II convivencia de cantores.
 Madrid, marzo 1978.
Kiko Argüello.

 

Que el Señor nos conceda humildad para este servicio
 y poder expresar en el ambón los sentimientos del salmista
para ayudar a la asamblea y esto es solo gracia.
La Paz


El cantor
Este servicio es importante en la comunidad. ¿Qué misión tiene el cantor en
la comunidad?: ayudar a los de fe más débil, la música acompaña y sirve a
éste, acompañar a la palabra.

El canto es un sacramento (signo visible), es una forma por la que la
comunidad dice a Dios, mediante signos, que la Palabra proclamada ha sido
fecunda, que ha cumplido su misión en medio de nosotros.


Dice la Escritura que la Palabra de Dios es como la lluvia que cae sobre
tierra y siempre la fecunda, nunca vuelve a Dios vacía. La respuesta a la
Palabra en la asamblea es el canto. Siempre que cantamos Palabra de Dios, se la devolvemos hecha carne, hecha canto, cantada a una voz.


¿Cuál es la misión de la Palabra en la comunidad?. La Palabra crea la
comunión, la koinonía, el amor entre nosotros. Los amigos cuando se lo pasan bien cantan juntos, no así los enemigos. De alguna forma la Palabra logra ponernos en comunión. El canto crea la comunión. Tiene la misión de hacer de la pluralidad, suma de personalidades individuales sin comunión interior, la comunidad. El canto expresa lo que hace la Palabra en medio de la pluralidad.


La primera expresión en la comunidad, los primeros berridos, son los cantos, que preanuncian que se empieza a crear la comunión. Cuando se está en crisis no se canta. Por eso, dime cómo canta una comunidad y te diré que espíritu tiene.
 

El cantor ayuda a que la comunidad cante, enseña los cantos. El cantor expresa que la comunidad nunca subsiste sin Cristo que la fecunda, la perdona, la conduce por el camino que va al Padre, El está con nosotros, suscita catequistas, nos lleva paso por paso.


La comunidad no puede cantar sin su cabeza, Cristo. El solista representa a Cristo; la comunidad responde al solista. Ningún salmo se canta sin estar unido a Cristo.


Todos tenemos un acusador, satán, te quiere convencer que tú eres un cerdo, un imbécil, que estás neurótico, que nuca cambiarás de vida y te invita a largarte de aquí. Que te vayas y te dejes de cristianismos, nos dice que Dios no puede querernos. El abogado, el que nos defiende, es el Espíritu Santo paráclito. Nos dice lo contrario: Cristo ha muerto por todos los pecados. Para salvar al pecador.


La fuerza del pecado es la ley, dice San Pablo; paga, no tienes salidas, el pecado te aplasta como una losa, te mete hasta el fondo. La imagen de Cristo es que ha muerto por los pecados. La imagen de Jesús en la cruz significa que cuando te sientas oprimido por el pecado, me sienta cercado, la ley me condena, Jesús ha dado la vida por la Ley, Dios me acepta, no me rechaza, me vuelve a perdonar, tengo en Jesús una luz para mis pecados, Jesús ha abierto un camino, es el único que me quiere pecador, no quiere que peque porque el pecado me destruye. Viendo a Cristo conozco a Dios, Cristo intercede, hace de puente, comunica a Dios, el Espíritu de Dios, que me ama. Por eso Cristo canta con nosotros, dice en el salmo 16: "los enemigos me acusan: venga de Tí mi sentencia, los demás me condenan, Tú ves la rectitud, soy inocente, tengo...."; Jesús reza con nosotros. Nos permite decir: "Tú me escrutas por la noche y ves que no tengo malicia en mi corazón". Jesús se ha hecho uno contigo, se presenta ante el padre unido a ti. Jesús muere, se hace carne conmigo, se ha hecho Kiko, pecador.


Nunca cantamos la Palabra de Dios sin Jesús. Tú sabes que no hay malicia en mí, puedo decirlo porque Cristo está cantándolo conmigo, me acompaña. Hay una parte que la canta el solista. La comunidad unida a Cristo remacha. Es importante que el cantor haga el servicio con un mínimo de humildad:"la humildad es la verdad" (Sta. Teresa).


