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Realidad Social y Situación Eclesial en América Latina (1995 - 1997)

 

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Realidad social y situacióneclesial América Latina

 


Una perspectiva del episcopado latinoamericano
Tony Mifsud s.j. Rector Itepal


El presente trabajo es el resultado del intento de una síntesis de los Informes que han llegado de las distintas Conferencias Episcopales del continente para ser presentados ante la XXVI Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericana (Río de Janeiro, 29 de septiembre al 3 de octubre de 1997).

La estructura de los Informes responde a la carta del CELAM (con fecha 28 de mayo de 1997) donde se pedía una relación sobre (a) la realidad social del país en la cual es posible tener en cuenta lo económico, lo político y lo cultural; y (b) la realidad eclesial señalando los desafíos que la Evangelización tiene en cada uno de los países.

1.- Realidad Social

América Latina y el Caribe es una realidad polifacética, multiétnica, plurilingüe y multicultural. No obstante, se pueden señalar algunos indicadores comunes (relacionados con lo cultural, lo político, lo económico, lo social y lo ecológico) que marcan el momento presente de su historia, sin desconocer que esta diversidad entre los países, y dentro de cada uno, matiza toda afirmación general.

1.1. Dimensión cultural

América Latina y el Caribe tiene una población predominantemente joven y urbana. Se calcula que más del setenta por ciento de su población vive en áreas urbanas con una tasa descendiente del crecimiento demográfico. Varios países son multiétnicos y plurilingües. Así, en Colombia existen alrededor de ochenta y un pueblos indígenas que hablan sesenta cuatro lenguas y que pertenecen a catorce familias lingüísticas, ubicados en las costas, la selva, la llanura, los desiertos y montañas apartadas; Trinidad y Tobago tiene una población compuesta de Hindúes (India oriental), Africanos, Europeos (criollos, franceses, ingleses, portugueses y españoles), Sirio-Libaneses y Chinos.

Las culturas originarias guardan valores de auténtico humanismo (la solidaridad, la reciprocidad, la participación) y ofrecen verdaderos espacios de vida comunitaria, sin desconocer también sus debilidades (el machismo, el alcoholismo, el excesivo temor al castigo divino, la creencia en la mala suerte y en el fatalismo que incluso hace recurrir a la brujería). En estos últimos años se observa un fortalecimiento de las culturas minoritarias que reclaman públicamente sus derechos. Esta creciente conciencia de su propia identidad y dignidad, con la consecuente contribución imprescindible en la vida del país, exige una respuesta y una apertura a todos los demás sectores de la sociedad.

Se percibe una cultura dualista donde lo más moderno y progresista convive al lado de lo más antiguo y miserable. La cultura moderna tiene como horizonte una visión individualista y un afán consumista donde predomina una preocupación económica en la vida social y personal. Por consiguiente, se es testigo de una profunda crisis de valores y de las instituciones tradicionales.

La cultura predominante suele recibir los atributos de neoliberal (la mundialización, la globalización y la privatización), de la imagen (lo exterior, lo inmediato, lo visible, lo rápido, lo superficial; lo real cede el lugar frente a la apariencia), y violenta (intrafamiliar, juvenil, niños abandonados).

La globalización ha significado un deterioro de las raíces culturales con la invasión de las tendencias norteamericanas (música, negocios de comida, centros comerciales, medios de comunicación, etc.). El turismo, reconociendo sus evidentes beneficios, también está debilitando las costumbres y valores tradicionales.

Por consiguiente, se pregunta si, de verdad, existe una identidad y solidaridad como pueblo que vaya más allá de una mera ideología nacionalista. Además, preocupa sobremanera la ausencia de ideas ya que se busca más bien una asimilación de lo ya establecido globalmente y ajeno a la propia idiosincrasia para superar la ausencia de creatividad y de visiones.

La tradición católica se enfrenta hoy con el desafío del pluralismo religioso y de la proliferación de movimientos religiosos. Así, por primera vez en su historia, la Iglesia en el Brasil (estadísticamente, el país con mayor número de católicos en el mundo) cuenta con un 75% de la población, mientras que 20% se declaran pertenecientes a otras religiones (10% de los cuales al Pentecostalismo) y 5% sin religión.

La multiplicación de los movimientos religiosos es considerada como el resultado de (a) una reacción del sentimiento religioso frente a una sociedad materialista, consumista e individualista; (b) un aprovechamiento de las carencias de la población que vive en las periferias, deseosa de milagros y soluciones inmediatas frente a sus necesidades; (c) una evangelización superficial de la mayoría de la población (un catolicismo sin catequesis ni vida sacramental); y (d) las estructuras y el clima poco acogedor en algunas de nuestras parroquias y comunidades, una liturgia eminentemente intelectual y verbal, la actitud burocrática para enfrentar los problemas complejos de la vida.

Entre los fenómenos religiosos se destaca el New Age por su sutil penetración no siempre captada como tal y que tiende a crecer, viniendo a llenar, dentro del individualismo imperante, un vacío dejado por el racionalismo secularista. Lo hace con una religiosidad light, centrada en la búsqueda de un bienestar individual mediante la autoayuda sin un ulterior compromiso con la sociedad.

Junto con la penetración del New Age está la proliferación de las sectas, connotadas por su proselitismo agresivo, que algunas veces se convierten, más que en alternativas religiosas, en vehículos de filtración de culturas totalmente ajenas al largo proceso latinoamericano de socialización y promoción de derechos. También es llamativo en estos últimos años el poderío económico y político de la Iglesia de la Unificación del señor Moon.

El proceso de secularización tiende a reducir a la fe y a la Iglesia Católica al ámbito de lo privado y de lo íntimo; mientras que el secularismo, al negar toda trascendencia, produce una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido de pecado personal y social, un progresivo aumento del relativismo moral que ocasionan una desorientación generalizada, especialmente en la etapa de particular vulnerabilidad de las nuevas generaciones.

