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Domingo 32 del Tiempo Ordinario A 'Velad porque no sabéis ni el día ni la hora' - Comentarios de Sabios y Santos I: con ellos preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical

Recursos adicionales para la preparación


A su servicio
Exégesis: José Ma. Solé Roma O.M.F., sobre las tres lecturas

Santos Padres: San Agustín - Sobre las palabras del Evangelio de San Mateo (25,1-13)

Aplicación: Leonardo Castellani - De las muchachas buenas y las bobas

Ejemplos


 

 

La Palabra de Dios y yo - cómo acogerla
Falta un dedo: Celebrarla

 

 

Las Lecturas del Domingo

Exégesis: José Ma. Solé Roma O.M.F., sobre las tres lecturas

Sobre la Primera Lectura (Sabiduría 6, 13-17)
El Autor sagrado nos habla de cuán fácil es hallar a Dios si de verdad se le busca:

— Por personificación literaria identifica con Dios uno de sus atributos, la «Sabiduría», y dice de ella: «Fácilmente la contemplan los que la aman y la encuentran los que la buscan. Se anticipa a darse a conocer a los que la anhelan. Quien madrugare por ella no se fatigará, pues a su puerta la hallará sentada» (12-14).

— La teología elaborará estas ideas y podrá iluminar con ellas su tratado de la gracia «preveniente». Dios se anticipa a nosotros en el amor. Toda iniciativa salvífica parte de El. Cuando nosotros le buscamos es porque ya su amor nos está acosando. Esta gracia de Dios a toda hora está buscando y llamando a los hombres, a todos los hombres: «Ella misma va por todas partes buscando a los que son dignos de ella; se les muestra benévola en los caminos y les sale al encuentro en todos sus pensamientos» (16). «La Sabiduría clama por las calles, por las plazas alza su voz: A vosotros, hombres, os llamo; para los humanos es mi voz» (Prov 1, 20; 8, 2). De ahí el deber nuestro de prestar oído atento, docilidad y disponibilidad a esta llamada de amor de Dios: «Pues su principio (de la Sabiduría), el más seguro es el deseo sincerísimo de ella; preocuparse por ella es amarla» (17). El orgullo se cierra a la llamada de Dios. La humildad la acoge siempre.

— Jesús nos habla también de esta acción proveniente de Dios. Jamás hallaríamos el camino salvífico si Dios no se anticipara con su gracia: «Nadie puede venir a Mí si el Padre que me ha enviado no lo trae» (Jn 6, 44). San Pablo nos dirá: «Es Dios quien por su benevolencia obra en vosotros así el querer como el ejecutar» (Flp 2,13). Deber nuestro es corresponder atentos y agradecidos a un amor que siempre nos busca y nos previene: «Amemos a Dios, ya que El nos ama primero» (1 Jn 4, 19).


Sobre la Segunda Lectura (1 Tesalonicenses 4, 12-17)
San Pablo aclara a los Tesalonicenses diversos puntos sobre la Parusía de Cristo y la resurrección de los hombres:

— El cristiano, al revés del pagano, vive en fe y esperanza: Cree y espera el retorno glorioso de Cristo (Parusía). Cree y espera la resurrección de todos los muertos (13-14).

— Por tanto, los Tesalonicenses no tienen por qué entristecerse por sus familiares muertos antes de la Parusía. Los muertos en la fe del Señor vivirán con Jesús y vivirán un día con nosotros. Dios, que es Dios de vivos, Dios viviente, resucitará a cuantos se durmieron en la fe de Jesús (14): In quo nobis spes beatae resurrectionis effulsit. ut, quos contristat certa moriendi conditio, eosdem consoletur futurae immortalitatis promissio. Tuis enim fidelibus, Domine, vita mutatur, non, tollitur, et dissoluta terrestris hujus incolatus domo, aeterna, in caelis habitatio comparatur .

