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MSC en el Perú

Los Misioneros del
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Domingo 4 de Pascua B: Comentarios de Sabios y Santos -  Preparemos con ellos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la Misa dominical


Recursos adicionales para la preparación


A su disposición:
Exégesis: R.P. José María Solé Roma, C.M.F. sobre las tres lecturas

Exégesis: DR. ISIDRO GOMÁ Y TOMÁS - El Buen Pastor

Comentario teológico:San Juan Pablo II y las vocaciones

Comentario teológico; SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA - Los rasgos de El Buen Pastor

Comentario teológico: P. LEONARDO CASTELLANI - El Buen Pastor

Santos Padres: SAN AGUSTÍN  - El Buen Pastor - Sermón 137  

Santos Padres: San Gregorio Magno - El buen pastor sacrifica su vida por las ovejas

Aplicación: San Juan de Ávila - Los pastos del ciel (Jn 10,11-18)

Aplicación: R.P. Carlos M. Buela, I.V.E. - I ¿Qué hay que hacer para no tener vocaciones?

Aplicación: Raniero Cantalamessa - Cristo nos propone hacer con Él una experiencia de liberación

Aplicación: Fray Luis de León - Cristo, pastor

Aplicación: R.P. Gustavo Pascual, I.V.E. - Yo soy el buen pastor; el  asalariado ve al lobo y huye (Jn 10, 11-18)

Ejemplos Predicables

 


Falta un dedo: Celebrarla

 

Los Comentarios a las Lecturas del Domingo

 

Exégesis:  R.P. José María Solé Roma, C.M.F. sobre las tres lecturas

Sobre la Primera Lectura (Hechos 4, 8-12)
Jesús realizó ya su Obra Salvífica. Ahora los Apóstoles deben hacer llegar la salvación a todos los hombres:

- 'En virtud de este NOMBRE' (v. 10): Tenemos ya el Nombre que nos salva: Jesús = Dios salva. El Ángel habla a María y a José: 'Le pondréis por nombre 'Jesús', porque El 'Salvará' a su pueblo de sus pecados’. Ahora San Pedro, con el 'signo' milagroso de una curación obrada en el Nombre de Jesús, proclama que sólo en Jesús, el Jesús que ellos crucificaron, tenemos Salvación (v. 12): 'El es la piedra desechada por vosotros, los constructores, que ha venido a ser clave del arco’ (v. 11).

- Con este episodio comienza el primer choque de la Iglesia naciente con el judaísmo oficial. Toman la ofensiva contra los inermes Apóstoles. Los saduceos, negadores de la resurrección. El clan de Anás monopoliza el pontificado y la dirección del Sanedrín. Pedro, con una luz y un vigor que constituyen ya de sí un evidente argumento a favor del Resucitado, les prueba cómo el Jesús que ellos crucificaron es la 'Piedra clave' y el 'Salvador' (vv. 11.12) de las profecías Mesiánicas.

- La Iglesia inicia su misión de llevar la Salvación de Cristo a todos los hombres. Y a la vez inicia su Pasión. Los incrédulos la rechazarán y la crucificarán como crucificaron a Cristo. Pero los humildes y dóciles aceptarán con fe y amor La Salvación de Jesús. Al igual que Jesús, la Iglesia, que es su prolongación en la tierra, es Salvación de Dios. Lo es en dolor, en pobreza, en humildad, en pasión y muerte: 'Completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, por el bien de su Cuerpo que es la Iglesia' (Col 1, 24).


Sobre la Segunda Lectura (1Juan 3,1-2)
San Juan es el Evangelista de Jesús-Hijo de Dios y el Teólogo de la filiación divina de los cristianos:

- El nuevo nacimiento por la fe y el Bautismo nos hace hijos de Dios. Esta filiación no es metafórica. Es real: Participamos la naturaleza divina (2Pe 1,4). Cristo, Hijo de Dios, nos comunica su Vida, la que El recibe del Padre: 'Como Yo vivo por el Padre Viviente, así el que me come a Mí, vivirá de Mí'... 'En verdad, en verdad os digo: Llega la hora, y es ahora, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y cuantos la oigan recobrarán la vida' (Jn 5,26; 6,57). Nos llamamos hijos de Dios. ¡Y lo somos! (v. 1). El don que Dios nos da es Dios mismo: su misma vida: La que da al Verbo en generación eterna, y la que da al Verbo encarnado. Esta misma vida, el Verbo encarnado y resucitado, la hace llegar a nosotros por la fe y los sacramentos. Somos, pues, hijos de Dios en su Hijo.

- Bien que plenamente real nuestra filiación divina, la vivimos en el estadio de la fe, que es de dolor, de prueba, de fidelidad. En el estadio mortal no podemos ver ni al Padre en su Gloria (Jn 1, 18; 5, 37), ni al Hijo Glorificado. La gracia de filiación divina, poseída ahora en fe, se trocará en visión, en goza, en Gloria. Glorificados en la Gloria de Cristo, veremos esta semejanza divina, que ya tenemos sellada en nosotros. La visión de ahora en fe (en enigma, 1Cor 13,12) se trocará en visión directa, cara a cara. Sólo puede ver a Dios quien es semejante a Él. El Lumen Gloriae nos dará esta disposición y asimilación. San Juan llama 'mundo', a los que se cierran a la luz de la fe. Estos no conocen a Dios como 'Padre' de Cristo y Padre nuestro; ni conocen al Hijo de Dios; ni a quienes somos en Cristo hijos de Dios.

- Nuestra labor de ahora es ganar en gracia, afinar y perfeccionar en nosotros por la pureza y la caridad, la semejanza con el Hijo, la divina filiación; a fin de que el Hijo, a la hora de su retorno glorioso, nos pueda hacer partícipes en mayor grado de su Gloria: 'Padre, quiero que los que me diste donde Yo estoy estén también ellos conmigo, para que contemplen mi gloria... Yo les comunicaré la gloria que Tú me diste... Que el amor con que a Mi me amas permanezca en ellos y Yo también permanezca en ellos' (Jn 17, 22-24). Eso será plenitud en el Reino glorioso: “In regnum tuum benignus admitte, ubi fore speramus, ut simul gloria tua perenniter satiemur, quando omnem lacriman absterges ab oculis nostris, quia te, sicut est, Deum nostrum videntes, tibi similes erimus cuncta per saecula et te sine fine laudabimus”. (Prex. Euc. III).


Sobre el Evangelio (Juan 10, 11-18)
'Buen Pastor' porque su autoridad no es tiranía, sino servicio y sacrificio, amor y entrega.

- La parábola del 'Buen Pastor' es tan bella como transparente. Y caló tan hondo en la primitiva Iglesia, que la más antigua iconografía nos representa a Cristo 'Buen Pastor' que lleva sobre los hombros una de sus ovejas.

- El Pastor único y legítimo enviado del Padre. El Pastor que conoce, ama y pastorea a cada una de sus ovejas. Quiere establecer una relación filial con cada uno de nosotros. “La bondad de Jesús se evidencia aquí de forma sublime. 'Buen Pastor': Una imagen sencilla, expresiva, atractiva. 'Buen Pastor' que da la vida par su rebano. El consagra a su grey, a cada uno de nosotros, el amor más grande, el que da la vida. La devoción al Corazón de Jesús puede bien atribuirse a la fuente evangélica que ahora evocamos: 'Yo soy el Buen Pastor'” (S.S. Pablo VI, 25-IV-66).

- Esta parábola nos define también el carácter comunitario de la Iglesia: 'La Iglesia es un redil cuya única y obligada puerta es Cristo. Es también una grey, cuyas ovejas, aunque aparezcan conducidas y guiadas por pastores humanos, son guiadas y nutridas constantemente por el mismo Cristo, Buen Pastor y jefe rabadán de pastores' (L.G., N° 6).

- Nosotros, buenas ovejas del 'Buen Pastor', le conocemos, le atendemos, le amamos, le guardamos fidelidad. Cooperamos con Él para que se forme un sólo redil: el único redil del único Pastor: 'Dios Todopoderoso y Eterno, condúcenos al feliz aprisco del cielo; Tú que a la debilidad de las ovejas has provisto de tan poderoso Pastor' (Collecta).

- Quienes tienen ministerio de pastorear el rebaño de Cristo, deben imitar al 'Buen Pastor':

a) Conocer y amar a cada una de las ovejas. En el arte pastoral hay que apreciar el valor de cada alma y hay que atenderla según su personal conveniencia.

b) El Buen Pastor defiende del lobo a las ovejas; el asalariado y mercenario busca su provecho; y a la hora del peligro, huye.

c) Cristo muere en sacrificio redentor por sus ovejas; el ministerio pastoral exige amor generoso hasta dar la vida por las ovejas.
(SOLÉ ROMA, J. M., Ministros de la Palabra. Ciclo B, Herder, Barcelona, 1979)



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Exégesis: DR. ISIDRO GOMÁ Y TOMÁS - El Buen Pastor

Explicación . -Esta bellísima parábola, una de las páginas más dulces y consoladoras del Evangelio, la pronunció Jesús en el mismo encuentro con el ciego curado y después de la tremenda amenaza a los fariseos. El enlace de los conceptos es natural: aquellos hombres se arrogaban el título de conductores o pastores únicos de Israel: daban los pastos que les placían a ellos: admitían y echaban del redil a quienes querían, como acababan de hacerlo con el ciego, y sancionando con la expulsión de la sinagoga a quien creyese que Jesús era el Mesías (Ioh. 9, 22.34). Jesús vindica para sí, exclusivamente, el título de pastor legítimo, al tiempo que condena a sus adversarios de falsos pastores.

CARACTERES DEL BUEN PASTOR (1-6). -En verdad, en verdad os digo... Palabras solemnes con las que prepara Jesús la atención de sus oyentes sobre la gravedad de la lección que va a darles. Que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, mas sube por otra parte, aquél es ladrón y salteador . Está tomada la alegoría de la vida pastoril, muy común entre los judíos; por esto pudieron todos fácilmente entenderla en todos sus detalles. Desde comienzos de primavera se dejaban libres los rebaños en las estepas de Judea y Perea; por la noche eran recluidos en recintos cerrados por empalizadas o muros de barro; en ambos casos tenía el recinto una puerta, al cuidado de un hombre; dentro de una misma cerca se encerraban rebaños de distintos dueños; entraban por la mañana los pastores y cada cual llamaba a sus ovejas, que obedecían a la voz de su dueño. A veces asaltaban los ladrones el recinto para llevarse alguna pieza. Más el que entra por la puerta, pastor es de las ovejas. A éste abre el portero , porque sabe que tiene derecho a entrar; quién sea en la alegoría indicado el portero, no consta: Moisés, según algunos, un ángel, el mismo Cristo; mas, bien parece éste un detalle de adorno de la parábola, en la que no todo debe tomarse en cuenta en la aplicación espiritual (tomo 1, pág. 181). Y las ovejas oyen su voz, y a las ovejas propias llama por su nombre, y las saca , del redil, por la puerta, para llevarlas a buenos pastos. Y cuando ha sacado fuera sus ovejas va delante de ellas , como se practica en Oriente. Y las ovejas le siguen, porque conocen su voz ; no a los desconocidos; Mas al extraño no le siguen, antes huyen de él: porque no conocen la voz de los extraños . Son todos deliciosos detalles, que delatan un fino observador y narrador.

Nota el Evangelista un asgo de la psicología de los fariseos: Esta parábola les dijo Jesús. Mas ellos no entendieron lo que les decía : no comprendieron pudiese referirse a ellos el contraste que establecía Jesús entre el buen pastor y los ladrones; les cegaba la soberbia, porque se reputaban los pastores insubstituibles del pueblo de Dios.

JESÚS ES EL BUEN PASTOR (7-18). -Y Jesús les dijo otra vez , declarando el sentido de la parábola, ya que no se la habían aplicado los fariseos: En verdad, en verdad os digo... : es la misma fórmula solemne con que empezó la alegoría; Que yo soy la puerta de las ovejas , es decir, la puerta por donde se entra en el redil: por Cristo entran las ovejas en la Iglesia; por Cristo deben ser constituidos los pastores; él da la fe, la gracia y la vocación a la dignidad de pastor. Todos cuantos vinieron, ladrones son y salteadores, y no los oyeron las ovejas : la alusión es a ellos que actualmente se arrogan el oficio de pastor, "son", en presente, los fariseos, que no buscan más que su provecho explotando al pueblo; las ovejas no les oyeron, se entiende los seguidores de Jesús, entre ellos el ciego curado.

Yo soy la puerta , repite Jesús con énfasis, por donde entran pastores y ovejas, pueblo y jerarquía: Quien por mí entrare, será salvo ; bajo la protección divina estará seguro de toda malévola incursión: Y entrará, y saldrá y hallará pastos , en lo que expresa la facilidad, la seguridad, la abundancia de la vida espiritual que por la doctrina, sacramentos, etc., nos dará el buen Pastor. No lo hace así el ladrón, que no viene sino para hurtar, y para matar, y para destruir : éste no entra por la puerta del llamamiento de Dios; no busca sino el torpe lucro; no procura el incremento del rebaño, sino que es ocasión de la ruina espiritual de las ovejas. En cambio, Jesús ha venido para dar la verdadera vida espiritual; más que la vida, la saciedad y el regalo del bien vivir: Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan con más abundancia : es la perfecta participación del Espíritu Santo.

Y sigue Jesús contraponiéndose a los malos pastores: Yo soy el buen Pastor : soy el Mesías, que he venido para apacentar el pueblo de Dios. Característica del buen pastor es exponer y dar la vida por sus ovejas; lo hicieron Jacob y David (Gen. 31, 40; 1 Reg. 17, 35); El buen pastor da la vida por sus ovejas: Jesús da la suya como precio de la redención del mundo. Mas el asalariado , los doctores y prelados que principalmente buscan su utilidad, y que no es el pastor, del que no son propias las ovejas , que las gobierna sólo a título de precario y por su conveniencia, ve venir al lobo, eterno enemigo de las ovejas, el inductor, el escandaloso, el falso doctor, y abandona las ovejas y huye , sólo atento a su bien personal; y, consecuencia fatal de ello, el lobo arrebata y dispersa las ovejas , que han quedado en el desamparo. Otra razón de su huida es que no tiene afección ninguna al rebaño, sino sólo al provecho que saca de la aparente custodia: Y el asalariado huye, porque es asalariado, y porque no tiene parte en las ovejas .

Yo soy el buen Pastor , repite Jesús; como se llama dos veces "la puerta" del redil, así se llama Pastor dos veces para aplicarse sucesivamente las cualidades del buen pastor; éste conoce una a una sus ovejas, y las ovejas le conocen a él: así Jesús: Y conozco mis ovejas, y las mías me conocen : es conocimiento recíproco de amor; y cuanto más se conocen recíprocamente, más se aman, porque el conocimiento engendra amor, y el amor, conocimiento. Cuán íntimo sea este conocimiento, lo expresa con altísima comparación; Como el Padre me conoce, así conozco yo al Padre ; esta vida íntima, de conocimiento y amor, que une al Padre y al Hijo, une también, aunque en otra forma y medida, a Jesús y sus ovejas; Jesús y el alma están unidos hasta cierto punto en semejanza de naturaleza, porque Jesús le comunica vida de su vida: vida de conocimiento y amor por la fe y la gracia. Prueba de este amor generoso de Jesús es que da su vida por las almas: Y doy mi vida por mis ovejas .

Jesús traspasa en alas de su pensamiento los límites del pueblo de Dios, de la "grey de Dios", para indicar que tiene fuera de él numerosas ovejas: Tengo también otras ovejas , todas las naciones gentiles, que no son de este aprisco , del pueblo de Israel; Es necesario que yo las traiga , con los lazos del amor, porque mi Padre me las ha dado en herencia (Ps. 2, 8; Is. 49, 8; 52, 15; 53, 12): Y oirán mi voz , en la predicación de los Apóstoles, y será hecho un solo rebaño y un solo pastor , la Iglesia católica, formada por todas las naciones del mundo convertidas a Cristo (Ez. 34, 23; 37, 22-24).

Estas funciones altísimas de Pastor Jesús, su abnegación, que le llevan a morir por sus ovejas, su conquista del mundo de los espíritus, lograda por su predicación y su muerte, reducido al régimen de un solo cayado (1 Petr. 5, 4), le hacen grato al Padre: Por eso me ama el Padre ; y le ama especialmente por la generosidad con que da la vida por sus ovejas y la vuelve a tomar, resucitando, para seguir rigiendo la grey del mundo (Ps. 109, 1) y santificando las almas según la sentencia de San Pablo (Rom. 4, 25): Porque yo doy mi vida para volverla a tomar . Y es más de estimar la generosidad de su muerte, por la plenísima libertad con que da la vida; nadie es capaz de quitársela: Nadie me la quita ; El solo ejecuta el acto de dar la vida, porque Él sólo tiene poder para darla: Mas yo la doy de mi propia voluntad: poder tengo para darla; y poder tengo para volverla a tomar , dueño absoluto como es de ella. En todo esto, dar la vida y resucitar, para formar la grey del Señor, no hace más que cumplir el mandato del Padre: Este mandamiento recibí de mi Padre .

LOS JUDÍOS NUEVAMENTE EN DESACUERDO (19-21). -En la sesión del Sinedrio habida poco antes, los fariseos andan discordes sobre Jesús (Ioh. 9, 6); este discurso del Señor renueva la división entre ellos: Y hubo nuevamente disensión entre los judíos por estas palabras . Unos le toman por un enajenado, un visionario, a quien ni siquiera hay que oír. Y decían muchos de ellos: Demonio tiene, y está fuera de sí: ¿por qué le escucháis? Otros, en cambio, fundándose justamente en el testimonio de la doctrina y de los milagros de Jesús, y en la mesura y gravedad de sus palabras, decían: Estas palabras no son de endemoniado: ¿por ventura puede el demonio abrir los ojos de los ciegos?

Lecciones morales. -A) v. 2.-El que entra por la puerta, pastor es de tas ovejas . -Pastor es el que legítimamente apacienta; la puerta es Cristo; las ovejas son los fieles; el aprisco es la Iglesia. Todo poder pastoral es participación de los poderes del pastor Jesús, y no puede ejercer el oficio de apacentar. ¿Quién es legítimo pastor de las ovejas? Aquel a quien Jesús ha abierto la puerta del redil; por el llamamiento divino; por la autoridad de los pastores ya legítimamente constituidos. Sólo así puede conservarse la unidad de magisterio, de ministerio, de régimen en la santa Iglesia: por la sucesión de todos los pastores según la línea del supremo Pastor Jesús; por la participación de sus poderes en la forma determinada por El o por su Vicario, el Pastor universal, Obispo de Roma. La verdad, el gobierno, la santidad de la Iglesia, dependen de la fidelidad en guardar esta puerta y en arrojar a todo poder intruso.

