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Indisolubilidad del Matrimonio
Seamos coherentes

Cuando en nuestra sociedad corren aires favorables al divorcio

Ante una mentalidad divorcista, a comienzos de este año, el Santo Padre nos exhortó con estas palabras: "No hay que rendirse ante la mentalidad divorcista: lo impide la confianza en los dones naturales y sobrenaturales de Dios al hombre. La actividad pastoral debe sostener y promover la indisolubilidad". Y ante el desafío de dar razones convincentes en una sociedad pluralista, invita a "responder con la humilde valentía de la fe, de una fe que sostiene y corrobora a la razón misma, para permitirle dialogar con todos, buscando el verdadero bien de la persona humana y de la sociedad". Y agrega que "considerar la indisolubilidad no como una norma jurídica natural, sino como un simple ideal, desvirtúa el sentido de la inequívoca declaración de Jesucristo, que rechazó absolutamente el divorcio, porque "al principio no fue así"(Mt 19,8)".

No debemos olvidar que el Papa pronuncia estas palabras en Italia, un país que tiene ley de divorcio desde hace muchos años. Sin embargo, dice: "Podría parecer que el divorcio está tan arraigado en ciertos ambientes sociales, que casi no vale la pena seguir combatiéndolo mediante la difusión de una mentalidad, una costumbre social y una legislación civil favorable a la indisolubilidad. Y, sin embargo, ¡vale la pena! En realidad, este bien se sitúa precisamente en la base de toda la sociedad, como condición necesaria de la existencia de la familia. Por tanto su ausencia tiene consecuencias devastadoras, que se propagan en el cuerpo social como una plaga -según el término que usó el Concilio Vaticano II para describir el divorcio (G.S. 47)- , e influyen negativamente en las nuevas generaciones, ante las cuales se ofusca la belleza del verdadero matrimonio".

Preocupémonos de la legislación

El Santo Padre en el discurso citado se refiere no sólo a las costumbres, sino además a la legislación civil, dado que el matrimonio indisoluble es un bien, por así decirlo, de utilidad pública. Por eso afirma que "el valor de la indisolubilidad no puede considerarse
objeto de una mera opción privada: atañe a uno de los fundamentos de la sociedad entera. Por tanto, así como es preciso impulsar las numerosas iniciativas que los cristianos promueven, junto con otras personas de buena voluntad, por el bien de las familias (...), del mismo modo hay que evitar el peligro del permisivismo en cuestiones de fondo concernientes a la esencia del matrimonio y de la familia". Y agrega a continuación: "Entre esas iniciativas no pueden faltar las que se orientan al reconocimiento público del matrimonio indisoluble en los ordenamientos jurídicos civiles. La oposición decidida a todas las medidas legales y administrativas que introduzcan el divorcio o equiparen las uniones de hecho, incluso las homosexuales, al matrimonio verdadero, ha de ir acompañada - en el ámbito de los ordenamientos (de los países) que, lamentablemente, admiten el divorcio - por una actitud de proponer medidas jurídicas que tiendan a mejorar el reconocimiento social del matrimonio".

Apoyemos a nuestros legisladores

Actuar en conciencia es imprescindible, como también formarla Como bien lo sabemos, también los legisladores tienen que actuar siempre siguiendo los dictámenes de su conciencia, y nunca contra ella. Nadie puede dispensarles de este deber. La conciencia es la norma inmediata de la acción. Pero por esta misma causa, también tenemos la obligación de formarla, buscando la luz que la razón, apoyada por la fe en el caso de los cristianos, nos puede entregar. Así la conciencia puede alzarse sobre la tentación de dejarse avasallar por lo que "se" piensa o "se" hace, y formarse un juicio recto acerca de lo que es útil al bien común. Tratándose de una materia de tal trascendencia, invitamos a todos los legisladores a dedicar su mejor tiempo y sus mejores esfuerzos al estudio, al análisis y al discernimiento que esta materia exige.

Haciendo el bien y evitando el mal

El precepto en que se fundan todas las obligaciones de la moral consiste, como lo hemos visto, en "hacer y proseguir el bien y evitar el mal". Por eso la primera pregunta clave para el discernimiento es siempre la misma: ¿me encuentro ante un bien o ante un mal? Sin lugar a dudas, la unión estable y para toda la vida del matrimonio es ese bien que hay que hacer y proseguir. Y en cuanto al mal que se debe evitar, esta carta ha expuesto numerosas razones por las cuales incontables hombre y mujeres, con la luz que aporta el Magisterio de la Iglesia y aun sin ella, están ciertos de que el divorcio es un mal, sobre todo en vista del bien común. Confrontarse con los argumentos es del todo necesario.

