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Domingo 5 Tiempo Ordinario A - Iglesia del Hogar: en Familia, como Iglesia doméstica, preparamos la Acogida de la Palabra de Dios proclamada durante la celebración de la Misa Dominical

 

 

1. INTRODUCCIÓN A LA PALABRA DE DIOS DEL DOMINGO

REFLEXIONEMOS
2. 1 LOS PADRES

2. 2 CON LOS HIJO
S

3. RELACIÓN CON LA SANTA MISA

4. VIVENCIA FAMILIAR

5. NOS HABLA LA IGLESIA

6. LEAMOS LA BIBLIA CON LA IGLESIA

7. ORACIONES


8. LOS SANTOS

 

 

 

La Palabra de Dios y yo - cómo acogerla
Falta un dedo: Celebrarla

 

Para ser más felices" Curso con y sobre las Bienaventuranzas"

 

1. Introducción a la Palabra de Dios

1. 1 Primera Lectura: Isaías 58.7 -10

"Volviendo una vez de Siena, Francisco se cruzó en el camino con un pobre y dijo a su compañero: "Debemos dar la capa a este pobre al cual pertenece; pues nosotros la hemos recibido de prestado, mientras no encontráramos a otro más pobre que nosotros". El compañero, que valoraba la necesidad del piadoso padre, se resistía con tenacidad a que mirara tanto al prójimo, con olvido de sí mismo. San Francisco le dijo: "Yo no quiero ser ladrón, y por hurto se nos imputaría si no diésemos la capa al más necesitado". Y el piadoso padre dio la capa al pobre (Espejo de perfección 33)

La primera reacción al leer esto será: "Yo no soy santo, menos aún un gran santo como San Francisco". Conclusión para nosotros: "Yo no puedo hacerlo, por lo tanto, no me obliga". Y quedamos tranquilos. San Francisco tenía una explicación respecto a la tibieza de fe en nuestra persona: "¿Qué se puede esperar, cuando el alma no vive el gozo espiritual, sino que la carne busque su propio placer? Entonces, el instinto animal simula necesidades, la inteligencia carnal forma conciencia… no sobrellevar con paciencia las necesidades, no es otra cosa que retornar a Egipto (es decir, a la esclavitud)".

Precisamente porque no nos negamos nada, porque somos tan debilitados que seremos capaces quizás de un acto de generosidad momentáneo pero no de un esfuerzo sostenido y permanente. Nos falta la fuerza y estamos muy ocupados en satisfacer nuestras propias necesidades.

Una luz debería brillar continuamente; no se concibe que brille sólo de vez en cuando tenga un arranque de generosidad y luego se apague. Lean despacio la lectura de Isaías y se darán cuenta que tengo razón

 

1. 2 Segunda Lectura: 1 Corintios 2, 1 -5

Aunque nos alarguemos un poquito antes de leer la lectura, creo conveniente ofrecer un texto de San Agustín que nos cae de perilla:

"No debemos avergonzarnos de Cristo crucificado. Y ¿qué dice el más pequeño de los apóstoles? Lo que hoy mismo vamos a oír: De corazón se cree para justicia, más de boca se hace la confesión para salvación. Muchos creen de corazón, mas tienen problemas de confesar la fe con los labios. Han de saber, hermanos míos, que a duras penas se hallará pagano sin admiración a Cristo a quien se presenta como el cumplimiento de las profecías que se refieren a su elevación sobre los cielos porque ven difundida su gloria sobre la faz de la tierra; pero, temiéndose mutuamente y avergonzándose los unos en presencia de los otros, alejan de si la salvación, porque de boca se hace confesión para la salvación ¿Acaso sirve de algo el haber creído de corazón para ser justificado, si rehúsan los labios proclamar las convicciones del corazón? Demasiado conoce de Dios la fe interior, mas no basta.