B) v. 4.-Las ovejas le siguen, porque conocen su voz . -Hay una voz de pastor, dice San Agustín, en la que las ovejas no oyen a los no pastores; en la que las no ovejas no oyen a Cristo. Es decir, que es una voz inconfundible, que traduce una relación especial entre el pastor y las ovejas. Y esta voz es la identidad de vida y de doctrina con el divino Pastor. Tienen los fieles como un instinto divino para distinguir a los pastores de los mercenarios; y en ello está la mejor salvaguardia de la fe y de las costumbres cristianas del pueblo. ¡Ay de los pastores que en su predicación y en su vida no tienen el <timbre> de la voz del Pastor Jesús! ¡ Que Dios envíe a su santa Iglesia muchos pastores que tengan la voz inconfundible de Jesús!

c) v. 7.-Yo soy la puerta de las ovejas .-Y el que no entra por la puerta, había dicho Jesús, es ladrón y salteador. Hay muchos hombres, dice San Agustín, que por el hecho de vivir según la ley de cierta honradez natural, se llaman "buenos hombres"; ¿qué les aprovecha si no han entrado por la puerta del redil, que es Cristo? Para que aproveche el bien vivir, debe ser para eternamente vivir feliz, porque no puede decirse que vivan bien aquellos que ignoran el fin del bien vivir, o en su soberbia lo desprecian; y este fin es la vida bienaventurada, que no puede lograrse sino entrando en la grey de Cristo, que es la Iglesia, y viviendo una vida en ver dad cristiana. Ladrones son, y salteadores los que usurpan el nombre de "buenos hombres", del que no pueden gloriarse sino los que vivan bien, y para ello debe vivirse según Cristo.

D) v. 8 .-Todos cuantos vinieron, ladrones son... -Ladrones peores que los salteadores de caminos son los que entran en el coto de la Iglesia sin la misión y sin los poderes de Jesús. Más ladrones son todavía quienes van contra la misión y los oficios de Jesús. Predicadores de la mentira, editores y mercachifles de literatura averiada, maestros que hablan desde cátedras de pestilencia, traficantes de todo género en ideas y en conciencias: todos son ladrones, porque roban lo que tiene el hombre como más precioso, que es la verdad y la virtud. Huyamos de estos ladrones. Pongámonos en guardia contra ellos. Defendamos a los nuestros de sus incursiones y asechanzas.

E) v. 10.-Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan con más abundancia . -Es decir, para que tengan vida espiritual y divina entrando las ovejas en el redil de la Iglesia militante, donde se entra por la fe, que obra por la caridad. Y para que la tengan más abundante cuando salgan de este redil para entrar en la saciedad perpetua de la vida bienaventurada. Tiene Jesús abundantes pastos en la vida presente, que nos pueden dar vida vigorosa: sacramentos, predicación, ejemplos, la gracia multiforme, etc.; pero en el cielo la vida es completa porque es la sempiterna hartura de Dios.

F) v. 11.-Yo soy el buen Pastor .Es Jesús el Pastor de quien arranca la dignidad y oficio pastoral de todos los prelados en su Iglesia; y es el Pastor bueno, porque es Dios, bondad esencial, y Hombre-Dios, el tipo más encumbrado de la bondad, natural y sobrenatural. El máximo argumento de la bondad del pastor, es que da su vida por sus ovejas: él la dio una vez por todos, en forma cruenta, para redimirnos y salvarnos; y nos da cada día su carne y sangre en alimento en la Eucaristía.

G) v. 16.-Y será hecho un solo rebaño y un solo Pastor . -De los dos pueblos, el judío y el gentil, hizo Cristo un solo rebaño; y le dio la unidad del sello, que es el Bautismo, la unidad de autoridad, que es la del Supremo Pastor, la unidad de palabra, que es la palabra del Señor, el Evangelio, y la unidad de vida íntima, que es la santa caridad. Todo atentado contra cualquiera de estos principios importa la escisión en el rebaño que quiso Cristo fuera uno; quien lo comete, es ladrón y salteador, que roba y mata y destruye el santo rebaño de Jesús.

H) v. 18.-Nadie me la quita: mas yo la doy de mi propia voluntad... -En vano intentan los enemigos de Jesús quitarle la vida cuando todavía no era llegada la que el Evangelista llama "su hora" (Ioh. 7, 30; 8, 20): a Jesús nadie era capaz de quitarle la vida sin su querer. Su querer, sí, y de buena voluntad, fue el que le hizo dar la vida por sus ovejas. Y esto debe ser motivo de admiración, porque es Dios quien da generosa y voluntariamente la vida por el hombre; de amor, porque nadie lo tiene tan grande como el que da la vida por sus amigos, y amor con amor se paga; y de gratitud, porque de esta muerte voluntaria de Jesús han brotado los océanos de vida espiritual para el mundo, en el tiempo y en la eternidad.
(Dr. D. Isidro Gomá y Tomás, El Evangelio Explicado , Vol. II, Ed. Acervo, 6ª ed., Barcelona, 1967, p. 163-169)


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Comentario Teológico: Beato Juan Pablo Magno - «Os daré pastores según mi corazón» (Jer 3, 15)


1. Con estas palabras del profeta Jeremías Dios promete a su pueblo no dejarlo nunca privado de pastores que lo congreguen y lo guíen: «Pondré al frente de ellas (o sea, de mis ovejas) Pastores que las apacienten, y nunca más estarán medrosas ni asustadas» (Jer 23, 4).

La Iglesia, Pueblo de Dios, experimenta siempre el cumplimiento de este anuncio profético y, con alegría, da continuamente gracias al Señor. Sabe que Jesucristo mismo es el cumplimiento vivo, supremo y definitivo de la promesa de Dios: «Yo soy el buen Pastor» (Jn 10, 11). Él, «el gran Pastor de las ovejas» (Heb 13, 20), encomienda a los apóstoles y a sus sucesores el ministerio de apacentar la grey de Dios (cf. Jn 21, 15 ss.; 1 Pe 5, 2).

Concretamente, sin sacerdotes la Iglesia no podría vivir aquella obediencia fundamental que se sitúa en el centro mismo de su existencia y de su misión en la historia, esto es, la obediencia al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes» (Mt 28, 19) y «Haced esto en conmemoración mía» (Lc 22, 19; cf. 1Cor 11, 24), o sea, el mandato de anunciar el Evangelio y de renovar cada día el sacrificio de su cuerpo entregado y de su sangre derramada por la vida del mundo.

Sabemos por la fe que la promesa del Señor no puede fallar. Precisamente esta promesa es la razón y fuerza que infunde alegría a la Iglesia ante el florecimiento y aumento de las vocaciones sacerdotales, que hoy se da en algunas partes del mundo; y representa también el fundamento y estímulo para un acto de fe más grande y de esperanza más viva, ante la grave escasez de sacerdotes que afecta a otras partes del mundo.

Todos estamos llamados a compartir la confianza en el cumplimiento ininterrumpido de la promesa de Dios, que los Padres sinodales han querido testimoniar de un modo claro y decidido: «El Sínodo, con plena confianza en la promesa de Cristo, que ha dicho: 'He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo' (Mt 28, 20), y consciente de la acción constante del Espíritu Santo en la Iglesia, cree firmemente que nunca faltarán del todo los ministros sagrados en la Iglesia... Aunque en algunas regiones haya escasez de clero, sin embargo la acción del Padre, que suscita las vocaciones, nunca cesará en la Iglesia».(1)

Como he dicho en la clausura del Sínodo, ante la crisis de las vocaciones sacerdotales, «la primera respuesta que la Iglesia da, consiste en un acto de confianza total en el Espíritu Santo. Estamos profundamente convencidos de que esta entrega confiada no será defraudada, si, por nuestra parte, nos mantenemos fieles a la gracia recibida».(2)


La configuración con Jesucristo, Cabeza y Pastor, y la Caridad Pastoral

21. Mediante la consagración sacramental, el sacerdote se configura con Jesucristo, en cuanto Cabeza y Pastor de la Iglesia, y recibe como don una 'potestad espiritual', que es participación de la autoridad con la cual Jesucristo, mediante su Espíritu, guía la Iglesia. Gracias a esta consagración obrada por el Espíritu Santo en la efusión sacramental del Orden, la vida espiritual del sacerdote queda caracterizada, plasmada y definida por aquellas actitudes y comportamientos que son propios de Jesucristo, Cabeza y Pastor de la Iglesia, y que se compendian en su caridad pastoral.

Jesucristo es Cabeza de la Iglesia, su Cuerpo. Es 'Cabeza' en el sentido nuevo y original de ser 'Siervo', según sus mismas palabras: 'Tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos' (Mc 10, 45). El servicio de Jesús llega a su plenitud con la muerte en cruz, o sea, con el don total de sí mismo, en la humildad y el amor: 'se despojó de sí mismo, tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz ...' (Flp 2, 7-8). La autoridad de Jesucristo Cabeza coincide pues con su servicio, con su don, con su entrega total, humilde y amorosa a la Iglesia. Y esto en obediencia perfecta al Padre: él es el único y verdadero Siervo doliente del Señor, Sacerdote y Víctima a la vez.

Este tipo concreto de autoridad, o sea, el servicio a la Iglesia, debe animar y vivificar la existencia espiritual de todo sacerdote, precisamente como exigencia de su configuración con Jesucristo, Cabeza y Siervo de la Iglesia. San Agustín exhortaba de esta forma a un obispo en el día de su ordenación: 'El que es cabeza del pueblo debe, antes que nada, darse cuenta de que es servidor de muchos. Y no se desdeñe de serlo, repito, no se desdeñe de ser el servidor de muchos, porque el Señor de los señores no se desdeñó de hacerse nuestro siervo'.

La vida espiritual de los ministros del Nuevo Testamento deberá estar caracterizada, pues, por esta actitud esencial de servicio al Pueblo de Dios (cf. Mt 20, 24 ss.; Mc 10, 43-44), ajena a toda presunción y a todo deseo de 'tiranizar' la grey confiada (cf. 1Pe 5, 2-3). Un servicio llevado como Dios espera y con buen espíritu. De este modo los ministros, los 'ancianos' de la comunidad, o sea, los presbíteros, podrán ser 'modelo' de la grey del Señor que, a su vez, está llamada a asumir ante el mundo entero esta actitud sacerdotal de servicio a la plenitud de la vida del hombre y a su liberación integral.

22. La imagen de Jesucristo, Pastor de la Iglesia, su grey, vuelve a proponer, con matices nuevos y más sugestivos, los mismos contenidos de la imagen de Jesucristo, Cabeza y Siervo. Verificándose el anuncio profético del Mesías Salvador, cantado gozosamente por el salmista y por el profeta Ezequiel (cf. Sal 22-23; Ez 34, 11 ss.), Jesús se presenta a sí mismo como 'el buen Pastor'(Jn 10, 11.14), no sólo de Israel, sino de todos los hombres (cf. Jn 10, 16). Y su vida es una manifestación ininterrumpida, es más, una realización diaria de su 'caridad pastoral'. El siente compasión de las gentes, porque están cansadas y abatidas, como ovejas sin pastor (cf. Mt 9, 35-36); él busca las dispersas y las descarriadas (cf. Mt 18, 12-14) y hace fiesta al encontrarlas, las recoge y defiende, las conoce y llama una a una (cf. Jn 10, 3), las conduce a los pastos frescos y a las aguas tranquilas (cf. Sal 22-23), para ellas prepara una mesa, alimentándolas con su propia vida. Esta vida la ofrece el buen Pastor con su muerte y resurrección, como canta la liturgia romana de la Iglesia: 'Ha resucitado el buen Pastor que dio la vida por sus ovejas y se dignó morir por su grey. Aleluya'.

Pedro llama a Jesús el 'supremo Pastor' (1Pe 5, 4), porque su obra y misión continúan en la Iglesia a través de los apóstoles (cf. Jn 21, 15-17) y sus sucesores (cf. 1Pe 5, 1 ss.), y a través de los presbíteros. En virtud de su consagración, los presbíteros están configurados con Jesús, buen Pastor, y llamados a imitar y revivir su misma caridad pastoral.

La entrega de Cristo a la Iglesia, fruto de su amor, se caracteriza por aquella entrega originaria que es propia del esposo hacia su esposa, como tantas veces sugieren los textos sagrados. Jesús es el verdadero esposo, que ofrece el vino de la salvación a la Iglesia (cf. Jn 2, 11). El, que es 'Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo' (Ef 5, 23), 'amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela a sí mismo resplandeciente; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada' (Ef 5, 25-27). La Iglesia es, desde luego, el cuerpo en el que está presente y operante Cristo Cabeza, pero es también la Esposa que nace, como nueva Eva, del costado abierto del Redentor en la cruz; por esto Cristo está 'al frente' de la Iglesia, 'la alimenta y la cuida' (Ef 5, 29) mediante la entrega de su vida por ella. El sacerdote está llamado a ser imagen viva de Jesucristo Esposo de la Iglesia. Ciertamente es siempre parte de la comunidad a la que pertenece como creyente, junto con los otros hermanos y hermanas convocados por el Espíritu, pero en virtud de su configuración con Cristo, Cabeza y Pastor, se encuentra en esta situación esponsal ante la comunidad. 'En cuanto representa a Cristo, Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia, el sacerdote está no sólo en la Iglesia, sino también al frente de la Iglesia'. Por tanto, está llamado a revivir en su vida espiritual el amor de Cristo Esposo con la Iglesia esposa. Su vida debe estar iluminada y orientada también por este rasgo esponsal, que le pide ser testigo del amor de Cristo como Esposo y, por eso, ser capaz de amar a la gente con un corazón nuevo, grande y puro, con auténtica renuncia de sí mismo, con entrega total, continua y fiel, y a la vez con una especie de 'celo' divino (cf. 2Cor 11, 2), con una ternura que incluso asume matices del cariño materno, capaz de hacerse cargo de los 'dolores de parto' hasta que 'Cristo no sea formado' en los fieles (cf. Gal 4, 19).

23. El principio interior, la virtud que anima y guía la vida espiritual del presbítero en cuanto configurado con Cristo Cabeza y Pastor es la caridad pastoral, participación de la misma caridad pastoral de Jesucristo: don gratuito del Espíritu Santo y, al mismo tiempo, deber y llamada a la respuesta libre y responsable del presbítero.

El contenido esencial de la caridad pastoral es la donación de sí, la total donación de sí a la Iglesia, compartiendo el don de Cristo y a su imagen. 'La caridad pastoral es aquella virtud con la que nosotros imitamos a Cristo en su entrega de sí mismo y en su servicio. No es sólo aquello que hacemos, sino la donación de nosotros mismos lo que muestra el amor de Cristo por su grey. La caridad pastoral determina nuestro modo de pensar y de actuar, nuestro modo de comportarnos con la gente. Y resulta particularmente exigente para nosotros...'.

El don de nosotros mismos, raíz y síntesis de la caridad pastoral, tiene como destinataria la Iglesia. Así lo ha hecho Cristo 'que amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella' (Ef 5, 25); así debe hacerlo el sacerdote. Con la caridad pastoral, que caracteriza el ejercicio del ministerio sacerdotal como 'amoris officium', 'el sacerdote, que recibe la vocación al ministerio, es capaz de hacer de éste una elección de amor, para el cual la Iglesia y las almas constituyen su principal interés y, con esta espiritualidad concreta, se hace capaz de amar a la Iglesia universal y a aquella porción de Iglesia que le ha sido confiada, con toda la entrega de un esposo hacia su esposa'. El don de sí no tiene límites, ya que está marcado por la misma fuerza apostólica y misionera de Cristo, el buen Pastor, que ha dicho: 'también tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor' (Jn 10, 16).

Dentro de la comunidad eclesial, la caridad pastoral del sacerdote le pide y exige de manera particular y específica una relación personal con el presbiterio, unido en y con el Obispo, como dice expresamente el Concilio: 'La caridad pastoral pide que, para no correr en vano, trabajen siempre los presbíteros en vínculo de comunión con los Obispos y con los otros hermanos en el sacerdocio'.

El don de sí mismo a la Iglesia se refiere a ella como cuerpo y esposa de Jesucristo. Por esto la caridad del sacerdote se refiere primariamente a Jesucristo: solamente si ama y sirve a Cristo, Cabeza y Esposo, la caridad se hace fuente, criterio, medida, impulso del amor y del servicio del sacerdote a la Iglesia, cuerpo y esposa de Cristo. Esta ha sido la conciencia clara y profunda del apóstol Pablo, que escribe a los cristianos de la Iglesia de Corinto: somos 'siervos vuestros por Jesús’ (2Cor 4, 5). Esta es, sobre todo, la enseñanza explícita y programática de Jesús, cuando confía a Pedro el ministerio de apacentar la grey sólo después de su triple confesión de amor e incluso de un amor de predilección: 'Le dice por tercera vez: "Simón de Juan, ¿me quieres?"... Pedro... le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero". Le dice Jesús: "Apacienta mis ovejas"' (Jn 21, 17).

La caridad pastoral, que tiene su fuente específica en el sacramento del Orden, encuentra su expresión plena y su alimento supremo en la Eucaristía: 'Esta caridad pastoral -dice el Concilio- fluye ciertamente, sobre todo, del sacrificio eucarístico, que es, por ello, centro y raíz de toda la vida del presbítero, de suerte que el alma sacerdotal se esfuerce en reproducir en sí misma lo que se hace en el ara sacrifical'. En efecto, en la Eucaristía es donde se representa, es decir, se hace de nuevo presente el sacrificio de la cruz, el don total de Cristo a su Iglesia, el don de su cuerpo entregado y de su sangre derramada, como testimonio supremo de su ser Cabeza y Pastor, Siervo y Esposo de la Iglesia. Precisamente por esto la caridad pastoral del sacerdote no sólo fluye de la Eucaristía, sino que encuentra su más alta realización en su celebración, así como también recibe de ella la gracia y la responsabilidad de impregnar de manera 'sacrificial' toda su existencia.

