tify">La colecta (Veronense) ora: «Oh Dios, que de un modo tan admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza, y de modo más admirable aún elevaste su condición por Jesucristo, concédenos compartir la vida divina de Aquel que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana».

El ofertorio es el mismo del Misal anterior al Concilio Vaticano II: «Acepta, Señor, en la fiesta solemne de Navidad la ofrenda que nos reconcilia contigo de modo perfecto, porque en ella se encierra la plenitud del culto que el hombre puede tributarte».

El Salmo 97,3, en la comunión, nos lleva a cantar, con toda la tierra, la victoria de nuestro Dios. Y en la postcomunión, que también se encontraba en el Misal anterior, pedimos al Dios de misericordia que hoy, que nos ha nacido de nuevo el Salvador para comunicarnos la vida divina, nos conceda hacernos igualmente partícipes del don de su inmortalidad.

Isaías 52,7-10: Los confines de la tierra verán la victoria de nuestro Dios. Ha cumplido Dios su palabra de consolación. Nos ha redimido, dejándose ver y amar en medio de nosotros. Cristo es la realidad suprema del acercamiento pedagógico de Dios a nosotros. Cristo es el Mensajero que viene a anunciar la Buena Nueva: el Evangelio, de la paz y de la salvación.

Cristo colma la expectativa de la Historia y de todo hombre. Se pone a la cabeza de un pueblo nuevo que con Él camina más aprisa hacia Dios. El hombre adquiere una nueva conciencia de sí mismo, adquiere el sentido verdadero de la propia dignidad y la posibilidad de crecer hacia el más allá, hacia la salvación definitiva.

En el Misterio de la Encarnación se nos da Dios mismo con todo lo que Él es y con todo cuanto posee. Él sabe muy bien que ninguna otra cosa puede saciarnos más que Él mismo. Es, pues, legítima nuestra alegría y son buenas nuestras fiestas, pero sin el desorden ni el derroche.

–Con el Salmo 97 cantamos al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo… Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Estamos salvados. Pero muchos hombres aún no lo saben o se comportan como si no lo supiesen.

Hebreos 1,1-6: Dios nos ha hablado por su Hijo. Cristo es personalmente la Palabra de Dios vivo. En la plenitud de los tiempos el Padre nos ha hablado por su Hijo. Ha habido dos fases en la Revelación: la preparación por los profetas, primero, y en la plenitud de los tiempos la revelación perfecta por medio del Hijo. Son dos momentos continuos, de manera que, ciertamente, en todo tiempo Dios ha hablado a los hombres. Pero en el último tiempo su Palabra se ha expresado de un modo insólito y maravilloso, con un gesto nuevo de infinito amor. Cristo, Verbo encarnado, imagen de Dios y de su gloria es el signo sacramental de una nueva presencia de Dios en medio de nosotros. Es la Palabra eterna que dialoga con nosotros, y así nos regenera. Salva y libra al hombre de la esclavitud del pecado.

Juan 1,1-18: La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. El Verbo, que es Luz y Vida divina –Luz que salva y Amor que redime–, se ha hecho uno más entre nosotros. El Hijo de Dios se nos hace presente en la realidad viviente de un Corazón también humano. San Agustín ha comentado este pasaje evangélico muchas veces.

«Nadie dé muestras de ingenio, revolviendo en su cabeza pensamientos pobres, como el siguiente: –“¿Cómo, si en el principio ya existía el Verbo?… ¿cómo el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros?” Oye la causa. Cierto que a los que creen en su nombre les dio la potestad de ser hijos de Dios… ¿Es acaso maravilla que lleguéis vosotros a ser hijos de Dios, cuando por vosotros el Hijo de Dios llegó a ser hijo del hombre? Y si, haciéndose hombre, quien era más, vino a ser menos, ¿no puede hacer que nosotros, que éramos menos, pudiéramos venir a ser algo más? Él pudo bajar a nosotros, ¿y nosotros no podremos subir a Él? Tomó por nosotros nuestra muerte, ¿y no ha de darnos la vida? Padeció tus males, ¿y no te dará sus bienes?…

«Ésta es la fe. Mantén lo que no ves todavía. Es necesario que permanezcas ligado por la fe a lo que no ves, para no tener que avergonzarte cuando llegues a verlo» (Sermón 119,5, en Hipona).

  ¡Qué inefable alegría debe producirnos nuestra viva fe en el misterio de la Navidad! Sigamos contemplando el Misterio con la ayuda de San Agustín:

«Un año más ha brillado para nosotros –y hemos de celebrarlo– el Nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. En Él la verdad ha brotado de la tierra (Sal 84,12); el Día del día ha venido ha nuestro día: alegrémonos y regocijémonos en Él (Sal 117,24). La fe de los cristianos conoce lo que nos ha aportado la humildad de tan gran excelsitud. De ello se mantiene alejado el corazón de los impíos, pues Dios escondió estas cosas a los sabios y prudentes y las reveló a los pequeños (Mt 11,25).

«Posean, por tanto, los humildes la humildad de Dios, para llegar también a la altura de Dios con tan grande ayuda, cual jumento que soporta su debilidad. Aquellos sabios y prudentes, en cambio, cuando buscan lo excelso de Dios y no creen lo humilde, al pasar por alto esto y, en consecuencia, no alcanzar aquello debido a su vaciedad y ligereza, a su hinchazón y orgullo, quedaron como colgados entre el cielo y la tierra, en el espacio propio del viento…

«Por tanto, celebremos el nacimiento del Señor con la asistencia y el aire de fiesta que merece. Exulten los varones, exulten las mujeres…Exultad, jóvenes santos… Exultad, vírgenes santas… Exultad, todos los justos… Ha nacido el Justificador. Exultad, débiles y enfermos, ha nacido el Salvador. Exultad, cautivos, ha nacido el Redentor. Exultad, siervos, ha nacido el Señor. Exultad, hombres libres: ha nacido el Libertador. Exultad, todos los cristianos, ha nacido Cristo»  (Sermón 184, día de Navidad, después del año 412).

Y dice el mismo Doctor en otro sermón, predicado entre los años 412 y 416:

«Se llama día del Nacimiento del Señor a la fecha en que la Sabiduría de Dios se manifestó como Niño y la Palabra de Dios, sin palabras, emitió la voz de la carne. La divinidad oculta fue anunciada a los pastores por la voz de los ángeles e indicada a los Magos por el testimonio del firmamento. Con esta festividad anual celebramos, pues, el día en que se cumplió la profecía: “La verdad ha brotado de la tierra y la justicia ha mirado desde el cielo” (Sal 84,12).

«La Verdad, que mora en el seno del Padre, ha brotado de la tierra para estar también en el seno de una Madre. La Verdad, que contiene el mundo, ha brotado de la tierra para ser llevada por manos de mujer. La Verdad, que alimenta de forma incorruptible la bienaventuranza de los ángeles, ha brotado de la tierra, para ser amamantada por los pechos de carne. La Verdad, a la que no basta el cielo, ha brotado de la tierra para ser colocada en un pesebre.

«¿En bien de quién vino con tanta humildad tan grande excelsitud? Ciertamente, no vino para bien suyo, sino nuestro, a condición que creamos. ¡Despierta, hombre; por ti, Dios se hizo hombre!… Por ti, repito, Dios se hizo hombre. Estarías muerto para la eternidad si Él no hubiera venido. Celebremos con alegría la llegada de nuestra salvación y redención» (Sermón 185).

26 de diciembre. San Esteban

Es el primero de los mártires, y de ahí que su testimonio haya conservado siempre un valor excepcional dentro de la Iglesia. El Espíritu de Dios era el que lo impulsaba a hablar y transfiguraba ante sus adversarios su rostro, que aparecía como el de un ángel (Hch 6-7). El mismo Espíritu fue el que lo fortaleció en el martirio y oró en él por los que lo apedreaban, y también por el joven Saulo, que guardaba los mantos de los que lo hacían. Gracias a Esteban tenemos a Pablo. La oración del primer mártir logra de Dios este gran éxito en los comienzos del cristianismo.

