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Testimonio de Manuel de Jesús Celestino: Abiertos a la Vida

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El Padre Celestino celebrando Misa en su pueblo natal

 

¡Hola, hermano!, La paz de Jesucristo resucitado esté contigo.
Mi nombre es Manuel de Jesús Celestino; soy natural de la ciudad de La Vega, Rep. Dominicana. Tengo 32 años de edad, y por gracia de Dios soy presbítero de la Iglesia católica.


Mi madre nos cuenta que, cuando nació su segundo hijo (el mayor de ocho vivos), un médico le sugirió en aquél entonces, que el intento de tener otro hijo más, era poner en riesgo su vida. No obstante, la prole llegaría a diez, de los cuales yo soy el octavo.
Hace doce años salí por vez primera de mi casa, para vivir una experiencia pastoral en distintos pueblos del país, lo cual dejaría muy marcado mi corazón como con un 'tatuaje espiritual', fijando en él todo el amor incomprensible e inabarcable que sólo puede brotar de las entrañas misericordiosas de Dios. Desde entonces, dejando todo cuanto tenía o podía llegar a tener: padres, hermanos, amigos, tierra, tener un título, formar una familia, etc, etc..., mi vida empezó a dar un vuelco maravilloso; no me ha faltado nada; pues creo haber recibido "el ciento por uno", tal y como lo promete el Señor en su Evangelio.

Después de un tiempo considerable, fui enviado a Perú, hace ocho años - casi nueve - sin saber a dónde iba. Todo era novedoso.

Mi experiencia de familia - brevemente - es ésta:
Yo crecí en un ambiente católico en el que muchas familias eran muy numerosas, lo cual era visto como una bendición; desgraciadamente hoy se ve desde un ángulo totalmente opuesto. Para muchas personas 'tener un hijo es peor que ir a la cárcel'; otros hablan de 'cuidarse' como si se tratara de una enfermedad o de protegerse de algún intruso...
Una de mis tías tuvo la dicha de ser madre dieciocho veces, de cuyas concepciones viven trece hermanos. Decir eso hoy día, puede ser no sólo motivo de escándalo, sino que suena a un mito ancestral. El resto de mis tíos, por parte de mi madre (ocho, porque de diez, el menor no se casó) tuvieron entre los seis y los diez hijos. ¡Qué bendición!. Y no era la única familia que, por decirlo de alguna manera, había hecho 'votos de crecer y multiplicarse'.
Muy parecidos son los casos de mis tíos paternos.
Hay otros tantos casos conocidos, y que podría citar... pero, sólo hablaré de algunos:

I- El actual Cardenal de Santo Domingo, y primado de América, S. Eminencia Nicolás de Jesús López Rodríguez, - nacido en mi pueblo -, es el número diez de dieciséis hermanos, fruto de un matrimonio cristiano. Según sabemos, su madre (cuando aún no nacía aquel niño que iba a traer tantas bendiciones no sólo a ella y a su familia, sino a todo el país e incluso a todo el pueblo de Dios), un médico le aseguró: 'Señora, si usted tiene ese hijo, su vida estará en juego'. Ella, empero, no tardó en buscar el consejo, del entonces muy conocido y amado por todos los creyentes de aquella región, el padre Francisco Fantino, un hombre cuya memoria aún vive en el corazón y en las mentes de muchos cristianos en diversos puntos del País. Este santo varón supo hablarle con la verdad de la Escritura: "No matarás".
Y como he dicho más arriba, no sólo dio a luz al que ocuparía el décimo lugar en la familia, sino que después de él tuvo la gran felicidad de concebir seis hijos más. De esta manera, el esposo de esta 'heroína' vería cumplido en él la bendición del salmista cuando dice: "Tu esposa será como parra fecunda en el secreto de tu casa. Tus hijos, como brotes de olivo en torno a tu mesa". (Sal 128,3)

II- Otro ejemplo, es la familia "De León - Almánzar", también de mi pueblo natal, bendecida con una prole de catorce vástagos; entre los cuales hay profesionales a 'todo nivel y para todos los gustos'; el noveno es un gran presbítero, mi hermano Francisco Antonio, a quien conozco desde que éramos muy niños y estimo muchísimo, y quien ha sido un verdadero hermano en todo momento. Actualmente es párroco en la iglesia Santa María Reina (Sto. Domingo) y, al mismo tiempo, formador en el seminario San Agustín, en cuya casa recibió la formación al sacerdocio.



Visto todo esto a lo mejor me objetarás: ¡Eso era antes; hoy, los hombre postmodernos somos mucho más educados!, ¡ya pasó de moda la 'época de los cuyes'..., estamos en el siglo XXI ! ¡La gente de hoy piensa de otra manera! ¡Es que antes no había televisión! ¡No teníamos los programas de control de natalidad! ¡Hoy día la gente está mejor y más preparada...!
Puede ser! No obstante, escucha esto: Yo conozco muchísimas familias que, gracias al espíritu renovador de las comunidades neo-catecumenales que han surgido en nuestra Iglesia, en donde se han encontrado con una liturgia viva y cristocéntrica, con una predicación existencial y fiel al magisterio eclesiástico, con un desarrollo pedagógicamente progresivo de la fe, como fruto del Concilio Vaticano II; y esto en un momento cuando ya sus vidas estaban casi destruidas por el odio, el rechazo, el egoísmo, la violencia, la infidelidad, etc., etc..., estas familias han sido alcanzadas por el anuncio del Evangelio. Una palabra les ha llevado a reencontrarse con la Verdad, generando en ellos un cambio de vida muy profundo.
Estas familias hoy viven una alegría envidiable. Se da una verdadera relación conyugal y filio-paternal con un amor y respeto impresionantes. Lo que antes era un infierno hoy es un lugar en donde se respira diálogo, comprensión y paz. Muchos de estos matrimonios estaban cerrados a la vida durante años, y han descubierto cosas maravillosas: "Dios es Amor y es Vida". Muchas de estas mujeres se han recanalizado (= desligado las trompas) y ¡han tenido hijos! Han hecho la voluntad de Dios, y recibieron la prueba de que lo que hacían era agradable al Señor.

III- Entre ellos están Wilfredo y Ninoska, un matrimonio de la primera comunidad y catequistas desde hace mucho tiempo de la parroquia San Gabriel, Sto. Domingo. Ellos afirman que su hija menor, nacida después estar ellos muchos años cerrados a la vida, ha venido a reconstruir su matrimonio y su familia. Dicen de ella que es 'más cuerda que todos los mayores' (siete).

IV- Similar es el caso de César y Josefina (parroquia Sta.María Reina), un matrimonio que (con cuatro hijos, hoy cinco) se abrieron a la vida después de dieciséis años y recibieron a la nueva hija, la alegría de toda la familia, "María Reina", quien ya está por los diez años. Y así hay un montón de familias que hoy viven una fe auténtica.

V- No puedo olvidarme de Francisco y Jaqueline. Ella se ligó las trompas cuando tuvo dos hijos. En el momento parecía lo normal, es la moda... Después de un tiempo recapacitó y se recanalizó (= desligó las trompas). Ya tienen un tercer vástago. Después de verlo, ¿quién dice no querer tenerlo?.

La herencia que da el Señor son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas (salmo 126,3).

Manuel de Jesús Celestino