Un rayo le atravesó el cuerpo pero no quedó muerta. Jesús le dijo: «Vas a tener tu segunda oportunidad»
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El
testimonio en formato pdf
Tras ser alcanzada por un rayo que atravesó
su cuerpo, la doctora Gloria Polo ha vuelto a la vida. Pero antes, estuvo en
las puertas del Cielo, del Infierno, y conoció el purgatorio, donde recibió
la misión de contar todo lo que había visto y oído “mil veces mil”.
Un rayo le atraviesa el cuerpo
Cinco de mayo de 1995, son las 4´30 de la tarde y llueve a raudales. La
odontóloga colombiana Gloria Polo camina por los jardines de la Universidad
Nacional de Bogotá acompañada Por su marido y su sobrino. De repente, un
rayo les alcanza a su sobrino y a ella. El joven muere en el acto, y ella
entra en paro cardiaco.
El rayo atraviesa su cuerpo, quemando a su paso varios de sus miembros y
órganos internos. Las experiencias místicas que Gloria vive a partir de ese
momento son difíciles de digerir.
Hasta la fecha, había sido una mujer católica que apenas participaba de la
misa dominical y vivía en el sincretismo religioso, ya que era adicta a la
Nueva Era.
Además, defendía el aborto y llegó a financiar muchos de ellos. Tras
regresar a la vida después de aquellas experiencias, la doctora no ha vuelto
a ser la misma. Recorre el mundo contando lo que vivió e invitando a la
conversión. "Quiero ir al Cielo, pero no sola, sino con todos vosotros",
confiesa.
- ¿Qué recuerda que le pasara después de que la alcanzara el rayo?
- Me envolvió una luz muy blanca, llena de amor. Sentí una paz y
una alegría maravillosas. No sé por qué nos han hablado de la muerte como si
fuera un castigo. Estaba libre del tiempo y del espacio y, tan llena de
amor, que sentía que se me desbordaba. Comencé a ascender en esta luz y me
encontré con el corazón de Jesucristo, que estaba herido.
»Esta herida era la entrada a un jardín y un lago. Empecé a desear
fervientemente entrar a aquel lugar. Pero no podía porque no estaba en
gracia de Dios. Sentí el dolor de Jesús. Que toda mi vida me había buscado
para que volviera a Él, enviándome sacerdotes y personas de oración. De
repente, empecé a escuchar los gritos de mi marido, que me pedía que
volviera, y el Señor me devolvió a la vida.
- ¿Qué ocurrió cuando volvió a la vida?
- Encontré mi cuerpo sin vida en una camilla. Fui operada por el
doctor Mario Daniels, pero en una de las cirugías, mi corazón dejó de
latirme encontré de nuevo fuera del cuerpo. Vi salir de la pared del
quirófano un gran número de personas que tenían una mirada cargada de odio y
maldad.
»Me di cuenta con horror de que eran todos los pecados que había cometido
desde mi última confesión, cuando tenía 13 años -en ese momento contaba con
36-. Vi que los demonios venían a buscarme, porque había aceptado sus
ofertas de pecado. Huí aterrorizada y me precipité al vacío. Empecé a bajar
de la luz a la oscuridad y vi a mi alrededor pequeños nichos, como celdas.
- ¿Qué vivió entonces?
- No puedo describirlo exactamente porque supera mi capacidad. Lo
que cuento es Io poco que he sido capaz de comprender. En las celdas
superiores, había miles de personas vestidas del Cordero. Emanaba una luz
tan radiante que no pude verles el rostro, pero se me concedió una
inteligencia superior para comprender que su luz provenía de todas las
eucaristías que habían recibido en la vida terrenal. Estaban felices en la
oración y la glorificación de Dios.
»Vi a mi madre difunta que también estaba revestida del Cordero. Había sido
una mujer humilde y sin estudios, pero eucarística y enamorada del Señor,
hasta tal punto, que amaba por su causa a sus enemigos, el primero de los
cuales era su marido: un borracho y mujeriego. Mi madre vivió sin rebelarse
el trabajo de educar siete hijos que siguieron los pasos de su padre.
»Continué descendiendo y llegué a unos pantanos donde había almas que en
vida habían entregado el cuerpo a los placeres, allí vi a mi padre que
gritaba de vergüenza y dolor. "Papá, - le dije-, ¿qué haces aquí?". Él me
contestó llorando: "Hija mía, el adulterio, el adulterio". Su mayor tormento
era ver las consecuencias negativas que había tenido su mal ejemplo en sus
hijos, que también eran adúlteros y bebedores. Sin embargo, le aliviaba la
gratitud hacia mi madre: "Me salvé gracias a los 38 años de oración de la
santa mujer que Dios me dio por esposa", le oí decir.
