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ENTREVISTA A KIKO ARGÜELLO en 'La tarde con Cristina' (COPE) 2 de julio de 2002

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Cristina:
...... de frutos reconocidos, pero esto diríamos que es como un O.K. más concreto, más claro, que con todo el peso de la autoridad de la Iglesia será para quien no lo tenga claro. Por lo tanto, hay que darte muchas felicidades ¿verdad?

KIKO:
Sí, gracias.

Cristina:
A mí no me interesa tanto el que nos cuentes cómo canónicamente se ha resuelto que esta gente tan llena de vida que contagia la alegría por donde va ha encontrado un espacio en la Iglesia de acuerdo con los términos jurídicos, sino que intentes explicarnos el por qué de ese atractivo. Y a lo mejor es bueno empezar por el principio. Llaman kikos a la gente que sigue a Kiko Argüello. Él se llama en realidad Francisco José, nació en Madrid en los años 40 en el seno de una familia de clase media, y era el mayor de cuatro hermanos. Estudió en Bellas Artes y ganó, de hecho, un premio nacional de pintura. Pero no estaba nada contento ¿verdad Kiko?

KIKO:
No, no, no. Sigue, sigue.

Cristina:
No, no tengo nada más. A ver si me puedes ayudar a ir a esa época y a retroceder, pensando un poco en la gente que nos está escuchando y que pueda ser así, que pueda haber tenido éxito en la vida y que no está contenta.

KIKO:
Dios permitió que yo pasara una crisis de tipo existencial muy seria por la cual me di cuenta que nada me satisfacía, entonces la pregunta: ¿quién soy yo? y ¿por qué vivo? ¿qué es la vida? Intenté vivir la vida ... descubres que la vida la tienes puesta en el absurdo ... el existencialismo de Sartre ...también hacía teatro con un grupo. Intenté vivir de una forma coherente esta realidad: el hombre no ha existido, no existe, no existirá, y aceptar vivir esta realidad con valentía sin tener que inventarnos ningún cielo. Pero es difícil, esto me llevó prácticamente a una situación en la cual te das cuenta que tarde o temprano, cuando la vida no tiene ya ningún sentido, matarte, el suicidio es la única realidad. Dios permitió que hiciera este tipo de kenosis, de descendimiento hasta lo más profundo de mi propio ser, hasta la nada de la existencia. Y ahí fui ayudado. Llegó un momento en que me di cuenta que me gustaría creer, tener fe. Sorprendentemente, cuando hablaba con algún sacerdote, etc. me daba cuenta de que lo que me decían no me convencía para nada, me parecían inventos o tonterías, cosas que ... veía que la fe no me la podía dar a mí mismo.

En esta situación el Señor me ayudó porque leyendo a un filósofo que se llama Bergson, él dice que la intuición es un medio de conocimiento superior a la razón. Yo solamente pensé: ¿y si fuera verdad? Y era la verdad. Más profunda que la propia razón. Entonces me di cuenta que todo mi ser no estaba de acuerdo con el absurdo de la existencia; no pueden ser absurdas el agua, la belleza, la naturaleza... y ese Alguien ¿dónde está? Ahí comencé un poco a pensar que quizá exista Dios, y ahí clamé a Dios que me ayudara. Y sorprendentemente, gritando al Señor entré en mí mismo donde alguien me daba testimonio de que Dios me amaba, de que Dios existía. Me acuerdo que lloraba y decía: ¿por qué lloro? Es como si a un condenado a muerte de pronto le hubieran dado la libertad. O sea ¡Dios existía realmente! San Pablo dice que "el Espíritu de Cristo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios". Realmente la fe es un encuentro en nuestro espíritu con el Espíritu de Cristo que testifica, es un don sobrenatural que Dios da al que se lo pide, quizá yo era demasiado soberbio...... Desde ese momento me acuerdo que me acerqué a un sacerdote y le dije que querría ser cristiano.

