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Las dinámicas de una Espiritualidad del Corazón en relación con los demás y en nuestras obras

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Curso de Espiritualidad
del Sagrado  Corazón de Jesús
en el mundo de hoy. 
P. Hans Kwakman MSC (20-22.04.10)
Descargar: Conferencia III     Esquema III

 

 

En esta presentación deseo dar una visión del proceso el corazón humano en seis etapas, proceso guiado por la espiritualidad del corazón.

Primera etapa: Creemos en el amor incondicional de Dios para con cada uno de nosotros; creemos en Jesús que comparte nuestra vida; creemos en el Espíritu Santo quien derrama sus dones en nuestros corazones. Este es el signo más grande del amor de Dios para con nosotros.

Durante toda su vida como MSC el Padres Chevalier continuaba estudiando el alcance de la devoción del Sagrado Corazón. Y como consecuencia no solamente su comprensión de Jesús sino también su imagen de Dios se desarrollaron y cambiaron. Cuando era todavía un sacerdote joven el Padre Chevalier aceptó una contradicción entre Jesús cuyo corazón estaba lleno de amor por la humanidad y el Padre celestial airado por sentirse profundamente ofendido por los pecados de la humanidad que deseaba echar abajo a la humanidad. Según esta visión Jesús se ofreció a sí mismo para apaciguar la indignación de su Padre y para expiar los pecados de la humanidad aceptando el horrible escarmiento de la Cruz. Una visión de este tipo crea un abismo, una contradicción entre el Corazón de Jesús y el Corazón del Padre celestial, como si Jesús dejara hablar de su corazón compasivo mientras él Padre en su indignación deseaba destruir la humanidad.

Chevalier continuaba estudiando y meditando el alcance de la devoción del Sagrado Corazón de Jesús y finalmente se dio cuenta que esta visión era equivocada. A partir de ese momento él señala una total unidad entre el Corazón humano de Jesús y el Corazón divino del Padre. Llama el Corazón de Jesús "sacramento viviente",  expresión viviente del Corazón del Padre. "El Corazón de Jesús es el Corazón de Dios". El amor incondicional de Dios por la humanidad se revela en el Corazón humano de Jesús.

En sus escritos posteriores Chevalier ya no describe a Dios como un Dios arriba en los cielos que gobierna la humanidad es de afuera del mundo sino como un Dios que vive en nosotros, dentro de nuestros corazones, como un Dios que abraza su creación y la raza humana con amor. Chevalier escribe: "Dios no crea desde una distancia, enviándonos a la existencia como el sol envía sus rayos. Él está en nosotros, en nuestras profundidades más íntimas, está mas presente en nosotros que nosotros mismos".

Para vivir la Espiritualidad del Corazón deberíamos mirar de manera crítica nuestra propia imagen que tenemos de Dios Padre ¿Quien es Dios para nosotros: un Dios exigente? ¿Un Dios que cuenta nuestros pecados? ¿Un Dios que fácilmente nos castiga por nuestros errores? ¿Un Dios que está expuesto a condenarnos si no cumplimos con todos sus mandamientos y todos los preceptos de la Iglesia? ¿O vemos a Dios como es revelado en el Corazón de Jesús? ¿Cómo Dios que es nuestro Padre que ama a cada una de nosotros de manera incondicional, justamente como buenos padres aman incondicionalmente a sus hijos aúnque estén siguiendo un camino equivocado en la vida? ¿Lo vemos como un Dios que nos acompaña en nuestro caminar de todos los días por medio de Jesús y que vive dentro de nosotros para fortalecernos y capacitarnos a través de su Espíritu?

Una Espiritualidad del Corazón nos inspira a ver a Jesús sobre todo como nuestro Hermano que nos ama con un corazón humano. Jesús, el Hijo de Dios, nos ha redimido haciéndose semejante a nosotros, compartiendo nuestra vida humana, cargando con nuestras cargas, asumiendo nuestros sufrimientos. Jesús nos muestra que los seres humanos muy dentro de nosotros tenemos todos un corazón bueno, amable y sensible, como dijo el Padre Chevalier.

Una Espiritualidad del Corazón nos enseña que el Padre y Jesús, el Señor resucitado, derraman el Espíritu Santo con sus muchos dones en nuestros corazones. San Pablo menciona estos dones del Espíritu Santo en su carta a los Gálatas: El Espíritu enriquece nuestros corazones, dice, con "amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio" (5, 22). San Pablo los llama "dones del Espíritu Santo" y estos dones son idénticos con "los sentimientos del Corazón de Cristo", y constituyen el tesoro escondido dentro de nuestros propios corazones. Es nuestra tarea de descubrir estos tesoros dentro de nosotros mismos. Cuando oramos "Ven Espíritu Santo" estamos pidiendo al Espíritu que desate estos dones dentro de nosotros, de liberarlos, de manera que nuestra vida, nuestra manera de trabajar y nuestras relaciones con los demás sean conformadas por estos dones. Y esto nos lleva a la segunda etapa del proceso del corazón.