La oración colecta (del Misal anterior) pide al Señor nos conceda la gracia de imitar al mártir San Esteban, que oró por los verdugos que le daban tormento, para que así nosotros aprendamos a amar a nuestros enemigos.

Hechos 6,8-10; 7,54-59: Lleno del Espíritu Santo, muere como Cristo. Al anunciarles Jesús a sus discípulos las persecuciones que vendrían sobre ellos, les había prometido su asistencia. El Espíritu de Dios sería su fuerza y hablaría por su boca. Y esta promesa de Jesús que oímos en el Evangelio, la vemos cumplida en el martirio de San Esteban. Se hallaba éste lleno del Espíritu Santo y el mismo Espíritu inspiraba sus palabras.

Salmo 30: «A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Sé la Roca de mi refugio, un baluarte donde me salve»... Cada día, en Completas, ensayando nuestra futura muerte, repetimos esas palabras primeras de Esteban.

Mateo 10,17-22: No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre. San Fulgencio de Ruspe comenta:

«Ayer celebramos el nacimiento temporal de nuestro Rey eterno; hoy celebramos el triunfal martirio de su soldado. Ayer nuestro Rey, revestido con el manto de nuestra carne y, saliendo del recinto del seno virginal, se dignó visitar el mundo; hoy el soldado, saliendo del tabernáculo de su cuerpo, triunfador, ha emigrado al cielo.

«Nuestro Rey, siendo la excelsitud misma, se humilló por nosotros. Su venida no ha sido en vano, pues ha aportado grandes dones a sus soldados, a los que no sólo ha engrandecido abundantemente, sino que también los ha fortalecido para luchar invenciblemente. Ha traído el don de la caridad, por la que los hombres se hacen partícipes de la naturaleza divina…

«Así, pues, la misma caridad que Cristo trajo del cielo a la tierra ha levantado a Esteban de la tierra al cielo. La caridad que precedió en el Rey, ha brillado a continuación en el soldado. Esteban, para merecer la corona, que significa su nombre, tenía la caridad como arma y por ella triunfaba en todas partes» (Sermón 3,1-3).

En este día, en que la liturgia celebra a San Esteban, evocamos también el misterio de Navidad, pues las Vísperas son de la octava de esa solemnidad. Oigamos a San Agustín:

«Considera, oh hombre, lo que vino a ser Dios por ti. Aprende la doctrina de tan gran humildad de la boca del Doctor que aún no habla. En otro tiempo, en el paraíso, fuiste tan fecundo que impusiste nombre a todo ser viviente. Ahora, por ti yace en el pesebre, sin hablar, tu Creador; sin llamar por su nombre ni siquiera a su Madre. Tú, descuidando la obediencia, te perdiste en el ancho jardín de árboles fructíferos. Él, por obediencia, vino en condición mortal a un establo estrechísimo, para buscar, mediante su muerte, al que estaba muerto. Tú, siendo hombre, quisiste ser Dios, para tu perdición; Él, siendo Dios, quiso ser hombre, para tu salvación. Tanto te oprimía la soberbia humana, que sólo la humildad divina te podría levantar» (Sermón 188,3).

¡El Hijo de Dios tomó nuestra naturaleza humana para ennoblecerla, para purificarla, para divinizarla, para sumergirla en su naturaleza divina! Tomó nuestra naturaleza humana para que nosotros fuéramos hijos de Dios. Lo somos por la gracia santificante. La vivimos, imitando, reproduciendo en nosotros las virtudes de Cristo: su amor al Padre, su celo por la salvación de las almas, su obediencia, su humildad, su pobreza, su santidad.

27 de diciembre. San Juan Evangelista

El Evangelista San Juan se encuentra relacionado muy particularmente con los diversos aspectos del misterio de Cristo. Él fue el que reclinó su cabeza sobre el pecho del Señor, y él estuvo al pie de la Cruz con la Virgen María, que fue confiada por Jesús a sus cuidados. Él fue testigo de la Resurrección del Señor. Y es conocido como el Evangelista teólogo, pues se remonta como un águila real hacia las alturas del Verbo de Dios.

La oración colecta (compuesta con textos del Veronense, del Gelasiano y del Gregoriano) pide a Dios, al Señor nuestro, que nos ha revelado por medio del apóstol San Juan el misterio de su Palabra hecha carne, nos conceda llegar a comprender y a amar de corazón lo que el Apóstol nos dio a conocer.

1 Juan 3,1-4: Nuestras manos palparon el Verbo de la Vida. San Juan, amigo íntimo del Verbo encarnado, nos da testimonio de lo que él vivió intensamente junto a Jesucristo, y todo lo escribe para que nuestra alegría sea completa.

Salmo 96: «Alegraos, justos, con el Señor. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, Justicia y Derecho sostienen su trono… Amanece la luz para el justo y la alegría para los rectos de corazón»…

Juan 20,2-8: El acto de fe es de San Juan. Él corrió con Pedro al Sepulcro, llegó el primero y vio las vendas en el suelo, pero no entró. Como testigo de la Resurrección del Señor, «vio y creyó». San Agustín comenta:

«Así, pues, la Vida misma se ha manifestado en la carne, para que, en esta manifestación, aquello que sólo podía ser visto con el corazón fuera también visto con los ojos, y de esta forma sanase los corazones. Pues la Palabra se ve sólo con el corazón, pero la carne se ve también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no logramos ver la Palabra. La Palabra se hizo carne, a la cual podemos ver, para sanar en nosotros aquello que nos hace capaces de ver la Palabra…

«Aquéllos vieron, nosotros no; y, sin embargo, estamos en comunión con ellos, pues poseemos una misma fe… “Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa”. La alegría completa es la que se encuentra en una misma comunión, una misma caridad, una misma unidad» (Tratado sobre la primera Carta de San Juan 1,1-3).

La Iglesia festeja hoy a San Juan Evangelista, pero continúa celebrando también el misterio insondable de Navidad. San Ambrosio nos ayuda a contemplarlo, meditando en el evangelio de San Juan:

«Con pocas palabras ha expuesto San Lucas cómo y en qué tiempo y en qué lugar ha nacido Cristo según la carne. Pero, si quieres conocer su generación celeste, lee el Evangelio de San Juan, que ha comenzado por el cielo para descender a la tierra. Encontrarás allí cuanto Él era, y cómo era y qué era, lo que había hecho y lo que hacía, dónde estaba y a dónde vino, cómo vino, en que tiempo vino, por que causa vino…

«Si hemos conocido la doble generación [del Verbo] y la misión de cada una, si advertimos por qué causa ha venido: tomar sobre sí los pecados del mundo moribundo, para abolir la mancha del pecado y la muerte de todos en sí mismo, que no podía ser vencido, lo lógico es que ahora el Evangelista San Lucas nos enseñe, a su vez y nos muestre los caminos del Señor, que va creciendo según la carne…

«Él ha sido niño para que tú puedas ser varón perfecto. Él ha sido ligado con pañales, para que tú puedas ser desligados de los lazos de la muerte. Él ha sido puesto en un pesebre, para que tú puedas ser colocado sobre los altares. Él ha sido puesto en la tierra, para que tú puedas estar entre las estrellas. Él no tuvo lugar en el mesón, para que tú tengas muchas mansiones en el cielo (Jn 14,2). Él, siendo rico, se ha hecho pobre por nosotros, a fin de que su pobreza nos enriquezca (1 Cor 8,9).

«Luego mi patrimonio es aquella pobreza del Señor, y su debilidad, mi fortaleza. Prefirió para sí la indigencia a fin de ser pródigo para todos. Me purifican los llantos de aquella infancia que da vagidos, y aquellas lágrimas han lavado mis delitos. Yo soy, pues, oh Señor Jesús, más deudor a tus injurias de mi redención, que a tus obras de mi creación. De nada me hubiera servido haber nacido sin el beneficio de la redención.