El miedo a los soberbios hace que no se confiese al Humilde, y antepones los soberbios a quien por amor a ti no temió disgustar a los soberbios; no atreviéndote a confesar al humilde Hijo de Dios. Confiesas sin timidez la grandeza del Verbo de la Sabiduría, del Poder de Dios, pero no te atreves a confesar su nacimiento, crucifixión y muerte. El Altísimo, el igual al Padre, aquel por quien todo fue creado, por quien has sido formado tú mismo, se hizo hombre por ti, por ti nació y por ti murió. ¡O enfermo! ¿Has de sanar si te da vergüenzas de la medicina? Escoge el tiempo. Y el tiempo es la hora de ahora. Después, el desgraciado aquel vendrá admirable; el juzgado aquel vendrá para levantar a los muertos; el deshonrado  aquel vendrá para honrar a otros. Escoge el tiempo de ahora. El vendrá después. Ahora todo se reduce al creer; la manifestación será después. Elige ahora la suerte que ha de caber en lo que va a venir. ¿Te da vergüenza el nombre de Cristo? Avergonzándote ahora de él delante de los hombres, habrás también de ruborizarte cuando venga glorioso a dar lo prometido a los buenos y a realizar sus amenazas en los malos. Y tú, ¿entre quienes te hallarás? ¿Qué has de hacer cuando mirándote desde su altura, te diga: "Pues de mi humildad te avergonzaste, no tendrás parte en mi gloria"? Echa fuera éste culpable rubor: ceda su lugar a un saludable descaro, si descaro puede llamarse.

No nos sonrojemos, pues, del nombre de Cristo, aunque nos insulten por creer en un crucificado, en un condenado a muerte, pero sin cuya sangre, de no haber manado, subsistiría la escritura de nuestros delitos. Si, si: yo he creído en un condenado a muerte; pero lo muerto en él lo tomó de mí, no aquello que me hizo a mi… hemos nacido y hemos de morir; pero ignorabas el resucitar y el subir a los cielos. Conocías dos cosas. Ignorabas dos; tomó lo que sabías y te mostró lo que ignorabas; sufre lo que tomó y espera lo que mostró".

Parece que tanto en los primeros siglos de cristianismo, los tiempos de San Agustín, como en los actuales da vergüenza anunciar al Señor crucificado. Leamos esta segunda lectura y aprendamos que la fe y la impotencia humana son el lugar donde se manifestará el poder del Espíritu Santo.

 

1. 3 Evangelio: San Mateo 5, 13 -16

Del Espejo de Perfección

“Decía San Francisco de los hermanos menores que habían sido enviados por Dios en estos últimos tiempos para que dieran ejemplos de luz a los que andaban envueltos en las tinieblas del pecado. Decía, asimismo, que se sentía como envuelto en perfumes, como un ungido con la fuerza de un bálsamo precioso, cuando llegaban a sus oídos las gestas realizadas por los santos hermanos que andaban dispersos por el mundo.

Sucedió que un día cierto hermano, en presencia de un caballero noble de la isla de Chipre, ofendió de palabra a otro hermano. Al momento cogió estiércol de asno y se lo metió en su boca para morderlo y dijo: "Más que estiércol es la lengua dañina que ha derramado contra el hermano el veneno de la iracundia". Ante esta escena, aquel caballero quedó estupefacto y marchó con gran edificación. Y desde entonces puso a disposición de los hermanos su persona y sus bienes

Era costumbre entre los hermanos que, si alguno de ellos profería una palabra injuriosa o molesta contra otro, se postraba de inmediato en tierra y, besando los pies del hermano, le pedía perdón humildemente. Se regocijaba el santo padre cuando oía que sus hijos daban espontáneamente ejemplo de santidad y bendecía con profusión a aquellos hermanos que de palabra o de obra inducían a los pecadores al amor de Cristo. Repleto como estaba celo por la salvación de las almas, quería que sus hijos fueran auténticos imitadores suyos”.

¡Qué tal historia para contar la como introducción al Evangelio cerrar exclamación!