— Por tanto, un destino final nos reunirá en el Reino de la Vida. Pero ni siquiera deben acongojarse por quienes mueran antes de la Parusía del Señor. Pues de esta epifanía gloriosa de Cristo seremos por igual testigos los coetáneos de ella y los que murieron en tiempos precedentes. Pablo les asegura como doctrina que él ha recibido del Señor que ninguna ventaja llevarán unos a otros: «Porque el mismo Señor, dada la voz de mando por el arcángel que hará sonar la trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán. Luego nosotros, los vivos, los que quedamos, juntamente con ellos, seremos arrebatados sobre nubes hacia el encuentro del Señor en los aires. Y así siempre más estaremos con el Señor. Por tanto, consolaos mutuamente con estas palabras» (17-18). Por tanto, los muertos resucitados y los vivos revestidos de inmortalidad forman una única categoría en la Parusía. Forman con igual gloria y en la misma hora el cortejo triunfante del Mesías Rey y Juez. Y tras juzgar con El al mundo van a gozar eternamente la presencia gloriosa, íntima, personal de Cristo (18). Y «hasta que el Señor venga» (=Parusía en Gloria, cfr 1 C 11, 26) celebraremos la Eucaristía que es su Parusía en velos de fe. ¿Nos halla el Señor vigilantes, dóciles, fervorosos?


Sobre el Evangelio (Mateo 25, 1-13)
Jesús en una parábola alegórica nos deja insuperablemente expresada la lección de la vigilancia:

— Los diferentes rasgos de la parábola cumplen una función de símbolo y de enseñanza: El Esposo es Cristo y la Esposa los cristianos, la Iglesia. En la etapa primera de Iglesia peregrina en la que hay cristianos prudentes e imprudentes, justos y pecadores; y en la etapa final de Iglesia glorificada: los que serán dignos de entrar en el banquete eterno.

— De ahí la necesidad de estar siempre en vela, siempre dispuesto para la llegada del Esposo. Esto significan las lámparas encendidas. Al igual que la llegada del Esposo a medianoche indica la llegada imprevista e inesperada del Mesías Juez: «Vendrá el Señor en el día que menos espera y a la hora que no sabe» (24, 50). Siempre debemos estar en vela, prestos a presentarnos a juicio: «En vela; pues no sabéis ni el día ni la hora» (13).

— Con esto la venida de Cristo se traslada a la hora de la muerte de cada uno. Hora que tiene tanto de próxima como de incierta. Esta superposición de planos, el individual y el universal, acerca tanto la Parusía o llegada del Esposo, que cuando leemos los discursos escatológicos de los Evangelios o las exhortaciones de los Apóstoles nos da la impresión de que el Señor está a la puerta y de que su Parusía se nos viene encima. A más de que a todo lo largo de la Era Mesiánica militante, Cristo realiza su continua Parusía en fe y amor y debemos estar muy atentos a la misma. El retorno final de Cristo Juez en nada cambiará la sentencia que recibiremos en nuestro primer encuentro con El al morir.
(José Ma. Solé Roma (O.M.F.),'Ministros de la Palabra', ciclo 'A', Herder, Barcelona 1979).

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Santos Padres: San Agustín - Sobre las palabras del Evangelio de San Mateo (25,1-13):

Semejante será el reino de los cielos a diez vírgenes, etc.

1. QUIÉNES SEAN LAS DIEZ VÍRGENES. —A los que ayer estuvisteis en este lugar os hicimos una promesa que, ayudados por el Señor, habernos de saldar hoy a presencia no sólo de vosotros, sino de los muchos aquí reunidos. No es fácil averiguar quiénes sean estas diez vírgenes, discretas cinco, y cinco necias. Ateniéndome, sin embargo, al texto, que también he querido se leyese a vuestra caridad, y según la inteligencia que al Señor le place darme, yo no creo concierna esta parábola o semejanza sólo a las vírgenes propia y singularmente consagradas a Dios en la Iglesia, a las que de ordinario damos el apelativo de monjas; antes, si no me engaño, esta parábola se refiere a la Iglesia universal. Porque, a no entenderla sino de las llamadas monjas, ¿son acaso diez nada más? Ni por ensoñación cabe reducir a tan menguado número la gruesa muchedumbre de vírgenes. Tal vez alguien diga: "¿No será que, habiendo tantas de nombre, son en realidad tan pocas, que a duras penas se hallarán diez?" No, no. Porque, si hubiera querido el Señor darnos a entender que las vírgenes auténticas eran sólo diez, no habría puesto las cinco necias en la parábola. Y, siendo tantas a recibir nombre de vírgenes, ¿por qué a sólo cinco se les cierran las puertas del palacio?