Algunos medios de comunicación social ofrecen espacios de información objetiva y propugnan la defensa de la verdad y de la justicia, ganando mayor espacio de credibilidad entre el pueblo. No obstante, en general, tienden a ser considerados como el gran intruso (especialmente la televisión) por la ausencia de valores y la promoción de la apariencia, el placer fácil y la violencia.

La propaganda crea un mundo de expectativas hacia un consumo desenfrenado y la felicidad se identifica con el consumo de las cosas, con el placer sexual, con el tener dinero. Estos medios, en muchos casos, pertenecen a los intereses particulares y partidarios, sin el horizonte de estar al servicio de la verdad y del bien común. Lamentablemente, se constata que hay poca presencia de la Iglesia en los grandes medios.

1.2. Dimensión política

La realidad política de los distintos países está condicionada por hechos puntuales. A título de ejemplos, marcando la variedad entre las distintas situaciones, se pueden mencionar algunos acontecimientos que singularizan las diferentes realidades políticas en América Latina.

En Bolivia, fruto de quince años ininterrumpidos de gobiernos democráticos, se están dando pasos hacia una democracia participativa en la cual los sectores populares y las instituciones de la sociedad civil pueden contribuir a promover los intereses e inquietudes de las grandes mayorías nacionales.

La coyuntura política que vive actualmente Colombia tiene en el narcoescándalo del Proceso 8000 uno de sus principales referentes. Este proceso avivó en la sociedad la imagen del narcotráfico como un problema crucial tanto de las instituciones políticas como de la sociedad misma.

En Chile y Uruguay el drama de los detenidos desaparecidos en momentos de las dictaduras militares se encuentra aún sin solución frente al tema humano relativo a la devolución de los restos de dichos desaparecidos a sus familiares. En el caso de Chile, los familiares también exigen saber quiénes son los culpables y la aplicación de las sanciones correspondientes.

La realidad política de Ecuador tiene dos referentes: el conflicto fronterizo con Perú (febrero 1995) y la destitución del Presidente Abdalá Bucaram tras la jornada cívica del 5 de febrero de 1996. Tan sólo en lo económico han significado la fuga de capitales al exterior y la disminución de la inversión extranjera.

En El Salvador (1992) y en Guatemala (1997) se han firmado los acuerdos de paz. Se han silenciado las armas pero las amenazas contra la vida persisten. Se ha heredado una sociedad dividida y enfrentada, donde se ha perdido el sentido del valor y del respeto a la vida humana, junto con un elevado número de refugiados a otros países y los desplazados internos.

Luego de once años de un régimen de clara tendencia marxista, se inicia (1990) en Nicaragua un período de transición, de camino a la democratización. Desde enero de este año (1997), el nuevo gobierno encabezado por el Dr. Arnoldo Alemán, de tendencia liberal, llegó al poder por medio de la alianza que se dio dentro la mayoría de los partidos con ideología liberal. Pero los grupos de oposición afiliados al Frente Sandinista han estado hostigando al incipiente gobierno con huelgas y toda clase de protestas que de una u otra forma han impedido su consolidación, teniendo como consecuencia que las promesas electorales, hechas durante la campaña, todavía no se cumplen y sea esto motivo de crítica, aún de aquellos que dieron su voto y pusieron en él su esperanza de salir adelante.

El año 2000 será de gran importancia para el pueblo de Panamá porque es el año de la soberanía plena y definitiva sobre el territorio nacional, al revertir al pueblo panameño el Canal y las áreas adyacentes.

Sin embargo, esta variedad de situaciones no excluye un conjunto de problemas comunes entre los distintos países en el campo de lo político.

En el proceso de democratización y mayor transparencia electoral, se estima que la democracia sigue siendo aún más formal que efectiva, limitándose al momento de sufragar el voto con ocasión de las elecciones, convirtiendo la política en un ejercicio de representatividad pero no de participación. La clase política está representada mayoritariamente por la elite dominante que tiende a ser insensible a las necesidades populares, deseosa de mantener sus privilegios aunque para ello se recurra a la corrupción y con una notable ausencia de proyectos globales.

Junto con la preocupación económica, hace falta una política social dirigida hacia los grupos más pobres dentro del contexto de una cultura de solidaridad en beneficio del bien común, para enfrentar la creciente brecha entre ricos y pobres.

También hace falta una verdadera cultura política porque la política es vista por muchos como la oportunidad, la manera más fácil, para aprovecharse de los recursos del Estado y para el enriquecimiento ilícito. Por otra parte, se vota por promesas, por amiguísmo, por clientela o por el voto castigo, pero no se analizan los programas políticos.

La creciente crisis de credibilidad hacia los líderes y los partidos políticos ha llegado a ser una verdadera desconfianza frente a lo público que se extiende hacia toda política fiscal, causada en parte por la corrupción y la malversación de los fondos públicos y por una política de privilegios para quienes tienen más. Por consiguiente, predomina una tendencia a la apatía por la descomposición de los cuadros políticos tradicionales, por la falta de claridad en las líneas de la reducción del Estado, por la impunidad frente a la corrupción, y por el descrédito general de lo político.

Aún se observa la presencia de una política armada en cuanto la violencia sigue siendo un modo de hacer política y de imponer soluciones. Dentro de un panorama de polarización, las diversas soluciones armadas quieren constituirse en árbitros, en vez de buscar la vía del consenso político. La gran víctima de esta confrontación es la sociedad civil, que en algunos países da lugar a la tragedia humana de los desplazados dentro del mismo país como consecuencia del enfrentamiento bélico, ya que la población civil se convierte en blanco de los ataques armados.

