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Criterios de colaboración ecuménica e interreligiosa en las comunicaciones sociales

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Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales
4 de octubre de 1989


Introducción
1. El testimonio de la fe, en el marco del diálogo público de los medios de comunicación social, se desarrolla en condiciones tales que empeña a los cristianos a unirse más profundamente en su acción comunicativa y a concertarse más directamente con las otras religiones de la humanidad, respecto a su presencia común en el seno de las comunicaciones. Los criterios reunidos en este documento han sido formulados a fin de promover una creciente colaboración entre los cristianos y con los representantes de otras religiones comprometidos en los mass media. Estos criterios tienen por finalidad permitir a los comunicadores católicos comprometidos en las comunicaciones de masa el mejor cumplimiento de su tarea prioritaria de anunciar y de testimoniar su propia fe, así como favorecer un mejor conocimiento recíproco, tanto entre cristianos como respecto a los creyentes de otras religiones.

2. La colaboración entre los cristianos y la concertación con los miembros de otras religiones que cumplen un servicio comunicativo adquieren una importancia central en las relaciones con los poderes públicos y con las direcciones de las empresas de comunicación, con el fin de preservar, promover y coordinar sus posibilidades cristianas y religiosas de expresión por estos medios. En la mayor parte de los casos, un acceso a las comunicaciones está previsto por los responsables de los medios públicos o comerciales solamente en el marco de un entendimiento entre las confesiones o las religiones deseosas de tomar parte en el diálogo público.

3. Este documento trata de la colaboración concreta y no contempla directamente las cuestiones que hacen referencia al diálogo doctrinal en las emisiones o producciones comunicativas. Está claro, por otra parte, que la doctrina y la moral católicas son puntos de referencia irreemplazables para los comunicadores católicos. Pertenece a las autoridades eclesiales competentes -en sus diversos ámbitos: local, nacional, continental y mundial- la salvaguarda del aspecto doctrinal y moral de cada actividad. Los responsables pastorales tienen el derecho y el deber de expresar su juicio y facilitar las directrices específicas al respecto. Deben valorar en cada caso los riesgos y la oportunidad de realizaciones conjuntas, teniendo en cuenta la necesidad de salvaguardar la identidad específica de las iniciativas católicas.

4. La manipulación o el proselitismo de mala ley, que se ejerce a veces en el seno de los medios de comunicación social, son incompatibles con la tarea ecuménica y con el espíritu de concertación interreligiosa, así como afirman la Palabra de Dios y también las disposiciones de las autoridades eclesiales. Hoy se asiste a la aparición de nuevos movimientos religiosos, a menudo llamados "sectas" y que se refieren a cierta forma de evangelismo, aun inspirándose parcialmente en ideologías no cristianas. Su acción se acompaña a veces de un proselitismo grávido de consecuencias y acentuado por una amplia difusión por medio de las comunicaciones sociales.

5. Cualquier colaboración tendrá en cuenta la situación pastoral de cada lugar. Los comunicadores encargados de la colaboración ecuménica e interreligiosa deben estar cuidadosamente formados, dotados de sentido de sus responsabilidades y ser prudentes.

Criterios de colaboración ecuménica en las comunicaciones sociales
6. La era de comunicación y de información, que hoy está formándose, contribuye a crear unas nuevas relaciones entre las personas y las comunidades, y exige -por parte de los cristianos- una unión cada vez más profunda por medio de una intensa colaboración.

Las iniciativas ecuménicas y la acción cristiana común se inspiran en el mensaje y las decisiones del Concilio Vaticano II; ponen igualmente en práctica las orientaciones de los ulteriores documentos eclesiales. Todas ellas ilustran la unión que existe ya entre las Iglesias y las comunidades cristianas. Una actitud así podrá hacer más creíbles la tarea y las modalidades de evangelización al servicio del Reino de Dios.

7. La colaboración ecuménica puede realizarse en todos los campos de la comunicación social, y es por sí misma un testimonio ofrecido al mundo. Dado que los medios de comunicación sobrepasan los límites normales del espacio y del tiempo, esta colaboración deberá ser a la vez local, regional e internacional.

