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Solemnidad de la Ascensión del Señor (Ciclo A) - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa

 

1 Introducción a la Palabra


1.1 Primera Lectura (Hechos 1,1-11)


1.2 Segunda Lectura (Efesios 1,17-23)


1.3 Evangelio (San Mateo 28,16-20)


2. Reflexionemos


2.1 Los Padres


2.2 Con los Hijos


3. Descubrir el misterio


4. Vivencia familiar


5. Nos habla la Iglesia: “El Fundamento del Apostolado seglar"


6. Leamos la Biblia con la  Iglesia*


7. Oraciones


7.1  Te he buscado(San Agustín)


7.2 Ven Creador Espíritu

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

 

 

 

 

La Palabra de Dios y yo - cómo acogerla
Falta un dedo: Celebrarla

 

 

1 Introducción a la Palabra

 

1.1 Primera Lectura (Hechos 1,1-11) El texto

En su evangelio San Mateo relata lo que Jesús había hecho y enseñando. En los Hechos de los apóstoles el evangelista San Lucas describe como  se origina la Iglesia. Los apóstoles deberán continuar la misión de  Jesús en el poder del Espíritu Santo. Los días entre Pascua de Resu­rrección y Ascensión con los diálogos de Jesús sobre  el Reino de Dios eran como una última preparación para esta tarea. Luego Jesús ya no es visible a los ojos  del cuerpo. Está en su gloria misteriosa la que está presente en todos los que tengan fe. Sus ultimas palabras son una promesa y un mandato a la  vez. Los apóstoles deberán llevar el mensaje hasta los confines de la tierra. El envío del Espíritu les dará la fuerza para cumplir esta misión. Hasta que vuelva al Señor, su Iglesia será una Iglesia misionera.

Se me ocurre pensar que  nosotros también necesitamos de estas conversaciones íntimas con el Señor, en la oración y en la meditación para que  Él nos oriente hacia el Reino y hacia el cumplimiento de nuestra labor misionera.   Escuchemos el pasaje de los Hechos de los Apóstoles y pidamos al Señor que nos envíe a su Espíritu.

 

 

1.2 Segunda Lectura (Efesios 1,17-23) El texto

Esta lectura forma parte del himno maravilloso de San Pablo que resume el proyecto de Dios sobre los hombres. Describe la dinámica del misterio de la salvación realizado en Cristo. Es un himno que

·       Hace que el Padre sea conocido y ordena la vida humana hacia la eternidad

·       Hace presente el poder del Padre en toda la creación que lleva a la resurrección del hombre

·       Describe la realización del pleno dominio de Jesús sobre toda la creación ya que el Padre le ha constituido cabeza de la Iglesia. La fiesta de la Ascensión es la fiesta de ese poder y triunfo total de Cristo que surge de la muerte y de la aniquilación.

Todo esto es muy hermoso pero no te dice nada si no lo experimentas en tu vida. ¿Has entregado alguna vez  tu vida al  Señor Jesús como para decirle: “Señor Jesucristo, ¡ten piedad de mi pobre pecador!"?? ¿Y has experimentado que el Señor es dueño de tu vicio, de tu debilidad, que Él puede sacarte de la muerte? Si experimentas esto en tu vida puedes, junto con San Pablo, proclamar esta lectura porque has visto que Jesús es el Señor.

 

 

1.3 Evangelio (San Mateo 28,16-20) El Texto

Nos hacemos discípulos de Cristo por el Bautismo. Seguimos siendo discípulos de Cristo por vivir según su Palabra. Pero con todo, ser cristiano no es algo que uno pueda realizar sólo, a fuerza de sus puños. Si esto fuera posible, no era necesario que venga el Hijo de Dios para morir por nosotros.  El Señor promete que estará con su Iglesia hasta al consumación de los tiempos. Frente a esta promesa ¿cómo puedes dudar que el Señor esté presente en     tu vida, en todos los acontecimientos, en las penas y alegrías? Al escuchar este pasaje imagínate que Jesús está justo delante de ti y te mira con firmeza. Luego cree esta palabra con todo tu corazón.

 

 

2. Reflexionemos

 

2.1 Los Padres

La Ascensión es una escena de despedida, bendición para los que se quedan, envío para continuar la misión y entronización cósmica. Todo esto lo encontramos en los textos que se refieren a la Ascensión. El mismo Cristo, al que han visto resucitado, actúa como sacerdote que derrama la bendición de Dios sobre su pueblo y envía a sus apoderados para que lleven esta bendición al mundo entero; como profeta envía a profetas, como un rey asume su reinado y delega su poder. Se une a los suyos y los une a la vez con Dios, sin embargo ellos deben volver al mundo y anunciar lo que han visto y oído.