Esta misma caridad pastoral constituye el principio interior y dinámico y capaz de unificar las múltiples y diversas actividades del sacerdote. Gracias a la misma puede encontrar respuesta la exigencia esencial y permanente de unidad entre la vida interior y tantas tareas y responsabilidades del ministerio, exigencia tanto más urgente en un contexto sociocultural y eclesial fuertemente marcado por la complejidad, la fragmentación y la dispersión. Solamente la concentración de cada instante y de cada gesto en torno a la opción fundamental y determinante de 'dar la vida por la grey' puede garantizar esta unidad vital, indispensable para la armonía y el equilibrio espiritual del sacerdote: 'La unidad de vida -nos recuerda el Concilio- pueden construirla los presbíteros si en el cumplimiento de su ministerio siguieren el ejemplo de Cristo, cuyo alimento era hacer la voluntad de Aquél que lo envió para que llevara a cabo su obra... Así, desempeñando el oficio de buen Pastor, en el mismo ejercicio de la caridad pastoral hallarán el vínculo de la perfección sacerdotal, que reduzca a unidad su vida y acción'.
(JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Post-sinodal ‘Pastores dabo vobis’, 25 de marzo de 1992, nº 1. 21-23)

 

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Comentario teológico; SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA - Los rasgos de El Buen Pastor

Cuatro son las condiciones que debe reunir el buen pastor: En primer lugar el amor : fue precisamente la caridad la única virtud que el Señor exigió a Pedro para entregarle el cuidado de su rebaño. Luego, la vigilancia , para estar atento a las necesidades de las ovejas. En tercer lugar, la doctrina , con el fin de poder alimentar a los hombres hasta llevarlos a la salvación. Y finalmente la santidad e integridad de vida ; ésta es la principal de todas las cualidades.
(SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA, Sermón sobre el Evangelio del Buen Pastor , www.stfrancischapel.org )



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Comentario teológico: P. LEONARDO CASTELLANI - El Buen Pastor

" Yo soy el Buen Pastor " (Jn X).

Esta afirmación de Cristo y la Parábola del Pastor y el Mercenario que la continúa en los oídos de los que la escucharon equivale neta y simplemente a esta otra afirmación capital: "Yo soy el Mesías, aquel que los Profetas preanunciaron."

De hecho, Cristo terminó este sermón proclamándose no solamente Mesías sino también Hijo de Dios, y Dios como el Padre: " Yo y el Padre somos uno "; en donde algunos de los fariseos lo llamaron " endemoniado " y quisieron darle muerte. Esto ocurrió en el último a��o de su vida pública, antes de lo que se llama las "Ultimas excursiones" y del viaje a la Perea.

Pastor es el principal de los nombres que los profetas dieron del Cristo, del Ungido de Dios. Aun cuando lo llaman Rey, que es el nombre más frecuente -Mesías en hebreo significa "Ungido", así como Christós en griego-, aluden de hecho a su condición de Pastor, puesto que los antiguos llamaban a los reyes pastores de pueblos , como vemos en Homero. Los Apóstoles Pablo y Pedro llaman a Cristo en sus epístolas el " Gran Pastor '" y el " Protopastor " o " Príncipe de los Pastores ", como traduce la Vulgata latina.

Sabemos que Cristo tiene muchos nombres: Fray Luis de León escribió un libro sobre ellos, el libro religioso mejor escrito que hay en castellano; por ejemplo: Pimpollo o Retoño, Rostro de Dios, Camino, Monte, Rey de por Dios, Pujanza de Dios, Hijo, Verbo, Salvador, Jesús ( Jeshoah ), Cordero de Dios, Esposo, Amado, Padre del Siglo Venidero, Príncipe de la Paz, Profeta Sumo.., y Camino, Verdad y Vida, Viña, Hijo del Hombre se llamó Él a sí mismo. Pero ese nombre de Pastor es el que se impuso El solemnemente al final de su predicación y lo explicó largamente; para lo cual no tuvo más que entretejer los dichos de Isaías y Ezequiel, y de un profeta menor, Zacarías. Esto es lo que hacían los buenos recitadores de estilo oral y éste era su procedimiento literario. No salían con una cosa rara enteramente sacada de su cabeza, como los poetas de hoy: se apoyaban en la tradición literaria -en este caso no literaria-usando por lo común las mismas frases hechas (o sea, los hallazgos verbales ya acuñados, como cuando nosotros hablamos con refranes) de los maestros precedentes: y dándoles el toque personal ; que a veces podía ser genial, como en Cristo. Y el toque personal en este recitado, además de la composición nueva, fue la nota que ningún profeta antiguo se atrevió a poner: "El Buen Pastor muere por sus ovejas", que Cristo añadió inmediatamente.

Por no hacer caso de la tradición literaria -por pura ignorancia o pereza a veces-son tan raros, efímeros, infructuosos e intrascendentes los poetas de hoy día. No así los grandes poetas antiguos.

Todos los nombres proféticos que Cristo se aplicó explícitamente son dulces, mansos y amorosos; parecería que, aunque no los niega, no le gustan los nombres pujantes y terribles, que también son verdaderos, como los de Pujanza de Dios, Hombre-Montaña, León de Judá, o el Rey de Reyes y Señor de los Ejércitos del Apocalipsis y del profeta Daniel armado de espada bífida y montado en un caballo blanco overo de sangre enemiga hasta el ijar. Hizo parábolas acerca de ese Rey: una especie de temible sultán, que bruscamente aplica castigos tremendos por una desobediencia en apariencia fútil, como la de venir a su Convite sin vestido de bodas; o el castigo de destruir a sangre y fuego ciudades enteras que no aceptan su dominación. Pero nunca añadió: "Yo soy ese Rey." Parecería que un divino pudor se lo vedaba.

" Yo soy el Buen Pastor... El Buen Pastor da su vida por sus ovejas ."

Mucho pudiéramos extendernos acerca de la dulzura de esta palabra, y las cualidades del Pastor Hermoso -porque la palabra exacta que usó Cristo fue kalós , que significa hermoso, y no agathós , que significa solamente bondadoso-; pero eso ya lo hizo Fray Luis.

Mas lo que hemos de advertir aquí, brevemente, dada la carencia de espacio, es que Cristo añadió inmediatamente que había "malos pastores"-y un Pastor Malo por antonomasia-a los cuales llamó "mercenarios". Eso está en el Evangelio. Yo no tengo autoridad para suprimirlo. Si predicamos el Evangelio, o predicamos todo o no predicamos nada.

Las notas de los Malos Pastores que dio Cristo son éstas:

1) No son de ellos las ovejas;
2) no las conocen una a una por su nombre;
3) ellas no los siguen y se apartan de ellos;
4) no les importa mucho de las ovejas;
5) si ven venir al lobo, disparan;
6) lo que quieren es medrar o lucrar con las ovejas y aun a costa de ellas; 7) no hay el menor peligro que vayan a morir por sus ovejas.

Y en otro lugar dijo que en el fondo son ladrones, que no entran en el redil por la puerta sino saltando la ventana, y que son como lobos disfrazados de ovejas -o de carneros-; aludiendo a la costumbre de los pastores palestinos de ponerse una chaqueta de piel de oveja (zamarra) para hacerse seguir por el olor. El se puso la zamarra de nuestra carne para que lo siguiéramos; pero en El no era disfraz, era realidad. El Mundo, que es el Mal Pastor por antonomasia, cuando usa palabras cristianas, fórmulas religiosas o chácharas altisonantes, es el gran lobo con piel de oveja .

El primer sermón que hice a los 23 años en Villa Devoto fue sobre este evangelio. Hice un sermón romanticón, retórico y sentimental, que ahora lo leo y me da vergüenza; pero la idea fundamental era buena: comparé el Buen Pastor a los pastores del Viejo Mundo y el Mal Pastor a los pastores de la Patagonia. En Europa he visto a los pastores de Italia y de Cataluña con su cayado, su silbato y su perro, que conocen a su rebañito pequeño, cabeza por cabeza; y llevan sobre sus hombros al cordero recién nacido o a la oveja quebrada. A ellos les cabe la pintura del pastor que hacen los profetas hebreos:

Sube a un alto monte -anuncia a Sión la Buena Nueva.
Alza tú la voz bien alto -que llevas a Salén la Buena Nueva.
Decid a las ciudades de Judá :Viene Dios.
Su Brazo dominará.
Ved que viene Dios con sus tesoros -y por delante va mandando su fruto
Él pacerá su grey como Pastor -Él lo reunirá con su Brazo.
Él llevará en su seno a los corderos -y cuidará de las recién paridas
"
(Is XL, 9-11).

Pero los profetas no sabían un gran misterio: que ese pastor moriría por sus ovejas; y que siendo Pastor sería también su Pasto.

En cambio los pastores de la Patagonia llevan manadas de cien a mil ovejas a caballo con un látigo, no las conocen sino como un montón, no van a estar esperando un parto, y si se manca un corderito les conviene más acabarlo de un garrotazo que alzarlo en ancas. A ellos se les parece más el retrato del Mal Pastor que hace Ezequiel en XXXIV,1: "Recibí la palabra de Yahvé diciendo: "Hijo del Hombre, profetiza contra Los pastores de Israel." Así habla el Señor Yahvé (Dios): "¡Ay de los pastores que se apacientan a sí mismos! ¿Los pastores no son para apacentar ovejas? Pero vosotros coméis la grosura, esquiláis la lana, matáis a las mejores, no apacentáis realmente. No confortasteis a las flacas, no curasteis a las enfermas, no vendasteis a las heridas, no buscasteis a las extraviadas, no cuidasteis a las paridas; sino que con violencia las dominasteis. Y así andan desorientadas, mis ovejas por falta de pastor, errantes por montes y por cañadas, desperdigadas por la haz del mundo..." .

Por tanto, oíd, pastores, la palabra de Yahvé: "Estoy contra los pastores, para reclamarles mis ovejas. No les dejaré ovejas a apacentar, a esos que se apacientan a sí mismos. Les arrancaré hasta de la boca las ovejas, que no sean más pasto suyo. "Porque esto dice el Señor Yahvé mismo: " Yo mismo las iré a buscar, yo reuniré mis ovejas ."

¿Y cuándo será esa reunión, y " no habrá más que un solo redil y un solo pastor "?. ¿Se ha verificado ya? Sólo potencialmente o virtualmente hasta ahora. Nosotros creemos que el cumplimiento perfecto de esta profecía de Cristo será "después que haya sido predicado el Evangelio en todo el mundo", y "después que haya sido vencido el Pésimo Pastor, el Hijo de la Perdición"; es decir, el Anticristo, que como castigo de las negligencias y faltas de los pastores de su Iglesia permitirá Dios aparezca y domine el mundo entero por un poco de tiempo; ante el cual estarán los pueblos -como dice el Zend-Avesta , el libro sagrado de los Persas-aterrados y mudos como ante el lobo los rebaños de ovejas.
(P. Leonardo Castellani, El Evangelio de Jesucristo , Ed. Vórtice, Bs. As., 1957, Pág. 170-173)



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Santos Padres: SAN AGUSTÍN  - El Buen Pastor - Sermón 137  

5. TRES SUERTES DE PERSONAS QUE VAN AL APRISCO.- Habla el Señor en el evangelio este de tres suertes de personas, que debemos estudiar: el pastor, el mercenario y el ladrón; y entiendo que, al sernos leído, advertisteis las características con que designó al pastor, las del mercenario y las propias del ladrón. Del pastor dijo que daba la vida por sus ovejas y entraba por la puerta; del salteador o ladrón, que subían por otra parte; del mercenario afirmó que, en viendo que ve al lobo o al ladrón, huye, porque no tiene amor a las ovejas: es mercenario, no pastor verdadero . Entra éste por la puerta, por ser pastor; el ladrón sube por otra parte, por ser ladrón; el mercenario, viendo a los que tratan de llevarse las ovejas, teme y escapa, por ser mercenario, porque le tienen sin cuidado las ovejas: al fin es mercenario. Si diésemos con estas tres personas, habría vuestra santidad hallado a quiénes ha de amar, a quiénes tolerar y a quiénes esquivar. Ha de ser amado el pastor, tolerado el mercenario, esquivado el ladrón. Hay en la Iglesia hombres que, según decir del Apóstol, anuncian el Evangelio ex occasione , buscando de los hombres su propia medra, ya en dinero, ya en honores, ya en alabanzas humanas. Buscando a toda costa sus personales ventajas, no miran, al predicar, tanto a la salud de aquellos a quienes predican como a sus particulares emolumentos. Mas quien oye la salud a quien no tiene salud, si creyere en aquel a quien ese tal anuncia, sin poner la esperanza en aquel por quien la salud le es anunciada, quien anuncia, saldrá perdiendo; aquel a quien se anuncia, saldrá ganando.

6. LOS PASTORES MALOS DE LA IGLESIA.- Ahí tienes al Señor diciendo de los fariseos: Siéntanse sobre la cátedra de Moisés . No se refería el Señor a ellos únicamente, ni era su intención mandar a las escuelas de los judíos a quienes creyeron en El, para que aprendiesen allí el camino del reino de los cielos. Pues ¡qué!, ¿no había Él venido a formar su Iglesia y a separar del resto de la nación, como de la paja el grano, a los israelitas que creían y esperaban bien y amaban bien, para hacer de la circuncisión un muro al que había de juntarse otro muro, el de la gentilidad, y ser El mismo la piedra angular donde se reunirían estas dos paredes de dirección opuesta? ¿No dijo el Señor de los dos pueblos estos, destinados a fundirse en uno solo: Tengo también otras ovejas que no son de este aprisco, del redil de los judíos; y es menester que yo las traiga, y oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor ? Por eso eran dos las barcas de donde llamó a sus discípulos. Emblema fue también de los dos pueblos el haber echado las redes donde salió tal abundancia y número de peces, que las redes estuvieron a un dedo de romperse: Y llenaron , dice, las dos barcas . Las barcas eran dos, pero significaban una Iglesia única, unificada en Cristo, hecha de dos pueblos que venían en dirección opuesta. Esto mismo significaban las dos mujeres, Lía y Raquel, esposas de un solo varón, Jacob. Esto dos pueblos, en fin, hállanse figurados en los dos ciegos sentados a la vera del camino, a quienes el Señor devolvió la vista. Y, si miráis con detenimiento las Escrituras, aún hallaréis otros muchos lugares donde se significan estas dos Iglesias, que no son dos, sino una; porque tal era la misión de la Piedra angular: hacer de dos pueblos un pueblo único; y la del Pastor no fue sino hacer de dos rebaños un rebaño solo. Así que, habiendo el Señor de amaestrar a su Iglesia y tener escuela propia, independiente de los judíos, como ahora lo estamos viendo, ¿había de mandar fuesen los creyentes en El a los judíos para que aprendiesen de ellos? Mas bajo la denominación de fariseos y escribas diónos a entender que había de haber algunos en la Iglesia que dirían y no harían, como a sí mismo se designó en la persona de Moisés. Moisés, en efecto, era figura de Jesucristo, y si, al hablar al pueblo, se velaba el rostro, era para significar que los judíos, mientras en la ley buscasen goces y delicias carnales y un reino terreno, tendrían delante de los ojos un velo que no les permitiría ver a Cristo en las Escrituras. Quitado el velo, después de la pasión del Señor, aparecieron al descubierto los secretos del templo. Debido a eso, cuando el Señor estaba colgado de la cruz, el velo del santuario se rasgó de arriba abajo, y el apóstol Pablo dice: En pasando que pases a Cristo, será quitado el velo . Quien, empero, no pase a Cristo, aun leyendo a Moisés, tendrá el velo echado sobre su corazón, en frase del Apóstol. Tratando, pues, de anunciar que había de haber en su Iglesia esta clase de doctores, ¿qué dijo el Señor? En la cátedra de Moisés se sientan escribas y fariseos; haced lo que dicen y no queráis hacer lo que hacen.

7.- NOCIVIDAD DEL MAL EJEMPLO DE LOS CLÉRIGOS.- Hay clérigos malvados que, oyendo esta sentencia, para ellos dicha, tratan de malear su sentido. Yo mismo, en efecto, he visto cómo algunos se fatigaban en corromper este pasaje y, si pudiesen, ¿no le borrarían del Evangelio? Mas, no pudiendo eliminarle, hacen por adulterarle; pero la gracia y misericordia del Señor están con nosotros, y no les permite lograrlo, porque todas sus palabras las amuralló con su verdad y las pesó, en tal manera que, si algún lector o intérprete infiel quisiere amputar o añadir algo, al hombre juicioso, para restituir a la Escritura lo de la Escritura cortado y hallar el sentido que se pretendía falsear, le bastaría leer lo anterior o siguiente al pasaje amputado o adulterado. Y ¿qué os figuráis dicen para quienes se dice: Lo que dicen, hacedlo ? Porque fuera está de duda que se les dice a los laicos. Pues cuando un laico quiere vivir bien, ¿qué se dice a sí mismo en viendo a un clérigo malo? El Señor ha dicho: Lo que dicen, hacedlo. Mi obligación es andar por el camino del Señor y no irme tras sus costumbres. Oiré no sus palabras, sino las de Dios. Siga yo a Dios y siga él sus codicias. Porque si voy a defenderme ante Dios diciendo: “Señor, he vivido mal porque tal clérigo vivía mal”, ¿no me dirá, por ventura: - “Siervo malo, ¿no habías oído decir: Lo que os dicen, hacedlo; lo que hacen, no queráis hacerlo ?”. Y el seglar malo, el infiel, el que no pertenece al rebaño de Cristo, el que no pertenece al trigo de Cristo, el que, como la paja, es tolerado en la era, ¿qué se dice cuando empieza a reprocharle la palabra de Dios? “¡Anda de ahí!, déjate de monsergas. Los mismos obispos, los clérigos mismos no lo hacen, y ¿exiges lo haga yo?” Este no se busca un abogado para un mal juicio, sino compañero de suplicio. A bien seguro, en efecto, en el día del juicio, ese malvado a quien gustó de imitar no le ha de amparar; pues, a la manera como el diablo a ninguno de los seducidos le seduce para reinar con él, sino para tener compañeros de condenación, así todos los que siguen las huellas de los malos no se buscan ayuda para subir al cielo, sino compañía en las llamas del infierno.