2. LAS DIEZ VÍRGENES SON LAS ALMAS TODAS EN LA IGLESIA DE DlOS . —Entendamos, por tanto, carísimos, decir la parábola esta relación a todos nosotros, o séase, a la Iglesia toda; no sólo a los prelados, según dijimos ayer, ni al pueblo sólo, sino a todos sin excepción. ¿Por qué, pues, las vírgenes son cinco y cinco? Estas cinco y cinco vírgenes son la totalidad absoluta de las almas cristianas; mas, para deciros ingenuamente nuestro pensar (y es Dios quien nos le sugiere), tales almas no son las almas en confuso, sino aquellas que, poseyendo la fe católica, muestran obrar bien dentro de la Iglesia de Dios; de las cuales, sin embargo, cinco son prudentes y cinco son necias. Mas veamos lo primero por qué se dice son cinco, y vírgenes; después iremos a lo demás. Toda alma incorporada se la incluye dentro del número 5, porque usa de cinco sentidos. El cuerpo no percibe sensación alguna si no le viene por una de sus cinco puertas: o viendo, u oyendo, u oliendo, o gustando, o tocando. Quien, pues, se abstiene de lo ilícito para la vista, de lo ilícito para el oído, de lo ilícito para el olfato, de lo ilícito para el gusto, de lo ilícito para el tacto, abstiénese íntegramente, y a esa entereza y abstinencia total se la llamó virginidad en la parábola.

3. NO BASTAN NI LA VIRGINIDAD NI LAS OBRAS BUENAS. — Pero si es bueno abstenerse de todo culpable movimiento sensitivo, en razón de lo cual a todas y cada de las almas cristianas se las denominó vírgenes, ¿cómo a cinco se las admite y a cinco se las rechaza? Vírgenes, y son rechazadas; todavía más: también tienen lámparas. Son vírgenes por abstenerse de las sensaciones culpables; tienen lámparas porque tienen obras buenas; obras buenas de las que dijo el Señor: Luzcan vuestras obras buenas delante de los hombres, para que vean lo bueno que hacéis y glorifiquen a vuestro Padre celestial. Y a los discípulos asimismo: Estén ceñidos vuestros lomos y encendidas vuestras lámparas. En los ceñidos lomos signifícase la virginidad; en las lámparas encendidas, las obras buenas.

4. INTEGRIDAD DE LA FE. — Cierto que, hablándose de casados, no suele usarse la palabra virginidad; con todo, también en el matrimonio existe la virginidad de la fe, y fruto suyo es la castidad conyugal. Para convencer, en efecto, a vuestra santidad de que, mirando sólo al alma, no es desatino llamar virgen a uno cualquiera o a una cualquiera, presupuesta la integridad de su fe, traducida en la abstención de lo ilícito y obras buenas, sirva de prueba el hecho este: A toda la Iglesia, formada por vírgenes y niños, casadas y casados, se la designa con el nombre único de virgen. ¿Cómo demostrarlo? Óyeselo al Apóstol, que dice, no a las monjas, sino a la Iglesia universal: Os desposé con un solo varón para presentaros casta virgen a Cristo. Y a fin de ponernos en guardia contra el diablo, corruptor de la virginidad esta, el Apóstol a seguida de haber dicho: Os desposé con un solo varón para presentaros casta virgen a Cristo, añadió: Pero me temo no sea que, como la serpiente con su astucia sedujo a Eva, sean estragadas vuestras inteligencias en detrimento de la castidad que debéis a Cristo. Raras almas poseen la virginidad corporal; mas deben todas guardarla en el corazón. Si, pues, el abstenerse de las cosas ilícitas es bueno, y a ello debe su nombre la virginidad; y son laudables las buenas obras figuradas por las lámparas, ¿por qué cinco son admitidas, y rechazadas cinco? Si quien es virgen y lleva lámpara no es admitida, ¿qué será del que ni preserva su virginidad de las cosas ilícitas o, no queriendo hacer obras buenas, anda en tinieblas?