 

Surgen tres tipos de dificultades

 La primera está conectada con la diferencia que existe entre las imágenes del mundo y la realidad trascendente. Pero si reflexionamos  un momento, podremos entender lo que significa este "arriba" porque se refiere a la dignidad y excelencia. También entenderemos lo que quiere decir que Jesús está "entronizado" y que está sentado a la derecha del Padre. La fe no depende de una concepción determinada del mundo, ni de la antigüedad, ni de los tiempos modernos. También la concepción moderna del mundo no es inmutable, lo prueban las correcciones que continuamente ofrecen los científicos. De esta manera descubrimos que aquí se trata de un reinado superior a lo que los hombres puedan imaginarse.

 

La segunda dificultad es más importante. Brota de la exigencia que estos conceptos, estas imágenes presentan. Es verdad, no son tanto las imágenes que  causan problemas sino los conceptos que están detrás de ellas y que quieren marcar nuestra existencia. Aquí se habla de poderío, de reinado y tenemos la experiencia que no hemos visto nada de este poderío de Dios.

 

La  tercera dificultad  está relacionada con la segunda. No nos gusta someternos a nadie. No nos gusta algo que tenga sabor a imposición, que venga con requerimiento. Pero mirándolo bien, este reinado comienza con la pasión y la coronación de espinas. Es un reinado que lo coloca todo de cabeza. El más pequeño se hace el más grande, el que sirve se convierte en primero de todos.

 

Nuestra dificultad  consiste en poder, en primer lugar, desenmascarar los anhelos de nuestro corazón de dominar, de imponernos, de ser prepotentes aunque sea de manera refinada y educada. Luego necesitamos convencernos que la felicidad verdadera está en ser como Cristo, manso y humilde. Dejemos que Cristo comience a reinar en nuestra vida. Habrá para nosotros fiesta de Ascensión cuando reinar es servir.

 

2.2 Con los Hijos

La única manera de convertir la ascensión en una fiesta es comprender a fondo la diferencia radical entre una separación y una partida. Una partida da lugar a una ausencia. Una desaparición inaugura una presencia oculta.

 

Por la ascensión Cristo se hizo invisible a los ojos del cuerpo. Cristo entró en la participación de la omnipotencia del Padre, fue plenamente glorificado, exaltado como hombre-Dios. Y, debido a esto, se halla más que nunca en relación con cada uno de  nosotros.

 

Si la ascensión fuera la partida de Cristo, deberíamos entristecernos y echarlo de menos. Pero afortunadamente no es así. Cristo perma­nece con nosotros  siempre “hasta la consumación del mundo". Pero, en la ascensión, adquiere esa eficacia infinita que le permite llenarlo todo con su presencia. San Pablo dice: "Es el que subió sobre todo s los cielos para llenarlo todo".

 

"Encielar" a Cristo es como encerrarlo, es perderlo. Su ascensión es una ascensión en poder, en eficacia, y, por ende, una intensificación de su presencia, como lo atestigua la eucaristía. No es una ascensión cuyo resultado sólo sería un alejamiento. Nada más terminan las apariciones del Resucitado que ocupa su lugar a la derecha del Padre.

 

"¿Qué están mirando al cielo?": Vayan más bien a extender su reino y su presencia dando culminación a su obra aquí en la tierra, dicen los ángeles a los apóstoles.

 

Cristo continúa siendo el personaje más activo y más presente de toda la historia del mundo. Y es lo que san Marcos expresa con tanta agudeza en su relato de la ascensión:

 

" El Señor Jesús fue levantado a los cielos y está sentado a la diestra de Dios". (Mc 16,19). ¡Vaya! pensamos nosotros, ¡ya lo hemos perdido! Nos dejó plantados. Ahora va a quedarse por siempre jamás allá en lo alto, mientras nosotros tendremos que afanarnos solos aquí abajo. Pero Marcos continúa:"Ellos se fueron, predicando por todas partes, cooperando con ellos el Señor y confirmando su palabra con las señales consiguientes". (Mc 16,20)

 

¡Qué alegría! Cristo está aquí, en la tierra, con nosotros, y ya no nos abandonará jamás porque su presencia ha logrado una intensidad y una extensión que nunca habría podido obtener su presencia física.

 

Nos era conveniente que se fuera de un modo visible, para que siempre y por doquier pudiéramos hallarlo nuevamente presente de un modo invisible.

 

¿Cómo explicamos esto a los hijos?

 

 

3. Descubrir el misterio

La Eucaristía es el signo más impresionante y más importante de la presencia universal de Jesús. No es una presencia pasiva e inmóvil sino una presencia dinámica, salvadora. Jesús es hace presente entre este pueblo que esta peregrinando en este mundo dando su testimonio que Cristo es el Señor.

 

 

4.- Vivencia familiar

Tomemos en serio la promesa de Jesús que enviará al Espíritu Santo y hagamos una novena al Espiritu de Dios desde la fiesta de la Ascensión hasta Pentecostés rezando cada día con toda la familia una oración al Espíritu Santo.