La música es a la Palabra lo que el Espíritu al cuerpo. Cada palabra tiene una música, la música es el tonillo. Al hablar lo hacemos con una música. Lo que nos molesta a veces es el tonillo (¡Nos dice la cosa con retintín!...). Cada palabra tiene una música. Esa música, es el espíritu de la palabra, como el cuerpo, y que procede del espíritu del hombre, de cómo lo sienta, por eso el que habla, por su música se puede conocer si suena a falso, pues es difícil engañar, pues no depende de la razón sino del subconsciente, no la puedes controlar.


Uno se enrolla porque quisiera decir la verdad pero no la dice, no da de lo de dentro y se le nota. Otro, el neurótico, todos los días contando batallitas. Otro, habla y todos le escuchan, cuenta sus vivencias, nos damos cuenta de que al hablar da algo, todo el que se da aporta, da algo.


Cuando uno se enrolla...¿Qué quiere decir que se enrolla?: que envuelve, intenta camuflar sus palabras, y se nota. La música de las palabras no se puede cambiar. Por eso lo lectores de la Iglesia no eran gente de la radio, en primer lugar porque no había; se elegían entre los que tenían fe, que podían testificar el Evangelio. Cuando lo proclamaban metían su música, su vida.


Cuando la comunidad llegue a su madurez surgirán ministerios según su fe. Todo esto es para decir que con la Palabra cantada es peor. Todo cambia cuando se habla con el Espíritu. De lo contrario al hablar uno dice su verdad: que es un pecador,..., y no hay quien lo aguante.


Cantar es difícil, no porque haya que vocalizar, etc., sino porque es difícil expresar lo de dentro, mostrar el contenido del Evangelio. Os invito a cantar en la Verdad, que sale siempre del corazón, para no ser signos de vuestro pecado. La música no se puede camuflar. Se va a descubrir en el camino el servicio de salmista, importante y difícil.


¿Cómo se forma un cantor?: el cantor se va formando conforme vive su fe. Hacer buenos cantores es hacer gente que viva el cristianismo. Conforme vive su fe, crece su posibilidad de decir.


Ahora que hace falta un mínimo de voz, aunque lo importante es que se sienta, y no se siente porque uno quiera, se nota si uno está afectado, canta con afectación. En la asamblea cristiana no había este ministerio.


Es importante la postura, pues quita si no el respeto a la Liturgia, porque hay una presencia; con el cuerpo se dice aquí está Cristo. Estamos en el nombre del Señor, haciendo un servicio, está el Espíritu del siervo sufriente. El cantor es el que tiene más Espíritu de este siervo, y posibilidades de exultar. El canto es la expresión religiosa más alta, más que el templo, la música. Todas las religiones tienen sus cantos. Cantar con todas las fuerzas, alzando la voz a Dios. El canto es a la Palabra lo que el Espíritu es al cuerpo... como la danza expresa el amor comunicado, es una forma de sentirnos unidos al hombre, una asamblea que expresa lo que hace el Espíritu Santo. Vamos a un tipo de asamblea comunitaria.


El Señor nos llama a convertirnos a cantor, a trabajar nuestro servicio, conocer un mínimo la guitarra.


Lo más importante del canto es lo que lo conforma, la forma de decir, el músico viene detrás al servicio del Espíritu. El cantor es un instrumento al servicio del Espíritu. Tenemos la responsabilidad de que no se cante de cualquier forma, por eso hay que aprender bien los cantos, cantarlos cercanos a nosotros los catequistas, ya que el Señor nos los ha inspirado para abrir este carisma.


 


El Carisma del Salmista-Cantor


Apuntes de una catequesis de Kiko en convivencia de cantores en Roma
16 Marzo  1980.
 

Está surgiendo un nuevo carisma, un nuevo servicio a la Iglesia: el Salmista-Cantor. Es el carisma de David, quien desde dentro de su pueblo y con su pueblo ha elevado al Eterno el grito de la súplica y de la alabanza.


Es el carisma de Nuestro Señor Jesucristo, verdadero y único Cantor, que desde dentro de nuestra condición humana, para nosotros y en nombre de todos nosotros, ha elevado el "sacrificium laudis" al Padre de la Misericordia, con corazón y labios puros que han confesado su amor.


