Meditación sobre los Pasajes Bíblicos del Domingo

 

 


 

 

 

PENTECOSTÉS 1982

También hoy el Espíritu está actuando en los hombres.

Homilía

 

 

 

Contenido

Introducción

Las Profecías del Antiguo Testamento

El Espíritu Santo unge a Jesús

El Espíritu Santo en nosotros

Fraternidad signo de la presencia del Espíritu Santo

 

 

 

 

Introducción

No sé si han leído los Hechos de los Apóstoles alguna vez de manera continuada. Los leí ya en mi niñez porque había historias interesantísimas: la de Pedro y luego lo de San Pablo. Los Hechos de los Apóstoles son el libro del Espíritu Santo. Un escritor de los tiempos antiguos ya dijo que el Antiguo Testamento era el evangelio de Dios Padre, que los Evangelios lo eran de Dios Hijo y que los Hechos de los Apóstoles eran el evangelio del Espíritu Santo. La primera comunidad cristiana es muy consciente de la presencia del Espíritu Santo en su vida y en sus decisiones. Cuando se trata de decidir la cuestión    fundamental si uno se salva por la fe en Jesucristo o si uno tiene que observar además la Ley de Moisés, los apóstoles escribieron una carta a todos los cristianos de entonces diciendo: "Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponerles carga adicional". Ellos sabían que su palabra era la palabra del Espíritu Santo. Les sugiero que lean de un tirón los Hechos de los Apóstoles y probablemente les pasará lo mismo que a mí: les dará envidia porque en aquel entonces el Espíritu Santo se manifestó en signos prodigiosos, expulsión de demonios, curación de enfermos, conversión de miles de personas, les decía a los apóstoles lo que tenían que hacer. ¿Y nosotros? ¿Dónde existen hoy estos signos? ¿Acaso Dios no quiere que experimentemos lo mismo?

 

 

Las Profecías del Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento, la primera parte de la Biblia que se extiende desde de la creación hasta la era de Jesús, leemos que el Espíritu Santo obró en personas dela Antigua Alianza con signos prodigiosos, también en los profetas. En nombre de Dios ellos anuncian la Nueva Alianza. Sus palabras hablan ante todo de Cristo pero indudablemente son también para nosotros que en Cristo somos uno con Dios y los hermanos: "Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne (es decir, en todos los hombres). Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños. Hasta en los siervos y siervas derramaré mi Espíritu"(Jl 3,1-2).

Como es de suponer los profetas hablaron de manera muy especial del Mesías que iba a venir como alguien sobre quien x reposará el Espíritu Santo de manera muy especial: "He aquí mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma, (dice el Señor). He puesto mi Espíritu sobre él, dictará ley a las naciones""(Is 42,1). Así habla el profeta Isaías en el capítulo 42, y Jesús mismo cita al profeta cuando habla en su tierra sobre su misión: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido el Señor. A anunciar la Buena Nueva a los pobres me ha enviado, a vendar corazones rotos, a pregonar a los cautivos la liberación y a los reclusos la liberación, a pregonar un año de gracia de Dios, día de venganza de nuestro Dios; a consolar a los que lloran" (Is 61,1-2).

 

El Espíritu Santo unge a Jesús

Jesús vivía en la oscuridad del anonimato por treinta años. Sólo unas  pocas personas se habían enterado de que el Hijo de Dios se había hecho hombres y estos ni si­quiera tenían una idea cabal de ello. ¿Qué es lo que cambió  a Jesús, qué es lo que lo empujó a iniciar su vida publica? Fue la unción del Espíritu Santo. Jesús se hace bautizar por San Juan Bautista y cuando sale del agua : "Bajó sobre él el Espiritua Satanto en forma de paloma"(Lc 3,21). Así fue "como Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder" (Hch 10,38). En Jesús reside la plenitud del Espíritu Santo según la Escritura: "Reposará sobre él el Espiritu del Señor, Espiritu de sabiduría e inteligencia, de ciencia y de temor del Señor" (Is 11,2). En ese poder Jesús de Nazaret  habla con autoridad, con ese poder realiza signos que hacen exclamar a la gente: "Todo lo ha hecho bien". Cuando Juan desde la cárcel manda preguntar a Jesús: "¿Eres tú el enviado o debemos esperar a otro?", Jesús le manda el siguiente mensaje:" Vayan di cuenten a Juan lo que han visto: los ciegos ven, los cojos andan, los muertos son resucitados y a o los pobres se les anuncia la buena noticia”.

