el evangelio como tal abre con una semana completa. Parece que San Juan entendía el día séptimo, el día del descanso de Dios al finalizar la creación, como manifestación de la gloria del Creador. En la instancia de las bodas de Caná, el evangelista indica la gloria de la nueva creación en Jesucristo en las bodas del Cordero con la Iglesia.

 

el Cordero de Dios

Posible referencia al cordero pascual (Jn 19,14. 36). Así interpretan los Padres latinos. Puede referirse también al Siervo de YHWE (Is 53, 7-12; Is 42,1s; cf. Apc 5, 6s.) donde el Siervo es comparado con un cordero (LXX) que debe cargar los pecados de los demás.

 

que quita el pecado del mundo

Quita …No dice 'lo quitará' ni 'lo ha quitado' sino él es “aquel que quita y continúa quitándolo en cada uno de aquellos que están en el mundo hasta que el pecado no sea vencido en el mundo entero y el Salvador entregue el reino al Padre [1 Cor 15,24]”. (Orígenes, comentario a Jn  I, 233-235, Padri vivi A, p. 121)

 

30 Este es del cual dije

“Yo pienso que el ministerio de Juan se cumple en el mundo hasta al día de hoy. Primero es necesario que el espíritu y el poder de Juan (cf. Lc 1, 17) lleguen al alma de todo aquel que está destinado a alcanzar a Jesucristo. Es, pues necesario preparar para el Señor un pueblo perfecto, enderezar los caminos y aplanar los senderos referente a lo áspero de sus corazones. No sólo en aquel entonces han sido aplanados los caminos y enderezados los senderos. También hoy el espíritu y el poder de Juan preceden la llegada del Señor y Salvador [en los corazones]” (Orígenes, comentario a  Luc 4, 6)

 

32. Juan dio testimonio...

El Bautista es testigo de la teofanía y se convierte así en testigo de que Jesús es el Mesías. El evangelista pre-supone el relato sinóptico del bautismo de Jesús en el Jordán ((Mk 1, 9-11 par; cfr. Hch 19, 1-4). Muchos de los Padres de la Iglesia enseñan que las diferencias entre cuarto evangelista y los sinópticos pueden explicarse por el propósito de san Juan de querer complementar los envagelios anteriores. Por eso Clemente de Alejandría habla de la "naturaleza espiritual" del evangelio de san Juan (Eusebius, HE 6.14, 5-7; PG 20.552).

 

33el que me envió  a bautizar con agua me dijo...   

Los profetas del At anuncian un derramamiento del Espíritu en los tiempos del Mesías.

 (Jl 2:28f.; Is 32:15; Ez 39:29; Zech 12:10). El NT reconoce el cumplimiento de las profecías en el acontecimiento de Pentecostés y en el bautismo cristiano (Acts 2:16-18; 10:45; Rom 5:5; Gal 4:6; Eph 4:7f.; Jn 7:39; 20:22). El bautismo de Jesús es, por tanto, el cumplimiento paradigmático de las promesas porque como el Meaías (= el Ungido) hará participar a todos los creyentes de esa efusión del Espíritu Santo. 

 

34. Este es el elegido de Dios

Alusión a Is 42, 1 (cfr. Lc 9, 35) La mayoría de los manuscritos leen "Hijo de Dios".

 

 

 

 

Por temas

Ireneo El Espíritu nos une

“En efecto, como nos se puede, sin agua, hacer de la harina seca una sola masa y un solo pan así nosotros, que éramos multitud no podíamos de hecho llegar a ser uno en Cristo Jesús (cf. Rom 12, 5; 1, Cor 10, 17; Gal  3, 28) sin el Agua venida del cielo. Y como la tierra árida, si no recibe el agua no puede dar fruto, así también nsotros que éramos sino leña seca ( cfr. Lc 23, 31) no habríamos jamás podido dar fruto de vida sin la Lluvia generosa (cfr. Sal 67, 10) venida desde lo alto.  Es verdad, nuestros cuerpos han recibido del baño (cf. Ef 5, 26; Tit 3, 5) del Bautismo la unión para incorruptibilidad mientras que nuestras almas la han recibido del Espíritu (cfr. Jn 3, 5). He aquí porque lo uno y lo otro es necesario desde el momento que tanto lo uno cuanto lo otro contribuye en dar la vida de Dios" (Ireneo, AH III, 17,1-2).