Segunda etapa: Nos adentramos en nuestro corazón para llegar a ser conscientes de nuestras necesidades y heridas más profundas y al mismo tiempo,  ser conscientes de los dones del Espíritu de Dios escondidos en nuestro corazón.

Ya mencionamos que para el Padre Chevalier "una conversión del corazón" es uno de los elementos básicos de su carisma y una de las características de la espiritualidad de la familia Chevalier. El Padre Cuskelly MSC, antiguo superior General de los MSC y un gran promotor de la Espiritualidad del Corazón, señala que, para lograr una conversión del corazón deberíamos entrar en nuestro corazón para llegar a conocernos a nosotros mismos. Una manera de ser conscientes de los dones del Espíritu en nuestros corazones se logra agradeciendo frecuentemente en la oración por todas las cosas buenas que somos capaces de llevar adelante: cuando somos capaces de amar a alguien, de gozar de la vida y crear la paz; cuando somos pacientes, gentiles, buenos y fieles a las personas y capaces de practicar el autocontrol, y entonces podremos recordar agradecidos que es el Espíritu de Dios que actúa en nuestros corazones.

Entrar en nuestros corazones significa que nos damos cuenta de nuestra necesidad personal de amar y de nuestra necesidad de un sentido para vivir la vida. Hasta podemos estar agradecidos por el hecho que necesitamos ser amados y necesitamos buscar un significado para nuestra vida. Todas estas necesidades profundas son dones del Espíritu. El Dios amoroso al final colmará todas estas necesidades en nuestros corazones y llegar a que se satisfaga el hambre de nuestro corazón.

Cuando nos volvemos conscientes de las heridas interiores que probablemente han sido causadas durante el transcurso de nuestra vida, comenzaremos a darnos cuenta que necesitamos a Jesucristo como nuestro redentor personal. Podemos pedirle que sane nuestras heridas interiores y que nos libere. De esta manera podemos convertirnos en personas libres para ser compasivos como es compasivo nuestro Padre en el cielo es compasivo.

Tercera etapa: Jesús que ama con un corazón humano es para nosotros la fuente de la sanación y el modelo de lo que significa ser humano mientras seguimos el camino del corazón guiados por el Espíritu.

La sanación de los corazones comienza cuando nos encontramos con el verdadero Jesús de los Evangelios. Chevalier está convencido que contemplando el gran amor de Jesús por la humanidad la gente podrá superar su indiferencia. Experimentarán una conversión del corazón y comenzarán querer  seguir a Jesús en la vida diaria.

Jesús es el modelo de lo que significa amar con un corazón humano. Urgido por el amor de su corazón Jesús se hizo hombre como nosotros excepto en el pecado. Abrazó la condición humana con todas sus implicancias y consecuencias. Así cuando nos manda a amar a Dios con todo nuestro corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos,  él sabía que no sería fácil de cumplir con este mandato. Pero también así Jesús estaba convencido que seríamos capaces de amar a Dios y a nuestro prójimo y hasta perdonar a nuestros enemigos porque el mismo actuó así y por eso el conoce nuestro corazón.

Cuarta etapa: Aspiramos a amar y  respetar a los miembros de nuestra familia, de nuestra comunidad y de nuestra sociedad con un corazón comprensivo.

Mediante un encuentro sincero con Jesús en un conocimiento más profundo de nuestro propio corazón podemos esperar que nuestro corazón se convierta en un "corazón comprensivo". Un corazón comprensivo indica una cualidad de nuestras relaciones con las personas alrededor de nosotros, en la familia, en la comunidad o en el lugar de trabajo. Una Espiritualidad de Corazón siempre se practica en las relaciones con los demás. En la vida familiar, la vida comunitaria, en la vida con los amigos, en el trabajo con los demás, al acercarnos a personas de una cultura extranjera o de nuestra propia cultura,-en todas estas relaciones vivimos la Espiritualidad de Corazón cuando tratamos de encontrarnos con las personas mediante "un corazón comprensivo".