La luz es algo que se ve porque uno se percata enseguida. Después de la lectura del Evangelio démonos un momento de tiempo para pensar cómo pueden los demás ver que somos cristianos, y no sólo eso, sino convertirse a causa de nuestro testimonio. Evidentemente no estamos hablando del fariseísmo, de los que obran para ser vistos, porque ya tienen su recompensa.¡Reflexionemos!

 

2. REFLEXIONEMOS

2. 1 Los Padres

Santa Catalina de Siena, Diálogos 36

(Dios habla a la santa) "Existen tres reproches o admoniciones. Una tuvo  efecto cuando vino el Espíritu Santo sobre los discípulos. Ellos, fortalecidos con mi poder, fueron iluminados con la sabiduría de mi amado Hijo. Todo lo recibieron con plenitud del Espíritu Santo. Entonces, El, que es uno conmigo y con mi Hijo, reprochó al mundo por boca de los discípulos con la doctrina de mi Verdad. Ellos, y todos los que han seguido a la verdad y la han anunciado, reprendieron al mundo.

Esta es la continua admonición que hago al mundo por boca de la Sagrada Escritura y de mis servidores, poniéndose el Espíritu Santo en sus lenguas para que anuncien la verdad que, como lo hace el demonio que se pone en la boca de sus servidores es decir, de los que pasan el río en su maldad.

Esta es la dulce reprensión incesante, hecha con grandísimo afecto de amor por la salvación de las almas. Luego no pueden decir: "No tuve quien me lo advirtiese", porque se les ha presentado ya la verdad al mostrarles este servicio, y la virtud, al hacerles ver el fruto de la virtud y el daño del pecado, a fin de procurarles amor y santo temor, con aborrecimiento del pecado y amor a la virtud. Ya no se les enseña esta doctrina y verdad por medio de un ángel, para que no puedan decir: "El ángel es espíritu bienaventurado, y no siente las tentaciones de la carne ni el peso del cuerpo como nosotros". Se ha eliminado esta excusa y no la pueden alegar, porque esta doctrina les ha sido comunicada por mi Verdad, el Verbo hecho carne en vuestra carne mortal.

¿Quiénes son los que han seguido al Verbo? Criaturas mortales pasibles como vosotros, en lucha de la carne contra el espíritu, como la tuvo mi glorioso pregonero Pablo y otros muchos santos, que fueron afligidos de una u otra manera. Las pasiones las permití y las permito en las almas para el aumento de la gracia y de la virtud. También ellos nacieron en pecado como vosotros, y se alimentaron de los mismos manjares, y tan Dios soy yo ahora como entonces, y mi poder no ha disminuido ni puede disminuirse. Por eso puedo, quiero y sé socorrer a los que desean ser ayudados por mí. Desean ser socorridos por mí los que, siguiendo la doctrina de mi Verdad, salen del río y caminan por el puente.

Por tanto, no tienen excusas, pues son avisados y se les muestra la verdad continuamente. Por lo que, si mientras tienen tiempo y no se enmiendan, serán condenados en la segunda admonición, que tendrá lugar en el momento de la muerte, cuando mi justicia acreditará: "Tú que te hallas muerto a la gracia y llegas muerto a la muerte corporal, ponte en pie y ven ante el juez supremo con tu falsa justicia, con tu falsa interpretación y con la luz de la fe apagada, la que sacaste encendida del santo bautismo y pagaste con el viento de la soberbia y de la vanidad del corazón, al que pusiste velas de vientos contrarios a tu salvación; el viento de la propia estimación se alimentó con el velamen del amor propio. Con el corriste por el río de las delicias, honores del mundo; con la voluntad propia, siguiendo la carne perecedera y las incitaciones y tentaciones del demonio. El amor propio, con las velas de su propia voluntad te ha llevado por el camino de abajo, que es río tormentoso, y en su compañía has sido conducido a la condenación eterna.

La segunda acusación, carísima hija, es decisiva, hecha en el último momento, cuando no pueda haber remedio, porque ha llegado el fin de la muerte.… La tercera acusación se hará en el día del juicio".