La distancia entre la sociedad civil y la sociedad política se refleja en una profunda crisis de la representación política y una creciente tendencia a deslegitimar las instituciones políticas. Por otra parte, la misma sociedad civil se ha venido resistiendo a ser y sentirse representada por la sociedad política, a la que descalifica como inmoral y corrupta. Pero algunas organizaciones que pretenden la vocería de la sociedad civil (como los gremios) no logran superar la fragmentación de sus intereses particulares para pensar en función del conjunto de la sociedad y proyectarse políticamente. El resultado es una ruptura cada vez más profunda entre una sociedad política ilegítima y una sociedad civil fragmentada e inorgánica. La división y la polarización en el debate público compromete cualquier posibilidad para la convivencia y para la solución compartida de los problemas desde un proyecto común de nación.

El virtual empate de fuerzas políticas entre los partidos tradicionales da lugar a una política de concertación. Es una ocasión única para aprender a discutir públicamente los problemas sin recurrir a la violencia y con una mayor participación de todos los sectores sociales. En este contexto hace falta considerar el ejercicio de la función pública como un servicio a la comunidad, superando toda búsqueda de intereses personales y partidistas.

1.3. Dimensión económica

Aunque la situación económica varía de país en país, predomina el proceso de implementación del modelo de globalización con ideología neoliberal, como propuesta de solución al modelo anterior de un Estado Benefactor pero manteniéndolo con programas compensatorios en lo social para mitigar sus efectos negativos.

La política económica de ajustes ha logrado el control de la inflación con la consecuente estabilidad monetaria mediante la desregulación de la economía con la apertura al mercado internacional, la privatización de las empresas públicas, la reducción del gasto público.

Sin embargo, esta reactivación progresiva de la economía también ha significado un descenso del salario real, un creciente desempleo con el consecuente aumento del sector informal, una desigual distribución de la riqueza, una reconcentración de la tierra en manos de pocos, una inflexibilización de las relaciones laborales, un aumento del consumismo, una alza generalizada de precios, una degradación descontrolada del medio ambiente. En algunos países también se observa un desajuste fiscal y un desequilibrio en la balanza de pagos debido al ingreso de capital extranjero.

Lamentablemente, se constata que los beneficios del crecimiento económico no llegan al conjunto de la población. Por consiguiente, se pregunta si se está salvando la macroeconomía a base de sacrificios de la clase media y baja porque no se favorece un desarrollo equitativo en beneficio de las grandes mayorías, generando mayores índices de pobreza y marginación.

La crisis económica ha golpeado principalmente a jóvenes y se traduce en la falta de las necesarias condiciones de salud, de seguridad, y de educación, como también las insuficientes fuentes de empleo dignas, estables y justas para las crecientes demandas de trabajo. También el sector agrario ha sido particularmente afectado por las medidas de apertura económica internacional generando serios problemas de competividad a pequeños agricultores, especialmente de cultivos tradicionales.

Con todo, hay que resaltar las diversas formas en las que los grupos sociales, organizándose y comprometiéndose, van buscando soluciones alternativas en lo productivo, lo financiero, lo comercial, lo ecológico y el intento de la reformulación de algunas empresas con sentido social.

Se hace necesaria una reconversión de las estructuras productivas y comerciales de los países del MERCOSUR (integrado por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay) para establecer una zona de libre comercio con establecimiento de un arancel externo común que permita la libre circulación de bienes, capitales y personas. El CARICOM, al que seguirá el Mercado Común con Centroamérica y México, se consolida paulatinamente.

Es evidente que el principal problema económico es ético (concepto de libertad, de justicia social, de dignidad humana, etc.). Reconociendo la importancia del crecimiento económico, sin embargo por sí solo no es suficiente e incluso llega a ser pernicioso, si no va acompañado y guíado por sólidos principios humanistas sobre la solidaridad, la equidad y el bien común, los únicos que pueden fundamentar una sociedad integrada y equilibrada.

1.4. Dimensión social

La democratización va avanzando formalmente pero los problemas de fondo de la vida de los ciudadanos y de las familias va empeorando; hay un déficit cada vez más insoportable en la labor legislativa y judicial; la impunidad sigue vigente, junto con una corrupción descarada; y aumenta la violencia y la inseguridad.

La crisis económica ha significado un creciente empobrecimiento con el consecuente desaliento, cansancio, incertidumbre y crisis de credibilidad de un pueblo. La migración campesina e indígena a las ciudades y al extranjero por causa de la inseguridad y el bajo nivel de vida, amenaza con la destrucción de su identidad cultural, creando bolsones de pobreza y marginalidad en las grandes ciudades.

La situación de los inmigrantes ilegales que están en Estados Unidos es preocupante porque corren el riesgo de una inminente expulsión, lo cual dividiría a muchas familias y pondría en crisis la frágil economía de numerosos hogares. Las demandas sociales no atendidas provocan violencia y, por otra parte, se está produciendo una mayor concentración de la riqueza en unos pocos mientras crece el sector de quienes ven comprometida su fuente de trabajo. Los servicios públicos han sufrido un sensible deterioro, incluídos los básicos de salud, vivienda y educación.

Una de las características de la pobreza es la referida a la alta concentración de población infantil en las franjas de menores ingresos y que significa la reproducción de la pobreza. En las grandes ciudades del continente crece el fenómeno de los niños de la calle, abandonados y desprotegidos, en grave miseria física y moral.

A la vez, se nota mayor conciencia y sensibilización en la sociedad frente a los problemas sociales de la pobreza, apoyando procesos de organización comunitaria.

Se percibe una creciente participación de la mujer en las responsabilidades públicas, incorporándose cada vez más al campo laboral, pero sigue todavía su marginación y explotación.

En el campo de la educación es evidente el deterioro del sistema educativo formal tanto en su calidad como en su gestión. Por consiguiente, es alentador destacar la reforma que se está llevando a cabo, aunque aún queda mucho camino para fortalecer la educación tanto en la forma de capacitación laboral como en un esfuerzo renovador para poder responder a los nuevos desafíos.