Jesús quiere que compartamos con El ese Espíritu. A  manera de presagio, tal como  sucede en la Antigua Alianza que es promesa de lo que va a cumplirse de manera superabundante en la Nueva Alianza pactada en la sangre de Cristo, Jesús grita a los oídos de todos una maravillosa profecía. Quiero leerles sólo una cita de las muchas que nos hablan del deseo de Jesús a que recibamos el Espíritu. Escribe san Juan: "El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús, puesto de pie, gritó: ‘Si alguno tiene sed, venga a mí y beba , el que crea en mi, como dice la escritura: De su seno correrán ríos de agua viva’. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en Él. Porque aún no había Espiritu pues todavía Jesús no había sido glorificado"(Jn 7,37-39). La glorificación de Jesús se realizará en su muerte y resurrección. Así el don del Espíritu Santo es un regalo que Jesús nos consigue por medio de su entrega en la  cruz.

 

 

El Espíritu Santo en nosotros

Dios no miente. Él cumple lo que ha prometido. Comenzando con los apóstoles  el día de Pentecostés, ha derramado su Espíritu con abundancia sobre su Iglesia y sobre sus hijos. No hay tiempo para comentar todo lo que nos dice la Sagrada Escritura sobre la acción del Espíritu Santo en nosotros. Escuchen sólo una enumeración escueta:

El Espíritu Santo es principio de vida nueva en nosotros, lo recibimos por la fe en Cristo Jesús. Por el bautismo habita en cada cristiano - nos hace templo de Dios – y nos convierte en hijos de Dios - es principio de nuestra resurrección - produce en nosotros la fe - nos regala un conocimiento de los sobrenatural, es decir, un conocimiento especial de las cosas de Dios - nos hace crecer en santidad - nos da intrepidez apostólica - fortalece nuestra esperanza - derrama en nuestros corazones el amor - nos une con Cristo - ora en nosotros - nos une con los demás cristianos en el Cuerpo Místico de Jesús - perdona nuestros pecados - nos da dones a cada uno para edificación de la Iglesia.;

 

 

Fraternidad signo de la presencia del Espíritu Santo

Permítanme comentar un poco más sólo uno de estos regalos que nos hace el Espíritu Santo: el regalo de la fraternidad. Como hemos escuchado en la segunda lectura, nadie pueda decir a siquiera "Jesús es el Señor" si no se lo da el Espíritu. Y escuchen esto: "Todos hemos sido bautizados en un mismo Espiritu para formar un único cuerpo". Continúa diciendo el Apóstol: “Todos, ya seamos judíos o griegos, esclavos ó libres (¿puedo actualizar?: ya seamos limeños o provincianos, cholos o blancos, ricos o pobres, académicos o analfabetas), todos somos miembros del único cuerpo y a todos se nos ha dado de beber del único Espíritu”.

Les he enumerado lo que hace el Espíritu Santo en nosotros desde nuestro bautismo. ¿Por qué no vemos sus signos? De un lado la Escritura no miente pero del otro lado el Espíritu Santo respeta nuestra libertad. Creo que esta es la razón porque el Espíritu no entra con poder en nuestra persona y en nuestra comunidad. Vivimos una vida opuesta  a nuestra vocación, no obedecemos al Espiritu Santo.

Las divisiones que existen entre nosotros son una de las razones porque el Espíritu Santo no pueda desplegar su poder. Invoquemos, pues, al Espíritu Santo, pidamos a Jesús que cambie nuestro corazón para que sepamos dejar de lado discriminaciones y marginaciones y podamos comenzar a vivir nuestra vocación : ser miembros de un único Cuerpo del que  Cristo es la cabeza. Cuando comencemos en serio a obedecer las inspiraciones del  Espíritu Santo, estoy seguro que obrará también en nuestros tiempos y estaremos contemplando los mismos signos de poder y de paz y de santidad. Amén.

 

 

 

 

 

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