»De repente se abrió un torbellino que me absorbía, pero fui sujetada por
los pies por san Miguel Arcángel, quien frenó mi caída. Entonces oí el
rechinar de diente, llantos y gemidos de un gran número de ánimas. Cuando vi
estas almas en un sufrimiento tan atroz que yo no creía merecer, reclamé mis
derechos diciendo: “Por favor, yo nunca he robado ni matado, no he hecho
daño a nadie. Es más, pagaba la compra de los pobres y les sacaba muelas
gratis. Encontrarme aquí es el colmo. Tenía que haber ido directamente al
Cielo".
»Entonces vi una escalinata que descendía de la cima, en cuya parte más baja
estaba mi padre, poco iluminado, y cuatro escalones más arriba, mi madre. En
plena luz. Grité: "¡Soy católica, por favor sáquenme de aquí!".
- ¿Fue escuchada?
- Sí. De repente se oyó una Voz tan dulce que colmó de paz y amor
toda 1a vorágine en la que me encontraba. Las horribles criaturas que se me
habían pegado, no pudiendo soportar esta dulzura, pidieron permiso para
retirarse. La Voz me dijo: "Si de verdad eres católica, dime los
mandamientos de la ley de Dios".
»Solo recordaba lo que decía mi madre sobre el amor a Dios y al prójimo, por
lo que, para salir del paso, dije: "El primero: amar a Dios sobre todas las
cosas y al prójimo como a ti mismo"´ Con infinito amor, esa Voz me dijo: "Tú
no has amado a tu Señor sobre todas las cosas y mucho menos al prójimo como
a ti misma. Has hecho de mí un Dios que acomodabas a tu vida y te acordabas
de mí solo en la necesidad. Tu dios era el dinero". Entonces, se abrió el
Libro de la vida, y tuve que permanecer en silencio.
- ¿Qué es eso del Libro de la vida?
- En él, ves toda tu vida con los ojos de Dios, en un instante y de
manera perfecta. Desde la fecundación, vi Io que Dios esperaba de mí con los
talentos que me dio, cuántas Personas se sentían abandonadas de la
providencia de Dios porque yo estaba encerrada en mí misma. Vi todo el bien
que Podría haber hecho si hubiera dejado a Dios actuar en mi corazón.
ȃl es un caballero que respeta tu libertad, por eso, si rechazas su
voluntad, con cada pecado que cometes llevas la Creación al caos. Cuando
pasas por la Tierra, dejas una huella imborrable. Te das cuenta de que Dios
es un enamorado que quiere tu salvación y, a pesar de que sabe que estás
desfigurado por el pecado, te está llamando y está atento a tus necesidades.
- ¿Puede contar algo que tenía que haber hecho y no hizo?
- Los talentos son un pedazo de Dios dentro de nosotros. Uno de los
que a mí me dio fue el de ser sensible al sufrimiento de los demás. Un día
vi en las noticias a una campesina colombiana llorando encima del cadáver de
su hijo y de su marido, y otros dos de sus hijos a su lado. Me conmovió ver
esa escena y presté atención al nombre del pueblo en el que había ocurrido
pero, cuando terminó la noticia, me olvidé de la campesina.
»El Señor me mostró que la guerrilla había asesinado a su marido para
quitarle una tierra. Era un hombre muy creyente y, cuando fueron a matarlo,
escondió a su mujer Y a sus hijos Y pidió a Dios que los protegiera. Dios me
dijo que Él había puesto ese sentimiento de compasión en mi corazón, para
que ayudara a aquella campesina y la acogiera en mi casa. Pero, como no lo
hice, la mujer terminó metida en la prostitución para sobrevivir.
- ¿Cómo se entiende la misericordia de Dios con las almas del
purgatorio?
- En el camino de la vida, ensuciamos y destruimos las vestiduras
que el Señor nos ha puesto en el bautismo, desperdiciamos los dones que nos
ha dado. La misericordia de Dios está en que cuando el alma le pide perdón,
se lo concede y va al purgatorio en lugar de ir al infierno. La palabra de
Dios es clara, dice que sin santidad, nadie verá el rostro de Dios. Por lo
tanto, aunque Dios mandara entrar un alma sucia al Cielo, ella misma se
negaría a entrar por vergüenza.