Me preguntó: ¿Vd. Está bautizado? Le dije: sí, sí. Me dijo: entonces qué quiere Vd. ¿confesarse? Digo: no...yo me daba cuenta que los rudimentos que tenía de la formación cristiana eran muy pobres frente a toda la problemática de tipo existencial que yo vivía en la universidad con todo un ambiente ateo, etc. Me invitaron a un Cursillo de Cristiandad, hice Cursillos y allí me ayudaron, entré en la escuela de profesor de Cursillos; hice el primer Cursillo en Cáceres, en Ceuta también, empecé a conocer la Escritura, a estudiar Teología y a hacer arte religioso, fundé un grupo de renovación de arte sacro, que se llamó "Gremio 72", hicimos una exposición en la Biblioteca Nacional, empecé a hacer exposiciones. Después de esto hubo otra etapa de mi vida en que tuve un encuentro con el sufrimiento de los inocentes. Yo que había estudiado todo el existencialismo francés, Camus, etc... a través de una mujer de servicio que su marido estaba en la cárcel.....

Cristina:
Perdona un momento Kiko. Nos vamos efectivamente a la época en que Kiko se traslada a un suburbio de Madrid. Pero quería preguntarte ¿estás en un teléfono móvil o estás en línea fija?

KIKO:
Estoy en un teléfono móvil.

Cristina:
¿Y te estás trasladando de un sitio a otro?

KIKO:
Un poquito, sí.

Cristina:
A ver si encontramos un sitio donde se nos oiga un poco bien porque se va y viene la voz.

KIKO:
¿Ahora se oye bien?

Cristina:
Sí, se oye mejor. Total, que de repente dejaste la casa ¿no?


KIKO:

Sí, quedé impresionadísimo porque me fui a vivir a un suburbio para ayudar a esta familia, que el marido estaba en la cárcel por una serie de circunstancias, y allí me encontré con un fenómeno que es el sufrimiento de los inocentes, me quedé sorprendido del sufrimiento de tantísima gente. Decía Sartre: "¡Ay! del hombre al que el dedo de Dios estrelle contra el muro" Hay gente que participa de un sufrimiento espantoso. Después tuve que hacer el Servicio Militar, fui a África. Cuando volví me di cuenta de que Dios me estaba llamando a dejarlo todo y a irme a vivir entre los pobres. Dios está presente en el sufrimiento de los últimos, de los más inocentes. Hay gente que se ha encontrado con el escándalo de la cruz entre los más desgraciados de la tierra y se han hecho comunistas o se han lanzado a poner bombas; a mí la fe me hizo encontrar ahí a Cristo y decidí irme a vivir a los pies de Cristo, como el que se va a adorar a Cristo en la Presencia eucarística. Dejé todo y me marché a vivir en una barraca en Palomeras Altas. Conocí a un asistente social que me dijo: mira, hay una barraca. Habían tirado todo, habían hecho el barrio de Las Uvas, y cerca de Palomeras había como un valle lleno de grutas con quinquis y con gitanos, chabolas hechas con cartones, gente muy deshecha. Había una casucha llena de perros vagabundos y me metí allí con la Biblia y la guitarra.

Yo había conocido también a Charles de Foucauld que me dio la línea de vivir silenciosamente a los pies de Cristo crucificado entre los más pobres. Yo no fui allí para hacer nada social, ni para enseñar a leer ni a escribir sino para ponerme a los pies de Cristo crucificado. Yo me encontraba peor que ellos; ellos tenían un misterio que es la cruz de los pecados de mucha gente, etc. Y ahí yo me creía eso, pero después resultó que Dios tenía otro proyecto mucho más grande. Conocí a Carmen Hernández a través de una hermana suya. Carmen era licenciada en Teología y se iba a Oruro a evangelizar entre los mineros; estaba buscando un grupo para irse porque la había llamado el obispo de Oruro. Habiéndome conocido quedó impresionada del grupo que vio en las barracas, y ella se metió en otra chabola con una amiga, a un kilómetro de mi barrio donde había otras chabolas, y allí empezamos a colaborar, y ha sido muy eficaz.