 

Por suplementos

Así como Israel fue salvado de la esclavitud, así el cristiano es liberado del pecado por el Cordero de Dios. Nos alimentamos de Él por medio del pan eucarístico. Por eso con mayor razón ha de alabar  el cristiano a su Salvador.

0801004 EL CORDERO SIGNO EMINENTE DE LA PASCUA

R. Gamaliel solía decir: todo aquel que no menciona estas tres cosas en Pascua, no cumple con su deber. Las tres cosas son: el cordero pascual, el pan ázimo y las hierbas amargas. El cordero a causa de que el Ubicuo pasó por las casas de nuestros antepasados en Egipto, pues está escrito: y entonces diréis: sacrificio de Pascua es para el Señor, porque pasó etc. El pan ázimo porque nuestros antepasados fueron liberados de Egipto, según está escrito: y cocieron la masa que habían sacado de Egipto etc. Y hierbas amargas porque los egipcios amargaron las vidas de nuestros antepasados en Egipto, pues está escrito: y amargaron sus vidas etc. En cada generación el hombre debe considerarse como si hu­biera sido liberado personalmente de Egipto, según está escrito: y contarás en dicho día a tu hijo dicién­dole: esto es por lo que el Señor hizo por mí cuando salí de Egipto. Por ello, debemos agradecer, alabar, glorificar, enaltecer, respetar, ensalzar, bendecir, exaltar y adorar a Aquel que por nuestros antepasados y por nosotros obró todos estos milagros, a Aquel que nos sacó de la esclavitud a la libertad, de la desgracia a la alegría, del duelo a la fiesta, de la oscuridad a la gran luz, de la servidumbre a la liberación.  (Pesajim X, 4 [en 116a‑b].)

eucaristía, pascua, alabanza.

 

II. APUNTE BÍBLICO-LITÚRGICO

 

·      El Bautista manifiesta que Jesucristo preexiste, que es el Hijo de Dios, el Ungido por el Espíritu, el que bautiza con el Espíritu. Proclama, sobre todo, que es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, clara alusión a la Pasión (4.o Poema del Siervo de Yahvé: Is 52,4).

·      El Siervo de Yahvé, al que Dios hace luz de las naciones para salvarlas, (1.a Lect.) es Jesucristo.

·      La Iglesia se dirige hoy “a los santificados en Cristo-Jesús, llamados a ser santos”. (2.a Lect.) y nos invita a predicar, como S. Pablo, a Jesucristo y éste crucificado, que salva al hombre liberándolo del  pecado.

 

III. SITUACIÓN HUMANA

 

·      Para anunciarle a Jesucristo al hombre de nuestros días, a quien nada dicen ni las verdades abstractas ni los sucedáneos que puedan acompañar a la vida, han de estudiarse muy a fondo las necesidades y expectativas, los ideales y carencias de esta sociedad y las exigencias de nuestro mundo.

·      En medio de este mundo, los cristianos hemos de presentarnos limpios de pecado, llenos de Espíritu, servidores humildes de todos, para que la salvación alcance hasta el confín de la tierra.

 

IV. LA FE DE LA IGLESIA

* La fe

 

_ La Iglesia, comunión con Jesús. La Iglesia es el sacramento de Jesucristo, por la comunicación de su Espíritu a los hombres reunidos de todos los pueblos, los constituye místicamente en su Cuerpo:

“A ellos les dio parte en su misión, en su alegría y en sus sufrimientos. Jesús habla de una comunión todavía más íntima entre Él y los que le sigan: “Permaneced en mí como yo en vosotros... Yo soy la vid y vosotros los sarmientos”. Anuncia una comunión misteriosa y real entre su propio cuerpo y el nuestro: “Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6,56)” (789; cf.  798).

 

* La respuesta

 

_ Cristo, Cabeza del Cuerpo de la Iglesia:

“Él nos une a su Pascua: Todos los miembros tienen que esforzarse en asemejarse a él “hasta que Cristo esté formado en ellos” “Por eso somos integrados en los misterios de su vida...  nos unimos a sus sufrimientos como el cuerpo a su cabeza. Sufrimos con él para ser glorificados con él” (LG 7)” (793).