«He aquí el Señor, he aquí el pesebre por el que nos fue revelado este divino misterio: que los gentiles, viviendo a la manera de bestias sin razón en los establos serían alimentados por la abundancia del alimento sagrado. Entonces el asno, imagen y modelo de los gentiles, ha reconocido el pesebre de su Señor. Por eso dice: “El Señor me ha alimentado y nada me faltará” (cfr. Sal 22). ¿Son acaso insignificantes los signos por los cuales Dios se hace reconocer, el ministerio de los ángeles, la adoración de los Magos y el testimonio de los mártires? Él sale del seno materno, pero resplandece en el cielo; yace en un albergue terreno, pero está bañado de una luz celeste.

«Observa los orígenes de la Iglesia naciente: Cristo nace, y los pastores comienzan a velar; por ellos, el rebaño de las naciones, que vivía hasta entonces la vida de los animales, comienza a ser congregado en el aprisco del Señor, para no ser expuesto, en las oscuras tinieblas de la noche, a los ataques de las bestias espirituales. Y los pastores vigilan bien, habiendo sido formados por el Buen Pastor. De este modo, el rebaño es el pueblo, la noche es el mundo, los pastores son los sacerdotes» (Comentario a San Lucas lib. II, nn. 40-43.50).

El nacimiento del Hijo de Dios humanado no es un idilio infantil, una agradable escena pastoril, un ejemplo inocente, un hecho que se repite una vez más, como tantas otras. El Nacimiento de Cristo es y debe ser, más bien, una fuerza que repercute e influye hondamente en la vida de la Santa Iglesia, en la vida de todos los cristianos. Y el Señor nos comunica muy especialmente su gloriosa vida divina por los sacramentos.

28 de Diciembre. Santos Inocentes

Al menos desde el siglo VI la Iglesia ha honrado en los días inmediatos a la Navidad del Señor a los Santos niños Inocentes. Recoge el hecho el evangelista San Mateo en la segunda lectura de esta fiesta. Se los considera como las primicias de los redimidos, en el sentido exacto de esta palabra, pues confiesan a Cristo, no con sus palabras, pero sí con su sangre.

La oración colecta (del Misal anterior) dice que los mártires inocentes proclaman la gloria del Señor en este día no con sus palabras sino con su sangre, y pide a Dios que nos conceda por su intercesión testimoniar con nuestra vida la fe que confesamos.

1 Juan 1,5–2,2. No tiene esta perícopa una relación especial con la fiesta de hoy, salvo ciertas alusiones a la sangre de Jesús, que «es la víctima ofrecida por los pecados». De este modo ilumina el misterio de la muerte de los Niños Inocentes, que siendo inmolados a causa de Jesús, fueron hechos así miembros de su Cuerpo.

Salmo 123: «Hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador. Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos, tanto ardía su ira contra nosotros. Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. La trampa se rompió y escapamos»…Estas palabras se aplican a los Niños Inocentes, que por su muerte salieron a una vida mejor, vertiendo su sangre a causa de Cristo.

Mateo 2,13-18: Herodes mandó matar a todos los niños en Belén. Se cumplió así el oráculo: «Un grito se oye en Ramá: llanto y lamentos grandes. Es Raquel, que llora a su hijos y rehusa el consuelo, porque ya no viven». Comenta San Quodvultdeus:

«Nace un niño pequeño, que es un gran Rey. Los magos son atraídos desde lejos; vienen a adorar al que todavía yace en el pesebre, pero que reina al mismo tiempo en el cielo y en la tierra. Cuando los magos le anuncian a Herodes que ha nacido un Rey, él se turba, y para no perder su reinado, lo quiere matar. Si hubiera creído en Él, estaría seguro en la tierra y reinaría sin fin en la otra vida.

«“¿Qué temes, Herodes, al oír que ha nacido un Rey? Él no ha venido a expulsarte a ti, sino para vencer al Maligno. Pero tú no entiendes estas cosas, y por ello te turbas y te enfureces, y, para que no escape el que buscas, te muestras cruel, dando muerte a tantos niños. Ni el dolor de las madres que gimen, ni el lamento de los padres por la muerte de sus hijos, ni los quejidos y los gemidos de los niños te hacen desistir de tu propósito. Matas el cuerpo de los niños, porque el temor te ha matado a ti el corazón”…

«Los niños sin saberlo, mueren por Cristo; los padres hacen duelo por los mártires. Cristo ha hecho dignos testigos suyos a los que todavía no podían hablar. He aquí de qué  manera reina el que ha venido para reinar. He aquí que el libertador concede libertad y el salvador da la salvación… ¡Oh gran don de la gracia! ¿De quién son los merecimientos para que triunfen así los niños? Todavía no hablan, y ya confiesan a Cristo. Todavía no pueden entablar batalla, valiéndose de sus propios miembros, y ya consiguen la palma de la victoria» (Sermón 2, sobre el Símbolo).

La Iglesia recuerda hoy y venera a los Santos Inocentes, pero, durante la octava de Navidad las Vísperas celebran esa solemnidad. Por eso exponemos su contenido teológico y espiritual con las Homilías de Navidad de San León Magno.

En la primera dice: «Hoy, amadísimos, ha nacido nuestro Salvador. Alegrémonos. No es justo dar lugar a la tristeza cuando nace la vida para acabar con el temor de la muerte y para llenarnos de gozo con la eternidad prometida. Nadie se crea excluido de participar de este gozo, pues una misma es la causa de la común alegría, ya que nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, así como a nadie halló libre de culpa, así vino a librar a todos del pecado. Exulte el santo, porque se acerca el premio; alégrese el pecador, porque se le invita al perdón; anímese el gentil, porque se le llama a la vida.

«Al llegar la plenitud de los tiempos (Gál 4,4), señalada por los inescrutables designios del divino consejo, tomó el Hijo de Dios la naturaleza humana para reconciliarla con su autor y vencer al diablo, inventor de la muerte, por la misma naturaleza que Él había dominado (Sab 2,24)… Se eligió una Virgen de la estirpe real de David que, debiendo concebir un fruto sagrado, lo concibió antes en su espíritu que en su cuerpo.

«Por lo cual, amadísimos, demos gracias a Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo, que, por la inmensa misericordia con que nos amó, se compadeció de nosotros y, estando muertos por el pecado, nos resucitó a la vida en Cristo (Ef 2,5) para que fuésemos en Él una nueva criatura, una nueva obra de sus manos.

«Por lo tanto, dejemos al hombre viejo, con sus acciones (Col 3,9) y renunciemos a las obras de la carne, nosotros que hemos sido admitidos a participar del nacimiento de Cristo. Reconoce, oh cristiano, tu dignidad, pues participas de la naturaleza divina (2 Pe 1,4), y no vuelvas a la antigua vileza con una vida depravada. Recuerda de qué Cabeza y de qué Cuerpo eres miembro. Ten presente que, arrancado al poder de las tinieblas (Col 1,13), has sido trasladado al reino y claridad de Dios. Por el sacramento del Bautismo te convertiste en templo del Espíritu Santo. No ahuyentes a tan escogido huésped con acciones pecaminosas, no te entregues otra vez como esclavo al demonio, pues has costado la sangre de Cristo, quien te redimió según su misericordia y te juzgará conforme a la verdad».

En la homilía segunda dice: «Exultemos en el Señor, amadísimos, y alegrémonos con un gozo espiritual, pues se ha levantado para nosotros el día de una nueva redención, día preparado desde largo tiempo, día de una felicidad eterna. He aquí, en efecto que el círculo del año nos actualiza de nuevo el misterio de nuestra salvación; misterio prometido desde el comienzo del mundo, otorgado al fin, y hecho para durar siempre.

«Es digno en este día que, elevando nuestros corazones hacia lo alto (1 Cor 10,11), adoremos el misterio divino, para que la Iglesia celebre con gran alegría lo que ha procedido de un gran don de Dios… Al llegar, pues, amadísimos, los tiempos señalados para la redención del hombre, nuestro Señor Jesucristo, de lo alto de su sede celestial, baja hasta nosotros. Sin dejar la gloria del Padre, viene al mundo según un modo nuevo, por un nuevo nacimiento. Modo nuevo, ya que invisible por naturaleza, se hace visible por nuestra naturaleza; incomprensible, ha querido hacerse comprensible; el que fue antes que el tiempo, ha comenzado a ser en el tiempo. Siendo Señor del universo, ha tomado la condición de siervo, velando el resplandor de su majestad. Dios impasible, no se ha desdeñado de ser hombre pasible; y siendo inmortal se somete a la muerte…

«El Señor Cristo Jesús ha venido, en efecto, para quitar nuestra corrupción, no para ser su víctima; no a sucumbir en nuestros vicios, sino a curarlos. Ha venido a sanar nuestra enfermedad, consecuencia de nuestra corrupción y todas las llagas que manchan nuestra alma».

