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Vicios capitales y virtudes opuestas: Castidad Matrimonial

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Castidad Matrimonial

Capítulo 6: Castidad Matrimonial

Una mística matrimonial

1. Sin adoradores del Padre, la tierra sería como una tapera vacía y el universo se vería privado de la única creatura material, diputada de la materia, boca de la materia para cantar las alabanzas del Creador y corazón de la materia para amarlo.

Dando la vida, los esposos participan en la paternidad de Dios, aseguran que se multipliquen los hijos de Dios y las bocas y corazones que canten su alabanza en la tierra y eternamente en el cielo. La sexualidad está ordenada al amor conyugal de los hijos e hijas de Dios: del varón y de la mujer, colaboradores de Dios en la multiplicación de sus hijos sobre la tierra.. Este es el sentido pleno, religioso, de la fecundidad como bien, don y fin del matrimonio.

2. La alianza que los esposos creyentes contraen libremente implica un amor fiel, que proviene de su condición de Hijos de Dios, engendrados por el que es Fuente eterna e indeficiente de Caridad siempre fiel. La alianza les confiere la posibilidad y la obligación de guardar indisoluble el matrimonio.

En el matrimonio, la intimidad conyugal de los esposos viene a ser un signo y una garantía de comunión espiritual. Cada uno se convierte en don de Dios Padre para el otro. Por eso es que entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el Sacramento.

3. No se trata de una mera asociación con miras procreativas y fines intramundanos. Criar hijos que los auxilien en su vejez, o los alegren con los nietos en su ancianidad.


La castidad prematrimonial

4. En este tema, la exposición de la sabiduría de la fe católica no tiene más remedio que entrar en frontal contradicción con una pretendida "sabiduría" mundana, a la que no hay más remedio que contradecir y desenmascarar como errónea y funesta.

5. En el noviazgo, mucho más que en el matrimonio, la erotización excesiva o desenfrenada de las relaciones, va en desmedro del crecimiento de la amistad de pareja y del desarrollo de los intereses que los unen en otros dominios ajenos a la sexualidad.

La sexualidad y lo erótico tienen una fuerza obsesiva muy grande y tienden a acaparar, si no se los encauza y domina, todas las fuerzas de la pareja, en desmedro de otros aspectos del su relacionamiento humano. La erotización descontrolada deshumaniza y despersonaliza la relación.

6. Una pareja excesivamente erotizada, o fundada solamente sobre el atractivo erótico, descansa sobre un fundamento muy inestable, y se mantiene unida por un vínculo pasajero. Las pasiones pasan o se debilitan con los años o el hastío. Es necesario que la pareja esté unida por un vínculo de verdadera amistad matrimonial, que es el sólo duradero y capaz de resistir hasta la pérdida de los encantos físicos o de la potencia sexual. La amistad matrimonial, que debe comenzar a cultivarse en el noviazgo, debe seguir siendo cultivada y construida a lo largo de los años y la lujuria ahoga los demás intereses humanos que alimentan esa amistad.

7. Más todavía, la lujuria engendra fácilmente las frustraciones y por lo tanto la ira, y puede ser fuente de sentimientos negativos: rencores y hasta odios de pareja.

8. A veces, las relaciones prematrimoniales dan amargos frutos, a largo plazo, dentro del matrimonio. Cuando surgen las tensiones y conflictos de pareja, las relaciones sexuales mantenidas antes del matrimonio pueden ser fuente de rencores o reproches.
Unas veces puede ser ella la que le reprocha a él que le haya exigido la prueba de amor antes de tiempo. Otras veces puede ser él, el que le reprocha a ella que se le entregó para atarlo.

Con los años, las semillas de mentira o de insinceridad que se mezclaron con el trigo del noviazgo, crecen como cizaña que infecta la amistad matrimonial y puede llegar a sofocarla.

9. Las relaciones sexuales entre adolescentes, a veces púberes, tienen lugar por curiosidad más que por pasión, ni qué digamos por amor altruista. Otras veces el motivo es de orden social, "para hacer lo que todos" o "para no ser el único que aún no lo hizo."

