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Domingo 1 de Cuaresma B - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa dominical parroquial

Recursos adicionales para la preparación

 

 

¿Cómo acoger la Palabra de Dios?
La Palabra de Dios y yo - cómo acogerla
Falta un dedo: Celebrarla

 

Introducción general a la Cuaresma

Piensa: Ha comienzado la Cuaresma. Recuerda que el Señor por medio del Bautismo nos hace participar de su Alianza prometida ya en tiempos de Noé. Estamos entre aquellos llamados a salvarnos por el Bautismo. Sin embargo, ¿hemos aprovechado, durante los años que hemos vivido hasta ahora, de ésa gracia potente que nos confiere el Bautismo? ¡Despierta ahora con la Cuaresma, crea un tiempo de silencio, haz un pequeño desierto en tu vida y sé sincero contigo/a mismo durante estos 40 días. Necesitamos reflexionar: ¿Tienes compasión del que es más débil que tú? ¿De aquel que no ve su error? ¿Lo amas lo suficiente para comprenderlo y tenerlo en consideración? Mientras tú tienes todo, muchos tienen hambre, tienen frío, tienen necesidad de aprender, necesitan que tú seas justo, necesitan que compartas algo de lo que tú tienes. Si eres sincero contigo mismo, tienes que reconocer que muchas veces has descuidado estas necesidades de tus hermanos. Pero es ahora, al comenzar la cuaresma que Cristo te llama a convertirte para resucitarte. Deja que las lecturas te ayuden.

Introducción a las lecturas

Primera Lectura: Gén 9, 8-15

Por las aguas del Diluvio Dios limpió la tierra de la maldad, simbolismo de la purificación que nos confieren las aguas del bautismo. También la Alianza que Dios ofrece a los salvados del Diluvio, a Noé y a sus hijos, representa una promesa de salvación para todos los hombres. Necesitamos convertirnos para que la Alianza Nueva y Eterna se manifieste en todos nosotros ya que por ella hemos llegado a ser hermanos. ¿Dónde necesito prestar atención para que la Alianza de Dios conmigo sea más notoria?

Segunda Lectura: 1 Pe 3, 18-22

 Por la muerte y resurrección de Cristo el bautismo tiene aquella fuerza potente de purificarnos del pecado y de hacernos miembros de su familia. Pero ¿qué actitud hemos tenido a lo largo de esta nueva vida para con Dios y para con los hermanos? Nuestra cuaresma debe ser un tiempo de renovación y conversión. Y siempre encontraremos aspectos de nuestra vida donde necesitamos cambiar. La conversión será el efecto de la gracia. Porque Dios siempre está dispuesto a ayudarnos. Sin embargo, la gracia de la muerte y resurrección con toda su fuerza no logra nada sin nuestra colaboración.

Evangelio: Mc 1,  12-15

Jesús asumió todas las consecuencias de vivir y sufrir como hombre por nosotros, sus hermanos. La cuaresma nos invita a combatir como Él la tentación, a crear como Él un ambiente que favorezca la conversión, a ser como Él hermano entre hermanos. Escucha el llamado de Cristo. Cambiemos de vida y de corazón.

Reflexionemos los Padres

El tiempo de Cuaresma antiguamente era un tiempo especial para los catecúmenos, creyentes que deseaban bautizarse. Al comenzar la Cuaresma inscribieron su nombre en la lista de aquellos que querían ser bautizados en la vigilia de Pascua. Acudían cada día durante este tiempo de preparación para recibir las últimas enseñanzas que los disponían para recibir el sacramento que los iba hacer hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Recordemos que los candidatos habían pasado a veces varios años de preparación y habían sido examinados varias veces si estaban progresando en la fe. La Cuaresma era el entonces la etapa final de este largo proceso de preparación. Conforme aumentaban las familias creyentes la Iglesia pasó a bautizar a los niños. ¿Y el catecumenado? Es que la familia misma era como un catecumenado que transmitía a los hijos  la fe de la Iglesia. Sabemos que en nuestros tiempos hay muchos bautizados que no viven su fe porque nunca han sido introducidos a la riqueza de la vida del creyente. Por eso la Iglesia ofrece también a los que han sido bautizados un catecumenado post bautismal. Quizás deberían ustedes considerar dos contingencias para corresponder a su misión de llevar adelante el catecumenado de sus hijos. Si nos damos cuenta que no sabemos mucho respecto a nuestra fe entonces averigüemos en la parroquia cómo remediar este vacío. Uno no puede amar lo que no conoce y ciertamente no puede dar testimonio de lo que no sabe. Lo mínimo sería dedicarse a un estudio profundo y permanente del catecismo de la Iglesia. La otra contingencia consiste en revisar cómo estamos transmitiendo la fe a nuestros hijos. Quizás esto se convierte en un empujón adicional para buscar de cómo crecer en la fe por medio de nuestra comunidad parroquial.