El sistema judicial es generalmente considerado lento, politizado y corrupto. No hay justicia para los pobres que no tienen los recursos para pagar por su defensa. El sistema carcelario es una aberración ya que las condiciones físicas de las cárceles son francamente inhumanas y la visión penitenciaria es netamente represiva sin ayudar a rehabilitar a los reclusos.

La estructura familiar vigente durante muchos años está en proceso de cambio. La crisis de la familia se hace evidente en la ausencia de una transmisión de valores en familia porque muchos padres vacilan entre la permisividad y la rigidez sin criterios de discernimiento entre los que son modas pasajeras y los valores que hay que promover; la ausencia de la figura paterna; las migraciones a las ciudades y fuera del país en busca de mejores condiciones de vida; el aumento de matrimonios desintegrados, divorcios y madres solteras; las campañas contra la transmisión de la vida humana que incluye la contracepción, el aborto y la esterilización; la tendencia entre la juventud para convivir sin vínculo civil ni religioso; graves problemas de violencia intrafamiliar.

Las políticas de población alientan el control de la natalidad apelando, inclusive, a programas que atentan contra la vida, al pretender institucionalizar y legalizar el aborto. Estas políticas de control de la natalidad impuestas a los países pobres tienden a frenar las migraciones del sur al norte, a mantener los índices de vida en los países ricos y a perpetuar la situación de dependencia en los países pobres.

La violencia crece, sea la institucional como la delincuencial. Las poderosas bandas organizadas (narcotráfico, secuestros y otras) logran mantener aterrorizada a la población. La incapacidad de las fuerzas de seguridad y la lentitud del sistema judicial tienen como consecuencia el recurso a la justicia privada buscando solucionar problemas largamente incubados con reacciones violentas; es decir, en la carencia de un ámbito público para dirimir conflictos se propicia el recurso a la solución privada y violenta de las tensiones sociales.

Además de los grupos armados con cierta filiación política existen de forma paralela las bandas armadas, las cuales son formadas por personas armadas con armamento de guerra, armamento que fue utilizado en el tiempo de guerra y que de una u otra forma quedó guardado en buzones en la montaña y ahora sacan para hacer toda clase de fechorías (secuestros, asaltos, robos, y hasta violaciones a mujeres, jóvenes y adultas).

La violencia extendida, hasta perpetrada por menores de edad, ha dado lugar a una sufrida inseguridad ciudadana, especialmente en las grandes ciudades con el auge delictivo, hamponil y narco-guerrillero.

Se registran crecientes problemas relacionados con la salud mental (depresión clínica, depresión maníaca, desordenes de personalidad, ansiedad, etc.) causados principalmente por la alta tasa de divorcios, la desintegración familiar, las técnicas de crianza inadecuadas, las presiones económicas, el abuso del alcohol y las drogas. El SIDA sigue siendo un grave problema en salud. Al respecto, las políticas de gobierno se limitan a una deficiente y distorsionada información, junto con la simple difusión de los preservativos.

Por último, el problema del narcotráfico y la drogadicción se extiende, llegando a ser comparado a un cáncer que corrompe todo lo que toca, penetrando hasta los centros de poder político y económico.

1.5. Dimensión ecológica

El deterioro del medio ambiente sigue siendo una triste realidad. El uso de los recursos naturales se ha hecho muchas veces sin medir los daños que causan. El medio ambiente está amenazado con el deterioro de ríos, lagos, bosques, selvas, fauna, recursos renovables y no renovables, que a su vez afecta directamente la forma de vida de la persona humana y las comunidades.

Se producen desechos y desperdicios que contaminan; algunos productos tóxicos con los cuales se riegan las producciones alimenticias forman una amenaza para la misma salud; en las explotaciones mineras se utilizan algunos químicos que causan grandes daños al ambiente.

El afán de lucro, el hedonismo y el individualismo están llevando a la explotación irracional de los recursos naturales y de la tierra, con la consecuente desaparición de importantes especies animales y daños permanentes al medio ambiente, pero, más importante todavía, atentan contra la propia supervivencia humana.

Los efectos inmediatos de esta manera de explotar los recursos naturales también ponen en riesgo la seguridad de las futuras generaciones que deberán enfrentarse no sólo a los cambios del medio ambiente sino también a la carencia de bienes que les permitan vivir con decoro.

En el contexto de este deterioro progresivo del medio ambiente, se observa con esperanza que va creciendo la conciencia ecológica y la sensibilidad para con esa creación de la que todos somos beneficiarios y responsables.

2.- Situación Eclesial

Después de unas breves observaciones generales, la situación eclesial, tanto en su descripción como en su evaluación, se presenta desde la perspectiva pastoral de agentes, centros, medios y contenido, para concluir con una breve enumeración de los desafíos pastorales en el continente.

La situación de algunas Iglesias particulares está marcada por su configuración territorial mientras que otras por unos hechos puntuales.

La Conferencia Episcopal de las Antillas está compuesta de trece naciones independientes, tres departamentos de Francia, dos partes del Reino de los Países Bajos que gozan de completa autonomía interna, y seis colonias británicas. Esta superficie, que corresponde a la mitad de los Estados Unidos, trae los problemas de distancia junto con la dificultad de una vasta extensión de agua (todos los países menos cuatro son islas pequeñas) y los grandes gastos de comunicación y viajes.

En El Salvador se avanza en el proceso de canonización de Monseñor Oscar Romero. El proceso diocesano se clausuró solemnemente el 1 de noviembre de 1996 y ya se recibió de Roma la comunicación que da el placet a lo actuado en la arquidiócesis de San Salvador. El camino hacia el Gran Jubileo ha puesto de nuevo en lugar destacado el tema del martirio y ya se creó la Comisión de los Nuevos Mártires.

En Nicaragua se realizó el Segundo Concilio Provincial (clausurado en noviembre de 1994). Como fruto las diócesis han ido desarrollando diversas acciones que van desde la celebración de sínodo diocesanos, asambleas pastorales, congresos diocesanos, etc., para concretar lo elaborado en el Concilio pero ya con aplicación local y particular.