Allí descubrimos con sorpresa el trípode sobre el cual se basa todo el Camino: un Kerygma catequético profundo, porque los pobres que había allí, los gitanos, venían a mi barraca, cogían la guitarra y me preguntaban. Yo me di cuenta de que no sabía predicar porque los "rollos" de Cursillos a gente que es analfabeta es muy difícil hacerles entender cuatro palabras abstractas seguidas. Yo pensaba: pero ¿cómo predicaban los apóstoles? Tenían una síntesis, una forma de predicación. Entonces, aquél ambiente me obligó a encontrar un Kerygma, un núcleo fundamental. No voy a contar ahora cómo ha sido todo eso, pero ha sido verdaderamente impresionante. Abría yo la Biblia y la gente que había allí respondían a esta palabra. O sea, las catequesis que hoy se dan en el mundo entero las han fabricado los pobres.

Te pongo un ejemplo. Una vez estábamos en la puerta de mi barraca, todo lleno de gitanos, como indios ahí en el suelo, y me dice un gitano que era el jefe: oye, háblales a éstos que son unos burros. -¿Y qué quieres que les diga yo? Si no tengo ni idea, no tengo ganas... me obligaban ellos. A uno que tenía unas patillas así, oscuro, le digo: -¿Tú crees en Dios? Me dice: sí, sí. -¿Por qué? ¿Le has visto? ¿Cómo es: grande, gordo, tiene la barba azul... cómo es? ¿Le conoces? ¿Por qué crees en él? Y me contó un acontecimiento, dice: yo iba un día por Castilla con mi carro, habíamos parado en un sitio, estábamos debajo de una encima preparándonos para comer, había dejado el carro lejos, empezaron a ponerse unas nubes negras, tenía en el carro al niño pequeño, el último que había nacido, empezó a llover de pronto y cayó un rayo en el carro. Me quedé horrorizado porque mi hijo estaba allí, pensé que había muerto, me puse de rodillas y le dije a Dios: si existes ¡salva a mi hijo! Fui corriendo al carro que estaba todo quemado y el niño estaba allí vivo.

Allí tuve yo una experiencia, Dios existe, ya pueden decir los curas que no existe ¡Dios existe! Este gitano, para decirme su experiencia de Dios contó un acontecimiento, un hecho, y ahí empezaron los gitanos a contar acontecimientos de su vida. Esta catequesis se da hoy en las parroquias cuando preguntamos a la gente: ¿tú crees en Dios? Dime ¿por qué crees en Dios? ¿Tienes un acontecimiento en el cual Dios haya incidido en tu vida existencialmente? La Biblia no cuenta más que eso, hechos en los que Dios ha intervenido salvando a un pueblo.

Después, en la época de Franco, la policía vino a tirar todas las barracas, tuve que hablar con Muñoz Grandes, un follón tremendo. Yo llamé a Don Casimiro Morcillo al que había conocido cuando estaba en Cursillos, le dije que estaban haciendo una injusticia, porque había por una parte una ley de Camilo Alonso Vega -me parece- que prohibía a los ambulantes y quinquis, porque ya habían hecho el barrio de Las Uvas; los quinquis se encontraron con dos leyes: que no podían tener barracas y tampoco les permitían a los ambulantes, entonces se encontraron con una situación gravísima. Total que llamé a
Don Casimiro, el secretario se puso y me decía: ¡que no, que no puede venir Don Casimiro! Yo le decía: tiene que venir aquí porque tiene que salvar a esta gente, les van a dejar en la calle. Total, el milagro fue que Don Casimiro se pone al teléfono y dice: ¿Qué pasa? ¿Dónde es esto? Y se presentó allí, se presentó en un "600". Cuando se lo dije al jefe de la Guardia Civil se quedó sorprendido. Habían tirado la barraca de Carmen, en la zona donde estaba Carmen. Le digo: ahora va a venir aquí el Sr. Arzobispo.