29 de Diciembre

«Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna» (Jn 3, 16). Con este canto de entrada comienza la Misa de hoy.

Y en la oración colecta (Gelasiano) pedimos a Dios todopoderoso, a quien nadie ha visto nunca y que ha disipado las tinieblas del mundo con la venida de Cristo, Luz verdadera, nos mire complacido, para que podamos cantar dignamente la gloria del nacimiento de su Hijo.

1 Juan 2,3-11: Quien ama a su hermano permanece en la luz. El cristianismo no es sólo algo negativo: no pecar, sino también vivir según la voluntad de Dios. Conocer a Cristo es vivir según su Voluntad. Son, pues, necesarias la fe y las obras (Sant 2, 14-26). Guardar la palabra de Dios es una respuesta amorosa al amor que Él nos tiene. El amor es superior al conocimiento y a la fe. Vivir el amor es imitar a Jesucristo, que es en realidad nuestra Ley, y amar como Él ha amado. Comenta San Agustín:

«“Quien dice que permanece en Cristo debe andar como Él anduvo” (1 Jn 2,6). ¿Y cuál es el camino por el que Cristo caminó? ¿Cuál es sino la caridad de la que dice el Apóstol: “os muestro un camino todavía más excelente” (1 Cor 12,31)?. Si, pues, queremos imitar a Cristo, debemos correr por el mismo camino por el que Él se dignó andar, incluso cuando pendía de la cruz. Estaba clavado en la cruz y, corriendo por el camino de la caridad, rogaba por sus perseguidores. Finalmente, pronunció estas palabras: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34) Pidamos, pues, también nosotros esto mismo, sin cesar, en favor de todos nuestros enemigos, para que el Señor les conceda la corrección de sus costumbres y el perdón de sus pecados» (Sermón 167, A).

Y San Juan Crisóstomo:

«¿Que razón tienes para no amar? ¿Que el otro correspondió a tus favores con injurias? ¿Que quiso derramar tu sangre en agradecimiento de tus beneficios? Pero, si amas por Cristo, ésas son razones que te han de mover a amar más aún. Porque lo que destruye las amistades del mundo, eso es lo que afianza la caridad de Cristo. ¿Cómo? Primero, porque ese ingrato es para ti causa de un premio mayor. Segundo, porque ése precisamente necesita más ayuda y un cuidado más intenso» (Hom. sobre San Mateo 60,3).

–El Padre ha dado a Cristo en su Nacimiento « el trono de David», para que reine sobre la casa de Jacob y su reino no tenga fin. La plenitud de los tiempos, el Reino eterno ya comenzado ya, y por eso cantamos con el Salmo 75: «Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. El Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. Alégrese el cielo, goce la tierra».

En el establo, en el pesebre, debajo del velo de su pobreza, de su vida oscura, de su desamparo, de su debilidad infantil, el Señor es Rey. Dejémonos conquistar por Él y abracémonos con su pobreza, con su humildad, con su obediencia, con su debilidad. De este modo Él también reinará en nosotros.

Lucas 2,22-35: Jesús, María y José se someten a la ley judaica. La ley que ordenaba la presentación del primogénito al Señor y la purificación de la madre no afectaban ni a Jesucristo ni a la Virgen María, pero obedecieron. Jesús es ofrecido en el templo de manos de la Virgen María y de San José.

Inspirada por el Espíritu Santo, María conoce perfectamente el gran misterio que nos relata el Evangelio de hoy. Comprende el significado y el valor del sacrificio que Ella realiza. Identificada en absoluto con los sentimientos sacrificiales de su divino Hijo, María lo ofrece al Padre con la misma abnegación, con el mismo desprendimiento con que se ofrece el propio Jesús. Sacrifica generosamente con un total e incondicional fiat en sus labios y en su corazón lo que Ella más quiere y ama, su Todo. Lo hace en nombre y en representación nuestra y para nuestra salvación.

Estamos ante uno de los momentos más solemnes de la vida de la Virgen María, de la vida de la humanidad, de la vida de todos y de cada uno de nosotros. Es la primicia del Calvario. También comienza para Ella su sacrificio. Su alma será traspasada por la espada del dolor (Lc 2,25). Se ofrece también Ella por nosotros, juntamente con su Hijo. Ya se vislumbra el día en que, a los pies de la cruz, completará con Jesús la oblación comenzada hoy en el templo. El fiat de la Anunciación tuvo muchos momentos de prolongación crucificada en su vida.

30 de Diciembre

Entrada: «Cuando todo guardaba un profundo silencio, al llegar la noche al centro de su carrera, tu omnipotente Palabra, Señor, bajó de los cielos desde su solio real» (Sab 18, 14-15).

En la colecta (Gelasiano) pedimos al Señor que, por este nuevo nacimiento de su Hijo en la carne, nos libre del yugo con que nos domina la antigua servidumbre del pecado.

1 Juan 2,12-17: El que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. Por Jesús ha llegado la libertad del pecado, hemos conocido al Padre, hemos vencido al mal. La Palabra de Dios ha morado entre nosotros, nos ha iluminado con su Luz resplandeciente para conocer la Voluntad del Padre y nos ha dado fortaleza para cumplirla. Nuestra ley es convivir con la Palabra. Sólo así podemos vencer la mentira y el mal del mundo. Comenta San Agustín:

«Este mundo fue hecho por Dios, pero el mundo no le conoció. ¿Que mundo no le conoció? El que ama el mundo; el que ama la obra y desprecia al Artífice. Tu amor ha de emigrar. Rompe los cables que te unen a la criatura y únete al Creador. Cambia de amor y de temor. Las costumbres no las hacen buenas o malas más que los buenos o malos amores… “No améis al mundo ni lo que hay en el mundo”(1 Jn 2,15)...

«Lo que hay en los amantes del mundo es “concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y ambición mundana” (ib. 16). La concupiscencia de la carne se identifica con el placer, la concupiscencia de los ojos con la curiosidad y la ambición mundana con la soberbia. Quien vence estas tres cosas no le queda absolutamente ningún deseo que vencer. Hay muchas ramas, pero raíces no hay más que tres» (Sermón 313, A, 2, Cartago, 14 de septiembre 401, fiesta de San Cipriano).

Si viviéramos verdaderamente de nuestra fe, ella inflamaría nuestro corazón y le haría amar con delirio a Aquel que, impulsado por nuestro amor, se despojó de sí mismo, se anonadó y, tomando la forma de siervo, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Flp 2,5-8). Pero ¡cuánta frialdad, cuánto olvido por nuestra parte! ¡Y qué inefable alegría debiera producirnos nuestra viva fe en el misterio de la Navidad del Señor, que tan bella y eficazmente celebra la Iglesia en estos días!

–El Israel restaurado tras el destierro de Babilonia, después de llenarse de gozo y cantar al Dios que le dio la victoria, se vuelve hacia los pueblos paganos vecinos y los invita a cantar también, reconociendo el poder del Señor. Nosotros hacemos lo mismo cantando con el Salmo 95 y aclamamos a todos los pueblos, anunciándoles que para todos ha llegado la salvación, la redención, la liberación con el Nacimiento de Cristo:

«Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor. Entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda. Decid a los pueblos: “El Señor es Rey. Él afianzó el orbe y no se moverá. Él gobierna a los pueblos rectamente”».