8.- ADULTERACIÓN DEL TEXTO “HACED LO QUE OS DICEN; NO HAGÁIS LO QUE HACEN”.- ¿Cómo digo, se las ingenian esos clérigos del mal vivir para falsear este pensamiento, cuando se les dice: “Bien ha dicho el Señor: Haced lo que dicen; no queráis hacer lo que hacen?” “Y muy bien dicho, responden. Se os ha mandado hagáis lo que os decimos, y no hagáis lo que nosotros hacemos. Porque nosotros ofrecemos el sacrificio, y a Vosotros no es lícito.” Ved adónde recurren estos pícaros mercenarios (si fueran pastores, no dirían eso). Ahora bien, para cerrarles la boca no hay sino ver la ilación de las palabras del Señor: Siéntanse , dice, sobre la cátedra de Moisés ; haced lo que dicen; no queráis hacer lo que hacen ellos; porque dicen, y no hacen . ¿Qué se infiere de aquí, hermanos? Si hablara el Señor de ofrecer el sacrificio, ¿habría dicho: Dicen, y no hacen ? Porque hacen el sacrificio, ofrecen a Dios el sacrificio. ¿Qué cosa es la que dicen y no hacen? Oye lo que viene a continuación: Atan cargas pesadas e incomportables y las echan sobre los cuellos de los hombres; ellos ni con un dedo quieren moverlas. Esta descripción y ejemplo son un reproche diáfano. Una cosa reluce bien en los intentos de adulterar este pasaje: que no tiran en la Iglesia ellos a otro blanco que al de sus personales conveniencias, y que no leyeron jamás el Evangelio, porque, de conocer esta página, nunca se atrevieran a decir lo que dicen.

9.- FARISEOS ENTRE LOS PASTORES DE LA IGLESIA.- Vais a ver más claramente cómo en la Iglesia tenemos individuos de esta laya, para que nadie venga diciéndonos: “No lo dijo sino de los fariseos; no lo dijo sino de los escribas; no lo dijo sino de los judíos, porque la Iglesia no tiene gente así”. ¿Quiénes son aquellos de los que dijo el Señor: No todo el que me dice; “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos ? Y añadió: Muchos aquel día me dirán; “Señor, Señor”, ¿por ventura no hemos profetizado, e hicimos en tu nombre muchos milagros, y en tu nombre comimos y bebimos? ¡Qué! ¿Son acaso judíos quienes tal hacen a nombre de Cristo? Claro es como la luz del sol que se refiere a los que tienen el nombre de Cristo. ¿Qué sigue? Yo entonces les diré: “Nunca os he conocido. Apartaos de mí todos los operarios de la iniquidad. “ Oye los gemidos que los tales le arrancan al Apóstol; unos, dice, predican el Evangelio por caridad, otros per occasionem , insinceramente; de algunos dice: Anuncian el Evangelio “non recte”, sin rectitud . Anuncian una cosa recta, pero ellos no son rectos. Lo que anuncian es recto, mas quienes lo anuncian no son rectos. ¿Dónde falta la rectitud? En buscar en la Iglesia un algo distinto de Dios. Si buscase a Dios, fuera casto, por ser Dios el esposo legítimo del alma. Todo el que busca en Dios otra cosa fuera del mismo Dios, no busca a Dios castamente. Un ejemplo, hermanos: Si ama una mujer a su marido en atención a sus riquezas, no es mujer casta, por que no ama al marido, sino al oro del marido, pues quien al marido ama, le ama desnudo y le ama pobre. Amándole por rico, ¿qué sucederá si, por contingencias de la vida, se le proscribe y de la noche a la mañana viene a la miseria? Posiblemente le abandone, pues lo que amaba no era al marido, sino sus bienes. Cuando al marido se le quiere de verdad, aun la pobreza sube de punto el amor, porque al amor se le une la compasión.

10.- SE HA DE BUSCAR A DIOS CASTAMENTE.- Pero nuestro Dios, hermanos, imposible sea pobre nunca. Es rico; El hizo todas las cosas, el cielo y la tierra, el mar y los ángeles. Todo lo que vemos y todo lo invisible del cielo, El lo hizo; mas no debemos amar las riquezas, sino a quien hizo las riquezas. El objeto de sus promesas no es sino El mismo. Mira de hallar algo que más valga, y te lo dará. Hermosa es la tierra, hermoso el cielo y hermosos los ángeles; pero más hermoso es quien hizo todo esto. Por eso los que anuncian a Dios porque le aman, los que anuncian a Dios por Dios, apacientan las ovejas y no son mercenarios. Esa castidad o pureza de miras exigía del alma nuestro Señor Jesucristo cuando le decía a Pedro: Pedro, ¿me amas? ¿Qué significa ¿Me amas? ¿Eres casto? ¿No es adúltero tu corazón? ¿No buscas en la Iglesia tus conveniencias, sino las mías? Si eres así, apacienta mis ovejas. No serás mercenario, sino pastor.

11.- UTILIDAD DE LOS MERCENARIOS.- Aquellos predicadores que daban grima al Apóstol, no anunciaban el Evangelio castamente. Pero ¿qué dice? Lo que importa es que sea Cristo anunciado de todas maneras, sea con pretexto, sea con verdad . Pasa, de consiguiente, porque haya mercenarios. El pastor anuncia el Evangelio de Cristo sinceramente, el mercenario le anuncia con segunda intención, buscando cosa distinta; mas, al fin, si el uno anuncia a Cristo, el otro le anuncia también. Oye la voz del pastor Pablo: Sea bastardamente, sea con sinceridad, el caso es que Cristo sea anunciado . Este mismo pastor quiso tener mercenarios. Los cuales hacen el bien donde pueden, y son útiles en la medida que pueden serlo. Sin embargo, cuando el Apóstol necesitaba echar mano de alguien que pudiera servir de modelo a los débiles, dice: Os envié a Timoteo, el cual os recordará mis normas de conducta . En otras palabras: Os envié un pastor para recordaros mis procederes; o de otro modo, que anda los caminos por donde yo ando. Y, al enviarles ese pastor, ¿sabéis qué les dice? Porque no tengo ninguno de iguales sentimientos que se preocupe de vosotros con afecto sincero . Pues ¿no tenía consigo a muchos otros? Ved, ved lo que sigue: Porque todos buscan sus intereses, no los de Jesucristo . Es decir: He querido mandaros un pastor; porque, si bien tiene abundancia de mercenarios, no convenía un mercenario en aquella coyuntura. Para otros menesteres y negocios envíase un mercenario; para la intención de Pablo, un pastor era entonces necesario. Y a malas penas, entre tantos mercenarios, halló un pastor; porque pastores hay pocos, mientras los mercenarios abundan. Y ¿qué ha dicho de los mercenarios? Verdaderamente os digo que ya recibieron su jornal . Mas del pastor, ¿qué dijo el Apóstol? Quienquiera. pues, que se purificase de estas cosas, será objeto destinado a usos honrosos, y útil a su dueño, apercibido siempre a toda obra buena . No aparejado para unas cosas y desaparejado para otras, sino dispuesto a obrar todo bien. Lo dicho hasta aquí atañe a los pastores.

12.- LOS MERCENARIOS QUE HUYEN. LOS DONATISTAS, LOBOS Y LADRONES-Hablemos ahora de los mercenarios. El mercenario, en viendo que anda el lobo rondando las ovejas, escapa. Así lo ha dicho el Señor. Y ¿por qué huye? Porque las ovejas le tienen sin cuidado . El mercenario por consecuencia, es útil mientras no ve al lobo, mientras no ve al salteador y al ladrón; porque, viéndolos, huye. Y ¿quién es el mercenario que huye de la Iglesia cuando se dejan ver el lobo y el ladrón? ¡Cuántos lobos hay! ¡Cuántos ladrones! Tales son los que suben al aprisco por otra parte. ¿Quiénes son, en concreto, esos trepadores? Los de la parte de Donato, que tratan de saquear las ovejas de Cristo; ésos, ésos son los que suben por otra parte. No entran por Cristo, porque no son humildes. Suben, trepan, encarámanse como todos los soberbios. Porque subir , ¿no vale tanto como remontarse? ¿De dónde suben? Por otra parte; ¿no se dan a sí mismos el nombre de parte? Los que no están en la unidad son de otra parte, y por esa otra parte suben, esto es, se enorgullecen y quieren llevarse las ovejas. Ved en qué sentido digo que suben: Nosotros santificamos, nosotros justificamos, nosotros hacemos justos. Ved por dónde subieron. Pero quien se ensalza, será humillado . Poderoso es Dios nuestro Señor para derribarlos. El lobo es el diablo; su oficio es tender asechanzas para engañar, y los que le siguen, ni más ni menos, pues de los tales se ha dicho que andan vestidos con piel de oveja, mas por dentro son lobos carniceros. Ahora bien, un mercenario verá que fulano es un malhablado, zultano tiene ideas perniciosas a la salud de su alma, mengano se porta como un criminal o un sátiro, y no los reprenderá si tienen alguna prestancia dentro de la comunidad religiosa; por eso, porque es mercenario, porque aguarda de ellos algún provecho. Y los verá ser víctimas de sus pecados, los verá irse tras el lobo, o bien que el lobo se los lleva entre los dientes por el cuello al suplicio, y no les dirá: “Estás pecando”. No se lo echará en rostro para no perder sus emolumentos. El pasaje En viendo al lobo, huye , significa esto: que no le dice: “Te comportas criminalmente”. Porque no se trata de un huir corporal, sino espiritual. Ese a quien ves inmóvil de cuerpo, está huyendo en el alma cuando, viendo al pecador, no le dice: “Tú pecas”; y aun a veces es su cómplice.

13.- EL RACIMO ENTRE ESPINAS.- El presbítero, hermanos míos, o el obispo que suben a la cátedra sagrada, ¿os han dicho, por acaso, alguna vez desde aquel elevado sitio cosa que no sea: No se roben los bienes ajenos, no se hagan trampas, no se peque mortalmente? Es imposible que hablen de otro modo quienes se sientan en la cátedra de Moisés, porque no son ellos, sino ella quien por ellos habla. ¿Qué significa entonces: ¿ Por ventura se cogen uvas de los espinos o higos de los abrojos ?; y aquello: Todo árbol por el fruto se le conoce ? ¿Puede un fariseo decir cosas buenas? Si el fariseo es el espino, ¿cómo del espino cojo racimos? Porque tú, Señor, dijiste: Haced lo que dicen; no hagáis lo que hacen . Tú me ordenas coger uvas de los espinos, siendo así que dijiste: ¿ Acaso se cogen de los espinos uvas ? El Señor te responderá: “ No te mandé yo coger racimos de los espinos “. Mira, pues, con atención si por casualidad, como suele suceder, la vid, al ir de acá para allá sobre la tierra, no se hizo con los espinos una maraña. Porque algunas veces, hermanos, hallamos una parra encima de una chumbera (planta espinosa) ; tiene cerca de sí un seto espinoso y, extendiendo los sarmientos, introdúcese por el seto, y entonces el racimo cuelga entre espinas; mas quien lo ve toma el racimo, no de las espinas, sino de la parra entrelazada con las espinas. Así ellos de suyo son espinosos; mas, sentados en la cátedra de Moisés, los envuelve la Vid y cuelgan de ellos racimos, es decir, palabras buenas, advertimientos saludables. Tomas, pues, tú las uvas, sin miedo a las espinas, si haces lo que te dicen y no haces lo que hacen; las espinas se te clavarán si lo que hacen ellos lo haces también tú. Consecuencia: Para coger el racimo sin enredarte entre las espinas, haz lo que te dicen y no hagas lo que hacen; porque, si sus acciones son espinas, sus palabras son uvas, no suyas, sino de la Vid, o sea, de la cátedra de Moisés.

14.- AGUSTÍN ENJUICIA SU PROPIA CONDUCTA.- Estos, pues, se dan a la huida cuando ven al lobo, cuando divisan al ladrón. Había yo empezado a deciros que desde el elevado sitial de la tribuna sagrada no pueden sino decir: “Haced el bien, no perjuréis, no defraudéis, no engañéis a nadie”. Pero, a las veces, su vivir es tal, que se van al obispo y aún solicitan su consejo sobre los medios de apropiarse las posesiones de otro. Hablamos por experiencia, porque alguna vez nos ha pasado esto; de otro modo no lo creyéramos. Muchos nos piden consejos malos; que les autoricemos para mentir, para engañar astutamente, pensando darnos placer en ello. Mas no creo desagradar al Señor si os aseguro por el nombre de Cristo que nadie, para semejantes cosas, ha encontrado en Nos asentimiento a su voluntad; porque, dicho sea con licencia de quien nos llamó al episcopado, yo no soy mercenario, sino pastor, aunque digo lo del Apóstol: A mí lo que menos me importa es ser juzgado por vosotros o por algún tribunal humano ; pero tampoco a mí mismo me juzgo; pues aun cuando de nada me acuse la conciencia, no por eso quedo justificado; quien me juzga es el Señor . En otras palabras: Mi conciencia no es buena por alabarme vosotros. ¿Por qué alabar lo que no se ve? Alabe quien lo ve todo, y sea El quien me corrija si algo ve ofensivo para sus ojos. Porque Nos tampoco nos tenemos por del todo sanos, antes golpeamos nuestro pecho y le decimos a Dios: “Séme propicio, para que no peque.” Creo poder decir, no obstante, que, como estoy en su presencia, nada busco fuera de vuestra salvación; que a menudo lamentamos los pecados de nuestros hermanos: estos pecados que nos repelen y nos atormentan el alma; y que algunas veces los llamamos al orden; o mejor dicho, no cesamos de corregirlos. Testigos son cuantos recuerdan las veces que han sido corregidos por Nos los hermanos delincuentes y con qué vehemencia lo hicimos.

 

15.- QUÉ RAZÓN SE HA DE DAR DE LAS OVEJAS.- Y ahora entro en cuentas con vuestra santidad. Vosotros sois por la gracia de Cristo el pueblo de Dios, un pueblo católico, miembros del Salvador. No estáis separados de la unidad, sino en comunión con el Cuerpo de los apóstoles, en comunión con las memorias de los santos mártires, difundidos por toda la redondez de la tierra; vosotros, en fin, estáis confiados a mis desvelos, y nuestro deber es dar de vosotros buena cuenta. La cuenta, en fin, que nos incumbe dar, vosotros la sabéis perfectamente. Tú, Señor, sabes que hablé; tú sabes que no me callé; tú sabes que puse mi corazón en las palabras; tú sabes cómo lloraba en tu presencia cuando se hacía a mis palabras oídos de mercader. A eso, entiendo yo, se reduce todo el descargo mío. Nos lo garantiza el Espíritu Santo en el profeta Ezequiel. Ya conocéis la lección del atalaya. Hijo del hombre , dice, yo te puse por atalaya de la casa de Israel. Si yo digo al impío. Impío, vas a morir... Si tú no hablas ; esto es, yo te digo a ti esto para que lo digas tú; si no le anunciares, y viniere la espada, y se le arrebatara , es decir, si viniere aquello con que amenacé al pecador, el impío morirá, desde luego, en su impiedad; mas de su sangre pedirá cuenta al atalaya . ¿Por qué? Porque no habló. Pero si el atalaya viere venir la espada e hiciese sonar la trompeta para que huya, y el impío no se pone en cobro, o sea, no se corrigiere para escapar del suplicio con que Dios le amenaza; si la espada, en efecto, viene y le mata, el impío, cierto, morirá en su impiedad, mas tú habrás salvado tu alma . ¿No es esto mismo lo enseñado en el siguiente pasaje del Evangelio: Señor , le dice el siervo perezoso , yo sabía que eres hombre exigente o severo, porque siegas donde no sembraste y recoges donde nada pusiste; por lo cual, temeroso yo, fuíme a esconder tu talento bajo la tierra; aquí tienes lo tuyo ? ¿Qué le respondió el Señor? Siervo malo y haragán, pues sabías que soy hombre molesto y duro, y siego donde no siembro, y recojo donde no puse nada , esta mi avaricia ¿no era razón de más para tenerte advertido que de lo mío había de pedir los intereses? Has debido, pues, dar mi dinero a los numularios, para que yo, en llegando, recibiera con sus réditos lo mío . ¿Por ventura dijo el Señor que dieras mi dinero a los numularios y exigieras las ganancias? No, hermanos; a nosotros toca darlo; ya vendrá Él y lo exigirá. Orad para que nos halle apercibidos.

(San Agustín, Obras de San Agustín, tomo X, Homilías , Ed. BAC, 2ª Ed., Madrid, 1965, Pág. 649-668)


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Santos Padres: San Gregorio Magno - “El buen pastor sacrifica su vida por las ovejas”


En la lección del santo Evangelio habéis oído lo que es vuestra instrucción; habéis oído también en la lección del santo Evangelio cuál es nuestro riesgo. Vedlo aquí: Aquel que, no por gracia accidental, sino por esencia es bueno, dice: Yo soy el buen pastor; y añade en qué consiste su bondad, que nosotros debemos imitar, cuando dice: El buen pastor sacrifica su vida por sus ovejas.

El hizo lo que aconsejó, Él puso en práctica lo que mandó. Pastor bueno, dio su vida por sus ovejas, para dar en nuestro sacramento su cuerpo, y derramar su sangre, y saciar con el alimento de su carne a las ovejas que había redimido. Ya se nos ha manifestado el camino del desprecio de la muerte, el cual debemos seguir nosotros; se nos ha dado la norma a la cual debemos conformarnos.

Para nosotros, lo primero es emplear misericordiosamente nuestros bienes exteriores en las ovejas de Él; pero lo último, si fuera necesario, ofrendar hasta la vida por las mismas ovejas. Desde aquel mínimo principio se llega hasta este último extremo.

Ahora bien, siendo el alma, por la cual vivimos, incomparablemente mucho mejor que los bienes terrenos que exteriormente poseemos, quien no da por las ovejas sus bienes, ¿cuándo dará por ellas su vida? Pues hay algunos que, por amar sus bienes más que a las ovejas, con razón pierden el nombre de pastor. Acerca de los cuales en seguida se añade: Pero el mercenario y el que no es pastor, de quien no son propias las ovejas, en viendo venir al lobo, desampara las ovejas y huye. No se llama pastor, sino mercenario, a quien apacienta las ovejas del Señor no por amor íntimo, sino por las ganancias temporales. En efecto, es mercenario quien ocupa, sí, el puesto del pastor, pero no busca las ganancias de las almas; quien codicia las comodidades de la tierra, goza con el honor de la prelatura, se apacienta con las ganancias temporales y se alegra de la reverencia que le tributan los hombres; porque éstas son las recompensas del mercenario: que encuentre aquí lo que busca por lo que trabaja en su gobierno y después quede extrañado de la heredad del Rey.

Mas, en verdad, no puede conocerse si uno es pastor o mercenario mientras falte la ocasión oportuna; porque en tiempo normal generalmente el mercenario también atiende al cuidado de la grey, como el pastor; pero, cuando viene el lobo, da a conocer con qué disposición de ánimo estaba uno guardando las ovejas.