El canto es muy importante en la comunidad cristiana. En muchos de los Ritos cristianos antiguos -lo mismo ocurre en los hebreos- toda la liturgia es cantada. El canto expresa la verdadera naturaleza de la Iglesia: pueblo orante y exultante, reunido por la palabra de Dios en el Amor. El fruto de la Palabra, bajando como rocío y tomando posesión de la asamblea, ha producido -amor, comunión fraterna- vuelve a Dios subiendo hasta lo alto como suave perfume en forma de canto a una sola voz, "con un solo corazón y una sola alma".


Vosotros estáis llamados a reconstruir la asamblea que canta, que "expresa con el canto la exultación del espíritu" (Pregón pascual). ¿Dónde encontramos hoy una asamblea así?


Pablo VI, en una serie de catequesis tenidas los miércoles desde el 8 de julio al 15 de septiembre de 1976, dedicadas al tema de la reconstrucción de la Iglesia en la presente generación, ha afirmado: "Hay que construir la Iglesia... lo repetimos, la Iglesia debe ser construida en el siglo presente... Nuestro tiempo necesita reemprender la construcción de la Iglesia, sicológica y pastoralmente, como si comenzara de nuevo, "da capo" por decirlo así, a regenerarse...


Hay que volver a levantar el templo del Señor. ¿En dónde? ¡En nosotros. En nosotros habita el eterno! "La Palabra se ha hecho carne y ha puesto su Tienda entre nosotros". Nosotros somos la "Tienda de la Reunión", el "Santuario de su Shekináh"! (de su Presencia!). Hay que restaurar en el Templo del Señor un culto espiritual, un sacerdocio real y profético. Por eso estamos abriendo un camino de retorno para los alejados, para los ateos.


Hay que reconstruir la casa para acoger a los alejados. El carisma del Salmista-Cantor es fundamental en esta obra de reconstrucción. El Señor os confía una misión en la reconstrucción de la Iglesia en la presente generación.


Salomón construyó el templo y se preocupó de los cantores, y antes que él David, sobre todo. Es una cosa nueva a la que Dios nos está llamando. No tenemos una tradición, porque este carisma se había perdido prácticamente desde hacía siglos en la Asamblea cristiana (existía tal vez el maestro de coro que enseñaba los cantos de iglesia a los demás, pero aquí no se trata de esto). Ya no sabíamos lo qué es "expresar con el canto la exultación del espíritu". Entonces tenemos que buscarlo, inventarlo, tras las huellas de la experiencia más antigua de la Iglesia, y según lo que el Espíritu Santo está suscitando en nuestras comunidades.


El canto es la expresión más alta de la experiencia del espíritu religioso. La música es a la palabra lo que el alma es al cuerpo. Toda palabra tiene una música, es decir, un alma. Se pueden decir las mismas palabras con música diversa y el significado cambia. La música lo dice todo, más que la palabra. Es precisamente su aliento, su alma. De esa música tú no eres consciente cuando pronuncias la palabra. Por eso es difícil que puedas engañar: la música que pones sin darte cuenta en la palabra expresa lo profundo de ti... si eres verdadero, auténtico o no! La música se te escapa, no puedes dominarla, te traiciona...


He ahí la importancia de la música que acompaña y anima la palabra. Esto vale para el hablar normal (conversaciones, ruedas de experiencias, catequesis, ecos de la Palabra, etc.) En este nivel hablas y hablas.. y no dices nada, aburres, cansas, o bien hablas y agarras los corazones, no cansas, porque transmites un espíritu, una vida, de lo profundo... Cuando uno habla como un disco... se desconecta, pero cuando habla con "música espiritual" te está dando el alma, el amor , la vida. Si esto vale tratándose de la palabra simple, mucho más tratándose del servicio de cantor y también de lector de la comunidad.


El problema de fondo es que para cantar y leer como se debe se necesita fe. Por eso no todos pueden cantar o leer. Hay cantores y lectores estupendos a los que les falta algo: el 'pathos', el sentimiento, no comunican nada.. No han recibido el carisma los que leen o cantan con una técnica perfecta, sino quien tiene el espíritu, y da ese espíritu a la palabra y al canto. ¡Se trata de ser testimonios! Uno puede tener una técnica estupenda o una voz excepcional, y sin embargo cantar o proclamar como un bronce que suena... Ciertamente hace falta también un mínimo de técnica para cantar y tocar. Si no lo tienes recibes lecciones de un maestro. Indicará que amas el carisma. Pero para cantar con espíritu se requiere la conversión.¡Y para esto está el camino neocatecumenal!