Lucas 2,36-40: El Niño que nos ha nacido de María es el Salvador tan largamente esperado. Así lo proclama Ana en el templo. La Palabra de Dios, que permanece para siempre, se ha hecho carne, y sacia las esperanzas de un pueblo. Este pueblo está presente en los ojos y en las manos de Ana, la profetisa, mujer viuda que ha gastado su vida en ayunos y oraciones junto al templo. La oración de súplica se transforma así en alabanza ante todos los que esperaban la redención.

Comenta San Agustín:

«Grandes fueron los méritos de Ana, aquella viuda santa. Había vivido siete años con su marido; muerto él, había llegado a la ancianidad, y en su santa vejez esperaba la infancia del Salvador, para verlo pequeño, ya entrada ella en años; para reconocerlo, ya viejecita, y para ver entrar en el mundo al Salvador, ella que estaba a punto de salir de él…

«El anciano Simeón, cuya edad iba pareja con la de Ana, había vivido también muchos años, y había recibido la promesa de que no conocería la muerte sin haber visto antes a Cristo, al Señor. Comprended, hermanos cuán grande era el deseo de ver a Cristo que tenían los santos antiguos. Sabían que tenía que venir» (Sermón 370,1-2).

   Tengamos también nosotros, como aquellos justos antiguos, deseos de recibir a Jesús, el Salvador, y de poseerlo.

La Familia sagrada vuelve después a Nazaret, y allá vive Jesús en la humildad y en el silencio durante treinta años. ¡Qué fecundidad la de los años de Nazaret! ¡Qué misterio tan impenetrable la vida de los tres allí! ¡Cómo quisiéramos conocer algo de sus coloquios, de sus oraciones, de su intimidad!

 


Portal ]  [ Adopte a un Seminarista ] [ Aborto ]  [ Biblia ]  [ Biblioteca ]  [ Blog siempre actual ]  [ Castidad ]  [ Catequesis ]  [ Consulta]  [ Domingos ]  [ Espiritualidad ]  [ Familia ] [ Flash]  [ Gracias ]  [ Gráficos-Fotos ]  [ Homosexuales ] [ Intercesión ]  [ Islam ] [ Jóvenes ] [ Liturgia ] [ Lecturas DomingosFiestas ]  [ Lecturas Semana TiempoOrdin ]  [ Lecturas Semana AdvCuarPasc ]  [ Mapa ]   [ Matrimonio ]  [ La Misa en 62 historietas ] [ Misión-Evangelización ]  [ MSC: Misioneros del Sagrado Corazón ]  [ Neocatecumenado ]  [ Novedades ]  [ Persecuciones ]  [ Pornografía ] [ Reparos]]  [ Sacerdotes ]  Sectas ]  [ Teología ]   [ Testimonios ]  [ Textos ]  [ Tv Medios Comunicación ]  [ Útiles ]  [  Vida Religiosa ]  [ Vocación a la Santidad ]  [ ¡Help Hilfe Ayude! ]  [ Faith-English ]  [ Glaube-Deutsch ]  [ Búsqueda ]  [  ] 

 

div>
Google Sitemap Generator

Portal ]  [ Adopte a un Seminarista ] [ Aborto ]  [ Biblia ]  [ Biblioteca ]  [ Blog siempre actual ]  [ Castidad ]  [ Catequesis ]  [ Consulta]  [ Domingos ]  [ Espiritualidad ]  [ Familia ] [ Flash]  [ Gracias ]  [ Gráficos-Fotos ]  [ Homosexuales ] [ Intercesión ]  [ Islam ] [ Jóvenes ] [ Liturgia ] [ Lecturas DomingosFiestas ]  [ Lecturas Semana TiempoOrdin ]  [ Lecturas Semana AdvCuarPasc ]  [ Mapa ]   [ Matrimonio ]  [ La Misa en 62 historietas ] [ Misión-Evangelización ]  [ MSC: Misioneros del Sagrado Corazón ]  [ Neocatecumenado ]  [ Novedades ]  [ Persecuciones ]  [ Pornografía ] [ Reparos]]  [ Sacerdotes ]  Sectas ]  [ Teología ]   [ Testimonios ]  [ Textos ]  [ Tv Medios Comunicación ]  [ Útiles ]  [  Vida Religiosa ]  [ Vocación a la Santidad ]  [ ¡Help Hilfe Ayude! ]  [ Faith-English ]  [ Glaube-Deutsch ]  [ Búsqueda ]  [  ] 

 

00000000000000000000000000000000016000200ffffffffffffffffffffffff000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000000770000005101000000000000 4f004f003300d900c8003000ce003300cc0045005700c400d00041005800580050005800c9004500510051003d003d000000000000000000000000000000000032000101080000000e0000000c00000000000000000000000000000000000000000000007052d0aee3d1ca017052d0aee3d1ca0100000000000000000000 0000786d6c6e733d22687474703a2f2f736368656d61732e627573696e6573732d696e746567726974792e636f6d2f6 4ª Semana de Adviento con los Santos Padres de la Iglesia.

 


MANUEL GARRIDO BONAÑO, O.S.B.
Año litúrgico patrístico
Comentarios para cada día de Adviento y Navidad

4ª Semana de Adviento

 

Domingo 

         El cuarto Domingo de Adviento está polarizado en la cercana solemnidad de Navidad. En la entrada alzamos un cántico de esperanza: «Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad la victoria: ábrase la tierra y brote la salvación» (Is 40,8). En la colecta (Gregoriano), pedimos al Señor que derrame su gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de su Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección.

         En la oración sobre las ofrendas (Bérgamo), se pide que el mismo Espíritu, que cubrió con su sombra y fecundó con su poder las entrañas de María, la Virgen Madre, santifique los dones que se han colocado sobre el altar. En la comunión se proclama que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel (Mt 1,23; Is 7,14). La postcomunión (Gregoriano) pide que el pueblo que acaba de recibir la prenda de su salvación, sienta el deseo de celebrar dignamente el nacimiento del Hijo de Dios, al acercarse la fiesta de Navidad.

Ciclo A

         Inminencia de Navidad, del Emmanuel, «Dios con nosotros». Dios hecho hombre, para hacer a los hombres hijos de Dios. Es una liturgia eminentemente mariana.

         Isaías 7,10-14: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo. Cuando el profeta Isaías pretende proclamarnos el misterio del Emmanuel, el Espíritu le hace anunciar justamente la maternidad virginal de María. Dios es el dueño absoluto de los acontecimientos. La confianza en Dios es siempre el medio más seguro de salvación.

         El rey Acaz procura obtener la salvación fuera del plan divino, que es un plan de salvación universal, y es castigado. La Casa de David, en cambio, va a ser en las manos de Yavé un instrumento para obtener un bien universal a todos los hombres. Dentro de ella, la misión de la Virgen-Madre es misteriosa, pero realísima. Comenta San Agustín:

«No te resulte extraño, alma incrédula, quienquiera que seas; no te parezca imposible que una Virgen dé a luz y permanezca Virgen. Comprende que es Dios quien ha nacido, y no te extrañará el parto de una Virgen» (Sermón 370,2, en el día de Navidad).

         –Con el Salmo 23 decimos: «Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes. Él la fundó sobre los mares, Él la afianzó sobre los ríos. ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón… Va a entrar el Señor. Él es el Rey de la gloria».

         Romanos 1,1-7: Jesucristo, de la estirpe de David, es el Hijo de Dios. Jesucristo, en su doble naturaleza, divina y humana, constituye el centro de la historia de la salvación y la garantía de la redención para todos los hombres. Todo cristiano debe sentirse unido con un vínculo especial a Cristo.

         La vocación al apostolado es general, pero alguno viene elegido de modo particular para ser un instrumento especial. No existen apóstoles a título personal. Los apóstoles lo son porque existe un Evangelio, un Salvador que les ha elegido, llamado y enviado, y que con ellos desarrolla el plan divino, ya anunciado en el Antiguo Testamento. El fin de toda la redención es llamar al hombre a la santidad. El cristiano no abandona el mundo, pero vive en él, siguiendo el impuso de la gracia, e iluminándolo todo con la paz de Dios.