5. CONTINENCIA, OBRAS BUENAS Y CARIDAD. — Tratemos, hermanos míos, tratemos de éstos singularmente. Quien se abstiene de ver lo malo, quien no quiere oír lo malo, quien aparta el olfato de los penetrantes olores de los sacrificios idolátricos y su gusto de las ilícitas viandas sacrificadas, y huye los abrazos de la mujer ajena, y divide su pan con el hambriento, y al sin hogar le cobija en el propio, y viste al desnudo, y apacigua al pleiteante, y visita los enfermos, y entierra los muertos, ese tal es virgen y tiene lámpara. ¿Qué más queremos? Todavía quiero más. ¿Qué más quieres?, se me dice. Todavía quiero más; el santo Evangelio me pone alerta. Aun de las mismas que eran vírgenes y llevaban lámparas, llamó prudentes a unas y necias a otras. ¿A qué luz, pues, hemos de verlas? ¿Cómo discernirlas? Por el aceite. Cosa grande, y muy grande, significa el aceite de la parábola. ¿Será la caridad? ¿Qué piensas tú? Lo decimos a modo de pregunta, no adelantemos el fallo. Para mí, en el aceite se significa la caridad; voy a daros la razón. El Apóstol dice: Todavía os muestro un camino mucho más excelente. ¿Qué imponderable camino es él? Si hablare las lenguas de los hombres y de los ángeles, mas no tuviere caridad, no soy sino un bronce resonante o un címbalo estruendoso. Tal es la vía superior sobre todo encomio, es decir, la caridad, no sin razón significada en el aceite, pues el aceite se sobrepone a todos los líquidos. Echa en un vaso agua y encima aceite: el aceite sobrenada. Pon aceite y encima el agua: el aceite sobrenada. Si guardas un orden, se sobrepone; si le inviertes, se sobrepone. La caridad es invencible.
(San Agustín X Homilías, sermón 93, BAC, pág. 294 y ss.)

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Aplicación: Leonardo Castellani - De las muchachas buenas y las bobas

Al fin del Discurso Parusíaco de Cristo (o Apocalipsis Sinóptico) hay varias parábolas que encarecen la "vigilancia" y las buenas obras o "creatividad" -casi por demás. Las tres últimas se refieren directamente al Juicio Final; y la primera de ellas es una parábola absurda o por lo menos extraña, llamada comúnmente "de las Vírgenes Locas y las Prudentes", que llamaremos aquí con más exactitud "de las muchachas buenas y las bobas".

Pronunciada ahora en el Occidente, esta parábola no dice nada al vulgo, que no le ve la gracia, y piensa: "serán costumbres orientales"; mas en Oriente hace menos gracia aun; porque contradice de varios modos las costumbres y el ritual nupcial; que (dicen los entendidos) no ha variado mayormente de Cristo acá.

Traduzcamos del original esta parábola, que hace penar a los exégetas; los cuales han penado para mí:

1 "ENTONCES SERÁ PARECIDO el Reino de los Cielos a diez "bridemaids" o paraninfas que salieron con sus lámparas al encuentro del Novio. Cinco de ellas eran bobas y cinco eran buenas. Las bobas llevando los candiles no llevaron aceite consigo. Mas las buenas trajeron consigo alcuzuelas con aceite. Demorándose mucho el Novio todas ellas dormitaron o durmieron. En medio de la noche se hizo un clamor. He aquí el Novio, salid a su encuentro. Entonces despertaron todas las muchachas y adornaron sus candiles. Mas las Bobas dijeron a las Buenas. Dame del aceite tuyo que las lámparas se apagan. Mas las Buenas respondieron: -No sea que nos quede corto a todas. Id mejor a los vendedores y comprad para vuestros candiles -Retirándose ellas a comprar sobrevino el Novio - Y las preparadas lo acompañaron a las bodas. Y se cerró la puerta. -A1 último llegaron las otras gritando: Señor, Señor, ábrenos -Respondió el Esposo: No os conozco.

Notanda acerca de la traducción: "Al encuentro del Novio y de la Novia" dice la Vulgata; mas el inciso "de la novia" es añadidura de un copista, según la crítica textual: sólo del Novio trata la parábola; la Novia en cuya casa esperan sindudamente las Doncellicas o "Compañeras" (pues no habían de dormirse en camporraso) no aparece. El Novio viene a buscar a la Novia a su casa, cosa contraria a los usos actuales. "Bobas" se puede traducir el "moorai" griego, que significa además de "necio", bobo, memo o casquivano: la traducción "locas" o "fatuas" es exagerada. "Buenas", por aliteración confieso que es un poco forzado, aunque la palabra "frónimoi" (prudentes) la usaban los griegos también por "bueno" o exactamente "honrado". Los finos candiles de barro cocido se usan todavía en Oriente, como las alcuzuelas de alfarería para el aceite. La expresión "mesees de niktós" puede ser "medianoche" o bien "en lo más profundo de la noche, a altas horas".