No se lo creía. Y, efectivamente, llegó. Se montaron en los jeeps con las ametralladoras, montaron en unos camiones todos los obreros que iban a tirar las chabolas, y, efectivamente, en cuanto vio el capitán que había llegado el Arzobispo, se marcharon.

El Arzobispo entonces estuvo visitando el grupo, la comunidad que ya habíamos formado; estuvimos con él rezando, cantando, y se quedó sobrecogido. Entró en mi barraca, se puso a llorar y me dijo: Kiko, desde hoy mi casa -el palacio arzobispal- estará siempre abierto para ti. Llamó al párroco y le dijo que nos dejara celebrar la Eucaristía en la parroquia de la colonia Sandy, un barracón entonces que hacía de parroquia; que nos dejara celebrar la Eucaristía allí con las dos especies, con los gitanos.

Un milagro grandísimo. Y nos ha apoyado siempre Morcillo. Se quedó impresionadísimo y nos dijo: esta experiencia tenéis que llevarla a las parroquias y con el párroco al centro. Ya vale ¿no?

Cristina:
Ya vale. Y desde entonces seguís repitiendo ese método......

KIKO:
Allí entre los pobres se dio una respuesta, algo impresionante, vimos aparecer ante nosotros, primero una síntesis teológico-catequética, un Kerygma, la Noticia. La Noticia es que Cristo ha vencido la muerte. Me acuerdo una vez que me dijo un gitano, un quinqui, que fuera a su chabola que quería que hablara a todos los quinquis que había allí. Yo nunca he querido hablar, total que llego allí, las paredes todas negras porque no había luz y utilizaban el carbunco, esto de los mineros; empiezo a hablar un poco y se levanta una gitana con muchas faldas de colores, que era la jefa, la madre de éste que me había dicho que fuera, y me dice: yo lo único que sé es que mi abuelo ha muerto y no lo he vuelto a ver más en casa, cuando Vd. vea un muerto que viene del cementerio le escucharemos. ¿Vd. ha visto a un muerto que viene del cementerio? Así me dijo, pragmáticamente, y me dejó boquiabierto. -Vd. no lo ha visto ¿no? Pues nada, vámonos. Todas las mujeres se levantaron y se acabó la reunión. Yo había leído por la mañana -leía muchísimo la Escritura- algo que dicen los Hechos de los Apóstoles, cuando el gobernador Festo le dice al rey Agripa: "tengo aquí un prisionero muy interesante, me gustaría que tú le escucharas. Habla de un muerto que dice que vive". O sea, de todo lo que había hablado Festo con Pablo (que hablaba mucho con él a ver si le podía dar dinero, etc.) la única cosa que sacaba de lo que Pablo le hablaba era que un muerto había venido del cementerio, exactamente lo que aquella gitana pedía como único testimonio para seguirme escuchando.

O sea que hay un centro: Cristo ha vencido la muerte. Dice la Epístola a los Hebreos que "por el temor que los hombres tenemos a la muerte, durante toda la vida estamos sometidos a la esclavitud del demonio" entonces Cristo ha tomado la carne y la sangre para quitarle al demonio este poder que tiene sobre los hombres. Los hombres, por el miedo que tienen a sufrir, se divorcian, tienen una amante, se emborrachan, roban, mienten para no sufrir. Para no sufrir la muerte profunda. ¿Y por qué el hombre tiene miedo a la muerte? Porque ha hecho una experiencia óntica: separándose de Dios ¿qué sucede? El ser del hombre está muerto; de ahí viene todo. Por eso la curación del hombre es cuando en el fondo del ser del hombre aparece el Espíritu Santo; entonces el hombre nace de nuevo. Porque hay algo que le dice: tú existes para mí. Su ser-persona viene reconstruido. Esto se da o no se da. Nosotros no predicamos cuentos chinos sino hechos. Un cristiano es un hombre que ha recibido la vida eterna, tiene dentro vida eterna, tiene la naturaleza misma de Dios.

