El Valor de la Oración - Prepárate...
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JMJ
La palabra valor como la conocemos, puede ser utilizada en dos situaciones
diferentes. La primera es el valor económico que puede poseer alguna cosa:
el valor de una casa, el valor de un libro, el valor de un pasaje. El
segundo uso se refiere a una valorización no mensurable, el aprecio de cada
uno, de manera individual que tenemos por alguna cosa: el valor de una
familia, el valor de aprender, el valor de ir a una JMJ..
Hoy vamos a pensar en el valor de la oración. Solo que en el sentido
económico.
Un concepto muy básico de la economía enseña la ley de la oferta y la
demanda. Simples, si algún bien tiene mucha demanda y es poco ofertada, el
precio sube. Por ejemplo, pensar en cuánto cuesta una latita de Coca-Cola en
un supermercado y cuanto cuesta en la playa. Hoy, la oración se encuentra en
una situación de alta demanda. Pensemos en la desvalorización de la vida, en
la desestructuración de las familias, en los constantes ataques a la Iglesia
y en toda la pérdida de valores que vemos en los lugares. No nos deja duda:
la demanda que el mundo, que las personas y que nosotros mismos tenemos por
la oración esta en alta. Y si observamos bien esto pasa al mismo tiempo que
la oferta de la oración se encuentra muy baja: un enorme alejamiento de
fieles, la expansión de una mentalidad consumista, materialista, el grito
insaciable de las sociedades por el laicismo.. Será que la solución para
todos estos problemas no comienza justamente en nuestra oración?
Un método que puede ser usado en economía para atribuir valor a las cosas es
hacer que esto comience a partir de lo que ella genere. El petróleo por
ejemplo, cuesta lo que cuesta, porque a partir de ahí provienen los
plásticos, aceites y principalmente los combustibles. En el caso de la
oración, que es lo que ella genera? ¡Santida! La oración crea hombres y
mujeres que buscan ser seres mejores seres humanos, hombres y mujeres que a
lo largo de la historia hicieron el bien, hicieron una revolución, hicieron
la diferencia. Hombres que tienen coraje de ir contra la corriente y miedo
de alejarse de la felicidad. Esos si pueden ser llamados hombres ¡Hombres,
que así como el Beato Juan Pablo II, con vigor, con alegría, dono su vida
por una causa mayor. Y si miramos de donde viene la fuente de tanta coraje,
de tanta nobleza, vamos ver a un hombre como cualquier otro, pero que pasaba
tantas horas delante del Santísimo rezando, muchas de ellas postrado en el
suelo. Si vamos a darle valor a la oración, por lo que ella crea, vamos a
darnos cuenta de que tantos santos se dieron cuenta antes que nosotros, que
el mayor bien que podemos tener, no hay dinero que la compre.
Concluyo con un último valor: el valor de la existencia. Es el valor dado
para un determinado bien, simplemente por el hecho de existir, sin esperar
de este ningún servicio. Un oso panda, por ejemplo, que nunca ni siquiera
vamos a ver, podemos darle un valor que vale su preservación. Ese es el
valor que debemos dar a la oración. Conversando con Dios y siendo
agradecida, sin esperar que las cosas estén bien, sin esperar nada a cambio…
Que moneda usamos para eso? El tiempo. Saber dar nuestro tiempo a Dios en la
oración personal, en el Rosario, en la Misa, hasta en el ajetreo del día a
día, igualmente en el cansancio… Ese es el valor que más agrada a Dios.
Fernanda Gonzalez, www.rio2013.com/es
Gracias a Yahveh: JMJ Madrid 2011 - Rio de Janeiro 2013