La conclusión para nosotros: Cuando no somos la luz del mundo, otros se perderán por culpa nuestra. Tengamos presente que la luz no es nuestra sino nos viene de Dios, nosotros somos testigos, portadores.

 

2. 2 Con los Hijos

El Espíritu Santo nos ilumina y nos abre el corazón para que creamos la verdad divina y conozcamos la voluntad de Dios. Es también el Espíritu Santo que nos fortalece y mueve nuestro corazón para que vivamos según la fe y cumplamos la voluntad de Dios. Nos concede fuerza y gusto para hacer el bien; nos vigoriza en las tentaciones, llenándonos de horror del mal; nos consuela en las penas y nos ayuda a permanecer fieles hasta la muerte.

Por medio de estas gracias, Dios nos ayuda a conseguir nuestro fin eterno. Por eso las llamamos gracias de auxilio o actuales. Sin ellas no podemos hacer ni lo mínimo para iniciar el camino hacia la salvación, continuarlo o terminarlo. "Dios es el que obra en nosotros el querer y el obrar, según su beneplácito" (Filipenses 2, 13). Por eso necesitamos pedir frecuentemente la gracia de Dios.

Dios da a cada hombre, por lo menos, la gracia suficiente para que pueda salvarse. "Dios quiere que todos los hombres se salven" (1 Timoteo 2, 4). Nadie se condena eternamente sin grave culpa de su parte.

Dios no concede las mismas gracias a todos los hombres. Por diversos caminos nos conduce a nuestro eterno fin. Tampoco otorga Dios a todos los hombres la misma abundancia de gracias. Por ejemplo, Dios nos concede más gracias si se las pedimos con frecuencia, si recibimos los santos sacramentos y si nos dejamos guiar por su gracia. En caso de necesidad, Dios también nos da su gracia de manera más abundante.

La gracia que Dios nos da es suficiente para nuestra salvación si cooperamos con ella. Aún en las cosas pequeñas debemos seguir prontamente las inspiraciones divinas. Dios no quiere forzarnos con su gracia. Por eso existe la posibilidad de que resistamos a la gracia. Entonces, por nuestra culpa, no será suficiente para nuestra salvación. San Pablo escribe: "Les exhorto a que no reciban en vano la gracia de Dios" (2 Corintios 6, 1).

Nota: Esta parece ser una exposición teórica. Con todo, es necesario conocer las realidades y la acción de Dios. Toca ahora a los padres y a los demás miembros de la familia identificar los medios concretos de cómo hacer para recibir la gracia de Dios en abundancia y cómo evitar el cerrarse a ella. El saber que de Dios nos viene todo nos anima de cara a nuestra fragilidad.

 

3. RELACIÓN CON LA SANTA MISA

En la celebración eucarística Cristo nos viene al encuentro con su Palabra y con la Eucaristía. Es el momento donde más se nos colma de gracias y de bendiciones para que podamos ser luz y sal.

 

4. VIVENCIA FAMILIAR

Entre todos tratemos de descubrir cómo podemos ser luz y sal los unos para los otros, en el colegio, en la calle, en el trabajo y para los vecinos.

 

5. NOS HABLA LA IGLESIA

Importancia primordial del testimonio

La Buena Nueva debe ser proclamada en primer lugar mediante el testimonio. Supongamos que un cristiano o un grupo de cristianos que viven dentro de una comunidad humana, manifiesten su capacidad de comprensión, de aceptación, su comunión de vida y de destino con los demás, su solidaridad en los esfuerzos de todo cuanto existe de noble y bueno. Supongamos además que irradian de manera sencilla y espontánea la fe en los valores que van más allá de los valores corrientes, y su esperanza en algo que no se ve ni osarían soñar. A través de este testimonio sin palabras, estos cristianos hacen plantearse a quienes contemplan su vida interrogantes irresistibles: ¿Porqué son así? ¿Por qué viven de esa manera? ¿Qué es o quiénes son los que los inspira? ¿Por qué están así con nosotros? Pues bien, este testimonio constituye ya de por sí una proclamación silenciosa, pero también muy clara y eficaz de la Buena Nueva. Hay en ello un gesto inicial de evangelización. Son posiblemente las primeras preguntas que se plantearían los no cristianos, bien se trate de gente que busca, no sin sufrimiento algo o a Alguien que ellos adivinan pero sin poder darle un nombre. Surgirán otros interrogantes, más profundos y más comprometedores, provocados por este testimonio que comporta presencia, participación, solidaridad y que es un elemento especial, en general, el primero absolutamente en la evangelización.