No son pocos quienes quieren proseguir el bien

También se desprende del principio fundante de la moral el deber de respetar la voluntad de millones de chilenos que quieren contraer matrimonio indisoluble y tienen derecho a ello. Hay que mantener, al menos para ellos, la posibilidad jurídica de alcanzar este bien, que es ampliamente reconocido como tal. Al contraer el sacramento del matrimonio, según lo veremos más adelante, el vínculo conyugal de su alianza indisoluble no queda sujeto a autoridad humana alguna que se quisiera arrogar el derecho de disolverlo. El vínculo matrimonial indisoluble subsistiría y perduraría no obstante una eventual acción de divorcio civil.

Reduciendo ¿qué mal existente? Evitando ¿qué mal mayor?

En esta discusión se ha insistido, y con razón, que el legislador tiene la obligación de considerar la realidad del pueblo que será regido por la ley. Esto es innegable, si bien la realidad nunca hará de un bien un mal, o viceversa. Para considerar adecuadamente la
realidad, se ha recurrido a un juicio de Santo Tomás, según el cual un legislador, también un legislador cristiano, ante el mal existente e imposible de erradicar, puede aprobar una ley que aminore sus efectos, de manera que el mal sea menor, para proteger a las personas y evitar un mal mayor. Lo que no puede hacer es introducir el mal. Al aplicar a este caso la reflexión de Santo Tomas, surge una pregunta. ¿Cuál es ese mal existente e imposible de erradicar? Ciertamente hay tres situaciones que pueden ser consideradas tales: la existencia de matrimonios nulos, las separaciones y las nuevas uniones, no basadas en el matrimonio. Estas realidades existen, y no pueden ser erradicadas por ninguna ley. Cabe legislar sobre ellas para dar solución a la primera, y aminorar los efectos negativos de las otras dos. Pero la realidad que no existe es una ley de divorcio vincular, y no son equiparables a ella las disoluciones fraudulentas. Optar por una ley de divorcio es introducirlo en el ordenamiento jurídico. Por otra parte, ¿cuál es el mal mayor que se evita introduciendo el divorcio? Según los estudios que conocemos, no se evita un mal mayor, sólo se agrega uno, el divorcio y todas sus consecuencias. En efecto, más allá del bien que se busca para situaciones individuales, si se piensa en el bien de la sociedad, de las generaciones futuras y de la institución matrimonial, las razones que hemos considerado llevan a pensar que la introducción del divorcio no disminuye los males, sino los aumenta.

Tienen derecho a contar con nuestro apoyo

Estas son las preguntas claves que los legisladores abordarán. Buscan respuestas de enorme trascendencia para nuestra cultura, no sólo en el ámbito familiar sino también en muchos otros, ya que la familia es la cuna de incontables actitudes y proyectos. Apoyémoslos con la oración, proporcionándoles antecedentes y reflexiones, pero sin ponerlos bajo presión, ni aceptar que sean presionados por sus partidos o por otros grupos. Deben votar libremente, conforme a su conciencia, después del exigente esfuerzo que hagan por formarla.

Sobre este juicio ético, que también los servidores públicos deben formarse, el Papa llegó a una conclusión, refiriéndose recientemente a otro caso en el mismo ámbito legal, esto es, a la acción de los jueces y de los abogados en aquellos países en los cuales existe una ley de divorcio. Expresó que "los agentes del derecho en campo civil deben evitar implicarse personalmente en lo que conlleve una cooperación al divorcio".

Indisolubilidad del Matrimonio

Autor: Card. Francisco Javier Errázuriz Ossa
Carta pastoral sobre la estabilidad e indisolubilidad del matrimonio, del Cardenal Arzobispo de Santiago Francisco Javier Errázuriz Ossa a las familias
 
Indice
1.- Introducción
2.- Una encrucijada en el camino
3.- Una nueva legislación para el matrimonio civil
4.- La enseñanza de Jesús
5.- Una verdad asequible a la razón
6.- Seamos coherentes
7.- En el matrimonio cristiano
8.- La familia, fundamento vivo del futuro de Chile
9.- Conclusión
10.- Oración por la familia
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