_ Él provee a nuestro crecimiento:

“Para hacernos crecer hacia Él, nuestra Cabeza, Cristo distribuye los bienes y servicios...”: 794.

 

* El testimonio cristiano

 

_ ““Ay de mí si no anuncio el Evangelio” Para esto me ha enviado el mismo Cristo. Debo predicar su nombre.

Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo.... Él como nosotros y más que nosotros fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente... Él instituyó el nuevo Reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre y sed de justicia son saciados, en el que todos somos hermanos” (Pablo VI, Homilía en Manila, 29.10.70).

En comunión con la Iglesia, abrazados a la Cruz de Cristo y haciéndonos entender por el mundo de hoy, hemos de proclamar, como el Bautista, que Jesucristo es el Salvador.

 

 

 

Comentarios Padres griegos

 

Ireneo El Espíritu nos une

“En efecto, como nos se puede, sin agua, hacer de la harina seca una sola masa y un solo pan así nosotros, que éramos multitud no podíamos de hecho llegar a ser uno en Cristo Jesús (cf. Rom 12, 5; 1, Cor 10, 17; Gal  3, 28) sin el Agua venida del cielo. Y como la tierra árida, si no recibe el agua no puede dar fruto, así también nsotros que éramos sino leña seca ( cfr. Lc 23, 31) no habríamos jamás podido dar fruto de vida sin la Lluvia generosa (cfr. Sal 67, 10) venida desde lo alto.  Es verdad, nuestros cuerpos han recibido del baño (cf. Ef 5, 26; Tit 3, 5) del Bautismo la unión para incorruptibilidad mientras que nuestras almas la han recibido del Espíritu (cfr. Jn 3, 5). He aquí porque lo uno y lo otro es necesario desde el momento que tanto lo uno cuanto lo otro contribuye en dar la vida de Dios" (Ireneo, AH III, 17,1-2).

 

Padres latinos

 

Agustín

Jn 1,29‑34: No es así como se interroga por las cosas eternas

El Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma. En­tonces se manifestó más plenamente al mismo Juan la flor de la santidad en forma de paloma, forma de simplicidad e inocen­cia. De esa manera se cumplió el texto: Y sobre él florecerá mi santificación (Sal 131,18). Yo--dijo--no lo conocía. Pero quien me envió a bautizar en agua me dijo: «Aquel sobre quien veas que desciende el Espíritu Santo y que repose sobre él, ése es quien bautiza en el Espíritu Santo». Y yo--dijo--doy testimo­nio de lo que vi, que él es el elegido de Dios (Jn t,33‑34). ¿De quién da testimonio? De aquel sobre quien vio la santificación del Padre. ¿De dónde vio descender al Espíritu Santo? Pues nunca se alejó el Espíritu Santo del Hijo, ni el Hijo del Espíritu, ni el Hijo del Padre, ni el Padre del Hijo, ni el Espíritu del Hijo y del Padre; pero estas cosas se comprenden con la mente puri­ficada, distintamente a como se manifiestan a los ojos.

 

 El Padre no es anterior al Hijo en el tiempo, ni el Hijo sigue temporalmente al Padre, puesto que allí no existe tiempo algu­no. El Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo son un solo Dios, creador de los tiempos. Allí no hay posibilidad de decir: «El Pa­dre es anterior, y el Hijo es posterior». Desde el momento en que él es el Padre, desde ese momento existe el Hijo. Investiga desde cuándo es Padre. Trasciendes con el pensamiento la tie­rra, el cielo, los ángeles, las cosas visibles, las invisibles y la creación entera; luego preguntas: «¿Desde cuándo comenzó a ser Padre?». No es así como se interroga por las cosas eternas. No preguntes desde cuando sino a lo que tiene comienzo. No preguntes desde cuándo a aquel de quien toma comienzo cuan­to ha comenzado y que no tiene comienzo de nadie, porque no lo tiene en absoluto.