Todos los cristianos están llamados a este testimonio y, en este sentido, pueden ser verdaderos evangelizadores. Se nos ocurre pensar especialmente en la responsabilidad que recae sobre los emigrantes en los países que los reciben.

Necesidad de un anuncio explícito

Y, sin embargo, sigue siendo insuficiente, pues el más hermoso testimonio se revelará a la larga impotente si no es esclarecido, justificado, -lo que Pedro llama "razón de nuestra esperanza" -explicitado por un anuncio claro inequívoco del Señor Jesús. La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios.

La historia de la Iglesia, a partir de discurso de Pedro en la mañana de Pentecostés, se entremezcla y se confunde con la historia de este anuncio. En cada nueva etapa de la historia humana, la Iglesia, impulsada continuamente por el deseo de evangelizar, no tiene más que una preocupación: ¿A quién enviar para anunciar el misterio de Jesús? ¿En qué lenguaje anunciar este misterio de Jesús? ¿Cómo lograr que resuene y llegue a todos aquellos que lo deben escuchar? Este anuncio -kerigma, predicación, catequesis -adquiere un puesto tan importante en la evangelización, que con frecuencia es en realidad sinónimo. Sin embargo, no pasa de ser un aspecto.

Hacia una adhesión vital y comunitaria

Efectivamente, el anuncio no adquiere toda su dimensión más que cuando es escuchado, aceptado, asimilado y cuando hace nacer en quien lo ha recibido , una adhesión de corazón. Adhesión a las verdades que en su misericordia el Señor ha revelado, es cierto. Pero más aún, adhesión al programa de vida -vida en realidad ya transformada -que él propone. En una palabra, adhesión al reino, es decir, al "mundo nuevo", al nuevo estado de cosas, a la nueva manera de ser, de vivir y de vivir juntos, que inaugura el Evangelio. Tal adhesión que no puede quedarse en algo abstracto y desencarnado, se revela concretamente por medio de una entrada visible en una comunidad de fieles.

Así pues, aquellos cuya vida se ha transformado, entran en una comunidad que es en sí misma signo de la transformación, signo de la novedad de la vida: la Iglesia, sacramento visible de salvación. Pero a su vez, la entrada en la comunidad eclesial se expresará a través de muchos otros signos que realizan y despliegan el signo de la Iglesia. En el dinamismo de la evangelización, aquel que acoge el Evangelio como Palabra que salva, lo traduce normalmente en gestos sacramentales: adhesión a la Iglesia, acogida de los sacramentos que manifiestan y sostienen esta adhesión, por la gracia que confieren.

Impulso nuevo al apostolado

Finalmente, el que ha sido evangelizado evangeliza a su vez. He ahí la prueba de la verdad, la piedra de toque de la evangelización: es impensable que un hombre haya acogido la Palabra y se haya entregado al reino sin convertirse en alguien que a su vez da testimonio y anuncia. (Pablo VI, Evangelii nuntiandi 21-24).