         Mateo 1,18-24: Jesús nacerá de la Virgen María. El hecho más claro de toda la historia de la salvación es que el Redentor nos ha venido por María. Él ha sido, en su condición humana, el ser más íntegramente mariano que ha existido. Comenta San Agustín:

«¿Cómo aparece en una Virgen tal Palabra?… Los ángeles son algo realmente grande, no algo sin importancia. Y sin embargo, ellos adoran la carne de Cristo, sentada a la derecha del Padre. Ésta es obra, sobre todo, del Espíritu Santo. En relación a esta obra, su nombre aparece cuando el ángel anunció a la santa Virgen el Hijo que iba a nacer. Ella se había propuesto guardar virginidad, y su marido era el guardián de su pudor, antes que destructor del mismo; mejor, no era guardián, puesto que esto quedaba para Dios, sino testigo de su pudor virginal, para que su embarazo no se atribuyese a adulterio.

«Cuando el ángel le dio el anuncio, dijo: “¿Cómo puede ser esto, si yo no conozco varón?” Si hubiese tenido intención de conocerlo, no le hubiera causado extrañeza. Tal extrañeza es la prueba de su propósito… Y el ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti”» (Sermón 225,2, en Hipona, el día de Pascua).

Ciclo B

         En este último Domingo de Adviento la Iglesia nos invita encarecidamente a abrir nuestras conciencias al acontecimiento clave de la Historia de la Salvación, y de la historia de la humanidad: la Encarnación del Verbo de Dios, el nacimiento del Redentor. Hemos de abrir nuestros corazones a este gran acontecimiento y vivirlo con fe y amor, bajo la acción interior de la gracia.

         2 Samuel 7,1-5.8.12.14.16: El reino de David durará para siempre en la presencia del Señor. Y ahora ha llegado la plenitud de los tiempos (Gál 4,4). Aquella antigua promesa, reiterada a David y vinculada a su descendencia, se convierte, al fin, en una realidad definitiva: Dios se hace presencia viva en Jesús, Hijo de David por la Virgen María.

         La salvación tiene su itinerario, pero avanza con instituciones humanas y sobre ellas. Dios no forja un modelo y lo impone a los hombres, sino que se asocia a sus actuaciones, haciendo prevalecer siempre su plan de salvación. Su mensaje alcanza a sus oyentes a través de palabras humanas. Hay que escuchar lo que Dios dice a través de sus mensajes escritos, pero también es importante entender lo que se revela en el transcurso histórico del hombre y de los pueblos.

         Pero al mismo tiempo Dios, la Verdad, la Salvación, transciende cualquier forma o institución histórica. La salvación no camina más que sobre las bases señaladas por el Espíritu Santo, animador de toda la historia. Y siempre «el Señor está cerca de todos los que lo invocan» (Sal 144,18).

         Nosotros, pues, sacrifiquemos todo lo caduco y transitorio, y volvámonos hacia el Señor, hacia el Redentor. Seamos como la Iglesia y como María, vírgenes y esclavos. Vírgenes: apartados de todo lo que no sea Dios o no conduzca a Él. Esclavos: entregados abnegadamente y de modo total a Dios y a su gracia. Solo Él puede hacernos completamente felices.

         –Con el Salmo 88 digamos: «Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades… Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: “Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades”. Él me invocará: “Tú eres mi Padre, mi Dios, mi Roca salvadora”. Le mantendré eternamente mi favor y mi alianza con Él será estable».

         Romanos 16,25-27: Revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos. En Cristo se nos revela toda la plenitud del Misterio de Salvación, escondido durante siglos en los designios divinos, oculto en su promesa de Redención para todos los hombres.

         Para San Pablo, el mensaje fundamental de Cristo es  la revelación del Misterio. Es el plan secreto que recapitula todos los momentos dispersos de la historia. El hombre vive en un contexto demasiado limitado y no puede abarcar la dimensión de la que forma parte. La revelación cristiana viene continuamente a su encuentro: le recuerda el punto de partida y la meta de su llegada. Pero siempre permanece el misterio que hemos de acoger con una fe inmensa, abandonados enteramente al beneplácito divino. «El Señor está cerca de todos los que lo invocan sinceramente». Reconozcamos con humildad la propia nada y apartémonos de todo lo que no sea Dios.

         Lucas 1,26-28: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo. María es el punto final del Adviento, porque nos convierte en realidad y nos da definitivamente al que había de venir, al Dios con nosotros. El Evangelio no es tanto un texto de historia o un tratado de Teología, cuanto un memorial de fe. San Lucas nos refiere la experiencia de la Virgen María y de los primeros creyentes no solo para informar, sino también y, sobre todo, para animar a sus oyentes y lectores. Escribe San Ambrosio:

«Sin duda, los misterios divinos son ocultos y, como ha dicho el profeta, no es fácil al hombre, cualquiera que sea, llegar a conocer los designios de Dios (Is 40,13). Por eso el conjunto de acciones y enseñanzas de nuestro Señor y Salvador nos dan a entender que un designio bien pensado ha hecho elegir con preferencia para Madre del Señor a la que había sido desposada con un varón. Pero ¿por qué no fue hecha Madre antes de sus esponsales? Posiblemente para que nadie dijera que había concebido pecaminosamente.

«Con razón, pues, ha indicado la Escritura las dos cosas: que ella era esposa y que era virgen; Virgen, para que apareciera limpia de toda relación con un varón; desposada, para sustraerla al estigma infamante de una virginidad perdida, en la que su embarazo hubiera sido signo de su caída. El Señor ha querido mejor permitir que algunos dudasen de su origen, antes que de la pureza de la Madre. Sabía Él qué delicado es el honor de una virgen, qué frágil la fama del pudor; y no juzgó conveniente establecer la verdad de su origen a expensas de su Madre» (Comentario Evang. Lucas II,1).

         Los Santos Padres nos aseguran que la Virgen María concibió primeramente a Cristo de un modo espiritual, es decir, con su fe, con su pureza virginal, con su humildad, con su entera sumisión a Dios, con su obediencia, con el reconocimiento de su pequeñez y de su indignidad. Primero tuvo que ser virgen, tuvo que estar desprendida de todo lo que no era Dios. Después tuvo que ser esclava, es decir, tuvo que entregarse humilde y totalmente a Dios, a su divina voluntad.

         Permanecer como Sagrario viviente entre los hombres, portadora de Cristo y partícipe eficaz de su Vida y de su Obra, constituye la responsabilidad profunda de la Virgen María en su divina Maternidad. Ésa es una maravillosa comunión de vida con Cristo, a la que también nosotros hemos de aspirar a diario por nuestra comunión eucarística.

Ciclo C

         Histórica y teológicamente el Adviento se resuelve en la realidad maternal de la Virgen María. Ella señala, en la historia de la salvación, el paso de la profecía mesiánica a la realidad evangélica, de la esperanza a la presencia real y palpitante del Verbo encarnado. Por todo esto, el cuarto Domingo de Adviento es sumamente mariano. Solo de la mano maternal de la Virgen María podemos llegar al conocimiento exacto del misterio de Cristo, pues de hecho, a través de Ella, determinó Dios ofrecernos la realidad exacta del Emmanuel, el «Dios con nosotros». Hemos de prepararnos, pues, ayudados por la Virgen, para vivir lo más plenamente posible la celebración litúrgica del Nacimiento del Salvador.

         Miqueas 5,2-5: De ti saldrá el Jefe de Israel. He aquí otro profeta que nos adelanta el misterio mariano del Dios en medio de su pueblo: de Belén, de la Mujer bendita, surgirá el Redentor. El texto de Miqueas es mesiánico no solo en el sentido literal de la palabra, porque mira al nacimiento del Mesías, esto es, de un Rey de la estirpe de David, sino también en el sentido cristiano, porque la realización histórica del sentido pleno de la profecía la deja abierta para su realización en Cristo.

         El texto se refiere también al tema teológico cristiano. La Iglesia vuelve siempre en el memorial de la celebración litúrgica a su origen. Toda la humanidad debe recuperar la imagen del mundo verdadero, creado bueno por Dios. Pero esto requiere una renuncia al pasado de pecado, una conversión: exige la cruz. La paz y la salvación del mundo dependen de uno que ha de venir con el poder de Dios, y no van a conseguirse por las leyes o instituciones históricas. Éste es el fundamento de la naturaleza personalista de la salvación cristiana.