 

 Como el Padre no tiene comienzo, así tampoco el Hijo, pero el Hijo es el resplandor del Padre. El resplandor del fuego existe desde el momento en que existe el fuego, y el resplandor del Pa­dre desde que existe el Padre. ¿Desde cuándo existe el Padre? Desde siempre y por siempre. Así. pues, también el resplandor del Padre existe desde siempre y por siempre; y, con todo, pues­to que es su resplandor, su Hijo tampoco comenzó con el tiem­po en el ser engendrado por el Padre. ¿Quién puede ver esto? Lima tu corazón. sacude el polvo. Lava la mancha. Sea curado y sanado cuanto perturba la mirada interior, y aparecerá lo que se dice y se cree antes de ser visto

 Ahora, hermanos, lo creemos. ¿Qué creemos? Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no se anteceden en el tiempo. Aun­que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no se anteceden en tiempo alguno, no he podido nombrar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo sin que estos nombres retuviesen el tiempo y fuesen retenidos por él. El Padre no es anterior, ni el Hijo posterior, y, sin embargo, no he podido no decir uno antes y otro después, y todas las sílabas ocuparon su propio tiempo, y la segunda no pudo sonar en mis palabras hasta que no pasó la primera. Pasó tiempo al pronunciar mis sílabas para expresar lo que no tiene tiempo.

 Por tanto, hermanos míos, cuando aquella Trinidad se mani­festó sensiblemente en la carne, apareció la Trinidad entera en el río en que Juan bautizó al Señor. Una vez bautizado, salió del agua. descendió la paloma y sonó la voz desde el cielo: Éste es mi Hijo amado, en quien me he complacido (Mt 3,17). El Hijo se manifiesta en el hombre; el Espíritu en la paloma; el Padre en la voz. Algo inseparable se ha manifestado separadamente; su­puesto el caso de que pueda hablarse de cosa y no más bien de la causa de todas las cosas, y eso si se puede hablar de causa. ¿Qué es lo que decimos, cuando hablamos de Dios? Hablamos de el, y lo permite él mismo, que no es como se le piensa y del que no puede hablarse ni siquiera en el modo como se le piensa. Mas he aquí que en atención a los hombres, hermanos, se manifestó sir­viéndose de una paloma, y así se cumplió: Sobre él florecerá mi santificación. Florecerá, se dijo; esto es, se manifestará clara­mente, pues nada hay más resplandeciente y mas visible en un árbol que su flor. ¡Ea!, hemos llegado ya a las últimas palabras de la antífona: Sobre él florecerá mi santificación. .Sermón 308 A. ~5.

 

 

 

Comentario versículos

 

29 El día siguiente

“Ya no es el momento de decir "Preparad …”(Mt 3,3)… Es necesario dar a conocer a Aquel que está presente” (Cir Al, Com. Juan 3, Prol. PG 73, 192-193  Les Pères, p. 63)

El evangelio de Juan comienza con una alusión patente a Gen 1, 1. De manera similar se imita en los siguientes versículo la esctructura de los siete días de la creación. Todo culmina en la primera manifestación  de la 'gloria' de Jesús en las bodas de Caná (cfr. 2, 11). Se puede observar la sequencia de los días  en 1, 29 (el día siguiente al testimonio inicial del Bautista) y en 1, 35; 1, 39-42; 1, 43 [= 4 días] y finalmente 2, 1 [siete en total].  De esta manera el evangelio se abre con una semana completa. Parece que San Juan entendía el día séptimo, el día del descanso de Dios al finalizar la creación, como manifestación de la gloria del Creador. En esta instancia, se indica una nueva creación, las bodas del Cordero con la Iglesia.

 

el Cordero de Dios

Posible referencia al cordero pascual (Jn 19,14. 36). Así interpretan los Padres latinos. Puede referirse también al Siervo de YHWE (Is 53, 7-12; Is 42,1s; cf. Apc 5, 6s.) donde el Siervo es comparado con un cordero (LXX) que debe cargar los pecados de los demás.