Esta pedirá a veces, en espíritu de reciprocidad, la participación de comunicadores católicos en las producciones de otras Iglesias y comunidades cristianas, así como la colaboración de otros cristianos en ciertos programas católicos, e incluso la formación de equipos de cristianos en el seno de organizaciones seculares.

8. Las modalidades de colaboración en el sector de las comunicaciones sociales dependen en gran parte de los métodos propios de la comunicación social, que las organizaciones católicas internacionales de comunicación social tienen la tarea de dar a conocer a fin de iniciar a los Pastores y los fieles a una efectiva presencia de comunicación en el seno de la sociedad actual. La comunicación ecuménica exige, por esta razón, intercambios entre los organismos internacionales de la Iglesia católica y los otros organismos cristianos de comunicación. Esta colaboración se extiende evidentemente a los ámbitos regionales y locales, según las diferencias y las peculiaridades de cada medio de comunicación.

9. Los proyectos comunes, donde sean oportunos, tienen como finalidad permitir que los cristianos den común testimonio de Cristo. Los proyectos comunes no han de debilitar la autenticidad del mensaje cristiano y eclesial, ni limitar las iniciativas específicamente católicas.

10. La aplicación práctica de estos criterios generales exige, por parte de los católicos comprometidos en estos medios, un conocimiento profundo y una práctica fiel de la propia fe. Supone también una confianza y un conocimiento mutuos entre cristianos, gracias al respeto entre unos y otros, de cara a una puesta en común de las experiencias comunicativas. Esto implica, por parte de los servicios católicos de comunicación y de los católicos comprometidos en ella el dar una información veraz y objetiva sobre el movimiento ecuménico y sobre las otras Iglesias y comunidades cristianas. Este deber nunca puede impedir el presentar lo específico del mensaje cristiano en toda su plenitud.

La reciprocidad tropieza a menudo en cuestiones prácticas concernientes a la diferente organización del apostolado de las comunicaciones sociales, y también en los distintos medios económicos para ello. Es necesario que las autoridades pastorales tomen en consideración estos problemas prácticos y permitan un justo reparto de los recursos financieros y una armonización de los métodos de acción pastoral y de comunicación.

11. El Pontificio Consejo para las comunicaciones Sociales anima los esfuerzos actuales y futuros de colaboración ecuménica en el seno de las comunicaciones sociales.

El Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales se compromete a buscar nuevas vías de colaboración ecuménicas, teniendo en cuenta las posibilidades ofrecidas por los recientes descubrimientos en el campo de las comunicaciones sociales, de cara a evitar toda dispersión de esfuerzos en este sector de intercambios humanos, en que la organización y la programación son indispensables.

En cuanto a la colaboración ecuménica, habría que precisar prioridades mediante acuerdos recíprocos.

12. El dinamismo de las organizaciones católicas y de las instituciones eclesiales de apostalado de la comunicación social es una condición fundamental para una cooperación constructiva, así como una garantía para la salvaguarda del mensaje católico en su plenitud. A este respecto, es esencial desarrollar la formación para todos los niveles del apostolado católico de las comunicaciones sociales de las capacidades profesionales, teológicas y tecnológicas avanzadas de los comunicadores pertenecientes a la lglesia.

Una cooperación apostólica más estrecha entre las organizaciones católicas internacionales de comunicación social (OCIC, UCIP, UNDA) favorecerá una mejor colaboración ecuménica.

13. La formación de comunicadores católicos ha de incluir una seria preparación ecuménica, llevada a cabo de acuerdo con las directrices de la Santa Sede y de las autoridades locales y regionales.

14. Sería igualmente útil una colaboración entre los cristianos en el campo de los nuevos medios: especialmente la que se refiere al uso común de los satélites, las redes vía cable y los bancos de datos, y, globalmente, la informática, empezando por la compatibilidad de los sistemas.

Criterios de colaboración interreligiosa en las comunicaciones sociales
15. La era de la comunicación y de la información, que hoy se está formando, exige también -por parte de todos los que viven una creencia religiosa y está al servicio del diálogo público- un compromiso mutuo por el bien de la humanidad.