Entonces el servicio de Cantor es la síntesis de tres elementos: la Palabra, la música y el espíritu (la fe) del que canta. Cantad además con humildad: sed conscientes de que no podéis engañar a la asamblea.¡Cantas con la medida de fe que tienes! Sabes que si el Señor te está eligiendo como cantor te dará este carisma. Un Padre de la Iglesia decía "¡Nunca debemos dejar de hacer el bien por miedo a la vanidad!" Satanás te acusa:¿No ves que eres un vanidoso, que cantas para construirte a ti mismo? Y con falsa humildad te hace una mala jugada. Mas tú humíllate y confía en el Señor.


Antes de cantar ponte en la presencia de Dios. Piensa en El. Piensa que no cantas para agradar a los presentes. Tú proclamas (el canto es una proclamación) ¿a quién? ¡a Dios! Vete al atril y disponte a cantarle al Señor. Al atril: un atril sólido como un trono, ¡como el Sinaí! desde el que Dios ha proclamado la Palabra de vida para nosotros. Amad a la Palabra: amor a la Palabra, y a lo que la contiene: el Libro, y lo que la sostiene: el atril (ambón!). Por el cuidado y el respeto a estos signos se ve vuestro amor a la liturgia. Y en la liturgia un momento fundamental es el canto, el "sacrificium laudis" (sacrificio de alabanza). En el atril tienes una actitud que expresa con el cuerpo lo que estás haciendo. Allí no ejecutas un canto de Kiko, sino que cantas una alabanza a nuestro Dios. Por eso no puedes cantar sin convertirte.


Es importante conocer bien los cantos y cantarlos sin deformarlos, cantarlos según la 'tradición'. Hay muchos que no soportan cantar como canta otro (por conflictos, por antipatías, etc.), y retuercen, añaden una nota por aquí, un acorde por allá, etc... El canto lo ha compuesto otro. ¿Qué es lo que tienes que poner tú? La expresión, el alma, el espíritu ...¡que viene de tu conversión!


Hay distintas clases de cantos: salmos, himnos, aclamaciones, etc. Cada uno tiene una estructura propia, una expresión diferente. Dice S. Agustín: cuando el salmo llora, llora tú con el salmo. Cuando ríe, ríe tú con el salmo. Cuando el salmo reza, reza también tú con él! Las notas sirven para expresar un contenido. Y así:¡"Desde lo hondo a ti grito, Señor!, ¡Señor, escucha mi voz!".


El salmo exorciza: David cantaba y Saúl se calmaba, el demonio lo dejaba. Por eso también decía S. Pablo: ¡cantad! Preparad bien los cantos de la Vigilia Pascual: preparaos y preparad también a la comunidad. Se ve la importancia de una fiesta también por esto: por el cuidado de la preparación. Los cantos particularmente importantes con tres: el Pregón pascual, Caballo y caballero, la Bendición del agua... y también el Gloria.


¿Cómo hay que distribuirse los cantos? Que haga cada canto el que mejor lo hace, por el bien de la celebración. Enseñad a los presbíteros la Anáfora y la Bendición del agua. Hay presbíteros que no se atreven a cantar, porque dicen que tienen mal oído, que no han cantado nunca. No hay nadie desentonado por principio: todos tenemos las cuerdas vocales perfectas. Está desentonando el que tiene conflictos internos. En efecto, la música tiene relación con el espíritu y frecuentemente no es más que cuestión de complejos internos. El oído se puede educar. Yo he hecho cantar a curas que decían: ¿yo cantar? ¡imposible!
Si tu presbítero dice:¡no! le debes obedecer, amarlo, dar la vida por él... De otro modo ¿cómo le mostrarás que Dios ha dado la vida por ti amándote? Cristo te ha amado a ti cuando le decías con tu vida:¡no¡, cuando eras su enemigo, te ha comprado a un precio cado derramando toda su sangre. Y ya Resucitado, vivo y rey para siempre a la derecha del Padre te envía su Espíritu Santo.


Hay una gradualidad en los cantos del camino neocatecumenal: cantado antes de tiempo un determinado canto puede ser un moralismo.
Y los cantos que nacen en las diversas comunidades tendrán que ser cribados.
¡Que el Señor os dé el espíritu de David!