Cristina:
Kiko, y si hay uno ahora que te está escuchando, que se va a separar de su mujer, o que se va a quitar la vida, o que ha tirado la toalla porque tiene pena, o que abraza a otra mujer que no es su mujer porque realmente tiene este temor a la muerte y se aferra a la belleza, ¿qué tiene que hacer para ver a Ése que ha resucitado que dices tú que has visto?

KIKO:
La fe viene por la predicación. Dice San Pablo que Dios ha querido salvar al mundo a través de la necedad de la predicación. Así lo traduce la Biblia española. Pero si vamos a ver el griego, la palabra no es predicación sino "Dios ha querido salvar al mundo a través de la necedad del Kerygma" porque la palabra Kerygma significa la Buena Noticia, la noticia concreta, la noticia que salva al mundo: que Dios ha enviado a su Hijo al mundo para que los hombres puedan cambiar de vida y puedan ser resucitados de la muerte, para que se les pueda quitar la muerte dentro. Un cristiano no muere nunca más, tiene dentro ya vida eterna. Cuando hemos sido bautizados todos, preguntaba el cura: ¿Cómo se va a llamar? Rodolfo. Rodolfo ¿qué pides a la Iglesia de Dios? Y decía el padrino: La fe. Preguntaba el cura: y ¿qué te da la fe? Y contestaba: la vida eterna. Pero la vida eterna es la vida eterna ahora. El que tiene dentro vida eterna quiere decir que tiene dentro una vida que ha vencido la muerte. Cristo resucitado le ha dado a participar de la victoria sobre la muerte; el que tiene dentro vida eterna puede amar a su mujer más allá de la muerte, aunque la mujer sea su enemigo. Por eso el matrimonio cristiano es indisoluble, por eso el amor al enemigo es el signo de los cristianos.


Cristina:
Miraros a vosotros es ver esto, es ver gente que antes era alcohólica y que de repente ya no lo es; gente que se odiaba y que de repente se ama; gente que no creía en nada y que de repente...

KIKO:
Pero no porque seamos buenos sino porque Cristo nos ha dado de su naturaleza, gratis.

Cristina:
¿Y qué le dices a ése que no conoce eso?

KIKO:
Tiene que ir a escuchar la palabra de Dios, tiene que ir a escuchar el Kerygma. Si la salvación del mundo viene a través de escuchar la predicación... porque la predicación no es un sermón, es esta noticia.

Cuando él la escuche, si la cree, si se quiere adherir a ella, Dios le dará la fe que es un don que Dios quiere dar a los hombres, pero no la puede imponer Dios a los hombres. Por eso, hay gente que está hecha polvo, le invitamos a que venga a escuchar el Kerygma y ahí se da el milagro: o recibe la fe o no la recibe. Nosotros le anunciamos la buena noticia: que Dios no le ha juzgado, que Jesucristo ha dado la vida por él cuando es pecador, no cuando es bueno. La gente piensa que si no deja el pecado Dios no le quiere. ¡Todo lo contrario! Cristo ha muerto por mí cuando yo era un malvado. "Si cuando éramos enemigos de Dios -dice San Pablo- Dios entregó a su propio Hijo a la muerte" y le matamos a su Hijo porque no queríamos nada con Dios "ahora que Cristo está vivo ¿cómo no nos dará todas las cosas?" O sea que Dios no ha juzgado nunca a los hombres, ha ofrecido a su Hijo para que, en su Hijo, los hombres puedan cambiar de vida, realmente cambiarla, gratis.