 

6. LEAMOS LA BIBLIA CON LA IGLESIA

Día de la Semana

Año Impar

Año Par

Evangelio

Lunes

Génesis 1, 1 -19

Salmo 103

1 Reyes 8, 1 -7. 9 -13

Salmo 131

Marcos 6, 53 -56

Martes

Génesis 1, 20 -2, 4 a

Salmo 8

1 Reyes 8, 22 -23. 27 -30

Salmo 83

Marcos 7, 1 -13

Miércoles

Génesis 2, 4 b -9. 15 -17

Salmo 103

1 Reyes 10.1 -10

Salmo 16

Marcos 7, 14 -23

Jueves

Génesis 2 18 -25

Salmo 127

1 Reyes 11.4 -13

Salmo 105

Marcos 7, 24 -30

Viernes

Génesis 3, 1 -8

Salmo 31

1 Reyes 11.29 -32; 12.19

Salmo 80

Marcos 7, 31 -37

Sábado

Génesis 3, 9 -24

Salmo 89

1 Reyes 12.26 -32; 13.33 -34

Salmo 105

Marcos 8, 1 -10

 

7. ORACIONES

7. 1 Himno vespertino de Epifanía (liturgia oriental)

¿Y por qué se encrespan tus olas, río Jordán? ¿Por qué las impide seguir su curso y no quieres fluya la corriente de tus aguas?

Porque no puedo soportar el fuego abrasante, estoy fuera de mí convulso y sobresaltado. Tiemblo y me estremezco ante la divina condescencia, el Dios que desciende a mis ondas.

Nunca antes lavé lo que es puro, nunca bañaron mis aguas cuerpos inocentes. A mis orrillas sólo venían figuras manchadas, cubiertas del barro.

Ahora Cristo, bautizado en mi seno, me enseña a lavar la culpa. Juan, la voz del Verbo, testimonia y grita: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Creyentes, gritémosle: Gloria a Ti Dios revelado que nos salvas de nuestras faltas. Amén.

7. 2 Oración keter (judía)

Una corona que será dada por las multitudes de lo alto, como por las asambleas de aquí abajo; todos concordes que repetirán la alabanza santa, según fue dicho por el profeta: Y clamaban unos a otros diciendo: Santo, santo, santo es el Señor Sebaoth, la tierra entera está llena de su gloria. Entonces, como un ruido de grandes aguas, poderoso y fuerte, dejan oír sus voces y elevándose hacia ti dicen: Bendita sea la gloria del Señor, de su lugar. De tu lugar resplandece, o Rey nuestro, y reina sobre nosotros, pues nosotros te agradecemos ¿Cuándo reinarás? Reina pronto en Sión, en nuestros días, y permanece en nuestras vidas. Seas glorificado y santificado en medio de Jerusalén, tu ciudad, a través de todas las generaciones y por todos los siglos. Y vean nuestros ojos su reinado, según la palabra dicha en los cantos de tu poder por David, ungido de tu justicia: el Señor reinará para siempre, tu Dios, Sión, por todas las generaciones, aleluya.

 

8. LOS SANTOS

SANTA TERESITA DEL NIÑO JESUS, virgen, 1873-1897

(Una monjita escondida en el monasterio se convierte en luz del mundo)
Sobre la vida de Teresa de Lisieux poseemos muchos datos por una infinidad de publicaciones y por la biografía "Historia de un Alma", que ella misma compuso por orden de la superiora.

Un rasgo esencial de su vida de santidad moderna, es la solidaridad mística con todos los miembros de la Iglesia, su verdadero deseo de comunión y participación sobrenaturales.

Nació el 2 de enero de 1873, en Alençon, en Normandía, fue la menor de nueve hermanos, de los cuales, cuatro murieron siendo niños. Cuando Teresita tenía cinco años perdió a su madre. En 1877, el padre, con sus 5 hijas, se fue a vivir a Lisieux.

A los 15 años de edad, Teresita pidió que la admitieran en el Carmelo de Lisieux, donde ya habían ingresado dos de sus hermanas. Al principio se rechazó su petición, pero finalmente fue aceptada en mayo de 1888. Ella misma manifestó el motivo principal de su entrega total a Jesús: salvar almas y particularmente, pedir por los sacerdotes. Su vida diaria consistía en seis horas y media de oración y meditación, cinco horas de trabajos manuales y el resto del tiempo repartido entre las comidas, el descanso, el recreo y las actividades personales. Era una vida austera que no tenía nada que ver con aquel falso romanticismo que a veces representan las imágenes de la santa.