Hay, a esa edad, un uso o instrumentación del otro y de su cuerpo. Y no siempre lo que se averigua movido por la curiosidad, contribuye a hacer feliz. La promesa del conocimiento funciona aquí como tentación, a semejanza de la tentación del paraíso.

Siempre recuerdo el rencor que me confidenció cierta vez una jovencita hacia el varón con el que se había iniciado y por el que se había sentido tratada como una cosa. Había sido desflorada en una relación frustrante.

10. La desilusión y las frustraciones de este tipo se mantienen en secreto, mientras que la propaganda para inducir a los jóvenes a las relaciones prematrimoniales se bocinea. Los pedazos se recogen en secreto o se barren bajo la alfombra.

11. Para los que están habituados a recoger los pedazos y enterrar a los muertos, el mítico: está bien con tal de que sea por amor, haría reír si no fuese porque hace llorar. Y lo más triste es que ese mito lo repiten en forma irresponsable algunos padres, muchos educadores, religiosas y hasta sacerdotes en el confesonario. No hay peores ciegos que los que no quieren ver. Y estos arrastran consigo a la fosa a los que guían y pretenden conducir.

12. Son muchos los jóvenes que reconocen que haber mantenido relaciones prematrimoniales, les hace sentirse menos libres, ahora, en su relación con el otro. Se han atado como si fueran esposos y, sin embargo, aún no lo son y en el fondo del corazón albergan el temor de que podrían querer dejar de ser novios. Lo siguen siendo, pero, sintiéndose a menudo inseguros de sus sentimientos, no se sienten libres. Hay como una sombra sobre la relación, que proviene de estar viviendo como estable lo que, de hecho, saben bien que no lo es. A veces, esperando encontrar o habiendo ya encontrado a otra persona, lamentan haber convivido con la anterior.

13. Muchos de nuestros jóvenes católicos, hijos de Dios y llamados a la santidad en el pueblo de Dios, no están siendo informados y educados, en este dominio, por instancias familiares, eclesiales o docentes, capaces de contrarrestar el bombardeo arrogante y mentirosamente seguro, de los mitos y propagandas desviadoras que les viene del ambiente. Se hace cada vez más necesario desenmascarar esos mitos irresponsables que están en la base de tantas infelicidades juveniles y de las crisis matrimoniales tan extendidas.

Cada vez que en mi práctica sacerdotal me encuentro con una víctima, la animo a convertirse en consejera o consejero que alerte a otros para que no cometan los mismos errores.

14. Uno de esos mitos consiste en recomendar las relaciones prematrimoniales como una garantía de la futura armonía matrimonial: se casan conociéndose bien.

En realidad, la experiencia muestra que en muchos casos, como los referidos arriba en el número 7, funcionan como una bomba de tiempo para la destrucción del matrimonio.

15. Los sostenedores de este mito han renunciado a pensar y a mirar la realidad de lo que sucede a muchos jóvenes incautos que siguen su receta. Cualquiera que tenga trato con jóvenes, sabe que no es una posibilidad imaginaria que, como en la historia de Amnón y Tamar (2 Samuel 13,1ss) la atracción se convierta en aversión. Y que los que se acuestan creyendo quererse se levanten odiándose.

16. Lejos de consolidar una alianza de amor, la relación premarital suele desencadenar tormentas del alma que separan en vez de unir e imposibilitan el amor en vez de fundarlo. Más bien hay que considerar milagroso que un amor verdadero sobreviva a unas relaciones cuyos motivos son más la curiosidad o la lujuria, que el deseo generoso por el bien del otro.

17. La joven que se entrega a su novio, no lo haría si supiese el mal que le hace, tanto a él como a la futura relación de ambos, al condescender con su lujuria de varón y al aherrojarlo, muy a menudo, a una obsesión física y orgánica que enturbia las otras dimensiones de la relación interpersonal. Condescendiendo con su apetito, no sólo no lo ayuda a dominarlo, sino que lo somete a su pasión. Debería, por el contrario, contribuir a que su novio alcanzase el autodominio en que consiste la castidad, y que es tan necesaria para el equilibrio y la madurez humana del varón. Tanto como contribuye a la felicidad de la esposa el varón casto, contribuye a su infelicidad el hombre lujurioso, al que ella misma, a menudo, ha contribuido a deformar.