Un erudito alemán, Jülicher, se ha entretenido en buscarle todos los pelillos a la parábola (me ahorró trabajo) y en negar su belleza literaria, en lo cual yerra: el cuadrito "simbolista" es rápido, balanceado y contenido, lo cual es la belleza formal de este género. Las dificultades son siete: primera, no corresponde bien a los usos nupciales en Israel; 2, candiles para un cortejo, se apagan; antorchas hace falta; 3, la demora del novio es inverosímil: el novio tenía que caer al anochecer ¿a qué hora si no comenzó el banquete?; 4, las "bridemaids" no pueden haberse dormido en un barullo; y una fiesta semita consiste casi todo en barullo; 5, la respuesta de las buenas no es nada buena: egoísmo bárbaro, e ironía de adehala; 6, el que salieran a comprar aceite en plena noche en vez de sumarse simplemente al cortejo sin lámparas, es disparate; 7, el Esposo es inverosímilmente duro; por una leve demora las deja a buenas noches, y no eran tan malas al fin y al cabo. El apóstata Loisy, discípulo de Jülicher, concluye: la que es boba es la parábola; no debe ser de Cristo. Mas cuando uno repara en que el cuentito representa la Parusía y Retorno de Cristo, la luz entra a raudales, para mí al menos. No solamente está ella inserta en el Sermón Parusíaco, sino que Cristo alude a la Parusía al comienzo, y al cabo: es decir, la encuadra.

Al comienzo dice: "Será parecido el Reino..." en futuro, en vez del sólito presente "Semejante es..."; y al fin indica la decisión final, en el "cerrarse la puerta" y en la sentencia "no os conozco" ya usada por Cristo como fórmula de la condenación. "Conocerá el Señor a los tuyos" dice san Pablo (II Tim. 11,19); y "no todo el que dice ¡Señor, Señor! entrará en el Reino", avisa Cristo (Mt. VII, 21) "pues a muchos les diré: No os conozco".

La dificultad principal para mí (y para Maldonado) es ésta: el cuentito no añade nada a la moraleja: "vigilad pues", la cual por otra parte había sido ya proferida por el Señor seis o siete veces en el Sermón anterior, una vez explícitamente (Mt.XXIV); en el cual Sermón se hallan no menos que cinco pequeñas semejanzas que todas imperan "vigilancia", a saber: la de la Higuera; la de Noé y el Diluvio; la del Relámpago; la del Patrón que teme al ladrón; la del Siervo que espera al patrón y la Del que no lo espera, y Él llega inesperado. Luego parece que esta Parábola aunque sea linda, es superflua. Pero el caso es que este cuentito y ningún otro, hace un cuadro simbólico y fuerte del "apurón" de la Parusía y todas sus características principales, cifrando plásticamente el Sermón Profético anterior. Esta "cifra" se puede poner así: La Parusía será inopinada y la gente estará dormida, toda ella; pues aparentemente "Cristo no vuelve más" (como dicen hoy justamente no pocos) o se demora mucho -como dicen todos; y entonces se hará un gran clamor y desconcierto, en que las providencias que tomen los "impreparados" fracasarán todas, pues ya no es tiempo de preparaciones. Como decimos a los estudiantes que se precipitan sobre los libros las vísperas de exámenes: "oportet studuisse, non studere": no es tiempo de estudiar sino de haber estudiado. Y así las muchachas desprevenidas hacen cuatro cosas inútiles a toda prisa: ruegan a las otras que las salven, salen de noche a buscar vendedores, llegan a puerta cerrada y gritan:" ¡Señor, Señor!" Gaucho prevenido nunca fue vencido.

Pero todas se durmieron al fin y al cabo... -Sí; el dormirse no fue tan culpable, y es posible que las Buenas solamente "dormitaran", signo de negligencia de los cristianos. Entonces ¿las Bobas son los impíos? -No; salieron a buscar a Cristo con lámpara magüer vacías; son también los cristianos de "tibieza", justamente lo se que achaca en el APOCALIPSIS a la última IGLESIA, LA IGLESIA DE LAODICEA. -¿Y por qué diez muchachas, no bastaban dos? -El número diez significa en la Escritura universalidad en lo humano; así como el doce universalidad en lo sacro. -¿Y por qué propiamente "vírgenes"? -No dice "vírgenes" en sentido estricto el texto griego, sino muchachas o doncellas. -¿Y por qué no muchachos? -Ahí me embromó: no lo sé. Bueno, las muchachas solían acompañar a la Novia, los "Amigos" al Novio; y la "Parusía" en los profetas es la venida del Esposo a buscar a la Esposa. -¿Y por qué candiles y no antorchas? -Por el óleo. -"El óleo significa las buenas obras, las lámparas que se extinguen sin óleo, la Fe" -dice san Agustín. "Seguramente el óleo, por cuya falta se incurre en tamaño percance, significa algo muy grande ¿verdad? ¿Qué otra cosa puede ser sino la caridad?" De hecho el óleo en la Escritura significa la misericordia; y en la misericordia cifró Cristo todas las buenas obras en la Parábola siguiente, la del Juicio final. ¿Por qué el Esposo no abre la puerta, qué le cuesta? -No se puede abrir más: con la metáfora de un Banquete de Bodas simboliza Cristo siempre la gloria del Cielo, que es lo final y definitivo.