Ella misma escribió: "Tuve que luchar; no tenía una naturaleza dócil; no pasó ningún día en el cual no fuera herida". La superiora trató de romper el aparente orgullo de la marcada personalidad de esta joven novicia, con humillaciones y regaños. Teresita conocía bien su pequeñez y, por su buena formación bíblica, quiso refugiarse en los brazos paternales de Dios, precisamente como un niño con todas sus deficiencias. De acuerdo con ella, la perfección no existía en lo extraordinario ni en ofrecer muchas obras a Dios, sino en la aceptación humilde de la vida ordinaria. Pero esta vida ordinaria no debía ser egocéntrica sino cristocéntrica y misionera: salvar almas por medio de una vida crucificada.

En 1889 pidió que se añadiera a su nombre religioso "del Niño Jesús" y el del "santísimo Rostro". En el formulario de su profesión, del 8 de septiembre de 1890, imploraba la gracia del martirio del corazón y del cuerpo. Empezó en su vida un período de tentaciones contra la fe y la esperanza, de obscuridad espiritual y aislamiento y de un creciente agotamiento físico, por causa de la tuberculosis.

Al iniciarse el año en que murió, el de 1897, dio un nuevo testimonio de la dimensión eclesial de su entrega total a Cristo. "En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, quiero ser amor". Ofreció sus penas espirituales y físicas para que la misericordia divina pudiera derrochar corrientes de gracia en la obra misionera de la Iglesia. Poco antes de su muerte, declaraba: "El cáliz está lleno hasta los bordes. Yo no me hubiera creído ser capaz de sufrir tanto. Sólo por mi gran deseo de querer salvar almas, me explico que todavía pueda soportar".

Su resistencia, solidaria con Cristo y todo su cuerpo místico, tam­bién se revelaba en las palabras; "Dios quiere que agradezcamos la salvación, no solamente a él, sino también los unos a los otros, para que en el cielo no encontremos ninguna mirada indiferente".

Murió el 30 de septiembre de 1897 a los 24 años de edad. Sobre la cruz de su tumba se encuentran las palabras: "Mi ocupación en el cielo será seguir ayudando en la tierra".

El papa Pío X estimó a Teresita como la santa más grande de su tiempo. Pío XI la declaró santa en 1925 y además, junto con Francisco Javier, la constituyó "patrona de todas las misiones". En 1944, los obispos franceses la eligieron, junto con santa Juana de Arco, patrona de Francia.

En el Documento de Puebla (n. 856) los obispos dejaron constancia: "La vida consagrada en todas sus modalidades, con mención explícita de la contemplativa, es en sí misma, por la radicalidad de su testimonio, un medio privilegiado de evangelización eficaz".

 

ORACION COLECTA

Dios y Padre nuestro, que tienes abiertas las puertas de tu Reino para los humildes y sencillos de corazón, ayúdanos a llegar a ti, a ejemplo de santa Teresita del Niño Jesús, por el camino de la fidelidad en cosas pequeñas y el cumplimiento de los deberes diarios. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

"…Y cuando veo ante mi a todos estos enfermos, pienso que también ellos, como Teresa de Lisieux, están asociados a la pasión de Cristo y que, gracias a su fe en el amor de Dios, gracias a su propio amor, su ofrenda espiritual obtiene misteriosamente para la Iglesia, para todos los demás miembros del cuerpo místico de Cristo, un aumento de fuerza.

Que no olviden nunca esta bella frase de santa Teresa: "En el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor".

Pido a Dios que conceda a cada uno de estos amigos enfer­mos, por los que siento un especial afecto, el consuelo y la esperanza …" Juan Pablo II, Homilía durante la Misa celebrada ante la basílica de Lisieux, 2 de junio, 1980.

 


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