Reflexionemos con los hijos

Cada una de nosotros de alguna manera tiene su vida organizada. La Cuaresma, que es un tiempo propicio para ser mejores cristianos, nos invita a preguntarnos cuánto tiempo le dedicamos a Dios durante el día, la semana, el mes, el año. Imagínense que aquí en familia les dediques el mismo tiempo a los miembros de tu familia que dedicas a Dios. Esto ya te da un criterio de cómo medir tu relación con Dios. El simple hecho de estar con los demás de la familia, el simple hecho de verlos presentes, de mirarlos nos hace conscientes que somos una familia. ¿Cómo hacer para que Dios esté presente en nuestra vida de esta manera? ¿Y cómo hacer para que los demás se sientan más contentos de tenerme a mí como miembro de su familia?

Conexión eucarística

Para la celebración de la eucaristía dominical se reúne la gran familia de Dios. Muchas veces no somos conscientes que el bautismo nos hace hermanos de manera mucho más profunda que los lazos familiares. Este tiempo nos invita también a ser miembros cada vez más valiosos de esta familia de Dios. Es decir, la conversión no solamente nos aprovecha personalmente, no solamente ayuda que seamos un miembro mejor de nuestra familia. La conversión sirve de gran provecho para la Iglesia porque contribuimos a su santidad.

Vivencia familiar

Cada uno aplicará concretamente en su vida diaria los consejos que hemos escuchado en la celebración del Miércoles de Ceniza: ayuno, oración y limosna. Podemos también ayudarnos mutuamente. En la reunión familiar que prepara la Cuaresma podemos animar a los miembros de la familia para que pregunten a los demás qué piensan ellos acerca de lo que deberíamos hacer para colaborar con la gracia de Dios en nuestra conversión.

 

Nos habla la Iglesia

Diversas formas de Penitencia en la vida cristiana

1434   La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el ayuno, la oración, la limosna  (cf. Tb 12,8; Mt 6,1-18), que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo (cf St 5,20), la intercesión de los santos y la práctica de la caridad "que cubre multitud de pecados" (1 P 4,8).

1435   La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho (Am 5,24; Is 1,17), por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el padecer la persecución a causa de la justicia. Tomar la cruz cada día y seguir a Jesús es el camino más seguro de la penitencia (cf Lc 9,23).

1436   Eucaristía y Penitencia. La conversión y la penitencia diarias encuentran su fuente y su alimento en la Eucaristía, pues en ella se hace presente el sacrificio de Cristo que nos reconcilió con Dios; por ella son alimentados y fortificados los que viven de la vida de Cristo; "es el antídoto que nos libera de nuestras faltas cotidianas y nos preserva de pecados mortales" (Cc. de Trento: DS 1638).

1437   La lectura de la Sagrada Escritura, la oración de la Liturgia de las Horas y del Padre Nuestro, todo acto sincero de culto o de piedad reaviva en nosotros el espíritu de conversión y de penitencia y contribuye al perdón de nuestros pecados.

1438   Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia (cf SC 109-110; CIC can. 1249-1253; CCEO 880-883). Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras).

1439   El proceso de la conversión y de la penitencia fue descrito maravillosamente por Jesús en la parábola llamada "del hijo pródigo", cuyo centro es "el Padre misericordioso" (Lc 15,11-24): la fascinación de una libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la miseria extrema en que el hijo se encuentra tras haber dilapidado su fortuna; la humillación profunda de verse obligado a apacentar cerdos, y peor aún, la de desear alimentarse de las algarrobas que comían los cerdos; la reflexión sobre los bienes perdidos; el arrepentimiento y la decisión de declararse culpable ante su padre, el camino del retorno; la acogida generosa del padre; la alegría del padre: todos estos son rasgos propios del proceso de conversión. El mejor vestido, el anillo y el banquete de fiesta son símbolos de esta vida nueva, pura, digna, llena de alegría que es la vida del hombre que vuelve a Dios y al seno de su familia, que es la Iglesia. Sólo el corazón de Cristo que conoce las profundidades del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su misericordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza.

 (Catecismo de la Iglesia Católica)

 

Leamos la Biblia con la Iglesia

Lunes: Lev 19, 1-2. 11-18: Mt 25, 31-46

Martes: Is 55, 10-11: Mt 6, 7-15

Miércoles: Jon 3, 1-10: Lc 11, 29-32

Jueves: Est 14, 1. 2-5. 12-14: Mt 7, 7-12

Viernes: Ez 18, 21-28: Mt 5, 20-26

Sábado: Dt 26, 16-19: Mt 5, 43-48

 

Oraciones

Oración para la Cuaresma

Buen Jesús, que te retiraste cuarenta días en el desierto parapreparar tu misión entre nosotros, permíteme que tu ejemplo sea unespejo donde verme reflejado durante esta cuaresma.Yo también sé que debo prepararme para cada momento de mi vida,.Sé que junto a Ti, puedo tomar fuerza que necesito para vivir comoquiere el Padre.Deseo vivir cada uno de estos días como un prólogo para la Pascua.Que sean una preparación adecuada para poder resucitar contigo ydejar atrás las cadenas del error que me esclavizan.