La castidad matrimonial

18. El estado matrimonial no significa una patente de libre corso para relaciones egoístas de lujuria de una parte o de ambas. Algunos moralistas parecieran haber ignorado esta verdad.

19. El matrimonio debe precisamente contribuir, por la gracia del sacramento, a curar la herida de la concupiscencia en la naturaleza humana. Siendo el hombre el que padece más fuertemente el embate del deseo sexual y más expuesto está a la lujuria, tanto en el noviazgo como en el matrimonio, es la mujer la llamada a ayudarlo a lograr el autodominio que lo hace verdaderamente hombre, y le permite integrar su personalidad de varón mediante la virtud de la castidad.

20. La esposa que manipula a su marido y usa su debilidad pasional como instrumento de dominación, daña a su esposo, pues no lo ayuda a gobernar su pasión con su razón y a integrarse como persona, haciéndose verdaderamente hombre. Pero al dejar a su esposo dominado por la lujuria y sin defensa de su voluntad y de su razón, lo deja a merced de los encantos de otras mujeres. Ella no piensa que los propios encantos sexuales irán disminuyendo con la edad, o con el aburrimiento erótico, y que la lujuria de su esposo, tarde o temprano, lo arrastrarán hacia otras. No haber ayudado a su esposo a poner freno a sus pasiones lo pagará, probablemente, tarde o temprano con la infidelidad de su esposo, del cual ella tendrá también parte de culpa y de responsabilidad.

21. Un matrimonio donde los cónyuges no aprenden a dominar su lujuria y a vivir castamente su relación de amigos, se deshace fácilmente por el adulterio de uno de los dos o de ambos.

La experiencia enseña que la pasión sexual no dominada puede perjudicar el desarrollo de la amistad matrimonial o su perduración, convirtiéndose de servidora en enemiga de la unión de los esposos. A eso apunta la prohibición del adulterio y de los demás actos que provienen de la falta de dominio de la lujuria propia.

22. El nosotros esponsal, el tú y yo de la pareja, se constituyen en un primer momento mirándose el uno al otro, pero no pueden permanecer indefinidamente así sin que cada uno termine mirándose en realidad a sí mismo más que al otro.

23. Pronto deben volverse, para mirar juntos en la dirección de Dios. Eso lo expresa hermosamente el rito del sacramento del matrimonio, donde ambos miran hacia el sagrario, hacia el altar, el crucifijo y el ministro de la Iglesia.

24. En su vida matrimonial deberán vivir mirando juntos en la dirección de sus hijos. Con eso, el nosotros matrimonial se hace un nosotros abierto y generoso, abierto a la vida. Y así debe permanecer si quiere perdurar de verdad siendo humana.

25. La regulación de la natalidad representa uno de los aspectos de la paternidad y la maternidad responsables. La legitimidad de las intenciones de los esposos no justifica el recurso a medios moralmente reprobables (la esterilización directa, la contracepción). Aquí tiene su lugar la virtud de la castidad matrimonial que, dominando la pasión, libra de la lujuria y profundiza aún más la amistad matrimonial.


Educación en la castidad

26. La educadora natural en la castidad debiera ser la familia. Pero la legislación del divorcio ha contribuido a debilitar el vínculo matrimonial y su consistencia social, alentando de hecho las conductas de infidelidad. Los jóvenes y hasta los niños son iniciados e impulsados a comportamientos eróticos o sexuales prematuros. He sido testigo en pequeñas ciudades del interior del Uruguay, de que organizaban concursos de Lambada para niños de ocho años los mismos padres y educadores que deberían haberlos protegido.

27. La familia ha visto disminuida su autoridad y su capacidad formativa y educativa de las nuevas generaciones por múltiples factores: laboral, social, económico, legal (recortes de la patria potestad y adelanto de la mayoría de edad), escolar, cultural. Los educadores sexuales son, hoy, de hecho, los medios de comunicación y hasta la escuela, pues se quiere convencer a los padres de que ellos no saben lo necesario para enseñar a sus hijos y que deben delegar el ejercicio de ese derecho natural e inalienable. Pero existen los padres abandonadores que se desentienden y dejan en otras manos su responsabilidad.