Las orientaciones de cara a una respuesta concertada de cristianos miembros de otras religiones a las preguntas formuladas con motivo de los intercambios de comunicación y de información, reflejan el espíritu de las declaraciones conciliares al respecto. El entendimiento interreligioso se basa en la voluntad común de las grandes religiones hoy existentes de afrontar las preguntas fundamentales sobre el destino humano. Una concertación seria y continua permitirá superar las inclinaciones del público hacia una sensibilidad religiosa superficial, supersticiosa o mágica.

16. Esta colaboración interreligiosa puede realizarse en todos los campos de la comunicación social. Y es en sí misma un testimonio ofrecido al mundo. Ya que los medios traspasan los límites normales de espacio y tiempo, esta concertación será, al mismo tiempo, local, regional e internacional.

Serán a veces deseables, en una base de reciprocidad, unos acuerdos mutuos entre comunicadores católicos, otros comunicadores cristianos y operadores de comunicación de otras religiones, así como la formación de equipos interreligiosos dentro de organizaciones seculares.

17. Las modalidades de colaboración en el sector de las comunicaciones sociales dependen en gran parte de los métodos propios de estos medios. La concertación interreligiosa tendrá en cuenta los contextos específicos de producción y de programación a nivel local, regional, nacional o internacional.

18. Los proyectos comunes, allí donde parezcan oportunos, tienen por finalidad permitir que los cristianos y los miembros de otras religiones den un testimonio común de Dios. Los proyectos comunes no tienen la finalidad de debilitar la autenticidad del mensaje cristiano y eclesial, ni de limitar la iniciativa específicamente católica.

19. La aplicación práctica de estos criterios generales supone un conocimiento profundo y una práctica fiel de la propia fe. Supone también una confianza y un conocimiento recíproco entre católicos, otros cristianos y miembros de otras religiones, basada en el respeto mutuo, de cara a una puesta en común de las iniciativas de comunicación. Esto requiere, por parte de los organismos católicos de comunicación y de los católicos comprometidos en ella, dar una información veraz y objetiva sobre las otras religiones de la humanidad. Esta obligación nunca puede impedir presentar lo específico del mensaje católico en toda su plenitud.

La buena concertación se enfrenta a menudo con cuestiones prácticas concernientes a la diversa organización del apostolado de las comunicaciones sociales y asimismo a la diversidad de los medios financieros disponibles. Es indispensable que la autoridad pastoral tome en consideración estos problemas concretos y permita un justo reparto de los recursos económicos y una armonización de los métodos de acción pastoral y comunicativa.

20. El Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales anima cualquier nuevo esfuerzo de concertación con los miembros de otras religiones, con vistas a promover los valores religiosos y morales en los medios de comunicación.

El Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales se compromete a buscar nuevas vías de concertación interreligiosa, teniendo en cuenta las posibilidades que ofrecen los nuevos descubrimientos en el campo de la comunicación social con el fin de evitar toda dispersión de esfuerzos en ese sector de intercambios humanos, donde la organización y la programación son indispensables.

21. El dinamismo de las organizaciones católicas y de las instituciones eclesiales del apostolado de comunicación social es condición indispensable de una colaboración eficaz y de una cooperación constructiva, así como una garantía para la salvaguarda del mensaje católico en su plenitud. A este respecto, es necesario el desarrollo, a todos los niveles del apostolado católico de las comunicaciones sociales, de la formación de capacidades profesionales, teológicas y tecnológicamente avanzadas de los comunicadores pertenecientes a la Iglesia católica.

Una cooperación apostólica más intensa entre las organizaciones católicas internacionales de la comunicación social (OCIC, UNDA, UCIP) (ver nota n. 6) favorecerá una concertación mejor con las demás religiones de la humanidad.

22. Es necesaria una formación específica de los comunicadores católicos, de acuerdo con las directrices de la Santa Sede, de cara a una concertación más calificada con los miembros de las grandes religiones en el seno de la comunicación social.

23. También sería útil una colaboración interreligiosa entre los católicos y los miembros de otras religiones en el campo de los nuevos medios: especialmente: en el uso común de los satélites, de los bancos de datos, de las redes vía cable, y, globalmente, de la informática, comenzando por la compatibilidad de sistemas.


Ciudad del Vaticano, 4 de octubre de 1989, fiesta de san Francisco de Asís.

John Patrick FOLEY,
Arzobispo titular de Neapoli di Proconsolare
Presidente.

Pierfranco PASTORE, Secretario.