En Venezuela la visita apostólica de Juan Pablo II (febrero de 1996) significó una ocasión y un motivo de renovación de la fe, de estímulo a la esperanza, y de ardor caritativo, evangelizador y solidario bajo el lema "Despierta y reacciona, es el momento". El fruto más visible y promisorio ha sido la convocatoria por el Episcopado nacional - y la correspondiente aprobación pontificia - de un Concilio Plenario.

En el continente, la Iglesia Católica goza ante la opinión pública de ser una institución creíble, confiable y de respeto moral.

En la Iglesia se han implementado mayores estructuras de comunión y participación mediante los planes pastorales de conjunto, los sínodos diocesanos y las asambleas pastorales plenarias. Las comunidades eclesiales de base siguen creciendo como espacio de comunión, participación, auténtica evangelización y catequesis, y práctica de los ministerios laicales.

Son esperanzadoras las experiencias ecuménicas con las Iglesias históricas, el florecimiento de las vocaciones nativas para el sacerdocio y la vida religiosa, la conciencia de la identidad y la misión del laico en la Iglesia y en el mundo, y el desarrollo de diversas experiencias misioneras en las diócesis como también entre las diócesis.

Sin embargo, muchos cristianos viven una separación entre fe y vida que se manifiesta particularmente en la falta de un claro testimonio de los valores evangélicos en su vida personal, familiar y social. La opción preferencial por los pobres se queda a veces en teoría. Entre los fieles de la Iglesia existe una brecha grande entre pobres y ricos que tiende a aumentar. Es urgente una conversión de las actitudes que lleven a superar las exclusiones y la injusta distribución de los bienes. La Persona de Jesucristo y los valores del Evangelio no siempre se presentan con suficiente entusiasmo.

2.1. Agentes pastorales

Se siente la necesidad de dar mayor protagonismo laical en las instancias eclesiales, no por mera necesidad sino por una teología y una pastoral de la radicalidad bautismal que no sea en desmedro del original y específico compromiso temporal en la sociedad.

Se cuenta con un numeroso laicado con arraigado sentido de comunidad y una gran fidelidad en el compromiso, la misión y el apostolado. No obstante, la toma de conciencia de la responsabilidad laical no se manifiesta de la misma manera en todas partes; en algunos casos porque los laicos no encuentran espacio en sus Iglesias particulares para poder expresarse y actuar, y en otras porque un excesivo clericalismo los mantiene al margen de las decisiones y de una participación más activa.

Pero también en no pocas ocasiones la participación en la Iglesia se limita a los sacramentos de iniciación. En amplios sectores del pueblo católico existe un lamentable desconocimiento religioso que en algunos se manifiesta como indiferencia, abandono de las prácticas religiosas y en una vida al margen de los preceptos divinos. Si bien es cierto que hay una mayor participación de muchos laicos en los ministerios laicales, este compromiso no se refleja en la penetración de los valores cristianos en el mundo social, político y económico, sino que se limita muchas veces a las tareas intraeclesiales sin un compromiso real por la aplicación del Evangelio a la vida.

La formación de laicos y la evangelización de los grupos profesionales e intelectuales constituyen un verdadero desafío pastoral prioritario y urgente. La evangelización de los nuevos grupos emergentes de la modernidad y en situación urbana presentan una contexto novedoso porque la gran parte de ellos no han cambiado ni abandonado a la Iglesia sino nacieron fuera de ella.

La proliferación de asociaciones y movimientos son interpretados como una acción del Espíritu, pero es necesario ahondar en la participación de éstos en la pastoral de conjunto de la Iglesia, así como a una mayor comunión entre ellos y una mayor coordinación de su acción.

La pastoral juvenil se ha ido organizando mejor pero hace falta que entre todas las diócesis se asuma esta opción preferencial de forma orgánica dentro de una mejor coordinación en la pastoral juvenil nacional.

La pastoral vocacional supone un replanteo decidido, ampliando su significado en vocaciones de especial consagración, los ministerios laicales, la radicalidad de la vocación bautismal, etc. Las vocaciones sacerdotales permanecen estables pero se tiene más clara conciencia de la necesidad de una mejor selección de los candidatos al sacerdocio. Hace falta crear instancias eclesiales para la promoción, el acompañamiento y la formación de las vocaciones, así como también en el caso de las vocaciones indígenas.

La escasez de vocaciones sacerdotales son a veces síntoma de una sociedad cambiante y de comunidades que no siempre entusiasman para suscitar vocaciones. En la generación más joven se comprueba una fragilidad y una falta de reciedumbre, incluso en algunos casos de deserción del ministerio al poco tiempo de ordenados.

Existe el problema de la escasez de personal formativo y docente en los Seminarios Mayores. En la formación sacerdotal inicial, y en la permanente, falta hacer hincapié en el campo afectivo para que, con la madurez humana y cristiana, se viva con equilibrio, con alegría y con un sentido de donación el celibato sacerdotal. En algunos países se están revisando los programas de formación sacerdotal.

Es una constante encontrar, entre los miembros del clero diocesano y de la vida religiosa, deseos de vivir una espiritualidad más radical en el servicio pastoral, como también generosidad para la inserción y la elección de trabajos en situaciones pobres o difíciles.

Se aprecia en los sacerdotes diocesanos un marcado celo evangelizador, caracterizado por la creatividad pastoral, el espíritu misionero y la cercanía a sus comunidades. Es bastante generalizado el aprecio por la fraternidad sacerdotal, la vida austera y la preocupación por los más pobres. Con algunas excepciones, bastante localizados, no hay excesivas acentuaciones ideológicas (tanto de izquierda como de derecha) y existe un extendido respeto y fidelidad al Magisterio de la Iglesia.