28. A edades muy tempranas los niños suelen iniciarse mirando videos pornográficos. Una maestra de quinto de primaria, de una ciudad del interior, me contó que pudo comprobar sorprendida que la colecta realizada entre un grupo de varoncitos de su clase, era para alquilar... un video pornográfico.

29. Causa o resultado de estas iniciaciones prematuras son, con frecuencia, los incestos tempranos, las personalidades paidófilas, la masturbación infantil y juvenil.

30. Los preadolescentes de los colegios se ven empujados a conductas eróticas o sexuales prematuras. Se "arreglan" a edades en las que no están maduros para el noviazgo.

31. En cuestiones sexuales, la adolescencia y preadolescencia son las edades de la curiosidad, más que de la pasión, y mucho menos del amor verdadero, que es el generoso, el amor que es capaz de olvidarse de sí mismo para pensar y buscar el bien del otro.

32. El resultado de esto es que las relaciones pre-matrimoniales entre adolescentes no son actos de amor, sino la mayor parte de las veces de curiosidad y de instrumentación del otro a la búsqueda de sí mismo, en la que está embarcado el adolescente y el joven debido a su edad y el proceso de descubrimiento de sí mismo.

Son también actos de irresponsabilidad respecto de su propio cuerpo y del hijo que ya son capaces de engendrar pero aún no son capaces de recibir ni de educar. Tampoco son responsables para contemplar los derechos de las respectivas familias sobre ellos y su posible descendencia.

Así resulta que la Ley se desentiende de la irresponsabilidad sexual de los jóvenes cuando, en cambio, los considera irresponsables para manejar un auto o disponer de bienes económicos.

33. El que peca contra uno solo de los mandamientos está, en realidad, pecando contra todos, porque está desobedeciendo y apartándose del amor al Nosotros divino-humano. Así por ejemplo, la joven que permite que se inflame la pasión de su novio, contribuye a encenderla y por fin condesciende. Así el novio que induce a su novia a mantener relaciones sexuales prematrimoniales pretextando que debe darle una prueba de amor. Faltan directamente contra la virtud de la castidad y contra el sexto mandamiento, pero también faltan, indirectamente, contra los demás mandamientos y virtudes.

34. Faltan contra la piedad familiar y filial y por lo tanto contra el cuarto mandamiento, porque disponen de sí mismos al margen o contra la voluntad de sus padres y de otros familiares, que no aprueban lo que hacen; porque enfrentan a sus padres con hechos consumados imponiéndoles por vía de hecho lo que debía haber sido el resultado de una deliberación familiar conjunta.

35. Faltan contra la caridad y el quinto mandamiento, porque son motivo de pecado mortal para el otro. Además, si viniese un hijo no querido, se ponen temerariamente en ocasión y en peligro de abortar; ya sea por decisión propia o por presiones del otro o de otros familiares.

36. Faltan contra la justicia y contra el séptimo mandamiento porque disponen de lo que no les pertenece, en este caso del cuerpo propio y del cuerpo del otro; porque se apoderan, a menudo con engaño, del cuerpo ajeno, al margen de la justicia que se realiza sólo en el contrato matrimonial. Faltan a la justicia con sus familias a las cuales pertenecen y que tiene aspiraciones y derechos sobre ellos. Si viniese un hijo, faltarían a la justicia con él, pues el niño tiene derecho a nacer en una familia bien constituida y estable y a tener un padre, mientras que ellos lo llaman a la existencia en una situación de carencia.

37. Faltan a la verdad y al octavo mandamiento, porque su relación prematrimonial está al margen de la verdad familiar de la sexualidad que sólo se realiza en el matrimonio. La frecuencia con que él la abandona después que ella se entrega, muestran que en el pretendido y declarado amor había o autoengaño o mentira lisa y llana. Se miente amor donde hay pasión, se mienten el uno al otro y cada uno a sí mismo, engañándose sobre los móviles verdaderos de su relación. Y ya se ve cómo faltan también al sexto, noveno y décimo mandamientos.