         –Con el Salmo 79 pedimos: «Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. Pastor de Israel, escucha. Tú, que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que Tú hiciste vigorosa… Danos vida para que invoquemos tu nombre».

         Hebreos 10,5-10: Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad. La Encarnación no es solo el Misterio del Hijo de Dios en consanguinidad con nosotros, los hombres. Es también el Misterio del Verbo en condición victimal, solidaria y redentora ante el Padre por todos nosotros. Éste es el sentido de la segunda lectura de hoy.

         El antiguo sistema sacrificial no era malo, y tuvo validez como signo, como aspiración e invocación de la realidad. Pero era necesario otra cosa: la victimación del Verbo encarnado, que una consigo a todos los hombres. Y éstos han de compartir su victimación con Él, sometiéndose totalmente a la voluntad de Dios, siendo esclavos de una humilde y constante fidelidad a la gracia divina.

         Lucas 1,39-45: ¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor? La Virgen María, la Mujer bendita, la primera creyente y realizadora del Misterio de Cristo, es el punto final del Adviento. Ella misma fue el signo viviente, que hizo presente en el mundo la realidad del Verbo encarnado. Isabel es con Juan el Bautista el símbolo de la espera del judaísmo e, indirectamente, el símbolo de toda la humanidad. Y es también el prototipo del modo ideal de acoger al Mesías salvador.

         Pero se notará cómo la capacidad de reconocer al Salvador está unida a la fe, y ésta solo es posible por la gracia de Dios. El hombre aspira humanamente a la salvación, pero los caminos del Señor no son nuestros caminos y, consiguientemente, solo el Espíritu Santo puede hacer que reconozcamos y aceptemos la salvación. Dios salvador se hizo presente en la naturaleza humana y solo en la relación personal y vital con el Dios encarnado está la salvación.

         De aquí se deriva el carácter personal del cristianismo. Navidad es la fiesta del amor misericordioso de Dios: «Tanto amó Dios al mundo, que le envió a su mismo Hijo Unigénito, para que, creyendo en Él, no perezca, antes alcance la vida eterna» (Jn 3,16). Esto es lo que ha realizado Dios por nosotros, por nuestra redención y salvación eterna. Vivir en hondura, sin intermitencias, sin separación existencial alguna, su comunión total con Cristo constituyó la identidad perfecta  de María y el testimonio evangelizador de su vida temporal entre los hombres. Una comunión total de vida con Cristo que también nosotros hemos de procurar a diario con la gracia de Dios.

 


Portal ]  [ Adopte a un Seminarista ] [ Aborto ]  [ Biblia ]  [ Biblioteca ]  [ Blog siempre actual ]  [ Castidad ]  [ Catequesis ]  [ Consulta]  [ Domingos ]  [ Espiritualidad ]  [ Familia ] [ Flash]  [ Gracias ]  [ Gráficos-Fotos ]  [ Homosexuales ] [ Intercesión ]  [ Islam ] [ Jóvenes ] [ Liturgia ] [ Lecturas DomingosFiestas ]  [ Lecturas Semana TiempoOrdin ]  [ Lecturas Semana AdvCuarPasc ]  [ Mapa ]   [ Matrimonio ]  [ La Misa en 62 historietas ] [ Misión-Evangelización ]  [ MSC: Misioneros del Sagrado Corazón ]  [ Neocatecumenado ]  [ Novedades ]  [ Persecuciones ]  [ Pornografía ] [ Reparos]]  [ Sacerdotes ]  Sectas ]  [ Teología ]   [ Testimonios ]  [ Textos ]  [ Tv Medios Comunicación ]  [ Útiles ]  [  Vida Religiosa ]  [ Vocación a la Santidad ]  [ ¡Help Hilfe Ayude! ]  [ Faith-English ]  [ Glaube-Deutsch ]  [ Búsqueda ]  [  ] 

 

Portal ]  [ Adopte a un Seminarista ] [ Aborto ]  [ Biblia ]  [ Biblioteca ]  [ Blog siempre actual ]  [ Castidad ]  [ Catequesis ]  [ Consulta]  [ Domingos ]  [ Espiritualidad ]  [ Familia ] [ Flash]  [ Gracias ]  [ Gráficos-Fotos ]  [ Homosexuales ] [ Intercesión ]  [ Islam ] [ Jóvenes ] [ Liturgia ] [ Lecturas DomingosFiestas ]  [ Lecturas Semana TiempoOrdin ]  [ Lecturas Semana AdvCuarPasc ]  [ Mapa ]   [ Matrimonio ]  [ La Misa en 62 historietas ] [ Misión-Evangelización ]  [ MSC: Misioneros del Sagrado Corazón ]  [ Neocatecumenado ]  [ Novedades ]  [ Persecuciones ]  [ Pornografía ] [ Reparos]]  [ Sacerdotes ]  Sectas ]  [ Teología ]   [ Testimonios ]  [ Textos ]  [ Tv Medios Comunicación ]  [ Útiles ]  [  Vida Religiosa ]  [ Vocación a la Santidad ]  [ ¡Help Hilfe Ayude! ]  [ Faith-English ]  [ Glaube-Deutsch ]  [ Búsqueda ]  [  ] 

 

Portal ]  [ Adopte a un Seminarista ] [ Aborto ]  [ Biblia ]  [ Biblioteca ]  [ Blog siempre actual ]  [ Castidad ]  [ Catequesis ]  [ Consulta]  [ Domingos ]  [ Espiritualidad ]  [ Familia ] [ Flash]  [ Gracias ]  [ Gráficos-Fotos ]  [ Homosexuales ] [ Intercesión ]  [ Islam ] [ Jóvenes ] [ Liturgia ] [ Lecturas DomingosFiestas ]  [ Lecturas Semana TiempoOrdin ]  [ Lecturas Semana AdvCuarPasc ]  [ Mapa ]   [ Matrimonio ]  [ La Misa en 62 historietas ] [ Misión-Evangelización ]  [ MSC: Misioneros del Sagrado Corazón ]  [ Neocatecumenado ]  [ Novedades ]  [ Persecuciones ]  [ Pornografía ] [ Reparos]]  [ Sacerdotes ]  Sectas ]  [ Teología ]   [ Testimonios ]  [ Textos ]  [ Tv Medios Comunicación ]  [ Útiles ]  [  Vida Religiosa ]  [ Vocación a la Santidad ]  [ ¡Help Hilfe Ayude! ]  [ Faith-English ]  [ Glaube-Deutsch ]  [ Búsqueda ]  [  ] 

 

Portal ]  [ Adopte a un Seminarista ] [ Aborto ]  [ Biblia ]  [ Biblioteca ]  [ Blog siempre actual ]  [ Castidad ]  [ Catequesis ]  [ Consulta]  [ Domingos ]  [ Espiritualidad ]  [ Familia ] [ Flash]  [ Gracias ]  [ Gráficos-Fotos ]  [ Homosexuales ] [ Intercesión ]  [ Islam ] [ Jóvenes ] [ Liturgia ] [ Lecturas DomingosFiestas ]  [ Lecturas Semana TiempoOrdin ]  [ Lecturas Semana AdvCuarPasc ]  [ Mapa ]   [ Matrimonio ]  [ La Misa en 62 historietas ] [ Misión-Evangelización ]  [ MSC: Misioneros del Sagrado Corazón ]  [ Neocatecumenado ]  [ Novedades ]  [ Persecuciones ]  [ Pornografía ] [ Reparos]]  [ Sacerdotes ]  Sectas ]  [ Teología ]   [ Testimonios ]  [ Textos ]  [ Tv Medios Comunicación ]  [ Útiles ]  [  Vida Religiosa ]  [ Vocación a la Santidad ]  [ ¡Help Hilfe Ayude! ]  [ Faith-English ]  [ Glaube-Deutsch ]  [ Búsqueda ]  [  ] 

 