 

 

5. Nos habla la Iglesia: “El Fundamento del Apostolado seglar"

El deber y el derecho del seglar al apostolado derivan de su misma unión con Cristo Cabeza. Insertos por el bautismo en el Cuerpo místico de Cristo, robustecidos por la confirmación en la fortaleza del Espíritu Santo, es el mismo Señor el que los destina al apostolado. Son consagrados como sacerdocio real y nación santa para ofrecer hostias espirituales en todas sus obras y para dar testimonio de Cristo en todo el  mundo. Son los sacramentos, y sobre todo la Eucaristía, los que comunican y alimentan en los fieles la caridad que es como el alma de todo apostolado.

 

El apostolado se ejercita en la fe, en la esperanza y en la caridad que el Espiritu Santo difunde en el corazón de todos los hijos de la Iglesia. Más aún, el precepto de caridad, que es el mandamiento máximo del Señor, urge a todos los cristianos a procurar la gloria de Dios por el advenimiento de su reino y la vida eterna a todos los hombres, a fin de que  conozcan al único Dios verdadero y a su enviado Jesucristo.

 

Por consiguiente, a todos los cristianos se impone la gloriosa tarea de trabajar para que el mensaje divino de la salvación sea conocido y aceptado en todas partes por todos los hombres.

 

Para practicar este apostolado el Espíritu Santo, que obra la santificación del Pueblo de Dios por medio del ministerio de los sacramentos, da también a los fieles dones peculiares, distribuyéndolos a cada uno según su voluntad (1 Cor 12,11), de forma que todos y cada uno, según la gracia recibida, poniéndola al servicio de los demás, sean también ellos buenos administradores de la multiforme gracia de Dios (1 Pe 4,10), para e edificación de todo el cuerpo en la caridad ( vea Ef. 4,16). Es la recepción de estos carismas, incluso de los más sencillos, la que confiere a cada creyente el derecho y el deber de ejerci­tarlos par bien de la humanidad y edificación de la Iglesia en el seno de  la propia Iglesia y en medio del mundo, con la libertad del Espíritu Santo, que sopla donde quiere (Jn 3,8), y en unión al mismo tiempo con los hermanos en c Cristo, y sobre todo con sus pastores, a quienes toca juzgar la genuina naturaleza de tales carismas y su ordenado ejercicio, no, por cierto, para que apaguen el Espiritu , sino con el fin de que todo lo prueben y retengan lo que es bueno(vea 1 Tes 5,12.19-21)-

(Vat II "Apostolado de los seglares" no.2)

 

 

6. Leamos la Biblia con la  Iglesia*

Lunes:                Hechos  19,1-8                           Jn   16,29-33

Martes:               Hechos  20,17-27                      Jn   17,1-10

Miércoles:          Hechos  20,28-38                      Jn   17,11b-19

Jueves:               Hechos  22,30; 23,6-11            Jn   17,20-26

Viernes               Hechos  25,13-21                      Jn  21,15-19

Sábado:              Hechos  28,16-20.30-31          Jn   21,20-25

(*cuando la fiesta de la Ascensión se celebra el día Domingo).

 

 

7.  Oraciones

 

7.1  Te he buscado(San Agustín)

Te he buscado según mis fuerzas

y en la medida que Tú me hiciste poder,

y anhelé ver con mi inteligencia

lo que creía mi fe, y mucho disputé y me afané.

Señor y Dios mío, mi única esperanza,

óyeme para que, cansado, no sucumba y dejé de buscarte;

busqué siempre tu rostro con ardor.

Dame fuerzas para la búsqueda Tú que hiciste te encontrara

y me has dado la esperanza de encontrarte más y más.

 

Ante Ti esté mi firmeza y mi flaqueza, sana ésta y conserva aquella.

Ante Ti esté mi ciencia y mi ignorancia; donde me abriste,

acoge al que entra;

donde me cerraste la entrada, abre al que llama.

Haz que me acuerde de Ti,

te comprenda y te ame.

Acrecienta en mi estos dones

hasta mi reforma completa.

 

 

7.2 Ven Creador Espíritu

Ven, creador Espiritu,

nuestras almas visita

y tu gracia infinita

infunde al corazón.

Tú eres el Abogado,

don de Dios,

viva fuente fuego y amor ardiente

y espiritual unción.

Fuente de siete dones,

mano de Dios abierta,

del Padre rico oferta,

hálito  inspirador.

Infúndenos tu lumbre

y con tu viva llama el corazón inflama,

dale fuerza y vigor.

Aleja el enemigo

dando paz y victoria,

guíanos a la gloria,

divino Defensor.

Obtennos conocerte, Espiritu Divino,

vivir de Ti, Dios trino,

y disfrutar de tu amor. Amén.

 

 

7.3 Ven Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía tu Espíritu y serán creados

Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos: Dios que enseñaste los corazones de tus fieles con la iluminación del Espíritu Santo, haz, que guiados por este mismo espíritu, nos guste hacer el bien y gocemos siempre de sus consuelos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

 

 



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