"Y después no habrán instancias, ni mudanzas ni glosas.

Se enclavará el destino de todo ser creado

Y allí donde han caído y así como han quedado,

quedarán, in eternum, las cosas.

Seguramente la parábola desconcertó a los oyentes como nos desconcierta a nosotros, porque su intento era desconcertar; es decir hacer pensar; como las piezas de un rompe-cabezas desconciertan antes de haberlas ensamblado. -Todas las parábolas de Cristo tienen rasgos desconcertantes, como hemos notado tantas veces (Evang. de Jes., pág. 388); y así debe ser, porque aluden siempre a cosas divinas, que trascienden lo humano, y son, fuera de la Fe, incomprensibles; mejor dicho, fuera de la Visión Beatífica. Los místicos que han experimentado (un cachito) las cosas divinas, no saben hablar de ellas, quedan tartamudos como Moisés después de ver al Ángel del Sinaí, se gastan repitiendo que "No se pueden decir" ("Que nadie que no las haya experimentado sabrá sentir: y decir, ni siquiera los que las han experimentado" -dice Juan de la Cruz) y cuando lo mismo las dicen, es en forma oscura y desconcertante. Mas Cristo las dijo en forma relativamente clara.

Cuatro escritores conozco que han intentado hacer un cuadro imaginario (novelesco) de la Parusía: nuestro Martínez Zuviría, Robert Hugh Benson, el ruso Solovyef y el suizo Ramuz; y nos han dado cuatro cuadros diferentes de un suceso que es casi totalmente imprevisible; y mucho más para los oyentes de aquel tiempo. Cristo tuvo que desconcertar su parábola; y la verdad es que lo hizo sutilmente. La parábola como narración se tiene tiesa; sólo a la reflexión aparecen los "desconciertos". La parábola responde tan cabalmente al tema, que lejos de ser un tropiezo literario (Loisy) es un acierto poético.

Incluso los rasgos secundarios de la invención poética responden a lo que sabemos por la profecía de aquel temeroso suceso. El hecho de que "tarde el Esposo" y "Estén todos dormidos" lo proclaman para el fin del siglo san Pedro y san Pablo, profetas también; e incluso que los hombres dirán: "No vuelve más". Como he notado en otro libro (Cristo ¿vuelve o no vuelve?, pág. 15), si se considera la Herejía, o las herejías de hoy, se ve que el foco de convergencia de todas ellas se finca en la negación u olvido de la Parusía, o Segunda Venida de Cristo. Por ejemplo, existe hoy un movimiento optimista llamado "democristianismo" que espera la salvación para el amenazado mundo nuestro, de medidas políticas; para lo cual ha insertado la religión en un sistema particular de gobierno (en el mejor de los casos): la "democracia". No digo que ellos sean malos cristianos todos, no lo son todos, ni menos herejes; mas lo cierto es que desconocen la visión pesimista del "Mundo" que siempre tuvo la Iglesia; y la de la "Política", que tienen hoy los cristianos; e incluso los filósofos: el desorden actual es tan vasto y profundo que la "inteligencia política" no solamente es impotente a solucionarlo, más aun a abarcarlo entero -dijo Jácome Maritain el cual sin embargo se volvió después democristiano.

En el fondo, estos son "milenaristas"; es decir, esperan un gran triunfo externo de la Iglesia en el tiempo, no en la eternidad; por medios comunes, no por la Segunda Venida; y para dentro de poco; esperanza que desearía no quitarles.

Ejemplo eximio es el ruso Berdyaef, con su profecía premurosa de la "Tercera Iglesia" o Iglesia de Juan (no menos que Nietzsche con su "superhombre", aunque éste sí que no es democristiano, pero sí a modo de milenario) o Don Sturzo con su unificación del mundo bajo la dirección del Papa y con NORTEAMÉRICA como eje; o el Padre Lombardi; o el Pastor Paúl Tillich: o el judío Martín Buber, etc. La idea de un Estado Democrático Cristiano me aparece como una monstruosa imposibilidad, el sueño de uñir dos cosas inuñibles; por lo menos ésto que aquí entienden (o no entienden) por "Democrassia".