Ahora bien, el lobo viene sobre las ovejas cuando cualquier injusto o raptor oprime a los que son fieles y humildes; y el que parecía ser pastor y no lo era, desampara las ovejas y huye, porque, como teme verse envuelto por él en algún peligro, no se atreve a oponerse a su injusticia. Huye, mas no cambiando de puesto, sino substrayendo el amparo; huye, porque ha visto la injusticia y calló; huye, porque se esconde bajo el silencio. A los cuales se dice justamente por el profeta (Ez. 53,5): Vosotros no habéis hecho frente ni os habéis opuesto, como muro, a favor de la casa de Israel para sostener la pelea en el día del Señor; porque hacer frente es contradecir libremente con la razón a cualquiera potestad que obra perversamente, y sostenemos la pelea en el día del Señor por la casa de Israel y nos oponemos como muro cuando con la autoridad de la justicia defendemos a los fieles inocentes contra la injusticia de los perversos. Por no hacer lo cual, el mercenario huye cuando viene el lobo.

Pero hay otro lobo que a diario sin cesar desgarra, no ya los cuerpos, sino las almas, es a saber, el espíritu maligno que acecha alrededor de los apriscos de los fieles y busca dar muerte a las almas. Lobo del cual se agrega a continuación: Y el lobo las arrebata y disgrega el rebaño. Viene el lobo, y el mercenario huye, porque el espíritu maligno desgarra en la tentación las almas de los fieles, y el que ocupa el puesto del pastor no tiene cuidado solícito: las almas perecen, y él se alegra de los beneficios terrenos.

El lobo arrebata y dispersa las ovejas cuando al uno le lleva a la lujuria, al otro le inflama en la avaricia, a éste le hincha con la soberbia, a ése le separa por la ira, a aquél le seduce con la envidia y al otro le suplanta con el engaño. Luego, cuando el diablo mata con las tentaciones al pueblo fiel, es como que el lobo dispersa el rebaño. Mas, contra todo esto, el mercenario no se enciende en celo alguno, no se mueve con algún fervor de la caridad, porque, como sólo busca las ganancias exteriores, sobrelleva negligente los daños interiores de la grey. Por eso también a continuación se añade: El mercenario huye, porque es asalariado y no tiene interés alguno en las ovejas. Esta es la sola razón de que el mercenario huya: que es mercenario. Como si claramente dijera: No puede mantenerse firme ante el peligro de las ovejas el que está al frente de ellas, no porque las ama, sino porque busca la ganancia temporal; pues, cuando acepta el honor, a la vez que se alegra de las ventajas temporales, teme hacer frente al peligro, para no perder lo que apetece.

Mas porque nuestro Redentor conoció las culpas del pastor fingido, de nuevo puso de manifiesto la norma a que debíamos conformarnos, diciendo: Yo soy el buen pastor; y agrega: Y conozco mis ovejas, esto es, las amo. Y mis ovejas me conocen a mí. Como si claramente dijera: Me siguen con solicitud, pues quien no ama la verdad, es que todavía no la conoce.

Ahora bien, puesto que ya conocéis nuestro peligro, deducid también de las palabras del Señor el peligro vuestro, hermanos carísimos. Ved si sois ovejas suyas, ved si le conocéis a Él, ved si conocéis la luz de la verdad. Si le conocéis, no digo por la fe, sino por el amor; si le conocéis, no digo por las creencias, sino por las obras; porque esto que El mismo dice lo atestigua San Juan Evangelista, diciendo (1Jn 2, 4): Quien dice que conoce a Dios y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está con él. Por lo mismo, en este lugar el Señor añade en seguida: Así como el Padre me conoce a mí, así yo conozco al Padre; y yo doy mi vida por mis ovejas. Como si claramente dijera: En esto consta que yo conozco al Padre y que soy conocido del Padre, en que doy mi vida por mis ovejas; esto es, en el amor con que muero por mis ovejas manifiesto cuánto amo al Padre.

Más, como había venido a redimir, no sólo a la Judea, sino también a la gentilidad, añade: Tengo otras ovejas que no son de este aprisco, las cuales debo yo recoger, y oirán mi voz y se hará un solo rebaño y un solo pastor. Cuando el Señor decía que debía recoger otras ovejas, había visto la redención nuestra, la de los que procedemos de la gentilidad. Y esto a diario estáis viendo que sucede, hermanos carísimos; esto, que los gentiles son reconciliados, lo estáis viendo realizado hoy. Hoy, cómo de dos rebaños se hace un solo redil, porque junta en una sola fe al pueblo judío y al gentil, como lo atestigua San Pablo (Ef 2, 14): Él es la paz nuestra, el que de los dos pueblos, judío y gentil, ha hecho uno. Cuando, pues, elige para la vida eterna a los sencillos de uno y otro pueblo, lleva a su propio redil las ovejas. De las cuales, en efecto, dice otra vez (Jn 10): Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna. De las cuales también dice poco antes (v. 9): El que por mi entrare, se salvará, y entrará y saldrá sin tropiezos, y hallará pastos. Entrará, efectivamente, a la fe, y de la fe saldrá a la visión; de la fe, a la contemplación; mas los pastos los hallarán en la refección eterna. Las ovejas, pues, hallarán pastos, Porque quienquiera que le sigue con sencillo corazón, se nutre con el alimento de eterno verdor.

Ahora bien, ¿cuáles son los pastos de estas ovejas sino los gozos internos del paraíso siempre nuevo?, porque los pastos de los elegidos son ver cara a cara a Dios, y como se le ve sin defecto, el alma se sacia sin fin con este alimento vital. En estos pastos se han regocijado de la hartura eterna los que ya han evadido los lazos de la temporal voluptuosidad.

Allí los coros angélicos que cantan himnos; allí la compañía de los ciudadanos del cielo; allí la dulce alegría de los que vuelven del trabajo tristes de esta peregrinación; allí los coros de los previdentes profetas; allí el justo número de los apóstoles; allí el victorioso ejército de innumerables mártires, más gozosos allí cuanto aquí más cruelmente atormentados; allí los varones fieles a los que no logró quebrantar en su firmeza viril la voluptuosidad del siglo; allí las mujeres santas que sobrepujaron al siglo y al sexo; allí los niños que aquí se adelantaron en las costumbres a sus años; allí los ancianos a quienes la edad tornó débiles, pero no los abandonó la fortaleza en las obras.

Busquemos, pues, hermanos carísimos, estos pastos en los que disfrutemos con la alegría de tales ciudadanos. El júbilo mismo de los que se alegran nos está invitando. ¡Ah! Ciertamente que, si en alguna parte el pueblo celebrase ferias, si concurriera a la dedicación de alguna iglesia, una vez anunciada la solemnidad, todos a una nos apresuraríamos a ser del concurso, y cada cual haría lo posible por estar presente; creeríase afectado por un grave perjuicio si no presenciara la solemnidad de la común alegría. Pues he aquí que en los cielos se celebra la fiesta de los ciudadanos elegidos; todos a su vez se congratulan de sí mismos en su junta; y, no obstante, nosotros, tibios en el amor de la eternidad, no ardemos en deseo alguno, no pretendemos estar presentes a tan gran solemnidad, nos privamos de aquellos gozos y estamos alegres. ¡Ea!, hermanos; inflámese nuestro ánimo, avívese la fe en aquello que creemos, enciéndanse nuestros deseos por lo de arriba, y amar así, ya es ir. No haya obstáculo que nos impida el gozo de la interior solemnidad, pues tampoco aspereza alguna del camino hace cambiar de propósito a quien desea llegar a un lugar determinado. No nos seduzca prosperidad alguna halagadora, pues necio es el viajero que, por contemplar los prados amenos del camino, se olvida de seguir a donde se proponía.

¡Ea!, suspire con todas las ganas el ánimo por la patria eterna; nada de este mundo apetezca, pues cierto es que muy pronto lo tiene que dejar, a fin de que, siendo en verdad ovejas del Pastor del cielo y no poniendo nuestro gozo en lo del camino, seamos, a la llegada, saciados con los pastos eternos por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, Dios, que vive y reina con el Padre, en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

(SAN GREGORIO MAGNO, Homilías sobre los evangelios, Libro 1, Homilía 14, BAC, Madrid, 1958, pp. 588-592)



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Aplicación: San Juan de Ávila - Los pastos del cielo (Jn 10,11-18)


Yo daré- dice el Señor- a mis ovejas vida eterna, yo las apacentaré en unos montes muy viciosos, muy fértiles, donde no les falte nunca qué comer. En mi divinidad, en aquella infinita bondad, en la infinita luz, allí las apacentaré yo, allí les daré yo el manjar de vida, allí gozarán de mí, allí pacerán en aquella fertilidad de aguas, en aquellos suavísimos ríos que corren agua de infinita bondad y suavidad, allí las recrearé yo de una parte de ángeles, por otra de santos, de otra parte de vírgenes. Allí las apacentaréis, allí pacerán ellas, y a su placer; allí tendrán aquello que nunca acabaron de entender, lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre arriba a comprender. Allí gozarán de pastos tan dulces, de gozos inefables, que se queden espantados de cuanto Dios les pusiere a la mesa; allí no habrán ya hambre ni cansancio; gozarán y pacerán juntamente tan suavísimo manjar, quien pueda pensar el pato que el Señor dará a sus ovejas.

¡Y que, oyendo esto, no me den fastidio ni asco las ollas de Egipto! ¡Gran mal! ¿Quién hay que no desee ser oveja de Jesucristo? Si alguno hay que no lo es, no salga de aquí sin ello, no salga de aquí sin esperanza de gozar el pasto tan excelente que el Señor da a sus ovejas.

Apasiónenos ya andar con tal pastor como el demonio. Mire a dónde Dios lleva a apacentar a sus ovejas, en montibus altis; son más altos que el cielo, son mucho más altos; distan estos montes tanto del cielo, como dista de la tierra el cielo, y los infiernos de la superficie de la tierra. In montis altis. En la altura del Padre, allí gozará de aquella conversación suavísima con la Santísima Trinidad, aquella agua clarísima de su unidad en esencia; allí se le hará muy claro lo que acá se le hacía muy oscuro; en los montes altos. – Y el demonio, ¿dónde apacienta las suyas? – En una hondura la más obscura y temerosa, la más espantable que se pueda imaginar. ¿Pues por qué queremos ser del demonio? ¿Por qué nos sabe su pasto tan bien, y, llamándonos el Buen Pastor, no le oímos, sino, encenegados no le oímos, sino, encenegados en aquel manjar malo, hacemos pero que puercos?


Nadie arrebatará al buen Pastor sus ovejas

Mis ovejas me siguen. Yo les doy la vida eterna, y no se perderán para siempre. ¿Quién habrá que pueda con una oveja de Jesucristo? ¿A dónde se quedará, que no torne el Señor por ella? No se caerá ya de su mano. Ni hambre, ni hartura, ni frío, ni calor, ni dolor, ninguna cosa las apremiará. Terné yo tanto cuidado de mis ovejas, que ya no tendrán temor de perecer. Yo buscaré mis ovejas, y las visitaré. Las pone donde lobo ninguno las pueda tocar. Librarlas he de todos los peligros en que se pueden perder.

¡Oh ovejas de Jesucristo! ¡Oh siervos de Jesucristo! ¡Qué guarda tenéis! ¿Qué habéis?, decid. ¿Qué teméis? Ya ha muerto el diablo, ya no hay lobo; ya no hay que temer. ¿Quién, si seguís a Jesucristo, os podrá derribar de donde Él os pondrá? Si os ha puesto en gracia, y con ella no estáis fuertes, poneros ha muncha más, para fortaleceros. Alegraos, que, si alguna vez cayeres, buen pastor tenéis que volverá y os sacará del barranco. ¡Qué placer tenía el diablo cuando vio caído a David! Pero como David era oveja de Dios, aunque abarrancase, le dijo: “No te alegres, que buen pastor tengo, que no me olvidará; él me sacará de donde yo estoy”.

Piensa, ovejita; piensa, pecador, que si te quieres poner, si quieres volver al rebaño del Señor, que de tu pecado sacará el Señor misericordia. Para todos habrá remedio bueno. Espera en su misericordia y en su pasión. Piensa, si te hallas fuera de la manada, qué es lo que pasó por ti, si te hallas fuera de la manada, qué es lo que pasó por ti, para traerte a pacer en su dehesa. Piensa cuánto desea darte su yerba, y no tendrás temor de venir a Él coja o como quiere que estuvieres, a que te cure. Y si te hallas que has caído, yendo cansada, de esa caída hallarás la gran misericordia del pastor; aunque hayas pecado hallas y hallarás misericordia. Y esto si no te vas tú. Y si te vas, dice Agustín que miris modis reddit Deus voluntarios, por mil maneras, por muy maravillosas maneras hace Dios que el hombre le quiera. Se le va la oveja, y Él con predicadores, con misericordias, con halagos, con amenazas, con enfermedades, miris modis, de muchas e infinitas maneras os llama.

-¡Oh qué guarda! ¡Oh qué pastor! ¡Oh que pasto! ¡Y qué palabras: No morirá para siempre! ¿Quiénes son estos que tanta guarda tienen? ¡Quién son los que oyen esto? -_Ovejas de Jesucristo. – ¡Oh siervos de Dios! ¡Oh amadores de aquella suma Bondad!¡Y qué os está aparejado! Pluguiese a Dios que pudiésemos decir. “Todos cuantos aquí estamos somos ovejas de Dios. ¡Si pudiésemos decir: todos hemos de gozar de Dios, todos hemos de ser guardados de tal pastor, ninguno se perderá para siempre!” ¿Quién oye esto, que no se hace amigo de Dios? ¿Quién no desea ser su oveja?

-Pues, padre, ¿qué prenda tenemos para conocer esto será así, que seremos apacentados? –San Pablo: nos ha dado Dios el Espíritu Santo. Gran señal tenemos, pues que nos ha dado el Señor aquel fuego que abrasa, aquel fuego que hace encender el corazón y subir a los montes altos, aquel viento que lleva la nave adonde Él va, aquel amor, aquella caridad encendida, aquella lumbre que ni hambre, ni tribulación ni angustia, ni desnudez, ni peligro, ni persecución, ni cuchillo, la puede apartar de Dios. En las persecuciones, nuestro; en cárceles, con nosotros; en hambre, nuestra hartura; en el peligro, nuestro amparo; en la persecución, nuestro consuelo. ¿Quién nos tiene de apartar de Jesucristo?

Si el mundo nos ensalzare: Jesucristo está en la cruz por nosotros, ¿quién nos ensalzará? ¿Cómo podrá la ovejita decir que puede o decir que quiere ser honrada, viendo al Señor en la Cruz, muriendo deshonrado de todas las gentes? La muerte no nos apartará del Señor. ¿Qué vida nos podrá apartar de la muerte del Señor? ¿Qué muerte nos quitará la vida sempiterna? no habrá cosa que nos aparte del Señor. Nos ha enviado Dios el fuego que tanto abrasa, que no hay agua que lo apague. Ángeles no me lo quitarán. Pues luego grande prenda tenemos.

Lleguemos al Señor; bebamos de su fuente; apacentémonos en sus prados; amémosle. Sacaréis aguas que beber de las fuentes del Salvador, dice Isaías. Refrescaréis vuestras llagas; lavaréis lo podrido; beberéis de aquella agua suavísima que da vida; y si os hallares fatigados, tiene Dios unos montes muy altos, que da el sol en el lado de ellos, y de la otra parte hace sombra y frescura. Sentaos a su sombra. Llegaos al Señor y decíd, Debajo de la sombra me asentaré, allí me repastaré, allí descansaré y me quitaré el sudor. Da en aquellos montes el sol de justicia, y por la otra parte hace sombra el sol de misericordia. Miraré al Cordero sin mancilla, miraré aquel Dios omnipotente, que por nosotros, sin deber nada, quiso ser azotado y escarnecido, y sobre todos sus trabajos y angustias, crucificado. Me sentaré yo a esta sombra. Miraré las frescuras de ella; miraré las esperanzas y consuelos que hay en ella para pasar mi camino refrigerando mis llagas, rociando mis pasiones, consolándome con el desconsuelo que por mí el Señor pasó, y mirando que mi pastor, sólo por sacar de mi ánima de entre las espinas, porque no me espinase, quiso Él entrar en ellas y espinarse.

Debajo de la sombra me asentaré y allí descansaré para ir tras mi pastor. Oye oveja del Señor su voz y sígueles, y le dice el Señor: Yo les doy la vida eterna y nunca perecerán, y no habrá nadie que las arrebate de mi mano. ¡Oh dichosas ovejas que en su fortísima mano están! ¡Oh cristiano! Mira quién te guarda; mira: si eres oveja de Jesucristo, segura estás del lobo. Él dice: No habrá nadie que me las pueda tomar; no será bastante el demonio para derribarla, que ni mano está.

-Señor, ¿tan gran poder tenéis vos, que no os la arrebatará nadie? – Sí, que grande poder tengo, porque estas ovejas son de mi Padre, y yo y mi Padre unum sumus, mi Padre es muy poderoso; no habrá nadie que me las pueda quitar. -¡Oh! ¡Bendígante los ángeles, Señor, que tan buen pastor eres, y que a tanto recaudo pones tus ovejas, que no hay cosa bastante par derribadlas! ¿A dónde están ahora los pastores? ¿A dónde los prelados, que así velen su ganado, que puedan decir como el Señor: No me las arrebatará nadie? Consuelo grande es del cristiano que oveja de Jesucristo.

Si oyes la voz de tu pastor y le sigues, él te seguirá, él te guardará que no perezcas para siempre. Darte ha a beber de aquellas aguas dulces; apacentarte ha en los montes altos; tenerte ha de tal manera, que no haya quien te pueda empecer, no habrá quien te arrebate de su mano. ¡Hermanos! Por la sangre suya y por su pasión, que miremos si somos ovejas suyas, para que, conociendo su dehesa y paciendo su yerba, nos dé aquí su gracia y después su gloria, ad quam nos perducat. Amen.

(SAN JUAN DE ÁVILA, Sermones, Ciclo Temporal, Obras completas, BAC, Madrid, 1970, pp. 259-264)



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R.P. Carlos Miguel Buela, I.V.E. - I  ¿Qué hay que hacer para no tener vocaciones?


«Anti–homilía» pronunciada por el p. Carlos Miguel Buela,  el domingo IV de Pascua, XXXVI Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones,  en el Seminario «María, Madre del Verbo Encarnado» (1999) .

(…)

Hoy, Cuarto Domingo de Pascua, domingo del Buen Pastor, la Iglesia toda reza por las vocaciones. En este día quiero decirles lo que, a mi modo de ver, hay que hacer para no tener vocaciones, es decir, les voy a decir LO QUE NO HAY QUE HACER.