El hombre más perdido tiene acceso a una vida nueva realmente; pero ¡realmente! Nosotros vemos milagros a nuestro alrededor constantemente por el poder de la predicación, porque Jesucristo nos acompaña: "Id, que Yo estoy con vosotros" Enviamos catequistas itinerantes sin dinero, sin bolsa, sin nada, que van por las parroquias y van por las casas, de dos en dos, anunciando la Buena Noticia; el que nos acoge y nos escucha cambia su vida, porque reciben inmediatamente la fe. La fe es un don, una virtud sobrenatural; es un don que viene del cielo y hace de nosotros una nueva creación, nos hace hijos de Dios.

Cristina:
Kiko, tengo aquí a José Luis Restán al que seguramente conoces, que es Director de la
programación religiosa de COPE, que también te quería hacer alguna pregunta.

José Luis:
Yo estoy encantado escuchando lo que dice Kiko Argüello, y reconociéndome, a mi manera, en todo lo que él está contando. Me estoy diciendo: esto también en cierto modo es mi vida. Y estoy pensando ahora en que esto sucede desde hace dos mil años en un lugar que es la Iglesia, que ahora mismo tantas veces tiene una especie de rostro antipático en nuestro mundo, en nuestra sociedad, en las portadas de los medios. Y a mí me gustaría que Kiko nos hablara de la Iglesia, nos dijera una palabra.



KIKO:
Lo más importante es que este Camino Neocatecumenal que la Iglesia ahora reconoce, no como una Asociación ni como un Movimiento, sino que somos una Iniciación Cristiana, un Catecumenado post-bautismal que el Papa ofrece a los obispos para ayudar a reforzar la fe de los cristianos normales, porque hoy estamos en una sociedad donde realmente necesitamos... El primer encuentro que tuvimos con el Papa en Castelgandolfo nuestro equipo Carmen, Mario y yo, que nos invitó a la Misa por la mañana, estábamos nosotros tres solos con él; terminada la Misa salimos y él se quedó rezando delante del sagrario. Salió y nos dice que durante la Misa, delante de él había visto: ateismo-Bautismo-catecumenado. Yo me quedé sorprendido, me parecía que se había equivocado porque normalmente los catecúmenos eran los que se preparaban al Bautismo. Pues no; él lo vio puesto al revés: ateismo-Bautismo-catecumenado. Después nos hemos dado cuenta por qué decía eso. Él, que es un filósofo que viene de la filosofía de Hussler, de la fenomenología, había hecho una experiencia en Polonia en la que, frente al ateismo marxista, frente al ateismo moderno, ha visto tantísima gente bautizada que han sucumbido. Se había dado cuenta entonces que era necesario a los bautizados darles un catecumenado. Y precisamente lo dijo en una parroquia de Roma; estando con las comunidades neocatecumenales.

Dijo el Papa: "Yo veo así la génesis de vuestro neocatecumenado. No sé si Kiko u otro han pensado: ¿de dónde le venía a la Iglesia primitiva la fuerza para resistir al paganismo (en medio de la globalización del Imperio romano que era entonces en todo el mundo conocido) y de dónde viene la debilidad de la Iglesia de hoy? Y han encontrado la respuesta: en el catecumenado" Por eso ha sido el Papa el que ha querido los Estatutos, por eso nos ha apoyado siempre, porque ha encontrado en nosotros algo que él siempre ha dicho: que los carismas y la Institución son coesenciales en la Iglesia.

Ha encontrado en nosotros algo que él ha sentido profundísimamente: es necesario absolutamente hoy reforzar la fe de los cristianos.

Y este catecumenado nosotros lo vivimos en pequeñas comunidades, en comunidades cristianas (la Virgen nos ha dicho de hacer pequeñas comunidades... etc.) El gran milagro es que los cristianos vivan hoy su fe en una comunidad, eso es impresionante. Hay muchos cristianos que viven su fe individualmente, van a Misa, etc. pero tener una comunidad cristiana que es el Cuerpo de Cristo Resucitado es una cosa impresionante, las familias son salvadas. Si una familia de una comunidad entra en crisis los hermanos se levantan por la noche a rezar, van a hablar con ellos, llaman a los catequistas, hay una comunidad. Pero no comunidades marginales a la Iglesia; la parroquia se transforma en una comunidad de comunidades.