 

que quita el pecado del mundo

Quita …No dice 'lo quitará' ni 'lo ha quitado' sino él es “aquel que quita y continúa quitándolo en cada uno de aquellos que están en el mundo hasta que el pecado no sea vencido en el mundo entero y el Salvador entregue el reino al Padre [1 Cor 15,24]”. (Orígenes, comentario a Jn  I, 233-235, Padri vivi A, p. 121)

 

30 Este es del cual dije

“Yo pienso que el ministerio de Juan se cumple en el mundo hasta al día de hoy. Primero es necesario que el espíritu y el poder de Juan (cf. Lc 1, 17) lleguen al alma de todo aquel que está destinado a alcanzar a Jesucristo. Es, pues necesario preparar para el Señor un pueblo perfecto, enderezar los caminos y aplanar los senderos referente a lo áspero de sus corazones. No sólo en aquel entonces han sido aplanados los caminos y enderezados los senderos. También hoy el espíritu y el poder de Juan preceden la llegada del Señor y Salvador [en los corazones]” (Orígenes, comentario a  Luc 4, 6)

 

32. Juan dio testimonio...

El Bautista es testigo de la teofanía y se convierte así en testigo de que Jesús es el Mesías. El evangelista pre-supone el relato sinóptico del bautismo de Jesús en el Jordán ((Mk 1, 9-11 par; cfr. Hch 19, 1-4). Muchos de los Padres de la Iglesia enseñan que las diferencias entre cuarto evangelista y los sinópticos pueden explicarse por el propósito de san Juan de querer complementar los envagelios anteriores. Por eso Clemente de Alejandría habla de la "naturaleza espiritual" del evangelio de san Juan (Eusebius, HE 6.14, 5-7; PG 20.552).

 

33el que me envió  a bautizar con agua me dijo...   

Los profetas del At anuncian un derramamiento del Espíritu en los tiempos del Mesías.

 (Jl 2:28f.; Is 32:15; Ez 39:29; Zech 12:10). El NT reconoce el cumplimiento de las profecías en el acontecimiento de Pentecostés y en el bautismo cristiano (Acts 2:16-18; 10:45; Rom 5:5; Gal 4:6; Eph 4:7f.; Jn 7:39; 20:22). El bautismo de Jesús es, por tanto, el cumplimiento paradigmático de las promesas porque como el Meaías (= el Ungido) hará participar a todos los creyentes de esa efusión del Espíritu Santo. 

34. Este es el elegido de Dios

Alusión a Is 42, 1 (cfr. Lc 9, 35) La mayoría de los manuscritos leen "Hijo de Dios".

 

 

Segunda Lectura

 

Padres Latinos

 

Agustín

I Cor 1,1‑3: Si ahora amamos así la paz, ¡cómo la amaremos cuando la poseamos en plenitud!

Bendijo a tus hijos dentro de ti. ¿Quién? Quien puso paz en tus fronteras (Sal 147,14). ¿Cómo es que habéis gritado todos de alegría? Amad esta paz, hermanos míos. Mucho me deleito cuando se deja oír en vuestros corazones el amor de la paz. ¿Cómo os ha deleitado a vosotros? Aún no había dicho nada, ni nada había expuesto; no hice más que leer el versillo y os pu­sisteis a gritar. ¿Qué es lo que gritó en vosotros? El amor de la paz. ¿Qué he mostrado a vuestros ojos? Si no la amáis, ¿por qué habéis gritado? ¿Cómo la amáis, si no la veis? La paz es in­visible. ¿Con qué ojo la habéis visto, para amarla? En efecto, si no la amaseis, no hubieseis levantado ese clamor. Estos son los espectáculos de realidades invisibles que nos ofrece Dios. ¿Con qué hermosura sacudió vuestros corazones el conocimiento de la paz? ¿Qué necesidad tengo ya de hablar de la paz o de hacer el elogio de la paz? Vuestro amor se ha anticipado a mis pala­bras; no cumplo mi promesa; no puedo, me siento incapaz.

 

 Difiramos la alabanza de la paz para la patria de la paz. La alabaremos cumplidamente allí donde la poseeremos en pleni­tud. Si ahora, sólo incoada en nosotros, la amamos de esta ma­nera, ¿cómo la amaremos cuando la poseamos en plenitud? Ved lo que os digo, ¡oh hijos de amado, oh hijos del reino, oh ciudadanos de Jerusalén!: que en Jerusalén está la visión de paz. Todos los que aman la paz son bendecidos en ella y, luego de entrar ellos, se cerrarán las puertas y se reforzarán los cerro­jos. Desead, id en busca de la que, con sólo nombrarla, tanto amáis y os es querida. Amadla en la casa, en las ocupaciones, en la mujer, en los hijos, en los siervos, en los amigos y en los ene­migos.