1. Acerca de la captación vocacional

Como «la vida engendra la vida», la manera más eficaz para que no se despierten vocaciones de especial consagración es formar comunidades sin vida, sin ningún entusiasmo, lo cual se logra con una pastoral de mantenimiento, que es lo mismo que la pastoral del «no hagan olas». Sin incisividad, sin actualidad, sin contacto con los seres concretos de carne y hueso, de esta época. En fin, una pastoral nominalista, de escritorio, una pastoral de espera y no de propuesta, una pastoral superficial que no cale hondo, una pastoral no entusiasmante.

Para ello el sacerdote no debe ser padre, no debe ser hermano, ni amigo, ni pastor. Así no trasmitirá vida, ni fraternidad, ni amor de amistad, ni dará la vida por nadie. Lo cual se logra al no tener fe viva, ni esperanza invencible, ni caridad ardiente. Así se vivirá un cristianismo triste, sin grandes ideales, burgués, formalista, exterior. Sin frutos notables.

Ayuda mucho para ahuyentar las vocaciones presentar las dificultades del ministerio sacerdotal y de la vida religiosa como insuperables, no creyendo que la gracia de Dios puede más que todas las dificultades. También ayuda el dar la impresión de que hay que ser digno para poder pensar en una eventual vocación (¡como si hubiese alguien digno!).



2. Acerca de la naturaleza de la vocación

No creer que las vocaciones consagradas son obra de Dios, sino obra de los hombres, obra meramente humana. Este es el punto crucial. De esta manera, rezar para que Dios envíe vocaciones no será lo más importante. A lo más, algunos rezarán como los mesalianos sin poner medios eficaces para alcanzar lo que piden. Se privilegiará la propaganda publicitaria, incluso con mucho mal gusto, algunas poco inteligentes, otras ridículas, otras irreverentes, otras irreales, otras hilarantes. Les ofrezco algunos ejemplos que pueden tener en cuenta:

a) Quizás puedas editar una propaganda vocacional acompañada de viñetas con mensaje «subliminal» como esta: «Si no sabes hablar (figura de un tartamudo); si crees tener poca edad (dibujo de un bebé); si te sientes incapaz (dibujo de un niño que no puede levantar una torre con sus cubos); si te sentís débil (dibujo de un debilucho tirado en el piso); atado; confundido; poco importante (dibujo de una persona escondida en un tacho de basura); ¡PERO!, estás en búsqueda, te importan los demás y quieres entregar lo más grande que tienes, ¡VEN Y SÍGUEME! Firmado: Jesús. ¡PIÉNSALO! STOP»;

b) O tal vez, para mayor marketing puedes probar con esta propaganda vocacional de USA: «WE’RE LOOKING FOR A FEW STRONG MEN!» («¡ESTAMOS BUSCANDO HOMBRES FUERTES!»). Sale una foto de un sacerdote vistiendo de blue jeans, con gorra roja, camisa escocesa sobre una negra camisa clerical con riguroso clergyman –condición necesaria, a pesar del ridículo, para identificar al personaje como sacerdote–, con sus pies en remojo en un fuentón, lo que probablemente quiera indicar su cansancio tras una larga caminata con sus jóvenes campamenteros, que le asedian por arriba, por el costado... uno con una mochila, otro con una caña de pescar, otro jugando con una viborita... Y el sacerdote mirando hacia arriba, resignado, como diciendo: «¡lo que tengo que aguantar!»;

c) O tal vez con esta otra: «DIOS AL TELÉFONO». «¿Qué pasa con tu número cuando Dios te llama? "OCUPADO". Más tarde, Señor... Ahora estoy ocupado. Cuando termine. Tal vez, mañana. "SIN TONO". Fuera de onda. Desconectado. Apático. Frío. Desganado. "EQUIVOCADO". No... No soy yo... –número equivocado. No insista. Cuelgue por favor. "NO CONTESTAN". Timbre insistente. Silencio. Egoísmo. Sordera para Dios. Rechazo. "COLGARON". Clic! ¡No! Ruptura con Dios. Desamor. Diálogo interrumpido. En cambio, cuando Él te hable, para lo que sea, contéstale: Hola... sí, soy yo. Te escucho. Aquí estoy. Habla Señor. Sí... Sí... como quieras, así sea, con todo gusto. Por Ti, mi Dios, por mi hogar, por mi Patria, por el mundo. Hasta luego... Señor»;

d) Otra propaganda presenta a religiosos vestidos correctamente con sus respectivos hábitos clericales (sotana, baberito, crucifijo, o rosario con los quince misterios...), cuando en realidad algún que otro anciano de tales congregaciones usa todavía el hábito propio, que tanto llaman la atención y tanto agrada su uso entre los fieles, abandonado por los de menos edad, que han preferido a cambio una crucecita en la solapa, ¡cuando mucho...!;

e) Otra: «More Life than you Ever Imagined...» («Más vida que la que te hayas imaginado...»). A continuación, una foto realmente inimaginable de cuatro monjas mayores: una tocando una corneta, otra un violín, otra una guitarra, otra una mandolina. Seguidamente, la invitación: «Is God inviting you to consider the … life?» («¿Acaso Dios te invita a que consideres la vida…?»);

f) Y por último, aunque hay muchos ejemplos más, un dibujo de un físico culturista que podría ser Silvester Stallone o un Arnold Schwarzenegger levantando con los brazos extendidos y tensos por encima de la cabeza una barra con enormes pesas en los extremos, con la siguiente inscripción: «La Iglesia necesita de gente valiente y decidida. ¿Piensas tú que Cristo dijo éstas palabras a gente débil? "El Reino de Dios se alcanza a la fuerza y solamente los esforzados entran en él". SI QUIERES ACEPTAR EL DESAFÍO QUE CRISTO TE OFRECE, ESCRÍBENOS O ACÉRCATE A:…».

Una mera propaganda externa, de muy poco sirve, para despertar vocaciones.

Si la vocación no es obra principalmente de Dios, no se han de buscar seguidores exclusivamente de Jesucristo, sino obsecuentes de uno mismo. Pretender que sigan a una mera persona humana es la mejor disposición para que no nos siga nadie. Sólo el seguimiento exclusivo de Jesucristo hace posible que el hombre, varón y mujer, se decida y persevere en una vocación que excede las fuerzas humanas.

Para no tener vocaciones, deben presentar la vida sacerdotal y religiosa color rosa. Todo consolación y resurrección. Toda alegría y comprensión. Todo éxitos, bonanza y facilismo. No decir nunca que es cruz, y después cruz, y por último, cruz, y siempre, cruz. Y que hay que estar dispuestos a crucificarse con Cristo, día a día, minuto a minuto. Y que hay mucho para penar, para dolerse y para llorar porque los sacerdotes son «los ojos de la Iglesia, cuyo oficio es llorar los males todos que vienen al cuerpo» .

Para no tener vocaciones, deben coaccionar a los candidatos buscando, indebidamente, convencerlos de que tienen vocación (aún cuando se vea que no tienen idoneidad). Es decir, teniendo por el candidato un interés que se ve que Dios no tiene (porque si no tiene idoneidad es porque Dios no se la dio). Y con melindres, suspicacias y sutilezas no aconsejarle, vivamente, que no entre o que salga, cuanto antes, del Seminario. Esos que claramente no tienen vocación serán ocasión de que muchos otros la pierdan. Y los superiores que no cuiden, tempestivamente, que sólo queden los que tienen vocación probada, al perder la confianza de los buenos en su capacidad de discernir las vocaciones, también se convierten en ocasión de que otros la pierdan. No hay cosa, tal vez, que haga perder más vocaciones en los Seminarios, que los superiores cuando se vuelven «perros mudos».

Aunque, a decir verdad, la costumbre más extendida es dilatar la entrada, justamente, porque no se cree o se duda de que es Dios el que llama. Cuando llama Dios se requiere una respuesta al estilo de los Apóstoles: Ellos dejaron al instante las redes y le siguieron (Mt 4,20), y San Pablo: …al instante, sin pedir consejo ni a la carne ni a la sangre… (Ga 1,16). Cuando se pretende que las vocaciones maduren en el mundo, el mundo, generalmente, se traga las vocaciones.

Incluso hay algunos que directamente dicen que un candidato no tiene vocación y no por que hayan comprobado que no hay idoneidad, sino por otras razones subjetivas de ellos. Porque les parece, por pálpito, por corazonada, por no simpatizar con el candidato, o porque creen que tienen el don de la cardiognosis. Si son jóvenes porque son jóvenes; si mayorcitos porque tienen mucha edad. Conocemos el caso de Jean Luc:

– «Vos pensás que tenés vocación porque tu hermano es sacerdote», le dijo un obispo;

– «Pero yo entré primero al Seminario»;

– «¡¿?!… Sé un buen laico».

En la actualidad es el primer sacerdote incardinado en un país de Asia Central.


3. Acerca de la pastoral vocacional

Seguir haciendo esa suerte de reclutamiento o leva masivos, sin discernimiento, o sea, sin hacer selección. O peor aún, tener discernimiento estrábico, es decir, hacer selección, pero al revés, desechando a los buenos y aceptando a los que no tienen subiecto. Algunos ponen límites artificiales, como la edad, los oficios, la historia precedente... y multiplican, sin ton ni son, las normas para la admisión, de tal modo se crean, de hecho, impedimentos insalvables. Por ejemplo:

– «NN. dice que no hay que ordenar hasta que el candidato tenga 28 años (El Código de Derecho Canónico pide sólo 25 años), pero yo pienso que tendría que exigirse tener 30 años porque recién allí se puede considerar maduro a un candidato y se puede esperar más en su perseverancia».

– «¿Usted propone hacer lo que hacen los jesuitas?».

– «Eso mismo, ¡hombre!, ¡qué formación tienen!».

– «Pero, ¡durante el generalato del P. Arrupe dejaron el ministerio más de 12.000 jesuitas ordenados a los 30 años! »

– «¡¿?!».

Por ejemplo, algunos dicen que si ya entró algún familiar no hay que dejar entrar a otro porque está influenciado por el primero. No dejan entrar a los primos hermanos, con lo que no tendrían vocación apostólica los Apóstoles Santiago y Juan, primos hermanos del Señor; ni tampoco si son hermanos, con lo que no tendrían vocación apostólica Pedro y Andrés, Santiago y Juan; otros no aceptan a los hijos únicos, con lo que si nuestro Señor hoy pidiese entrar a un Seminario no sería admitido.

O afirmar rotundamente: «Aquí por tres generaciones no habrá vocaciones» (menos mal que no pensó así nuestro Señor, ni los Apóstoles; todavía se estaría por fundar la Iglesia).

Nunca digan –«aquellos, de tal Congregación, son malos», porque les harán una propaganda gratuita y tendrán muchas vocaciones y después tendrán que inventarse excusas para justificar su esterilidad, y dirán: «ambiente cálido»..., «los atraen con música y deporte...», «ahora se los ve bien, pero ¿dentro de 50 años...?», «les lavan el cerebro», «algo raro hacen, donde van tienen vocaciones y nosotros ninguna»…

Lo que voy a decir ahora es infalible para no tener vocaciones: ¡dejar que el Seminario se llene de tipos «alcánzame la polvera»! Cuando lleguen a formar grupo verás como proliferan las murmuraciones, los despechos, los resentimientos, verás un clima de intrigas palaciegas y suspicacias retorcidas, se pincharán con la pestaña todo el día, los verás meneándose acompasadamente y murmurando de cuanto se les cruce por delante y, entonces: ¡Chau, misión! Y los que se respeten un poco se irán y no tendrás que estar dando de comer a 150 seminaristas hambrientos. En algunos lados se prefiere a los «masculinos, pero no fanáticos (los demasiado delicados)» porque piensan que no les traen problemas y los pueden manejar a gusto, y rechazan a los que tienen personalidad, porque tienen miedo que quieran pasar por encima de su autoridad.


4. Acerca de la formación

Este tal vez sea el punctum dolens del tema, como dijera Juan Pablo II: «…es preciso encontrar para estas vocaciones una formación adecuada. Diría que la condición de una verdadera vocación es también una formación justa. Si no la encontramos, las vocaciones no llegan y la Providencia no nos las da».

Tener un equipo de formadores heterogéneo y si son de tendencias contrapuestas, mejor aún, así los seminaristas podrán hacer como suelen hacer los hijos de padres separados, que piden permiso a uno y a otro, hasta obtener lo que quieren. Aunque también se da la postura contraria, una homogeneidad tal que impida toda legítima diversidad, cortando a todos por un mismo molde. La exclusión de las legítimas diferencias, siempre produce marginados, a los que luego fatalmente tendrán que discriminar, y se convierten, finalmente, en excluidos.

Los superiores deben ser distantes: atendiendo a los seminaristas desde detrás del escritorio. Que pongan énfasis en lo meramente exterior y secundario. Que sean mentirosos, de tal manera que nadie les crea y se destruya la convivencia concorde. Que desarrollen en el Seminario un clima policial, de espionaje, de delación, de acepción de personas. Que sean avinagrados, de mal humor. Que se les deba rendir pleitesía. Que desconfíen de todos ya que la desconfianza por sistema hace desaparecer las relaciones filiales, fraternas y paternales, propias de un clima de familia. De manera especial, que no vivan la virtud de la eutrapelia, de tal manera que estén todos tensionados, con stress, como quien dice, trepándose las paredes. No alentar el canto y menos el canto con júbilo, o confundir los roles: en la Misa cantos folklóricos, de campamento, o profanos; y en el comedor, polifónicos o gregoriano. Hay una cierta gnosis musical, que ayuda a mezclar las cabezas.

En lo doctrinal: instalar la convicción de que está todo en crisis, que no hay certezas sobre nada, que todo es opinable, que sólo vale la búsqueda, pero siempre que no se encuentre nada, dedicar grandes panegíricos a las ideologías de moda, al último artículo de teología que apareció en la última revista de última. Si alguno cae en el pecado imperdonable de tener alguna certeza, sin más echarlo, porque es un soberbio. La Biblia que sea todo midrash y hay que desmitologizarla, o sea, nada de histórico ni de sobrenatural. Nada de metafísica, ni de estética. Sólo sentimientos y el kitsch, el mal gusto. Nada de Santo Tomás, aunque es más elegante nombrarlo un poco, dándoles a los jóvenes la impresión de que lo conocen. No hay nada más explosivo que las mezclas gnósticas que producen cabezas gnósticas.

En lo espiritual: trabajar para que no tengan «motor propio», en especial, no dándoles una auténtica espiritualidad sacerdotal, tan sólo, a lo más, un barniz de espiritualidad laical. Nada de los clásicos de la espiritualidad, basta y sobra con algunos de los caracterizados best–seller sincretistas de moda. Que no haya recia disciplina, que cada uno elija la hora en que quiere levantarse, si participar o no de la Misa y demás actos de oración. Que los ejercicios espirituales sean compartidos entre todos, sin silencio y sin penitencia.

Borrada la espiritualidad sacerdotal, hay que atosigarlos con toda la problemática temporal, que es directa competencia de los laicos. Que desaparezca de sus vidas el horizonte de lo sobrenatural. Así dejaran de tener motivos válidos para una vocación de especial consagración. Para ello, también sirve mucho jugar con lo sagrado, ridiculizar, ironizar, hacer chistes con las cosas sagradas: Biblia, Tradición, Magisterio, Santos Padres, Doctores, Liturgia, los Santos, la virginidad consagrada… todo lo sagrado hay que hacerlo, dosificadamente, ocasión de burla. Cuando se logre que jueguen con lo sagrado, nada tendrán por sagrado y ni su vocación, ni sus personas, ni sus promesas serán sagradas. Hay que trabajar para que no pierdan el tiempo pensando en la eternidad, en las postrimerías, ya que, como toda verdadera vocación de especial consagración constitutivamente está como entretejida con lo eterno, quitado este, desaparece aquella.

Que no ayuden en concreto a los pobres, porque si no la opción preferencial por ellos deja de ser ideología y vivir en concreto la caridad con los más necesitados les dará un corazón sacerdotal compasivo con las necesidades del prójimo. Y por atender a sus pobres Dios te dará vocaciones y la perseverancia de las mismas.

De manera especial, hay que evitar por todos los medios que se les predique sobre la presencia verdadera, real y sustancial de Jesucristo en la Eucaristía, y particularmente, sobre el hecho de que la Eucaristía es sacrificio. Como el acto principal del sacerdote es el sacrificio, quitándoseles el sacrificio pierde su razón de ser el querer ser sacerdotes (por eso en estos tiempos, la única gran religión monoteísta que tiene sacerdotes es el cristianismo –los católicos y los ortodoxos son los únicos que tienen sacerdocio válido–, mientras que los judíos y los musulmanes no tienen sacerdocio, porque no tienen sacrificio; los rabinos y los muecines sólo tienen oficio magisterial). Si no le tienen una gran devoción a la Eucaristía, no hay manera de que aprendan lo que es la caridad cristiana, ni el peso incalculable de la eternidad, ni la audacia y generosidad requeridas para la aventura misionera del «Ite…».

Enseñarles una pastoral que maltrate a la gente, al pueblo sencillo y fiel, que les hagan sentir la autoridad, que desconfíen de todos diciéndose: «a mí nadie me va a engañar». Que no visiten a las familias de sus apostolados, ni jueguen con los niños y jóvenes. Hay que borrar de sus jóvenes corazones todo pensamiento misionero. Si no quieren a nuestro pueblo, ¿cómo van a querer a otros que, para colmo, hablan otras lenguas?

Enseñarles a tener mucha familiaridad con las chicas, así suelen formarse matrimonios católicos, de los que tenemos más necesidad que de vocaciones consagradas.

Enseñarles que los laicos deben ocupar el lugar de los sacerdotes y que lo hacen con más solvencia. De tal manera que se mezclen los papeles.

Que no sepan cocinar, que no laven su ropa, ni limpien sus habitaciones, que no sean peluqueros, ni mecánicos, ni electricistas, ni cuiden de la chacra, ni trabajen en la imprenta… Y mejor dejarlos los tres meses de vacaciones en su casa. Pero si los obligan a un mes de convivencia, que esta sea aburrida: nada de trepar las altas cumbres y descender a abismos peligrosos, nada de descubrir nuevas picadas, nada de deportes terrestres, náuticos o aéreos como los hacen jóvenes de la misma edad… esas convivencias se convierten en una aburridera fenomenal y sólo será una combinación de mate, cigarrillos, lecturas del autor que esté de moda en el Seminario y faltas de caridad. Clima ideal para obstaculizar las vocaciones.

