El sarcasmo: un asesino de la vida en comunidad
Heath Hollensbe
Hace poco tiempo tenía un buen amigo que llamó algo a mi atención. Si me
conoces, sabes que mi personalidad es aquella que es propensa a regularmente
merecer un reproche. Por lo tanto, cuando este comenzó, yo sabía hacia dónde
se dirigía la conversación. Sin embargo, este reproche en particular llevó
consigo un aguijón a diferencia de cualquier otra que había recibido hasta
ese punto.
Este reproche se trataba de mi sarcasmo. Este era un problema que nadie
había abordado conmigo antes. De hecho, debido a la intensidad de esta
característica en mi vida, a menudo me decían lo ingenioso y listo que era.
Yo siempre lo vi como un don, no como un pecado. No hace falta decir que
esta corrección me tomó por sorpresa. Quedé sin palabras. Me sentí enojado.
La razón por la que me golpeó tan profundamente es porque sentía como si
estuviera dirigiéndose a una característica no solo mía, sino de mi familia
completa, y nos daba un sentido de identidad. ¿Cómo se atreve a atacarme a
mí y a mi familia por algo que Dios nos había dado? De más está decir que
estaba equivocado.
Durante la conversación, mi amigo me dijo: “Tu sarcasmo está matando tu vida
en comunidad, porque eso es lo que el sarcasmo es: un asesino de la
comunidad. Lo estás usando como una máscara para nunca dejarte conocer
totalmente”. Como si eso no fuera lo suficientemente duro de escuchar, él
continuó: “Cada vez que veo a alguien tratar de acercarse a ti y presionar
para conocerte más, es evidente que ahí es donde te incomodas, porque
dependes del sarcasmo para poner fin a la conversación exactamente donde
quieres que termine”.
Yo sabía que lo que estaba diciendo era verdad, pero no quería admitirlo,
así que lo minimicé. Mi amigo no se lo creía, por lo que me desafió para que
investigara más sobre el sarcasmo y lo hice. Los resultados fueron
impactantes.
Esto es lo que dice la investigación:
Definición del sarcasmo:
Una observación cortante, a menudo irónica, con la intención de herir.
Lenguaje burlón, despectivo o irónico que pretende transmitir desprecio o
insulto.
La palabra viene del griego
σαρκασμός—sarkasmos, que se toma de la palabra
σαρκάζειν—sarkazein, que significa “rasgar carne, morder el labio en
rabia, despreciar”.
Eso fue suficiente para darme cuenta de que esas características no se
alineaban con el fruto del Espíritu (Gá. 5:22-23). En ese momento me di
cuenta de que necesitaba un arrepentimiento serio.
Y así lo hice. Y todavía lo hago. Y lo haré hasta el día que muera.
Ahora, probablemente te estás preguntando, ¿a dónde voy con esto? Más que
nada quiero animarte. Mirando hacia atrás, estoy muy agradecido por este
reproche. Estoy agradecido de que alguien se dirigiera a una zona sagrada en
mi vida y lo llamara como lo que realmente es. Él no me permitió convencerlo
de que no me corrijiera. Estoy agradecido por hombres en mi vida que hacen
eso regularmente conmigo. Espero que tengas personas en tu vida que estén
dispuestos y puedan hacer eso por ti. Si no, los necesitas.
Si eres alguien que se está escondiendo detrás del sarcasmo, como lo hice yo
durante tanto tiempo, quiero animarte a salir detrás de esa máscara y
dejarte conocer completamente. No es un don divino. Es una característica
pecaminosa que debe ser desarraigada. Créeme: será muy duro. Sin embargo,
cuando es desarraigada, puedes empezar a dejarte conocer, verdaderamente. Y
esa libertad es sin igual. Esa apertura y honestidad es la que alimenta a la
vida en comunidad y la deja crecer.
Dios nos ha hecho a mano de manera única y excelente. Las personas se
beneficiarán por conocerte. Tú eres digno de ser conocido. No tienes que
tener miedo de preguntarte lo que la gente pensará cuando descubran que eres
un fraude. El evangelio nos libera para ser completamente conocidos. Ya no
necesitamos escondernos detrás del sarcasmo. Nuestra identidad se encuentra
en Jesús y lo que hizo, no en quienes somos y lo que hemos hecho. De hecho,
mientras más honestos seamos acerca de quienes somos, más increíble lucirá
nuestro Salvador. Y más podremos luchar para parecernos a Él.
Gente buena solo necesita un Salvador más o menos. Grandes pecadores, como
nosotros, necesitan (y tienen) un gran Salvador. Así que debes estar
dispuesto a ser visto como un gran pecador. Sé abierto con gente que sepa
eso sobre tí.
¡Estas son buenas noticias! Podemos descansar en la obra terminada de Jesús.
Podemos ser completamente honestos con la gente, dejándoles ver quiénes
realmente somos. Podemos darles acceso detrás de escena a las zonas más
profundas de nuestra vida (tanto las buenas como las malas). Y cuando esto
suceda, junto con el desarraigo del sarcasmo, encontraremos
que esa vida en
comunidad prosperará.
Publicado originalmente para Soma. Traducido por Alicia Ferreira.