IGLESIA DEL HOGAR

Para ayudar a los Padres de Familia en el desempeño de su sacerdocio en la Iglesia doméstica

Servicio de los MSC Misioneros del Sagrado Corazón

 


 

Domingo 5 de Cuaresma A

 

 

Contenido

1. Introducción a la Palabra

1.1 Primera Lectura: Ezequiel 37, 12-14

1.2 Segunda Lectura: Romanos 8, 8-11

1.3 Evangelio. Juan 11, 1-45

2. Reflexionemos

2.1 Los Padres

2.2 Con los hijos

3. Relación con la Misa

4. Vivencia Familiar

5.  Nos habla la Iglesia

6. Leamos La Biblia Con La Iglesia

7. Oraciones

 

 

 

 

 

 

1. Introducción a la Palabra

1.1 Primera Lectura: Ezequiel 37, 12-14

No puedo leer este pasaje sin agradecer al Señor. Fue pronunciado, o más bien, proclamado en un momento crítico de mi vida. El Señor cumplió su promesa y me sacó de una situación de muerte y desesperanza espiritual. De esta manera he experimentado una vez más que la palabra de Dios no se proclama como información aunque sea muy importante. La palabra de Dios es eficaz.

¿Recuerda usted también un pasaje bíblico cuya promesa se ha cumplido en su vida como para conmemorarla con gratitud y como para dar testimonio en su familia de que Dios cumple con sus promesas?

Tengamos presente que el profeta no habla de la muerte física. Nuestra fe, iluminada por el Nuevo Testamento,  nos enseña que la muerte física no es nada más que un episodio, un paso, un dormirse para ser despertados amorosamente por Jesucristo, nuestro Salvador. La muerte, el sepulcro del que se habla aquí es otra cosa. Es el producto del pecado que nos separa de Dios, fuente de vida. Es la muerte eterna, la perpetua separación de Dios.

Leamos, o mejor, proclamemos  este pasaje y apropiémonos de la promesa. El Señor lo dice y esto es lo mismo como decir: lo va a hacer. Mira las cosas y a las personas que te están matando, es decir, te llevan a pecar, a morir interiormente, y luego cree en la palabra. El Señor es más poderoso que todas tus debilidades. Ya en esta vida experimentarás la resurrección en carne propia.

 

1. 2 Segunda Lectura: Romanos 8, 8-11

Hay cristianos que creen que la vida eterna es como un premio por buen comportamiento que se recibe luego de morir. No es así. La vida eterna comienza ya. Cuando te arrepientes de tus pecados tienes vida eterna. Es importante de tener presente una cosa. Dios sabe que sin su ayuda no podemos hacer nada bueno. Por eso Dios viene en nuestra ayuda no sólo dándonos la vida, todas las condiciones que han posibilitado de que no seamos criminales o algo semejante. Todo es don.

Con todo, Dios no es como un entrenador que nos da unas píldoras vitamínicas como para darte más fuerzas. Dios supera siempre todas las expectativas. Ha derramado en nuestro corazón el principio y la garantía de la vida terna, que es el Espíritu Santo. Él mora en nuestro cuerpo como en un templo.  Por eso nuestra resurrección será completa como la de Cristo. Resucitaremos con cuerpo y alma, es decir, resucitaremos como personas humanas transformadas. Esta lectura nos invita a estar atentos y obedecer a las inspiraciones del Espíritu Santo y no someternos a las apetencias naturales. Sólo el Espíritu Santo puede darnos la vida.

 

1.3 Evangelio. Juan 11, 1-45

¿Qué cosa es creer? Si sabemos creer de verdad podemos apropiarnos en este momento de la vida eterna porque Jesús dice en el evangelio: "Yo soy la resurrección y la vida..., el que está vivo y cree en mí, no morirá jamás". La resurrección, la vida eterna no es una esperanza lejana que se cumplirá el último día de la historia humana. Es para hoy, para aquí y ahora, si sé creer en Jesús, el enviado del Padre.

La paz que te invade cuando Dios te perdona los pecados, la plenitud que experimentas cuando has podido amar más allá de tus fuerzas, la dulzura que sientes cuando has sabido perdonar a tu enemigo, todo esto te hace vislumbrar lo que es la vida eterna. Son signos que estás superando la muerte espiritual, el egoísmo que te lleva a endurecerte dentro de ti y te momifica. Escuchemos este pasaje como si fuéramos Marta o María o inclusive Lázaro. Todos tenemos unas debilidades dentro que nos matan. Si tienes fe como un grano de mostaza, hoy resucitarás. Es palabra de vida eterna.

