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Si queremos medir la importancia que el P. Chevalier otorgaba a los laicos es preciso conocer su idea de la misión. Cuando se leen sus primeros escritos sobre la naturaleza y misión de la Congregación de Misioneros del Sdo. Corazón se tiene la impresión de que para él es impensable, mejor diría, imposible, pretender cambiar el mundo y sus valores sin implicar a los laicos en la empresa, ya que son ellos quienes viven inmersos en este mundo.

A los Religiosos, sacerdotes, Hemanos y Hermanas, junto con los sacerdotes diocesanos, les corresponde papel esencial. El P. Chevalier subraya la idea.

Pero, si la misión de Cristo debe realizarse en el mundo en todos los niveles de la sociedad, el papel de los laicos es tan esencial, por lo menos, y cada día más.Esto no corresponde sólo a la misión de la Iglesia, según la visión del P. Chevalier, sino también a la de la Congregación MSC, ya que su misión es la de la Iglesia bajo un aspecto peculiar. Las primeras publicaciónes del P. Chevalier sobre la Congregación hablan extensamente sobre los sacerdotes diocesanos del Sdo.

Corazón y sobre la tercera orden de laicos. Esta preocupación que bullía en su espíritu sobre las otras dos ramas de la Congregación (sacerdotes diocesanos y laicos) no significa que no brillara con precisión su propósito sobre los Sacerdotes y Hermanos religiosos. Buscaba claramente un grupo de Religiosos, en la estricta significación del término, modelado, al menos como principio, sobre la Compañía de Jesús (SJ). Le atraían los Jesuitas a causa del compromiso total ignaciano con la misión. La contemplación del Corazón traspasado de Jesús constituía para él fundamentalmente una experiencia misionera como lo había constituido para S. Ignacio.

LAICOS ASOCIADOS
Sin embargo, el P. Chevalier estaba convencido de que una Congregación religiosa sola era insuficiente frente a la tarea misionera. Esta es la razón por la que él insiste en sus primeros escritos sobre las tres ramas de la Congregación. Por ejemplo, en un folleto publicado en 1866, Les Missionaires du Sacré-Coeur, escribía:
"Los Misioneros del Sdo. Corazón de Jesús deben ser auténticos religiosos a fin de vivir más estrechamente unidos con Aquel cuyo Reino quieren extender.

Al mismo tiempo, deben procurar contacto estrecho con el clero diocesano con el fin de propagar por doquier la divina influencia del Corazón de Jesús... Finalmente, una tercera orden llegará a donde los sacerdotes no pueden llegar. De esta suerte, si es posible, nada escapará a la resurrección de la vida que viene por la influencia del Sagrado Corazón de Jesús. (Op. cit. p.7-8).

En consecuencia, el P. Chevalier aceptaba que la única misión (resumida en la devoción al Sdo. Corazón de Jesús) que él ofrecía a su Congregación debía ser realizada por variedad de grupos para ser eficaz: Padres y Hermanos Religiosos, sacerdotes diocesanos y laicos.
El P. Chevalier parece enunciar así con claridad que un grupo de laicos participa la identidad MSC si se identifican, en cuanto laicos, con nuestra misión y no precisamente, aunque no lo excluya, con el compartir nuestra vida de comunidad o nuestros trabajos.

Según el P. Chevalier, los Religiosos (Padres, Hermanos y Hermanas) tenían su papel característico, como también los sacerdotes diocesanos y los laicos. Ninguno de los grupos tenía el monopolio de la misión. Tampoco cabe borrar la distinción entre ellos. No se trata de que sacerdotes diocesanos y laicos ensayen un a especie de vida religiosa, ni que los Religiosos y sacerdotes seculares vivan como los laicos, o los sacerdotes Religiosos como los sacerdotes diocesanos o al revés.

Cada grupo tiene sus propias características en el cumplimiento de la misma y única misión. Sus diferencias enriquecían y complementaban las tareas de extensión del Reino de Cristo hasta los últimos enclaves del mundo que nuestro Fundador quería regenerar por medio del Evangelio. En eso consiste el evangelizar. En consecuencia, a causa de la misión, la Congregación debía responder a las exigencias de cada uno de los grupos.

El P. Chevalier estaba convencido, más por su experiencia sacerdotal que por meras teorías, que tanto los sacerdotes diocesanos como los laicos pod��an seguir, según las condiciones de su estado, el camino de la perfección evangélica:

La gracia no aparece solamente en el interior de una casa religiosa.

Se encuentra también en el mundo. El Espiritu sopla donde quiere. El poder del Corazón de
Jesús se muestra en proporción a las dificultades que encuentra. En esta Congregación hay lugar para cada grado de vocación y de virtud (Op.cit. 19f).

(Cortesía misacor.org)