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Domingo 16 del Tiempo Ordinario B - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical


Recursos adicionales para la preparación

 

 

¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
La Palabra de Dios y yo - cómo acogerla
Falta un dedo: Celebrarla

 

 

 

Introducción a las lecturas

Primera lectura: Jeremías 23, 1-6

A pesar de los serios reproches que el profeta en nombre de Dios dirige a los que tenían la misión de cuidar del pueblo de Dios, la lectura contiene una buena noticia. Dios nunca abandona a su pueblo. Los hombres pueden fallar pero Dios no fallará nunca. El profeta nunca habrá sospechado que su profecía anunciaba la venida de Dios mismo. Los que tenemos alguna responsabilidad de cuidar a otras personas podemos aprovechar las palabras del profeta para revisar cómo estamos realizando nuestra misión de cuidar a los demás.

 

Segunda lectura: Efesios 2, 13-18

También entre nosotros existen cristianos que  creen ser algo más que los demás porque tienen dinero, educación, posición social, influencia, un matiz más claro de la piel o porque viven en determinado barrio. San Pablo tiene un mensaje distinto. Si lo tomamos en serio cambiará nuestra actitud: el cholito, el pordiosero, era analfabeta son tus hermanos muy queridos en el Señor . ¿Qué piensas de esto? Escucha la lectura y te enterarás cómo piensa Dios sobre las diferencias de clase, raza y posición social.

 

Evangelio: Marcos 6, 30-34

También Jesús tenía derecho de descansar. Y los apóstoles también tenían derecho de pasar un tiempo de intimidad con él. Sin embargo Jesús no se escuda detrás de este derecho para rechazar a los que necesitaban de él. ¿No será que a veces nos escudamos detrás de la necesidad de estar con los nuestros para disfrazar así nuestra comodidad? ¡Que el Evangelio nos anime a romper nuestro egoísmo para que aprendamos a servir a los hermanos necesitados aunque en ese momento nuestros planes sean diferentes!

 

Reflexionemos los padres

Dios tiene siempre tiempo para nosotros. Jesús es la prueba. No se cansa de enseñar a los que aparentemente son ovejas sin pastor. Había querido refugiarse con sus discípulos en un lugar apartado para poder descansar y compartir en la intimidad el fruto de su labor evangelizadora. Sin embargo, al encontrarse con la muchedumbre necesitada deja de lado su plan de descansar y se dedica a la predicación. Los padres de familia tienen siempre delante un sin fin de tareas a realizar cada día. Muchas veces el tiempo no alcanza y necesitan dejar para el día siguiente lo que les era imposible realizar en este momento. En medio del ajetreo con sus miles de detalles necesitamos siempre de nuevo tener presente el hecho que las personas son más importantes que las cosas. Además Jesús nos invita a dejar de lado el descanso para ponernos al servicio de los demás. Reflexionemos un poco cómo hacer para que no nos hipnotice nuestra planificación. ¿Cuando hemos dejado que las cosas sean más importante que las personas? ¿Cuando no hemos tenido tiempo para los demás? Si no se nos ocurre nada basta con preguntar a los miembros de la familia.

 

Reflexionemos con los hijos

A los padres de familia nos gustan enterarnos de cómo lo están pasando los miembros de la familia. Además de buscar juntos unos momentos fijos cada semana para compartir lo que hemos experimentado en estos días, cada uno debería tener la preocupación de comentar las cosas importantes de su vida con los miembros de la familia. Esto muchas veces implica pedir consejos y aclaraciones y de esta manera podemos tener un mismo corazón.

 

Conexión eucarística

Jesús presente en la liturgia como Sacedote y Buen Pastor compasivo

 

Vivencia familiar

La familia reflexiona como pueden ayudar y servir en las necesidades de los vecinos o alguien necesitado.