Y experimentar siempre, todas las cosas, aún las más evidentes. Total, los seminaristas son como los cobayos. En el experimentar cosas nuevas, sobre todo si son utopías, muchos quedarán en el camino.

Finalmente, queridos Padres, para no tener vocaciones, no tienen que hacer caso a los documentos del Concilio Vaticano II que tratan especialmente sobre cómo se debe formar integralmente a los futuros sacerdotes (no se olviden que estoy usando el género oratorio y literario, que podríamos llamar, «antifrástico»). No tienen que hacer caso de los documentos papales de Juan Pablo II al respecto. Para no tener vocaciones, tampoco tienen que hacer caso de los documentos de las Congregaciones Romanas, por ejemplo, a los documentos emitidos por la Congregación para la Educación Católica. Tampoco deben tener en cuenta lo propuesto por los otros dicasterios de la Santa Sede. Para no tener vocaciones, deben hacer caso omiso a las indicaciones de los documentos del C.E.L.A.M. Y no tienen que hacer caso de los documentos de la Conferencia Episcopal Argentina al respecto.

Cuando hagan todo esto y tengan que cerrar sus Seminarios por quedarse sin seminaristas, mírense ufanos en el espejo y ensayen varias veces en voz alta, para después repetirlo innumerables veces: «Los Seminarios Mayores son un invento del Concilio de Trento y están superados, ¡ya no sirven para nuestra época!».

Que la Santísima Virgen les dé a entender que tienen que hacer, exactamente, lo contrario.

Nota:
En rigor de verdad es un anti–sermón, porque mi finalidad es mover a los que me escuchan a que NO HAGAN NUNCA lo que voy a decir. Además, como estos son tiempos de peligros y asechanzas, para que no se me interprete mal, y para no herir suspicacias, desde el comienzo declaro que sólo me dirijo a los miembros de nuestros Institutos; no pretendo hacer ningún tiro por elevación, ni referirme a otras instituciones, ni criticarlas. Corresponde que diga la frase cliché: «cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia». Pero aún más. Para evitar cualquier malentendido y evitar efectos no queridos y no buscados, me voy a dirigir solamente a los Rectores de nuestros Seminarios mayores.
R.P. Carlos Miguel Buela, I.V.E.



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Comentario Teológico: San Juan Pablo Magno y las vocaciones


Queremos ofrecer una selección de textos que manifiestan el pensamiento del Papa Juan Pablo II sobre las vocaciones sacerdotales y religiosas. Y algunas reflexiones que nos inspiran, ya que su espléndido magisterio siempre fue para nosotros fuente fecunda en que abrevamos nuestra sed de fidelidad al Señor.

Importancia

Debe decirse que el problema de las vocaciones sacerdotales –y también de las religiosas, tanto masculinas como femeninas– es el «problema fundamental»1 de la Iglesia: «por el que tengo mucho interés de modo muy especial»2, «que requiere mayor atención»3, «central»4, «del futuro»5, «vital»6.

«El problema de las vocaciones afecta a la vida misma de la Iglesia»7.

El tema de las vocaciones «afecta a la Iglesia en una de sus notas fundamentales, que es la de su apostolicidad»8.

«Escasez de clero quiere decir escasez de aquellos que celebran la Eucaristía».


Número

Es falso creer que no hay vocaciones; muy por el contrario, hay muchas: «la vocación está en germen en la mayoría de los cristianos»9; Dios «siembra a manos llenas por la gracia los gérmenes de vocación»10; incluso «numerosas vocaciones sacerdotales y religiosas (germinan) en este primer encuentro con Cristo» (refiriéndose a la Primera Comunión).


Búsqueda

Las vocaciones existen, pero hay que buscarlas. «Dios llama a quien quiere por libre iniciativa de su amor. Pero quiere llamar mediante nuestras personas... No debe existir ningún temor en proponer directamente a una persona joven, o menos joven, las llamadas del Señor»11. «El Señor es siempre el que llama, pero es preciso favorecer la escucha de su llamada y alentar la generosidad de la respuesta»12. Al Padre Alberoni le pareció que Jesucristo le decía: «Tú puedes equivocarte, pero yo no me equivoco. Las vocaciones vienen sólo de mí, no de ti; este es el signo externo de que estoy con (vosotros)». Buscar las vocaciones es, también, proponerlas: «...con pasión y discreción, sed despertadores de vocaciones»13. Cristo habitualmente «llama a través de nosotros y de nuestra palabra. Por consiguiente, no tengáis miedo a llamar. Introducíos en medio de los jóvenes. Id personalmente al encuentro de ellos y llamad»14. La pastoral vocacional es la misión de la Iglesia «destinada a cuidar el nacimiento, el discernimiento y el acompañamiento de las vocaciones, en especial de las vocaciones al sacerdocio».


Comunidades vivas

«La familia, iglesia doméstica, es el primer campo donde Dios cultiva las vocaciones. Por ello hay que saber que una recta y esmerada pastoral familiar es de por sí vocacional. Hay que formar a los padres en la generosidad para con Dios si llama a alguno de sus hijos, aún más, enseñarles a pedir en favor de la Iglesia para sus hijos tan inestimable don».

«Un criterio... para decir que una parroquia, una comunidad católica, es realmente madura, es que debe tener vocaciones. Con las vocaciones sacerdotales, y las otras, se mide la madurez de una comunidad, de una parroquia, de una diócesis». «Toda comunidad ha de procurar sus vocaciones, como señal incluso de su vitalidad y madurez. Hay que reactivar una intensa acción pastoral que, partiendo de la vocación cristiana en general, de una pastoral juvenil entusiasta, dé a la Iglesia los servidores que necesita». «Al terminar este encuentro breve, deseo dirigirme idealmente a todos los religiosos y sacerdotes que viven serenamente día a día su vocación, fieles a los compromisos adquiridos, constructores humildes y escondidos del Reino de Dios, de cuyas palabras, comportamiento y vida irradia el gozo luminoso de la opción que hicieron. Son precisamente estos religiosos y sacerdotes, los que con su ejemplo aguijonearán a muchos a acoger en su corazón el carisma de la vocación». «Los institutos religiosos deben mantener un sentido firme y claro de su identidad y misión propias. Un estado continuo de cambio, una incoherencia entre cómo se expresan los valores e ideales, y cómo se viven de hecho, un excesivo ensimismamiento e introspección, un énfasis exagerado en las necesidades de los miembros como opuestas a las necesidades del Pueblo de Dios, frecuentemente son obstáculos fuertes para aquellos que sienten la llamada de Cristo: ven y sígueme (Mt 19,21)»15.

«Las vocaciones son la comprobación de la vitalidad de la Iglesia. La vida engendra la vida...; son también la condición de la vitalidad de la Iglesia... Estoy convencido de que –a pesar de todas las circunstancias que forman parte de la crisis espiritual existente en toda la civilización contemporánea– el Espíritu Santo no deja de actuar en las almas. Más aún, actúa todavía con mayor intensidad».


Formación

Sin buena formación Dios no bendice con abundancia de vocaciones. Hay «que hacer intensos esfuerzos por fomentar las vocaciones y procurar la mejor formación sacerdotal posible en los seminarios. Abundancia de vocaciones y una eficaz formación de los seminaristas: he aquí dos pruebas de la vitalidad de la Iglesia». «Lo que hay que hacer es buscarlas y luego, cosa muy importante, es preciso encontrar para estas vocaciones una formación adecuada. Diría que la condición de una verdadera vocación es también una formación justa. Si no la encontramos, las vocaciones no llegan y la Providencia no nos las da»16.

Pareciera que algunos no tienen vocaciones por la tentación de laicizar el sacerdocio, o sea, por mala formación. Podemos mirar confiadamente hacia el futuro de las vocaciones, podemos confiar con la eficacia de nuestros esfuerzos que miran a su florecimiento, si alejamos de nosotros de modo consciente y decisivo esa particular «tentación eclesiológica» de nuestros tiempos que, desde diversas partes y con múltiples motivaciones, trata de introducirse en las conciencias y en las actitudes del pueblo cristiano. Quiero aludir a las propuestas que tienden a «laicizar» el ministerio y la vida sacerdotal, a sustituir a los ministros «sacramentales» por otros «ministerios» juzgando que responden mejor a las exigencias pastorales de hoy, y también a privar a la vocación religiosa del carácter de testimonio profético del Reino, orientándola exclusivamente hacia funciones de animación social o incluso de compromiso directamente político. Esta tentación afecta a la eclesiología, como se expresó lúcidamente el Papa Juan Pablo II: «...en este punto, lo que nos aflige es la suposición, más o menos difundida de ciertas mentalidades, de que se pueda prescindir de la Iglesia tal como es, de su doctrina, de su constitución, de su origen histórico, evangélico y hagiográfico, y que se pueda inventar y crear una nueva Iglesia según determinados esquemas ideológicos y sociológicos, también ellos mutables y no garantizados por exigencias eclesiales intrínsecas. Así vemos a veces cómo los que alteran y debilitan a la Iglesia en este punto no son tanto sus enemigos de fuera, cuanto algunos de sus hijos de dentro, que pretenden ser sus libres fautores»17.

Pareciera que sigue siendo verdadero lo que nos advierte San Alfonso: «...adviértase que si el seminario está bien dirigido será la santificación de la diócesis, y si no lo estuviere será su ruina... ¡Cuántos jóvenes entran en el seminario como ángeles y en breve tiempo se truecan en demonios!... Y sépase que de ordinario en los seminarios abundan los males y los escándalos más de lo que saben los obispos, que las más de las veces son los menos enterados». Por eso no es de asombrar que los jóvenes prefieran aquellos seminarios donde tienen la seguridad de que los han de formar bien. Quien quiere entregar toda su vida al Señor no está dispuesto, generalmente, a que se la hagan despilfarrar. Muy pocos son los que se entusiasman por dejar el mundo, para encontrar más mundo en el seminario.

En estos tiempos de pocas vocaciones, muchas veces los que no las tienen, consideran que es pecado el tener muchas vocaciones, y atacan despiadadamente a quienes las tienen. Por eso hay que saber ser santamente decidido en no tolerar nada que las pueda impedir. Para ello hay que estar dispuesto hasta el martirio, si fuere necesario, sabiendo mantener una firmeza inquebrantable para ser fiel a Dios, que es el Autor de toda vocación y el principal interesado en su florecimiento. Dicho de otra manera, no hay que poner impedimentos a la obra de Dios. Si no bendice con abundantes vocaciones, es que estamos poniendo obstáculos a la acción de su gracia. Decía San Juan Crisóstomo: «Hay muchos y hay pocos sacerdotes; muchos de nombre, pero pocos por sus obras» y esta es la razón principal de la escasez de vocaciones sacerdotales.

Y así como Dios es generosísimo en suscitar vocaciones cuando se dan las condiciones adecuadas, así hay que ser generosos en enviar las vocaciones ya florecidas, en sacerdotes y religiosas, a donde sea necesario, teniendo la certeza de que “Dios no se deja ganar en generosidad por nadie», que siempre será verdad que el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia” (2Cor 9,6).

El «centro de toda pastoral vocacional» es la oración. «Es el valor primario y esencial en lo que respecta a la vocación». La vocación es don de Dios ofrecido libremente al hombre y «se coloca por su naturaleza en el plano del misterio»; es un misterio de fe y de amor. Por eso enseñó nuestro Señor Jesucristo: Rogad al dueño de la mies que mande obreros a su mies (Mt 9,37 ss; Lc 10,2).


No hay nada superior

Cualquier profesión humana lleva a las criaturas, y se ocupa de asuntos terrenos, y sólo indirecta y ocasionalmente conducen a Dios. Pero el oficio sacerdotal tiene como ocupación primordial el conducir a las almas a Dios y a su Iglesia, y de ahí le viene su grandiosidad: «¿Has pensado alguna vez en entregar tu existencia totalmente a Cristo? ¿Crees que puede existir algo más grande que atraer a los hombres y a las mujeres a Cristo?»18.


Amor de Dios

La vocación es amor que sólo puede ser devuelto con amor: «Una vocación religiosa es un don, libremente dado y libremente aceptado. Es una profunda expresión del amor de Dios hacia vosotros, que requiere, de vuestra parte, un amor total hacia Cristo»19.

Desde toda la eternidad, Dios ama con amor personal al elegido, para que sea su instrumento de salvación: «Cada vocación es parte de un plan divino. Esto significa que en la iniciativa creadora de Dios existe un acto particular de amor para aquellos llamados no solo a la salvación, sino además al ministerio de la salvación»20.

En fin, cada vocación es un acto irrepetible del amor de Dios: «Cada llamada de Cristo es una historia de amor única e irrepetible».

1 Juan Pablo II, «Homilía en la Misa de inauguración del Congreso Internacional por las vocaciones», L’Osservatore Romano 20 (1981) 303.
2 Juan Pablo II, «Homilía en la Misa de inauguración del Congreso Internacional por las vocaciones», L’Osservatore Romano 20 (1981) 303.
3 Juan Pablo II, «Diálogo con los Obispos en Lima», L’Osservatore Romano 23 (1988) 393.
4 Juan Pablo II, «Diálogo con los Obispos en Lima», L’Osservatore Romano 23 (1988) 393.
5 Juan Pablo II, «Diálogo con los Obispos en Lima», L’Osservatore Romano 23 (1988) 393.
6 Juan Pablo II, «Discurso a la Conferencia Episcopal de Gabón», L’Osservatore Romano 11 (1993) 138: «Es un problema vital, que todo cristiano que ame de verdad a la Iglesia debe llevar en su corazón».
7 Juan Pablo II, «Mensaje al Congreso latinoamericano de vocaciones», L’Osservatore Romano 21 (1994) 301.
8 Juan Pablo II, «Meditación dominical», L’Osservatore Romano 17 (1989) 279.
9 Juan Pablo II, «Meditación dominical», L’Osservatore Romano 17 (1989) 279.
10 Juan Pablo II, «Discurso a religiosas en Turín», L’Osservatore Romano 12 (1980) 216.
11 cfr. Juan Pablo II, «Mensaje a la XXIX Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones», L’Osservatore Romano 51 (1991) 744.
12 Juan Pablo II, «Alocución a los sacerdotes y religiosos», L’Osservatore Romano 25 (1987) 465.
13 Juan Pablo II, «Mensaje a la XX Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones», L’Osservatore Romano 16 (1983) 236.
14 Juan Pablo II, «Homilía en la parroquia romana de San José Moscati», L’Osservatore Romano 10 (1993) 122. Enseña el Concilio Ecuménico Vaticano II en el decreto sobre la adecuada renovación de la vida religiosa «Perfectae Caritatis»,24, que «aún en la predicación ordinaria ha de tratarse con bastante frecuencia del seguimiento de los consejos evangélicos y del estado religioso».
15 Juan Pablo II, «Encuentro semanal con los peregrinos», L’Osservatore Romano 13 (1983) 182.
16 Juan Pablo II, «Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones», L’Osservatore Romano 11 (1979) 539.
17 Juan Pablo II, Exhortación apostólica post–sinodal «Pastores Dabo Vobis»,34. Hizo notar Mons. José Saraiva en su ponencia en el Iº Congreso Latinoamericano de Vocaciones, celebrado en Itaici Sao Paulo (Brasil) del 23 al 27 de mayo de 1994: «donde, por primera vez, se da una verdadera y propia definición de la pastoral vocacional», L’Osservatore Romano 21 (1994) 304.
18 Juan Pablo II, «Homilía en la Misa de inauguración del Congreso Internacional por las vocaciones», L’Osservatore Romano 20 (1981) 303.
19 Juan Pablo II, «La promoción de las vocaciones», L’Osservatore Romano 12 (1980) 158.
20 Juan Pablo II, «Carta a los Obispos de Estados Unidos», L’Osservatore Romano 18 (1989) 302.

 

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Aplicación: Raniero Cantalamessa - Cristo nos propone hacer con Él una experiencia de liberación


La promesa de Dios se ha hecho realidad, superando cualquier expectativa. Cristo hace lo que ningún pastor, por bueno que fuera, estaría dispuesto a hacer: «Yo doy mi vida por las ovejas»


Se llama al IV domingo del tiempo pascual «domingo del Buen Pastor». Para comprender la importancia que tiene en la Biblia el tema del pastor hay que remontarse a la historia. Los beduinos del desierto nos brindan hoy una idea de la que fue, en un tiempo, la vida de las tribus de Israel. En esta sociedad la relación entre pastor y rebaño no es sólo de tipo económico, basada en el interés. Se desarrolla una relación casi personal entre el pastor y el rebaño. Pasan días y días juntos en lugares solitarios, sin nadie más alrededor. El pastor acaba conociendo todo de cada oveja; la oveja reconoce y distingue entre todas la voz del pastor, quien frecuentemente habla con las ovejas.

Esto explica por qué Dios se ha servido de este símbolo para expresar su relación con la humanidad. Uno de los salmos más bellos del salterio describe la seguridad del creyente de tener a Dios como pastor: «El Señor es mi pastor, nada me falta...».

Posteriormente se da el título de pastor, por extensión, también a quienes hacen las veces de Dios en la tierra: los reyes, los sacerdotes, los jefes en general. Pero en este caso el símbolo se divide: ya no evoca sólo imágenes de protección, de seguridad, sino también las de explotación y opresión. Junto a la imagen del buen pastor hace su aparición la del mal pastor, la del mercenario. En el profeta Ezequiel encontramos una terrible acusación contra los malos pastores que se apacientan sólo a sí mismos, y a continuación la promesa de Dios de ocuparse Él mismo de su rebaño (Ez 34, 1 ss.).

Jesús en el Evangelio retoma este esquema del buen y mal pastor, pero con una novedad: «¡Yo --dice-- soy el Buen Pastor!». La promesa de Dios se ha hecho realidad, superando cualquier expectativa. Cristo hace lo que ningún pastor, por bueno que fuera, estaría dispuesto a hacer: «Yo doy mi vida por las ovejas».

El hombre de hoy rechaza con desdén el papel de oveja y la idea de rebaño, pero no se percata de que está completamente dentro. Uno de los fenómenos más evidentes de nuestra sociedad es la masificación. Nos dejamos guiar de manera supina por todo tipo de manipulación y de persuasión oculta. Otros crean modelos de bienestar y de comportamiento, ideales y objetivos de progreso, y nosotros los seguimos; vamos detrás, temerosos de perder el paso, condicionados y secuestrados por la publicidad. Comemos lo que nos dicen, vestimos como nos enseñan, hablamos como oímos hablar, por eslogan. El criterio por el que la mayoría se deja guiar en la propias opciones es el «Così fan tutti» («Todos son así».) de mozartiana memoria.