La castidad salvífica y la persecución religiosa por la lujuria

38. La corrupción sexual organizada es una forma propia y verdadera de persecución religiosa y de destrucción del pueblo de Dios.

39. El desenfreno sexual destruye al pueblo de Dios, que es la Iglesia. A esa destrucción contribuyen aquellos medios de comunicación y de la industria del espectáculo que propagan la corrupción sexual y la pornografía, o dan por natural la corrupción de las costumbres, exaltan el adulterio, socavan la cultura del pudor, o profanan los signos sagrados asociándolos a imágenes perversas mediante la ingeniería de la imagen.

40. Jesús es nuestro modelo de castidad y María la protectora de nuestra pureza. Por eso el neopaganismo apóstata, que se irrita con ellos como ante un reproche, ataca su figura con filmes sacrílegos u obscenos: "Jesucristo Superstar", "Dios te salve María", "La última tentación de Cristo", "Jesús de Montréal", "Dogma". O con seriales televisivas que contaminan la imagen sacerdotal y religiosa.

41. Pero entre las nuevas generaciones de adolescentes y jóvenes en Europa y Estados Unidos, son muchos más los que redescubren hoy la hermosura humana de la pureza de cuerpo y espíritu, que confiere la castidad.

Aún en los peores tiempos, el 40% de los jóvenes norteamericanos se mantenían puros hasta el matrimonio, a pesar del terrorismo de la propaganda, las encuestas y la presión social contraria. Por lo cual vivían su propósito a escondidas y con cierto complejo.

42. No es, como dicen los apóstoles de la lujuria, por miedo al SIDA, que cada vez más jóvenes, a pesar de las campañas por el uso de preservativos y anticonceptivos y por lo que llaman "sexo seguro", se deciden a llegar puros al matrimonio.


43. Millones de adolescentes y jóvenes norteamericanos han tomado por lema de su decisión de aplazar sus relaciones íntimas hasta el matrimonio, la frase: "El verdadero amor, espera". Y recientemente comienzan a hacerlo muchos en América Latina (Ver Apéndice)


44. Ejercicios
¿Cuál es el fundamento religioso de la mística de la castidad?
¿Cómo se ayudan los esposos a vivir castamente? ¿Cómo puede la esposa ayudar a que su esposo viva la virtud de la castidad matrimonial?
¿Usted cree que nuestras mujeres católicas son conscientes de la responsabilidad que tienen para ayudar a sus esposos a adquirir la virtud de la castidad?
¿Cree que saben educar a sus hijas en este asunto?
¿Está de acuerdo en que la castidad matrimonial es la mejor defensa contra la infidelidad?
Si ha cometido errores en estos asuntos ¿Ejercita el apostolado del buen consejo?
¿Es consciente de que mediante la protesta o la influencia debemos contribuir a sanear la atmósfera cultural que los "apóstoles" de la lujuria vuelven irrespirable y nociva para el pueblo de Dios?


45.- APÉNDICE
(Fuente: Semanario Cristo hoy, V( 23-29/12/1999) N1 291, pág. 8)

QUITO (ACI): Bajo el lema "El verdadero amor espera", cerca de 1.800 estudiantes prometieron públicamente vivir en abstinencia hasta el matrimonio, en un acto de promoción de la castidad desarrollado en el estadio Modelo de Guayaquil. AAl ver que los preservativos fallan y que uno de cada seis jóvenes queda infectado o embarazada, al darnos cuenta que no existe el sexo seguro, hemos decidido darle a la juventud una alternativa que es segura, la abstinencia@ , afirmó el director del proyecto, Nelson Zavala Avellán, que impulsa la abstinencia.

El año pasado se realizó también la promesa y cerca de dos mil jóvenes se comprometieron a no tener relaciones sexuales antes del matrimonio. Pero la verdadera razón no es negativa sino positiva, el acto sexual sólo encuentra su verdad en la relación esponsal amorosa, abierta a la vida, generosa y responsable. El que comienza a cuidarse y amarse verdaderamente a sí mismo, debe progresar abriéndose al amor al cónyuge y los hijos.



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