Tu Pascua es signo de libertad; te pido que me ayudes a lograrla, yano estar atado a nada que no sea bueno.Que no me atrapen las redes del consumismo, del prestigio social, delaparentar, del "no te metas", del egoísmo... Que cada día sea unescalón más que me acerque a la verdadera felicidad que Tú mepropones con tu vida y tu mensaje.Amén.

 

 

No me mueve, Señor.

No me mueve, mi Dios, para quererte

el cielo que me tienes prometido,

ni me mueve el infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte.

 

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte

clavado en la Cruz y escarnecido.

Muéveme ver tu cuerpo tan herido

muévenme tus afrentas y tu muerte.

 

Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera,

que aunque no hubiera cielo, yo te amara,

y aunque no hubiera infierno, te temiera.

 

No me tienes que dar porque te quiera;

pues aunque lo que espero no esperara,

lo mismo que te quiero te quisiera.

Señor, mira con amor a tu pueblo

Señor, mira, con amor a tu pueblo, que trata de purificar su espíritu en estos días cuaresmales con la moderación en el uso de las cosas terrenas y haz que esta sobriedad alimente en él el deseo de poseerte. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, quién contigo vive y reina en unidad con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Oraciones para bendecir la mesa durante el tiempo de Cuaresma

Domingo de Cuaresma

Antes de comer. Oremos: te pedimos, Señor, haz que nos convirtamos a tu amor para que no excluyamos a nadie de nuestra mesa.

Después de comer: “Desde la montaña habló Jesús a sus discípulos: Yo les digo que amen hasta sus enemigos”. Oremos: Te damos gracias, Señor, por el alimento recibido y como tú nos perdonas continuamente, concédenos la fuerza de amar a los que no nos quieren. Amén

Lunes de Cuaresma

Antes de comer (Mt 4, 4) “El hombre no sólo vive de pan sino también de toda palabra que viene de la boca de Dios”. Oremos: Dios de la paz, haz que estos alimentos que vamos a comer juntos, sean un signo de paz para todos los que lo comparten.

Después de comer: Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios. Diariamente nos das tu alimento. Que en tu fuerza trabajemos diariamente por la paz de Cristo. Amén

Martes de Cuaresma

Antes de comer (Lc 10, 39) “María se sentó a los pies del Señor para escuchar sus palabras”.

Oremos: Haz, Señor, que busquemos continuamente el alimento de tu palabra para que también hoy seas nuestro huésped.

Después de comer: Señor, continuamente nos alegras con tus dones. Te damos gracias porque en ellos has estado con nosotros. Concédenos que juntos contigo y unidos entre nosotros escuchemos que practiquemos tus enseñanzas. Amén

Miércoles de Cuaresma

Antes de comer: (Lc 22, 26) “El que quiera ser el mayor hágase el servidor de los demás”.

Oremos: Dios todo poderoso, por la fuerza de tu Espíritu Santo danos humildad y espíritu de servicio porque es por esta puerta que entras en nuestra casa y quieres ser nuestro huésped.

Después de comer: Te damos gracias, Dios omnipotente, por el alimento que nos has dado. Nos capacita a servirte mejor a ti y a los hermanos. Amén

Jueves de Cuaresma

Antes de comer: Señor Jesucristo, tú has santificado la unión alrededor de la mesa como signo de tu Iglesia. Haz que nunca la traicionemos como hizo Judas. Unidos queremos partir el pan.

Después de comer: Te damos gracias Dios omnipotente por todos los dones que recibimos de tu mano generosa. Que fortalecidos en cuerpo y alma sepamos superar el egoísmo, la envidia y los roces de la vida diaria. Amén

Viernes de Cuaresma

Antes de comer (Jn 1, 11) “A los que lo recibieron, a ellos les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios”.

Oremos: Señor, por la encarnación y pasión de tu Hijo nos has aceptado como hijos tuyos. Que esta comida sea signo de unión entre tus hijos que te alaban por los siglos de los siglos. Amén

Después de comer: Señor, te damos gracias por tu inmensa gloria. Nos has preparado la mesa de amor por medio de tu Hijo e incesantemente nos recibes como miembros de tu familia. Amén

Sábado de Cuaresma

Antes de comer (Lc 15, 25) “Vamos a hacer fiesta porque este hijo estaba muerto y ha vuelto a vivir, se había perdido y lo hemos encontrado”. Oremos: Purifica nuestro corazón, Señor, para que volvamos a tu mesa y para compartir lo que tú nos das.

Después de comer: Te damos gracias, Señor, por tu misericordia, porque sigues derramando tu bendición sobre tus hijos que tantas veces te hemos ofendido. Ayúdanos a ser magnánimos como tú lo eres. Amén

 

 

 



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