No obstante, es penoso reconocer en algunos una falta de colaboración en la pastoral de conjunto, individualismos y carencia de planes pastorales; preocupa la carencia de directores espirituales para sacerdotes; se siente la necesidad de crear centros e instancias de formación permanente y de recuperación; los ingresos económicos de los sacerdotes a veces reportan deficiencias muy grandes y todavía no se cuenta en todas partes con un régimen económico equitativo que incentive la solidaridad y la comunicación de bienes entre los presbíteros; falta la expresión de una espiritualidad específicamente diocesana; en algunos las innumerables actividades pastorales van relativizando en su vida ministerial la dimensión de la oración; hace falta más sacerdotes y tampoco están bien distribuidos según las necesidades pastorales del país.

El diaconado permanente es una realidad en constante expansión en algunas diócesis y se aprecia su significativa contribución, aunque se reconocen todavía algunas dificultades para una adecuada captación de su lugar teológico y pastoral por parte de algunos miembros de la Iglesia.

La inestabilidad pastoral del personal religioso tiende a constituir un problema en la diócesis, así como una mejor articulación de las religiosas en el trabajo pastoral de las parroquias. También dificulta la labor pastoral la falta de comunicación con el obispo a la hora de realizar cambios y tomar decisiones en otros aspectos pastorales.

La Conferencia Episcopal es la referencia real y promotora concreta de la pastoral y las grandes líneas evangelizadoras, como también ilumina y orienta en los problemas sociales, destacando las exigencias morales. En repetidas ocasiones ha sido llamada a servir de mediadora en favor de la solución de problemas que afectan la paz, la reconciliación, la tierra, la defensa de la vida, los derechos humanos, etc.

También se reconoce que hace falta una mayor vivencia y expresión de la colegialidad, la preocupación por la formación permanente del obispo, el dejarse asesor por expertos en los distintos campos para decir una palabra más ajustada a la realidad y sus posibilidades de mejora.

2.2. Centros pastorales

La parroquia, aunque cuestionada por algunos, sigue siendo la referencia pastoral concreta y actual, renovada en su concepción y organicidad. La personalidad del pastor puede crear el espacio de comunión y de participación; también en diversas y cada vez más frecuentes modalidades de gestión parroquial en manos de religiosas y de laicos.

En las parroquias se observa un incremento de la vivencia del sentido comunitario, llegando a veces a ser verdaderamente una comunidad de comunidades. La organización de las regiones pastorales y de los decanatos han ayudado mucho para la realización del plan pastoral. Pero en algunos casos del ámbito parroquial se sigue dando el predominio de lo administrativo sobre lo pastoral, así como la sacramentalización sin evangelización. También existe el problema de algunos movimientos que se aislan de la pastoral parroquial; otras veces se nota poca atención pastoral a la religiosidad popular y a las tradiciones, actitud que suele ir vinculada con la indiferencia y con el autoritarismo que no ayudan a formar comunidad, respetando la riqueza de sus expresiones de fe.

Las comunidades eclesiales de base son una verdadera esperanza, donde la fe se comparte y se expresa de forma viva, operante y dinámica. Con todo, aún se adolece de una atención específica y de falta de disponibilidad de agentes de pastoral para acompañar esta experiencia de Iglesia.

La familia está atravesando por una crisis profunda. La respuesta de la pastoral familiar, conyugal y prematrimonial, resulta a veces insuficiente. En la sociedad el matrimonio como sacramento ha perdido mucho valor. No es admisible por parte de los agentes de pastoral la actitud de intolerancia frente a algunas situaciones matrimoniales: habrá muchas parejas que no puedan recibir el sacramento del matrimonio y de la Eucaristía, pero pueden y quieren participar de la vida de la Iglesia, y otras que pudiendo recibirlo no lo han recibido y sólo necesitan ser animados y acogidos en la parroquia para decidirse a hacerlo.

Se han desarrollado diversos planes de trabajo para la pastoral familiar y en algunas partes se han creado Institutos de la Familia para una labor formativa y de investigación sobre el tema.

Una conversión pastoral a la Nueva Evangelización implica una dinámica misionera, ecuménica e inculturada con el intento de llegar a los bautizados alejados y no bautizados. La dimensión misionera universal de la Iglesia particular no se puede concebir como una actividad al margen o paralela a las otras actividades pastorales, sino que está en el corazón de su misma vitalidad evangelizadora, cuya finalidad no es solamente todo el pueblo de Dios sino también el mundo.

El Programa de Iglesias Hermanas en Colombia realiza la cooperación misionera entre las Iglesias particulares, tanto ad intra (entre las comunidades diocesanas del país) como ad extra con las Iglesia necesitadas. Hasta la fecha se conoce de 1600 misioneros enviados por la Iglesia de Colombia, gracias al Programa de Iglesias Hermanas, a los cinco continentes (1290 religiosas, 250 sacerdotes religiosos y 60 sacerdotes diocesanos). Dentro del país, apoyados en este programa, hay 340 sacerdotes diocesanos y 95 laicos que colaboran en otras jurisdicciones eclesiásticas más necesitadas.

2.3. Medios pastorales

La pastoral de catequesis sigue siendo un medio privilegiado para transmitir y vigorizar la fe de la comunidad. Se notan esfuerzos por una catequesis más bíblica, vivencial y comprometida, aunque hace falta una mejor y mayor preparación bíblica y teológica tanto en los agentes de pastoral como en los laicos encargados de la catequesis. En algunos casos se ha dado una pérdida de sistematicidad en la transmisión de los contenidos y, a veces, no poca improvisación. Es necesario enfatizar el kerigma (primer anuncio), tanto más cuanto que éste no se da en la familia ni en la escuela.

En Guatemala, una de las mejores pruebas de que la catequesis ha dado frutos hermosos es el incontestable testimonio martirial de catequistas, animadores de la fe, líderes de comunidad, Delegados de la Palabra, religiosos, religiosas y sacerdotes, que, junto con muchos laicos más, entregaron su vida, derramando sangre por causa del Evangelio.