Lo curioso es que estos "Demos" llaman "milenaristas" a los demás, a mí por ejemplo (que estoy aquí tan tranquilo rezando mis devociones, sin tiempo para "políticas"); que si lo fuera no me avergonzaría, pues estaría en buena compañía, con los Padres Apostólicos todos, y quizás con el mismo Apóstol Juan; pero no lo soy, porque no me da el caletre para cosas tan difíciles. Lo único que hay es que creo en la Segunda Venida; y uso para pronto, como dicen no menos de siete veces ("Venia Cito "), san Juan en el Apocalipsis. Si la veré o no la veré, no me interesa; lo que me interesa es estar preparado y "vigilar".

Esposo . -Un amigo me dice bromeando que Cristo nos mandó la monogamia, pero aparentemente practica la poligamia; todas las almas son sus "esposas", como cantan los canutos, a veces horribles, de mi Pirroquia. Para engendrar en la carne es necesaria la exclusividad; en el espíritu es al contrario: las cinco vírgenes de la parábola entran con el Novio aparentemente a casarse, la Novia no aparece en el cortejo: parece un matrimonio mahometano. Y la razón es que los bienes materiales cuando se participan disminuyen, los espirituales aumentan: el que reparte dinero se queda con menos, el que reparte saber aumenta su saber: hasta Cristo, Dios y todo, aumentó viviendo su saber; y en ese sólo "el que parte y reparte se queda con la mejor parte".

Esta es la razón por qué los hombres se andan peleando hoy día tan fiero, han perdido el saber y el sabor de los bienes espirituales. Esta es la razón principal del comunismo, la Gran Repartija hecha por el Dios Estado, o sea (como siempre) por una gavilla de politiqueros.

Y también aquí se verifica lo del que parte y reparte, según dicen: los politiqueros no ayunan.

"Esposo": lo mismo que "Rey" designa una entrega personal total a Cristo. Los Ejercicios de san Ignacio giran todos alrededor de una entrega personal a Cristo; y eso prueba cuan evangélicos son. Cristo dice: "El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí": lo mismo que dice el Génesis de los esposos. Ningún hombre puede decir eso que no sea al mismo tiempo Dios: excluir todo otro amor enfrente al suyo.

Una monja me preguntó si en el cielo veríamos al Niño Dios. Respondí sin broma que lo veríamos e incluso lo daríamos a luz. Como se escandalizó fierazo, por no citarle el dicho de Cristo: "El que hace la voluntad de Mi Padre, ése es mi padre, y mi madre y mis hermanos", -no hay que andar manoseando la escritura como un tendero luterano- le cité el modesto versito de Campoamor:

No lo dudéis señores,

si hay un cielo, hay en él niños y flores.

Cristo invita a las almas primero a su servicio, después a sus desposorios. Primero de tomar esposo hay que salvar la vida (enferma grave), primero de entregarse hay que tener algo que entregar; ("nuestra hermanita no tiene pechos, ¿qué haremos?, dicen los Cantares). Y así cuando se está en una vida que es una lucha, hay que tener primero de todo un "Rey" y no pensar más que en el "servicio"; y entonces el nombre del amor es " obediencia". Cuando hayas besado el suelo muchísimo, te llamarán al "beso de la boca". Después de llamar a Dios veinte años "patrón" comienza uno a llamarlo "tata". Y así, fuera de los placeres carnales que son medios para formar un hogar y una familia temporal (y fuera de eso son ruina) no hay bien que un esposo pueda prestar, que Cristo no pueda dar a un alma generosa y adulta, incluso una familia espiritual. Si uno salva un alma, en el cielo habrá entre esas dos almas un lazo inmensamente más fuerte y dulce que entre madre e hijo.

Adulta . Para darse primero hay que poseerse, nadie puede dar lo que no tiene. Razón del presente fracaso de los matrimonios en Buenos Aires; son matrimonios mahometanos; primero hay que conocerse bien, casarse de ordinario en la propia clase, y sobre todo, con virtudes, es decir con capacidad. El matrimonio es ahora la unión de dos riquezas, o de dos instintos, o de dos personas; y debería ser siempre de dos personas. Como me decía esa señora de la "clase alta": "desde chica no he oído hablar del matrimonio sino como una licencia general para la sensualidad". Un teólogo argentino, Antonio Vallejo, O.F.M., llama al matrimonio usual entre nosotros: "la atracción sexual legalmente sancionada... y decepcionada" 1 . Dijo Cristo a santa Teresa: "Ocúpate de mis asuntos como una esposa".