»Pero hay una cosa que es la reparación del bien que no hemos hecho o del
mal que hemos cometido. Para ello, como el alma ya no puede hacer nada por
sí misma en el purgatorio, es asistida por las oraciones del pueblo de Dios
en la Tierra. Cada vez que el sacerdote eleva al Señor en la misa, y nombra
a las almas del purgatorio, estas calman su tormento y son vestidas
lentamente del Cordero de Dios. Por eso, más vale una misa vivida aquí en la
Tierra, que mil allá, donde la purificación es muy lenta.
- ¿Quiere decir que cada Eucaristía en la que participamos en esta
vida cuenta para nuestra salvación?
- Exacto. La verdadera persona eucarística es la que después de
tomar el cuerpo de Cristo, y adorarlo a Él, vive la palabra de Dios viviendo
no para sí, sino para amar y servir a los demás. Esa persona que se ha
dejado transformar por Cristo en esta vida, cuando muere va mucho más arriba
del purgatorio.
- ¿De qué le salvó la oración de su madre?
- En el Libro de la vida me mostraron cómo en mi adolescencia perdí
mi identidad cristiana y me dejé influenciar por mis amigas. Me hundí en los
vicios y cambié a Cristo por los astros y el ocultismo. Mis amigas cayeron
en la promiscuidad sexual, empezaron a abortar y anestesiaban el trauma
posaborto con las drogas. Pero, gracias a la oración de mi madre, cuando
ellas me presionaban para que siguiera su camino, yo no lo hice.
- Usted explica que Dios tiene un gran aprecio a la familia
cristiana, ¿por qué?
- Los padres imprimen en los hijos una huella que nadie puede
borrar. Cuando el hijo muere, los padres darán cuentas a Dios del hogar y
ejemplo de vida que le han dado. La Voz le dijo a mi padre delante de mí:
"Te has preocupado de dar a tu hija la posibilidad de estudiar, a pesar de
tu pobreza, y de infundirle el sentido de la responsabilidad en el trabajo.
Has hecho muy bien. Sin embargo, mírala cuántos vicios tiene, educaste a tu
hija sin la mirada a Dios".
- ¿Cómo recibió otra oportunidad?
- Cuando se cerró el Libro, vi con dolor el mal que había causado
en mi paso por la Tierra. No había cumplido ni uno de los diez mandamientos;
desconocía al Dios Amor y no había amado a mi prójimo como a mí misma.
Llorando, grité a mi madre: "Mamita, qué vergüenza. Me condené". No dije
"Dios me ha condenado" porque Él siempre había querido mi salvación.
Entonces mi madre alzó los ojos haciendo que yo elevara la vista y obtuvo
una gracia para mí. De mis ojos saltaron unas costras: era la ceguera
espiritual que había sufrido casi toda mi vida. Con un nuevo
arrepentimiento, grité al Señor: “Jesucristo, perdóname, dame una segunda
oportunidad". La Voz tomó cuerpo: era Jesús, que descendió hacia mí envuelto
en luz y me dijo con amor y dulzura: "Vas a tener tu segunda oportunidad,
gracias a la oración de las personas que han suplicado por ti".
»Y es que la noticia de mi accidente había salido publicada en los medios de
mi país v miles de oraciones habían llegado al Cielo, especialmente la de un
campesino muy pobre que, cuando vio mi foto en el periódico, se conmovió,
llorando con el rostro en la tierra, suplicó al Señor: "Padre, ten piedad de
mi hermanita. Si la salvas te prometo que iré al Santuario de Buga". No
tenía para comer y, sin embargo, se ofrecía para atravesar todo el país por
mí. Dios se conmovió, no se pudo resistir, y señalando al campesino, me
dijo: "Esto es amor al prójimo". Terminada esta visión, el Señor me
encomendó una misión diciéndome: "Esto que has visto y oído no lo repetirás
mil veces, sino mil veces mil".
- ¿Cómo podemos prepararnos en esta vida para el encuentro con el
Señor?
- Nadie tiene méritos para ir al Cielo, pero amor se paga con amor,
por lo que debemos amar a Dios. Él nos invita a buscar su rostro en el
enfermo, en el que sufre, defendiendo al bebé en el vientre de su madre.
Además, cuando pequemos, no dudemos en salir corriendo a la confesión. A
Jesús le duele que no le busquemos y no entendamos que nos ama aunque seamos
pecadores.
El Testimonio completo de la Dra. Gloria Polo