 

Nos habla la Iglesia

LA VIDA DEL HOMBRE: CONOCER Y AMAR A DIOS

1         Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un designio de pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida bienaventurada. Por eso, en todo tiempo y en todo lugar, está cerca del hombre. Le llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Lo hace mediante su Hijo que envió como Redentor y Salvador al llegar la plenitud de los tiempos. En él y por él, llama a los hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de adopción, y por tanto los herederos de su vida bienaventurada.

2         Para que esta llamada resuene en toda la tierra, Cristo envió a los apóstoles que había escogido, dándoles el mandato de anunciar el evangelio: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,19-20). Fortalecidos con esta misión, los apóstoles "salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban" (Mc 16,20).

3         Quienes con la ayuda de Dios han acogido el llamamiento de Cristo y han respondido libremente a ella, se sienten por su parte urgidos por el amor de Cristo a anunciar por todas partes en el mundo la Buena Nueva. Este tesoro recibido de los apóstoles ha sido guardado fielmente por sus sucesores. Todos los fieles de Cristo son llamados a transmitirlo de generación en generación, anunciando la fe, viviéndola en la comunión fraterna y celebrándola en la liturgia y en la oración (cf. Hch 2,42). (Catecismo de la Iglesia Católica)

 

Leamos la Biblia con la Iglesia

Día

Año impar

Año par

Evangelio

L.

Éx 15, 5-18. 15, 5-6 

 Miq 6, 1-4.6-8

Mt 12, 38-42

M.

Éx 14, 2-15.1.8-10.12.17

 Miq 7, 14-15.18-20

Mt 12, 46-50

M.

Éx 16, 1-5. 9-15     

 Jer 1, 1. 4-10          

Mt 13.1-9

J.

Éx 19, 1-2. 9-11.16-20

 Jer 2, 1-3. 7-8. 12-13

Mt 13, 10-17     

V.

Éx,20,1 -17                    

 Jer 3, 14-17

Mt 13, 18-23

S.

Éx 24, 3-8                   

Jer 7, 1-11    

Mt 13, 24-30

 

Oraciones

Oración por el buen uso del tiempo

Tengo ante mí unos minutos, unas horas, unos días. ¿Qué voy a hacer? La decisión está en mis manos. Si no hay urgencias inmediatas, si la enfermedad no corta las alas de mi vida, soy plenamente libre para escoger.

No quiero, sin embargo, decidir a solas. Sé que hay un Dios que es Padre y me ama. Sé que Cristo me ha enseñado el camino de la vida. Sé que el Espíritu Santo habita en mi alma y me invita a optar por lo mejor.

Por eso, Señor, te pido luz para usar bien el tiempo que ahora me concedes. Ayúdame a renunciar a un uso egoísta del mismo. Ayúdame a dejar de lado caprichos, placeres malsanos, deseos de venganza, obsesiones que encadenan.

Permíteme la gracia de arrepentirme de mis pecados y de llegar a una conversión profunda, sincera, completa, decidida, desde la certeza de tu misericordia eterna.

Concédeme ver con claridad qué deseas de mí ahora, cómo puedo ayudar mejor a mis hermanos.

Fortalece mi voluntad para que la pereza no me detenga, para que el miedo no me paralice, para que esté dispuesto a arriesgar mi fama si se trata de defender la justicia, de ayudar al pobre, de proteger a la viuda, de corregir al que yerra, de consolar al triste, de transmitir tu Evangelio.

Ayúdame a tomar buenas decisiones. La vida pasa, y no puedo desgastarme en lo inútil y en lo dañino. Sólo tiene sentido escoger lo que me lleva a amarte a Ti y a servir a mis hermanos.

Señor, tengo ante mí este tiempo que me concedes. Haz que se convierta en un momento bello para acercarme más a Ti, para conocer mejor mi fe, para dejarme impulsar por la esperanza, para avanzar por el camino maravilloso del amor, del servicio, de la entrega hasta “dar la vida por los hermanos” (1Jn 3,16). (P. Fernando Pascual LC, Catholic.net)

 

 

 

 



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