 

 

2. Reflexionemos

2.1 Los Padres

Las lecturas del domingo nos hacen comprender qué es resucitar.  Es la acción salvadora del que nos ama. El hombre ya no desparece en la nada del anonimato porque Dios lo ha llamado por su nombre y lo ha amado. El amor en su esencia quiere la eternidad. El amor de Dios no sólo quiere la eternidad sino la realiza y realmente es la eternidad. El que ora, por ejemplo, sabe que Dios quiere el bien nuestro. También en medio de nuestros sufrimientos, problemas y debilidades el Señor está para llamarnos a la vida. ¿Por qué puedo creer esto? Porque en Jesucristo todo se ha cumplido ya. Él es el primogénito de todo el género humano, el primero en entrar como humano en esta vida eterna. Por el bautismo estamos incorporados a él e insertados en su resurrección. Es como una luz que entra en mis tinieblas y cuando yo por la conversión me dejo colocar ante y dentro de esta luz ya nada ni nadie puede llevarme a las tinieblas. Seguiré siendo iluminado pase lo que pase. Sólo un acto puede arrojarme fuera de esta luz: que yo decida retirarme. ¿Cómo se hace esto? Pecando gravemente.

Queda siempre la pregunta si se puede trasladar nuestros conceptos humanos del tiempo a la trascendencia de la existencia  gloriosa. La eternidad no conoce ni antes ni después. Por eso  nuestros conceptos  a lo mejor no se pueden aplicar a realidades eternas. Lo que importa es que Dios nos ama tanto que nos llama a vivir eternamente con Él.

Esto nos hace cuestionar nuestros anhelos, nuestras inquietudes y nuestros deseos. Alguien dijo: "Tú eres lo que amas". ¿Por qué crees que ya en el Antiguo Testamento aparece el "... amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón?". Es la única manera de tener vida eterna.

 

 

2.2 Reflexionemos con los hijos

Lázaro estaba muerto, La prueba es que ya apestaba. El cuerpo sin alma se corrompe rápidamente. A pesar de ello Jesús manda quitar la tapaba que cerraba el sepulcro de Lázaro. "Lázaro, sal afuera". Y el muerto sale del sepulcro, de la muerte envuelto en los vendajes que usan los antiguos judíos para embalsamar a sus muertos. Jesús ordena que los desaten para que pueda caminar.

También a nosotros el Señor tiene que llamarnos para que salgamos de nuestro sepulcro, de nuestra muerte. ¿Qué es nuestro sepulcro? Todo lo que nos separa de Dios y de los demás. Es la muerte espiritual. Cuando hemos hecho algo muy malo, es como si estuviéramos separados de todos los demás. Sin embargo, la separación más terrible es la que nos aleja de Dios. Por eso primero tiene que llamarnos Jesús con su voz poderosa para que tengamos nuevamente la vida dentro de nosotros. El que se arrepiente en su interior, el que se reconcilia con Dios por medio del sacramento de la confesión, ese experimenta algo similar a lo experimentó Lázaro. Jesús llama a salir del sepulcro.

Y luego necesitamos ser desatados. Esta es una ayuda maravillosa que podemos prestarnos en familia: desatar las ataduras que nos impiden caminar, movernos hacia los demás. Por eso los padres exhortamos, corregimos, reprendemos y aconsejamos. El mismo servicio podemos hacernos mutuamente todos los miembros de la familia. Por eso, en lugar de molestarse sería mejor estar agradecido cuando nos corrijan. Nos desatan de nuestras ataduras que nos impiden caminar con los demás. Vamos a conversar. Podemos cada uno decir cuándo hemos estado en el sepulcro y Jesucristo nos ha sacado de allí. Podemos también cada uno decir cuáles son las ataduras que nos impiden caminar juntos con los demás. Podemos también recordar cuando nos han desatado y cómo. Es un buen momento para agradecer también toda ayuda que recibimos.