Tenemos parroquias con 30 comunidades, 20 comunidades, y cada una tiene su presbítero, tienen sus catequistas itinerantes, tienen su didáscalo, su ostiario, cada uno tiene su lugar en la comunidad cristiana. O sea, retornamos al modelo primitivo. El Papa precisamente, en el Simposio de los obispos de Europa, en el año 85, después de hacer un análisis detalladísimo de la secularización de Europa y de la apostasía de Europa, dice que "hay que volver al modelo primitivo" y dice que "hay que estar atentos al Espíritu Santo porque el Espíritu Santo ya está respondiendo a esta realidad" e invitaba a los obispos a dejar esquemas atrofiados y a ir allí donde vean que surge la vida, donde el Espíritu Santo está actuando para ayudarlo. Porque es el Espíritu Santo el que salva la Iglesia, no soy yo ni ninguno de nosotros.

Cristina:
Kiko, habrás visto que esto no ha sido una entrevista. Yo he estado escuchando y tengo que dar gracias de que existas, de que Dios te haya puesto...

KIKO:
Yo soy un pecador y un desgraciado...

Cristina:
Sí, bueno, pero así mismo como eres...

KIKO:
Bastante hipócrita y pobrecillo...

Cristina:
Tal y como eres de hipócrita y de pobrecillo...

KIKO:
Gracias a Dios tenemos muchas persecuciones y las seguiremos teniendo.

Cristina:
Alegras el corazón de un pobre periodista. Llevamos un año, Kiko, que cuando no vamos de Gescartera vamos a N. Jersey, y cuando no vamos de los curas pederastas, vamos a otro punto...

KIKO:
De todas maneras... quizá no he respondido bien, más concretamente, al que me ha preguntado. La Iglesia para nosotros ha sido siempre una madre, absolutamente. En la Curia, en todas partes hemos encontrado una madre que nos ha ayudado, nos ha sostenido: en Pablo VI, en Juan Pablo II, en la Congregación del Culto que nos han apoyado. Siempre, sorprendentemente hemos encontrado una madre. ¡Si éramos unos pobres nosotros! ¿Quiénes éramos nosotros? No somos nadie.

Hemos encontrado apoyo en Morcillo que nos ha defendido frente a todos. Tuvo una reunión de curas en Madrid (porque tenía contra nosotros 27 acusaciones de herejía) pues me dejó hablar, y va y dice delante de todos los curas: "que sepas Kiko que lo que estás diciendo es absolutamente de la Iglesia, y si alguna vez alguno te ataca, el obispo es el escudo de la fe, tú vienes a hablar conmigo" lo dijo delante de todos los curas allí. Nos han echado de tantísimas parroquias, no entendían; nosotros decíamos que había que celebrar la Eucaristía del Domingo en comunidades -¡ah! ¿qué os creéis vosotros...?

Hay que salvar la comunidad cristiana, la Eucaristía es fundamental para fortalecer nuestra fe.

No somos sólo nosotros los que damos culto a Dios en la Eucaristía, es Cristo mismo el que viene en medio de nosotros a ayudarnos porque se da cuenta que hoy vivir la fe en el mundo es difícil. Nos da su Cuerpo; su Cuerpo con el que ha subido a la cruz nos lo da para que nosotros podamos vivir la cruz de nuestro día, nos da su Sangre para que podamos también nosotros derramar nuestra sangre. Vemos en la Eucaristía un amor... ¡y nos sienta a su Mesa! El mismo Cristo pasa a servirnos en la figura del presidente, del presbítero. Así que los paganos que están viniendo a las comunidades se quedan sorprendidos del amor de Dios.

Cristina:
Pues esto pasa hoy en día: los paganos vienen a las comunidades y se quedan sorprendidos del amor de Dios. Muchísimas gracias Kiko por habernos hablado esta tarde.

KIKO:
Oye, que reces por mí que lo necesito.