Las celebraciones litúrgicas en sus manifestaciones vivas y participativas son algo muy propio de nuestro pueblo. La utilización de las lenguas vernáculas; la traducción de los textos litúrgicos a las diversas lenguas indígenas; la utilización más frecuente de la Palabra de Dios para su estudio, celebración y oración; los cursos presacramentales; la institución de ministerios para el servicio litúrgico; la presencia de equipos de liturgia en algunas parroquias; el uso del canto en lenguas indígenas y el recurso al instrumento autóctono han favorecido una participación consciente y activa de los fieles. Se siente la necesidad de aprovechar más la riqueza de signos y símbolos propias de nuestras culturas para ser introducidos sistemáticamente en la liturgia, junto con una mejor formación litúrgica.

La pastoral bíblica está abriendo espacios para una amplia formación a varios niveles, implementación de subsidios bíblicos y coordinación de los esfuerzos que se hacen en las jurisdicciones por el estudio vital de la Biblia. Cabe destacar la publicación a comienzos de 1997 en Paraguay de la Biblia en guaraní.

La pastoral social se interpreta como animadora de una dimensión de la fe que es común a todo el Pueblo de Dios, asumida desde los pobres. Esta dimensión social de la fe no puede quedarse en un servicio asistencial que siempre será necesario, pero sin suplir la promoción que enseña la Doctrina Social de la Iglesia. Nos encontramos ante una variedad de gestos solidarios, signos y creatividad de un pueblo empobrecido. Se está evolucionando desde el asistencialismo y la atención humanitaria hacia la formación en la solidaridad. En los últimos años se han creado varios centros de formación en la Doctrina Social de la Iglesia y sus implicaciones.

Se hace necesario organizar una pastoral de la tercer edad, cuidando la atención espiritual de muchos ancianos. La pastoral del trabajo requiere una reformulación según el nuevo contexto para acompañar y defender los legítimos derechos del trabajador.

La pastoral educativa y de educadores, además de los centros católicos, se manifiesta en el compromiso con la educación de los sectores más desprotegidos de la sociedad, tanto en el campo como en la periferia de las ciudades. No obstante, falta la representatividad de colegios católicos en la pastoral educativa diocesana, así como el apoyo de agentes de pastoral, sobre todo de los párrocos en esta pastoral. En algunos colegios católicos se da un franco descuido de la formación de la fe.

La pastoral de la comunicación está en crecimiento, buscando formar la conciencia crítica de las personas y mediante la creación de centros para comunicadores. Se reconoce como positiva la existencia de emisoras diocesanas con sentido participativo y educativo, pero hace falta unir y racionalizar esfuerzos para una mejor utilización de las otras emisoras católicas, formar a agentes de pastoral y, sobre todo, a los responsables directos para el debido uso de los medios de comunicación social.

Es necesario revisar y reorientar los medios de comunicación social propios de la Iglesia para que cumplan realmente con el propósito fundamental de evangelizar la cultura en la dimensión de anunciar y denunciar. También es preciso aprovechar adecuadamente los espacios que ofrecen los medios privados.

La pastoral de la movilidad presta servicios a los emigrantes, ya sea para regularizar sus situaciones en el país como para obtener o poner en regla sus documentos, contar con los beneficios de las leyes, de la asistencia social, etc.

El autofinanciamiento de la Iglesia por medio de la contribución de sus miembros se hace cada vez más necesaria. Se va avanzando en la concientización sobre la responsabilidad de sostener a la Iglesia y sus obras, no tanto aún en frutos concretos de mayores contribuciones.

2.4. Contenidos pastorales

El Documento de Santo Domingo y el itinerario pastoral propuesto por la Tertio Millennio Adveniente son referencias constantes.

La religiosidad popular está arraigada en el corazón y en la vida del pueblo, a tal punto que muchas de las tradiciones religiosas que perviven dan identidad al pueblo, aunque también es una realidad que el acento se pone más en las formas exteriores de tradiciones y devociones que en los contenidos de la fe de las mismas. Hace falta estudiar, comprender y evangelizar más a fondo la religiosidad ancestral y la piedad popular, descubriendo en ellas los valores evangélicos, superando todo aquello que impide la experiencia de la Buena Nueva en Jesucristo.

Por una parte prevalece a veces un cristianismo de devociones, junto a una vivencia individual de la fe, sentimental y, a veces, al margen del verdadero sentido de Iglesia. Pero también encontramos valores que pueden ser el punto fuerte para construir una sociedad más justa: la solidaridad con la persona que sufre, la sensibilidad social por el necesitado, el querer ayudar a quien no tiene, la religiosidad que se expresa sobre todo en los momentos de crisis y de desesperación recurriendo a Dios para encontrar consuelo y fortaleza, la acogida al extraño, y la capacidad de compartir.

Se percibe la necesidad de implementar una evangelización inculturada y de precisar los criterios de discernimiento, sobre todo en aquellas diócesis en las que las culturas indígenas representan un reto a la evangelización para evitar sincretismos y radicalismos que confunden al pueblo sencillo al ocultar más que hacer evidente la claridad del mensaje cristiano. La evangelización inculturada tiene que partir del descubrimiento de las semillas del Verbo en las culturas.

Es necesario unificar criterios y contenido fundamentales de la evangelización, tanto en la predicación como en la formación de los agentes pastorales.

El Papa nos dejó la tarea de la pedagogía del perdón en su Mensaje para la Jornada de la Paz (1997), indicando importantes criterios para hacer frente al pasado y curar heridas de una lucha fratricida en la que hubo un fuerte componente geopolítico. Este trabajo por la reconciliación personal y social supone un fuerte compromiso por la comunión al interior de la Iglesia.

En relación a los nuevos movimientos religiosos no católicos se hacen esfuerzos para informar y orientar a los fieles para que sepan dar razón de su fe, esperanza e identidad católica, aprendiendo a respetar la diversidad y a vivir en el contexto de un pluralismo religioso.