Portal ]  [ Adopte a un Seminarista ] [ Aborto ]  [ Biblia ]  [ Biblioteca ]  [ Blog siempre actual ]  [ Castidad ]  [ Catequesis ]  [ Consulta]  [ Domingos ]  [ Espiritualidad ]  [ Familia ] [ Flash]  [ Gracias ]  [ Gráficos-Fotos ]  [ Homosexuales ] [ Intercesión ]  [ Islam ] [ Jóvenes ] [ Liturgia ] [ Lecturas DomingosFiestas ]  [ Lecturas Semana TiempoOrdin ]  [ Lecturas Semana AdvCuarPasc ]  [ Mapa ]   [ Matrimonio ]  [ La Misa en 62 historietas ] [ Misión-Evangelización ]  [ MSC: Misioneros del Sagrado Corazón ]  [ Neocatecumenado ]  [ Novedades ]  [ Persecuciones ]  [ Pornografía ] [ Reparos]]  [ Sacerdotes ]  Sectas ]  [ Teología ]   [ Testimonios ]  [ Textos ]  [ Tv Medios Comunicación ]  [ Útiles ]  [  Vida Religiosa ]  [ Vocación a la Santidad ]  [ ¡Help Hilfe Ayude! ]  [ Faith-English ]  [ Glaube-Deutsch ]  [ Búsqueda ]  [  ] 

 

[_Principal_] [_Aborto_] [_Adopte_a_un_Seminarista_] [_La Biblia_] [_Biblioteca_] [_Blog siempre actual_] [_Castidad_] [_Catequesis_] [_Consultas_] [_De Regreso_a_Casa_] [_Domingos_]  [_Espiritualidad_] [_Flash videos_] [_Filosofía_] [_Gráficos_Fotos_]  [_Canto Gregoriano_] [_Homosexuales_] [_Humor_] [_Intercesión_] [_Islam_] [_Jóvenes_] [_Lecturas _Domingos_Fiestas_] [_Lecturas_Semanales_Tiempo_Ordinario_] [_Lecturas_Semanales_Adv_Cuar_Pascua_] [_Mapa_] [_Liturgia_] [_María nuestra Madre_] [_Matrimonio_y_Familia_] [_La_Santa_Misa_] [_La_Misa_en_62_historietas_] [_Misión_Evangelización_] [_MSC_Misioneros del Sagrado Corazón_] [_Neocatecumenado_] [_Novedades_en_nuestro_Sitio_] [_Persecuciones_] [_Pornografía_] [_Reparos_] [_Gritos de PowerPoint_] [_Sacerdocip_] [_Los Santos de Dios_] [_Las Sectas_] [_Teología_] [_Testimonios_] [_TV_y_Medios_de_Comunicación_] [_Textos_] [_Vida_Religiosa_] [_Vocación_cristiana_] [_Videos_] [_Glaube_deutsch_] [_Ayúdenos_a_los_MSC_] [_Faith_English_] [_Utilidades_]

 

\lsdqformat1 \lsdpriority9 \lsdlocked0 heading 1;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority9 \lsdlocked0 heading 2;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority9 \lsdlocked0 heading 3; \lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority9 \lsdlocked0 heading 4;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority9 \lsdlocked0 heading 5;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority9 \lsdlocked0 heading 6; \lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority9 \lsdlocked0 heading 7;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority9 \lsdlocked0 heading 8;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority9 \lsdlocked0 heading 9; \lsdpriority39 \lsdlocked0 toc 1;\lsdpriority39 \lsdlocked0 toc 2;\lsdpriority39 \lsdlocked0 toc 3;\lsdpriority39 \lsdlocked0 toc 4;\lsdpriority39 \lsdlocked0 toc 5;\lsdpriority39 \lsdlocked0 toc 6;\lsdpriority39 \lsdlocked0 toc 7; \lsdpriority39 \lsdlocked0 toc 8;\lsdpriority39 \lsdlocked0 toc 9;\lsdqformat1 \lsdpriority35 \lsdlocked0 caption;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority10 \lsdlocked0 Title;\lsdpriority1 \lsdlocked0 Default Paragraph Font; \lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority11 \lsdlocked0 Subtitle;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority22 \lsdlocked0 Strong;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority20 \lsdlocked0 Emphasis; \lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority59 \lsdlocked0 Table Grid;\lsdunhideused0 \lsdlocked0 Placeholder Text;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdqformat1 \lsdpriority1 \lsdlocked0 No Spacing; \lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority60 \lsdlocked0 Light Shading;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority61 \lsdlocked0 Light List;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority62 \lsdlocked0 Light Grid; \lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority63 \lsdlocked0 Medium Shading 1;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority64 \lsdlocked0 Medium Shading 2;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority65 \lsdlocked0 Medium List 1; \lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority66 \lsdlocked0 Medium List 2;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority67 \lsdlocked0 Medium Grid 1;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority68 \lsdlocked0 Medium Grid 2; \lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority69 \lsdlocked0 Medium Grid 3;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority70 \lsdlocked0 Dark List;\lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority71 \lsdlocked0 Colorful Shading; \lsdsemihidden0 \lsdunhideused0 \lsdpriority72 \lsdlockemargin-left: 2cm; margin-right: 2cm; margin-top: 0; margin-bottom: 6" align="justify"> Das notwendige Sein

Um es einmal kompliziert auszudrücken : "Wenn kein notwendiges (absolutes) Sein bestünde dann gäbe es kein vergängliches, abhängiges Sein (ens contingens oder ens ab alio). Man muss doch einen aureichenden Grund haben, warum dieses abhängigen Seiende eher besteht als das Nichts. Sie existierten nicht, wenn es nicht ein notwendiges Sein gäbe, das alles in sich enthält, d.h., dieses absolute Sein hat seinen ausreichenden Grund/Usache in sich selbst (ens a se). Daher ist es nicht notwendig und nicht möglich ausserhalb dieses absoluten Seins einen ausreichenden Grund für dieses Sein zu suchen .

 

Lineares Denken, oh, oh...

Wenn ich nämlich linear bezüglich der abhängigen Dinge vorgehe und so den Grund suche, dann hätte ich eine unendliche Serie von Ursachen. Das ist absurd. Alle unsere Erfahrungen der innerweltlichen Dinge sind, dass sie zählbar, begrenzt sind. Es gibt kein Infinitum. Seit dem Urknall (bigbang) ist unser Universum sich am Ausbreiten. Es ist also endlich. Die Unendlichkeit selbst als Grund anzunehmen ist ein Widerspruch in sich weil keine Identität zu bestimmen ist. Man muss also notwendigerweise den Urgrund der ganzen Serie ausserhalb suchen. (Leibniz, Die philosophischen.. VII, 310).

Bitte scharf und logisch denken. Es handelt sich nicht um ein Ausnahme der Serie bezügich des ausreichenden Grundes für die man noch einmal den ausreichenden Grund ausserhalb suchen muss. Das würde wieder eine unendliche Ausnahme-Serie bedeuten. Nein. Dieser ausreichende Grund muss notwendiger- und logischerweise in sich selbst der ausreichende Grund sein.

Spitzfindigkeiten ? Na, na, na. Wir sind von einem ganz einfachen, einsichtigen und allgemein von "normalen" Menschen angenommenen Axiom ausgegangen : "Nichts existiert ohne ausreichenden Grund/Ursache". Dann haben wir einfach logisch weitergedacht. Im Grunde bestätigen wir nur mit komplizierten Worten, was Otto Normalverbraucher weiss. Aus nichts kommt nichts.

 

Lass uns das mal von anderer Sicht betrachten.

Für diese urmenschliche Frage haben wir zwei mögliche Positionen.

Die Positivisten und ihre Wahlverwandten, die Empiristen, können nur verzweifelt zweifelnd und hoffnungslos vor dem Nichts oder dem Etwas stehen. Dabei denken sie sie existieren. "Esst und trinkt morgen sterben wir". Einen Aids-Kranken sterben sehen lässt Dich bei allen Mitgefühlen nur denken : "Wie schade. Wie sinnlos". Ka