Dice san Pedro: "Entonces es mejor no casarse". Por mí no se casen si pueden. Por lo menos no se casen como unas bebas, es decir, como unas Bobas: aceite para la larga vigilia de las lámparas sagradas del hogar.

1. Cf.: Melquisedek, o el Sacerdocio real, Edit. Itineratium, Buenos Aires 1959.
(Leonardo Castellani, Las parábolas de Cristo, Ediciones JAUJA, pág. 294 y ss.)


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Ejemplos

Ahora 
Decía el P. Lallemant, gran maestro de espiritualidad: "Nos pasamos años enteros, a veces toda la vida, regateando con Dios, a ver si nos vamos a entregar del todo a Él o sólo a medias". Es el funesto arte del regateo, que algunos pueblos lo practican con picardía para colocar sus productos. San Agustín cuenta cuál era su plegaria favorita: "Señor, dame castidad, pero no ahora. Mañana, mañana". Ante la insistencia de Dios de entrar en el alma, dice el célebre soneto de Lope de Vega: "Mañana le abriremos, respondía, / para lo mismo responder mañana". Harvey Cox titula un capítulo de su libro: "No te mueras en la sala de espera". Te decidiste a viajar, sales de casa, vas a la estación, y allí esperas. Pasan trenes y trenes, y tú permaneces tumbado en la estación, días y semanas y meses. ¡No te mueras en la sala de espera! Sigue válida la expresión de Platón: "Empezar bien no es poco, pero tampoco es mucho". Y Jesús critica al que empezó una torre y no pudo terminar. Y... ¡Empieza a esperar al Señor!


LA ESPERANZA
Del libro "Temas de religión con ejemplos"
Congregación "Siervas de Jesús"
"Por una extraña manera mil vuelos pasé de un vuelo, porque esperanza de Cielo tanto alcanza cuanto espera".(S. Juan de la Cruz)
Frente al arroyo que corre no ESPERES que se detenga el agua para pasar; salta o vadea, pero lánzate a la otra orilla.
ESPERANZA no es quietismo. Es esfuerzo, movimiento: virtud. En los estoicos no florece la esperanza.
El pietista y paradoxo danés Kierkegard, en su filosofía existencial, escribía: "La existencia es un continuo entender a algo que no llega nunca; un tortura, una angustia, una inquietud". Y añadía: "Haz esto, te arrepentirás; no lo hagas, te arrepentirás". ¡Fosa de esperanza!

Otro era el grito de San Agustín: Estoy inquieto hasta que descanse en Ti.
Y el de Santa Teresa: "Tan alta gloria espero, que muero porque no muero".
La Iglesia canta a las Virtudes Teologales cuando dice:
"La Fe que, en el Bautismo, tu nos diste,
eche raíces en lo más profundo;
la acompañó gozosa la ESPERANZA
y el AMOR que en nuestros pechos infundiste".

"La ESPERANZA vive al amparo de las alas se aquel hacia quien tienden todos nuestros deseos, hasta que bebamos del torrente de sus delicias", dice San Agustín.
Y continúa, citando al Apóstol: "Si esperamos lo que no vemos... el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad... y el mismo ESPÍRITU intercede por nosotros con gemidos inefables".
"Sed alegres en la Esperanza" nos aconseja S. Pablo.

Pues a Ella, escribe el Card. Pironio, se le reserva: "La penetración en los bienes eternos, la inhabitación del Dios omnipotente, la valorización del tiempo y del hombre... la actividad recreadora del Espíritu Santo" Rom. 8.
Para ello hacen falta hombres pobres, desposeídos de la seguridad personal para confiar solamente en Dios".

¡Triste la vida sin esperanza!
El letrero que leerán los réprobos al entrar en el Infierno, según Dante.
Partió un argentino para Rusia, conviniendo antes en un mensaje secreto a su hermano: "Si estuviera parado en la foto, indicaría que la situación le agrada; sentado, que es tolerable; acostado que es muy desdichada".
Llegó la foto, tirado él en el pasto.
Esperanza, no es simplemente: aguardar. Es caminar hacia el Señor, escribiendo, cada hora, una página nueva.
"Es la Fe, en dinamismo, que desemboca en la Caridad", Monseñor Pironio.

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