 

 Ésta es la paz que no tienen los herejes. ¿Qué se propone la paz en la incertidumbre de esta vida, en esta peregrinación de nuestra mortalidad, en la que nadie es transparente al vecino ni nadie ve el corazón del otro? ¿Qué se propone la paz? No juzga lo que es incierto, no asegura lo que desconoce; es más proclive a pensar bien del hombre que a sospechar el mal. No le duele demasiado el equivocarse cuando piensa bien incluso del que es malo, pero considera muy nocivo el pensar, tal vez, mal del bueno. Desconozco cómo es esa persona, ¿qué pierdo por creer que es buena? En la incertidumbre, te es licito tomar precaucio­nes, por si acaso es ciertamente malo; con todo, no lo condenes como si fuese en verdad malo. Esto es lo que ordena la paz. Busca la paz--dice--y vete tras ello (Sal 33,15). ¿Qué invita a hacer la herejía? (El donatismo) Ella condena a quien no conoce, condena a todo el mundo: «Ha perecido el mundo entero, no hay en él cristiano alguno, sólo ha quedado el África».

 

 ¡Bien has juzgado! ¿Desde qué tribunal dictas tú sentencia contra el orbe de la tierra? ¿En qué juzgado ha comparecido an­te ti el mundo? No se me crea ni a mi ni a ti: creamos a Cristo, creamos al Espíritu de Dios que habla por los profetas, creamos a la ley de Moisés. ¿Qué dijo Moisés de estos tiempos, entonces futuros? Se dijo a Abrahán: En tu descendencia serán benditos todos los pueblos (Gn 22,18). ¿O dudas cuál es la descendencia de Abrahán? Pienso que no tengas dudas, habiéndolo dicho el Apóstol; o, si dudáis hasta del Apóstol, ¿por qué decís: «Paz, paz», pero no hay paz? (Jr 6,14). ¿Qué dice el Apóstol? Las promesas fueron hechas a Abrahán y a su descendencia. No di­ce: « Y a sus descendencias», como si se tratase de muchas, sino como de una sola: « Y a su descendencia, que es Cristo» (Gál 3,16). Ved que hace ya muchos miles de años se dijo a Abrahán: En tu descendencia serán benditos todos los pueblos.

 Estas palabras pronunciadas hace miles de años, creídas por una persona, las vemos cumplidas ahora. Lo leemos, lo vemos con los ojos, y ¿tú, avanzando al través, te resistes? ¿Qué pue­des decir? «No le des fe». «¿A quién? ¿Al Espíritu de Dios? ¿A Dios que habla por medio de Abrahán? ¿Y a quién creo? ¿A ti?». «No es eso lo que digo», responderás. «¿No dices eso? ¿No dices: 'Créeme a mi antes que al Espíritu de Dios y a Dios que hablaba a Abrahán? ¿Qué es lo que me dices?». «Aquél y aquél entregaron los libros». «Esas palabras ¿las tomas del evangelio, del Apóstol o de los profetas? Repasa toda la Escri­tura, léeme eso en la Escritura misma a la que creo, pues a ti no te creo. ¿En dónde lo lees?». «Esto me lo dijo mi padre, mi abuelo, mi hermano, mi obispo». «Pero Dios dijo esto a Abra­hán: En tu descendencia serán benditos todos los pueblos». Lo escucha un solo hombre y lo cree, y se hace realidad en muchos mucho tiempo después. Cuando se anunció se creyó y ¿se duda cuando se ve cumplido? Eso lo dijo Moisés. Díganlo también los profetas. Observa el comercio que ha conducido a nuestro rescate. Cristo pende del madero: considera qué precio ha paga­do por el rescate y así verás lo que compró. Ha de comprar al­go; aún no sabes que. Considera, considera la cantidad pagada y verás que compró. Derramó su sangre, hizo la compra con su sangre, con la sangre del cordero inmaculado, con la sangre del Hijo único de Dios.  Comentario al salmo 147,15‑]ó.

 

 

 

 

 

 

vea: clerus.org

 

 

 

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