2.5. Prioridades pastorales

A continuación se reproducen las prioridades pastorales que aparecieron enunciadas en algunos Informes.

Ø Nueva Evangelización

§ Anunciar a Jesucristo: es fundamental para los pastores presentar la Persona de Jesucristo de tal manera que Él sea conocido, amado, aceptado por cada uno (cf Heb 4, 12).

§ Conciencia y compromiso por una renovada comunión eclesial, afectiva y efectiva, como sacramento de la presencia de Cristo y de la credibilidad de la comunidad de sus discípulos. Esta comunión encuentra una expresión patente y eficaz en la articulación de una pastoral de conjunto.

§ Desafíos de la evangelización: la proliferación de las sectas; penetración del New Age; un plan de evangelización que llegue hasta la base, a cada comunidad; promover mayor responsabilidad de los laicos en los asuntos de su competencia; promover vocaciones; llegar con la evangelización a la clase profesional e intelectual; usar con más eficacia los medios de comunicación de la Iglesia.

§ Dinamización de la parroquia y las comunidades, promoviendo comunidades vivas, participativas y evangelizadoras, para que, siempre atentas a los signos de los tiempos, dinamicen la vida de la parroquia y promuevan en todo el Reino de Dios.

§ Evangelización inculturada, promoviendo una participación más intensa y corresponsable de todo el Pueblo de Dios en la evangelización y la catequesis, para encarnar los valores del Evangelio en nuestras distintas culturas.

§ Evangelización que lleve a la coherencia entre fe y vida: intensa catequesis bíblica; inculturación del Evangelio; pastoral urbana, educativa y ambiental; pastoral de la comunicación social.

§ Formación de los agentes de pastoral: formación permanente del clero; acompañamiento cercano a jóvenes y a la tercera edad; pastoral vocacional; compromiso misionero.

§ Formación de los laicos: formar centros de estudio y formación; creación de estructuras de participación que lleven a la corresponsabilidad y a la construcción de la comunidad eclesial; apoyo a las comunidades eclesiales de base y movimientos apostólicos.

§ Iglesia cercana a los jóvenes y a toda la familia necesitada para ofrecerles razones para vivir y esperar.

§ Iglesia comunitaria en la que la red de relaciones interpersonales no admite otra base que no sea la justicia y la verdad; Iglesia encarnada que ve en los laicos los agentes protagónicos e insustituibles para que el Evangelio llegue al centro del mundo secular donde se gesta y dinamiza la cultura; Iglesia más evangelizadora que eduque en la fe para la misión; Iglesia más comunitaria, que alimente y viva la fe en comunidad: familias, comunidades eclesiales de base y pequeñas comunidades, parroquia como comunidad de comunidades y comunidades diocesanas; Iglesia ministerial que sea corresponsable, con estructuras que promuevan la comunión y la participación de todo el Pueblo de Dios; Iglesia misionera que hace de cada bautizado un evangelizador y de cada lugar una misión.

§ Pastoral litúrgica encarnada, renovando y animando la fe del Pueblo de Dios, a partir de una formación adecuada y sólida, para que se fortalezca una pastoral litúrgica encarnada y una celebración más gozosa, participativa y vivencial en cada una de las comunidades.

§ Renovarnos desde dentro: la autenticidad de la vida cristiana no se mide por el cúmulo de conocimientos que se pueda tener sobre la Persona de Jesucristo, sino cuando se pueda decir No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gál 2, 19 - 20).

§ Revitalización del compromiso misionero y evangelizador de la Iglesia para suscitar, por el encuentro con Cristo, la conversión personal, inculturar más y mejor el Evangelio, particularmente en la religiosidad popular y las etnias aborígenes y afroamericanas, dar una respuesta integral a la acción de las sectas y a la búsqueda religiosa de muchas personas.

Ø Promoción Humana

§ Compromiso con los pobres y solidaridad.

§ Defender y promover la vida humana: proclamando que la vida humana es un valor fundamental y absoluto que se ha entregado a cada uno de nosotros como una gran riqueza de la cual somos solamente administradores y no dueños.

§ Iglesia más solidaria en la respuesta a las necesidades de nuestra gente a través de la dimensión social de la fe, asumida desde los pobres.

§ Luchar por la paz: se proclama con firmeza y sin vacilación que la paz no se logra por caminos de la guerra. Es valioso una tregua para el diálogo y para facilitar la prosecución de una verdadera acción de acercamiento hacia una urgentísima solución negociada del conflicto armado.

§ Opción por los pobres: defensa de los derechos humanos, la tierra y la ecología; pastoral específicas (indígenas, afros y montubios); intensificar la pastoral social; atención a la migración.

§ Pastoral familiar: defensa de la vida profundizando en el tema del matrimonio cristiano; encuentros sobre conciencia moral y corrupción.

§ Promoción humana liberadora, promoviendo la vida y el desarrollo integral humano para todos, logrando que, a partir de la opción por los pobres, se responda a los problemas más urgentes (tierra, salud, educación, ecología, derechos humanos, etc.).

§ Reconciliación y Paz, promoviéndolas en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia y del pueblo, para la construcción de una sociedad fraterna, justa y solidaria.

§ Reconciliación personal y social que supone un fuerte compromiso por la comunión al interior de la Iglesia.

§ Trabajar por la verdad y la justicia: la proclamación y la defensa de los derechos humanos es una exigencia de nuestra condición de miembros de la familia humana y de hijos de Dios. Se apoya a quienes, aún con gravísimos riesgos, siguen firmes en su tarea de defender los derechos de los pobres, marginados y desplazados.

Ø Cultura Cristiana

§ Evangelización de la cultura en términos de respeto a la vida y la solidaridad ante las tendencias reduccionistas.

§ Evangelización de la cultura y comunicación social

§ Evangelizar es promover la cultura de la vida: frente a los mayores retos, hay que insistir en una vida plena para todos.


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