Esto significa que nos esforzamos de evitar una actitud de juicio, de murmuración y de reproches. Al contrario queremos comprometernos a nosotros mismos a asumir una actitud de comprensión de la cultura de cada individuo y de su historia personal más específicamente, la Espiritualidad del Corazón no se empuja a escuchar atentamente y con un corazón abierto "los créditos de todo corazón humano"; al grito silencioso de personas en soledad, aislados por la pobreza o enfermedad, tratados injustamente, o a personas que están luchando con adicciones. Dios quiere acompañar a estas personas a través de nuestra presencia y atención.

Quinta etapa: Tratamos de llevar adelante nuestras ocupaciones diarias con dedicación y atención a la cualidad de nuestro quehacer como una participación en la misión de Jesús en este mundo.

Cualquiera que llega a conocer al Padre Chevalier será impresionado por la enorme cantidad de trabajo que era capaz de desempeñar. Fue párroco de una extensa parroquia, Fundador de congregaciones y, superior General tuvo que viajar mucho. Con todo, encontró tiempo para escribir muchos libros, preparar muchas conferencias, artículos, sermones y hasta canciones religiosas. Considerando el número de cartas que han sido conservadas se dice que deba haber escrito un promedio de 10 cartas al día. Sin embargo para Chevalier ser misionero no se relaciona con "qué hacemos" y no "quiénes somos". Como sacerdote como religioso, religiosa o la allí, a través de todas nuestras actividades participamos en la misión de Jesucristo y en el obrar del Espíritu Santo para el desarrollo y la renovación de la humanidad. Al realizar nuestras tareas diarias con fidelidad y atención sea como párroco, hermano, religiosa o laico, como profesional, padre de familia, estudiantes, trabajadores o jubilados,-todos participamos en la Misión del Corazón. Una Espiritualidad del Corazón debería manifestarse en nuestra preocupación por las personas: en la cualidad de nuestra labor diaria en casa, en la oficina, en el colegio o en la fábrica: así como colaboramos con los demás y nos relacionamos con los demás en la familia, comunidad de religiosa o comunidad parroquial. Por eso, la formación permanente, para garantizar la calidad de nuestro trabajo, ciertamente es un elemento de nuestra Espiritualidad.

Sexta etapa: queremos participar en el advenimiento de una sociedad de amor, justicia y paz y en el cuidado del medio ambiente.

En sus escritos posteriores Chevalier contempla el Corazón de Cristo manifestado no solamente en el corazón humano sino también en el cosmos y en la raza humana. El cosmos en un corazón y este es el Corazón de Cristo. Dennis Murphy MSC, otro promotor de la Espiritualidad de Corazón ha escrito un artículo acerca de la "visión cósmica del Padre Chevalier del Corazón de Cristo". Afirma que el aspecto cósmico de la Espiritualidad del Corazón no se ha tomado en cuenta en nuestras congregaciones. Saca la conclusión que una Espiritualidad del corazón como lo ha desarrollado nuestro Fundador tiene "aplicaciones prácticas en la dimensión de la ecología, del respeto ante el universo material en el cual vivimos... la atención al Sagrado Corazón debería desarrollar en nosotros una sensibilidad para la sacralidad de todas las cosas".

El Corazón de Cristo se manifiesta también en la raza humana. Chevalier escribió: "aunque compuesta de diferentes miembros la raza humana forma sólo cuerpo y una sola sangre... el corazón que da vida a todos los miembros de este gran cuerpo es el Corazón de Jesús". La conexión que él Corazón de Cristo da vida a todos los miembros de este gran cuerpo o del mundo entero de seres humanos nos capacita a participar en la unificación de la familia humana, caracterizada por la unidad en la gran diversidad.

En nuestros días, a pesar de todas las guerras, del terrorismo y de las controversias, observamos ya algunos signos de una creciente solidaridad entre los pueblos de la tierra. Los pilares de esta solidaridad son la cooperación, el diálogo y el compromiso de cara a la dignidad de toda persona. Unidos en el Corazón de Jesús la humanidad debe enfrentar sus problemas utilizando sus recursos para superar los obstáculos. Finalmente la utilización correcta de los recursos de la tierra es nuestra responsabilidad común. Dentro de la Espiritualidad del Corazón debería haber una atención a la caridad y la justicia y también a la gestión responsable de la creación. Cada uno de nosotros, de acuerdo a nuestras propias posibilidades, tiene la responsabilidad de defender y apoyar la dignidad de la persona humana, más específicamente de la persona humana no nacida, de las personas marginadas, minusválidas y enfermas. Una Espiritualidad del Corazón nos enseña a no desesperar y de no perder la esperanza porque creemos que por su encarnación Jesucristo está involucrado con todo su corazón en la historia de la humanidad y en el futuro de la humanidad.

Hans Kwakman MSC, Lima, abril 2010