 

 

3.  Relación con la Misa

 

Cada Santa Misa renueva la Alianza, el Pacto de Dios con los hombres, nos introduce cada vez más  en la realidad de Dios. Ojalá en la familia tengamos la costumbre de confesarnos regularmente. Este domingo es una buena motivación. Vivamos al el perdón de nuestros pecados como saliendo de la muerte eterna para alimentarnos luego del pan de vida eterna.

 

 

4.  VIVENCIA FAMILIAR

Después de haber reflexionado serenamente sobre la muerte, después de haber llenado nuestro corazón de la esperanza de vida  eterna, podemos hablar sobre la muerte de algún  ser querido cercano (abuelo, etc.) mirando las fotos y recordándolo. Terminaremos con una oración de fe en la Resurrección también nuestra. ¿No les parece que los cristianos que tienen fe pueden también hablar sobre la propia muerte como quien anticipa  también para ese momento el amor de Dios y la Resurrección?

 

 

5. -            Nos habla la Iglesia

 

La OBRA DE LA SALVACIÓN REALIZADA POR CRISTO

Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2,4). Habiendo hablado antiguamente en muchas ocasiones de diferentes maneras a nuestros padres por medio de los profetas(Hb 1,1), cuando llegó la plenitud de los tiempos,  envió  a su Hijo, el Verbo hecho carne, ungido por el Espíritu Santo, para evangelizar a los pobres y curar a los contritos de corazón, como "medico corporal y espiritual", Mediador entre Dios y los hombres. En efecto, su humanidad, unida a la persona del Verbo, fue instrumento de nuestra salvación. Por esto, en Cristo se realizó plenameente nuestra reconciliación y se nos dio la plenitud del culto divino.

Esta obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, preparada por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la Antigua Alianza, Cristo el Señor la realizó principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de  entre los muertos y gloriosa ascensión. Por este misterio,  "con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró nuestra vida". Pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera."     (Vat II. Sobre la Liturgia  no. 5)

 

6. LEAMOS LA BIBLIA CON LA IGLESIA

       Lunes:      Dan 13,1-9.15-17.19-30.33-62               Jn 8,12-20

       Martes:     Num 21,4-9                                        Jn 8,21-30

       Miércoles:Dan3,14-20.91-92.95                           Jn 8,31-42

       Jueves:     Gen 17,3-9                                         Jn 8,51-59

       Viernes:    Jer 20,10-13                                       Jn 10,31-42

       Sábado:   Ez 37,21-28                                        Jn 11,45-56

 

 

 

7.  Oraciones

 

7.1          Dies irae

 

Anuncian ira divina que cielo y tierra calcina los profetas del Señor.

Yo temo el juicio severo, al examen justiciero del divino Redentor.

La trompeta con sus sones, llamaa a todas las naciones, las convoca al tribunal.

Todos tiemblan por su suerte, al  retornar de la muerte para el juicio universal

Un libro será llevado, donde figura anotado todo lo que hay que juzgar.

Todo quedará patente cuando en el trono se siente el Rey del juicio final.

 

¿Qué diré yo, miserable, quien me será favorable, si el justo tiene temor?

Rey sublime y majestuoso si a todos salvas piadoso, sálvame por tu bondad.

Recuerda, Dios de mi vida, fui causa de tu venida, aquel día, ten piedad.

 

Por buscarme, te has cansado; por salvarme, te han clavado, ¿será  vana tu pasión?

Justo Juez, por tu clemencia has que logre tu indulgencia, haz que alcance tu perdón.

De mis ojos brota el llanto, de mis culpas yo me espanto; Oh Señor, perdón, piedad.

Si salvaste a Magdalena y al ladrón de eterna pena, tu serás mi Salvador.

 

De tu amor yo no soy digno, mas tú, Señor, sé benigno, no arda yo en fuego eternal.

Líbrame de todo daño, admíteme en tu rebaño, a tu diestra, sacro Rey.

Librado ya del averno sé mi guía al gozo eterno a tu dulce corazón.

Puesto, Jesús, yo de hinojos, con lágrimas en los ojos, te pido la salvación.

Cuando el reo vaya al juicio, por la muerte, sé propicio, por tu vida, Salvador.

Oh Dios santo uno y trino, llévanos por tu camino a la patria celestial. Amén.

(El padre o la madre dice por partes la frase y toda la familia la repite).

 

 

 

 

 

 

 

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