Mirad cómo se desarrolla la vida de la multitud en una gran ciudad moderna: es la triste imagen de un rebaño que sale junto, se agita y se amontona a hora fija en los vagones del tren y del metro y después, por la tarde, regresa junto al redil, vacío de sí y de libertad. Sonreímos divertidos cuando vemos una filmación a cámara rápida con las personas que se mueven a saltos, velozmente, como marionetas, pero es la imagen que tendríamos de nosotros mismos si nos miráramos con ojos menos superficiales.

El Buen Pastor que es Cristo nos propone hacer con Él una experiencia de liberación. Pertenecer a su rebaño no es caer en la masificación, sino ser preservados de ella. «Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad» (2 Corintios 3, 17), dice San Pablo. Allí surge la persona con su irrepetible riqueza y con su verdadero destino. Surge el hijo de Dios aún escondido, del que habla la segunda carta de este domingo: «Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos».



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Aplicación: Fray Luis de León - Cristo, pastor

A) Pastor, nombre de Cristo
'Llámase también Cristo Pastor. El mismo lo dice en San Juan: Yo soy el Buen Pastor. Y en la Epístola a los Hebreos:Que resucitó a Jesús, Pastor grande de ovejas (13,20). Y San Pedro dice lo mismo: Cuando apareciere el Príncipe de los pastores (1 Pe. 5,4). Y por los profetas es llamado de la misma manera. Por Isaías en el capítulo 40 (v.11), por Ezequiel en el capítulo 34 (v.23), por Zacarías en el capítulo 11 (v.16)...

Es excusado probar que es nombre de Cristo, pues El mismo se lo pone... En esto que llamamos pastor se pueden considerar muchas cosas, unas que miran propiamente a su oficio y otras que pertenecen a las condiciones de su persona'.


B) Cualidades del oficio de pastor
El pastor vive una vida sosegada y apartada del ruido de la ciudad, con deleites puros y naturales; el cielo libre, la pureza del aire y de las flores... Ha sido achaque de poetas representar el amor en ellos, y con razón, 'porque puede ser que en las ciudades se sepa hablar mejor, pero la fineza del sentir es del campo y de la soledad'. Y cosa de notar que hasta los poetas más lascivos atendieron mucho a pintar castamente el amor de los pastores.

Su oficio es de gobernar, pero no dando leyes, sino pastos; acomodándose a las necesidades de cada momento y ejerciendo su poder directamente y por medio de ministros. Finalmente, el pastor recoge en un rebaño ovejas de muchos que andarían cada una por su lado.

Es, pues, la vida del pastor, inocente, inclinada al amor casto, y su oficio, gobernar como llevamos dicho.

C) El oficio pastoral de Cristo

a) Soledad
'Goza del cielo libre y ama la soledad y el sosiego; y en el silencio de todo aquello que pone en alboroto la vida, tiene El puesto su deleite. Campo hermoso el del cielo y sencillez de la Verdad en que mora. Comparado con ello, todo lo nuestro es desasosiego'.

Demuéstrame, ¡oh querido de mi alma!, adónde apacientas y adónde reposas en el mediodía (Cant. 1 ,6), dice la esposa, y con razón, porque Cristo mora en la luz y reposo del mediodía. Cuando quiso hablar a Abrahán y Elías, mandóles fueran a la soledad (Gen. 12,1; 3 Reg. 19,4). En ella vivieron los profetas y a ella convidó a la esposa (Cant. 2, 10-13).

Y, a la verdad, los que han de seguir a Cristo deben abandonar el ruido del mundo.

b) Amor
Pastor es también por la condición de sus amorosas entrañas. Todo lo hizo por amor, desde nacer hasta morir, y, asentado hoy a la derecha del Padre, por amor negocia, entiende y lo gobierna todo para nuestro bien. Antes que le amemos nos ama, y si le despreciamos nos busca. 'No puede tanto la ceguedad de mi vista ni obstinada dureza, que no puede más la blandura ardiente de su misericordia dulcísima'. Madruga y no reposa. Ábreme, hermosa mía..., que la cabeza traigo llena de rocío, y las guedejas de mis cabellos, llenas de gotas de la noche (Cant. 5,2). No duerme, dice David (Ps. 120,4), ni se adormece el que guarda a Israel.

Dios es caridad, y la humanidad en que se mostró es toda amor. 'Y como el sol, que de suyo es fuente de luz, todo cuanto hace perpetuamente es lucir, enviando sin cesar rayos de claridad de sí mismo, así Cristo, como fuente viva de amor que nunca se agota, mana de continuo amor, y en su rostro y su figura está bullendo siempre este fuego'.

c) Gobierno

1. Cristo cuida siempre de los suyos
Gobierna también coma los pastores, apacentando, porque rige mediante la gracia, que es alimento del alma, 'fuerzas de todo lo flaco que hay en nosotros, y reparo de lo que gastan vicios, y antídoto eficaz contra su veneno y ponzoña, y restaurativo saludable, y, finalmente, mantenimiento que cría en nosotros inmortalidad resplandeciente y gloriosa'. El Señor me rige, no me faltará nada: en lugar de pastos abundantes me pone... (Ps. 22,2). Feliz crecimiento del que se deja regir por Cristo, que dijo: El que por mí entrare... entrará a saldrá, y siempre hallará pastos (Jn. 10,9).

En vida y en muerte, en salud y flaqueza, en tiempos buenos y malos, Cristo se cuida de los suyos. Sobre los caminos serán apacentados, y en todos los llanos, pastos para ellos; no tendrán hambre ni sed, ni los fatigará ni el bochorno ni el sol. Porque el piadoso de ellos los rige y los lleva a las fuentes del agua (Sap. 5,7). 'Los rige Cristo, que es el que sólo con obra y con verdad se condolió de los hombres... Su regir es dar gobierno y sustento y guiar siempre a los suyos a las fuentes del agua, que es en la Escritura la gracia del Espíritu, que refresca y cría y engruesa y sustenta'.

2. Nos da la gracia y la vida sobrenaturales
La ley de la sabiduría es fuente de vida, dijo el Sabio (Prov. 13.4), y en realidad la ley de Cristo produce en nosotros la vida: en primer lugar, porque ya hemos dicho que su gobierno consiste en darnos la gracia, y en segundo, porque sus leyes se ordenan a darnos aquella vida y paz feliz, cuyo apetito puso El mismo en nuestra naturaleza ciegos, buscamos la vida en donde se encuentra la muerte, y El nos ordena hacia la felicidad eterna y verdadera.

Justa queja es la suya de que le abandonemos, fuente de agua viva, y cavemos cisternas quebradas, en que el agua no para (Jer. 2,13). Cisternas quebradas con el gran esfuerzo que suponen los vicios, grandes y aparentes de lejos, pero sin agua.


3. Se acomoda a la necesidad de cada uno
Rige y apacienta también acomodándose a la necesidad de cada uno, por lo que puede decir que conoce por su nombre a las ovejas. Que Cristo tiene su estilo con los flacos y el suyo con los crecidos. Multiforme en sus gracias (1 Pe. 4,10), coma lo fue en el modo de curar a los enfermos durante su vida, según convino a cada cual.

Dijo Platón que no es la mejor gobernación la de las leyes escritas, porque carecen de flexibilidad, parecidas al hombre tozudo e inflexible, pero con poder para imponerse, lo que es trabajoso y fuerte caso. La perfecta gobernación es la ley viva, que se ajusta siempre a lo particular. Sólo Cristo, con su infinita bondad y sabiduría, puede gobernar de ese modo.

4. Cumple con las almas todos los oficios de buen pastor
Cumple, en suma, todos los muy variados oficios del pastor, porque El nos llama, y nos corrige, y nos lava, y nos sana, y nos santifica, y nos deleita, y nos viste de gloria.

A continuación copia todo el pasaje de Ezequiel (34, 11 ss), subrayando que el profeta promete que dará un pastor siervo suyo, que será único pastor, levantado en medio de sus ovejas, 'que es decir que ha de residir en lo secreto de sus entrañas, enseñoreándose de ellas, y que las ha de apacentar dentro de sí'...

'Porque es cierto que el verdadero pasto del hombre está dentro del mismo hombre y en los bienes de que es señor cada uno'. Ya Epícteto dividió los bienes humanos de esta forma: 'De las cosas, unas están en nuestras manos y otras fuera de nuestro poder. En nuestras manos están los juicios, los apetitos, los deseos y los desvíos, y, en una palabra, todo lo que son nuestras obras. Fuera de nuestro poder están el cuerpo y la hacienda, las honras y los mandos, y, en una palabra, todo lo que no son obras nuestras. Las que están en nuestras manos son libres de suyo, que no padecen estorbo ni impedimento'. Por manera que el gobernar al hombre es hacerle que use bien de lo que tiene en su poder dentro de sí mismo, y por eso pone Dios a su Pastor en nuestro interior. Pastor alto, que nos lleva a los cielos. Pastor que busca la unidad. Los que están fuera de El dividen con sus apetitos y pretensiones, y su rebaño no es de unidad, sino gavilla de enemigos.


d) El mejor de los pastores
Digamos ahora como sobrepuja a todos los demás. Esto quiso indicar al decir que era el Buen Pastor por excelencia. Lo es, porque no ocupa su cargo por caso o suerte, sino nacido y destinado por el Padre para ello; porque no guarda el ganado que halla, sino que El mismo se hace su rebaño y de animales fieros nos torna ovejas; porque murió por nosotros, y porque no nos da otro pasto que a sí mismo; Pastor, finalmente, ahora y siempre por los siglos de los siglos.



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Aplicación: R.P. Gustavo Pascual, I.V.E. - “Yo soy el buen pastor; el asalariado ve al lobo y huye”  (Jn 10, 11-18)


Hoy hay un ataque frontal contra la Iglesia, que en definitiva es un ataque contra Jesús, el Verbo Encarnado. La Iglesia es la continuadora de la obra de Jesús, es el Cuerpo de Cristo, el Cristo total.

Se ataca a la Iglesia por su hipocresía. Hipocresía en cuanto a la falsificación de la revelación, de la cual es depositaria; hipocresía en sus obras; hipocresía en su doctrina; hipocresía… hipocresía…

La Iglesia de Jesús es santa, no hay hipocresía en ella como no la hay en Jesús. Jesús la purificó con su Sangre, Ella surgió de su costado abierto y el que sea fiel a Ella será santo.

Hay en los miembros de la Iglesia, en los hombres que forman la Iglesia, hipocresía. Hay discordancia entre las obras y las enseñanzas.

La Iglesia es criticada hoy duramente a causa de los malos pastores. Es verdad que hay malos pastores.

Hay tres clases de pastores: los pastores verdaderos, los asalariados o mercenarios y los ladrones o salteadores1.

La crítica que se hace a la Iglesia es por los asalariados. Estos buscan sus propios intereses, se aprovechan de la lana, la leche y la carne de las ovejas. Si viene el lobo huyen y el lobo despedaza a las ovejas.

Jesús permite que haya asalariados y la Iglesia también. ¿Por qué? Porque predican a Cristo. Se podría decir de ellos lo que Jesús dijo de los fariseos: “haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta”2. Han entrado por la puerta que es Cristo, pertenecen legítimamente a la Iglesia, pero no obran según Cristo. No buscan el bien de las ovejas, que es llevarlas a Cristo, sino que buscan el dinero, los honores, el placer, etc. No buscan sólo a Cristo y los intereses de Cristo.

Pero… ¡nos escandalizan! Haced como digan, no hagáis como hacen. Si ustedes los imitan van a obrar mal como ellos y no habrá justificación que valga el día del juicio. De nada valdrá decir: fue culpa de ellos.

Hay otros que son ladrones. Que no entran por la puerta que es Cristo. Son los herejes o cismáticos. Son las sectas, los testigos de Jehová, los mormones, etc. A veces se visten con piel de ovejas pero son lobos. El lobo es el diablo y sus seguidores. Vienen con un trato respetuoso y manso, pero quieren destrozar el rebaño.

Los pastores verdaderos buscan únicamente a Cristo y sus intereses: salvar a las ovejas. Defienden a las ovejas del lobo y de sus malas enseñanzas y están dispuestos a dar la vida por las ovejas.

Muchos malos pastores son tenidos como buenos, y muchos buenos como malos. Los buenos, tratan de imitar a Cristo, aunque también tienen pecados como todo hombre. Los malos, muchas veces son tenidos por santos, aunque su vida es mala.

El buen pastor no debe dejarse llevar por el juicio de la gente, que sólo lo ve exteriormente y por un rato; ni por el juicio propio, porque muchas veces nos juzgamos muy buenos a nosotros mismos. El juez es Cristo y a El debemos agradar y remitir nuestra conciencia para que sea Él quien la apruebe.

El mal pastor arrastra con su mal ejemplo a las ovejas, pero las ovejas arrastradas no tienen justificación por obrar las cosas que saben que están mal.

El buen pastor es un atalaya que debe advertir la presencia del lobo y defender al rebaño.

El mal pastor no considera suyo el rebaño. El bueno sí, porque se identifica con Cristo.

Los pastores y las ovejas deben imitar y seguir a Cristo, el Buen Pastor. Es Buen Pastor porque dio la vida por las ovejas, comprándolas con su sangre. Las ovejas deben seguir a los buenos pastores. Deben escuchar y no imitar a los asalariados y alejarse de los ladrones y lobos.

Las buenas ovejas escuchan la voz de Jesús porque viven lo que enseña Jesús. Se dan cuenta de los malos pastores y no los siguen porque escuchan y conocen sólo la voz del Buen Pastor.

Son ovejas del redil del Buen Pastor los buenos pastores que lo imitan y las ovejas que lo imitan.

La característica principal del Buen Pastor es que da la vida por sus ovejas, lo mismo los buenos pastores entregan todo su ser al rebaño y están dispuestos a dar la vida por él. No se callan ante el error.

En definitiva, tenemos que seguir al Buen Pastor que es Jesucristo y a aquellos que han imitado a Cristo, los pastores santos, e imitar los buenos ejemplos de los pastores de la tierra, escuchando sus enseñanzas.

Habrá un solo rebaño y un solo pastor. Profecía de Cristo que se va a cumplir. Dicen algunos que después de la predicación universal y la conversión de los judíos.

Cuidado con escandalizarse por los pecados de los miembros de la Iglesia de Cristo y alejarse de ella. Los que la atacan buscan formar un solo rebaño y un solo pastor, fuera de la Iglesia de Cristo. Su pastor será el anticristo.

[1] Cf. Santo Tomás de Aquino, Catena Áurea, Juan (V), Cursos de Cultura Católica Buenos Aires 1948, San Agustín a Jn 10, 11-13, 261. En adelante Catena Áurea.
2 Mt 23, 3.


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Ejemplos Predicables

La oración nos lleva a la felicidad del cielo
Uno de los primeros que fueron a tierra de esquimales, Hudson, Vicario apostólico de Bai, se llevó en cierta ocasión a un esquimal a la ciudad de Churchill, único punto civilizado del Vicariato.

El esquimal admiraba silenciosamente las maravillas, los escaparates, los trenes, los rascacielos, hasta que dijo por fin: ­“Estos blancos son hombres listos; saben edificar casas grandes que da vértigo subir al último piso; hacen casas largas que corren sobre railes; hacen fuego que corren por los alambres y da luz. Pero no se les ve rezar por ninguna parte. Nosotros en Iglulik no sabemos tanto como estos blancos, pero rezamos más y somos más felices”.

¡Gran lección la del pobre salvaje, mis hermanos! ¡Cuántos infelices porque no saben rezar, porque buscan la felicidad sólo en los goces materiales de la vida! Jesús decía: ¡Bienaventurados los pobres, bienaventurados los mansos, bienaventurados los que lloran! Es decir: ¡Bienaventurados los que practican las virtudes cristianas que dan paz al corazón y lo hacen feliz con Dios que será su felicidad para siempre!
(ROMERO, F., Recursos Oratorios, Editorial Sal Terrae, Santander, 1959, p. 26)

Un sacerdote absuelve al agresor.
En julio de 1905 el abate Blandier Pierre, iba a decir Misa en las Hermanas de la Misericordia, cuando, de repente, le llamaron de urgencia para asistir a un moribundo. El buen sacerdote fue lo más rápido que pudo y habiendo llegado al lugar indicado, se dirigió hacia la cama del que buscaba. Trató de dar ánimo al paciente confiando en el perdón divino. Mas este repuso: "Dios, si me perdonará; pero ¿y el otro?"

Objetó el abate: "¿Qué otro?: cuando Dios perdona, nadie puede impedirlo".

Breve pausa; el enfermo explicó: "Soy antiguo miembro de la Comune; hice degollar a docenas de sacerdotes. Quedaba uno muy joven que no sabía defenderse, ni huir. Iba a matarle, pero llegó una patrulla. Rápido clavé en él mi cuchillo, diciendo: "Te encontraré algún día, y entonces morirás". Un chorro de su sangre salpicó mi mano; apenas alcancé a huir de los soldados".

Se detuvo fatigado, y luego continuó: "Aquel cuya sangre manchó mis manos, ¿sabéis lo que me dijo?" El capellán puso un dedo en la frente como para recordar y respondió: "Sí, lo sé; os dijo: En vuestro lecho de muerte, quizá me encontréis"... Se agitó el paciente, exclamando:

"¿Cómo sabéis esto?". Aclaró el sacerdote: "Amigo mío, aquel joven era yo. Y el buen Dios me envía a deciros que el otro, también te perdona"...

Ronco sollozo y sangre, salieron por los labios del perdonado; mirando sus manos gritó: "Ah, esta es vuestra sangre que me ahogaba por cuarenta años. Pero, ¿es verdad que me otorgáis perdón?" "Yo os perdoné hace mucho tiempo; siempre rogaba por vos. Ahora Dios me da alegría, manteniendo mi perdón" E inclinado, besó al verdugo, que se quedó como quien ve visiones.

Blandier le indicó rezar con él un acto de dolor para luego impartirle la absolución. El enfermo dijo en baja voz: "Lo mismo me dijeron en vísperas de mi Primera Comunión; qué alegre estoy". Éstas fueron sus últimas palabras. Instantes después el sacerdote cerraba los ojos del antiguo miembro de la Comune, doblemente absuelto. Al volver explicó a las Hermanas el motivo de su retraso para la Misa.

Gran ejemplo de buen pastor , ir a buscar a su oveja perdida, sabiendo que las noventa y nueve que estaban a salvo podían esperarlo un poco. (M. MANGERET, Alrruznach da Roasiere 1932, Lyon).


(cortesía ivgargentina.org et alii)

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